EL OBSERVADOR DE LA ACTUALIDAD

Periodismo católico para la familia de hoy

9 de diciembre de 2001 No 335

EN EL PRINCIPIO, LA PALABRA
Guadalupanos SOBRE LA MARCHA
EL RINCÓN DEL PAPA Fiesta para toda América el 12 de diciembre ¿Quién soy para que me visite la Madre de mi Señor?
REPORTAJE Aproximación a una lectura en clave mexica de la imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe
INTERNACIONAL Cronología COMUNICACIÓN Cinematografía en torno al Tepeyac
EL LIBRO DE LA SEMANA Los dos mundos de un indio santo
EL SITIO DE LA SEMANA LOS OJOS DE ARGOS ¿Tonantzin o Guadalupe? Algunos enemigos de las Apariciones
CENTRO DE MÉXICO El inicio del culto guadalupano en las ciudades de San Luis Potosí, Querétaro y León
ALACENA Juan Diego: auténtico héroe nacional Diez puntos que demuestran la sobranaturalidad de la imagen

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EN EL PRINCIPIO, LA PALABRA

Guadalupanos

Por Jaime Septién Crespo

«Todo fiel cristiano mexicano sabe que, de los días 9 a12 de diciembre de 1531, se apareció la Virgen María al indio Juan Diego en el cerro del Tepeyac y le mandó dijese al obispo de México, don fray Juan de Zumárraga, que le erigiese un templo. Dudó el obispo y pidió una señal al indio mensajero, el cual, por orden de la Señora, cortó rosas y flores del lugar y las llevó al prelado, admirándose los dos de que, al abrir la capa en que las llevaba envueltas, apareciese milagrosamente pintada una imagen que hoy México venera con el nombre de Nuestra Señora de Guadalupe». Así resume la historia del milagro de las apariciones el historiador potosino Francisco de la Maza en su libro El guadalupanismo mexicano. Y esa historia, en efecto, está grabada, como signo de reconocimiento mutuo, en el corazón de casi todos los mexicanos: a algunos les molesta, sabrá Dios por qué.

Sin reconocer la presencia divina en la tilma de Juan Diego; es más, sin reconocer siquiera a Juan Diego, Octavio Paz, en el prefacio al libro de Jacques Lafaye, Quetzalcóatl y Guadalupe. La formación de la conciencia nacional en México, acepta, sin embargo, la portentosa presencia de la Virgen de Guadalupe entre los mexicanos recién salidos de la Conquista como una especie de milagro (él le llama «creación colectiva», porque no creía en los milagros) que «cautivó el corazón y la imaginación de todos». Paz, como muchos intelectuales mexicanos honestos, no volteó la cara al culto popular guadalupano. No que él fuera guadalupano, pero tenía, eso sí, la altura moral para reconocer que «la fiesta de Guadalupe, el 12 de diciembre, es todavía la fiesta por excelencia, la fecha central en el calendario emocional del pueblo mexicano». Guadalupe, dice Paz, le da legitimidad a la nación y cubre la orfandad de indígenas y criollos; es decir, pienso yo, les da una identidad real, no ficticia, una noción de pertenencia en la que los mexicanos pudimos (y seguimos pudiendo) habitar.

«Para el hombre indígena -escribe Miguel León Portilla en su reciente libro Tonantzin Guadalupe. Pensamiento náhuatl y mensaje cristiano en el «Nican mopohua»- pensar en la divinidad como en una madre que se aflige y preocupa por sus hijos no era cosa extraña». Y no lo es para los mexicanos, de los de ahora. Después de todo, como dijo el gran Alfonso Reyes, «todas esas voces oscuras, de abuelos indios, que lloran en nuestro corazón, no han tenido desahogo». Han pasado 470 años desde las apariciones; el estupor sigue vivísimo. ¿No es éste un trallazo de luz que debería convencer de su verdadera esencia a algunos incrédulos gritones que creen que en su cabecita se alberga el tesoro de la razón universal?

Guadalupe no es un mito, no es una metáfora, no es una «creación colectiva»: es un hecho. Un mensaje de amor dirigido a la nación reciente no puede venir sino de la Madre de Dios. Las armas apenas habían callado, ya descansaban la flecha y el escudo. Los macehuales -los indígenas del pueblo- yacían en la derrota, en medio de una herencia que era como una «red de agujeros». Todavía no se secaba la sangre de las paredes ni los lagos dejaban de estar salados. El odio se amortiguaba detrás de las ruinas. ¿Cómo, pues, podría haber florecido una nación si no a través de «esa presentación sencilla, bella y a la vez profunda de los misterios de la nueva religión enseñada por los frailes», como dice León Portilla que es el Nican mopohua, nuestra narración fundacional?

Juan Diego fue el representante de los macehuales, el receptor del mensaje de amor con el que nacía México. ¿Puede ser, ya no digamos el milagro del ayate, sino el milagro del mensaje, obra de hombres? Con Guadalupe los mexicanos podemos andar en casa. ¿No es ésa la sensación que nos invade nada más acercarnos a su casita del Tepeyac? Un sentimiento de nobleza, de materna solicitud, de fin de búsqueda:

«Mucho quiero yo, / mucho así lo deseo / que aquí me levanten / mi casita divina, / donde mostraré / haré patente, / entregaré a las gentes / todo mi amor, / mi mirada compasiva / mi ayuda, mi protección».

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SOBRE LA MARCHA

La verdad luego surge de plumas reconocidamente alejadas de todo ambiente clerical (pero con la suficiente dignidad para no ser sinvergüenzas), como la de Ignacio Manuel Altamirano: «Es el culto a la Virgen, la igualdad ante Nuestra Señora de Guadalupe, el último vínculo que une a los mexicanos». Es el último y el único: nuestra identidad. SANTIAGO NORTE.

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EL RINCÓN DEL PAPA

Fiesta para toda América el 12 de diciembre

«Hoy, en esta basílica de Guadalupe, corazón mariano de América, damos gracias a Dios por la Asamblea Especial para América del Sínodo de los Obispos -auténtico cenáculo de comunión eclesial y de afecto colegial entre los pastores del norte, del centro y del sur del continente- vivida con el obispo de Roma como experiencia fraterna de encuentro con el Señor resucitado, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América (...) Quiero confiar y ofrecer el futuro del continente a María Santísima, Madre de Cristo y de la Iglesia. Por eso, tengo la alegría de anunciar ahora que he declarado que el día 12 de diciembre en toda América se celebre a la Virgen de Guadalupe con el rango litúrgico de fiesta (...) ¡Virgen Santa de Guadalupe, Reina de la Paz! Salva a las naciones y a los pueblos del continente. Haz que todos, gobernantes y ciudadanos, aprendan a vivir en la auténtica libertad, actuando según las exigencias de la justicia y el respeto de los derechos humanos, para que así se consolide definitivamente la paz».

(Alocución del papa Juan Pablo II durante la Santa Misa para la conclusión de la Asamblea Especial para América del Sínodo de los Obispos. Basílica de Guadalupe, 23 de enero de 1999)

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¿Quién soy para que me visite la Madre de mi Señor?
Por el Pbro. José Luis Meza

Desde que el papa Juan Pablo II declaró a la Virgen de Guadalupe Patrona de las Américas (enero de 1999), la festividad del 12 de diciembre reviste una solemnidad especial. Desde Canadá hasta la Tierra de Fuego (Argentina) la liturgia guadalupana marca el paso de la nueva evangelización. La Madre de Cristo es la mejor evangelizadora de las mujeres. Un detalle de este ministerio se deja ver en el viaje que hizo maría de Nazaret a Ein Karem, al sur de Jerusalén, para visitar a su pariente Isabel. Cuando María entró a casa de Isabel, ésta, llena de gozo, exclamó: «¿Quién soy yo para que la Madre de mi Señor venga a verme?».

Lo significativo del relato no fue el que María haya hecho un viaje, sino que el hijo de Isabel, todavía en el vientre materno, fue santificado. Dijo Isabel: «Apenas entraste, el hijo dio brincos de gozo en mis entrañas». Pero como María ya había concebido por obra del Espíritu Santo, Ella y su Hijo estaban ya evangelizando. Toda la familia de Isabel quedó transformada por la visita de María y su Hijo el Redentor.

Las apariciones guadalupanas tienen una especial referencia a la visita de María a Ein Karem. Al presentar sus credenciales a Juan Diego, Santa María de Guadalupe comienza declarando que es la Madre del verdadero Dios por quien se vive, y que viene a solicitar un lugar (un templo) donde ella pueda acoger a todos los habitantes de estas tierras americanas. Así lo comprendió Juan Diego y después todos los habitantes del altiplano mexicano. La historia guadalupana narra la conversión masiva de aquel pueblo que hasta entonces creyó en el dios Ometéotl y otras deidades naturales que podríamos llamas «baales»: dios fuego, dios lluvia, dios luna y sol, etc. María de Guadalupe se presentó con su Hijo y la idolatría cedió el paso a la fe cristiana. Todo el continente puede repetir las mismas palabras de Isabel: ¿Quiénes somos, qué merecemos, para que la Madre de Dios, Santa María de Guadalupe, nos haya visitado dejándonos en la útilma su foto hecha de rosas? Algo inmerecido nos ha regalado. Pero eso implica también una encomienda evangelizadora.

Los papas y la Virgen de Guadalupe

1644.- El papa Urbano VIII concede indulgencia plenaria a los que visitaran el Santuario en la fiesta titular.
1675.- Clemente X concede indulgencias a la Cofradía de Nuestra Señora de Guadalupe.
1725.- Benedicto XIII erige la iglesia parroquial de Guadalupe en Colegiata. La acredita con el título de Villa, que aún se utiliza.
1751.- El papa Benedicto XIV recibe una copia de la imagen de la Virgen de Guadalupe y, enternecido hasta las lágrimas, después de un breve silencio pronunció las palabras del Salmo 147 que las aplicó a las apariciones: «Non fecit taliter omni nationi»: no ha hecho cosa igual con ninguna nación.
1754.- Benedicto XIV solemnizaba la fiesta del día 12 de diciembre, con oficio y Misa propios.
1854.- Breve del papa Pío IX, aprobando la Orden de Guadalupe. 1895.- León XIII autorizó que se coronara solemnemente la Imagen de Guadalupe. La coronación de imágenes es un tácito reconocimiento de la Santa Sede al culto y veneración.
1900.- El concilio plenario latinoamericano obtiene del papa León XIII la fiesta de Guadalupe para toda la América hispana.
1904.- El Papa san Pío X eleva la Colegiata de Santa María de Guadalupe a la calidad de basílica menor.
1910.- El 24 de agosto el papa San Pío X la declaró «Celestial Patrona de la América Latina».
1933.- El 10 de diciembre tiene lugar la solemne coronación pontificia en Roma, a cargo del papa Pío XI.
1935.- El Patronato de la Vírgen para toda América Latina, concedido por san Pío X, es extendido a las islas Filipinas por el papa Pío XI.
1966.- El papa Pablo VI concede y envía la Rosa de Oro, distinción que sólo tienen unos pocos santuarios marianos, como Loreto, Lourdes y Fátima.
1979.- El sábado 27 de enero Juan Pablo II visita por primera vez la basílica de Guadalupe.
1990.- Vuelve a la basílica de Guadalupe el papa Juan Pablo II el día 6 de mayo, y declara beato a Juan Diego.

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REPORTAJE

Aproximación a una lectura en clave mexica de la imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe
Por el Pbro. Prisciliano Hernández Chávez, O.R.C.

Dios, fiel a su estilo de adaptación benevolente, a través de la Santísima Virgen de Guadalupe condesciende con el pueblo mexica y con los demás pueblos prehispánicos para inculturar su mensaje.

Intentaremos leer, pues, la imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe -Teo-amoxtli o códice divino- como un micro-universo de sentido particularmente para el mexicayotl, y que lo habrá de ser para nosotros.

El pueblo mexica es un pueblo que busca el centro del universo, donde nace quien es fuente de vida: el sol. Su visión monista-dual los lleva a condensar su mito fundamental: día y noche; el sol en su lucha creadora con la luna y las estrellas, expresión de la noche, el proceso del amanecer. Amanecer es volver a hacer nuevas todas las cosas, llenarlas de color, de luz, de vida.

Metztli=luna, xictli=ombligo, centro, co partícula locativa, en: México= en el centro de la luna. Una vez realizada la Conquista, cuando ya no hay in mitl in chimali -escudo y flecha- ya no existe más el pueblo mexica, después de 208 años de la fundación de México, 1531, aparece la Santísima Virgen María, la Mujer Signo, en el eclipse epocal de los mexicas y de los otros pueblos prehispánicos, para ser luz, amor, vida de su nuevo quehacer cósmico.

Viene a hacer la guerra sagrada sin violencia sino por el imperativo del amor. Viene vestida como miembro de los ejércitos Ocelot, Ocelomitl en comunión con el guerrero Cuauhtli de los quauhmitl, enmarcados por un sol oval. Luego la imagen de Guadalupe es enseñanza-mensaje-diálogo-presencia incluyente-arquetípico de la inculturación-quehacer de la comunión-redención: Jesús, María, Iglesia-jerarquía-fieles.

Ante la imagen el primer impacto es Virgen-Madre-Sol, de una nueva era-amanecer; Dios hace nuevas todas las cosas cada día con Santa María de Guadalupe.

Si el náhuatl, particularmente el mexica, procede idiomáticamente por difrasismos o bilexismos, pienso que los ideogramas en el icono de la Virgen se han de leer en su dinamicidad dual:

1)Manos de la Santísima Virgen = casa = Mi casita Sagrada = Mi templo.

2) Manos del ángel = Postura de medida = Postura de mecate.

Las manos son importantes para la cultura náhuatl en su carácter significante: están constituidas por cinco dedos en carácter binario; serán doble cinco que evoca el nahui ollin o el cuarto movimiento o el quinto sol.

De aquí que estas posturas de las manos, si las traducimos, será: calli y mécatl;dirá Calmecac=la casa de los mecates, la casa de los tiempos, donde se aprende a medir los tiempos.

De la mano derecha a la izquierda del ángel: fin de un tiempo, principio de otro.

Si no existe más el templo, ya no existe el pueblo. María invita a edificar un templo para que sigan existiendo como pueblo, no prehispánico ni laicizado, sino en la lógica de la superación dar el paso a la Iglesia, pueblo de Dios. En síntesis: edificar el templo-Iglesia-nación-cultura, en colaboración mutua con Ella.

3) Manto de la Virgen= cielo.

4) Vestido = Tierra.

Color del manto azul turquesa = vida.Color del vestido rosa = el amanecer. Conjunto = la totalidad, el universo; quehacer cósmico, nuestro quehacer y el quehacer de Dios. Estrellas = Cenzontlatoa = cuatrocientas voces = innumerables estrellas. Flores = xochitl = voces de Dios en la tierra = contienen el cuícatl = el canto. Unidas: el mensaje de Dios en la tierra.

5) En el vientre de la virgen = callitic = calli, casa, e ititl, vientre, y el locativo c en = dentro de la casa, en el vientre casa.

6) Los cinco circulitos = el nahui olli = cuarto movimiento = dinamismo perfecto: niño sol, sol por nacer, morada de Dios = omeyocan = centro del universo, centro de la historia, plenitud del tiempo y del espacio, origen de la vida: el principio dinámico por excelencia. Significado: Ella es Madre del Niño Sol, que ellos intuyeron en sus mitos de religión cósmica. Dios tiene una Madre; del mito se pasa a la verdad histórica: en verdad Dios Padre envío a su Hijo, nacido de una Mujer = y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Ella y el Niño Sol Jesucristo son el centro de la historia, traen la plenitud de los tiempos, y los espacios alcanzan su plenitud a través de ellos. Aceptarla por Madre es aceptar al Niño Sol.

7) Moño negro: color de la fecundidad. Evoca un cerro-pirámide; trazo geométrico y diagonal del perenne caminar del sol en el rectángulo cósmico. El trazo constituye la dimensión solsticial: invierno. Pero son tres dobles supuerpuestos: ¿querrá decir los tres tiempos primordiales para los mexicas, pues empiezan a edificar su historia-templo desde su salida de Aztlán, año de 1116; fundación de Tenochtitlán, año de 1324; más la aparición de la Santísima Virgen, diciembre de 1531?

8) Rayos rectos solares: Ella está vestida de sol, lleva al Niño Sol-Jesucristo en su vientre; se expande su fuerza a través de Ella.

9) Rayos curvos: resplandor; evocan a los Xihucóatl, dos serpientes de fuego que circundan el calendario azteca.

Lo que genera el Nahui Ollin es la vida de luz con la cooperación de esta Virgen, Doncella Entera, son los días de nuestra vida; no más el calendario azteca, ni el tonalpohualli: Yo soy la que doy el ritmo a la vida, la vida de este pueblo.

10) El aparente pie derecho: lo que parece el pie derecho de la Virgen es el rostro de un bebé que nace en el centro-ombligo de la luna-México, de derecha a izquierda-mecate-en el fin de un tiempo y principio de otro tiempo, hacia la izquierda, de la mano del ángel, y, sobre él mismo, arropado en la túnica amanecer-del pliegue azteca: ahí nace el nuevo México-Tenochtitlán.

11) La luna = Meztli. La etimología de México significa Metli-Xic-o: «En el ombligo de la luna», cuya grafía sería en el ojo del conejo, y cuyo significado sería el centro del universo.

La Santísima Virgen está de pie, en danza, sobre el ombligo de la luna. Estar de pie es postura de Nelli = postura de la verdad, como el árbol de la vida. La luna tiene color negro, color de la fecundidad, color del occidente, a donde va el sol. La misión de Santa María es la misión de México: una misión del cielo a toda la Tierra.

11) Broche oval con una cruz potenzada. Símbolo de la vida: su principio vital; la cruz evoca el cruzamiento de líneas. Pero esta cruz es potenzada, como la Cruz de los españoles; luego es la Cruz de la Evangelización cuyo sentido será explicado por los misioneros. Significado: El sentido de mi vida y misión, es la obra de la Redención, tal y como la enseñan los misioneros.

12) La forma oval de la imagen: se inscribe dentro de un óvalo: Ella es el principio de la vida, que surge geométricamente de dos círculos.

El doble óvalo: Nuestros principios vitales están en Jesucristo y en Mí: «¿No soy la fuente de tu vida y de tu salud?», nos dirá en el Nican Mopohua.

13) Postura gestual: mirada hacia el norte, postura de Santa María. El norte es el símbolo del frío, de lo árido, de la muerte. Es mirar por la oreja: tenacazitta: te = persona, naztli = oreja, itta = ver. Quiere decir, mirar con afecto y cuidado; indica respeto: al sol no se le mira de frente, por eso al rey no se le puede mirar de frente.

Mirada del ángel hacia el sur: el sur es lluvia, es el espacio del fuego, del viento, del sol de medio día, años dominados por Tochli o conejo.

Significado: Ella nos protege de todo lo malo; estamos enmarcados en su mirada, que revela al Dios por quien se vive: así seguros caminamos con ella a lo cálido, a la vida, a la región de la vida y de las flores de donde vienen las aves que poseen los colores cósmicos (el ave tzinizcan, cuyo pájaro anunció a Juan Diego la aparición).

12) Vestido de María o su atuendo total: su carga-cargo-misión. Ocelotl.

Ángel: su camisa, sus alas: caballero águila; lleva la carga-cargo-misión de portar-llevar a María Santísima; enseña la oreja y el ojo; ha visto y oído, es el guía; el que da a conocer, el que ha sido iluminado; el que participa de la vida de Ella y del Niño Sol: el color de su vestido es el del fuego; su pelo negro; tinta roja, tinta negra: sabiduría. Sus alas de colores cósmicos se unen al oval del calor-resplandor de la Santísima Virgen: la misión de Santa María, es la misión del ángel. Todo aquel que contemple la tilma-pintada por Dios, una vez que la ha poseído libre de las tinieblas, la ha de entregar a los demás; toda su enseñanza.

13) La postura de danza: era sonorizada: viene a devolver la alegría; la música divina alegra nuestro corazón. Viene del Oriente, lugar de la Verdad, de la música, de la vida, del amor, de las flores, del paraíso.

14) El collar-soga de donde pende el óvalo-cruz: recuerda la soga de los conducidos al sacrifico. En la Santísima Virgen es el nuevo nahui-ollin-la cruz, signo del misterio pascual de Cristo, el nuevo teocuicatl, que da sentido a la vida y a la historia.

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INTERNACIONAL Cronología

1474 Quauhtlatoatzin nace en Cuautitlan.
1476 Juan de Zumárraga nace en España.
1492 Cristóbal Colón llega a América.
1519 Hernán Cortés llega a México.
1521 La ciudad capital de los aztecas cae bajo las fuerzas de Cortés. 1524 Los primeros 12 franciscanos arriban a México.
1525 Quauhtlatoatzin es bautizado con el nombre cristiano de Juan Diego.
1528 Juan de Zumárraga arriba al Nuevo Mundo.
1529 La esposa de Juan Diego, María, cae enferma y fallece.
1531 Ocurren las apariciones de Nuestra Señora a Juan Diego.
1548 Muere Juan Diego.
1571 El almirante Doria lleva una copia de la imagen a bordo de su buque durante la batalla de Lepanto, y atribuye a la Virgen de Guadalupe la victoria sobre las fuerzas del Imperio Otomano.
1737 La Santísima Virgen María de Guadalupe es elegida como Patrona de la ciudad de México.
1746 El patronazgo de Nuestra Señora de Guadalupe es aceptado para toda la Nueva España, la que entonces comprendía las regiones desde el norte de California hasta El Salvador.
1746 El caballero italiano Boturini Benaducci promueve la solemne y oficial coronación de la imagen.
1757 La Virgen de Guadalupe fue declarada Patrona de los ciudadanos de Ciudad Ponce, en Puerto Rico.
1911 Una iglesia es construída en el sitio donde estuviera la casa de Juan Bernardino.
1924 Un muy importante antecedente histórico del siglo XVI documentando el milagro es encontrado en el Perú por el antropólogo M. Saville. Es un calendario pictórico conocido como el Codex Saville y muestra la imagen de Guadalupe ubicada en la posición representando el año 1531.
1928 Una coronación de la imagen se realiza en Santa Fe, Argentina.
1976 Se realiza la solemne dedicación de la nueva Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.
1979 El Dr. Philip Callahan toma 40 fotos infrarojas de la imagen y concluye que es inexplicable como una creación humana.
1988 La celebración litúrgica de Nuestra Señora de Guadalupe del 12 de diciembre fue elevada al rango de fiesta en EU.
1990 Juan Diego es beatificado por el papa Juan Pablo II en el Vaticano.
1992 El papa Juan Pablo II dedica una capilla en honor de Nuestra Señora de Guadalupe en la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
1999 Juan Pablo II, durante su tercer visita al santuario, declaró la fecha del 12 de Diciembre con el rango litúrgico de Fiesta para todo el continente de las Américas.

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COMUNICACIÓN Cinematografía en torno al Tepeyac

Cada año aparecen nuevas cintas, unas valiosas, otras deplorables, centradas en las grandes advocaciones de la Virgen en el mundo, como Lourdes o Fátima. En México se han producido diversas películas guadalupanas. La primera de ellas, filmada en 1917 y dirigida por José Manuel Ramos, Carlos E. González y Fernando Sáyango, es El milagro del Tepeyac, protagonizada por Beatriz de Córdova, Gabriel Montiel y Pilar Cotta. Apenas un año después se grabó La Virgen de Guadalupe, dirigida por el estadounidense Geo D. Wright.

En 1925 se estrenó El milagro de la Guadalupana, cinta muda protagonizada por Celia Montalván, y dirigida por otro estadounidense: William P. S. Earle. En 1931 apareció Alma de América, dirigida por Adolfo Bustamante Moreno, que viene a ser una extraña mezcla de documental y ficción, en la que lo mismo se manifiesta el fervor guadalupano como la exaltación de figuras políticas. La película fue sonorizada y reeditada con escenas nuevas once años después.

En 1939 el debutante Fernando Méndez dirigió La Reina de México. Sus actores principales fueron Maritza Nieto, Tito Junco y Pedro Galindo. Tres años después (1942) Gabriel Soria dirigió La Virgen Morena, poniendo en los papeles estelares a José Luis Jiménez, a Amparo Morillo y a Antonio Bravo.

La Virgen que forjó una patria es una película de Julio Bracho, filmada también en 1942. En ella se repasan los antecedentes históricos del páis. Aparecen en los papeles protagónicos Ramón Novarro, Domingo Soler y Gloria Marín.

Otras cintas de temas guadalupanos que se han realizado en México son Las rosas del milagro (1959, de Julián Soler), Nuevo mundo (1976, del antiaparicionista Gabriel Retes), La Virgen de Guadalupe (1976, de Alfredo Salazar; con los actores Valentín Trujillo, Fernando Allende y Angélica Chaín), El pueblo mexicano que camina (1995, de Juan Francisco Urrusti. Documental que presenta, matizadas con sarcasmo, las posturas más opuestas alrededor del suceso guadalupano).

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EL LIBRO DE LA SEMANA

José Luis Guerrero Rosado Los dos mundos de un indio santo Cuestionario preliminar de la beatificación de Juan Diego

Editorial: Cimiento México, 1991. Número de páginas: 476.

Con la más que probable canonización de Juan Diego el próximo año de 2002, México estaría coronando con el altar toda la sensibilidad y el arraigo religioso de las culturas indígenas, de los antiguos señores de estos lugares, que abrazaron la fe católica con un ardor que a muchos dejó confusos. El padre Mendieta, uno de los primeros predicadores del siglo XVl, se maravillaba -como Sahagún, como Motolinia, como de Landa o Las Casas- de la capacidad receptiva de los naturales al mensaje del Evangelio, de su «don» religioso y vital. Juan Diego, como dice León Portilla, fue el representante directo (y dilecto) de los macehuales, de la gente sencillísima que habitaba el Valle de Anáhuac, lejos de las fiestas y los fastos del poder. Y si alguien ha trabajado por esta canonización lo es el padre José Luis Guerrero. En este libro se recoge el resumen pormenorizado de todos los interrogatorios, las indagaciones, las investigaciones y los recuentos de la existencia real de Juan Diego así como de lo que había en su época y hay de verdad explicable en las apariciones de la Virgen entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531. Es, por decirlo así, el libro que resume científicamente el papel decisivo de Juan Diego como cabeza de la nueva nación que se empezaba a construir en la Verdad del Evangelio, a los pies del Tepeyac. Como bien apunta en la presentación monseñor Ernesto Corripio Ahumada, Juan Diego protagoniza un papel clave «en el nacimiento de México no sólo como comunidad cristiana, sino aun como comunidad humana». Eso es lo esencial. Algo queda muy claro: las causas de beatificación y de canonización no son ni remotamente sencillas; Roma no acepta una historieta de buena voluntad para elevar a nadie a la gloria de los altares. La Iglesia Triunfante se nutre, justamente, de verdaderos campeones de la fe; no de mujeres u hombres «buenos», «simpáticos» o «cariñosos». Leer este texto es adentrarnos en la seriedad de la beatificación; en la extrema precaución eclesiástica por dotar a los seres humanos de un intercesor en los cielos. Y puestos a definir héroes de la fe cristiana, aquí tenemos uno, un indígena maduro ya, que, en lugar de cerrarse ante las apariciones de la Virgen y revolverse en el odio por los acontecimientos recientes, abre su corazón al Amor; se deja apresar por la Madre de todos los hombres y, arrodillado, exclama a su manera el «hágase en mí según tu palabra». (J.S.C.)

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EL SITIO DE LA SEMANA

En internet pueden hallarse muchos sitios dedicados a la Virgen de Guadalupe . http://www.guadalupe.com.mx presenta en forma breve la historia guadalupana, pero tiene la ventaja de que enlaza con otros sitios, además de que la información se da tanto en español como en portugués, inglés, francés e italiano. http://www.ewtn.com/spanish dedicada una sección a la Madre de Dios en su advocación de Guadalupe. Pero quizá de todos los sitios el más destacable sea la «Enciclopedia Guadalupana en Línea», (http://www.caliope.com.mx/guadalupe) una completísima colección de datos fáciles de seleccionar gracias a un estupendo índice temático que permite encontrar rápidamente la información específica buscada.

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LOS OJOS DE ARGOS

¿Tonantzin o Guadalupe? Por Diego García Bayardo

Es muy fácil encontrar publicaciones de diversa índole que, al tratar el tema del guadalupanismo, afirman con despreocupada soltura que la Virgen de Guadalupe no es sino una diosa prehispánica disfrazada con ropaje cristiano. Según tales textos, los indios quisieron conservar el culto a la diosa Tonantzin y para ello aceptaron o incluso crearon la imagen de Guadalupe, diseñada como una diosa-madre sustituta. Los frailes, por supuesto, aceptaron con gusto aquella chapucería, o quizá hasta la planearon de principio a fin. Después de todo, los católicos nunca han existido. La gente sólo hace como que cree, los sacerdotes se dedican únicamente a engañar al pueblo para sacarle dinero, los misioneros no tienen otra misión que alienar a los pueblos, etc. Las mismas luminosas verdades de la Ilustración, el positivismo, la educación socialista y demás embustes de siempre.

Entre intelectuales, antropólogos y antiaparicionistas en general, es muy común escuchar entonces que la Virgen de Guadalupe no es más que un fenómeno de sincretismo religioso, donde una diosa fue simplemente sustituida por otra parecida(?). Vale la pena preguntarse qué hay de cierto en esta propuesta explicativa basada en el sincretismo y qué tan sincera u objetiva es dicha hipótesis.

Se dice que existió un templo dedicado a la diosa Tonantzin en el cerro del Tepeyac, pero no se ha determinado con exactitud si tal edificio estaba en la cima o en las faldas del mismo. Al momento parece no haber seguridad alguna de que las apariciones guadalupanas hayan ocurrido exactamente en el lugar donde se ubicó aquel desaparecido santuario indígena, y esto es muy importante para determinar si se puede hablar legítimamente de sustitución o no.

Ahora bien, la equiparación de Guadalupe y Tonantzin es discutible. Según la cosmovisión mesoamericana, los dioses creadores primigenios eran Ometecuhtli ("Señor") y Omecíhuatl ("Señora"), la diosa-madre también conocida como Tonacacíhuatl. Dicha deidad parece haber tenido poca relevancia entre los mexicas, quienes hablaban más bien de la diosa Coatlicue, en gran medida semejante pero perteneciente a un ciclo mítico distinto. Es a Coatlicue, "la de la falda de serpientes", a quien se llamaba también Tonantzin, pero esta deidad tenía su santuario en Tenochtitlan, así que el templo del Tepeyac debe haber sido un lugar de culto menor.

El vocablo Tonantzin, que significa "nuestra madre", era utilizado para referirse a Coatlicue, pero con la llegada de la fe cristiana empezó a ser usado, muy apropiadamente, para referirse a la Virgen María, madre de todos los hombres. Ahora bien, eso no significa que los indios hayan igualado a Coatlicue con Guadalupe o que hayan tratado de disfrazar el culto a la primera con el de la segunda. Precisamente, si hubieran querido disfrazar su antigua fe no hubieran usado el mismo vocablo -Tonantzin- para referirse a las dos "diosas", pues se delatarían.

Para saber si hay sincretismo, es decir, chapuza, o si en cambio hay verdadera y completa conversión es necesario ir más allá de un solo nombre o una palabra y analizar toda la realidad religiosa de un pueblo. Si el investigador hace esto objetivamente descubrirá que la conversión de los indios tras la conquista de México fue sincera y rápida. Entonces se verá claramente que el pueblo mexicano es verdaderamente católico y que ni indios ni mestizos adoramos, a escondidas, los viejos ídolos de un pasado muerto como la piedra. Es cierto que en ciertas comunidades indígenas de México se pueden observar cultos híbridos, sincréticos, entre lo cristiano y lo pagano, pero su valor y volumen han sido exagerados por los antropólogos. En todo caso, la fe guadalupana es desde antiguo una parte esencial de México entero y la explicación atea del sincretismo le queda muy chica a semejante realidad. Que etnólogos y perredistas sigan diciendo que usted y yo adoramos a Coatlicue cuando nadie nos ve. Sólo se trata de una prueba más de que los no-creyentes, cuando se enfrentan al problema de Dios, se ven obligados a proceder como alguien que quisiera excavar una montaña con los dientes, o con un palillo. Nunca entenderán.

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Algunos enemigos de las Apariciones * Por Mons. J. Manuel Pérez Esquivel

No han faltado quienes duden e impugnen las apariciones de la Virgen de Guadalupe. En cualquier conmemoración guadalupana importante el protestantismo y la masonería, para restar lucimiento a las fiestas correspondientes, resucitan una serie de objeciones antiguas que en repetidas ocasiones han sido refutadas. Estos sistemáticos ataques a las apariciones y a la Virgen de Guadalupe han servido para estudiar mejor el mensaje guadalupano, buscar en los archivos documentos fidedignos y dar una respuesta a este hecho histórico aplicando los inventos de la ciencia moderna. Los nombres de los impugnadores han pasado a la historia como una mancha negra que nada ha podido borrar, pero que, al conocerlos, esclarecen mejor la verdad de las Apariciones. Entre los más importantes están:

Fr. Francisco de Bustamante (1555), provincial franciscano, que, para vengarse del arzobispo Montúfar, con quien había tenido serias dificultades, dejó escapar algunas expresiones en contra de las Apariciones en un sermón predicado tres días después de otro sermón del Arzobispo. Criticaba al señor Montúfar por atribuir a la Virgen milagros que no eran verdaderos; porque no eran bien empleadas las limosnas que se juntaban en la Ermita, y porque la Imagen no era aparecida sino pintada por el indio Marcos.

Fr. Servando Teresa de Mier O.P. (1794). En un sermón habló en contra de la forma en que se había aparecido la Virgen de Guadalupe; y, resentido por el castigo que se le impuso, escribió una serie de cartas impugnando las Apariciones.

Joaquín García Icazbalceta, que se profesaba buen católico y devoto, hombre sensato, de buen criterio y de virtud poco común, a quien don Marcelino Menéndez y Pelayo llama «Maestro de todo saber». Amargado por haber sido expulsado a España por el Decreto de 1829, cambia su carácter en iracundo, rencoroso, y seguro de su propio parecer. En momentos de crisis psicológica, cae en sus manos la «Memoria» de Bautista Muñoz y se convierte en uno de los más grandes enemigos de las Apariciones, hasta el grado de identificar a la Virgen como símbolo de aquellos que le desterraron.

Canónigo Vicente de P. Andrade, a quien se le llama «El hombre enemigo», que nunca firmó sus escritos con su nombre, pero era conocido por su sistemática oposición a las apariciones.

Don Eduardo Sánchez Camacho, obispo de Tamaulipas, quien en una carta pastoral se opuso a la coronación de la Virgen de Guadalupe. Después reconoció su error y se retractó públicamente. Finalmente sufrió un trastorno cerebral, y posiblemente ya había cierto desequilibrio en su mente cuando publicó su carta pastoral.

Guillermo Schulemburg Prado, ex abad de la basílica de Guadalupe, quien, negando las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac y la existencia del vidente Juan Diego, logró, mediante una carta al Vaticano, retrasar la beatificación de Juan Diego, pero, gracias a la insistencia de la Jerarquía de México, el Sumo Pontífice, en su segunda venida a México, lo beatificó en la misma basílica de Guadalupe, el domingo 6 de mayo de 1990.

* Resumen del capítulo XXIX de Apariciones de la Virgen de Guadalupe, 2a. ed. aumentada, Querétaro, ed. del autor, 2001.

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CENTRO DE MÉXICO El inicio del culto guadalupano en las ciudades de San Luis Potosí, Querétaro y León

El cuatro de diciembre de 1748 y reunidas todas las formalidades, en el Palacio Arzobispal de la ciudad de México, por todos los ayuntamientos de la Nueva España y ante la presencia del arzobispo Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta y ordenado como día festivo el 12 de diciembre de cada año, se juró el patronato a la Virgen de Guadalupe. Este hecho a favor del patronazgo nacional de la Virgen de Guadalupe fue confirmado por el papa Benedicto XlV, por bula del 25 de mayo de 1754.

San Luis Potosí

La primera Ermita levantada en honor y devoción a la Virgen de Guadalupe se da en el mismo año de sus apariciones, en 1531, junto al cerro del Tepeyac.

A 122 años de este acontecimiento en San Luis Potosí, Francisco de Castro y Mampaso, tesorero de la Real Caja en esa ciudad, llevó de México un retrato a pincel de la Guadalupana a esa población.

Esta imagen fue recibida por los potosinos, desde el templo de la Merced, ahora inexistente y que estaba ubicado cerca de la bella Caja de Agua que esta ciudad tiene, y llevada procesionalmente a la parroquia, convento y templo de San Francisco, exponiéndola a la veneración del pueblo, con toda dignidad, en marco dorado, cortinas y con baldaquino.

Francisco de Castro, agradecido por los múltiples beneficios obtenidos de la Virgen de Guadalupe, se unió a Juan de Torres Villasana, Francisco de Torres, Antonio Uresti, Alonso Rodríguez de Miranda y a Alonso de Pastrana, para obtener licencia del obispo y construir una ermita donde se rindiera culto a la Virgen del Tepeyac. Esto fue por el año de 1662, en que fuera trasladada solemnemente la imagen, con la autorización del obispo Fray Marcos Ramírez del Prado.

El sitio escogido para este fin fue a las afueras de la ciudad, en un lugar llamado Tierra Blanca o Tierra Nueva y que ahora se le conoce con el nombre del barrio de Guadalupe y se llega a él por una hermosa calzada.

Junto a la primitiva ermita muy pronto se levantó un suntuoso santuario donde año con año se reúnen los potosinos a rendir culto a la Virgen de Guadalupe y durante todo el año, y más específicamente en el mes de diciembre, las distintas organizaciones sociales de la ciudad llegan en procesión por esa calzada, con esa misma intención.

Querétaro

Tres años más tarde y a 125 años de aparecida la morenita del Tepeyac, el Bachiller Lucas Guerrero Gordea, queretano, en agradecimiento al milagro que la Virgen de Guadalupe le había concedido al lograr una buena cosecha en un terreno agreste, y le prometió dedicarle la cuarta parte de las ganancias, libres de diezmos, y fueron 15 pesos.

El retrato de la Virgen de Guadalupe, realizado a pincel y adquirido por el padre Lucas Guerrero Gordea en la ciudad de México, fue recibido en el templo del antiguo hospital de los Hermanos Hipólitos, en la Calle Real, llamado ahora de San José de Gracia. Los primeros en adherirse a esta devoción fueron los sacerdotes del clero secular, primero 16 clérigos y luego los indios habitantes de la ciudad.

La primera ermita levantada en honor de la Virgen de Guadalupe en Querétaro fue construida en un predio conocido como "El Cerrito de Don Diego" y donde posteriormente fuera erigido un magnífico santuario, en lo que ahora es la esquina de las calles de 16 de Septiembre y Pasteur Norte.

El permiso lo concedió la reina Mariana de Austria a instancias del arzobispo de México Fray Payo de Rivera Enríquez, por cédula del 10 de octubre de 1671, colocándose la primera piedra en febrero de 1674 y bendecida el 3 de mayo de ese mismo año.

Al siguiente año se comenzó en ese mismo lugar la construcción del suntuoso santuario, siendo brillantemente terminado en 1680 y atendido por una organización creada especialmente para promover su culto llamada " Muy Ilustre y Venerable Congregación de Clérigos Seculares", además de dos cofradías, una de españoles y otra de pobres: "Cofradía del Señor San José" y "Hermandad de pobres de Nuestra Señora de Guadalupe", respectivamente.

Existen, además de las tradicionales peregrinaciones al santuario durante todo el año por las diferentes organizaciones sociales, una multitudinaria peregrinación anual, a pie, al Tepeyac, con más de cien años ininterrumpidos.

La ermita de esta ciudad de Quéretaro, después del Tepeyac y la de San Luis Potosí, es la tercera que se erige en el país a la Virgen de Guadalupe.

León

En la loma de Los Dolores, se levanta el santuario a la Virgen de Guadalupe, atendido por los padres de la Compañía de Jesús, y propiamente la fiesta a la Guadalupana se celebra el 12 de enero y es conocida como "El Día de los Inditos", promovida desde el siglo XlX, por el Jesuita Pablo de Anda, aunque la devoción guadalupana, según el decir de los leoneses, "es de tiempo inmemorial".

La fiesta consiste, principalmente, en que en forma tumultuaria y durante todo el día asiste la población, en donde todos los niños van vestidos de inditos, las mujeres con blusa de manta y faldas de percal, todos llevando alimentos en bateas y huacales como ofrenda a la Virgen, y a las afueras del santuario, lo mismo que por la Av. Miguel Alemán, numerosos puestos de alimentos, artesanías, imágenes y fotógrafos, dándole un aspecto muy particular a esta celebración en la que todos los habitantes de esta ciudad participan.

José Félix Zavala

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ALACENA

Juan Diego: auténtico héroe nacional Por Francisco J. Perea

Las consecuencias de las Apariciones han sido avasalladoras. Un nativo mexicano fue elegido para transformar, por ese medio admirable, el caos y la división de la conquista en una nación nueva, unida y pujante. Esto hizo de él el apóstol más eficaz de la evangelización y cristianización de las razas nativas y mestizas. La predicación a la que no pudo dedicarse como hubiera querido, la ejercitó de un modo excelente con el ejemplo de su vida, con el testimonio de su cristianismo, y como un auténtico profeta de la Guadalupana para el pueblo mexicano en gestación.

Su labor se ha perpetuado en el culto a la Reina del Tepeyac, hoy extendido a todo el continente americano y a muchas otras partes del mundo. Sin embargo, la incuria de los siglos ocasionó que quedara relegado prácticamente al olvido quien ha sido un auténtico héroe nacional, por su influencia decidida en el curso de la historia del país y en la forja de la nueva raza.

El olvido de Juan Diego ha sido tan grave que muchos llegaron a dudar hasta de su existencia. Los estudios más recientes están empezando ya a hacerle justicia y a revelar a la posteridad hechos de su vida y rasgos de su carácter.

En el siglo XVI, gracias a la elección de que fue objeto, el ilustre mexicano se convirtió en el apóstol seglar más eficaz de su tiempo. Lo que la Iglesia católica mexicana no lograba hacer por medio de su jerarquía, debido a la situación histórico-religiosa especialísima, lo hizo la Madre de Dios con su intervención personal y valiéndose de un humilde hijo y servidor suyo, a quien prometió enriquecer y glorificar.

El acierto de la Reina del Tepeyac en la elección de su colaborador inmediato se demostró en la rápida propagación y el sólido arraigo del mensaje evangélico en las tierras del Anáhuac. El modelo que entonces ofreció Juan Diego a su pueblo no ha perdido su valor.

El interés de los estudios guadalupanos y los recursos de la investigación moderna han hecho renacer con vigor y lozanía la figura de Juan Diego apóstol. Es el llamado apremiante a la conciencia seglar. En el momento actual la Iglesia católica y la situación del país requieren la participación activa del laicado consciente de las necesidades y comprometido con los valores del Evangelio.

La historia está poniendo delante del laicado católico hispanoamericano la figura de un indígena del siglo XVI que hizo del cristianismo su filosofía de vida, la fuerza integradora de toda su realidad y la razón de su existencia. En términos bíblicos se diría que el Juan Diego al que hoy ilumina la historia es el laico que entendió que había sido creado para ser hijo de Dios, y vivió plenamente este llamado con todas sus consecuencias.

(Tomado del último capítulo del libro El mundo de Juan Diego, editorial Diana, 1988).

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Diez puntos que demuestran la sobranaturalidad de la imagen

1-La costura de la tilma enigmáticamente desviada. El hilo que une las dos partes de que consta el lienzo se ladeó al llegar al rostro para no afear su hermosura.
2-Su aspereza y suavidad extrañamente simultánea. Por el anverso, donde aparece la imagen, la sin plural tela es suave como la seda; por el reverso es áspera.
3- Su inmunidad contra el polvo y la polilla. Jamás le toca un solo átomo de polvo y la respeta todo linaje de insectos que destruyen cuanto encuentran.
4-Su protección contra la humedad y el salitre. Ni las aguas del lago de Texcoco la humedecieron nunca, ni su nitro la menoscabó.
5-Su liberación contra el ácido nítrico. No le hizo ningún daño cuando en 1791 le cayó gran cantidad.
6-Su neutralidad contra el fuego y la pólvora. Ni la llama de las ceras durante 116 años que no tuvo cristal, ni la bomba de 1921 le hicieron mella.
7-Su pintura sin preparación del lienzo. Los pintores de cuatro siglos se asombran de cómo pudo estamparse la imagen en un lienzo tan ralo y sin aparejo. No alcanzan a comprenderlo.
8-Su duración. La efigie guadalupana es más duradera que sus templos, que hace más de cuatro siglos se levantan y derrumban. Es algo inaccesible a la razón.
9-Juan Diego en los ojos de la Guadalupana. En los ojos de la Virgen aparece Juan Diego, y en la parte superior de su tilma se mira en miniatura el rostro de la celestial Señora.
10.- Cinco siglos estambada sobre el poco durable maguey. Se ha conservado intancta durante casi cinco siglos a pesar de estar estampada sobre una tela de endeble maguey, que nunca ha durado más de veinte años. (Fuente: Enciclopedia Guadalupana en Línea)

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