¿Es
posible probar que Dios existe? |
Se eliminaba así la posibilidad de tratar el tema en aulas y academias ya que había quedado relegado al campo de los sentimientos y por lo tanto, resultaba tonto e inútil hablar de él. En el trabajo que presentamos a nuestros lectores esta semana, probaremos de forma lógica y sencilla la existencia de Dios a través de las tradicionales "vías" de Santo Tomás de Aquino. Advertimos a nuestros lectores que el tema no es una cosa muy complicada, aunque sí exige un poco de concentración, pero el esfuerzo es generosamente recompensado. El Principio de No Contradicción El Principio de Contradicción, base de la teología y de la filosofía, asegura la identidad del objeto, pues aquello que es, es; y aquello que no es, no es. Algo, en consecuencia, no puede ser y no ser al mismo tiempo y bajo el mismo punto de vista. Si examinamos cuáles son las características de la realidad, comprobaremos ante todo que cada ser es idéntico a sí mismo y opuesto a todo lo que no es él. Es tan evidente esta oposición que no es sino la misma percepción del yo la que nos revela opuesto al no-yo. De lo contrario quedaríamos confundidos en una masa inerte e informe donde no habría una posibilidad de distinción entre el yo y el no-yo. Esta característica es la comprobación del primer principio metafísico llamado de identidad y no contradicción. Este valor no se aplica sólo en casos puntuales o según nuestras características puntuales. Se remonta hasta la esencia última del ser con el que el yo se nos muestra distinto de otras realidades sino porque, simple y sencillamente el yo es una realidad, es un ser, y en tanto en cuanto ser se impone este principio. En otras palabras: este principio tiene que ver con el ser en cuanto tal y, por lo tanto, debe objetivamente abarcar todos los seres. Tan importante es este principio, que se le ha llamado 'primer principio de metafísica' porque sin él nuestros conocimientos, nuestra ciencia y toda la filosofía, en especial la metafísica, serían, como es muy fácil de suponer, imposibles. Gracias a él podemos declarar el valor de los demás principios y, en especial, de los que necesitamos para una demostración objetiva de la existencia de Dios. Las Cinco Vías del Doctor Angélico Entre los muchos argumentos probatorios de la existencia de Dios dados por los escolásticos y por el mismo Santo Tomás de Aquino son célebres las llamadas "cinco vías" que el mismo ordenó en la Suma Teológica (Parte I, c. 2, a.4). Constituyen, como realización filosófica, entre nuestra inteligencia y razón con la divinidad. Debemos acercarnos a Dios, con aquellos medios de locomoción propios de nuestra naturaleza, no podemos despojarnos de nuestra naturaleza humana esencialmente intelectual y discursiva. Sobre este punto ya tratamos ampliamente.
Abreviamos el encadenamiento de la prueba: Es un hecho que en el mundo existe el movimiento, ò Todo lo que se mueve, recibe el movimiento ò Si el que da el está el mismo en movimiento, ò Pero no puede continuarse hasta lo infinito, porque ò Por lo tanto es necesario que ascendiendo por la Tal es Dios
Este argumento se apoya en el principio de que todo lo que se mueve tiene que ser movido por otro. La razón principal nos la indica Santo Tomás en la Suma Teológica al decirnos que el movimiento es un pasar de la potencia al acto. No se trata sólo del desplazamiento de una bicicleta, sino de este pasar. Imaginemos un vaso de agua listo para beber un día de verano. En acto es agua para beber, en potencia es agua caliente para un té, por ejemplo, o un cubo de hielo o vapor. Acto es como es actualmente, potencia es todo lo que ese ser puede ser eventualmente. Movimiento, entonces, será el paso entre el estado actual y el que potencialmente puede llegar a ser. Entendido esto diremos que el ser que está en potencia no puede pasar de suyo al acto porque el tránsito de la potencia al acto supone un ser que ya esté en acto y pueda dar a la potencia el impulso necesario para el movimiento. En el caso del vaso de agua, la misma no puede pasar de estar a temperatura ambiental a caliente o vapor sin que medie algún factor externo al mismo vaso. Por si mismo el vaso no puede calentarse o congelarse si antes no estaba así (y entonces no hubo movimiento) o si otro ser no lo movió del acto a esa potencia. De aquí que el ser, cuando está en potencia, carece de fuerza para pasar al acto y debe recibirla de otro. Si quisiéramos imaginar que el ser en potencia puede por sí solo pasar al acto, deberíamos pensar que el ser en potencia ya está a la vez en acto, lo cual es contradictorio, pues "no es posible que el mismo ser esté a la vez en acto y en potencia bajo el mismo concepto, sino bajo conceptos diferentes"; porque "lo que es cálido es acto no puede serlo al mismo tiempo en potencia, sino que frío en potencia"
He aquí su esquema: La experiencia nos revela que existen causas
eficientes, ò No es posible que una cosa sea causa eficiente de sí
misma, ò Tampoco es posible que en la cadena de orden de las
causas La causa eficiente parece ser la vía que por experiencia sensible aparece más clara ante nosotros. Para ilustrar de manera muy simple, podemos decir que la paternidad es una causa eficiente, es decir, que por sí misma explica el nuevo ser. Si es evidente que nosotros no nos dimos el ser, ni nacimos porque lo deseábamos, ni tuvimos participación alguna en aquello. En consecuencia tuvimos que ser engendrados. Ahora bien: nuestros padres también fueron engendrados y así se remonta la cadena de causa eficiente hasta una primera concepción, que a su vez tuvo que ser creada. Quien creó aquello tuvo que ser, necesariamente para ser el primero en la cadena, un ser que es causa eficiente en Si mismo.
Graficamos el argumento de la siguiente manera: "En la naturaleza hallamos cosas que pueden
ser y no ser, ò Los seres que son posibles no pueden por si mismos
pasar a existir, ò Por consiguiente ha debido existir un ser que no era Con este argumento el Doctor Angélico prueba la existencia de un ens a se, es decir, de ser que tiene en sí mismo la razón de su existencia, y que, por lo tanto, existe necesariamente, y es causa y la explicación de la existencia de todos los seres que son simplemente posibles o no necesarios, o, en sus palabras, contingentes. El simple sentido común fundamenta esta vía al hacernos notar la existencia de seres que pueden o no existir. Es la naturaleza que compartimos con todas las criaturas. Por lo mismo, porque pasamos de la mera posibilidad al ser, ha de haber existido un ser necesario en si mismo que nos diese el ser sin necesitarlo de otro previo.
El sentido de la excelencia se comprende de esta forma: "Se observa en la naturaleza algo más o menos ò "El más o menos se dice de los objetos
diferentes según ò "Por consiguiente hay algo que es verdadero, lo
bueno, Pero, concluye el Angélico, lo que lleva por excelencia el nombre en algún género de perfección es el último principio, la causa última, la fuente última de dicha perfección, y por lo tanto debe existir el último principio, causa y fuente de todas las perfecciones, en el ser perfecto por excelencia, al cual llamamos Dios
Para este fin Santo Tomás se apoya en el principio de finalidad. "Vemos que los seres desprovistos de
inteligencia, ò De donde se concluye que no por causalidad, ò Pero los seres desprovistos de conocimiento no ò Luego, hay un ser inteligente que conduce todas
Conclusión Con anterioridad, San Anselmo ya había probado la existencia de Dios con una vía muy particular, que ya explicaremos en futuros trabajos. Santo Tomás, según el parecer de la Iglesia, probó suficiente e irrefutablemente el problema. De hecho, comentamos como curiosidad, la Suma Teológica nunca ha sido refutada sistemáticamente. Se le ha despreciado, ridiculizado o dejado de lado pero nunca la han refutado. tal es el peso de una obra que el Doctor Angélico escribió para introducir a los colegiales al estudio de la Teología. Por razones que sobrepasan este trabajo no analizaremos el porque de esta decadencia intelectual que ahora toma el mismo trabajo como lo sumo y más elevado en teología. Confiamos en que el lector salga ahora mucho más seguro de sus convicciones y con la certeza infranqueable de que Dios existe, lo sabe todo, lo conoce todo y nos ama infinitamente. |