3. "CONVERSIÓN" EN CLAVE PROFETICA

En la liturgia de Cuaresma, en marcha hacia la Pascua, resuena de continuo el grito de Juan el Bautista: "Convertíos" (Mt 3,2). La palabra asusta, quizás porque estamos mal acostumbrados a ella. Unimos eprodigo.jpg (62008 bytes)nseguida conversión-penitencia-confesionario y se agolpan en la mente los pecados contra la carne, que es casi de lo poco que se confiesan hoy los penitentes. Per hay otro modo de entender la "conversión", más alegre, más positiva, más auténtica. "Conversión" (en latín conversio, de convertere) equivale a "cambiar de rumbo", a girar de dirección en carretera, a darle una nueva orientación a la existencia.

Sal de ti mismo

Abraham tenía ya setenta y cinco años cuando escuchó la voz de Yahvéh: "Sal de tu tierra..." (Gn 12,1) Su vida parecía realizada. Estaba muy bien en casa, instalado, sin nada a faltar. Una hacienda inmensa, prados en abundancia, ganado incontable. Pero se puso en camino "tal como se lo había indicado Yahvéh" (Gn 21,4), sin saber exactamente hacia dónde iba.

-¿Hacia dónde?, preguntó.

-No preguntes hacia dónde. Tú ponte en camino. Yo te conduciré.

Se deja llevar. La fe es así, caminar a oscuras con la confianza de que Alguien nos está conduciendo de la mano. Abandona la seguridad de una instalación, sólidamente construida, para dirigirse hacia un país desconocido, "la Tierra de la Promesa". Cambió de vida, se convirtió.

Luego son los profetas quienes descubren la profundidad de la conversión. Emplean un término que expresa un cambio (de lugar, de actitud): retornar, volver (cf. Jr 3 y 4). Salir y retornar, apartarse de lo de ahora y volver a los principios. Retornar a los orígenes. Mirar de nuevo a Yahvéh, dirigir hacia Él el corazón. Pero cuando el corazón se vuelve hacia el Señor, todo se pone en movimiento: los pies, la tierra, el espacio... "Convertirse" es para los profetas algo más que un espiritualismo desvaído, mucho más que arrepentirse de un acto mal hecho. Concierne a la vida entera, al modo de concebir la existencia. Inmerso en el cosmos, en medio de las gentes, retornar a Dios es volverse hacia el hermano hombre, hacia la hermana naturaleza, hacia "el hermano lobo" diría Francisco de Asís. Es, sin duda, mucho más que una mirada fugaz hacia las cumbres. Es más bien un viaje aquí abajo, duro, difícil, complejo. La conversión hunde sus raíces en la historia de una persona, supone optar por una ruta determinada... A Pedro y a Juan les hubiera gustado quedarse en la montaña --"¡qué bien se está aquí" (Mc 9,5)-- pero su lugar era el valle, caminar hacia Jerusalén.

¿De qué vamos a confesarnos?

¿De qué vamos a "confesarnos"?... Porque en Cuaresma, antes de Pascua, solemos acudir al sacramento de la Penitencia y cumplir así uno de los mandamientos de la Iglesia, "comulgar por Pascua". "Padre, me acuso de haber tenido malos pensamientos... De haber faltado a la caridad con mis hermanos... De haber abandonado la oración... De haber cometido actos impuros... De no haber oído misa el domingo..."

samar.jpg (20922 bytes)¿Me acusaré de no haber trabajado en favor de la Justicia? ¿De no haberme manifestado en defensa de la Naturaleza? ¿De no haber sido pobre con los pobres? ¿De haber apoyado la guerra con mi silencio o mi conformismo? ¿De haber dejado de ser "profeta" de un mundo nuevo por miedo o por comodidad?¿De vivir "tranquilo" ante el televisor, haciendo oídos sordos a tantos gritos que emergen de la periferia? ¿De...?

Convertirse al Evangelio es "anunciar a los pobres la Buena Noticia, proclamar la liberación a los cautivos, la vista a los ciegos, la libertad a los oprimidos" (Lc 4,18). Volverse a Dios no es refugiarse en un intimismo inoperante --por mucho que haya que retornar también al silencio y la contemplación--, sino optar por el hombre. La esperanza en el más allá no aparta al hombre del «más acá», dice el Concilio (GS 21).

"Urge la obligación de acercarnos a todos... ya se trate de ese anciano abandonado, o de ese trabajador extranjero despreciado injustamente, o de ese desterrado, o de ese hijo ilegítimo que debe aguantar sin razón el pecado que él no cometió, o de ese hambriento que recrimina nuestra conciencia... Cuanto atenta contra la vida --homicidios, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado--; cuanto viola la integridad de la persona humana, como p.ej. las mutilaciones, las torturas morales o físicas, los conatos sistemáticos para dominar la mente ajena; cuanto ofende a la dignidad humana, como son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales degradantes, que reducen al operario al rango de mero instrumento de lucro, sin respeto a la libertad y a la responsabilidad de la persona humana: todas estas prácticas y otras parecidas son en sí mismas infamantes y son totalmente contrarias al honor debido al Creador" (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, n.7).

En la misma línea, el Concilio aboga por la defensa de los derechos humanos (GS 29), por los objetores de conciencia (GS 79), por el desarme (GS 82), por el respeto a la conciencia personal (GS 28). Y uno se pregunta si vamos a confesarnos de no seguir este rumbo.

Y es que el examen de conciencia debería hacerse a través de las Bienaventuranzas. Los mandamientos hay que darlos por superados. Pertenecen a la Ley de Moisés y representan el mínimo para el aprobado. Cristo, sin abolirlos, vino a perfeccionarlos (Mt 5, 17) y, por ello, un día, sentado en el monte, mirando el amplio campo, riente de esperanza, amplió el programa dándole un alcance de mayor generosidad. "Si quieres ser feliz –dijo—ama la pobreza, ten dominio de ti mismo, aspira a la perfección, lucha por la justicia, trabaja por la paz..., sin miedo a que no te comprendan e incluso te persigan... Si quieres ser de los míos... cambia de rumbo y toma la autopista de la Plenitud". Entre nosotros, la mediocridad es un pecado. Hay que optar por la matrícula.

j20.jpg (16009 bytes)"Todo lo estimo pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo" (Flp 3,8). Pablo, perseguidor de los cristianos, camino de Damasco, "cae del caballo" y descubre que nada vale la pena y todo es basura en comparación con la excelencia del conocimiento de Cristo. Y cambia de rumbo. Se "convierte". Es la historia de tantos y tantos "convertidos": Santos como Agustín, Francisco de Asís, Ignacio de Loyola... Literatos como Paul Claudel, Graham Greene, Tennesse Williams... Artistas como Gary Cooper o Audrey Hepburn... Hombres de ciencia como Alexis Carrel... Y tantos anónimos como he conocido en mi vida de sacerdote. La vida cambia de colorido y de "norte" cuando uno se encuentra con Cristo en el camino hacia el Hombre.

Mirad que realizo algo nuevo

0262.jpg (27392 bytes)"Así dice el Señor, que abrió caminos en el mar y sendas en las aguas impetuosas... No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo: ya está brotando, ¿no lo notáis?... Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo..." (Is 43,20). El pueblo de Dios, cautivo y deportado a Babilonia, vive en la servidumbre bajo el poder de sus enemigos. Hace falta un nuevo éxodo. El profeta lo anuncia: "mirad que realizo algo nuevo". El que abrió camino entre las aguas del mar Rojo y sacó a su pueblo a la libertad del desierto; el que lo condujo a la tierra que mana leche y miel, se ha propuesto ahora intervenir otra vez en favor de su pueblo. Será como una marcha triunfal, florecerá el yermo a su paso, correrá el agua por el desierto y hasta las fieras del campo se alegrarán. Frente al pesimismo actual, que invade a tantos creyentes, es bueno recordar este pasaje. Cuando nos sentimos como niños perdidos en la selva, zarandeados por toda suerte de doctrinas, esclavos quizás del ambiente consumista, desencantados por los aires involucionistas que soplan, desesperanzados por el poco fruto de nuestros esfuerzos... Sólo el Espíritu de Jesús es el ímpetu clarificador que permite superar las contradicciones, creando camino --el de Jesús-- a través de la espesura de los bosques: "¿No os acordáis de lo pasado? ¿No caéis en la cuenta de lo antiguo? Mirad que realizo algo nuevo ya está brotando, ¿no lo notáis? (Is 43,18)

Y esto es caminar hacia la PASCUA. Después de la Cuaresma, la Vida, la Resurrección. Antes hay que morir, cambiar, convertirse, dar la vuelta, retornar, recomenzar, girar el rumbo hacia el DIOS-HOMBRE.

 

"Muriendo su misma muerte, para llegar un día a la Resurrección de entre los muertos. No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo... Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús" (Flp 3,13-14)

Por Sebastián Fuster Perelló, o.p.