UNA APROXIMACIÓN A LA LECTURA DE LA BIBLIA
Angel Gil Modrego
1. Un pueblo con un único poder: su palabra
1º.) Israel es «... un pequeño pueblo que juega un papel muy
importante en los destinos de la humanidad... Jamás ha tenido
mucho poder, ni un gran territorio..; pero es imposible relatar la
historia de la civilización sin examinar de cerca lo que los judíos han
pensado, sentido, escrito y realizado...». 1
«Los reyes y emperadores de Babilonia y Egipto dejaron
inscripciones, que se ocupaban más de su gloria que de las
gestas... ajenas... Hoy, las pirámides se extienden hacia el cielo,
pero sólo nos traen recuerdos de un... pasado. Las ciudades
estado entre el Tigris y el Eúfrates se han convertido en polvo. Sin
embargo las ideas y palabras de este pequeño pueblo, instalado en
un pobre trozo de tierra, tienen hoy un eco más fuerte y un impacto
más poderoso que cuando fueron proclamadas por vez primera».
«Los judíos no nos legaron grandes ciudades, ni monumentos, ni
sistemas de irrigación u obras de arte, pero su modo de pensar
sobre Dios, el hombre y la naturaleza fue muy especial. Así nos
dejaron un doble legado: una ley moral, encuadrada en una visión
única de la historia, y un conjunto de escrituras... apasionantes..,
reverenciadas y estudiadas en el transcurso de los siglos por más
personas que las que jamás hayan podido estar bajo el hechizo de
cualquier otra literatura» 2.
«... Toda su historia... es testimonio del poder... de esta palabra.
Algunos miles de palabras en hebreo, pronunciadas en Israel hace
miles de años, han alimentado desde entonces el pensamiento y
sentimiento de la humanidad... Es imposible imaginar la historia de
las civilizaciones, de la religión, de la filosofía, literatura,
dramaturgia, ciencia y arte, sin tener en cuenta el poder de esta
palabra...» 3.
2.°) Y las muchas palabras del AT estaban orientadas a la
Palabra: el Verbo.
«Muchas veces y de muchas formas habló Dios en el pasado a
nuestros padres por medio de los profetas. En esta etapa final, nos
ha hablado por medio de su Hijo, a quien nombró heredero de todo,
por quien creó el universo» 4. Entre los Padres se encuentra, con
frecuencia, la idea de que Xto. ya hablaba en el AT,
preanunciándose. Cinio de Jerusalén insiste en la unidad de ambos
testamentos: «Uno es Dios Padre Señor del A y N T: uno es el
Señor Jesús que fue profetizado en el AT y vino en el N: uno es el
Espíritu Santo, que por medio de los profetas predicó acerca de
Cristo, y llegado Cristo, bajó y le manifestó» 5. San Ambrosio:
«Bebe a Cristo y beberás sus palabras: palabra suya es el AT,
palabra suya es el NT. Se bebe, se devora la Sagrada Escritura,
cuando el jugo del Verbo eterno desciende hasta las venas y
facultades del alma» 6 (su connotación eucarística es clara).
Los exegetas y teólogos medievales comparan, con frecuencia,
«palabra encarnada» y «palabra inspirada». «Antiguamente Dios
nos escribió un libro, encerrando en muchas palabras una sola; hoy
nos abre el libro, donde en una palabra condensa muchas... El es el
libro que en vez de pergamino tiene carne, en vez de escritura tiene
la palabra del Padre... El libro máximo es el Hijo encarnado: porque
como por la escritura la palabra se une al pergamino, así
asumiendo la humanidad la Palabra del Padre se une a la carne,«7
3.°) Los autores bíblicos están convencidos de que el NT no
elimina el AT sino que lo continúa y perfecciona. Presentan la
cristiandad como el nuevo Israel de Dios8, como la nueva creación
divina: «Si uno es cristiano es una criatura nueva. Lo antiguo pasó,
ha llegado lo nuevo» 9. Al hablar de la idolatría, Pablo nos
recuerda: «No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres
todos estuvieron bajo la nube y atravesaron el mar; todos se
bautizaron en la nube y el mar vinculándose a Moisés, todos
comieron el mismo alimento espiritual; pues bebían de la roca
espiritual que los seguía, roca que es el Mesías... Todo ello les
sucedía a ellos como figura y se escribió para advertirnos a los que
hemos alcanzado la etapa final» 10. Por ser testigos de la fe, los
padres del AT recibieron la aprobación 11, pero «ninguno de ellos,
aunque acreditado por la fe, alcanzó lo prometido, porque Dios nos
reservaba un plan mejor que aquellos no cumplieron su destino sin
nosotros» 12.
Hechos 13 presenta el nacimiento del nuevo pueblo, de la
comunidad cristiana 14 que es una, pero no única o uniforme (no
vive a toque de clarín o de mandatos). Al describir su organización y
características, Lc presenta una iglesia plural: la «ideal», «radical»
o «utópica», en la que sus miembros poseen todo en común 15,
modelo que han intentado imitar muchas órdenes religiosas,
comunidades de base... aunque no siempre lo consigan, y otros
tipos no tan idílicos 16; lo importante es el mismo «Espíritu» que las
anima a todas. «... Según una creencia... popular, los cielos «se
habían cerrado» a los judíos de los últimos siglos a. de Cristo y,
desde la desaparición de los últimos profetas: Ageo, Zacarías,
Malaquías, el Espíritu santo no había descendido sobre nadie (jefe
o profeta) en Israel. La profecía había cesado... «sin Espíritu santo,
ya no era posible su historia», en teoría Israel ya no existía. Se solía
afirmar que los cielos se abrirían con la llegada del Mesías, para
que el Profeta de «los nuevos tiempos pudiera recibir el Espíritu...»
17. Los judíos atribuían este texto a diversos personajes, nosotros,
a Jesús. En el relato de la Ascensión 18, Jesús, nuevo Elías,
prepara a sus discípulos para recibir su Espíritu; porque le ve subir,
Eliseo recibe el «espíritu»« de su padre Elías para continuar su
tarea 19, los apóstoles, al contemplar al que asciende, pueden
recibir su Espíritu y continuar su misión. El Espíritu o Viento irrumpe
el día de Pentecostés 20, fecundando y dando origen a una nueva
creación 21, la Iglesia. El ruido, viento, lenguas de fuego... evocan
un nuevo Sinaí, una nueva alianza escrita no en piedra sino en el
corazón humano 22. El Espíritu prometido 23 se apodera del nuevo
pueblo y hace que aquella gente que hablaba diversas lenguas
pueda entenderse por poseer el mismo lenguaje del amor (# Babel,
Gn 11). Espíritu que se da a los judíos, pero también a «los
lejanos» 24, rompiéndose así el estrecho nacionalismo judío.
La comunidad primitiva, en sus inicios, siguió rezando en el
templo, asistiendo a la sinagoga, practicando, a veces, la ley judía
(Santiago el Menor era fariseo austero y estricto)..., pero muchas de
sus ideas chocaron de frente con la mentalidad judía, de modo
especial la que considera a Jesús como Dios, motivo por el que
Saulo persiguió con saña a los nazarenos. Gamaliel, ante la
perplejidad de las autoridades, les exhorta: «.. os aconsejo que no
os metáis con esos hombres, sino que los dejéis en paz. Pues si el
proyecto o la ejecución fuera cosa de hombres, fracasará, si es
cosa de Dios, no podréis destruirlos y estaréis luchando contra
Dios. Le hicieron caso, 25.
El nuevo pueblo de Dios, la Iglesia, acepta como suyos los libros
del AT, reza los Salmos veterotestamentarios y en la noche de la
Vigilia Pascual proclama en el canto del «Exultet»: «Esta es la
noche pascual en que sacaste a nuestros padres de Egipto»,
padres a los que aludían también los judíos durante la celebración
de la Pascua, tal como lo recuerda la Misnah: «En toda...
generación, es un deber para el hombre considerarse a sí mismo
como si hubiera salido de Egipto... No a nuestros Padres solamente
El los salvó, el Santo, ¡bendito sea!, sino también a nosotros
mismos nos salvó en ellos... Por este motivo, tenemos el deber de
dar gracias, alabar... glorificar y bendecir a Aquel que hizo para
nuestros Padres y para nosotros todas esas señales: a El que nos
sacó de la servidumbre hacia la libertad, de la angustia hacia la
alegría, del duelo hacia la fiesta, y de las tinieblas hacia la gran luz,
y de la opresión hacia la liberación. Y cantemos en su presencia un
cántico nuevo: Aleluya».
La Iglesia, es verdad, no siempre ha sido fiel al Espíritu de su
fundador, sino que se ha alejado de El, sirviendo, con asiduidad, a
los señores de este mundo: poder, riqueza... Su misión sólo
consiste en conservar vivo el Espíritu del Resucitado sabiendo que
ella no es la luz sino la portadora de la luz. De forma irónica y
despectiva, Loisy pudo escribir que Jesús anunció el reino de Dios,
pero lo que salió fue la Iglesia. Su afirmación, en parte, es
verdadera.
4.°) Y este nuevo pueblo tampoco tiene más poder que su
palabra 26. Al lisiado que acudía a la puerta Hermosa del Templo
de Jerusalén, le dice Pedro: «Plata y oro no tengo, pero lo que
tengo te lo doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, levántate y
anda» 27. Y esta indefensa palabra «... para los judíos escándalo,
para los paganos locura, pero para los llamados, judíos y griegos,
un Mesías que es fuerza y sabiduría de Dios» 28 continúa teniendo
un papel capital en la historia de la civilización, en la religión,
filosofía, literatura, obras dramáticas, ciencia, arte. Martín Bocian,
en su Diccionario de Personajes Bíblicos 29, da un florilegio de las
esculturas, pinturas, obras literarias y musicales de cada personaje.
A Juan el Bautista le dedica, tras comentar la tradición bíblica,
cristiana e islámica, más de cuatro grandes páginas; a Jesús de
Nazaret, casi quince (ed. italiana). Reproduzco, a continuación, un
breve e incompleto elenco de las composiciones musicales que da
de Jesús: Vida completa. G F Hendel, Il Messia (1741); el oratorio
Festzeiten (Festividad,1825-36). F. Mendelssohn proyectó un
oratorio de la Vida completa, sólo ha dejado fragmentos:
nacimiento. interrogatorio de Pilato, camino hacia el Gólgota. E.
Elgar,The Aposties (Los Apóstoles, oratorio): sermón de la Montaña
hasta la Ascensión. Nacimiento e infancia: I pastori presso la
mangiatoia de J. H. Kapsberger (Los pastores en el pesebre, Roma
1630); Schütz pone en música este relato (1664); Oratorio de
Navidad de J. S. Bach (cantatas, 1723). La poesía de J. G. Herder,
Die Kindheit Jesu (La infancia de Jesús) puesta en música por J. C.
F. Bach. Los pastores en el pesebre es un tema musical frecuente:
Telemann, Reichardt...; L'enfance du Christ. de Berlioz (trilogía
sagrada, 1854). C. Saint-Saens, Oratorio de Noel. O. Messiaen
compuso una ópera para órgano: La nativité du Seigneur (1935),
así como Vingt Regards sur l'Entant Jésus (1944) ... Presentación:
concierto de Schütz (1650), oratorio de A. Caldara (1735). Matanza
de Inocentes: obras de A. Bertali (1665), L. Perosi y H. Brewer...
Innumerables son las composiciones sobre la Pasión: el canto
gregoriano de la pasión es muy primitivo en la Iglesia, pero con la
llegada de la polifonía nacen motetes 30 y relatos de pasión, que
después se transforman en oratorios. Entre las Pasiones, cabe
citar: H. Schütz (según Lucas, según Juan y según Mateo:
1653-1665-1666); J. Sebastiani, Passione secondo Mateo (1672); J.
S. Bach compuso al menos tres (es dudosa la de Lc), de las que se
conservan integras La Pasión según San Juan y Pasión según
Mateo; Passione secondo Marco de L. Perosi (1897); en los
sesenta, K. Penderecki escribió su pasión según Lucas. El oratorio
de G. P. Telemann, Seliges Erwagen (Feliz Meditación); la cantata
Der Tod Jesu (La muerte de Jesús) de G. H. Graun. Sobre Cristo en
el Monte de los Olivos, Becthoven; sobre su muerte y sepultura,
Caldara; sobre las siete palabras sobre la cruz: H. Schütz (1645), J.
Haydn; C. Gounod... Resurrección y Ascensión: H. Schütz, Die
Historia von der frohlichen und siegreichen Auferstebang (Historia
de la gozosa y victoriosa resurrección); Hendel, Risurrezione (1708);
las cantatas de Bach Kommet, ellet, leufet (venid, apresuraos,
corred) y Lodet Gott in seinen Reichen (alabad a Dios en sus
reinos); Telemann (1760); O. Messisen, L'Ascension (1933). Otros
momentos de su vida: E. Elgar en The light of life (La luz de vida)
recoge en música la escena de Jn 9; W. Rudnick, Gesu e la
Samaritana; F. Franck, Beatitudes. Sobre la transfiguración y
curación del endemoniado (Mc1, par.) compuso L. Perosi. Ópera
monumental la de O. Mesiaen, La Transfiguration de Notre Seigneur
Jésus Christ (1965-69)...
II. Un pueblo que se opone con frecuencia a la palabra
La historia del Antiguo y Nuevo Israel es la de un pueblo que
hace oídos sordos a la palabra divina y se enfrenta, sobre todo su
clase dirigente, a su mensaje. Temática que resuena en casi todas
las páginas de la Biblia. Me conformaré con ofrecer algún texto del
AT por ser más desconocido.
1.°. Ardua tarea la de todo mensajero por la debilidad de su
palabra
/Jr/01: en torno al 628 a. de Xto. (v. 2), en plena decadencia
asiria, el Señor interviene en la historia de Jr para hacerle su
profeta 31 (vs. 4-10). Él es el «escogido», «consagrado» y
«nombrado» (=misión para la palabra 32; cfr. gesto de «tocar la
boca» (v. 9).
Como Moisés 33, Jr se asusta de su misión (v.6), de ser más un
profeta de juicio que de salvación: en el v.10 se recalca más el
aspecto destructivo (arrancar, arrasar, destruir, demoler) que el
constructivo (edificar y plantar). Un débil Jr ha de anunciar a su
pueblo, tan querido, lo que no le agrada, desarraigando así su falsa
esperanza: el nuevo poder de Babel acabará con el reino del Sur
(a. 587). Se siente solo, forzado y violado por Dios 34 y, ante su
grito de angustia, el Señor le garantiza su ayuda (vs. 7-10). Jr debe
aceptar su ministerio sin miedos, con prontitud: «Y tú cíñete, en pie,
diles lo que yo te mando. No les tengas miedo; que si no, yo te
meteré miedo de ellos. Yo te convierto hoy en plaza fuerte, en
columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país:
frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y a
los terratenientes; lucharán contra ti, pero no te vencerán, porque
yo estoy contigo para salvarte...« (vs.17-19, continúan 4-10). No
podrá escudarse en su timidez como solución a su grave crisis entre
querer decir lo agradable y tener que comunicar lo que le repugna;
en ese caso el Señor «le meterá miedo de ellos»; por el contrario, si
es fiel a la palabra, el Señor hará que su debilidad se torne en
«plaza fuerte y muralla de bronce» (símbolos de fuerza y
resistencia), contra la que se estrellarán todos los poderosos.
PD/EFICAZ-IMPOTENTE: Paradoja de toda palabra profética:
como divina es eficaz, pero al serle imposible poder forzar a nadie a
la fe y obediencia es, a la vez, impotente. En la promesa solo se le
garantiza la asistencia y triunfo final, para nada se habla de
triunfalismos, de éxitos inmediatos y rotundos. Su camino es arduo,
difícil, lleno de espinas: sufrirá, será perseguido 35... Es la suerte
del mensajero. Ante la dura tarea, surgen dudas indecisiones,
opciones fáciles... y se corre el peligro de refugiarse en el miedo, de
ser infiel a la palabra...
/Jr/20: el ocaso del imperio asirio y nacimiento del babilonio
repercute política (sometimiento del rey Joaquín a Nabucodonosor)
y religiosamente (la reforma de Josías del a. 622 a. de Xto. cede el
paso a una etapa sincretista) en Judá. En su llamada, recibía del
Señor la misión de «arrancar y arrasar... destruir y demoler...» 36,
por eso denuncia la superficialidad del culto israelita, la continua
tentación del pueblo y rey a rebelarse contra Babel.
En este texto de las «Confesiones de Jeremías» se oye el grito
desgarrador de alguien que sufre, en primer lugar, por causa de
Dios: Jr no ha escogido su misión, es El quien le ha llamado,
arrastrado sin poder escaparse 37. Por fiarse, es objeto de burla y
escarnio entre sus paisanos. Pero también sufre por causa de los
hombres: una superficial comprensión de su mensaje provoca el
rechazo de su palabra. Sus paisanos se mofan repitiendo sus
mismas palabras. A Jr le agradaría más halagarles, «edificar y
plantar» 38. Quiere renunciar a su misión, pero le resulta imposible
apagar el volcán de la palabra divina que arde en su interior (v. 9).
2.°. La autoridad, tanto política como religiosa, se enfrenta a la
palabra divina o tiene miedo a seguirla PD/PROVOCADORA
/Am/07/10-17: nacido en el Sur (Tecua) 39, de oficio ganadero o
granjero, es enviado por Dios a predicar un mensaje social en el
reino del N. (760/750 a. de Xto). Por el declive coyuntural de los
grandes imperios —Asiria, Siria y Egipto—, el reino de S, Israel, y el
del N, gozan de gran prosperidad política, económica y social. Su
rey, Jeroboam II, amplía las fronteras del territorio, hasta casi igualar
las davídicas; se promueve el comercio internacional que acarrea
gran riqueza; se construyen lujosos edificios...40.
Casi todos viven a gusto en esta etapa de «vacas gordas», y, en
medio de la calma, la voz estridente de un Amós que ataca, sin
contemplaciones, el orden social imperante, la culpable alegría de
sus ciudadanos, su hipócrita praxis religiosa. Anatematiza, con
dureza, al rey, a la gente rica, a los jueces corruptos: en Israel no se
respeta el derecho, los poderosos campan a sus anchas, los pobres
son esquilmados y aniquilados...
Texto importante para entender la vocación profética, más en
concreto, su relación con los poderes establecidos: rey y sacerdote.
El santuario oficial del N está en Betel, ciudad ligada al patriarca
Jacob (=Israel), donde ofician sacerdotes creados por el fundador
del reino, Jeroboam I, meros esbirros del monarca de turno. Es en
este corazón del reino, espacio acotado y controlado por
sacerdotes al servicio del monarca, donde resuena la palabra de
Dios a través de un profeta extranjero, nacido en el Sur. Su mensaje
es inaudito y demasiado atrevido: «el país no puede soportar sus
palabras». Y la amenaza de Amós acelera la denuncia de Amasías,
representante de la religión oficial, ante el rey contra el portador de
la palabra. Tras la denuncia, la expulsión: en su patria, Judá, podrá
desarrollar su misión profética, no en territorio ajeno; el tinglado
religioso no puede desmontarse; no se puede perder, así como así,
la fuente segura de ingresos. De esta forma, el rey y su gran
sacerdote pretenden neutralizar la palabra de Dios, como si ésta
pudiera depender de su permiso y tolerancia. Entonces Amós
reacciona con mayor vigor (vs.14-17): Amasías, informando al rey,
ha intentado intimidarle, pero él no predica por ganarse el sustento
cotidiano... sino que es libre para proclamar una sentencia
soberana. Por medio de su profeta, la palabra divina penetra, se
instala, expulsa, actúa en la historia... La palabra de Amós es dura y
clara.
Autoridades religiosas que acotan el lugar santo, profetas y
funcionarios del templo que viven de él porque no saben dedicarse
a otra cosa, porque protegen su sustento a costa del mensaje
evangélico... son, por desgracia, muy numerosos en la historia del
Pueblo de Dios.
/Jr/38/01-13; cfr. 21,1-7; 37: el monarca tiene miedo a seguir la
palabra profética. El texto evoca la época del rey Sedecías
(597-587). Nombrado por el babilonio Nabucodonosor, tras asediar
Jerusalén, se le exige juramento de fidelidad. Poco duraría la
promesa; el faraón Psamético II sueña con Siria y Palestina y, para
obtenerlas, incita a ambos pueblos a sublevarse contra Babel,
prometiéndoles su ayuda (a.593). Sedecías, débil de carácter, no
hace caso al consejo profético de someterse a Nabucodonosor sino
que sigue, por temor, el de sus ministros, filo-egipcios, y se subleva,
negándose a negar tributo. Indignado, el babilonio se dirige a
Jerusalén y la sitia (a. 587).
Consultado con asiduidad por el rey, Jr anuncia siempre lo
mismo: la ciudad va a ser derruida y el rey deportado 41. Su
palabra molesta a los ministros y jefes que le acusan de pasarse al
bando caldeo, cuando lo único que intentaba era salvar su muy
querida ciudad. «...Lo hicieron azotar y lo encarcelaron...». Así
entró Jr en el calabozo del sótano y allí pasó mucho tiempo 42;
Sedecías, mandándole llamar, le atenúa la pena y ordena que se le
custodie en el patio de la guardia, asignándole un pan diario 43.
Pero la palabra de Jr. continúa molestando a los dignatarios que le
acusan ante el rey: ««Muera ese hombre, porque está
desmoralizando a los soldados... y a todo el pueblo... no busca el
bien del pueblo sino su desgracia». Entregado a su poder, lo meten
en un aljibe donde, por suerte, «... no había agua sino lodo, y
Jeremías se hundió en el lodo» 44.
En contraste con la firmeza profética, el autor muestra la
debilidad del monarca que se percata del alcance y validez del
mensaje, pero no lo pone en práctica por temor a sus ministros.
Frente a la obstinación de éstos, se habla de un extranjero criado y
eunuco, que abre su oído a la palabra y salva a Jr. El profeta
siempre anunciará la verdad sin remilgos ni componendas, aunque
ello le acarree la cárcel, la muerte La verdad hace libres, pero es
muy duro mantenerse en ella ya que acarrea sinsabores,
desgracias, tristeza más que alegría. Por eso el profeta grita: «...
forzado por tu mano me senté solitario, porque me llenaste de tu
ira» 45.
También en la historia del nuevo pueblo de Dios topamos con
gente importante, débil como Sedecías, que se da perfecta cuenta
de la verdad, pero la rechaza por miedo, también los hay eunucos
(gente sin importancia) que saben escuchar, captan la verdad y la
practican. Por su diversa disposición, la palabra profética provoca
división entre los humanos. «¿Pensáis que he venido al mundo a
traer la paz? No, sino división» 46. Isaías recibe esta extraña misión:
«... Que sus ojos no vean, que sus oídos no oigan, que su mente no
entienda...» 47.
3.°. El pueblo también se rebela contra el mensajero y su
palabra
—Dos textos similares: Ex.16 y 17,1-7:
/Ex/16: la peregrinación por el desierto es un tiempo intermedio
(vs.2s) entre la liberación del poder esclavizador del faraón y la
entrada en la tierra. Israel camina hacía la tierra de promisión 48,
contando siempre con la ayuda divina en su búsqueda de libertad.
Pero toda lucha, toda ruta desértica es dura, difícil.., y el pueblo
protesta y murmura (idea frecuente en muchos textos del Ex. y Nm
que hablan de esta experiencia). La caravana se acerca al Sinaí
(imposible saber el lugar exacto) y el autor rememora una de las
muchas murmuraciones o protestas del pueblo contra su líder y
contra Dios. Está motivada por la falta de alimentos, e Israel se
atreve a decir: «Nos has sacado a este destierro para matar de
hambre a toda esta comunidad». Afirmación que suena a blasfemia
ya que la liberación de Egipto, la salida de la esclavitud a la libertad,
de la muerte a la vida... es entendida como salida hacia la muerte.
Israel añora el pan abundante egipcio (seguridad con esclavitud) y
desprecia su libertad por miedo al riesgo que comporta.
El Israel de hoy peregrina hacia su libertad humana, religiosa..,
pero su conquista, ayer y hoy, es ardua, muy difícil. El pueblo del s.
XX continúa murmurando y protestando ante cualquier dificultad,
rebelándose contra su nuevo Moisés e interpretando la liberación
como salida a la muerte. El hombre de todas épocas prefiere la
esclavitud, con una cierta dosis de comodidad, a la libertad 49. Esta
conlleva riesgo, algo que nos asusta, y preferimos refugiarnos en la
comodidad aun con pérdida de libertad. Por eso solemos apelar
tanto al pasado, a lo que siempre fue, a la tradición fácil... (postura
cómoda), rehuimos las nuevas rutas liberadoras que se
emprenden...
/Ex/17/01-07: «¿Está o no el Señor en medio de nosotros?» (v.7).
Ante la falta de agua (v.1) el pueblo protesta contra Moisés y Dios
(v.2), tergiversando el sentido de la salida de Egipto (v.3). Moisés
suplica (v.4) y Dios ordena golpear la roca del Horeb (vs.5-6),
Moisés ejecuta lo ordenado y da nombre al lugar (v.7). Un texto
paralelo, /Nm/20/01-13
LBT/RIESGO: El pueblo debe intentar superar el peligro, pero
adopta una postura más cómoda: protestar La queja es en el texto
un elemento constante: el pueblo «murmura» (v.3), «riñe» con
Moisés, «tienta» al Señor; con murmuraciones y protestas se abre y
cierra el relato, de ahí el nombre dado al lugar (v.7): «Meribá»
(=riña, altercado o querella) y «Masá» (=tentación). Israel tergiversa
su salida al interpretarla como salida hacia la muerte. Es la
ofuscación ante el peligro inminente. La murmuración y queja son
viejos compañeros de viaje de toda liberación. Es el eterno sino de
una humanidad que se revuelve como una víbora cuando se le
ofrece el don de la libertad. Amamos mas la esclavitud sin dificultad
que la libertad con riesgo.
El agente de la liberación, Moisés, es el peor parado: «poco falta
para que me apedreen» (v.4). No sólo comparte las dificultades de
la gente sino que ha de soportar sus quejas. Como ser humano,
Moisés se queja del mal trato del pueblo, pero siempre acaba
intercediendo por él (v.4). Nuestros líderes políticos y religiosos
¿comparten nuestras dificultades? Son objeto de nuestras quejas,
pero ¿hacen caso? Es como hablarles a la pared.
A la duda del pueblo Dios responde haciendo eficaz la acción de
Moisés. De la roca de Horeb mana un agua corriente y viva,
presencia salvadora que calma la sed (v.6). Según la interpretación
rabínica, la roca acompañó a Israel en su peregrinar por el desierto,
y Pablo afirmará que esta roca es Jesús 50, presencia de Dios
salvadora, fuente de agua cristalina que calma la sed de todo
hombres 51. Los cristianos tentamos a Dios abandonando la fuente
de agua viva y cavándonos, en su lugar, aljibes agrietados
incapaces de retenerla 52.
/Jr/20/07-18: final de las confesiones de un profeta a quien nadie
hace caso 53. Con gran belleza literaria, se expone la dureza, casi
sobrehumana, de la tarea profética, el abandono y soledad del
mensajero. Mezcla de lamentación y de súplica. de acusación a Dios
y de maldición a si mismo.
Jr anuncia la caída de Judá y de Jerusalén. Como no es
masoquista, ni «aguafiestas»... sino gran amante de la buena mesa
y de la compañía de los amigos.., se asusta e intenta hacer oídos
sordos a la llamada, objetando que no sabe hablar. De nada le va a
servir; será el mensajero del destierro (cap.1). Una durísima
acusación contra Dios suena en el v.7: «Me sedujiste, Señor, y me
dejé seducir; me forzaste, me violaste. Yo era el hazmerreír todo el
día, todos se burlaban de mi». La imagen es muy clara; aplicada a
Dios, muy dura. El hombre, con lisonjas y carantoñas, se aprovecha
de la ingenuidad y buena fe de la muchacha para seducirla y, tras
las promesas, el engaño: la doncella es forzada y violada. Es lo que
ha hecho Dios con el profeta: con lisonjas le ha convencido para
anunciar su palabra, pero en realidad le ha engañado y forzado.
Violentada y forzada, la doncella es abandonada; obligado el
profeta a renunciar a su pacífica vida, también es abandonado por
los suyos: «yo era el hazmerreir todo el día», comenta con
desilusión. Su misión le es insoportable; en el v. 8 da las razones:
sus paisanos viven a gusto con la violencia y opresión (=pecados
sociales), y él debe denunciar ese cáncer social. El pueblo no lo
entiende: «Oía el cuchicheo de la gente: «Cerco de pavor», ¡a
delatarlo, a delatarlo! Mis amigos acechaban mi traspié: A ver si se
deja seducir, lo violaremos y nos vengaremos de él» (v.10). Sus
paisanos lo toman como el profeta extravagante de turno, fanático y
revolucionario 54. El éxito que el Señor le prometió... se ha trocado
en persecución y desilusión. Jr intenta olvidarse de todo (v.9),
renunciar a su misión.., pero se siente impotente ya que la llamada
divina es como el fuego de un volcán que es imposible sofocar.
Casi cuarenta años, Jr. caminó con los suyos por una ruta que
conducía, de forma inexorable, al desastre. Al pueblo le gustaba
jugar al borde del precipicio, y el profeta les previno sin descanso,
ya que el amor que les profesaba era sincero. No le quisieron hacer
caso sino que le marginaron, le despreciaron, le amenazaron y le
acusaron de traidor. Con el correr del tiempo... su palabra se
cumplió y el pueblo fue desterrado a Babel. Conocedores los
babilonios que Jr siempre había recomendado someterse a ellos, le
ofrecen una vida fácil, cómoda en Mesopotamia.., pero Jr no acepta
sino que quiere correr la dura suerte de su querido pueblo.
La misión profética suele conducir a la soledad, al abandono...
Dolor que han experimentado, en propia carne, todos los
salvadores o liberadores de la humanidad: Abraham, Jeremías, el
Siervo..., Jesús de Nazaret, abandonado y reducido al silencio de la
cruz por su pueblo, por los políticos y eclesiásticos oficiales de
aquella época. La misión profética suele conducir al más
descarnado aislamiento 55. El desgarrador grito de ser
abandonado, emitido por Jr, evoca el grito de Jesús en la cruz así
como los gritos de tantos hombres que se sienten solos, por muy
bien acompañados que puedan encontrarse.
III. Y sólo el poder de esta palabra puede salvar al pueblo
1.°. El hombre confía en su poder, pero sólo la palabra puede
salvarle
Miq 4,14-5,5: originario del Sur y contemporáneo de Isaías,
Miqueas vive la traumática caída de Samaría en poder asirio así
como la deportación en masa de su gente (a. 721 a. de Xto). Judá,
gobernado por Ezequías (727-698), trama la insurrección contra
Senaquerib, pero fracasa y se ve obligado a pagarle tributo (a. 701)
56. Por fortuna, un inesperado suceso en el ejército enemigo
(¿peste bubónica?) supuso la liberación de Judá.
Los graves desmanes de la clase dominante han roto la familia,
la hermandad... haciendo necesario el juicio y castigo divino
(cap.1-3), pero tras este castigo purificador brilla la esperanza de la
promesa (cap. 4-5).
En este oráculo, se recalca una clara oposición entre la situación
actual («ahora») y futura, («pero tú»). «Ahora se juntan en tropeles,
nos ponen asedio...» (4,14): amenaza asiria sobre Jerusalén; tras la
fracasada insurrección, Ezequías es obligado a pagar tributo. En el
futuro, los israelitas lograrán vivir en paz y tranquilidad. Ahora, por
confiar en su fuerza militar, Jerusalén sufre un duro castigo: es
entregada (v. 2). El pueblo sólo confía en sus armas, vive con
obsesión su nacionalismo; por eso es engañoso sueño lo que van
diciendo: «la paz vendrá así: si Asiria se atreve a invadir nuestro
país... Ie enfrentaremos siete pastores, ocho capitanes que
pastorearán Asiria a espada, con daga...» (vs. 4-5). Frente a esta
creencia, el Señor planea una estrategia diametralmente opuesta: la
liberación no es obra de la gran metrópoli Jerusalén, sino de un
pequeño villorrio, Belén 57. Ahora «con el cetro golpean en la
mejilla del Juez de Israel» (4,14: humillación de Ezequías por
Senaquerib), en el futuro el Señor (=suj. del sintagma) hará salir de
Belén «el que ha de ser jefe de Israel». «Su origen es antiguo» ya
que pertenece a la familia de aquel humilde pastor de Efrata, David,
que llegó a ser el hombre más preclaro de Israel. Este nuevo David
llevará a cabo todas las promesas que un día se hicieran a su
padre: inaugurar, al nacer, una nueva era, pastorear o regir a su
pueblo en paz.
Ninguna estrategia humana puede librar de la opresión y
sufrimiento como lo describe el v. 2 (glosa para muchos). Sólo
depende de Dios, así como fijar su tiempo y medios: cuando la
madre dé a luz (cfr. promesa del Enmanuel, Is 7,14). ¿A quién se
refiere el profeta? Miqueas sólo sugiere, envolviendo todo en un
halo de misterio (por eso sólo menciona a la madre, no al padre).
¿Se trata de un nacimiento milagroso? Sería ridículo que nosotros
precisáramos lo que Miq intencionadamente dejó oscuro. Mateo
aplica el texto a Jesús, nuevo David 56, cuyo nacimiento
desencadena una gran revolución: sólo El puede reunir a los
desterrados; sólo El, como buen pastor, procura a su grey un
refugio seguro donde vivir en paz, sin sobresaltos...
Los cristianos debemos hacernos esta pregunta: ¿En quién o en
qué ponemos nuestra esperanza? ¿En Jesús? ¿En fuerzas
humanas? Los nuevos Imperios, como Jerusalén, sólo confían en el
poder militar: pisotean, aniquilan, si es preciso, a los pequeños
«Efratas», a los pobres países del tercer mundo... ¡Anhelamos esa
época áurea en la que «de espadas forjarán arados, de las lanzas,
podaderas» y en la que «no alzará la espada pueblo contra
pueblo... y se sentará cada uno bajo su parra e higuera» 59.
Jr 17,5-8: la oposición maldición # bendición, cardo estepario #
árbol plantado junto al agua, muerte # vida (vs. 5-6 # 7-8) le sirve al
autor para afirmar: debemos apoyarnos en Dios y no en el poder
humano 60. Quien confía en sí topa con la maldición ya que ningún
hombre puede salvarnos 61, y su fin es la muerte, como el cardo
estepario. Por el contrario, se elogia al hombre que se refugia en el
Señor 62 y en él se apoya. Su fin es la vida, la salvación, como
árbol plantado junto a la corriente de agua que siempre verdea 63.
¿En quién confiamos? ¿En nuestra fuerza, en los partidos
políticos, en el dinero, en la guerra...?
2.°. Y esta palabra que salva brilla con más fulgor cuanto más
oscura es la desesperación humana
Jr 31: con la destrucción de Jerusalén y su templo el pueblo sufre
una profunda crisis religiosa. La tierra prometida a los padres está
bajo poder extranjero, el templo, morada de Dios, ha sido derruido,
y la monarquía, portadora de las promesas a David, queda sin
sucesor. En medio de esta grave situación suena esta palabra de
consuelo, dirigida a la ciudad y a sus habitantes: «de nuevo saldrás
enjoyada a bailar con panderos en corros» (v. 4).
Tras anunciar el final del destierro (vs.1-6), el profeta entona un
himno de alegría a la que invita a participar. La razón es
contundente: «... el Señor ha salvado a su pueblo...», (v.7). Dios, en
primera persona, expone en qué consiste esta salvación (vs. 8-9):
1ª) desde la perspectiva divina, salvar es «traer del país del
norte», «reunir», «conducir», «guiar... por vía llana y sin tropiezos».
El Señor re-crea a su pueblo, como en tiempos del Éxodo 64. Para
Israel Dios es como un padre (v. 9),
2ª) desde el punto de vista del pueblo, la salvación es un cambio
de suerte: la marcha llorosa se convierte en vuelta gozosa, la
dispersión, en reunión, el llanto, en alegría (v.9 ) 65, «... El que
esparció a Israel lo reunirá...» (v.10). Dios ha devuelto su favor a
Israel y por eso «...camina a su descanso» (v. 2). Pero el retorno al
hogar no viene descrito con los rasgos prodigiosos de Is ll: sin
hambre ni sed 66, por una ruta llana 67 con ciegos que ven, cojos
que andan...68, sino de forma muy diversa: el nuevo pueblo de
D'os, el resto, no es un grupo selecto sino una gran multitud de
ciegos, preñadas y paridas. La procesión de los repatriados es
patética, la salvación no es un sueño ideal ni poético sino más bien
prosaico.
La cristiandad, nuevo pueblo de Dios, también padece crisis de
identidad o existenciales. También en estos momentos de oscuridad
el Señor calla, se oculta... pero nunca se olvida, siempre permanece
fiel. El nuevo pueblo no es un resto privilegiado sino un inmenso
ejército de seres débiles: lisiados, cojos, preñadas, gente que sufre
y llora, hombres y mujeres que sienten en su propia carne el fiero
desgarro de la tristeza, del abandono, de la miseria económica... La
liberación que esperan no es etérea sino algo tan concreto como la
transformación del llanto en alegría, del luto en baile con traje de
gala y panderos en corro, del camino tortuoso y duro por la miseria
en vía llana y sin tropiezos, del egoísmo cerrado del corazón en
apertura de manos hacia el necesitado...
3.°. Sólo Jesús, Palabra que compendia las demás, puede
darnos la palabra que sacia v no engaña
/Ez/34 PASTORES/MALOS: La fuerza de un símbolo y su mal
uso. La imagen del pastor es de vieja raigambre en toda la literatura
del Próximo Oriente para designar tanto a los dioses como a sus
dirigentes, políticos y religiosos. En la Biblia se aplica a Dios 69, a
David como rey, así como a sus sucesores 70.
En la escala de valores del ciudadano, pastor se aplica, con
harta frecuencia al zafio de zurrón y cayado, torpe, de bajo estrato
social.., pero en la cultura agricola-pastoril, sobre todo primitiva, el
lexema pastor («pastorear, pastos, pacentar...») es de gran riqueza:
evoca a todo aquel ser solícito que procura a su rebaño... comida y
bebida reparadora; es su defensor ante cualquier peligro de
animales nocivos... Su sola presencia, el mero olfatearle produce
paz, sosiego. Nuestros jefes religiosos también se presentan como
pastores solícitos, amorosos... de la grey encomendada. El hombre
sencillo piensa en alguien cercano y cariñoso..., y de repente se
encuentra con un ser vestido de forma inusual, casi circense, con
frecuencia adusto y lejano, que dice cosas que no entiende... ¿En
qué ha quedado el símbolo del pastor? Lo hemos despojado de
todo su significado.
En este cap. 34, la raíz «pasc» (apacentar, apacentarse, pastor,
pastos, pastorear...) es un sonsonete cansino que da unidad a los
vs.1-24 (Jr tiene un texto parecido) 71. Se contraponen los malos
pastores del pasado (vs. 1-10) con el pastor del futuro (11-16). El
sentido es claro: el Señor en persona va a sustituir a los pastores
humanos que han fracasado, de forma estrepitosa, en su misión de
pastorear. Desde la conquista de Jerusalén por Nabucodonosor (a.
587), el rebaño (=Israel) anda errante, pero el Señor no los deja
abandonados en el peligro sino que los libera, los reúne y
reconduce a buenos pastos (=Nuevo Éxodo), cura y venda sus
heridas (vs.11-16 #v.4 y Zac.11, imágenes muy vivas de los falsos
pastores). Los jefes religiosos y políticos —sólo deben existir si
atienden al pueblo— son los principales responsables del caos que
impera entre la grey: en vez de pastorear buscan, afanosamente, su
propio provecho («os coméis su enjundia, os vestís con su lana,
matáis las más gordas, y las ovejas no las apacentáis», v.3), en vez
de apacentar se apacientan a sí mismos abusando del poder, son
crueles y egoístas, no están al servicio de la grey... Por eso la
dispersión y el destierro es inevitable.
Cambio de escena en los vs.17-22: los derechos de las ovejas
débiles no sólo son pisoteados por los falsos pastores sino también
por las ovejas más robustas (poderosos, ricos, gente influyente...).
Aunque intentan manipular a los débiles, quebrantar sus
derechos..., el Señor no lo consiente, y contra ellos dirige su juicio.
La misión de nuestros pastores del s. XX es orientar, encarrilar,
curar, vendar.., apacentar. Pero... ¿apacientan o se apacientan?
«¡Ay de los pastores... que se apacientan a si mismos! ¿No son las
ovejas lo que tienen que apacentar...? Os coméis su enjundia, os
vestís con su lana, matáis las más gordas...». Apacentarse, y no
apacentar, es corromperse o favorecer la corrupción, buscar el
lucro en vez de atender al pueblo, dar el puesto de trabajo al del
partido o sindicato por encima de la valía personal; apacentarse, y
no apacentar, es engañar a la gente sencilla prometiendo y no
dando, es negarse a proclamar el mensaje liberador de Jesús y
pregonar «sus verdades» queriendo que todos comulguen con
ideas obsoletas y trasnochadas, ajenas al Evangelio. Pero
apacentar, y no apacentarse, es estar cerca del oprimido, del
pobre, del que no puede devolvernos nada porque nada tiene.
Apacentar, y no apacentarse, es saber escuchar el débil balido de
las ovejas marginadas, pisoteadas, de los que vagan por la vida sin
rumbo fijo, sin pan ni vestido. Apacentar, y no apacentarse, es tratar
con el marginado, con la prostituta, con el enfermo de sida, con el
pobre extranjero que recorre nuestras calles para poder malvivir...
¿No tendrán los pastores parte de culpa, por descuido, de tantas
desgracias y miserias que nos rodean?
Entre la grey cristiana nunca debe cundir el desaliento. El texto
de Ez termina con la promesa de un nuevo pastor (vs. 23-25) que
nunca nos abandonará. Este pastor es Jesús, siempre fiel a su
pueblo; no permitirá que sus ovejas anden errantes, se pierdan o
extravíen. Conviene meditar, sin prisas, el bonito Salmo 23:
«El Señor es mi pastor: nada me falta;
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas,
me guía por el sendero justo;
aunque camine por cañadas oscuras, nada temo..;
tu vara y tu cayado me sosiegan».
IV. Por eso el pueblo está obligado a conocer esta palabra
Durante la primera parte de la Misa, denominada Liturgia de la
Palabra se leen diversos textos bíblicos, costumbre heredada del
judaísmo. Según Neh 8,1-12, texto capital para conocer el origen y
desarrollo del culto sinagogal, Esdras, desde un púlpito, pronuncia
la bendición a la que el pueblo responde con gestos y un doble
«amen»; a continuación, se traduce el texto bíblico hebreo a la
lengua en uso de aquella época, el arameo (¿origen del Targum?),
y se comenta su contenido. «La lectura de los libros... del A y N T,
que se remonta... a los orígenes mismos de la Iglesia ha dado a la
parte introductiva de la Misa un carácter marcadamente didáctico.
En los primeros tiempos hubo lecturas incluso de libros no
canónicos; pero fueron esporádicas..., destinadas por tanto a
desaparecer. Solamente en África y en la Galias se conservó
durante mucho tiempo la recitación de las actas de los mártires, que
actualmente sólo rara vez se leen en el rito ambrosiano»72.
Esta costumbre no siempre ha gozado de la misma importancia
en el nuevo pueblo de Dios, la Iglesia. El famoso Manual de
Teología Moral de D. M. Prümmer 73 anterior al Concilio Vaticano II,
tras hablar de la obligación «sub gravi» de oir Misa como parte
esencial del precepto dominical «... ita ut laesio eius sit peccatam
mortale ex genere suo...», expone los requisitos de su cumplimiento.
El primero de ellos es la presencia corporal: basta con que el fiel
esté «... moraliter coniunctus cum celebrante...». ¿Y si no pudiera
asistir a toda la Misa? La casuística distingue entre partes
esenciales (consagración, comunión) y accidentales (hasta el
Evangelio inclusive o tras la comunión hasta el final)74. «<Con la
homilía (y más tarde con el símbolo...) termina la primera parte de la
Misa, en la que predomina el elemento didáctico... A continuación
viene la segunda parte, o, mejor dicho, la Misa propiamente dicha:
el sacrificio» 75.
El Vaticano II 76 nos recuerda, siguiendo la auténtica tradición,
que el deber de todo cristiano es conocer la Biblia y, citando a S.
Jerónimo, nos dirá que «desconocer la Escritura es desconocer a
Xto» 77. Por eso atribuye una gran importancia a las dos partes de
la Misa: la liturgia de la Palabra y la liturgia de la Eucaristía; en la
primera se nos presenta al Verbo, la palabra encarnada en la
palabra humana; en la segunda, se nos da a comer al Verbo hecho
Hombre. El fundamento bíblico es claro: «...yo soy el pan de la vida:
el que acude a mí no pasará hambre, el que cree en mí no pasará
nunca sed» (Jn 6, 35), «... esta es la voluntad de mi Padre, que
todo el que contempla al Hijo y cree él tenga vida eterna...» (Jn
6,40), «Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna...»
(Jn 6,54). Cristo se da en su palabra y en la eucaristía, en ambos
casos se obtiene la vida eterna 73. La Imitación de Cristo de T. de
Kempis 79 afirma: «Así que me diste como a enfermo tu sagrado
cuerpo para recreación del ánima y del cuerpo y pusiste para guiar
mis pasos una candela, que es tu palabra. Sin estas dos cosas, yo
no podría vivir bien, porque la palabra de tu boca luz es del ánima, y
tu sacramento pan es de vida. También estas se pueden decir dos
mesas puestas en el sagrario de la Santa Iglesia... La una mesa es
el santo altar donde está el pan santo...; la otra es de la ley divina,
que contiene la sacra doctrina y enseña la recta fe... ».
Por diversas razones en las que no podemos entrar aquí, los
fieles católicos no han sido muy aficionados a la lectura de la Biblia
80. La Biblia era considerada como libro protestante, mientras los
católicos eran más dados a cultos eucarísticos: adoraciones
nocturnas, exposiciones del Santísimo... A pesar de la renovación
del Vaticano II, todavía existe hoy mucha dejadez por la Biblia no
sólo entre los seglares, sino también entre sus dirigentes. Tal vez, la
palabra de Dios siga molestando, como en tiempos de Jr, a los
«establecidos» de nuestro mundo.
ARAGONESA/02. Págs. 13-29