¿QUIEN ES CRISTIANO?


1. Preguntando a los antiguos
Estamos en una ciudad del Imperio Romano en el siglo III de 
nuestra era. Una señora joven ha llegado a una carnicería y acaba 
de hacer con la mano un garabato como éste: 

Otra de las presentes capta 
inmediatamente el garabato y se acerca a ella a la salida: las dos se 
ponen a hablar en voz baja. ¿Qué está ocurriendo? Por aquella 
región arrecia una persecución contra los cristianos. La primera 
mujer es nueva en la zona: ha tenido que trasladarse de domicilio 
con su familia, quizás a un lugar donde nadie les conociera, para 
evitar posibles acusaciones. En el nuevo lugar de residencia no 
conoce a ningún cristiano. Hablar de ello con una persona 
cualquiera, hubiera resultado peligroso. Por eso ha hecho el citado 
garabato, que le ha permitido entrar en contacto con otra mujer 
cristiana y evitar el peligro.

¿Qué garabato era aquél? Haciéndolo mejor se puede ver que 
puede representar la silueta de un pez: 


Había una curiosa coincidencia: las 
cinco letras de la palabra «pez» en idioma griego forman las siglas 
de las palabras, JESÚS, CRISTO, HIJO, DE DIOS, SALVADOR. En 
aquella época el griego se habla convertido en el idioma corriente 
del Imperio Romano: era el idioma internacional. La silueta del pez 
sirvió a aquellos cristianos, en tiempos de persecución, para 
identificarse clandestinamente como tales ante otros presuntos 
cristianos.

Esta historia nos ilustra sobre lo que consideraban esencial los 
creyentes de hace dieciséis y diecisiete siglos. Para aquellos 
hombres y mujeres, lo esencial del cristianismo era la persona y la 
vida de un judío llamado Jesús, que habla vivido en Palestina a 
comienzos de nuestra era. Aquel hombre lo era todo para ellos y lo 
expresaban con los títulos citados, Cristo, Hijo de Dios, Salvador.
Podríamos hacer una consulta más lejana todavía y preguntar 
a los primerísimos cristianos, que iniciaron esta religión después de 
haber convivido con Jesús. Estos creyentes nos han legado una 
serie de escritos breves, que son testimonio plural de su fe. A esos 
escritos los llamamos Nuevo Testamento o Nueva Alianza, como eco 
de la Primera Alianza de Dios con la Humanidad a través del Pueblo 
Judío. Entre ellos destacan cuatro, que llamamos «evangelios» o 
libros de la «buena noticia». Los cristianos actuales conocen poco o 
casi nada esos libros, los usan escasamente en sus casas, y por 
supuesto apenas saben interpretarlos. Sin embargo, contienen la 
revelación de lo esencial del cristianismo, redactada según múltiples 
experiencias. Si dejamos de lado los variados consejos éticos, 
nacidos de las distintas circunstancias de aquellos creyentes, nos 
encontramos con que todos ellos, de distintas maneras y en 
diferentes estilos, nos hablan de ese mismo hombre llamado Jesús. 
Se trata de dos épocas bastante distantes y, sin embargo, las dos 
nos dan idéntica respuesta: lo esencial del cristianismo es un tal 
Jesús de Nazaret, que vivió en Palestina al comienzo del siglo 
primero, y que murió ajusticiado en una cruz, bajo el poder de las 
autoridades romanas de ocupación, con la connivencia de las 
autoridades religiosas judías. Aquel hombre lo era todo para ellos, a 
pesar de que los demás ciudadanos los ridiculizaban y 
despreciaban, porque la cruz era la mayor infamia que podía caer 
sobre un hombre. 

¿Qué es un cristiano? ¿Quién es cristiano? Es el seguidor de 
aquel Jesús, al que luego le dieron el sobrenombre de Cristo, 
traducción griega de la palabra hebrea «mesías». De ese titulo ha 
nacido la palabra «cristiano».

Si hoy en día, un domingo cualquiera, nos pusiéramos a la 
puerta de un templo, y lanzáramos la misma pregunta a unos 
cuantos de los que salieran de misa, quizás algunos darían la misma 
respuesta, pero es más que probable que bastantes otros no 
acertaran con la contestación correcta. ¿Qué es un cristiano? 

¿Quién es cristiano? Queriendo ser concisos, bastarían estas cinco 
palabras: «El que cree en Jesucristo». Pero más de una persona 
nos diría otras cosas, como: «el que ama al prójimo», «el que no 
hace mal a nadie», «el que va a misa los domingos», «el que cree 
en Dios», etc. Un buen cristiano tendrá normalmente estas cuatro 
características y varias otras más; pero ninguna de ellas da en la 
diana de lo nuclear del cristianismo. ¿Ni siquiera el creer en Dios? 
Tampoco, porque hay diversas visiones e imágenes de Dios. El 
cristiano cree en el Dios de Jesucristo. Es decir: Jesús nos ha 
enseñado quién es, cómo es, el verdadero Dios. Por eso no basta 
referirse a la fe en Dios, sino que hemos de hablar de la fe en 
Jesús. Cristiano es el que cree en Jesucristo.

2. Y ¿qué es la fe?
La respuesta anterior puede resultar decepcionante para 
ciertos jóvenes, que están acostumbrados a oír la palabra «fe» 
como algo etéreo, inconcreto y poco exigente. Precisamente suelen 
ser los jóvenes más generosos los que se quedan insatisfechos con 
respuestas de ésas, quizás porque resultan poco significativas para 
ellos y para muchas personas de hoy. El joven quiere algo más 
concreto, más relevante y hasta más exigente.
Los pastores y catequistas que sueñan con atraer más a los 
jóvenes a base de rebajar las exigencias del cristianismo, 
ordinariamente suelen equivocarse, porque a nadie le gusta 
comprar acciones devaluadas.Pero ¡cuidado!: que la fe no es una moneda devaluada. Quizás 
esté devaluada la palabra fe, y por eso resulte poco significante y 
hasta irrelevante. Se ha usado esta palabra con tanta prodigalidad y 
descuido, que resulta comprensible su progresiva devaluación. 
Pero, aunque la palabra fe pueda estar devaluada, el contenido de 
la misma sigue teniendo una alta cotización. ¿Qué es la fe? ¿Qué 
contiene esta palabra? Vamos a aproximarnos a ese contenido poco 
a poco, como por rodeos, para delimitarla bien y captar su enorme 
riqueza.

a) Admiradores y simpatizantes
Un hombre muy rico, llamado Nicodemo, solicitó una entrevista 
nocturna con Jesús. Tenía motivos para verle de noche, porque era 
del grupo de los fariseos, que estaban bastante encontrados con 
aquél. Los signos de Dios que veía en él le llamaban 
poderosamente la atención. No se declaraba partidario de Jesús, 
primero porque no veía las cosas con claridad y segundo porque 
tenía miedo a la gente de su grupo. Admiraba a Jesús y sentía 
simpatía hacia él. ¿Tenía fe? Pues no. La tuvo después de la 
muerte de Jesús, cuando dio el paso público de preocuparse de su 
enterramiento y conseguir un sepulcro nuevo.

La admiración y la simpatía son como los primeros peldaños de 
la fe. Pero no son propiamente fe. Los simpatizantes van a escuchar 
el mitin o el sermón de la persona admirada, pero no son todavía 
partidarios ni seguidores. Sin embargo, ese primer peldaño es 
absolutamente necesario para dar el salto a la fe en Jesús, porque 
ésta va siempre impregnada de simpatía y admiración. Por ahí se 
empieza. Por extraño que pueda parecernos, todos, todos los 
entendidos aseguran que los apóstoles no tuvieron fe hasta 
después de la muerte de Jesús. Durante la vida de éste? tuvieron 
solamente admiración, una admiración creciente, que iba gestando 
ocultamente la eclosión final de la fe. Pero propiamente no la 
alcanzaron hasta después de los dramáticos sucesos del calvario, 
cuando, tras fuertes crisis, tuvieron la experiencia del Resucitado, 
dieron un salto cualitativo, y se convirtieron en seguidores de Jesús 
y propagadores de su mensaje. En resumen: la admiración no es fe, 
aunque es un ingrediente necesario de la fe.

b) Partidarios
Alguien ha dicho que Gandhi fue un personaje absolutamente 
extraordinario, de ésos de los que aparece uno cada doscientos 
años. Gandhi despertó admiración en los mismos británicos, pero el 
pueblo británico no pensó en hacerse partidario suyo, salvo 
excepciones aisladas. Sin embargo, logró partidarios en un número 
creciente de compatriotas, que se sumaron a sus ideas y le 
acompañaron en sus acciones de protesta. Mérito suyo fue el hecho 
de haber movilizado tan gran número de personas. El movimiento 
que dio lugar a la independencia y a la creación del Estado Indio fue 
obra de todo aquel grupo de personas, que eran partidarias suyas.
Un partidario es mucho más que un simpatizante o un 
admirador. Le diferencian dos puntos decisivos: primero, las ideas; 
segundo, la acción. El partidario hace suyas las ideas del partido o 
grupo, al menos en lo fundamental; después, las apoya, y trabaja 
por ellas. El grado de afiliación suele determinar la intensidad del 
trabajo. Pero alguna colaboración y apoyo explícito al programa del 
partido, se da siempre en los que son partidarios.
La fe cristiana supone que se ha subido un peldaño más que el 
de la admiración, y que uno se ha convertido en partidario de Jesús. 
¿Cuál es la forma de realizarse plenamente y ser feliz de verdad, 
dentro de las limitaciones de la vida? El creyente es partidario de las 
ideas que expone Jesús sobre el particular y, consecuentemente 
con ello, trata de llevarlas a la práctica.

Hay en todos los grupos cierto número de partidarios que lo 
son bastante a ciegas, unas veces por emotividad o miedo, otras 
por tradición familiar o costumbre. Pero no suele ocurrir tal cosa en 
los partidarios reflexivos. El partidario consciente de Jesús lo es por 
convicción personal, y no por convencionalismo, o porque se lo 
hayan dicho otras personas: esto último solamente debe ocurrir en 
los comienzos.
¿Qué es, pues, un cristiano? ¿Quién es cristiano'? Es aquél 
que, además de admirador, se ha convertido en partidario de Jesús. 
Por supuesto? en los asuntos científicos, técnicos y filosóficos, el 
creyente se guía como todos los demás por lo que dicen los 
entendidos y los hombres de ciencia; no pregunta a Jesús sobre el 
modo de curar una enfermedad. Pero en todo aquello que 
concierne al sentido de la vida y del mundo, el creyente es 
partidario de las ideas fundamentales de Jesús. Esto compromete 
bastante más que la simple admiración. ¿Qué pensamos de las 
desigualdades sociales? «Yo soy partidario de Jesús», dirá el 
creyente. Y aunque sabe que el evangelio no puede decirle mucho 
sobre las causas y soluciones técnicas, sabe también que Jesús le 
dirá qué postura debe adoptar ante un hecho tan grave, y seguirá 
ese camino, aunque tenga que ir contra corriente.

c) Seguidores
Es realmente grande la vinculación que comporta el hecho de 
ser partidario. Pero esta noción no da todavía cuenta cabal de lo 
que supone la fe. Los creyentes cristianos eran unos partidarios 
muy personales, que establecían con Jesús relaciones estrechas. 
Pedro era partidario de Jesús, pero era además un gran amigo 
suyo. María Magdalena era partidaria de Jesús, pero mantenía 
además con él una relación afectuosa, que algunos han llegado a 
confundir con el enamoramiento. Pero no se trataba tampoco de un 
grupo cerrado de amigos, que cultivara intensamente el afecto y la 
ayuda mutua. Era otro tipo de amistad y unión, que podríamos 
expresar con la siguiente contraposición:

Los partidarios de un grupo o partido se vinculan a unas ideas 
y un programa.
En cambio el creyente se vincula ante todo a la persona misma 
de Jesús, a su vida y a su testimonio.

La fe cristiana no consiste solamente en creer en un mensaje, 
sino en creer en una persona. Primero creo en la persona; después 
creo en sus ideas o mensaje.
Esta relación tan estrecha se expresa mejor con las palabras 
«seguimiento» y «seguidor». El creyente es partidario de Jesús 
porque primeramente se ha hecho seguidor suyo. El seguidor es 
infinitamente más que un partidario. Se parece a un discípulo, pero 
es todavía más que éste. Dicho brevemente: el partidario se adhiere 
a un programa; el discípulo, a las enseñanzas de su maestro; el 
seguidor, a la persona misma del maestro. El partidario toma ideas y 
programas; el discípulo aprende lecciones; el seguidor cristiano 
aprende actitudes, valores y comportamientos, de la propia vida del 
maestro.
Este es el motivo por el que, en el cristianismo, lo primero no 
son las enseñanzas de Jesús' sino su persona. De tal manera que 
hasta las enseñanzas brotan de la persona de Jesús, de su 
experiencia vital y de su testimonio. Las enseñanzas de Jesús no se 
pueden desligar de su persona. Jesús no es un maestro de ideas, 
sino un maestro de vida. ¿Cuál es el mensaje cristiano? Es la 
persona de Jesús, su vida, su compromiso, su testimonio. Y ¿qué es 
un cristiano? volvemos a preguntar otra vez ¿Quién es cristiano? El 
seguidor afectuoso de Jesús, que se vincula a su persona y decide 
seguir sus pasos. Dicho brevemente: la fe culmina en el 
seguimiento.

3. Fe fría y fe caliente
FE/FRIA-CALIENTE: Con la noción de seguimiento hemos 
dicho lo principal para entender lo que es la fe. No haría falta añadir 
mucho más. Pero quizás pueda ayudarnos a comprenderlo todo 
mejor, la contraposición entre fe fría y fe caliente.

-Fe fría es la que está en la cabeza. Fe caliente es la que baja 
al corazón y a la vida.
-Fe fría es la que se vincula a unas ideas y a un programa. Fe 
caliente es la que se vincula a una Persona.
-Fe fría es la que vive de enseñanzas, verdades y preceptos. 
Fe caliente es la que vive del seguimiento de Jesús, porque uno se 
ha hecho amigo y seguidor suyo.
La genuina fe cristiana ha sido siempre una fe caliente que no 
olvida la cabeza, las ideas y las enseñanzas, pero que centra toda 
su atención en la persona de Jesús, con admiración, entusiasmo y 
seguimiento. Hemos de reconocer que muchos, muchísimos 
cristianos tienen fe fría. No sienten una vinculación personal a 
Jesús, sino que se limitan a aceptar ciertas normas de conducta, 
con más o menos reservas, y a cumplir algunos actos de culto. 
Muchos cristianos están bastante lejos de la genuina fe cristiana. La 
auténtica fe es fe caliente y a ella queremos caminar con 
apasionamiento.

4. Cabeza, corazón, voluntad
Esto de la fe fría y la fe caliente nos lleva a explicar mejor la 
complejidad de la fe y su carácter totalizante, puesto que abraza la 
persona entera. Pero antes de entrar en esta explicación, 
resumamos cuanto hemos dicho hasta ahora, para poder seguir el 
hilo con más claridad.

-Cristiano es el hombre o mujer de fe
-La fe incluye la admiración, el ser partidario, el seguimiento.
-En el seguimiento están contenidos los otros dos niveles.
-Por eso, el seguimiento supone una fe caliente.
-Todo ello va referido a Jesús, porque el centro de la fe es El.

La conclusión que se deriva de estos datos es que la fe 
cristiana penetra en la totalidad de la persona, en sus ideas, sus 
sentimientos y su acción. Por eso hablamos de la fe de la mente, la 
fe del corazón y la fe de la voluntad. Pero no se trata de una suma 
de tres realidades distintas, sino de una síntesis, en la que cada 
factor, si se vive correctamente, incluye los otros dos. Veámoslo.

-Fe de la mente o asentimiento mental. Consiste en asentir o 
reconocer con la mente que Jesús es realmente el sentido del ser 
humano y de la sociedad; el camino, la verdad y la vida; el enviado 
de Dios, el Hijo de Dios. La fe de la mente se nutre más bien de 
formación y estudio.
-Fe del corazón o confianza. Consiste en que, a la vez que lo 
aceptamos como sentido, camino, verdad, etc., confiamos en El, 
sentimos cercanía hacia El y le queremos. La fe del corazón se 
alimenta sobre todo de oración y celebraciones.
-Fe de la voluntad o seguimiento. Es la decisión de la voluntad, 
por la cual me comprometo a seguir los pasos de Jesús. Es decir: 
hago míos sus proyectos de vida, su linea de actuación, sus normas 
de conducta. La fe de la voluntad se cultiva sobre todo con obras 
evangélicas.

En la fe cristiana, los tres aspectos están entrelazados y 
compenetrados. Lo que no resulta fácil es determinar por cuál de 
ellos entra la fe en cada persona concreta. Depende de los 
temperamentos y las circunstancias. Hemos de buscar una síntesis 
armoniosa del asentimiento, la confianza y el seguimiento.

5. Volviendo ahora a lo del pez
J/SALVADOR: Si volvemos ahora a la anécdota del pez, nos 
encontramos con que aquellas siglas contenían todo lo que vamos 
explicando. Veámoslo.
Primeramente, resulta que aquella formulación está centrada, 
de manera exclusiva, en la persona de Jesús. Aquella mujer que 
hacía en la tienda el garabato del pez; aquel hombre que en los 
baños repetía disimuladamente el mismo gesto por si su interlocutor 
lo captaba, eran admiradores, partidarios y seguidores de Jesús, 
con una fe caliente.
Un segundo dato no menos importante: esa antigua formulación 
no hablaba sólo al corazón, sino también a la cabeza. No expresaba 
una fe de fanáticos, sino un calor mezclado de racionalidad. Las 
expresiones «Cristo» (=Mesías) e «Hijo de Dios», hablan 
preferentemente a la cabeza y nos dicen que aquel hombre llamado 
Jesús es el enviado de Dios, es la verdad, el camino y la vida.
Pero el último titulo, el de Salvador, da calor y fuego a los otros 
dos, con lo cual convierte la fe de la cabeza y las obras, en fe del 
corazón. Porque resulta que quien llama a Jesús conscientemente 
«salvador», piensa en su propia persona y dice prácticamente «mi 
Salvador». He aquí el tercer dato encerrado en el dibujo del pez, la 
fe cálida y entrañable de aquellos primeros cristianos.
¿De qué le ha salvado Jesús a Vd.?, podríamos preguntar a 
aquella mujer. Y quizás nos diría: «Yo estaba metida en una vida 
desarreglada, que me destruía, y destruía a mi familia; y Jesús me 
ha sacado de ese pozo.» Y ¿a Vd.?, preguntamos al hombre. «Yo 
no andaba tan desarreglado, pero llevaba una vida completamente 
vacía, sin otro contenido que el ir tirando y pasarlo bien.» «Yo, diría 
un tercero, estaba sumido en la oscuridad más absoluta y no sabia 
ni para qué vivía.» «Yo estaba metido en el infierno de la injusticia, 
en el robo legalizado, la opresión de mis esclavos y la utilización de 
mis esclavas.» «Yo, diría un joven, no había caído tan bajo; pero, 
por mi familia y mis circunstancias, mi vida se encaminaba hacia 
cualquiera de esas falsas salidas: me bastaba dejarme llevar por la 
corriente. Jesús me ha salvado de lo que podía haber sido. Ahora 
voy contra corriente y soy feliz.»

6. Hoy en día, lo mismo
Podrían haber respondido muchas cosas más, como responden 
actualmente los creyentes calientes en Jesús, que son admiradores, 
partidarios y seguidores suyos. Podrían responder sobre su propia 
persona y sobre la persona del prójimo. ¿En qué has cambiado 
desde que estás en una pequeña comunidad?, preguntaba un 
catequista a un hombre de cincuenta años, casado y con hijos. Y el 
hombre respondió muy sincero: «Mira, yo no he hecho nunca 
grandes barbaridades, no soy rico, no he extorsionado a nadie, me 
he dedicado exclusivamente a mi familia. Pero desde que he 
conocido a Jesús, para mi las personas son distintas... Antes eran 
también personas, pero eran casi como cosas. Ahora son muy 
distintas, muy distintas, repetía. No sé como explicártelo. Uno de mis 
hijos no pisa la iglesia, pero nos dice a mi mujer y a mi, que 
sigamos, que nos ve muy cambiados...». El hombre no acertaba a 
explicar lo que le ocurría, pero lo sentía.
Cuando decimos con la boca «Jesús, salvador», como una 
formula aprendida de memoria, nos quedamos completamente fríos, 
porque esa palabra no procede de la experiencia. Cuando 
pronuncio ese título como un hecho de experiencia, entonces no 
hace falta que nadie me diga lo que es fe caliente, porque la llevo 
dentro. Entonces Jesús no es el Salvador, sino MI Salvador. En el 
testimonio de este hombre hay una frase muy significativa: «Desde 
que he conocido a Jesús. Como diciendo: Antes no le conocía de 
una forma personal. sino genérica; no era alguien cercano a mi. 
Era... el mesías, el Hijo de Dios, alguien... más o menos lejano. Le 
conocía con la cabeza. Ahora, cuando lo siento cercano, es cuando 
le he conocido, y experimento que me ha salvado... a mí; es MI 
Salvador.

7. Una canción religiosa actual
Primero no son las ideas, las normas, las leyes. Primero es el 
conocimiento cordial de Jesús, la amistad, el seguimiento. Ya esto 
sólo empieza a producir frutos llamativos, cambios, 
transformaciones, alegría, otra visión del ser humano y de la vida. 
Hay una canción religiosa muy utilizada que expresa esta relación 
cordial con palabras casi

¡Creo en Jesús! ¡Creo en Jesús! 
El es mi amigo, es mi alegría, El es mi amor.
¡Creo en Jesús.!¡Creo en Jesús.
El es MI Salvador.
El llamó a mi puerta, me invitó a compartir su heredad.
SEGUIRÉ a su lado, llevaré su mensaje de paz.

Esta es la fe cálida, que me hace amigo de Jesús, amigo 
alegre, capaz de afrontar la vida y la muerte, como supo hacer El. 
Jesús es mi amor, aquel a quien yo sigo amorosamente, porque ha 
llamado a mi puerta y me ha salvado: es MI salvador. Cuando no 
existe esta fe cálida, el cristianismo se degrada, porque se reduce a 
una serie de normas más o menos enojosas, o a un consuelo fácil 
para estómagos vacíos, y también a una justificación espiritual de 
estómagos llenos e insolidarios. De todo esto hay, por desgracia.

8. El cuerpo y la vid
Cualquier creyente encuentra siempre dificultades para 
exponer satisfactoriamente su fe, porque carecemos de referencias 
humanas capaces de explicarla suficientemente. Es especialmente 
difícil explicar la misteriosa vinculación que une al creyente de fe 
personal con Jesús. El Nuevo Testamento echa mano de las 
comparaciones para hacer más comprensible esa experiencia. San 
Pablo habla del cuerpo humano, cuyos miembros están 
perfectamente unidos entre sí, se necesitan unos a otros, se 
ayudan, y están vitalizados y regidos permanentemente desde la 
cabeza. Y concluye: Jesús es como la cabeza, y los cristianos como 
los miembros del cuerpo. Cada miembro está unido a la cabeza y de 
ella recibe la vitalidad. Pero está igualmente unido a los otros 
miembros, los necesita, los ayuda, y también los daña. San Juan 
trae la comparación de la vid: dice que los cristianos somos como 
los sarmientos de Jesús que es la vid. Ambas comparaciones 
ayudan a imaginar un poco este misterio de la estrecha vinculación 
del creyente con Jesús.
¿Qué es un cristiano? Es un admirador, un partidario, un 
seguidor de Jesús; es uno que ha «conocido» personalmente a 
Jesús, y ha sido salvado por El, como los enfermos, marginados y 
mal vistos del evangelio; es alguien que tiene una fe caliente, y por 
ella se ha vinculado vitalmente a Jesús, como un sarmiento a la vid. 
Hay que hacer la prueba para saber lo que es esto. Hay que 
experimentarlo personalmente. Y es más fácil vivirlo que explicarlo 
bien. Un antiguo himno gregoriano dice: Expertus potest dicere 
«Solamente quien lo ha experimentado, puede comunicar lo que es 
esto.» Quien tiene una experiencia de éstas, cambia de actitud ante 
si mismo, ante las personas y ante el mundo, y empieza a 
transformarse aun antes de haber recibido norma alguna. No hay 
ley para quien tiene esta experiencia, porque vive del encuentro 
vivo con Jesús y de su seguimiento. No hay que darle órdenes y 
normas para orar y hacer celebraciones, porque las desea más que 
nadie.

9. La vida de fe en cuatro puntos
Pero ¿cómo se materializa toda esta experiencia tan 
maravillosa? El creyente suele llegar a la fe por algún «golpe 
religioso» o por una catequesis sólida y prolongada. De esta última 
no se puede prescindir nunca, incluso en el caso de una gracia 
especial. Ahora bien: esa catequesis suele tener dimensión 
comunitaria, porque se realiza en grupo; normalmente va 
acompañada de oraciones y celebraciones; y presenta exigencias, 
prácticas de vida personal y de amor al prójimo, con objeto de 
seguir las huellas de Jesús. Pues bien, en esta enumeración tan 
sencilla hemos citado cuatro realidades, cuatro ámbitos de vida, que 
pueden estimular, cultivar y materializar esa vida de fe que es la 
esencia de lo cristiano: comunidad, oración y celebraciones, el 
prójimo, el compromiso por la justicia.

10. Primero, la comunidad
La fe cristiana es un asunto personalísimo, en el que entran en 
juego la cabeza, el corazón y las obras. Pero es al mismo tiempo un 
asunto comunitario, porque la vinculación con Jesús no se realiza 
plenamente al margen del grupo de sus seguidores. Lo expresa, de 
una manera muy viva, la comparación del cuerpo de San Pablo. Al 
mismo tiempo y con la misma intensidad con que nos vinculamos a 
Jesús por la fe caliente, quedamos vinculados con su cuerpo 
(místico) que es el grupo de sus amigos y seguidores. La fe por libre 
no es la fe cristiana plena, la fe que quería Jesús.
Los relatos de las primeras comunidades manifiestan esta 
experiencia comunitaria de una manera directa y fuerte. Los 
cristianos de Jerusalén formaban un grupo de relaciones estrechas, 
de las que se nos relatan estos cuatro rasgos ideales:
-Que recibían juntos la catequesis de los apóstoles
-Que se esforzaban en amarse y ayudarse mutuamente, de tal 
forma que nadie pasaba necesidad: algunos entregaban sus bienes 
o parte de ellos, para servicio y ayuda de todos.
-Que celebraban juntos la eucaristía, por las casas.
-Y que hacían oración en común.

Son cuatro rasgos ideales de la vida interna de una comunidad 
cristiana, que están consignados en el Nuevo Testamento para que 
sirvan de pauta a todas las comunidades cristianas. El mismo Jesús 
había comenzado antes de esto a poner las bases de las 
comunidades cristianas, con sus propios discípulos. Con él 
formaban bolsa común y trataban de llevar una vida de amor y 
servicio, como se ve en varios pasajes de los evangelios. Jesús se 
hacia el último y el servidor de todos, con gran extrañeza de sus 
discípulos, que veían en los demás maestros religiosos, unos 
comportamientos totalmente opuestos. También en este punto 
comprobamos que sus recomendaciones de hacernos servidores 
unos de otros, sobre todo si tenemos algún cargo o función le 
nacían de su experiencia más profunda.
En la citada comunidad que se formó en Jerusalén después de 
Pascua, Jesús ocupaba el lugar central, no sólo por el recuerdo 
afectuoso. sino porque sabían que continuaba resucitado entre 
ellos, y se sentían todos vinculados personalmente a El por la fe. Su 
unión mutua era a la vez resultado y expresión de la vida de Jesús 
entre ellos.
FE/C: De esta forma la fe cristiana resulta tan comunitaria como 
personal, y debe tener como marco de referencia una comunidad 
viva. Desgraciadamente, muchos cristianos parecen más bien 
afiliados a una organización, que miembros vivos en una 
comunidad. De ahí procede el empobrecimiento de su fe. Muchos 
cristianos, quizá la mayoría. ven las parroquias como 
establecimientos de servicios religiosos, y no como lo que están 
llamadas a ser: lugares y ámbitos de fe comunitaria y relaciones 
fraternas. Habría que ver con sinceridad las causas de esta visión 
deformada, y hacer lo posible por superarlas, no tanto con palabras, 
cuanto con hechos Los cristianos mas conscientes están llamados a 
agruparse en grupos comunitarios vivos, que se acerquen, en su 
espíritu y funcionamiento interno, al ideal esbozado en la comunidad 
de Jerusalén. Este punto es tan importante, que engloba el 
siguiente e influye decisivamente en el tercero y cuarto.
Para la mayoría de los jóvenes, el mantenimiento y desarrollo 
de la experiencia viva de fe, está ligada a su pertenencia a alguna 
de estas comunidades fraternales, donde se personaliza la 
vinculación a Jesús. Gran parte de los que se enfrían o abandonan 
la vida de fe, no lo harían si recibieran el aliento de una comunidad 
viva. El Concilio Vaticano II ha insistido fuertemente en el sentido 
comunitario de la fe cristiana y ha impulsado la extensión de 
pequeñas comunidades en las parroquias y en todas las instancias 
eclesiales.

11. Segundo, oración y celebraciones
Lo acabamos de ver en la comunidad de Jerusalén: los 
cristianos se reunían con frecuencia para celebrar la eucaristía y 
para hacer oración comunitaria. No insistimos en un punto que es 
obvio y fundamental. La oración comunitaria cuenta con una 
presencia especial de Jesús, como nos lo asegura el evangelio. En 
ellas aprendemos cordialmente, no sólo mentalmente, quién es 
Jesús para cada uno de nosotros, y para todo el grupo. En ellas 
sentimos con fuerza a toda la iglesia orante, que sigue como 
nosotros los pasos de Jesús.
Las celebraciones sensibilizan y realizan la fuerza dinamizadora 
del Señor, por medio de los signos que lo hacen presente. Esa 
fuerza se acrecienta en las celebraciones sacramentales, 
especialmente en la eucaristía. La eucaristía más pobre del lugar 
más descuidado, cuenta con la garantía total de la presencia y la 
fuerza de Jesús, prometida por él mismo. Ha sido un acierto 
pedagógico de la iglesia, desde los primeros tiempos, el 
establecimiento de un día semanal como día del Señor -es lo que 
significa la palabra «domingo»- para celebrar en él, en todos los 
lugares del mundo, la eucaristía pascual de recuerdo y actualización 
de la pascua de Jesús. Para un cristiano de fe viva, la pregunta 
sobre la obligatoriedad de la asistencia carece de sentido, porque 
es para él un momento de encuentro con Jesús, donde recuerda y 
aviva su condición de admirador, partidario y seguidor del Maestro. 
Por eso, aunque se trate de celebraciones poco ambientadas y 
hasta aburridas él acude con plena fe, y se esfuerza en permanecer 
unido a ese Jesús que es su camino, verdad y vida.
Pero dicho todo esto, no podemos dejar de añadir que una 
celebración cristiana no puede calificarse como ideal y ni siquiera 
como buena, si no alcanza un clima comunitario mínimamente 
aceptable. Porque resulta que las celebraciones cristianas, 
especialmente la eucaristía, son por naturaleza celebraciones 
comunitarias y eclesiales. De tal forma que la mentalidad de ciertos 
cristianos, que acuden a misa como asistentes particulares a un 
acto religioso realizado en el altar, no corresponde al espíritu del 
evangelio ni a las enseñanzas de la lglesia. La eucaristía y todas las 
celebraciones son experiencias grupales de fe personal y 
comunitaria. Es deber de todos procurar la realización de 
celebraciones realmente comunitarias, que faciliten el encuentro 
vivo con aquel Jesús que se nos hace presente de modo especial 
en la comunidad de sus hermanos.
Una catequesis sobre el ser cristiano, no puede dejar de 
mencionar la oración personal corno un ámbito necesario de vida 
cristiana. El ser humano necesita silencio y reflexión, simplemente 
para ser más persona y más humano. El seguimiento de Jesús, 
desde el momento en que descansa en un encuentro personal con 
él, no puede mantenerse, menos aún desarrollarse, sin espacios 
frecuentes dedicados a la oración solitaria. La oración y 
celebraciones comunitarias no alcanzan la deseada densidad en los 
grupos y comunidades que no practican oración personal. Basten 
estos apuntes para mostrar la excepcional importancia de una 
cuestión en la que no podemos extendernos aquí.

12. Tercero, el prójimo
El tercer ámbito excepcional de vida cristiana se llama 
«prójimo». Con esta palabra. el evangelio no designa únicamente a 
las personas que están cerca de nosotros, sino que va infinitamente 
más lejos. ¿Quién es mi prójimo?, le preguntó aquel jurista a Jesús. 
Este no quiso responder directamente a la pregunta, sino que 
empezó contando una parábola. Y al final cambió «maliciosamente» 
la pregunta del jurista, y le lanzó a él la siguiente pregunta: ¿Cuál 
de los tres personajes de la parábola -sacerdote, levita, samaritano- 
te parece que se hizo prójimo del hombre caído?.
En este planteamiento de Jesús hay mucha más miga de lo que 
se podía esperar. No se trata de saber quién es mi prójimo, sino de 
que yo me haga prójimo de los demás. Es un giro total, que 
descalifica por completo esa idea cómoda e interesada, que llama 
prójimos a las personas cercanas. Siguiendo a Jesús, debiéramos 
plantearnos la cuestión de una forma muy distinta. ¿De cuántas 
personas me he hecho yo prójimo hasta ahora'? y ¿de quiénes: 
siempre de los mismos? Jesús vivió el amor de esta manera y, una 
vez más, nos enseña lo que él mismo vivió. Según esa enseñanza, 
cualquier persona puede ser mi prójimo: el amor cristiano es 
universal.
No deja de ser intencionada y provocativa la elección de los 
personajes de la parábola. El samaritano era para los judíos una 
«especie» irreligiosa atea y herética -comunista, anarquista o lo que 
queramos-. Y no deja de haber una crítica radical contra aquellos 
sedicentes cristianos, que cultivan mucho su experiencia interior, 
pero que viven instalados en la desigualdad social y en la 
insolidaridad. Estas personas están representadas por el sacerdote 
y el levita, que eran dos hombres religiosos.
La parábola nos dice con gran energía que la experiencia de 
admirador, partidario y seguidor de Jesús, resulta un cuento chino, 
cuando no va acompañada de la práctica del amor al prójimo, y más 
en concreto, al prójimo necesitado. Lo cual significa que el prójimo 
es la primera y principal presencia suya para nosotros. El que se 
hace seguidor de Jesús, se transforma paulatinamente en lo tocante 
a las relaciones con el prójimo, sobre todo el prójimo necesitado y 
pobre.
Sabíamos por el Antiguo Testamento que todo ser humano es 
imagen de Dios, por lo cual merece absoluto respeto. Jesús ha 
elevado nuestra visión y nos ha dicho que cada persona debe ser 
para nosotros El mismo. En consecuencia, si nos preguntamos de 
nuevo qué es un cristiano y quién es cristiano, tendremos que 
responder lo siguiente: Aquél que, por ser seguidor de Jesús, 
considera y trata a cada ser humano como al mismo Jesús. Casi 
nada.
El pasaje evangélico que hace estas tremendas afirmaciones 
es la conocida parábola del juicio final, cuando dice repetidamente: 
Lo que hicisteis a uno de estos necesitados, me lo hicisteis a mí; y lo 
que dejasteis de hacer con ellos, dejasteis de hacerlo conmigo.

13. Cuarto, la justicia
Ahora bien, si queremos llegar al fondo de estas enseñanzas, 
hemos de ahondar más en la palabra «prójimo». Ambas parábolas 
nos enseñan que, entre todas las personas a las que podemos 
«aprojimarnos», hay unas que gozan de una clarísima e indiscutible 
preferencia: son los marginados, los hambrientos, los mal vistos, los 
enfermos, los pobres. Y si esto es así, las buenas relaciones y la 
caridad son imprescindibles, pero pueden ser también insuficientes, 
cuando un sistema social genera injusticias y diferencias 
exageradas. Cuando muchas personas en el mundo mueren de 
hambre, ciertos niveles de vida no se pueden cohonestar con el 
seguimiento de Jesús. Cuando, en nuestro mismo entorno, la 
desigualdad de posesiones, de formas de vida y de oportunidades 
reales está a la orden del día, hay que plantearse más en serio lo 
que significa el seguimiento de Jesús. Ciertas obras asistenciales y 
caritativas, no sólo resultan insuficientes, sino además insultantes, 
cuando las personas que las hacen llevan un tren de vida alto, viven 
inmersas en la desigualdad social, o bien generan por otro lado 
mayores desigualdades con sus formas legalizadas de explotar al 
prójimo. Por eso, ante el hecho evidente de la desigualdad 
establecida, no basta hablar de amor, sino que es preciso hablar de 
justicia. El seguidor convencido de Jesús, está llamado a trabajar 
activamente en el seno de la sociedad civil, por establecer leyes 
más justas, que dificulten la explotación del prójimo y corrijan 
constantemente las desigualdades que vayan surgiendo. Aquí si 
que podemos decir con toda la fuerza de la fe, la famosa frase: 
¡Dios lo quiere! Jesús nos invita a gastar nuestras energías en un 
compromiso social activo, hasta lograr que todos los seres humanos 
tengan una vida digna; que todos los niños y jóvenes tengan 
igualdad de oportunidades. Estamos muy lejos de la meta. Pero el 
seguidor de Jesús sabe que El no hacía el bien para sentirse a 
gusto y satisfecho, sino para tratar de solucionar los problemas. El 
amor al prójimo se llama, ante todo, justicia.
Los jóvenes que, después de unos años de catequesis y 
formación cristiana, se preparan para dar el salto a una fe adulta, 
son los que mejor entienden este mensaje vivo de Jesús. «Me da 
dolor esta gente» que carece de lo necesario. El paso hacia la 
adultez cristiana consistirá en acrecentar la experiencia de seguidor 
de Jesús con la unión de dos polos, que han marchado demasiado 
tiempo separados por obra de cristianos interesados, pero que en 
Jesús iban inseparablemente unidos: la fe y la justicia.

14. No os extrañéis si el mundo injusto os odia
CZ/BURLA: Entre los restos arqueológicos del cristianismo 
antiguo, se ha encontrado un dibujo nada artístico, pero muy 
significativo. Podría ser el dibujo de algún escolar. Aparece una cruz 
y colgado de él un burro crucificado, o un hombre con cabeza de 
burro. Al pie del dibujo figura esta leyenda: Anaximeno adora a su 
dios.
Esta burla sarcástica debe hacernos reflexionar seriamente. 
Entre los griegos y romanos, la mera presentación de un líder 
religioso ajusticiado en la cruz provocaba un rechazo disparado. 
Porque la cruz era una infamia vergonzosa, propia de esclavos y de 
gente de baja estofa. Cicerón decía que entre ciudadanos romanos, 
no debiera ni nombrarse La burla sarcástica contra el joven cristiano 
Anaximeno no fue un caso aislado, sino que refleja la realidad 
cotidiana de cristianos en aquel ambiente. Hacerse cristiano 
suponía entonces exponerse a la burla, a la marginación y a veces 
a la persecución.
Pero ¿se trata de experiencias pasadas? ¿No ha ocurrido algo 
de esto, de distintas maneras, en todas las épocas y lugares, con 
aquellos que se han propuesto ser cristianos de verdad? ¿No está 
ocurriendo algo parecido ahora mismo en muchas partes del 
planeta, al este y al oeste? Debiéramos tener más presentes los 
avisos de Jesús y estar preparados para las contradicciones que 
podamos encontrar en nuestro camino. «No os extrañéis de que el 
mundo (injusto) os odie... sI a mi me han perseguido, no harán 
menos con vosotros.»
Lo más probable es que la mayoría de nosotros no nos veamos 
nunca en situaciones tan difíciles. Pero tampoco es improbable que 
más de una vez recibamos la compasión y burla de los amigos 
«progres», que se sienten muy superiores a nosotros.
Y es mas que probable que nos ganemos enemistades. si nos 
proponemos simplemente ser honrados en los negocios. Y es 
posible también que, en determinados ambientes, no medremos 
tanto como otros...
Este recuerdo de la cruz quiere ser un empujón de aliento, para 
cuando nos lleguen estas u otras dificultades a causa de la fe. 
Entonces sentiremos internamente la gran satisfacción de 
parecernos más a Jesús. Recordaremos que estaba anunciada por 
El y que no debemos extrañarnos demasiado. Y leeremos en el 
evangelio, con gran emoción, algo inmensamente alentador, 
procedente también de la boca de Jesús: Dichosos cuando os toque 
sufrir algo por ser cristianos. ¿Por qué ? Porque querrá decir que lo 
somos de verdad. Será grande nuestra dicha, porque llevaremos las 
marcas de Jesús y empezaremos a ser hombres y mujeres nuevos, 
personas resucitadas, que llevan dentro el triunfo y la alegría de 
Jesús.

15. Invitación a la fe auténtica
Hemos expuesto cuáles son los rasgos fundamentales de un 
cristiano. Es preciso motivarse a hacer efectivos esos rasgos en la 
propia vida. Por esos mundos de Dios hay demasiado bautizado 
ignorante, indiferente, descomprometido: ignorante del contenido 
del bautismo y de la fe; indiferente ante el don y las exigencias del 
ser cristiano; descomprometido respecto del evangelio, de Jesús y 
del prójimo.
Esta catequesis se ha escrito para que tú seas más consciente, 
interesado y comprometido. Para que te metas de cabeza en el 
grupo de Jesús, como admirador, partidario y seguidor. Para que 
nunca jamás te quedes en una vaga creencia que no compromete a 
nada, como cuando decimos: «Sí, algo debe de haber»; sino que 
adquieras esa fe totalizante, que abarca la cabeza, el corazón y la 
voluntad; las ideas, los sentimientos, las obras; el asentimiento, la 
confianza, el seguimiento.
Esta catequesis es, pues, un toque de atención para ti. Y más 
que un toque de atención anónimo, una voz caliente, la voz de 
Alguien que te quiere y te busca, para tu propio bien, tu propia 
realización total. Efectivamente, aquí lo importante es esa Voz de 
Dios, que late debajo de la letra y las explicaciones de la catequesis; 
la Voz amorosa que busca tu amistad. Antes de que tú le buscaras, 
te estaba buscando El. ¿Por qué no entras ahora mismo en tu 
aposento interior y te pones a escuchar esa Voz? Alguien te ha 
hablado mientras escuchabas esta catequesis. Y te invita a una vida 
nueva, a una comunidad viva, donde puedas escuchar su Palabra, 
celebrar su amor, ver al prójimo y comprometerte por la justicia y la 
fe. Relee varias veces esta catequesis, medítala y déjate convencer 
por la Voz interior que te habla a través de ella.
Después, puedes orar un rato con la siguiente plegaria:

¡Te busco Jesús! 
¡Quiero ver tu rostro!
¡¡Quiero ver tu rostro!!

Saliste a mi encuentro 
una mañana de primavera.
Me tomaste de la mano 
y estuvimos un rato juntos.

Te vi un poco, te sentí.
Quiero conocerte más 
y tenerte más cerca.
No me cierres la puerta.
Abre y déjame entrar.
Te estoy llamando.

Ábreme para que te vea 
y esté contigo 
y cambie todo entero
mis entrañas y mi corazón,
mis manos y mi cabeza.



GUÍAS DE PROFUNDIZACION

GUÍA N.° 1

A. Grupos pequeños
Comentar en grupos pequeños lo que más me ha gustado o 
llamado la atención.

B. Oración comunitaria
Con /Jn/15/01-16.

Breves observaciones al pasaje
Para orar con este pasaje, lo más sencillo es recorrerlo frase a 
frase, porque todas ellas están cargadas de contenido. Destacamos 
las ideas principales.

a) La comparación de la vid y los sarmientos sirve para expresar 
la unión estrecha que hay entre Jesús y el cristiano. Somos uno (v. 
1-6).

b) Pero hemos de mantener esa unión. Separados de Jesús, no 
damos fruto; unidos a El, damos mucho fruto. El Padre es quien nos 
cultiva, y, para que demos más fruto, nos poda (4-6).

c) Esta unión tan estrecha tiene tres consecuencias 
fenomenales:
-Primera, la confianza, porque el Padre oirá nuestras oraciones 
(7 y 16).
-Segunda, el amor, el que Jesús nos tiene y el que debemos 
tenernos unos a otros. Hemos de mantenernos fieles a ese amor. El 
amor de Jesús hacia nosotros es el mismo que tiene el Padre hacia 
El. Es algo emocionante (5-9)
-Tercera, la alegría. Jesús nos da su propia alegría, que es 
inmensa, total (11)

d) Todo esto no es mérito nuestro, sino pura gracia de Jesús. 
No le hemos elegido nosotros a El. Antes nos ha elegido y querido 
El a nosotros. Es otra confidencia impresionante (16).

e) Estos dones nos obligan a nosotros a dar el mayor fruto 
posible. La preocupación por el fruto que hemos de dar para el 
Reino de Dios, aparece repetidamente en este pasaje.
-Versículo 2: El sarmiento que no de fruto, lo cortarán.
-Versículo 5: El que está unido a Jesús da fruto abundante.
-Versículo 8: El padre es glorificado cuando damos mucho 
fruto.
-Versículo 10: Jesús me ha elegido para que dé un fruto grande 
y duradero.

Pero no entenderla bien este pasaje quien viera todas estas 
alusiones al fruto como una exigencia. Antes que ninguna exigencia, 
está el don que nos hace Jesús: la unión con El, su amor y alegría, 
la confianza en el Padre que escucha nuestra oración. El fruto es la 
consecuencia de ese don y un verdadero premio para nosotros.
Cada cual subraya todo lo que quiera. La mayoría de las frases 
merecen ser subrayadas y oradas intensamente.


GUÍA Nº 2

A. Repaso de la catequesis

Objetivo de este repaso: obligarme a releer y asimilar la 
catequesis. Las contestaciones escritas me sirven para comprobar 
si la ha asimilado realmente.

Leer atentamente los números 1-3 y luego responder por escrito 
a las siguientes preguntas

1. Hay tres grados hacia la fe: simpatizante, partidario, 
seguidor.
a) Explicar las diferencias entre ellos, poniendo ejemplos.
b) Señalar los rasgos propios del seguidor.

2. ¿Cuál es el rasgo más central y más especifico del cristiano y 
del cristianismo? ¿EI ir a misa? ¿El hacer el bien al prójimo? ¿El 
creer en Jesucristo? ¿El creer en Dios? Elige la respuesta correcta 
y razónala.

3. La figura del pez. ¿,Por qué la tomaron los primeros cristianos 
como símbolo y contraseña suya?

4. Fe fría y fe caliente. Señalar las diferencias entre una y otra y 
explicar por qué la fe cristiana auténtica es fe caliente.

B. Aplicación personal

Objetivo; llevar a la práctica el contenido de la catequesis.
Esta vez la podemos hacer sobre el número 4.

a) Ver qué es lo que predomina en mí: fe de la mente, del 
corazón o de la voluntad.
Comprobarlo con datos.

b) Ver también lo que más he cultivado hasta ahora y lo que 
más cultivo actualmente.
-La fe de la mente se cultiva preferentemente con lecturas y 
estudio.
-La del corazón, con oración, celebraciones.
-La de la voluntad, con una vida ética y con el compromiso.

Esta aplicación personal es una verdadera oración. Se procede 
del modo siguiente:
-Me presento ante Jesús, le pido ayuda para hacer bien esta 
aplicación personal.
Le muestro grandes deseos de orar bien.
-Después leo el citado número 4 y reflexiono sobre las 
cuestiones planteadas, en compañía de Jesús.
De vez en cuando me detengo y dialogo con El sobre lo que 
veo.
Voy anotando mis reflexiones, mi revisión.

-A continuación, oro de nuevo de forma más expresa.
Le presento a Jesús el resultado de mi revisión. Le presento 
también mis deseos, dudas, dificultades, facilidades, etc.
Le pido ayuda.
Le doy las gracias por este rato de oración.
Me despido de El.

C. Oración
Con /Lc/05/27-32: Llamada a Leví.

Breve explicación del pasaje
Se trata de un pasaje doble: la llamada a Leví y la comida con 
pecadores marginados. La primera parte es un esquema de llamada 
y seguimiento, válido para todos los cristianos. Contiene dos puntos 
principales. El primero es la palabra «sígueme» (27), llamada clara y 
firme de Jesús (subrayar esa palabra). El segundo es la reacción 
positiva de Leví: «Dejándolo todo, se levantó y le siguió» (28; 
subrayar esta frase). Por supuesto, el hecho está muy 
esquematizado, pero eso mismo le da mayor fuerza, porque así 
quedan destacadas las dos notas principales.
Más o menos intensamente, todos sentimos la llamada de 
Jesús. A veces nos resulta poco clara, porque no queremos oiría. 
La respuesta de Leví es radical. No todos reciben la llamada y 
gracia para dejarlo materialmente todo como él, sino unos pocos. 
Pero todos estamos llamados, si no a dejarlo todo, sí a dejar 
muchas cosas y a poner en segundo plano todo lo demás, ante la fe 
y la vida cristiana. El seguimiento de Jesús es lo primero, lo 
principal, lo absoluto
Nos interesa destacar además que Jesús llama a cualquiera, a 
todos, sin mirar sus méritos: en este caso es un recaudador mal 
visto, socialmente despreciado y marginado. Con este hecho, Jesús 
rompió una vez más los esquemas de los fariseos y de los judíos 
piadosos. Subrayar la palabra recaudador (27).
Lo cual ocurrió en mayor grado cuando celebró un gran 
banquete con los amigos de Leví. Entre los judíos, la comida era un 
acto de comunión e identificación. Por eso, para los fariseos era 
inconcebible que Jesús comiera con aquellos pecadores. Y 
protestan ante los discípulos. Pero es Jesús mismo quien les 
responde, y sus palabras chocan todavía más con la mentalidad de 
los que son buenos oficialmente. Son palabras llenas de amor y 
esperanza. Jesús busca a todos y no se detiene ante los que pasan 
por pecadores o lo son. Nadie hace méritos suficientes para ser 
creyente. Esto es pura gracia. No me ha llamado por mis méritos, 
sino por su amor hacia mí.
Subrayar además de lo anterior: gran banquete (29), un gran 
número de recaudadores (29), protestaban (30), ¿se puede saber 
por qué coméis y bebéis con recaudadores y descreídos? (30), no 
he venido a invitar a la enmienda a los justos, sino a los pecadores 
(32).

Para orar, meterse en la piel de Leví. Escucho la llamada de 
Jesús, me levanto (de mi pecado y de mi apatía) y le prometo 
firmemente seguirle. A continuación, contemplo amorosamente a 
Jesús en aquel gran banquete, con aquella gente, gozando a gusto, 
escucho sus palabras, admiro su amor, cercanía a los marginados y 
pecadores, valentía para romper moldes, compromiso, etc.


GUÍA Nº. 3

A. Repaso de la catequesis
Leer atentamente los números 4-10 de la catequesis. Después 
responder por escrito al cuestionario siguiente.

1. Fe de la cabeza, del corazón de la voluntad. 
a) ¿Son tres clases de fe distintas? 
b) ¿En qué consiste cada uno de esos tres aspectos de la fe? 
c) ¿Cómo se cultiva cada uno de ellos'?

2. Primer punto para cultivar la vida de fe, la comunidad. 
a) La fe cristiana ¿es personal o comunitaria? ¿Sabrías 
demostrarlo? 
b) Señalar cuatro notas de la primera comunidad de Jerusalén. 

c) Cuál es el centro de una comunidad viva?

3. El cuerpo y la vid son dos comparaciones del NT. Explicar 
ambas comparaciones y lo que expresan.

4. En la fórmula del pez ¿dónde aparece sobre todo la fe de la 
cabeza y la fe caliente?

5. Las palabras «Jesús, Salvador», y la canción «Creo en 
Jesús>> ¿qué expresan: fe fría, fe rutinaria, fe caliente?

B. Aplicación personal
Objetivo. revisar a fondo la propia vida y llevar a la práctica la 
catequesis; que no se quede en teoría.

Hoy haremos la aplicación personal sobre la expresión «Jesús, 
mi salvador».

a) Primero, releo los números 5 y 6.
b) Si a mi me preguntaran hoy de qué me ha salvado Jesús 
¿qué respondería? Repasar mi persona, repasar mi vida.
Y si no sé qué responder ¿por qué sera'? ¿Qué experiencia de 
Jesús tengo yo? 
c) ¿De qué situaciones, fallos, pecados, necesito ser liberado y 
salvado actualmente por Jesús?
d) ¿Qué obstáculos le pongo a Jesús cuando El quiere 
salvarme?

Hacer esta reflexión en oración, tal como se explica en la Guía 
N.° 2.

C. Oración
Con /Jn/01/35-51: los primeros discípulos.

Breve explicación del pasaje
En este pasaje se mezclan los recuerdos históricos del 
evangelista con las afirmaciones teológicas. Además, junto con los 
versículos anteriores y siguientes, está distribuido en siete días, 
cual nuevo Génesis, para sugerir que con Jesús empieza la nueva 
creación.Veamos lo que más interesa.

a) Ante todo, observemos las afirmaciones teológicas. Todo lo 
que los discípulos fueron descubriendo gradualmente sobre Jesús 
después de Pascua, aparece concentrado anticipado y en esta 
página, al comienzo del evangelio.

-Jesús es el cordero de Dios (v. 36). Subraya esta frase, que 
tiene doble significado.

-Jesús es nuestra pascua. Los judíos inmolaban un cordero 
para celebrar la pascua. Jesús ha sido inmolado él mismo en la 
cruz.
-Jesús es nuestro salvador. Según la tradición judía, la sangre 
del cordero pascual les sirvió de señal en Egipto para que sus 
primogénitos se libraran del exterminio. El evangelista habla de la 
liberación del pecado unas líneas antes, en el v. 29: Cordero de 
Dios, que quitas el pecado del mundo.

-Jesús es también Señor o Maestro (38), es decir: El es quien 
da la verdadera enseñanza de la vida. Subrayar esas palabras.
-Mesías (411. 0 sea, el esperado Líder de la Humanidad, ungido 
por Dios. Subrayar esta palabra.
-Jesús es aquél de quien escribió Moisés en la Ley y también los 
profetas (45). Esta expresión se refería también para los judíos al 
mestas. Subrayar esta frase. 
-La mayor concentración teológica está en el v. 49: Señor mío, 
tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. Subraya esta frase. 
La fórmula «rey de Israel» equivale a «Mesías». «Hijo de Dios» es 
un título específicamente cristiano, que los discípulos descubrieron 
después de pascua.
-Os aseguro que veréis el cielo abierto, etc., hasta el final (51). 
Es una alusión al sueño de Jacob, quien vio una escalera que unía 
el cielo y la tierra. Jesús es esa escalera, o sea es el mediador entre 
Dios y los hombres. Subrayar esa frase.

b) Junto a esto, aparecen unidos y encadenados los encuentros 
de Jesús con cinco discípulos.

-La referencia más larga es la de Natanael, que posiblemente es 
el Bartolomé de los evangelios. Nos interesa destacar el elogio del 
v. 47: un israelita de veras, un hombre sin falsedad. (Subrayar esta 
frase). Es una contraposición con Jacob, al que se alude al final, el 
cual engañó a Esaú. Los discípulos de Jesús, nueva creación, se 
distinguen por la sinceridad.
-El sobrenombre que da Jesús a Simón, es decir piedra, o 
Pedro, aparece también anticipado aquí (42). Subrayar: Cefas y 
Piedra.
-Hay varios detalles muy queridos para el evangelista, alusiones 
a Galilea, Betsaida, pueblo pesquero de Andrés y Simón y sobre 
todo el v. 39: «Se quedaron aquel día con él, serían las cuatro de la 
tarde» (subrayar esta frase). Es el recuerdo imborrable de su primer 
encuentro con Jesús. Uno era Andrés, el otro, el propio evangelista. 
Este nos dice también que al principio le seguían por detrás, y fue 
Jesús mismo quien les facilitó el encuentro, preguntándoles: ¿Qué 
buscáis? (38). Subrayar también esta frase.

Para orar, procura meterte en la piel de aquellos primeros 
discípulos. Recuerda tus primeros encuentros conscientes con 
Jesús y las personas que sirvieron de intermediarios. Ora con 
mucha acción de gracias. Y luego haz actos de fe en Jesús, 
Maestro, Mesías, Hijo de Dios y Salvador (mi Salvador), utilizando 
los títulos y fórmulas que más te gustan. Acabas prometiéndole que 
le seguirás con toda sinceridad.


GUÍA N.° 4

A. Repaso de la catequesis
Leer atentamente los números 9-15 de la catequesis. Después 
responder por escrito a las siguientes preguntas.

1. Según Jesús pregunta sobre quién es mi prójimo no es 
correcta.
¿Cómo responde Jesús a esa pregunta?
¿A quiénes critica más la parábola del samaritano?

2. Si me llegan sufrimientos y desprecios por ser cristiano 
auténtico, 
-¿Es normal?
-¿Qué significa eso acerca de mi vida cristiana?
-¿ Debo alegrarme, entristecerme o quedar indiferente'?

3. Todos sabemos que la oración comunitaria y la personal son 
importantes.
¿Qué argumentos darías tú en favor de una y otra, si te 
preguntaran?

4. La eucaristía más pobre e inexpresiva, ¿vale tanto como las 
eucaristías expresivas?
-Y en caso de que alguien te preguntara si la misa dominical es 
obligatoria, ¿qué le responderías? ¿Tiene sentido esa pregunta?

5. ¿De quiénes debemos hacernos prójimos principalmente, 
según Jesús?
-Y ¿por qué el amor al prójimo empieza por la justicia personal 
y social?

B. Aplicación personal

a) De los cuatro grupos siguientes, ¿a cuál pertenezco yo? 
-Los que procuran no hacer mal a nadie.
-Los que hacen el bien cuando buenamente pueden.
-Los que están empeñados prácticamente en hacer todo el bien 
posible.
-Los que, además de hacer el bien, están comprometidos con la 
justicia y una nueva sociedad.

b) Si no soy de los pobres, ¿conozco de cerca su situación? 
¿Qué contactos tengo con ellos? ¿Aprendo de ellos lo que es el 
evangelio?

c) Mi situación de vida, ¿es acaso de desigualdad e injusticia?

d) Sea pobre, clase media o rico, ¿estoy convencido de que 
además de las obras de caridad y asistencialismo, hace falta un 
cambio de sociedad, para que haya justicia social? Y si estoy 
convencido ¿qué hago?

Esta aplicación personal se hace en oración, tal como indica la 
Guia-2. Si hay demasiadas preguntas, seleccionar las que más me 
afecten. Recuerda que se trata de poner en práctica la catequesis.

C. Oración
Con /Mt/25/31-46.

Breve explicación del pasaje
Este pasaje es una enseñanza profética acerca de lo esencial 
del evangelio. Esta enseñanza se nos presenta como un juicio de 
los pueblos, juicio universal y definitivo, con la intención de situarnos 
en la hora de la verdad, y mostrarnos así cuál es la verdad suprema 
del evangelio de Jesús.
Está dirigida sobre todo a los cristianos y a la Iglesia, y tiene un 
estilo tan directo y una estructura tan simétrica y simple, que 
muchos entendidos ven en todo ello las marcas casi directas de 
Jesús.
Y ¿cuál es el objetivo de esta enseñanza'? Atención: no es 
hablarnos de los que se salvan o no se salvan, sino mostrarnos 
quiénes son los verdaderos cristianos y cuál es la verdadera 
Iglesia.
En ambas cuestiones, la respuesta es la misma.
- Verdadero cristiano es el que da de comer a los pobres.
- Verdadera iglesia es la que da de comer a los pobres.

Increíble respuesta. La parábola no menciona la oración, ni la 
comunidad, ni la eucaristía. Ni siquiera cita la fe en Jesucristo. Lo 
cual no quiere decir que tales puntos no sean importantes, más aún: 
necesarios. Significa otra cosa: significa que, puestos a dar la nota 
más definitiva, o puestos a reducir al mínimo fundamental lo que es 
esencial del verdadero cristiano y de la verdadera iglesia, resulta 
que esa nota mínima y fundamental es... los pobres.
Aplicada esta parábola al mundo actual, es evidente que se 
refiere no sólo a las obras de caridad, sino también al compromiso 
social, tendente a construir una sociedad libre, democrática, 
igualitaria. Porque puede ocurrir y ha ocurrido muchas veces que 
uno haga por un lado muchas obras de caridad, y por otro explote a 
los trabajadores, o posea bienes que suponen mucha desigualdad, 
o apoye situaciones contrarias a la libertad y a la justicia, o lleve un 
tren de vida indignante para los pobres. Todo esto es una absoluta 
falsedad; es contrario a esta página del evangelio. Esas limosnas 
son una aspirina para la conciencia y un insulto a los pobres y al 
evangelio.
Esta página, una de las más grandiosas del evangelio, es una 
invitación a la verdad, a poner las cosas en su sitio, a poner en 
primera fila lo primero, sin descuidar lo demás. Y resulta que, según 
nos dice el mismo Jesús, el punto fundamental, el primero de todos, 
no es el culto, ni la moral sexual, ni la limosna, sino los pobres, el 
compromiso con los pobres, la toma de partido por los pobres y por 
la justicia social. Y eso, no con bellas teorías, sino con hechos 
prácticos, empezando por la propia vida. Jesús habla de práctica: 
Tuve hambre y me disteis de comer; tuve hambre y no me disteis de 
comer.

Subrayar:
-Venid, benditos de mi Padre (v. 34). Esta expresión significa: 
Dios está con los que dan de comer a los pobres; tienen el favor de 
Dios.
-Tuve hambre y me disteis de comer (35). Pobres=Jesús.
-¿Cuándo te vimos con hambre? (37). El amor al prójimo y en 
concreto a los pobres, vale aunque no se conozca a Jesús, aunque 
no se piense expresamente en El.
-Os lo aseguro: cada vez que lo hicisteis con un hermano mío 
de esos más humildes, lo hicisteis conmigo (40). Lo de «humildes» 
no se refiere a la virtud de la humildad, sino a la condición social 
baja.

Esta frase es de las más llamativas de todo el evangelio. Jesús 
se identifica con los más pobres. Al amar y ayudar a éstos, se le 
ama y ayuda a El; diríamos que se tiene fe en El, aun sin saberlo, 
incluso siendo ateos.
-Apartaos de mí, malditos (41). Frase terrible, la máxima 
condena que aparece en el evangelio.
-Tuve hambre y no me disteis de comer (42). Otra vez Jesús se 
identifica con los más pobres.
-¿Cuándo te vimos con hambres (44). Si llegan a saber que era 
Jesús, o alguien muy allegado a Jesús, le hubieran ayudado. Eso es 
lo que critica Jesús tajantemente.
-Os lo aseguro: cada vez que dejasteis de hacerlo con uno de 
esos más humildes, dejasteis de hacerlo conmigo (45). De nuevo 
Jesús se identifica con los más pobres. El que no los atiende, el que 
no se compromete con ellos, es prácticamente un ateo, aunque sea 
muy «practicante».

Este pasaje desmitifica nuestra fe, la Iglesia, y muchas obras y 
grupos de la Iglesia. Que no nos falte lo esencial; porque, si nos 
falta, ¿de qué vale el resto?
Para orar, repetir muchas veces las frases principales, como 
oyéndoselas a Jesús, que me las dice a mí personalmente. Pedir 
mucha ayuda a Jesús. Darle gracias. Pedirle el gozo de estar con 
los pobres, de compartir con ellos, es decir: el gozo de estar de 
estar de verdad con Él.

GUÍA Nº. 5

A. Balance personal del mes

1. Ver mi trabajo, entrega y dedicación a la fe durante este 
mes.
a) La catequesis y su profundización: si la he leído varias veces 
con atención como una lectura espiritual; si he trabajado bien las 
guías; si he profundizado en la aplicación personal y en la oración; 
si he sido sincero, comunicativo, escuchante y entregado en las 
reuniones de grupo pequeño, etc.
b) Grado de satisfacción por mi vida de fe durante este mes, en 
el trabajo de la catequesis y en la vida práctica: familia, trabajo, 
estudio, diversiones, etc.

2. Repaso de uno de los puntos de insistencia o metas de este 
curso, previamente señalado por el responsable de la comunidad. 
Leer lo que dice el programa del curso sobre dicho punto.

B. Repaso mensual de la marcha de la comunidad
1.Ver como marcha la comunidad y tu grupo pequeño: 
entusiasmo, unión, trabajo, esfuerzo, etc.
2.Trabajo de los responsables y los del turno. ¿Cumplen bien su 
cometido?
3.Puntos de mejora y sugerencias.

C. Oración
Se puede hacer con Hch. 2, 41-47.

Breve comentario a este texto
Se trata de una descripción esquemática de la primera 
comunidad de Jerusalén redactada con una doble finalidad:
-Primera, señalar los rasgos fundamentales de toda comunidad 
cristiana.
-Segunda, presentar un ejemplo para todas las comunidades 
posteriores.

La realidad no fue tan idílica, porque aquellos cristianos tuvieron 
bastantes problemas internos, como toda comunidad viva. El autor 
hablará más adelante de algunos de ellos.

a) El v. 41 nos presenta los tres pasos que forman al cristiano:
-Aceptar la palabra de Dios, que nos viene a través de los 
predicadores, misioneros, catequistas, etc. (Aceptaron sus 
palabras).
-Bautizarse.
-Con esto, entrar (ser agregado) a la comunidad cristiana. Se 
entra a una comunidad local y por ella a la Iglesia Universal. 
Subrayar este versículo entero.

b) El v. 42 nos da los cuatro rasgos fundamentales de toda 
comunidad cristiana hacia adentro.
-Estar centrada en la Palabra de Dios, por lo tanto, en Jesús. En 
el texto, la Palabra de Dios aparece en la expresión «escuchar la 
palabra de los apóstoles».
-El amor práctico, que en el texto aparece en la expresión 
«comunidad de vida».
-La eucaristía, que está señalada en la expresión «fracción del 
pan» (= partir y repartir el pan consagrado, en el que se nos da 
sacramentalmente Jesús).
-La oración comunitaria. El texto dice: las oraciones. Subrayar 
también este versículo entero.

c) De estos cuatro puntos, el principal es el amor mutuo 
práctico, como se ve en el v. 44 y 45 y en otro pasaje paralelo 
(4,32-35). El autor insiste en este punto por encima de los demás.
Subrayar desde «los creyentes vivían todos unidos» hasta 
«según la necesidad de cada uno».
Pero también repite lo de la oración comunitaria, al decirnos que 
«a diario frecuentaban el templo en grupo» (46).
Y nos informa de que la fracción del pan o eucaristía la hacían 
por las casas y que iba acompañada de una comida (47). Subrayar: 
en las casas.

d) El resultado final de su testimonio es la fuerza misionera, 
cuando nos dice que «día tras día el Señor iba agregando al grupo 
a los que se iban salvando» por la aceptación de la fe (47 final). 
Subrayar esta frase.

Los rasgos sociológicos que aparecen en este pasaje no son 
necesarios para una comunidad cristiana; por ejemplo, el juntarse 
diariamente para orar, el tener todos los bienes en común. En otras 
comunidades que nos describe el NT no aparecen esos rasgos.
Pero el espíritu que hay debajo de todo esto, es válido y 
necesario para toda comunidad cristiana, especialmente la ayuda 
mutua real, la comunicación de los bienes incluso económicos, la 
tendencia a la igualación, etc. Se sobreentiende que también debe 
haber comunicación de bienes hacia el exterior. El valor evangélico 
de una comunidad cristiana se mide por estos puntos.

Para orar, pensar ante Jesús en mi vida, en la conveniencia de 
pertenecer a una pequeña comunidad, y en la llamada a realizar 
personalmente y en grupo esas notas. Pedir grandes deseos de 
realizar todo esto y tomar alguna decisión al efecto. Dar gracias por 
este testimonio y otros muchos que hay actualmente, entre 
religiosos y entre laicos.

¿QUÉ ES UN CRISTIANO?
¿QUIÉN ES CRISTIANO? 
Cuadernos FE Y JUSTICIA 1
Ediciones EGA.. Bilbao-1987