Hay que nacer de nuevo dijo Jesús
a Nicodemo (Jn 3 ss)
Cuando una persona deja actuar al Espíritu Santo en su vida se dan en ella los siguientes dones (regalos), para llenarse después de frutos.
Don de la sabiduría, que ayuda a comprender y gustar el misterio de
Dios, el misterio del ser humano y de la historia.
Don de entendimiento, que profundiza en la Palabra y en los signos
de los tiempos.
Don de consejo, que sabe discernir lo que conviene y muestra el
camino acertado a los demás.
Don de fortaleza, para superar los miedos y cansancios de nuestra
debilidad.
Don de ciencia, para aprender las lecciones del Espíritu (1 Jn
2,20), especialmente la actitud filial, en actitud gozosa y confiada.
Don de piedad, que enseña a comprender y vivir la relación filial,
en actitud gozosa y confiada.
Don de temor de Dios, por el que se respeta amorosamente y se le tiene presente con agradecimiento.
Caridad, amor sin límites.
Alegría, que nace de muy dentro, inagotable.
Paciencia, hija de la esperanza, agranda la capacidad, puede con todo.
Afabilidad, que es respeto, sonrisa, ternura, acogida.
Bondad, que es comprensión,generosidad, servicio, a imagen de Dios.
Fidelidad, firmeza en las opciones y actitudes, confianza renovada.
Mansedumbre, no-violencia y aguante, capacidad de perdón.
Dominio de sí, libertad interior, superación de pasiones, equilibrio y moderación.
Así:
Contra el frío del egoísmo, el fuego de la caridad.
Contra el frío de la codicia, el fuego de la generosidad.
Contra el frío de la indiferencia, el fuego de la solidaridad.
Contra el frío del rechazo, el fuego de la acogida.
Contra el frío de la soledad, el fuego de la cercanía.
Contra el frío de la duda, el fuego de la verdad.
Contra el frío del desencanto, el fuego de la ilusión.
Contra el frío del ser humano, el fuego de Dios.