ASAMBLEAS FAMILIARES
DIOS REALIZA SU PLAN DE SALVACIÓN
LECTURA DE LA CONSTITUCIÓN SOBRE LA IGLESIA (núm. 9)
«En todo tiempo y lugar son aceptos a Dios los que le temen y
practican la justicia. Quiso, sin embargo, el Señor santificar y
salvar a los hombres, no individualmente y aislados entre sí, sino
constituir un Pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera
santamente.
Eligió como pueblo suyo al Pueblo de Israel, con quien
estableció un pacto, y a quien instruyó gradualmente,
manifestándosele a sí mismo y sus divinos designios a través de su
historia y santificándolo para si.
Pero todo esto lo realizó como preparación y símbolo del nuevo
Pacto perfecto que había de efectuarse en Cristo, y de la plena
revelación que había de hacer por el mismo Verbo de Dios hecho
carne.
'He aquí que llega el tiempo, dice el Señor, y haré un nuevo
pacto con la casa de Israel, y con la casa de Judá. Pondré mi Ley
en sus entrañas y la escribiré en sus corazones, y seré Dios para
ellos, y ellos serán mi pueblo. Todos, desde el pequeño al mayor,
me conocerán, afirma el Señor' (Jr. 31, 31-34).
Este Pacto nuevo, es decir, el Nuevo Testamento en su sangre,
lo estableció Cristo convocando un Pueblo de judíos y gentiles,
que se unificará no según la carne, sino en el Espíritu, y
constituyera un nuevo Pueblo de Dios. Pues los que creen en
Cristo, renacidos de germen no corruptible, sino incorruptible, por
la palabra de Dios vivo, no de la carne, sino del agua y del Espíritu
Santo, son hechos, por fin, linaje escogido, sacerdocio real, nación
santa, pueblo de adquisición... que en un tiempo no era pueblo y
ahora es Pueblo de Dios» (1 Pe. 2, 9-10).
Lector: Palabra de Dios en la Iglesia.
Asamblea: ¡Te alabamos, Señor!
* * *
1. El pecado, ruptura de la Alianza
Por tercera vez nos reunimos para hablar sobre el mensaje
cristiano.
Hemos abierto la Biblia y hemos encontrado descrito en sus
páginas el plan de Dios para salvar a los hombres.
El primer plan de Dios fue echado a perder porque el hombre
hizo mal uso de su libertad. Entonces Dios formó otro plan: el
salvar al hombre pecador. Escogió a un hombre (a Abraham), a
una familia (la de David), a un pueblo (Israel) y los hizo
depositarios de la promesa de un Salvador. Pactó con ese Pueblo
una Alianza, que era un compromiso de amor, de mutua entrega,
de fidelidad.
Sin embargo, la Alianza fue rota muchas veces por el pecado
del hombre, que puso de esta forma un muro de separación entre
él y su Dios (Is. 59, 2). La idolatría, la ambición, el placer sensual,
el egoísmo, son las manifestaciones de esa ruptura entre Dios y el
pueblo de Israel.
El pecado es, en la historia de la humanidad, una fuerza
arrolladora que trata de separar al hombre de Dios.
2. Los Profetas anuncian al Salvador
En este ambiente histórico de lucha entre la fidelidad al Señor y
rompimiento de su Alianza resuena la voz de los profetas:
«Arrojad de vosotros todos los pecados que cometisteis contra
mí y formaos un corazón nuevo y un espíritu renovado. ¿Por qué
queréis morir, oh casa de Israel? Pues no me complazco en la
muerte de cualquiera que sea; arrepentíos, pues, y viviréis» (Ez.
18, 31~32).
Los Profetas fueron los voceros de Dios, encargados de excitar
al pueblo a la fidelidad de la Alianza y de mantener viva la
esperanza en las promesas de Dios, acerca del Salvador.
Jeremías exhorta al Pueblo Escogido a no entrar en
compromiso con las naciones paganas vecinas, enemigas del
nombre de Dios.
Isaías, en medio de las desgracias del Pueblo, hace brillar la luz
de ese futuro Salvador, anunciando que nacerá de una madre
Virgen.
Los Profetas posteriores no hacen más que repetir esa voz de
fidelidad y de esperanza.
Juan Bautista, el último de ellos, es quien más de cerca prepara
el camino para la llegada de Cristo. A este Profeta, Dios lo escoge
para enviarlo delante de su Hijo, a fin de que lo haga conocer y lo
indique al pueblo como «el Cordero de Dios que quita el pecado
del mundo» (Jn. 1, 29).
Su papel es el de un humilde precursor que abre y dispone el
camino de Cristo Salvador. El dará testimonio con su propia vida
de que el Salvador prometido por Dios ya ha llegado al mundo.
3. Cristo Jesús: salvación de Dios, viene por medio de
María.
El apóstol san Pablo nos describe el cumplimiento del plan de
Dios con estas palabras:
«Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido
de mujer, nacido bajo la ley para redimir a los que estaban bajo la
Ley y para que recibiéramos la adopción» (Gal. 4, 45).
Dios esperó pacientemente, durante siglos, la realización de su
plan. Permitió que la humanidad pasara a través de duras
pruebas; pero, llegado el momento, derramó sobre el hombre la
plenitud de su amor, mediante la Encarnación de su Hijo.
«El Verbo se hizo carne», es decir, hombre, «y habitó entre
nosotros» (Jn. 1, 14). Se hizo hombre en cumplimiento de la
promesa:
«El que es todopoderoso, acordándose de su misericordia,
acogió a su siervo Israel, según la promesa que hizo a nuestros
padres, a Abraham y a su descendencia por los siglos de los
siglos» (Lc 1, 54-55; cf. vs. 2~73).
Y para hacerse hombre, Cristo nació de María; la cual, siendo
hija de Israel, es también la hija de un nuevo Pueblo que es la
Iglesia. Ella es el puente entre el antiguo y el nuevo Pueblo de
Dios.
María representa toda la esperanza de la Humanidad acerca del
Salvador, y en ella misma se cumple la promesa de ese Salvador.
Es el perfecto modelo de la fidelidad al Señor, y por eso en ella se
cumplió la promesa.
El nacimiento de Cristo tuvo lugar en el tiempo anunciado por
Dios a través de los Profetas. Su venida al mundo se sitúa en una
época bien determinada. Y por esto mismo decimos que Cristo
Salvador toma parte en nuestra historia humana, y que por
designio de Dios ésta es una historia de Salvación.
Los ángeles que rodearon el nacimiento de Cristo dieron la
Buena Nueva en estos términos:
«Os anunciamos una gran alegría: que os ha nacido hoy un
Salvador» (Lc. 2,10-11).
Más aún: el nacimiento de Cristo es el acontecimiento más
grande de la Historia en todos los tiempos, porque El representa y
expresa el amor y la misericordia de Dios para con el hombre. Dios
es invisible; sin embargo, se nos hace palpable en Cristo que es
Dios y hombre al mismo tiempo; un hombre que forma parte en
nuestra Historia.
«Jesús, Hijo de David..., Hijo de Abraham... Hijo de Adán» (Lc 3,
23-38).
Dios cumple su plan de Salvación en Cristo. Y Cristo nos salvó
no sólo con su muerte en la Cruz, sino con todos los actos de su
vida. Por eso nació, fue niño, creció y apareció hombre maduro.
Sufrió todos los contratiempos del crecimiento y de la existencia
humana, para santificar las diferentes condiciones de la existencia
del hombre.
Cristo nos salvó con todos los actos de su vida, porque no era
un mero hombre, sino además Dios. Lo que importa tener en
cuenta es que el plan de Dios no fracasó, a pesar de la infidelidad
y de los pecados de los hombres.
La misión de Cristo es salvar al hombre de ese pecado. Y lo
salva a través de toda su actividad de Profeta, de Sacerdote y de
Rey.
Alrededor de Cristo se forma un nuevo Pueblo de Dios, hecho
de judíos y de gentiles, unidos todos por la fe en ese Cristo
Salvador y Santificador de todos por la gracia que brota de El. Y
con ese Pueblo congregado alrededor de Cristo, Dios establece su
pacto definitivo de amor y de fidelidad, es la Nueva Alianza, que
fue sellada con la sangre de Cristo en la Cruz.
De esta manera realiza Dios su plan de Salvación, mediante
una intervención decisiva en la historia humana, que es la
Encarnación de Cristo.
Dios nos da la máxima prueba de su amor y de su misericordia,
cumpliendo sus promesas. ¿Cuál ha sido nuestra actitud ante este
modo de obrar de Dios? ¿Cómo hemos recibido el cumplimiento de
las promesas divinas? Lo que Dios nos pide como respuesta es
nuestra adhesión personal y nuestra fe hacia Cristo, en quien El
se ha hecho palpable a nosotros y cumplido sus promesas.
DIALOGO DEL TERCER MENSAJE
OBJETIVO
Comprender el hecho de que toda la Historia de la Salvación es
fruto del infinito amor de Dios a los hombres y lograr que los
oyentes se sientan movidos a corresponder a ese Dios, que en
Cristo cumplió sus promesas.
INTRODUCCIÓN
Puede el Animador hacer una breve síntesis de lo que se ha
tratado, más o menos así:
-Que Dios concibe y realiza un plan para la felicidad de los
hombres.
-Que los primeros hombres estropearon este plan primitivo, por
el primer pecado, fruto del orgullo y del mal uso de la libertad.
-Que dicho plan consiste en hacer que todos entremos en un
pacto de fidelidad en el amor, sellado con el sacrificio de Cristo y el
nuestro.
-Que Dios prepara la realización de su plan por medio de
figuras y anuncios proféticos del mismo.
PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO
1.-¿Cuál fue la conducta de los israelitas, Pueblo de Dios, ante
los beneficios de Dios?
2.-¿Qué significa la Encarnación del Hijo de Dios para la
Humanidad?
3~¿Qué oficio desempeña la Santísima Virgen en el Plan de
Dios para salvar al hombre?
PARA EL ANIMADOR
Con el fin de concretar la discusión de cada pregunta, ha de
tener en cuenta los puntos siguientes:
1.-El demonio no descansó en su empeño de hacer infiel al
pueblo de Israel. Los pecados con que el demonio pretendió y a
veces logró apartar de la fidelidad de la alianza fueron:
-la idolatría, adorar dioses falsos,
-la ambición, que los alejaba de Dios o los entregaba a la ilusión
del dominio y las riquezas.
-el placer sensual;
-la infidelidad directa, al mezclarse en otros pactos y alianzas de
los pueblos paganos, enemigos de Dios.
Observar cómo estos pecados tienen la misma causa del
primero: son fruto del orgullo y del abuso de libertad.
2.-La Encarnación del Hijo de Dios es el acontecimiento más
grande de la historia en todos los tiempos; y representa y expresa
el amor y la misericordia de Dios para con los hombres. Cristo es
el coronamiento y la recapitulación de todo, dice el Concilio
Vaticano II comentando a San Pablo: «Cristo es el punto de
convergencia de los deseos de la Historia humana y de la
civilización, el gozo y la plenitud de las aspiraciones de todos los
corazones..., puesto que el designio del amor de Dios es restaurar
todo en Cristo, cuanto existe en los cielos y sobre la tierra» (véase
la Constitución sobre la Iglesia, n.° 25).
3.-La Virgen María fue predestinada desde toda la eternidad
para Madre del Redentor y anunciada en la Biblia (Gén. 3,15; Is.
7,14; Miq. 5, 2-3; Mt. 1, 22-23; Gál. 4, 4-5).
-Fue la primera redimida por Cristo, en atención a sus futuros
méritos de Redentor; por esto el Ángel le dijo: «llena de gracia, el
Señor está contigo» (Lc. 1, 28).
-Nos dio a Cristo Salvador, interviniendo directamente en su
encarnación (Lc. 1, 26-38; 2, 6-19).
-Contribuyó a la santificación del Precursor y mostró el Salvador
a los pastores y magos, que salieron proclamando las glorias de
Cristo (Lc. 1, 39-44; 2,20; Mt. 2, 10-12).
-Presentó su Hijo al Señor y ofreció el rescate por El (Lc.
2,22-24).
-Lo encontró en el Templo ocupado en las cosas de su Padre
(Lc. 2, 40-52).
-Consiguió por su intercesión el comienzo de los milagros de
Jesús en Caná de Galilea (Jn. 2, 1-11).
-Avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la
unión con su Hijo hasta la Cruz (Jn. 19, 25-27).
-Perseveró con los Apóstoles en oración, antes de
Pentecostés, implorando al Espíritu Santo, quien ya la había
llenado de gracia en la Concepción y en la Anunciación (Ac. 1, 14;
Lc. 1,28).
-Preservada de la mancha original (Pío IX, Dic. 8, 1845) y
terminado el curso de la vida terrena, en alma y cuerpo fue asunta
a la gloria celestial (Pío XII, Nov. 1. 1950).
-María es modelo perfecto de la fidelidad al Señor y de la fe en
Dios; por eso en ella se cumplió la Promesa (Lc. 1, 45).
-Es el punto de contacto entre el Antiguo y el Nuevo Pueblo de
Dios (Lc. 1, 41-43 y 48-49).
-Es mediadora, aunque Cristo es el único Mediador (1 Tim. 2,
5-ó) porque, así como la única Bondad de Dios y el único
Sacerdocio de Cristo es participado de varias maneras por los
hijos de Dios; así también su única Mediación es participada por
sus hijos y especialmente por su Madre. (Esta es la «comunión de
los santos» del Símbolo de los Apóstoles).
-María es Madre de la Iglesia, Madre de los redimidos, porque
es la Madre de Cristo; ya que Cristo es Cabeza de la Iglesia y ésta
es su Cuerpo. Es decir, es Madre del todo: Cristo (Cabeza y
Cuerpo) (Efes 1, 22; 5, 23; Col. 1, 18).
-Como redimida por Cristo, es Hija de la Iglesia; y como Madre
de Cristo, es Madre de la Iglesia.
CONCLUSIONES
-(Cada uno ofrezca iniciativas sobre cuál debe ser nuestra
respuesta al amor de Dios.)
CANTO 41. EL PUEBLO GIME DE DOLOR (Discoteca Pax)
1. El pueblo gime de dolor,
quiere resurgir.
Moisés, caudillo de Israel,
va a librarlo al fin.
Oye, Padre, el grito de tu pueblo.
Oye, Padre, manda al Salvador.
2. El pueblo anhela vida y paz,
quiere resurgir.
El pueblo esclavo en marcha está
hacia el porvenir.
Oye, Padre...
3. La marcha es dura y recio el sol,
lento el caminar;
pero un caudillo al frente va,
dando aliento y paz.
Oye, Padre...
ORACIÓN DE LOS FIELES
Animador: Oremos, pidiendo a Dios, Nuestro Señor, que se
digna aceptar nuestra petición de perdón y recordémosle sus
palabras sobre el hijo pródigo: «Mi hijo que había muerto, ha
vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado» (Lucas
15,24).
Asamblea: Conviértenos a Ti Señor, pues Tú eres nuestro
Dios.
Animador: Demos gracias a Dios porque es bueno, porque es
eterna su misericordia.
Asamblea: Conviértenos a Ti Señor, pues Tú eres nuestro
Dios.
Animador: Hemos pecado, como nuestros padres; hemos sido
malos y perversos.
Asamblea: Conviértenos a Ti Señor, pues Tu eres nuestro
Dios.
Animador:
Señor, Dios nuestro,
por tu misericordia, concédenos, te pedimos,
que, fortalecidos por tu gracia,
podamos levantarnos de nuestro pecado
y permanezcamos unidos a tu santa voluntad,
por Jesucristo Nuestro Señor.
Asamblea: Amén.
CESPLAM-1. Págs. 27-35