CATECUMENADO 2 


CRISTO VIVE ¡CONVERTIOS!


OBJETIVO CATEQUETICO 
* Comunicación primera de la propia experiencia de fe: 
-Cristo resucitado, sentido de la vida. 
-Es preciso volverse a El (conversion). 

24. El sentido de la vida no lo encontramos en superficie 
V/SENTIDO: Estamos profundamente convencidos de que la vida tiene 
un sentido. Pero al mismo tiempo cambiamos muchas veces de opinión 
sobre este sentido. El sentido hondo de la vida no lo encontramos en la 
superficie de las cosas. 

25. Noticia no esperada: los ídolos caen 
IDOLOS/QUE-SON: Puede ocurrir que un día descubramos con 
sorpresa que aquellas cosas en que nosotros poníamos toda nuestra 
confianza se nos vienen abajo. A esas cosas la Escritura las llama ídolos, 
falsas imágenes de Dios, dioses falsos. Los ídolos son creación del 
egoísmo humano, en los que el hombre pretende encontrar 
equivocadamente la respuesta del sentido de la vida (dinero, poder, 
sexo). Todos estos ídolos están destinados a caer. 

26. Al descubierto las ilusiones que ocultan la verdadera situación 
Al denunciar la caída de los ídolos, la Escritura no pretende dar una 
mala noticia, sino poner al descubierto todas las ilusiones, que 
perjudican al hombre y le ocultan su verdadera situación: la necesidad 
que tiene de ponerse delante de Dios, porque sólo Dios puede salvar su 
vida, dándola plenitud y verdadero sentido. 

27. No hay salvación más que en Jesucristo 
Por consiguiente, no hay ninguna realidad humana en la que el 
hombre pueda salvarse. La verdadera salvación no es del orden de lo 
meramente humano. Toda esperanza puesta en realidades mundanas 
acaba por defraudarnos. La esperanza que no falla está fuera de 
nuestro alcance, nos es dada; es una esperanza gratuita, regalada. El 
fundamento y meta de la esperanza de salvación humana se llama 
Cristo, Cristo resucitado: «Bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre 
que pueda salvarnos» (Hch 4, 12). 

28. Obra de Dios que no creeréis aunque os la cuenten 
Sólo en el nombre de Cristo Resucitado podemos vivir sin idolos. Y con 
esperanza. "Por tanto, sabedlo bien, hermanos, se os anuncia el perdón 
de los pecados por medio de él, y que todo el que crea queda justificado 
por su medio de todo lo que no pudisteis ser justificados por la ley de 
Moisés. Cuidado con que os suceda lo que dicen los Profetas: Mirad, 
burlones, desmayaos de espanto, porque en vuestros días haré una 
obra tal que si os la cuentan no la creeréis» (Hch 13, 38-41). 

29. No busquéis entre los muertos al que vive: Cristo ha resucitado 
Cristo ha resucitado, Cristo es el Señor. Las reacciones primarias ante 
el acontecimiento son de asombro, sorpresa, duda, incredulidad (Lc 24, 
11.12.16.21.37.41; Hch 2, 13.15). Pero por encima de todos estos 
sentimientos se impone una convicción más fuerte: "¿Por qué buscáis 
entre los muertos al que vive? No está aqui. Ha resucitado" (Lc 24, 5-6). 


30. Jesús es el Señor 
San Pablo dice: "Os recuerdo ahora, hermanos, el Evangelio que os 
proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados... 
Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue 
esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras.... que 
se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce" (1 Co 15, 1-5; cf. Rm 10, 
9; Lc 24, 34). Esta predicación es hecha por los Apóstoles no sólo como 
notificación de un hecho histórico, sino sobre todo como proclamación 
del acontecimiento salvador de Dios en favor de los hombres. Este 
Jesús, que por nosotros murió y que ha resucitado, es reconocido como 
Señor. El día de Pentecostés decía San Pedro: "Dios resucitó a este 
Jesús y todos nosotros somos testigos... Por lo tanto, todo Israel esté 
cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha 
constituido Señor y Mesías" (Hch 2, 32. 36). Según el testimonio de los 
Apóstoles, los acontecimientos posteriores a la Pascua manifiestan a 
Jesús como Señor de la historia, esto es, como Dios. Los Apóstoles 
proclaman acerca de Jesús de Nazaret lo que los judíos proclamaban de 
Dios: es el Señor (cf. Jn 21, 7). 

31. "Habiendo sido muerto, he aquí que vivo para siempre" 
El Apocalipsis de San Juan pone en labios de Jesús resucitado estas 
palabras: «Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y 
el Fin)) (Ap 22, 13; 1, 8; 21, 6). «Al verla -dice el autor-, caí a sus pies 
como muerto. El puso la mano derecha sobre mí y dijo: No temas: Yo soy 
el Primero y el Ultimo, yo soy el que vive. Estaba muerto, Y ya ves, vivo 
por los siglos de los siglos)) (Ap 1, 17-18). Cristo es el Señor de los que 
viven y de los que mueren: «Para esto murió y resucitó Cristo: para ser 
Señor de vivos y muertos» (Rm 14, 9). Nosotros somos, pues, 
contemporáneos de Cristo. En adelante, vivir para Dios es vivir para 
Cristo: "ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para si 
mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el 
Señor" (Rm 14, 7-8). Unidos por la fe a Cristo resucitado, los primeros 
discipulos dieron testimonio de que Jesús vive. 

32 ¿No reconocéis que Cristo está en vosotros? 
Cristo ha resucitado, Cristo es el Señor. Nosotros podemos reconocer, 
por la fe, en nuestra propia vida el "señorío", el dominio, el poder de 
Jesús Resucitado, como los primitivos creyentes, como los creyentes de 
nuestro tiempo. Es el Señor y lo manifiesta. Puedes ser testigo tú mismo. 
A cualquiera de nosotros puede ir dirigida esta pregunta de Pablo: 
"Poneos a la prueba, a ver si os mantenéis en la fe, someteos a examen; 
¿no sois capaces de reconocer que Cristo Jesús está entre vosotros?" (2 
Co 13, 5). Los cristianos podemos ser "testigos" enraizándonos en la fe 
que nos han transmitido los primeros testigos y participando en los 
misterios sacramentales de salvación que ellos nos han legado: los 
creyentes alcanzan su seguridad acudiendo a la doctrina de los 
Apóstoles y a la fracción del pan que acontecen en el seno de la 
comunidad fraterna que es comunidad de oración (cf. Hch 2, 42). 

33. Señorío de Cristo y conversión del hombre: aspectos inseparables 
del acontecimiento cristiano 
El gran acontecimiento cristiano reúne dos elementos inseparables. No 
siempre caemos en la cuenta de la profunda relación de ambos. Esos 
dos elementos son: 1) Cristo vive a pesar de la muerte y ha sido 
constituido Señor de todo, Señor de la Historia, y en esta Historia 
interviene eficazmente. 2) La aceptación por la fe de este acontecimiento 
lleva consigo la propia conversión. 

34. Juan Bautista, Jesús, Pedro, Pablo... destacan ambos aspectos 
De hecho, no obstante la diversidad de los tiempos, de los lugares y 
de los auditorios, las predicaciones de Juan Bautista, de Jesús, de Pedro 
o de Pablo ofrecen todas un mismo esquema y una misma orientación: 
Anunciar el acontecimiento y llamar a la conversión (cf. Mt 3, 2; 4, 17; 
Hch 2, 36.38; 3, 15.19; 5, 31; 10, 40-43; 13, 30.38-39). 

35. Sin conversión no llega a nosotros el Reino de Dios 
El hombre pecador está alejado de la presencia de Dios. Dios no 
puede acercarse al hombre para reinar en él, si el hombre no se vuelve a 
El, se convierte a El. En esta conversión está en juego toda su vida. 

36. Una conversión gratuita, signo de la presencia del Reino de Dios 
La conversión del hombre es una obra de iniciativa gratuita y amorosa 
de Dios. Por esto su anuncio es buena e inaudita noticia. El hombre, en 
efecto, está sometido a señores demasiado poderosos como para que 
pueda cambiar por sí mismo. Cuando el hombre se convierte y cambia, 
entonces es que el Reino de Dios ha aparecido en medio de nosotros. 
La fuerza de Dios se manifiesta en contraste con la debilidad del hombre. 


37. Señorío del hombre y experiencia bíblica: la experiencia bíblica 
conduce al encuentro de Cristo 
Hay que evitar el examinar de modo abstracto tanto la conversión 
propia como la presencia de Cristo en la historia. Es necesario descubrir 
estas realidades de manera muy concreta. A través de la significación de 
las grandes experiencias bíblicas, que son realidades concretas, el 
discipulo de Jesucristo entiende vitalmente los caminos de su conversión 
y de su encuentro con Dios en Cristo. Cuando los acontecimientos y las 
palabras de la Sagrada Escritura son proclamados y ahondados en el 
seno de la comunidad, el creyente avanza en su camino de 
descubrimiento del Señor. La Escritura vivida conduce a Cristo, da 
testimonio de El (Jn 5, 39). 

38. La vida de fe, encuentro con Cristo en la trama de la vida 
cotidiana
El hombre que se convierte, se vuelve a Dios con la totalidad de su 
vivir humano. Orienta hacia Dios sus deseos, sus proyectos, su 
experiencia humana. El cristiano que permanece fiel a Jesucristo, vive su 
vida de relación con Dios en Jesucristo en la trama misma de la vida 
cotidiana (cf. 1 Co 10, 31; 1 P 4, 10-11; Col 3, 17; Flp 2, 3-4). El cristiano 
ha de seguir a Cristo en el modo como El vivió la existencia ordinaria de 
los hombres (cf. Pablo Vl, EN 29, 31, 35, 47). 

39. Vida de fe y experiencia humana 
El cristiano, cuando actúa como creyente, lleva una vida que en 
muchos aspectos es semejante a la de los demás hombres: trabajo, 
esfuerzo, reflexión, diálogo, amistad, cooperación, lucha, etc. Esta vida 
es también, al mismo tiempo, una experiencia de fe. No en el sentido de 
que la realidad de Dios pueda ser percibida directamente por nosotros. 
La realidad de Dios no puede ser percibida directamente en nuestra 
actual condición, pero sí podemos entrar en contacto con Dios a través 
de signos. Como dice San Pablo, ahora vemos como en un espejo, 
todavía no vemos cara a cara (cf. 1 Co 13, 12). No obstante, la vida de fe 
es, en un grado mayor o menor, una vida de relación consciente, 
plenamente humana, con Dios Padre por medio de Jesucristo. En este 
sentido, hablamos de "experiencia de fe". 
Esta actitud de fe viva, consciente, del hombre que trabaja, que lucha, 
que dialoga, que hace el bien, etc., proviene de la acción oculta del 
Espíritu Santo en el corazón del hombre y de la libre cooperación del 
hombre en el seno de la comunidad creyente que es la Iglesia. Esta 
existencia humana vivida desde la fe no se reduce a situaciones 
extraordinarias o excepcionales (cf. LG 41, 34, 35; cf. DCG 26, 33, 34, 
72, 74, 75). 

40. El Hijo de Dios "ilumina a todo hombre" (Jn 1, 9) 
Cuando presentamos a los demás el mensaje evangélico no podemos 
olvidar que Dios creador y salvador ha sembrado ya en el corazón de los 
hombres sentimientos, actitudes, valores, reflexiones, experiencias que 
les preparan para el encuentro con Cristo en la fe (cf. LG 16 y 17; Pablo 
Vl, EN 53, 55, 70). El Espíritu Santo actúa ya en el alma de los que jamás 
han oído hablar de Cristo, y sobre todo en la de aquéllos que están 
especialmente vinculados con Cristo por el bautismo. No podemos 
"deducir" la revelación divina de la experiencia humana, nuestra o ajena. 
Pero, a la luz de la revelación divina que la Iglesia proclama, sí podemos 
y debemos reconocer la acción de Dios en la vida de los hombres. 
Iluminado por la fe, el discípulo de Cristo sabe que el Hijo de Dios ilumina 
a todo hombre (Jn 1, 9). 

41.Dios continúa hablando al hombre de hoy 
El encuentro con Cristo en la fe de la Iglesia es fruto de la acción del 
Espíritu Santo que, mediante el testimonio de fe de los cristianos y la 
proclamación de la palabra de Dios, continúa suscitando hoy en el 
corazón de los hombres actitudes de fe y de amor semejantes a las que 
nos muestran el Antiguo y el Nuevo Testamento. Para describir este 
encuentro con Cristo por la fe podemos recurrir a la experiencia de fe 
que nos ofrece la Sagrada Escritura. Para nosotros, miembros de la 
Iglesia en el siglo XX, los acontecimientos y palabras de la Sagrada 
Escritura no se refieren sólo al pasado. Dios, que se comunicó a sus 
amigos y a su pueblo en el Antiguo y en el Nuevo Testamento a través 
de unos determinados acontecimientos y experiencias, se sigue 
comunicando hoy -el mismo Dios- a través de nuestras experiencias 
humanas actuales cuando éstas son vividas desde la fe, o bajo la acción 
iluminadora del Espíritu Santo (cf. GS 11; DV 8). Después de constituida 
definitivamente la revelación divina -concluye con la muerte del último 
apóstol- no hay que esperar ya una nueva revelación pública de Dios al 
hombre. Pero Dios continúa habiando al hombre, por medio de la Iglesia 
(proclamación de la Palabra de Dios, testimonio de fe y de caridad, etc.) 
y en el corazón de cada hombre, a través de la experiencia humana 
actual, de cada uno o de la comunidad humana, interpretada la 
experiencia a la luz de la fe (cf. GS 11 y DV 8; sobre la relación entre 
Biblia y Tradición, cf. tema 43). 

42. Las Escrituras dan testimonio de Cristo 
Hoy, como ayer, el hombre, en su itinerario hacia Dios, vive en 
situaciones de éxodo, de tentación, de desierto, etc. Este encuentro del 
hombre con Dios en la fe de la Iglesia, a través de la experiencia humana 
actual, guarda analogía y está en continuidad con la experiencia de fe 
del Antiguo y del Nuevo Testamento. Cuando nos encontramos con 
Cristo nos situamos en el itinerario de fe del pueblo de la Antigua Alianza, 
continuando en el pueblo de la Nueva Alianza que es la Iglesia. La 
reflexión cristiana sobre las experiencias de fe del Antiguo y del Nuevo 
Testamento, siempre en relación con nuestra experiencia humana actual, 
nos permiten un encuentro de fe más consciente con Cristo-Jesús como 
clave de la historia de salvación: "Estudiáis las Escrituras pensando 
encontrar en ellas vida eterna: pues ellas están dando testimonio de mí" 
-dice Jesús- (Jn 5, 39; cf. Lc 24, 27; DV 14-17). Las grandes experiencias 
bíblicas conducen a El, dan testimonio de El. Vamos, pues, al encuentro 
de Cristo por los caminos del Dios vivo. 

43. Desde la fe de la Iglesia 
El cristiano, al tratar de comprender hoy su vida de fe, o el itinerario 
del encuentro del hombre con Cristo, en la experiencia humana actual, lo 
ha de hacer desde la fe de la Iglesia en Cristo Jesús. A veces se trata de 
una fe implícita que es necesario explicitar. El creyente, porque conoce 
ya a Jesucristo, por la palabra de los Apóstoles, trasmitida por la Iglesia, 
sabe a la luz de esta fe, que cuando el hombre se encuentra con los que 
anuncian la palabra de Dios, se encuentra con Cristo; que cuando realiza 
obras de amor con los pobres se encuentra con Cristo; que cuando 
padece persecución por la justicia con paciencia evangélica, está en el 
camino de Cristo... Pero sobre todo sabe que el encuentro con Cristo se 
realiza en la Iglesia. Cristo está presente en la proclamación de la 
palabra, en la vida de la Iglesia, y de modo del todo singular en la 
Eucaristía. Los demás caminos para el encuentro con Jesús, el Señor, no 
tienen sentido sin la Iglesia, cuerpo de Cristo y pueblo de Dios.

44. Itinerarios del encuentro con Cristo 
Vamos a tratar a continuación de algunos de estos itinerarios del 
encuentro del hombre con Cristo. Se podría haber tratado de algunos 
otros. Pero los que aquí se indican son suficientes. No hablamos en 
estas páginas que siguen propiamente del encuentro «sacramental» con 
Cristo, -aunque se alude brevemente a la Eucaristía-, sino sobre todo del 
encuentro con Cristo por la fe. Por esto, las expresiones "Cristo está 
presente en los pobres" y otras semejantes no deben entenderse en un 
sentido "localista", aunque siempre hagan referencia a una relación real 
del hombre creyente con Cristo-Jesús. 

45. Las grandes experiencias bíblicas 
Las grandes experiencias bíblicas que vamos a considerar son estas: 


* Alianza: Encontramos a Cristo, donde los hombres reconocen a 
Dios, donde los hombres se respetan y se aman. 

* Exodo: Cristo está donde el hombre es liberado de los ídolos y 
poderes que le asedian y esclavizan. 

* Desierto: Cristo está donde los hombres experimentan las 
dificultades de la liberación. 

* Tentación: Nos encontramos con Cristo, cuando en las encrucijadas 
de la vida aceptamos la llamada de Dios. 

* Pobreza: Encontramos a Cristo en los pobres; en ellos quiere ser 
servido. 

* Profecía: Cristo está en los profetas enviados por Dios: En los que 
llevan su palabra. Encontramos a Cristo cuando cumplimos la Palabra de 
Dios. 
* Actitud de Siervo: Nos encontramos con Cristo cuando hacemos 
nuestra su actitud de Siervo de Yahvé, el camino de los justos 
injustamente perseguidos. 

* Iglesia: Cristo está en medio de los que se reúnen en su nombre. 

* Alegría: Encontramos a Cristo en la paz, en la alegría; una paz que 
el mundo no puede dar, una alegria que nadie nos puede quitar. 
........................................................................

PISTAS PARA LAS REUNIONES

1) Estamos profundamente convencidos de que la vida tiene un 
sentido. Pero al mismo tiempo cambiamos muchas veces de opinión 
sobre lo que constituye el sentido de la misma. Poner en común, al nivel 
que cada uno quiera, las veces en que ha cambiado de opinión sobre el 
sentido concreto de su vida. 

2) Hay quienes dicen: "yo puedo dar sentido a mi vida, prescindiendo 
de Dios". ¿Tú, qué dices? 

3) Leer y comentar Génesis 3: la pretensión original del hombre, ser 
como Dios prescindiendo de Dios (ver tema 24). Se trata de reconocer 
como actual la tentación original del hombre. 

4) La fe "nos libera de la ilusión, enraizada en el pecado, de creer que 
podemos fundar nuestra existencia personal en virtud de nuestra propia 
decisión" (R. BULTMANN, Jesucristo y mitología, Ed. Ariel. Esplugues de 
Llobregat, Barcelona, 1970, p. 106). ¿Es esto así? 

5) Los ídolos son creación del egoísmo humano en los que el hombre 
pretende encontrar equivocadamente el sentido de su vida (dinero, 
poder, sexo...). No es fácil reconocer los propios ídolos. Puede 
ayudarnos esta pregunta: ¿qué es lo que buscamos por encima de todo? 


6) «El descubrimiento que se impone al psicoterapeuta en presencia 
de sus enfermos neuróticos es éste: casi todos estos enfermos sufren de 
la pérdida del sentido de la existencia en general y de la suya en 
particular. Su mayor sufrimiento consiste, pues, en que, a causa de la 
pérdida del sentido de su existencia y a causa de la desvalorización de la 
existencia en todos sus dominios, se ven imposibilitados de arraigar 
verdaderamente, es decir, sin sentirse amenazados, tanto en el mundo 
como en la sociedad, en la profesión o en su papel sexual, así como en 
sí mismos. El estado de necesidad psíquico de la neurosis existencial 
penetra más hondo en el interior del hombre que otros y debe 
entenderse como la repercusión de un secreto nihilismo de la 
personalidad; así, hace su aparición una nueva forma de mal, el mal del 
desgarramiento existencial que divide la personalidad en una voluntad de 
determinación de su último destino y una voluntad contraria de fuerza 
análoga: "no quiero ser el que soy"; por lo general, esta formulación no 
se expresa, pero se mueve en el fondo oscuro del hombre. La pregunta 
latente en muchos hombres que no pueden componérselas con una 
existencia que ha perdido el sentido para ellos es precisamente: "¿cómo 
puedo arreglarme en la existencia sin un sentido? (cf. VON GEBSATTEL, 
Imago hominis, Ed. Gredos, Madrid, 1969, pp. 37, 72. 

7):MARXISMO/V-SENTIDO:Adam Schaff, 
uno de los hombres más representativos del humanismo marxista, viene 
a decir que "el marxismo no debe ser concebido en términos de felicidad; 
al marxismo sólo se le puede pedir una liberación sociopolítica, una 
liberación de la opresión cristalizada en las estructuras sociales. La 
felicidad es un asunto puramente subjetivo y que escapa a toda 
pretensión científica, pero exige que haya desaparecido todo resto de 
explotación y dominación. Y a esto precisamente atiende el marxismo". El 
mismo Adam Schaff confiesa que los jóvenes se le acercan preguntando 
por el sentido de la vida y que el marxismo no tiene respuesta para este 
interrogante fundamental. (BELDA-ALBERDI, Marxismo y cristianismo II, 
CEASO, Madrid, 1973, p. 108). Comentario en grupo: ¿el Evangelio debe 
ser concebido en términos de felicidad? 

8) Comentar en grupo: "Bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre 
que pueda salvarnos" (Hch 4, 12). 

9) Cristo ha resucitado, Cristo es el Señor. Las reacciones primarias 
ante el acontecimiento son de asombro, sorpresa, duda, incredulidad (Lc 
24, 11. 12. 16. 21. 37. 41; Hch 2, 13. 15). Pero por encima de todos 
estos sentimientos se impone una convicción más fuerte: "¿por qué 
buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado" (Lc 
24, 5-6). ¿Qué significa todo esto para nosotros? 

10) Nosotros podemos reconocer en nuesta propia vida el señorío, el 
dominio, el poder de Jesús resucitado como los primeros creyentes, 
como los creyentes de nuestro tiempo. Es el Señor y lo manifiesta. 
Puedes ser testigo tú mismo. A cualquiera de nosotros puede ir dirigida 
la pregunta de Pablo: "Poneos a la prueba a ver si os mantenéis en la fe, 
someteos a examen; ¿no sois capaces de reconocer que Cristo Jesús 
está entre vosotros?" (2 Co 13, 5). Comentar en grupo. 

11) Poner en común (si he llegado): ¿Cómo he llegado a reconocer a 
Jesús como Señor? 

12) ¿Qué definición de fe responde más a tu experiencia: «fe es creer 
lo que no vimos» o "fe es llegar a ver lo que es increíble"? Comentar el 
pasaje de Pablo: "... en vuestros días voy a realizar una obra que no 
creeréis aunque os la cuenten" (Hch 13, 41). 

13) Con el reconocimiento de Jesús como Señor, la conversión es 
parte integrante de la experiencia de fe. No obstante la diversidad de 
tiempos, lugares y auditorios, las predicaciones de Juan Bautista, Jesús, 
Pedro o Pablo ofrecen todas un mismo esquema y una misma 
orientación: anuncian la acción de Dios y llaman a la conversión. Ver y 
comentar alguno de estos pasajes: Mt 3, 2; 4, 17; Hch 2, 36.38; 3, 15.19; 
5, 31; 10, 40-43; 13, 30. 38-39. 

14) ¿Puede el hombre cambiar? ¿Has cambiado tú alguna vez? 
Comentar el pasaje de Jesús y Nicodemo (Jn 3, 1-21). Ver tema 33, 
141-142. 

15) CV/CATECUMENADO: Conversión primera, conversión segunda y 
conversión continua: ver su distinción en el tema 22, 2. 

16) Conversión inicial y conversión fundamental: ver tema 33, 
150-151. Ver ME 2, pp. 219-221. Ver ICA, Doc. 2. 

17) Profundizar en la conversión como proceso de la sed al agua de la 
vida (Jn 4), de la ceguera a la luz (Jn 9), de la muerte a la vida (Jn 11). 
Ver tema 22, 5-7. 

18) Conversión inicial y justificación total. El caso del paralítico. Ver ME 
2, p. 220. 

19) La conversión como vuelta profunda a Dios: con todo el corazón. 
Ver tema 22, 10. 

20) La conversión como vuelta profunda a Cristo. Desde Cristo, 
convertirse es convertirse a Cristo. Ver tema 33, 147. La conversión es 
seguimiento de Cristo: "ven y sigueme". Ver Mt 4, 18-22 y paralelos. 

21) La conversión como descubrimiento de los valores de Evangelio: 
Mt 5, las bienaventuranzas, diseño del hombre nuevo. Visión de conjunto 
de los temas 34-41. 

22) La conversión y las dimensiones del hombre nuevo: dimensión 
moral, dimensión comunitaria y dimensión litúrgica. Ver tema 34, 44-46. 
Ver ME 2, p. 225. 

23) Conversión y experiencias bíblicas. Vamos al encuentro de Cristo 
por los caminos del Dios vivo. Ver tema 2, 37. 42. 44. 45. Ver ME 2, pp. 
167-168 ss. Visión de conjunto de los temas 3-11. 

24) La evangelización en la Iglesia primitiva. Informalidad y libertad. 
Constantes: objetivo, tiempo y proceso, esquemas de evangelización. Su 
significado hoy. Exposición y diálogo. Ver ICA, Doc. 2. 

25) Perdón, amnistía, justificación: parte de la Buena Noticia del 
Evangelio. Ver Hch 2, 38; 13, 38-39; Lc 24, 47. 

26) Complejo de culpabilidad, culpa real e imagen de Dios. Ver tema 
23; ver tema 19. 

27) Experiencia de fe y juicio de Dios. El juicio de Dios comienza ahora. 
No pesa condena alguna sobre los que están en Cristo Jesús (Rm 8, 1). 
Ver tema 71. 

28) Impotencia de la naturaleza y de la ley para justificar a los 
hombres. Función de la ley: Rm 3, 20; Ga 3, 24. Necesidad de la gracia: 
Jn 15, 5. Ver tema 35, 3-5. La moral del cristiano, fruto de la gracia. Ver 
tema 35, 2