COMENTARIOS AL SALMO 13


1. ¡HEME AQUI, SEÑOR! Salmo 13  Salmo 14

«El Señor observa desde el cielo a los hijos de Adán, para ver si hay alguno sensato que busque a Dios. Todos se extravían igualmente obstinados, no hay uno que obre bien, ni uno solo».

Me siento movido, Señor, por esa imagen tuya en que miras desde el cielo a los hombres que has creado, y no encuentras ni uno solo que te busque de corazón. Adivino tu desilusión y tu tristeza. Parece que andas buscando a alguien de quien puedas fiarte, alguien a quien puedas llamar para encargarle tu trabajo entre los hombres. La humanidad sigue desvariada sin ti, y tú quieres tener al menos algunos hombres que te sirvan de mensajeros, de profetas, de agentes de tu gracia que recuerden a los hombres que los amas, que repitan tus promesas y proclamen tu ley. Andas miran-do por toda la tierra, y no encuentras a nadie.

Una vez dijiste en voz alta cerca de donde pudiera oírte Isaías: «¿A quién enviaré? ¿Quién irá de mi parte?» Y él contestó espontáneamente: «Aquí estoy, Señor; envíame». Y tú al instante le diste la orden, «Ve y dile a mi pueblo...» Yo no soy Isaías, Señor; pero yo te amo, siento celo por tu gloria, y ahora acabo de oír tus palabras. Las tomo como una invitación personal que me haces a mí, doy un paso al frente y me ofrezco al trabajo. Aquí estoy, Señor; envíame. Yo no soy digno, no puedo hacer mucho, no valgo para nada; pero tú buscas voluntarios, y yo me apunto. Tu poder suplirá mi pequeñez.

Tú has mirado desde el cielo, y yo he mirado hacia arriba des-de la tierra: y nuestros ojos se han encontrado. Feliz momento en mi vida mortal. Mi misión ha comenzado.

CARLOS G. VALLÉS
Busco tu rostro
Orar los Salmos
Sal Terrae. Santander 1989, pág. 32