EDUCACIÓN - TEXTOS

 

1.LBC/H-NUEVO: EDUCO/LIBERACIÓN.
La interpretación de la realidad a la luz del sentido bíblico de 
liberación nos enseña que a partir de la "historia de la salvación", esta 
liberación se inscribe en el corazón de la historia y culmina en el 
misterio pascual de Cristo, Señor del universo. Una tal liberación se 
propone, principalmente, la creación del "hombre nuevo" (Rom, 6, 3; 2 
Cor. 5, 19), de la "imagen de Dios" en el hombre por el don del 
Espíritu, y se ejerce de una forma creadora dentro del mundo por la 
esperanza escatológica.
Dentro de este contexto se sitúa la educación liberadora, en tanto 
es un proceso comunitario de emancipación del hombre -en su 
realidad concreta e histórica, individual y social- del pecado con todas 
sus consecuencias: situaciones de pecado, ignorancia, miseria, 
opresiones, etc.; en tanto es un proceso comunitario y dinámico de 
liberación de las energías creadoras que la gracia deposita en el 
hombre, haciendo que él mismo sea "el artífice principal de sus éxitos 
y fracasos" (·Pablo-VI, "Populorum Progresio"), y permitiéndole dar 
comunitariamente el paso de "las condiciones de vida menos 
humanas a las más humanas". (id.) La educación liberadora debe 
traducirse en una pedagogía que le permita pasar del nivel teórico a 
la praxis efectiva en la transformación del mundo en que vivimos.

Departamento de Educación del CELAM,
 agosto 1970

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2. EDUCO/DOMESTICADORA
No es lo mismo saber la verdad que hacerla. La diferencia es la que 
media entre el sabio -que sabe la verdad- y el hombre, el santo, que 
la realiza en la vida. El problema radica en el divorcio existente entre 
teoría y praxis, entre verdad y vida.
Generalmente tomamos la verdad como una frase (dos y dos son 
cuatro), cuando la verdad es un hecho (dos y dos no son cuatro, ni 
son nada, si no hay cuatro naranjas o lo que sea). La cosa viene 
desde muy lejos, desde los comienzos mismos de la socialización del 
individuo, principalmente a través del sistema educativo, acusado por 
·Freire de ser una "educación domesticadora" o "educación 
nutritiva".
MAESTRO/DISCÍPULO: EDUCO/ALIENACIÓN  El sistema educativo 
supone que el educando es como un recipiente vacío. El maestro es 
la fuente. La educación consiste en llenar ese recipiente vacío con la 
plenitud del educador. El alumno es contemplado como objeto, 
cercenando todas sus posibilidades creadoras. La misma educación 
activa -los llamados métodos activos- sólo lo es en el sentido de 
potenciar la capacidad asimiladora del educando. El niño, o el adulto, 
se van llenando así de un acerbo de frases provenientes del mundo 
cultural del educador, pero que nada tienen que ver con el ambiente y 
la vida de los educandos. El resultado es la educación como 
alienación de la persona. Por ejemplo, al niño se le dice que la lluvia 
es fenómeno atmosférico, etc.; pero ¿por qué no decirle que es un 
factor decisivo en la vida del hombre, en el desarrollo de los pueblos, 
en la discriminación entre países y regiones, ricos y pobres? De 
semejante manera se les dice que la casa es el lugar de residencia de 
la familia, pero ¿por qué no decirles también que es aquéllo de lo que 
carecen muchos millones de personas? Dentro del contexto capitalista 
la educación viene a ser una forma más de colonialismo cultural, de 
invasión literaria, un producto más del mercado. El alumno, como el 
consumidor, no tiene otra alternativa que tomarlo o dejarlo.
Y como la educación, todo el proceso de socialización adolece de 
este falso planteamiento. Se impone la "obediencia" en la familia, se 
impone el trabajo en la empresa (otros piensan por él), se impone la 
autoridad de la cosa pública (otros deciden por los súbditos)... Es 
lógico que en tal caso la responsabilidad de los inferiores se acerque 
peligrosamente a cero. Y resulta natural que las carreras y los títulos 
sean no más que una mercancía para intercambiar por dinero, en 
lugar de capacidades para transformar el mundo y ponerlo al servicio 
de los hombres.
Este mismo defecto gravita sobre la enseñanza religiosa, que se ha 
limitado a la indoctrinación -hacer aprender muchas "verdades"- y a la 
adquisición de "prácticas piadosas", en lugar de educar la fe, es decir, 
ayudar al hombre a encontrar la verdad y a realizarla en la vida. Esto 
explicaría el peso de un cristianismo hereditario y tradicional, pero 
poco personal y sin auténtica fuerza renovadora del mundo 
ambiente.

EUCARISTÍA 1971/59

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3.EDUCO-LIBERADORA.
Frente a la educación domesticadora o nutritiva. Freire propone 
una educación liberadora. El educando no es un objeto, sino sujeto, 
un hombre arraigado en el mundo. Por eso, no basta una 
alfabetización que desmenuza las letras, sílabas y palabras, 
arrancadas y al margen de la vida de los educandos. La 
alfabetización debe ir ligada a una toma de conciencia, sólo así las 
palabras dejarán de ser sonidos o signos escritos y se convertirán en 
un mundo lingüistico suficiente para entrar en relación con el medio 
social, salvando el abismo radical entre teoría y praxis. En este 
sentido tienen lugar destacado las que él llama "palabras 
generadoras y situaciones existenciales", y la figura del educador, que 
se sitúa con el educando, formando un grupo de reflexión crítica 
sobre el mundo que los une y que tienen que construir.
Por este sistema de educación liberadora se ha definido la 
Comisión Episcopal del Departamento de Educación del Celam. Antes 
de tal decisión, reflexionaron serenamente y llegaron a la conclusión 
de que el pueblo americano tiene conciencia de su situación de 
dependencia, de opresiones internas y externas, como se manifiestan 
en el hambre, analfabetismo, la carencia de viviendas, la marginación 
política, etc. Frente a esa situación, la misión de la Iglesia es educar al 
hombre para su total liberación, para que sean ellos los artesanos de 
su propio destino, los protagonistas de su historia. Por eso ven en la 
educación liberadora el prototipo de educación para el pueblo.
"Está claro que el sistema de educación reinante está centrado 
sobre la transmisión de conocimientos y de valores de la sociedad 
dominante, y que así no acabará nunca de transformarse 
independientemente de las estructuras que lo mantienen. Por eso, 
hay que buscar nuevas formas que lleven la educación a una 
democratización auténtica, que no puede obtenerse por meros 
cambios cuantitativos, ni por la tecnificación actualizada de la 
enseñanza. El cambio exige una concepción, un contenido y una 
estructura radicalmente nuevas:
-una nueva concepción de la educación, que no sea sólo 
transmisión de conocimientos, sino desarrollo de la capacidad 
creadora;
-un contenido nuevo, en cuanto no debe ser estático, sino que 
debe responder a las exigencias de la realidad dinámica del "aquí y 
ahora";
-nuevas estructuras, que se traduzcan en instituciones abiertas, 
comunitarias y dialogales, en lugar de los sistemas de dominación y 
de dirigismo pedagógico.
En resumen, se trata de una nueva educación que no sólo libere y 
se libre de los esquemas de dominación, sino que libere también las 
energías creadoras y crítico-reflexivas del hombre, para que éste 
pueda llegar a ser una persona comprometida con las demás en la 
transformación de las estructuras".

IDOC. Internacional
15 febrero de 1971

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4.NIÑO/EDUCACION:EDUCO/NIÑO:
-Maxima debetur puero reverentia
-Es más fácil para los padres tener hijos que para muchos hijos 
tener padres.
-Los problemas humanos han de resolverse en el niño. En el 
hombre, bien o mal, ya están resueltos.
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5. EDUCO/RELIGIOSA
Los obispos invitan a los padres a solicitar la enseñanza de Religión 
para sus hijos
"Que no sea una asignatura pendiente" es el lema de la Campaña 
que presenta la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis, en 
este mes de abril, cuando se realizan las reservas de plaza de los 
alumnos en los colegios. La campaña invita a los padres a solicitar la 
enseñanza de la Religión Católica para sus hijos en el momento de 
formalizar la inscripción correspondiente. 
Los obispos de la comisión de Enseñanza indican que "es bueno 
recordar una de las responsabilidades que tenéis los padres y las 
madres con relación a vuestros hijos: la de elegir la educación que 
deseáis para ellos, según vuestras creencias y valores 
fundamentales". Y subrayan que "son frecuentes las manifestaciones 
de preocupación por el vacío de valores de la sociedad actual y por la 
desorientación que se percibe en muchas cuestiones morales. 
Estamos asistiendo a un derrumbe de valores humanos básicos y de 
referencias fundamentales de sentido sobre el ser humano, la vida, la 
historia. Por eso la actitud de muchos de vosotros tal vez sea de 
temor, inseguridad e incertidumbre que no tiene solamente un 
componente económico, sino que tiene una vertiente muy profunda en 
el ámbito de las ideas, de los valores y de las creencias". 
Además, señalan en una carta dirigida a los padres de alumnos 
que "la enseñanza de la Religión Católica deben ofrecerla 
preceptivamente todos los centros escolares, privados y públicos, en 
todos los cursos. Es un área muy importante para los alumnos por su 
aportación cultural, por su orientación moral, por su contribución al 
pleno desarrollo de la personalidad y, sobre todos, por la oferta de 
una síntesis del Mensaje Cristiano con una metodología escolar 
adaptada a cada edad".
Finalmente manifiestan que es a los padres y madres a quien 
"corresponde decidir si deben recibir o no enseñanza religiosa 
vuestros hijos. Al defender el derecho que ellos tienen a esta 
formación, a medida que se van haciendo mayores es necesario que 
dialoguéis con ellos para que la opción sea más realista". 
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6. EDURS-TESTIGOS

Urgen educadores testigos

+ Antonio María Rouco Varela


Con ocasión de la XV Jornada Diocesana de Enseñanza que se 
celebra el 6 de marzo, el cardenal arzobispo de Madrid escribe una 
Exhortación pastoral titulada «Entre el realismo y la utopía: 
Educadores con esperanza», en la que dice:

La Jornada de Enseñanza es momento propicio para profundizar en 
algo que llevamos en el corazón todos los días del año: la necesidad 
de la acción evangelizadora en el campo de la educación. Es ocasión 
para tomar conciencia de la responsabilidad de los cristianos en el 
mundo de la cultura, y en concreto de la escuela.

El tema que se nos ofrece para la reflexión es: Signos de los 
tiempos para el educador cristiano. Y el lema: Entre el realismo y la 
utopía: Educadores con esperanza. Se centra, pues, la Jornada en la 
imprescindible figura del educador. El final de una etapa histórica es 
un tiempo de reflexión, de balance, de búsqueda de aquellos pilares 
que van a sostener la vida para que siga avanzando por la Historia. 
Aun admitiendo que a veces se le puede pedir demasiado a la 
escuela, es cierto que en este momento aparece con especial relieve 
la importancia de la educación y del educador.

Hoy un nuevo horizonte de necesidades educativas que no pueden 
confundirse con el aprendizaje o la instrucción, y en las que es clave 
la dimensión humana de la educación, solicita respuestas que no se 
encuentran en las nuevas y avanzadas tecnologías. Son respuestas 
de sentido que reclaman la existencia de educadores, y de un 
determinado perfil de educador. En este contexto, tan complejo como 
ilusionante, ¿qué puede y debe hacer un educador cristiano?

• Atento a los signos de los tiempos, para responder desde el 
Evangelio a los retos de la educación. Muchos son los signos del 
momento presente que afectan a la misión educadora de la Iglesia, 
pero quiero hacer especial referencia a dos: la indiferencia religiosa, 
que se presenta como un desafío y una llamada a la autenticidad 
cristiana y al anuncio explícito del Dios de Jesucristo, con más audacia 
e intensidad; y la persistencia de las desigualdades sociales, la 
violencia, los fenómenos de la marginación, la exclusión... a niveles 
internacionales o locales, que vuelven a mostrar la urgencia de 
renovar en la educación de las nuevas generaciones, desde la fe en 
Dios Padre nuestro y Padre de todos, la cultura de la fraternidad.

• Realista y comprometido. Al educador se le pide realismo, porque 
la educación no acontece en el vacío. Los saberes y los valores 
siempre se transmiten en una sociedad, con un entramado de 
experiencias ambientales, históricas y culturales que hacen de filtro y 
rémora, o de trampolín e impulso, para la tarea de educar. Se le pide 
ser un buen profesional que sabe ver lo negativo y lo positivo de la 
realidad y, sobre todo, las posibilidades de futuro que ofrece. El 
realismo así, lejos de ser pesimismo, debe ser resorte para implicarse 
y vivir la tarea cotidiana sin evasión, con vocación, como misión.

• Esperanzado y perseverante. El educador cristiano camina entre 
el realismo y el ideal. Entre el ya y el todavía no. Tras todo ideal de 
existencia late un deseo de conversión y renovación personal y social, 
que aguarda y procura la coyuntura propicia para hacerse realidad. 
Tras las utopías de fin de siglo se muestra el disgusto con la cultura 
dominante y el deseo de un giro radical, pero también la impotencia 
del hombre para hacerlas realidad sin Dios o contra Dios. Tras el ideal 
del educador cristiano está la esperanza en el Reino de Dios, que no 
defrauda, que camina hacia su plenitud y un día alumbrará un mundo 
nuevo y una Humanidad nueva victoriosa sobre el pecado y sobre la 
muerte; está la propuesta de las bienaventuranzas, como promesa de 
felicidad y forma eminente y fecunda de compromiso moral y social; 
está la persona de Jesús, su mensaje, su vida, su muerte y su 
resurrección: realización plena del plan salvador de Dios sobre el 
hombre, fuente, norma y paradigma último de toda educación.

• Con la esperanza que nace de la fe. La juventud hoy pide razones 
para creer y para esperar; pero necesita sobre todo ver en sus 
educadores signos y testigos de esperanza. Un educador así es un 
indicador fiable para el camino y el sentido de la vida; un educador sin 
esperanza deja de ser educador. Educar con esperanza, desde la 
esperanza y para la esperanza es, en los tiempos que corren, una 
inestimable aportación. Esta esperanza se aviva mirando al mundo y a 
la Humanidad con los ojos limpios de la fe y el gozo teologal del amor 
cristiano, que nace de la certeza de que Dios ama al ser humano y de 
que nuestra historia es una historia de salvación. Y se proyecta en ser 
luz del mundo, sal de la tierra, fermento en la masa, ciudad sobre el 
monte...; basta haber descubierto y acogido el don del Reino de 
Cristo para que la vida toda del creyente comience a iluminar, a 
irradiar, a sazonar y a transformar el mundo en que le toca vivir.

En su reciente encíclica Fides et ratio, Juan Pablo II dice que lo más 
urgente hoy es llevar a los hombres a descubrir su capacidad de 
conocer la verdad y su anhelo de un sentido último y definitivo de la 
existencia... Los educadores están especialmente vocacionados para 
realizar esa hermosa tarea. Todos: padres de familia, profesores, 
comunidades educativas, educadores, sacerdotes... y cuantos en 
cualquier circunstancia y lugar podáis ofrecer a los jóvenes valores 
humanos y evangélicos para su educación.

A. M. Rouco Varela