Mt 5, 48 - St 1, 4

Queridos Hermanos:

Este texto de la Hora Tercia de hoy implica cinco imperativos y una promesa. Buscamos entender un poco mejor qué cosa nos quiere decir el Apóstol con estas palabras:


Perfeccionaos

El segundo imperativo “perfecti estote”,(perfeccionarse) así como se lee en el texto latino, parece coincidir con la palabra resumen del Sermón de la Montaña: “perfecti estote sicut Pater vester caelestis perfectus est”.

Esta palabra nos invita a ser aquello que somos: Imagen de Dios, seres creados con relación al Señor, espejo en el que se refleja la luz del Señor. No vivir el cristianismo al pie de la letra, no escuchar la Sagrada Escritura del mismo modo es frecuentemente difícil, históricamente discutible, pero hay que ir más allá de la letra, de la realidad presente, hacia el Señor que nos habla y así, a la unión con Dios. Pero si vemos el texto griego encontramos otro verbo, “catartizesthe”, y esta palabra quiere decir rehacer, reparar un instrumento, restituirlo a la plena funcionalidad. El ejemplo más frecuente para los apóstoles es rehacer une red para los pescadores que no está más en la justa situación, que tiene tantas lagunas que no sirve más, rehacer la red de modo que pueda nuevamente ser red para la pesca, retornar a su perfección de instrumento para este trabajo. Otro ejemplo: un instrumento musical de cuerdas con una de ellas rota, entonces la música no puede ser ejecutada como debería.

Así, en este imperativo, nuestra alma aparece como una red apostólica que aún no funciona bien, porque está lacerada por nuestras propias intenciones; o como un instrumento musical en el cual lamentablemente una cuerda está rota, y entonces la música de Dios que debería sonar desde lo profundo de nuestra alma no puede resonar bien. Rehacer este instrumento, conocer las laceraciones, las destrucciones, las negligencias, cuanto es descuidado, y buscar que este instrumento sea perfecto, sea completo y que sirva para aquello para lo que ha sido creado por el Señor.

Y así, este imperativo puede ser también una invitación al examen de conciencia regular, para ver cómo está mi instrumento, hasta que punto está dañado, no funciona más, para buscar retornar a su integridad. Es también una invitación al Sacramento de la Reconciliación, en el cual Dios mismo rehace este instrumento y nos da de nuevo la totalidad, la perfección, la funcionalidad, para que en esta alma pueda resonar la alabanza a Dios.