La
formación pedagógica del catequista
Metodología
para la Catequesis 1a. parte
"A
propósito de la evangelización, un medio que no se puede
descuidar es la
enseñanza catequética. La inteligencia, sobre todo tratándose
de niños y
adolescentes, necesita aprender mediante una enseñanza
religiosa sistemática los
datos fundamentales, el contenido vivo de la verdad que Dios ha
querido
transmitirnos y que la Iglesia ha procurado expresar de manera
cada vez más
perfecta a lo largo de la historia. Los métodos deberán ser
adaptados a la edad,
a la cultura, a la capacidad de las personas, tratando de fijar
siempre en la
memoria, la inteligencia y el corazón las verdades esenciales
que deberán
impregnar la vida entera". ( Evangelii Nuntiandi # 44,
Pablo VI)
Nuestro mundo se está desarrollando de una manera muy rápida.
Pensemos sólo que
hace cien años empezaban a existir los coches, la televisión
hace menos de
cincuenta. A esto se le llama cambio tecnológico. En el campo
de la educación
también ha habido muchos cambios. El hombre se ha dado cuenta
que una misma cosa
se puede enseñar de diversas maneras. A esto se le conoce como
método educativo.
Si a nosotros nos interesa dar a conocer la palabra de Dios,
hemos de
preocuparnos por escoger la forma más conveniente.
"La edad y el desarrollo intelectual de los cristianos,
su grado de madurez
eclesial y espiritual y muchas otras circunstancias personales
postulan que la
catequesis adopte métodos muy diversos para alcanzar su
finalidad específica: la
educación en la fe".
Catechesi Tradendae # 51
Juan Pablo II
La diversidad de métodos en la catequesis
En la transmisión de la fe, la Iglesia no tiene de por sí un método
propio ni
único, sino que, a la luz de la enseñanza de Dios, analiza los
métodos de cada
época, asume con libertad de espíritu "todo cuanto hay de
verdadero, de noble,
de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea
virtud y cosa digna
de elogio" (Flp 4,8). En síntesis, todos los elementos que
no son contrarios al
Evangelio, y los pone a su servicio.
De este modo, "la variedad en los métodos es un signo de
vida y una riqueza", y
a la vez una muestra de respeto a los destinatarios. Tal
variedad viene pedida
por "la edad y el desarrollo intelectual de los cristianos,
su grado de madurez
eclesial y espiritual y muchas otras circunstancias
personales".
Cuando queremos decir algo, por ejemplo, que no voy a estar por
la tarde, puedo
poner un letrero en la puerta, o bien ir a buscar a la persona
que me podría
visitar para avisarle, o dejar recado con un vecino o llamar por
teléfono.
¿Qué forma utilizaré para dejar mi mensaje?
Pues empezaré por saber si la otra persona lee o no, si tiene
teléfono, si me queda de paso. El método será útil y eficaz
en la medida que se ajuste a la persona a quien se lo quiero
hacer llegar.
Todos tenemos un método propio, un método con el que nos
resulta más fácil
trabajar. Porque todos tenemos unas ideas directrices que
orientan nuestras
preferencias.
¿Qué es un método?
Recordemos que método es el conjunto de principios que orientan
la selección de
objetivos, medios y contenido. Y como tenemos principios
diferentes, hay métodos
diferentes. Sin embargo, debemos cuidar que el método elegido
no tenga falsos
cimientos.
El método es el conjunto de mecanismos que ayudan a obtener un
fin. Lo
presentamos como un conjunto porque es la suma de varios
elementos. Es decir, un
buen método no depende sólo de un principio.
Y decimos que ayuda a obtener un fin porque el método es, al
fin y al cabo, un
instrumento para lograr una meta.
El método no es lo importante. Lo importante es la meta. Un método
que no lleva
a la meta o nos lleva a una meta distinta de la deseada, no es
un buen método.
Puede haber muchos métodos buenos y útiles. Es posible que algún
método sea más
llamativo que otro, más atractivo o más espectacular. Pero no
se puede decir que
sea el único método.
Un buen método tiene que responder a las exigencias del
objetivo de la
catequesis, del contenido a transmitir y del destinatario a
quien se dirige. Si
sólo se fija en uno de estos elementos, será un método
inadecuado.
Hay métodos más útiles para motivar y otros más útiles para
enseñar; hay métodos
útiles para niños que no sirven para jóvenes o adultos; hay métodos
oportunos
para tratar un tema que no sirven para tratar otro tema.
Un buen método en catequesis no sólo transmite bien la
doctrina, sino que
además fomenta la aceptación de la fe en el corazón de quien
recibe el mensaje
de Cristo.
El catequista es el factor principal para el éxito de un método.
Es decir, los
métodos y técnicas no funcionan por sí solos. La catequesis
es, ante todo, un
testimonio. Y los aparatos o los mecanismos no pueden dar
testimonio. Sólo las
personas son testigos.
Un buen método en catequesis debe envolver a toda la persona.
Es decir, debe
lograr que cada destinatario se introduzca en la sesión con
mucho interés y
dispuesto a esforzarse lo que sea necesario para aprovechar el
tiempo de la
clase.
Los mejores métodos son los que activan todas las facultades
del ser humano:
la imaginación,
la voluntad,
los sentimientos,
la inteligencia,
la memoria.
Hay muchos métodos. Y hay varios criterios que permiten
descubrir cuál método
es aconsejable para cada situación y cuál no lo es. Por esto,
el catequista debe
descubrir no sólo el método que va de acuerdo con su forma de
ser, sino también
cuál método debe elegir según los cambios de destinatarios,
de los temas o de
los objetivos a lograr.
Recuerda antes de escoger un método de enseñanza, que el método
es sólo un
medio, un medio que te ayudará a transmitir de una manera más
sencilla el
mensaje que Dios ha puesto en tus manos. Lo importante es el
mensaje, la Palabra
de Dios.
No olvides que es básico encomendarte al Espíritu Santo para
que te ilumine,
fíjate bien en las personas a que te diriges y piensa que tú
eres el instrumento
que Dios quiere necesitar para hacer llegar su mensaje.
Es de todos sabido la influencia que las sectas y nuevos
movimientos religiosos
están teniendo en algunos círculos de nuestro país. Nuestra
labor como
catequistas es buscar el método adecuado para contrarrestar la
influencia de
estos grupos radicales y fundamentalistas en nuestras
comunidades.
Debemos encontrar la forma más oportuna de llevarles el mensaje
católico-cristiano, de compartirles la verdad evangélica, de
predicarles como
Iglesia, como madre. De predicar con autoridad, con la autoridad
que da el hecho
de saber que Jesús funda la Iglesia Católica y Él es el guía
hasta que vuelva
nuevamente a juzgar a vivos y muertos, no nos confundamos,
busquemos participar
de esa "Nueva Evangelización" a la que el Papa Juan
Pablo II nos llama a todos
los bautizados.