NECESITADOS DE ESPERANZA

 

UTOPIA/RD:

AQUELLO QUE SE BUSCA-DESEA CASI CON ANSIA. LA REALIZACIÓN DE LOS ANHELOS MAS PROFUNDOS DEL HOMBRE.

El Reino de los Cielos, que utiliza Mateo como buen judío es sinónimo de Reino de Dios, expresión muy conocida en los tiempos inmediatamente anteriores y contemporáneos a Jesús. Es la expresión de nuestra utopía, el rótulo de nuestras aspiraciones, la forma de indicar los anhelos más profundos, algo así como el proyecto familiar de un padre, la esperanza de un desesperado, la felicidad para el que llora.

El Reino de Dios tenía la fuerza expresiva de designar aquello que se busca y se desea casi con ansiedad, algo tan vital para los hombres y tan necesitado como el agua para el sediento, o como la novia para el novio. Era el resumen de los más antiguos, intensos y apremiantes deseos de la humanidad.

-La Esperanza como necesidad

Porque la humanidad, nosotros los seres humanos, como seres inacabados, incompletos, insatisfechos, necesitados, siempre hemos sentido la necesidad de la Esperanza; durante todo nuestro paso por el mundo hemos dejado constancia de la importancia que en todas las culturas ha jugado la utopía, el horizonte lejano que siempre invita a andar.

Podemos constatar en nuestra historia cómo la esperanza, en la forma concreta de esperanzas cercanas, ha hecho caminar a la humanidad hacia metas nuevas, objetivos renovados, y cómo el tiempo ha dado siempre la razón a quien emprendía nuevas aventuras y nuevas andanzas en busca de formas sociales o políticas, religiosas o culturales, que respondiesen mejor a las expectativas de los hombres.

-La Esperanza a través de la historia

En la historia siempre han terminado por prevalecer los movimientos que propugnaron, despertaron e infundieron esperanza.

Siempre, la inmensa mayoría de los hombres hemos subido al carro del futuro que ha terminado desvelando realidades que trascendían las posibilidades anteriormente previstas.

Pero toda ilusión y todo sueño es esperanza, no siempre lo prometido llega, no es suficiente soñar para alcanzar. En la historia también hay frustración y desengaño, también hay manipulación y demagogia, por eso existen la desesperanza y el desencanto. Ha habido muchos que han aprovechado la necesidad de la esperanza para hacer promesas imposibles de cumplir o marcar objetivos imposibles de alcanzar, pero que ejercen un gran atractivo en la población que acude a las urnas a depositar su voto. También han existido idealistas ingenuos que creyeron que la buena voluntad por sí sola, sin articularse en instituciones, estructuras y culturas, podía hacer realidad los grandes sueños humanos.

-La última utopía histórica: COMUNISMO/UTOPIA

Y como sucesora de la esperanza religiosa y, a la vez, alternativa formal y seria frente a los idealismos ingenuos, surgió la utopía marxista que enarboló la bandera del materialismo histórico frente al espiritualismo trascendente en que había caído la esperanza religiosa, y propugnó una acción y organización política y social que uniera los sentimientos y las necesidades de los hombres y los transformara en acción y lucha organizada y realista frente a las iniciativas utópicas e individualistas de los otros.

¡Por fin había una base científica de la esperanza! ¡Por fin datos firmes para "saber" el destino de la historia! ¡Por fin los desesperados podían saber cuáles eran sus posibilidades y su futuro! Y hay que reconocer que, efectivamente, la utopía marxista hizo grandes cosas: Dio esperanza a muchos que no tenían ninguna y encauzó otras que no sabían cómo realizarse. Despertó un enorme sentido ético con gran capacidad de esfuerzo, de lucha, de sacrificio. Hizo realidad que algunos pueblos destronasen reyes y que las masas de los humildes vencieran a ejércitos poderosos.

Pero esta esperanza se convirtió en ley, en rutina, en irresponsabilidad, fue controlada por los intérpretes "auténticos" de las necesidades del pueblo, se hizo burocrática, dogmática, impositiva. En lugar de ser aliciente que motivara se hizo opio que adormecía los impulsos de creatividad, libertad y trabajo y, en curiosa contradicción con sus orígenes críticos, hizo dormir a sus protegidos sin mantenerlos despiertos a los ritmos de la historia.

-¿Quién mantendrá encendida la esperanza?

No la técnica. El sueño prometéico ve caer con demasiada frecuencia su piedra hasta el pie de la montaña. Progreso, desarrollo, ciencia, técnica, política, ilusiones, ven repetidamente que el hambre y la guerra, las crisis políticas, económicas, sociales, energéticas, ecológicas, aparecen apenas acababan de brotar grandes posibilidades de cooperación; cuando parecía llegada la hora de la solidaridad y de la preocupación por los pobres del mundo abandonando la carrera de armamentos, vuelve la piedra de la crisis y el enfrentamiento armado a rodar por las pendientes de la historia arrastrando técnica, dinero y poder a los abismos para reemprender la construcción de los paraísos que pregonan y que son para muy pocos.

-La Fe: FE/ESPERANZA:

La fe sí puede mantener encendida la antorcha de la esperanza, pero una fe que es apoyo en el Dios que viene a la historia como el novio del evangelio. No la fe sólo en un Dios del más allá alejado del hombre y sus problemas. Volveríamos a dormirnos como acusaba el marxismo. Tampoco en un Dios del intimismo espiritualista. Nos encerraría en la autosatisfacción individual como el consumismo liberal.

Dios viene y podemos esperarle, como un novio a la boda, con la alegría de la esperanza, con la ilusión de quien comienza una vida llena de proyectos, con la audacia de quien se arriesga a una aventura difícil pero bella. Porque Dios es promesa y es donación, promete y da, anima y lucha, motiva y hace posible lo imposible.

-La necesidad de afirmar y celebrar la Esperanza

Esperemos que en estos tiempos de pragmatismo y absolutización del presente individual y conservador nuestra comunidad, nosotros, seamos una Iglesia en la que tenga lugar la verdadera festividad y celebración, donde aprendamos a celebrar la vida y la esperanza. Esperemos que nuestras comunidades proporcionen el sitio y la ocasión para ver, imaginar y pensar utópicamente. Donde sea posible imaginar una ciudad nueva, un mundo nuevo, una familia y una tierra distinta.

Si la capacidad de imaginación y fantasía utópica se ha atrofiado en nuestro mundo, necesitamos un ámbito donde entrar a celebrar, renovar y alimentar ese don que es la esperanza, y que sólo el Dios de los hombres puede traernos.

JOSÉ ALEGRE ARAGÜES
DABAR 1990/66