Mensaje para las almas que no saben cuál es su papel dentro de la Iglesia:

 

¿Qué espera Dios de mí?

Yo amo la Iglesia: ¡La Iglesia es santa, grande e inmensa! Pero... ¿Qué espera la Iglesia de mí?: ¡Lo que espera Dios de mí! ¿Y qué espera Dios de mí?: ¡Que yo sea yo, lo que soy, el que soy!.

Cada lámpara emite su luz y tiene su lugar en una casa. Así, cada uno de nosotros tiene su puesto, su lugar y su luz en la Casa de Dios que es la Iglesia. Unas luces ocupan los salones principales de la casa, otras los pasillos, y aún otras los aledaños. Unas son más brillantes y luminosas, otras son más débiles, ¡pero todas necesarias!

¡No trates, alma, de dar y ofrecer una luz que no tienes! ¡No mires las otras lámparas deseando ocupar su lugar! ¡Ni te sobrevalores pensando que eres más importante y necesaria que las demás! ¡Ni te infravalores pensando que eres insignificante y sobrante! ¡Cada luz es necesaria allí donde está! ¡Cada una cumple su misión así como es! ¡Con tu tinte personal de luz, con tu intensidad, y en tu lugar, así como eres! ¡Allí donde te puso Dios, allí es tu mejor lugar y donde has de estar!:

Preocúpate "lámpara" - alma - de una sola cosa: ¡DE NO ESTAR APAGADA!. Porque ahí sí adquieres responsabilidad ante Dios. Dios no quiere de ti, que des mayor o menor luz que las demás, que ocupes un lugar más o menos destacado, sino que allí donde estás des la luz que puedes y has de dar: en toda su magnitud y en toda su pureza, lo cual quiere decir sumisión a la Voluntad de Dios y participación de la Gracia (Sacramento de la Penitencia).

No te distraigas, ni te afanes, buscando hacer lo que no puedes hacer, lo que el Padre no ha dispuesto para ti. Acepta simplemente lo que Dios te da, y date por satisfecha si eres capaz de lucirlo con alegría, como quien lleva un galardón de parte de Dios. Y ese galardón es la Vida que Dios te da.

¿Eres pobre? ¿te sientes incapaz?. Pues ofrece tu pobreza, ofrece tu impotencia, revistiéndola de tu fe y tu amor por Dios. Eso sólo, ¡ESO TAN SOLO!, bastará para complacer a Dios. ¡No busques dar lo que no tienes, ni parecer lo que no eres, porque lo único que Dios espera recibir de ti, es lo mismo que tú eres!. Esta es la luz que ha de emanar de tu corazón: Amor y Agradecimiento a Dios.

Mt 5,14-16. "Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos"