CATECUMENADO 65 

EL AMOR, FUERZA CREADORA
Y TRANSFORMADORA DEL MUNDO

 

OBJETIVO CATEQUÉTICO 
* Descubrir que el amor es la verdadera fuerza creadora 
   y transformadora del mundo. 

44. A la búsqueda de un amor que crea 
El mundo es creado en virtud del amor. Y es destruido por la violencia 
y el odio. El amor se opone al odio como la creación a la destrucción. La 
vida humana se desarrolla en esa tensión (49). 

45. El verdadero poder consiste en crear, no en destruir 
Se da fácilmente por sentado que no es el amor, sino la violencia 
quien conquista el mundo y lo domina , quien es capaz de estructurar, 
organizar, hacer el mundo tal cual ha de ser. Bajo diversas influencias, 
se acaba por identificar la fuerza con la violencia y el amor con la 
debilidad. La paradoja evangélica, sin embargo, estriba en la pretensión 
de que, por el contrario, el amor es poderoso, de que el poder verdadero 
no es violento, de que el hombre realmente fuerte es manso, y que el 
hombre violento no es tan fuerte como pretende o como quisiera serlo. El 
verdadero poder consiste en crear, no en destruir. Crear es signo y 
prueba de poder (50). 

46. ¿En dónde radica la verdadera fuerza y la eficacia? 
Debemos examinar detenidamente en dónde radica la verdadera 
fuerza, la eficacia en las cosas de la vida, por ejemplo, en pedagogía o 
en política, y de modo más general en la totalidad de las actividades 
humanas: si en la mansedumbre o en la represión violenta, la 
destrucción y la matanza. Examinemos a este respecto la historia de 
nuestro siglo y hagamos balance. El balance de las dos últimas guerras 
mundiales, con diez millones de cadáveres la primera y cuarenta millones 
la segunda, no arroja precisamente un saldo positivo. Si el poder 
consiste en levantar montañas de cadáveres, no cabe duda entonces de 
que los promotores de semejantes matanzas son hombres poderosos 
(51). 

47. Todavía continúa la pugna cósmica entre el odio y el amor 
La tensión entre las fuerzas de creación y de destrucción, de vida y de 
muerte, se halla inserta en el desarrollo del universo. El universo se 
transforma y madura en torno a nosotros bajo la influencia de ese doble 
movimiento, todavía oculto casi en su totalidad. Las fuerzas cósmicas de 
la creación han ido poco a poco integrando galaxias, luego estrellas y 
luego planetas. De modo semejante, el Amor ha debido enfrentarse con 
fuerzas enormes, fuerzas surgidas del pecado, fuerzas de 
distanciamiento y separación, para lograr primero familias, luego 
pueblos, después naciones y en un futuro más o menos próximo, 
supernacionalidades. Nos hallamos todavía en medio de una tensión 
donde continúa la pugna cósmica entre el odio y amor (52). 

48. Dios es creador. Llamando a las cosas a la existencia hace triunfar 
el amor 
El Dios que se manifiesta en la Escritura es un Dios Creador. 
Llamando a las cosas a la existencia, hace triunfar el amor. Coloca el 
amor en el origen mismo del ser. Manifiesta así lo que es 
verdaderamente poder, el poder de quien da la vida a los muertos y 
llama a las cosas que no son para que sean (Rm 4, 17) Creando el 
mundo por su palabra (cfr. 2 Co 4, 6), triunfó sobre los poderes del caos 
(Gn 1, 2). Esta operación primera la continúa ejerciendo en sus criaturas: 
«En él vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17, 28) (53). 

49. Amar es prolongar la acción creadora de Dios 
Dios es amigo de la vida. Por ello, condena progresivamente toda 
violencia. Lo hace teniendo en cuenta las diferentes épocas en que vive 
su pueblo. Así se apropia la ley del Talión (Ex 21, 24), que representa un 
progreso considerable con respecto a los tiempos de Lamec, que se 
venga sin medida (Gn 4, 23-24). El Dios del Antiguo Testamento no es 
un Dios cruel, es un Dios con entrañas de misericordia. Se pone de parte 
del pueblo oprimido en Egipto (Ex 3, 9) y le exige un comportamiento 
semejante con el débil (Ex 23, 9). Dios se constituye, pues, en defensa 
de las víctimas de la injusticia humana, y, más en particular, del 
huérfano, de la viuda y del pobre (Ex 22, 20ss). A su vez, poco a poco irá 
diseñando la figura única del siervo de Yahvé, que ha renunciado 
definitivamente a la violencia (cfr. Is 53, 7; Temas 9 y 30) (54) 

50. Jesús es la Palabra creadora misma 
Jesús es la Palabra creadora misma: «Todo se hizo por ella y sin ella 
no se hizo nada de cuanto existe" (/Jn/01/03). Jesús jamás destruye, no 
mata, no hiere a nadie. El consuela, cura, regenera, crea y recrea. El es 
esencialmente creador. Su misión es restauradora, redentora. Se 
emplaza en la perspectiva de Aquel a quien en el Espíritu llamamos 
Padre y que es creador de todos los seres (55). 

51. Dios condena progresivamente toda violencia Amar es prolongar 
la acción creadora de Dios y el mayor de todos los mandamientos. Tal es 
la voluntad de Jesús: «Amaos los unos a los otros, como yo os he 
amado» (Jn 13, 34-35; cfr. 15, 12-17). De un extremo al otro del Nuevo 
Testamento el amor del prójimo aparece inseparable del amor de Dios: 
los dos mandamientos son la plenitud de la Ley (Mc 12, 28-33). Vienen a 
ser uno solo (Jn 15, 12; Ga 5, 14; 1 Jn 4, 20-21; 5, 2), que se extiende al 
enemigo mismo (Mt 5, 44>. Este mandamiento, aunque antiguo por estar 
ligado con las fuentes de la revelación (1 Jn 2, 7ss), es nuevo: Jesús 
inaugura la era anunciada por los profetas, dando a cada uno el Espíritu 
que crea corazones nuevos. El amor, venido de Dios, vuelve a Dios. 
Amando a nuestros hermanos, amamos al Señor mismo (Mt 25, 40) y así 
se cumple en nosotros el plan creador y salvador de Dios. El amor es 
algo absoluto y constituye lo único que permanecerá eternamente (cfr. 1 
Co 13, 8-13). Sobre esta base se levanta ya el mundo futuro (56). 

52. La fuerza del amor se impondrá al fin 
Jesús, como los profetas de Israel y el Apocalipsis, anuncia que, 
formalmente, el dominio del mundo no estará en manos de los violentos, 
sino que pertenecerá a todos aquellos que hayan cooperado a la acción 
creadora de Dios, acción que opera poderosa y mansamente. La 
mansedumbre es verdaderamente fuerte; ella alcanzará al fin la victoria y 
dominará la tierra: «Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán 
la tierra» (/Mt/05/04). En la pugna entre el amor y el odio, la fuerza del 
amor se impondrá al fin (57). 

53. El amor creador obliga a la transformación de la naturaleza y de 
las estructuras sociales, mediante el conocimiento científico y la técnica 
El amor creador, hablando en general, no puede dispensarnos hoy de 
conocer científicamente tanto la naturaleza como las estructuras sociales 
y, desde este conocimiento, ponerlas al servicio de un mundo más 
humano. El amor, si es creador de veras, no es un vago sentimiento ni se 
contenta con buenas intenciones. El amor creador no huye de la 
realidad; la asume seriamente, busca conocerla del modo más objetivo 
posible eliminando toda ilusión y proyección sobre ella, que la deformen 
al servicio de intereses y apetencias egoístas. 
La ciencia y la técnica sin amor deshumanizan el mundo y la sociedad; 
pero el amor ha de valerse del saber científico y de la técnica para 
desplegar su fuerza creadora. En particular, aunque el amor procure 
primariamente el crecimiento y liberación de las personas, será 
necesario, aun para lograr este objetivo, mejorar y, a veces, cambiar las 
estructuras sociales, dentro de las que se realizan en una gran medida 
ese crecimiento y esa liberación (58). 
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TEMA 65 

OBJETIVO: 
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: 
EL AMOR, FUERZA CREADORA Y TRANSFORMADORA DEL MUNDO 


PLAN DE LA REUNIÓN 
* Presentación del objetivo y plan de la reunión.
* Oración inicial: Sal 37. 
* Presentación de la pista adjunta: ¿Con qué frase me identifico más?
¿En dónde radica la verdadera fuerza y la eficacia? 
* Oración comunitaria: desde la propia situación. 

PISTA PARA LA REUNIÓN 
1. El mundo es creado en virtud del amor. 
2. Y destruido por el odio. 
3. El hombre fuerte es manso. 
4. El hombre violento no es tan fuerte como pretende. 
5. Jesús jamás destruye: consuela, cura, regenera redime. 
6. Los mansos poseerán la tierra (Mt 5,4). 
7. Cambiar las estructuras sociales, forma de amar.