CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

 

CATECISMO 02 CEC 50-141 
RV/ETAPAS/CEC ALIANZA/CEC TRADICION-BI/REON

CAPITULO SEGUNDO

DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE


50 36 Mediante la razón natural, el hombre puede conocer a Dios con 
certeza a partir de sus obras. Pero existe otro orden de conocimiento que 
el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el 
de la Revelación divina (cf Cc. Vaticano I: DS 3015). Por una decisión 
enteramente libre, Dios se revela y se da al hombre. Lo hace revelando 
su misterio, su designio benevolente 1066 que estableció desde la 
eternidad en Cristo en favor de todos los hombres. Revela plenamente 
su designio enviando a su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, y al 
Espíritu Santo. 


Artículo I  LA REVELACIÓN DE DIOS

I DIOS REVELA SU DESIGNIO AMOROSO

51 "Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a si mismo y dar a 2823 
conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por 
medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el 1996 
Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina" (DV 2).

52 Dios, que "habita una luz inaccesible" (I Tm 6, 16), quiere 
comunicar su propia vida divina a los hombres libremente creados por 
él, para hacer de ellos, en su Hijo único, hijos adoptivos (cf Ef 1, 4-5). 
Al revelarse a sí mismos Dios quiere hacer a los hombres capaces de 
responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían 
capaces por sus propias fuerzas. 

53 El designio divino de la revelación se realiza a la vez "mediante 
acciones y palabras", íntimamente ligadas entre sí y que se esclarecen 
1953 mutuamente (DV 2). Este designio comporta 1950 una "pedagogía 
divina" particular: Dios se comunica gradualmente al hombre, lo 
prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace 
de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo 
encarnado, Jesucristo. 

S. Ireneo de Lyón habla en varias ocasiones de esta pedagogía divina bajo 
la imagen de un mutuo acostumbrarse entre Dios y el hombre: "El Verbo de 
Dios ha habitado en el hombre y se ha hecho Hijo del hombre para 
acostumbrar al hombre a comprender a Dios y para acostumbrar a Dios a 
habitar en el hombre, según la voluntad del Padre" (haer. 3, 20, 2; cf por 
ejemplo 17, 1; 4, 12, 4; 21, 3). 



II LAS ETAPAS DE LA REVELACIÓN

Desde el origen, Dios se da a conocer

54 "Dios, creándolo todo y conservándolo por su Verbo, da a los 
hombres testimonio perenne de sí en las cosas creadas, y, queriendo 
32 abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó, además, 
personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio" (DV 
3). Los invitó a una comunión íntima con El revistiéndolos de una 
gracia y de una justicia resplandecientes. 374

55 Esta revelación no fue interrumpida por el pecado de nuestros 
397, 410 primeros padres. Dios, en efecto, "después de su caída alentó 
en ellos la esperanza de la salvación con la promesa de la redención, y 
tuvo incesante cuidado del género humano, para dar la vida eterna a 
todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas 
obras" (DV 3). 

Cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder 
de la muerte... 761 Reiteraste, además, tu alianza a los hombres (MR, 
Plegaria eucarística IV, 118).


La alianza con Noé

56 NOE/ALIANZA: Una vez rota la unidad del género humano por el 
pecado, 401 Dios decide desde el comienzo salvar a la humanidad a 
través de una serie de etapas. La alianza con Noé después del diluvio 
(cf Gn 9, 9) expresa 1219 el principio de la Economía divina con las 
"naciones", es decir, con los hombres agrupados "según sus países, 
cada uno según su lengua, y según sus clanes' (Gn 10, 5; cf 10, 
20-31). 

57 Este orden a la vez cósmico, social y religioso de la pluralidad de 
las naciones (cf Hch 17, 26-27), está destinado a limitar el orgullo de 
una humanidad caída que, unánime en su perversidad (cf Sb 10, 5), 
quisiera hacer por sí misma su unidad a la manera de Babel (cf Gn 11, 
4-6). Pero, a causa del pecado (cf Rm 1, 18-25), el politeísmo así como 
la idolatría de la nación y de su jefe son una amenaza constante de 
vuelta al paganismo para esta economía aún no definitiva.

58 La alianza con Noé permanece en vigor mientras dura el 674 
tiempo de las naciones (cf Lc 21, 24), hasta la proclamación universal 
del Evangelio. La Biblia venera algunas grandes figuras de las 
"naciones", como "Abel el justo", el rey-sacerdote Melquisedec (cf Gn 
14, 18), figura de Cristo (cf Hb 7, 3), o los justos "Noé, Daniel y Job" (Ez 
14, 14). De esta manera, la Escritura expresa qué altura de santidad 
pueden alcanzar los que viven según la 2569 alianza de Noé en la 
espera de que Cristo "reúna en uno a todos los hijos de Dios 
dispersos" (Jn 11, 52).

Dios elige a Abraham

59 145 2570 Para reunir a la humanidad dispersa, Dios elige a Abram 
llamándolo "fuera de su tierra, de su patria y de su casa" (Gn 12, 1), 
para hacer de él "Abraham", es decir, "el padre de una multitud de 
naciones" (Gn 17, 5): "En ti serán benditas todas las naciones de la 
tierra" (Gn 12, 3 [LXX]; cf Ga 3, 8).

60 760 El pueblo nacido de Abraham será el depositario de la 
promesa hecha a los patriarcas, el pueblo de la elección (cf Rm 11, 
28), llamado a preparar la reunión un día de todos los hijos de 762 781 
Dios en la unidad de la Iglesia (cf Jn 11, 52; 10, 16); ese pueblo será la 
raíz en la que serán injertados los paganos hechos creyentes (cf Rm 
11, 17-18.24).

61 Los patriarcas, los profetas y otros personajes del Antiguo 
Testamento han sido y serán siempre venerados como santos en todas 
las tradiciones litúrgicas de la Iglesia.

Dios forma a su pueblo Israel

62 Después de la etapa de los patriarcas, Dios constituyó a Israel 
2060 como su pueblo salvándolo de la esclavitud de Egipto. Estableció 
2574 con él la alianza del Sinaí y le dio por medio de Moisés su Ley, 
para que lo reconociese y le sirviera como al único Dios vivo y 
verdadero, Padre providente y juez justo, y para que esperase al 
Salvador prometido (cf DV 3). 1961

63 Israel es el pueblo sacerdotal de Dios (cf Ex 19, 6), el que "lleva 
el Nombre del Señor" (Dt 28, 10). Es el pueblo de aquellos 204, 2801 "a 
quienes Dios habló primero" (MR, Viernes Santo 13: oración universal 
VI), 839 el pueblo de los "hermanos mayores" en la fe de Abraham.

64 711 Por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de 
la salvación, en la espera de una Alianza nueva y eterna destinada a 
todos los hombres (cf Is 2, 2-4), y que será grabada en los 1965 
corazones (cf Jr 31, 31-34; Hb 10, 16). Los profetas anuncian una 
redención radical del pueblo de Dios, la purificación de todas sus 
infidelidades (cf Ez 36), una salvación que incluirá a todas las naciones 
(cf Is 49, 5-ó; 53, 11). Serán sobre todo los pobres y los humildes del 
Señor (cf So 2, 3) quienes mantendrán esta esperanza. Las mujeres 
santas como Sara, Rebeca, Raquel, Miriam, Débora, Ana, Judit y Ester 
conservaron viva la esperanza de la salvación de 489 Israel. De ellas la 
figura más pura es María (cf Lc 1, 38). 


III CRISTO JESÚS, "MEDIADOR Y PLENITUD DE TODA LA 
REVELACIÓN" (DV 2)

Dios ha dicho todo en su Verbo 

65 "De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en 
el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos 
últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo" (Hb 1, 1-2). Cristo, el Hijo 
de Dios hecho hombre, es la Palabra única, 102 perfecta e insuperable 
del Padre. En El lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta. S. 
Juan de la Cruz, después de otros muchos, lo expresa de manera 
luminosa, comentando Hb 1, 1-2:

Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que 
no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra y no 
tiene más que hablar; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya 
lo ha hablado todo en El, dándonos al Todo, 516 que es su Hijo. Por lo cual, 
el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no 
sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos 
totalmente 2717 en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad (S. Juan de 
la Cruz, Subida del monte Carmelo 2. 22, 3-5: Biblioteca Mística Carmelitana, 
v.11 (Burgos 1929), p. 184). 

No habrá otra revelación

66 "La economía cristiana, por ser alianza nueva y definitiva, nunca 
pasará; ni hay que esperar otra revelación pública antes de la gloriosa 
manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (DV 4). Sin embargo, 
aunque la Revelación esté acabada, no está completamente 
explicitada: corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente 
todo su 94 contenido en el transcurso de los siglos. 

67 A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas "privadas", 
algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. 
Estas, sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Su función 84 no es 
la de "mejorar" o "completar" la Revelación definitiva de Cristo sino la de 
ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia. Guiado por 
el Magisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus 93 fidelium) sabe 
discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada 
auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia. 

La fe cristiana no puede aceptar "revelaciones" que pretenden superar o 
corregir la Revelación de la que Cristo es la plenitud. Es el caso de ciertas 
religiones no cristianas y también de ciertas sectas recientes que se fundan 
en semejantes "revelaciones". 


RESUMEN 

68 Por amor, Dios se ha revelado y se ha entregado al hombre. De 
este modo da una res- puesta definitiva y sobreabundante a las 
cuestiones que el hombre se plantea sobre el sentido y la finalidad de 
su vida.

69 Dios se ha revelado al hombre comunicándole gradualmente su 
propio Misterio me- diante obras y palabras.

70 Más allá del testimonio que Dios da de si mismo en las cosas 
creadas se manifestó a nuestros primeros padres. Les habló y después 
de la caída les prometió la salvación (cf Gn 3 15) y les ofreció su 
alianza.

71 Dios selló con Noé una alianza eterna entre El y todos los seres 
vivientes (cf Gn 9 16). Esta alianza durará tanto como dure el mundo.

72 Dios eligió a Abraham y selló una alianza con él y su 
descendencia. De él formó a su pueblo, al que reveló su ley por medio 
de Moisés. Lo preparó por los profetas para acoger la salvación 
destinada a toda la humanidad.

73 Dios se ha revelado plenamente enviando a su propio Hijo en 
quien ha establecido su alianza para siempre. El Hijo es la Palabra 
definitiva del Padre, de manera que no habrá ya otra Revelación 
después de El.


Artículo 2

LA TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN DIVINA

74 Dios "quiere que todos los hombres se salven y lleguen al 
conocimiento de la verdad" (1 Tm 2, 4), es decir, al conocimiento 851 
de Cristo Jesús (cf Jn 14, 6). Es preciso, pues, que Cristo sea 
anunciado a todos los pueblos y a todos los hombres y que así la 
Revelación llegue hasta los confines del mundo: 

Dios quiso que lo que había revelado para salvación de todos los pueblos 
se conservara por siempre íntegro y fuera transmitido a todas las edades (DV 
7).

I LA TRADICIÓN APOSTÓLICA

75 "Cristo nuestro Señor, plenitud de la revelación, mandó a los 
apóstoles predicar a todos los hombres el Evangelio como fuente de 
toda verdad salvadora y de toda norma de conducta, 171 
comunicándoles así los bienes divinos: el Evangelio prometido por los 
profetas, que El mismo cumplió y promulgó con su voz" (DV 7) 

La predicación apostólica...

76 La transmisión del Evangelio, según el mandato del Señor, se 
hizo de dos maneras:

oralmente: "los apóstoles, con su predicación, sus ejemplos, sus 
instituciones, transmitieron de palabra lo que habían aprendido de las 
obras y palabras de Cristo y lo que el Espíritu Santo les enseñó"; 

por escrito: "los mismos apóstoles y otros de su generación 
pusieron por escrito el mensaje de la salvación inspirados por el 
Espíritu Santo" (DV 7). 

continuada en la sucesión apostólica 

77 "Para que este Evangelio se conservara siempre vivo y entero en 
la Iglesia, los apóstoles nombraron como sucesores a los obispos, 
'dejándoles su cargo en el magisterio"' (DV 7). En efecto, 861 "la 
predicación apostólica, expresada de un modo especial en los libros 
sagrados, se ha de conservar por transmisión continua hasta el fin de 
los tiempos" (DV 8). 

78 Esta transmisión viva, llevada a cabo en el Espíritu Santo es 
llamada la Tradición en cuanto distinta de la Sagrada Escritura, 174 
aunque estrechamente ligada a ella. Por ella, "la Iglesia con su 
enseñanza, 1124 2651 su vida, su culto, conserva y transmite a todas 
las edades lo que es y lo que cree" (DV 8). "Las palabras de los Santos 
Padres atestiguan la presencia viva de esta Tradición, cuyas riquezas 
van pasando a la práctica y a la vida de la Iglesia que cree y ora" (DV 
8).

79 Así, la comunicación que el Padre ha hecho de sí mismo por su 
Verbo en el Espíritu Santo sigue presente y activa en la Iglesia: "Dios, 
que habló en otros tiempos, sigue conversando siempre con la Esposa 
de su Hijo amado; así el Espíritu Santo, por quien la voz viva del 
Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo entero, va 
introduciendo a los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos 
intensamente la palabra de Cristo" (DV 8).


II LA RELACIÓN ENTRE LA TRADICIÓN Y LA SAGRADA 
ESCRITURA

Una fuente común...
BI/TRADICION 

80 La Tradición y la Sagrada Escritura "están íntimamente unidas y 
compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma fuente, se 
funden en cierto modo y tienden a un mismo fin" (DV 9). Una y otra 
hacen presente y fecundo en la Iglesia el misterio de Cristo que ha 
prometido estar con los suyos "para siempre hasta el fin del mundo" 
(Mt 28, 20). 

dos modos distintos de transmisión

81 "La Sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto escrita 
por inspiración del Espíritu Santo". 

         113 "La Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por 
Cristo y el Espíritu Santo a los apóstoles, y la transmite íntegra a los 
sucesores; para que ellos, iluminados por el Espíritu de la verdad, la 
conserven, la expongan y la difundan fielmente en su predicación".

82 De ahí resulta que la Iglesia, a la cual está confiada la 
transmisión y la interpretación de la Revelación "no saca 
exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y así se 
han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción" (DV 9).

Tradición apostólica y tradiciones eclesiales

83 La Tradición de que hablamos aquí es la que viene de los apóstoles y 
transmite lo que éstos recibieron de las enseñanzas y del ejemplo de Jesús y 
lo que aprendieron por el Espíritu Santo. En efecto, la primera generación de 
cristianos no tenía aún un Nuevo Testamento escrito, y el Nuevo Testamento 
mismo atestigua el proceso de la Tradición viva.

Es preciso distinguir de ella las "tradiciones" teológicas, disciplinares, 
litúrgicas o devocionales nacidas en el transcurso del tiempo en las Iglesias 
locales. Estas constituyen formas particulares en las que la gran Tradición 
recibe expresiones adaptadas a los diversos lugares y a las 1202, 2041 
diversas épocas. Solo a la luz de la gran Tradición aquellas pueden ser 2684 
mantenidas, modificadas o también abandonadas bajo la guía del Magisterio 
de la Iglesia.



lll LA INTERPRETACIÓN DEL DEPOSITO DE LA FE

El depósito de la fe confiado a la totalidad de la Iglesia
FE/DEPOSITO

84 "El depósito sagrado" (cf I Tm 6, 20; 2 Tm 1, 12-14) de la fe 
("depositum fidei"), contenido en la Sagrada Tradición y en la 857 871 
Sagrada Escritura fue confiado por los apóstoles al conjunto de la 
Iglesia. "Fiel a dicho depósito, el pueblo cristiano entero, unido a sus 
pastores, persevera siempre en la doctrina apostólica y en la unión, en 
la Eucaristía y la oración, y así se realiza una maravillosa 2033 
concordia de pastores y fieles en conservar, practicar y profesar la fe 
recibida" (DV 10).

El Magisterio de la Iglesia
I/MAGISTERIO

85 "El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, 
888:892, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de 
la 2032:2040 Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo" (DV 
10), es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el 
obispo de Roma.

86 "El Magisterio no está por encima de la palabra de Dios, sino a 
su servicio, para enseñar puramente lo transmitido, pues por mandato 
divino y con la asistencia del Espíritu Santo, lo escucha 688 
devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este 
único depósito de la fe saca todo lo que propone como revelado por 
Dios para ser creído" (DV 10).

87 Los fieles, recordando la palabra de Cristo a sus apóstoles: 1548 
"El que a vosotros escucha a mi me escucha" (Lc 10, 16; cf LG 20), 
reciben con docilidad las enseñanzas y directrices que sus pastores les 
dan de diferentes formas. 2037 

Los dogmas de la fe
FE/DOGMAS

88 888:892 2032:2040 El Magisterio de la Iglesia ejerce plenamente la 
autoridad que tiene de Cristo cuando define dogmas, es decir, cuando 
propone, de una forma que obliga al pueblo cristiano a una adhesión 
irrevocable de fe, verdades contenidas en la Revelación divina o 
también cuando propone de manera definitiva verdades que tienen con 
ellas un vínculo necesario. 

89 2065 Existe un vínculo orgánico entre nuestra vida espiritual y los 
dogmas. Los dogmas son luces en el camino de nuestra fe, lo iluminan 
y lo hacen seguro. De modo inverso, si nuestra vida es recta, nuestra 
inteligencia y nuestro corazón estarán abiertos para acoger la luz de 
los dogmas de la fe (cf Jn 8, 31 -32). 

90 Los vínculos mutuos y la coherencia de los dogmas pueden ser 
hallados en el conjunto de la Revelación del Misterio de 114, 158 Cristo 
(cf Cc. Vaticano I: DS 3016: "nexus mysteriorum"; LG 25). 234 "Existe 
un orden o 'jerarquía' de las verdades de la doctrina católica, puesto 
que es diversa su conexión con el fundamento de la fe cristiana" (UR 11).

El sentido sobrenatural de la fe

91 Todos los fieles tienen parte en la comprensión y en la 
transmisión de la verdad revelada. Han recibido la unción del Espíritu 
Santo 737 que los instruye (cf I Jn 2, 20.27) y los conduce a la verdad 
completa (cf Jn 16, 13). 

92 "La totalidad de los fieles... no puede equivocarse en la fe. 785 
Se manifiesta esta propiedad suya, tan peculiar, en el sentido 
sobrenatural de la fe de todo el pueblo: cuando 'desde los obispos 
hasta el último de los laicos cristianos' muestran estar totalmente de 
acuerdo en cuestiones de fe y de moral" (LG 12). 

93 "El Espíritu de la verdad suscita y sostiene este sentido de la fe. 
Con él, el Pueblo de Dios, bajo la dirección del Magisterio... 889 se 
adhiere indefectiblemente a la fe transmitida a los santos de una vez 
para siempre, la profundiza con un juicio recto y la aplica cada día más 
plenamente en la vida" (LG 12). 

El crecimiento en la inteligencia de la fe

94 Gracias a la asistencia del Espíritu Santo, la inteligencia tanto de 
las realidades como de las palabras del depósito de la fe 66 puede 
crecer en la vida de la Iglesia: 
- 2651 "Cuando los fieles las contemplan y estudian repasándolas en 
su corazón" (DV 8); es en particular la investigación teológica quien 
debe "profundizar en el conocimiento de la verdad revelada" (GS 
62,7;cf 44,2; DV23; 24; UR 4). 
- Cuando los fieles "comprenden internamente los misterios que 
2038, 2518 viven" (DV 8); "Divina eloquia cum legente crescunt" ("la 
comprensión de las palabras divinas crece con su reiterada lectura", S. 
Gregorio Magno, Homilía sobre Ez 1, 7-8: PL 76, 843 D).
- "Cuando las proclaman los obispos, que con la sucesión apostólica 
reciben un carisma de la verdad" (DV 8).

95 "La Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el 
plan prudente de Dios, están unidos y ligados, de modo que ninguno 
puede subsistir sin los otros; los tres, cada uno según su carácter, y 
bajo la acción del único Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la 
salvación de las almas" (DV 10, 3).

RESUMEN

96 Lo que Cristo confió a los apóstoles, éstos lo transmitieron por su 
predicación y por escrito, bajo la inspiración del Espíritu Santo, a todas 
las generaciones hasta el retorno glorioso de Cristo.

97 "La Tradición y la Sagrada Escritura constituyen un único 
depósito sagrado de la palabra de Dios" (DV 10), en el cual, como en 
un espejo, la Iglesia peregrinante contempla a Dios, fuente de todas 
sus riquezas.

98 "La Iglesia con su enseñanza, su vida, su culto, conserva y 
transmite a todas las edades lo que es y lo que cree " (DV 8). 

99 En virtud de su sentido sobrenatural de la fe, todo el Pueblo de 
Dios no cesa de acoger el don de la Revelación divina, de penetrarla 
más profundamente y de vivirla de modo más pleno. 

100 El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios ha 
sido confiado únicamente al Magisterio de la Iglesia, al Papa y a los 
obispos en comunión con él. 


Artículo 3: LA SAGRADA ESCRITURA

I CRISTO, PALABRA ÚNICA DE LA SAGRADA ESCRITURA 

101 En la condescendencia de su bondad, Dios, para revelarse a 
los hombres, les habla en palabras humanas: "La palabra de Dios, 
expresada en lenguas humanas, se hace semejante al lenguaje 
humano, como la Palabra del eterno Padre asumiendo nuestra débil 
condición humana, se hizo semejante a los hombres" (D V 13). 

102 A través de todas las palabras de la Sagrada Escritura, 65, 2763 
Dios dice sólo una palabra, su Verbo único, en quien él se dice en 
plenitud (cf Hb 1, 1-3): 

426:429 Recordad que es una misma Palabra de Dios la que se extiende 
en todas las escrituras, que es un mismo Verbo que resuena en la boca de 
todos los escritores sagrados, el que, siendo al comienzo Dios junto a Dios, 
no necesita sílabas porque no está sometido al tiempo (S. Agustín, Psal. 103, 
4, 1). 


103 1100, 1184 Por esta razón, la Iglesia ha venerado siempre las 
divinas 1378 Escrituras como venera también el Cuerpo del Señor. No 
cesa de presentar a los fieles el Pan de vida que se distribuye en la 
mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo (cf DV 21).

104 En la Sagrada Escritura, la Iglesia encuentra sin cesar su 
alimento y su fuerza (cf DV 24), porque, en ella, no recibe solamente 
una palabra humana, sino lo que es realmente: la Palabra de Dios (cf 1 
Ts 2,13). "En los libros sagrados, el Padre que está en el cielo sale 
amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos" (DV 
21). 

II INSPIRACIÓN Y VERDAD DE LA SAGRADA ESCRITURA 

105 Dios es el autor de la Sagrada Escritura. "Las verdades 
reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada 
Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo". 

"La santa madre Iglesia, fiel a la base de los apóstoles, reconoce 
que todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, con todas sus 
partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que, escritos por 
inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales 
han sido confiados a la Iglesia" (DV 11). 

106 Dios ha inspirado a los autores humanos de los libros sagrados. 
"En la composición de los libros sagrados, Dios se valió de hombres 
elegidos, que usaban de todas sus facultades y talentos; de este 
modo, obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores, 
pusieron por escrito todo y sólo lo que Dios quería" (DV 11). 

107 Los libros inspirados enseñan la verdad. "Como todo lo que 
afirman los hagiógrafos, o autores inspirados, lo afirma el Espíritu 
Santo, 702 se sigue que los libros sagrados enseñan sólidamente, 
fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros 
para salvación nuestra" (DV 11). 

108 Sin embargo, la fe cristiana no es una "religión del Libro". El 
cristianismo es la religión de la "Palabra" de Dios, "no de un verbo 
escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo" (S. Bernardo, hom. 
miss. 4,11). Para que las Escrituras no queden en letra muerta, es 
preciso que Cristo, Palabra eterna del Dios vivo, por el Espíritu Santo, 
nos abra el espíritu a la inteligencia de las mismas (cf Lc 24,45). 


III EL ESPÍRITU SANTO, INTERPRETE DE LA ESCRITURA 

109 En la Sagrada Escritura, Dios habla al hombre a la manera de 
los hombres. Por tanto, para interpretar bien la Escritura, es preciso 
estar atento a lo que los autores humanos quisieron verdaderamente 
afirmar y a lo que Dios quiso manifestarnos mediante sus palabras (cf 
D V 12,1). 

110 Para descubrir la intención de los autores sagrados es preciso 
tener en cuenta las condiciones de su tiempo y de su cultura, los 
"géneros literarios" usados en aquella época, las maneras de sentir, de 
hablar y de narrar en aquel tiempo. "Pues la verdad se presenta y se 
enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica, en libros 
proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios" (D V 12,2). 

111 BI/INTERPRETACION: Pero, dado que la Sagrada Escritura es 
inspirada, hay otro principio de la recta interpretación, no menos 
importante que el precedente, y sin el cual la Escritura sería letra 
muerta: "La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu 
con que fue escrita" (DV 12,3). 

El Concilio Vaticano II señala tres criterios para una interpretación 
de la Escritura conforme al Espíritu que la inspiró (cf DV 12,3). 

112 1. Prestar una gran atención "al contenido y a la unidad de toda 
la Escritura". 128 En efecto, por muy diferentes que sean los libros que 
la componen, la Escritura es una en razón de la unidad del designio de 
Dios, del que Cristo Jesús es el centro y el corazón, 368 abierto desde 
su Pascua (cf Lc 24 25-27.44-46). 

El corazón (cf Sal 22, 15) de Cristo designa la Sagrada Escritura que hace 
conocer el corazón de Cristo. Este corazón estaba cerrado antes de la 
Pasión porque la Escritura era oscura. Pero la Escritura fue abierta después 
de la Pasión, porque los que en adelante tienen inteligencia de ella 
consideran y disciernen de qué manera deben ser interpretadas las profecías 
(S. Tomás de A., Psal. 21, 11). 

113 81 2. Leer la Escritura en "la Tradición viva de toda la Iglesia". 
Según un adagio de los Padres, "Sacra Scriptura principalius est in 
corde Ecclesiae quam in materialibus instrumentis scripta" ("La 
Sagrada Escritura está más en el corazón de la Iglesia que en la 
materialidad de los libros escritos"). En efecto, la Iglesia encierra en su 
Tradición la memoria viva de la Palabra de Dios, y el Espíritu Santo le 
da la interpretación espiritual de la Escritura ("...secundum spiritualem 
sensum quem Spiritus donat Ecclesiae": Orígenes, hom. in Lev. 5, 5). 

114 3. Estar atento "a la analogía de la fe" (cf Rm 12, 6). Por 90 
"analogía de la fe" entendemos la cohesión de las verdades de la fe 
entre sí y en el proyecto total de la Revelación. 

El sentido de la Escritura
BI/SENTIDOS

115 Según una antigua tradición, se pueden distinguir dos sentidos de la 
Escritura: el sentido literal y el sentido espiritual; este último se subdivide en 
sentido alegórico, moral y anagógico. La concordancia profunda de los cuatro 
sentidos asegura toda su riqueza a la lectura viva de la Escritura en la 
Iglesia.

116 110:114 El sentido literal. Es el sentido significado por las palabras de 
la Escritura y descubierto por la exégesis que sigue las reglas de la justa 
interpretación. "Omnes sensus (sc. sacrae Scripturae) fundentur super 
litteralem" (S. Tomás de A., s. th. 1, 1, 10, ad 1) Todos los sentidos de la 
Sagrada Escritura se fundan sobre el sentido literal.

117 1101 El sentido espiritual. Gracias a la unidad del designio de Dios, 
no solamente el texto de la Escritura, sino también las realidades y los 
acontecimientos de que habla pueden ser signos.
1. El sentido alegórico. Podemos adquirir una comprensión más profunda 
de los acontecimientos reconociendo su significación en Cristo; así, el paso 
del mar Rojo es un signo de la victoria de Cristo y por ello del Bautismo (cf I 
Co 10, 2). 
2. El sentido moral. Los acontecimientos narrados en la Escritura pueden 
conducirnos a un obrar justo. Fueron escritos "para nuestra instrucción" (I Co 
10, ll; cf Hb 3-4, 11).
3. El sentido anagógico. Podemos ver realidades y acontecimientos en su 
significación eterna, que nos conduce (en griego: "anagoge") hacia nuestra 
Patria. Así, la Iglesia en la tierra es signo de la Jerusalén celeste (cf Ap 21, 
1-22, 5). 

118 Un dístico medieval resume la significación de los cuatro sentidos: 
"Littera gesta docet, quid credas allegoria, 
Moralis quid agas, que tendas anagogia".
(AGUSTÍN DE DACIA, Rotulus pugillaris, I: ed. A. Walz: Angelicum 6 (1929), 
256.

119 "A los exegetas toca aplicar estas normas en su trabajo para ir 
penetrando y exponiendo el sentido de la Sagrada Escritura, de modo 
que con dicho estudio pueda madurar el juicio de la Iglesia 94. Todo lo 
dicho sobre la interpretación de la Escritura queda sometido al juicio 
definitivo de la Iglesia, que recibió de Dios el encargo y el oficio de 
conservar e interpretar la Palabra de Dios" (DV 12, 3): 
Ego vero Evangelio non credere, nisi me catholicae Ecclesiae 113 
commoveret auctoritas (S. Agustín, fund. 5,6).

IV EL CANON DE LAS ESCRITURAS 

120 La Tradición apostólica hizo discernir a la Iglesia qué escritos 
1117 constituyen la lista de los Libros Santos (cf DV 8, 3). Esta lista 
integral es llamada "Canon" de las Escrituras. Comprende para el 
Antiguo Testamento 46 escritos (45 si se cuentan Jr y Lm como uno 
solo), y 27 para el Nuevo (cf DS 179; 1334-1336; 15011504): 

Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Rut, 
los dos libros de Samuel, los dos libros de los Reyes, los dos libros de las 
Crónicas, Esdras y Nehemías, Tobías, Judit, Ester, los dos libros de los 
Macabeos, Job, los Salmos, los Proverbios, el Eclesiastés, el Cantar de los 
Cantares, la Sabiduría, el Eclesiástico, Isaías, Jeremías, las Lamentaciones, 
Baruc, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, 
Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías para el Antiguo 
Testamento; 

los Evangelios de Mateo, de Marcos, de Lucas y de Juan, los Hechos de 
los Apóstoles, las cartas de Pablo a los Romanos, la primera y segunda a los 
Corintios, a los Gálatas, a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses, la 
primera y la segunda a los Tesalonicenses, la primera y la segunda a 
Timoteo, a Tito, a Filemón, la carta a los Hebreos, la carta de Santiago, la 
primera y la segunda de Pedro, las tres cartas de Juan, la carta de Judas y el 
Apocalipsis para el Nuevo Testamento. 

El Antiguo Testamento

121 El Antiguo Testamento es una parte de la Sagrada Escritura de 
la que no se puede prescindir. Sus libros son libros divinamente 
inspirados y conservan un valor permanente (cf DV 14), porque la 
Antigua Alianza no ha sido revocada. 

122 702 En efecto, "el fin principal de la economía antigua era 
preparar 763 la venida de Cristo, redentor universal". "Aunque 
contienen elementos imperfectos y pasajeros", los libros del Antiguo 
Testamento 708 dan testimonio de toda la divina pedagogía del amor 
salvífico de Dios: "Contienen enseñanzas sublimes sobre Dios y una 
sabiduría 2568 salvadora acerca del hombre, encierran tesoros de 
oración y esconden el misterio de nuestra salvación" (DV 15). 

123 Los cristianos veneran el Antiguo Testamento como verdadera 
Palabra de Dios. La Iglesia ha rechazado siempre vigorosamente la 
idea de prescindir del Antiguo Testamento so pretexto de que el Nuevo 
lo habría hecho caduco (marcionismo). 

El Nuevo Testamento

124 "La Palabra de Dios, que es fuerza de Dios para la salvación 
del que cree, se encuentra y despliega su fuerza de modo privilegiado 
en el Nuevo Testamento" (DV 17). Estos escritos nos ofrecen la verdad 
definitiva de la Revelación divina. Su objeto central es Jesucristo, el 
Hijo de Dios encarnado, sus obras, sus enseñanzas, su pasión y su 
glorificación, así como los comienzos de su Iglesia bajo la acción del 
Espíritu Santo (cf DV 20).

125 515 Los Evangelios son el corazón de todas las Escrituras "por 
ser el testimonio principal de la vida y doctrina de la Palabra hecha 
carne, nuestro Salvador" (DV 18).

126
En la formación de los Evangelios se pueden distinguir tres etapas:

1. La vida y la Enseñanza de Jesús. La Iglesia mantiene firmemente que 
los cuatro evangelios, "cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican 
fielmente lo que Jesús, Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y 
enseñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día en que fue levantado 
al cielo" (DV 19).

2. 76 La tradición oral. "Los apóstoles ciertamente después de la 
ascensión del Señor predicaron a sus oyentes lo que El había dicho y obrado, 
con aquella crecida inteligencia de que ellos gozaban, amaestrados por los 
acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del Espíritu de verdad" (DV 
19).

3. 76 Los evangelios escritos. "Los autores sagrados escribieron los cuatro 
evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se transmitían 
de palabra o por escrito, sintetizando otras, o explicándolas atendiendo a la 
condición de las Iglesias, conservando por fin la forma de proclamación, de 
manera que siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jesús" 
(DV 19).

127 El Evangelio cuatriforme ocupa en la Iglesia un lugar único 1154; 
de ello dan testimonio la veneración de que lo rodea la liturgia y el 
atractivo incomparable que ha ejercido en todo tiempo sobre los 
santos:

No hay ninguna doctrina que sea mejor, más preciosa y más espléndida 
que el texto del Evangelio. Ved y retened lo que nuestro Señor y Maestro, 
Cristo, ha enseñado mediante sus palabras y realizado mediante sus obras 
(Santa Cesárea la Joven, Rich. ). 

Es sobre todo el Evangelio lo que me ocupa durante mis 2705 oraciones; 
en él encuentro todo lo que es necesario a mi pobre alma. En él descubro 
siempre nuevas luces, sentidos escondidos y misteriosos (Santa Teresa del 
Niño Jesús, ms. auto. A 83v).


La unidad del Antiguo y del Nuevo Testamento

128 La Iglesia, ya en los tiempos apostólicos (cf I Co 10, 6.11; Hb 
10,1; l P 3, 21), y después constantemente en su tradición, esclareció 
la unidad del plan divino en los dos Testamentos gracias a la tipología. 
Esta reconoce, en las obras de Dios en la Antigua 1094 Alianza, 
prefiguraciones de lo que Dios realizó en la plenitud de 489 los tiempos 
en la persona de su Hijo encarnado.

129 Los cristianos, por tanto, leen el Antiguo Testamento a la luz de 
Cristo muerto y resucitado. Esta lectura tipológica manifiesta 651 el 
contenido inagotable del Antiguo Testamento. Ella no debe hacer 
olvidar que el Antiguo Testamento conserva su valor propio de 
revelación que nuestro Señor mismo reafirmó (cf Mc 12, 29-31) 2055. 
Por otra parte, el Nuevo Testamento exige ser leído también a la luz del 
Antiguo. La catequesis cristiana primitiva recurrirá constantemente a él 
(cf l Co 5, 6-8; 10, 1-11). Según un viejo adagio, el Nuevo Testamento 
está escondido en el Antiguo, mientras que el Antiguo se hace 
manifiesto en el Nuevo: "Novum in Vetere latet 1968 et in Novo Vetus 
patet" (S. Agustín, Hept. 2, 73; cf DV 16).

130 La tipología significa un dinamismo que se orienta al 
cumplimiento del plan divino cuando "Dios sea todo en todos" (I Co 15, 
28). Así la vocación de los patriarcas y el éxodo de Egipto, por ejemplo, 
no pierden su valor propio en el plan de Dios por el hecho de que son 
al mismo tiempo etapas intermedias.


V LA SAGRADA ESCRITURA EN LA VIDA DE LA IGLESIA

131 "Es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que 
constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, 
alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual" (DV 21). 
"Los fieles han de tener fácil acceso a la Sagrada Escritura" (DV 22).

132 "La Escritura debe ser el alma de la teología. El ministerio 94 de 
la palabra, que incluye la predicación pastoral, la catequesis, toda la 
instrucción cristiana y en puesto privilegiado, la homilía, recibe de la 
palabra de la Escritura alimento saludable y por ella da frutos de 
santidad" (DV 24) 

133 2653 La Iglesia "recomienda insistentemente a todos los fieles... 
la lectura asidua de la Escritura para que adquieran 'la ciencia 
suprema de Jesucristo' 1792 (Flp 3, 8), 'pues desconocer la Escritura 
es desconocer a Cristo' (S. Jerónimo)" (DV 25). 

RESUMEN 

134 "Toda la Escritura divina es un libro y este libro es Cristo, porque 
toda la Escritura divina habla de Cristo, y toda la Escritura divina se 
cumple en Cristo" (Hugo de San Víctor, Noe 2, 8).

135 "La sagrada Escritura contiene la Palabra de Dios y, en cuanto 
inspirada, es real- mente Palabra de Dios " (DV 24).

136 Dios es el Autor de la Sagrada Escritura porque inspira a sus 
autores humanos: actúa en ellos y por ellos. Da así la seguridad de 
que sus escritos enseñan sin errar la verdad salvífica (cf DV 11 ).

137 La interpretación de las Escrituras inspiradas debe estar sobre 
todo atenta a lo que Dios quiere revelar por medio de los autores 
sagrados para nuestra salvación. Lo que viene del Espíritu sólo es 
plenamente percibido por la acción del Espíritu. (Cf. Orígenes, hom. in 
Ex. 4, 5).

138 La Iglesia recibe y venera como inspirados los cuarenta y seis 
libros del Antiguo Testamento y los veintisiete del Nuevo.

139 Los cuatro evangelios ocupan un lugar central, pues su centro 
es Cristo Jesús.

140 La unidad de los dos Testamentos se deriva de la unidad del 
plan de Dios y de su Revelación. El Antiguo Testamento prepara el 
Nuevo mientras que éste da cumplimiento al Antiguo; los dos se 
esclarecen mutuamente; los dos son verdadera Palabra de Dios.

141 "La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo 
ha hecho con el Cuerpo de Cristo" (DV 21): aquélla y éste alimentan y 
rigen toda la vida cristiana. "Para mis pies antorcha es tu palabra, luz 
para mi sendero" (Sal 119, 105; Is 50, 4).