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30/04/2008
Tatiana Fedótova / Pablo G. Rodríguez
Iván Ojlobystin: de cineasta bohemio a pope con familia numerosa
Converso, actor y escritor popular, pocos habrían adivinado en los años 80 que Ojlobystin dirigiría parroquias, no películas.
A sus
41 años, el padre Iván Ojlobystin es uno de los popes más famosos y peculiares
de Rusia. Premiado actor y director de teatro y de películas, experto en
relaciones públicas, motero, padre de familia numerosa, converso ex-bohemio, su
historia enlaza modernidad y tradición, glamour y austeridad.
Iván Ojlobystin nació en 1966. Su padre era cirujano, un materialista
enamorado de la revolucion bolchevique. Nacido en 1905 tuvo a su hijo
Iván con 61 años. Su madre era, según Iván, "una pionera con trenza [de
la rama juvenil del Partido Comunista] que creía sólo en Lenin".
Iván siempre tuvo vocación de hacerse escuchar. Y para ello, dice, hay dos
grandes vías: hacerse pastor espiritual o gurú bohemio, estrella del arte. "Mi
herencia atea fue decisiva. Con la religion nada me unía. Toda mi
familia era comunista practicante y convencida. Así que con el tiempo
me hice director de películas".
Siendo niño, un incidente escolar activó en él la fe, contra toda previsión.
Una compañera de clase le regaló un curioso libro de antes de 1917 a cambio de
una cámara fotográfica. El libro cautivó al joven Iván: era el Salterio, el
Libro de los Salmos. Cuando el padre de la niña vino a devolver la cámara y
recoger el libro Iván ya se había enamorado del "espíritu antiguo" de
los cantos del Rey David.
Eso le animó a leer la Biblia. Le pareció cercana, misteriosa,
incognoscible. Lo sedujo. Se bautizó a los 16 años, como una locura
adolescente. Con ardor de neófito intentaba convertir a sus familiares. Su madre
le llamaba "el pequeño pope". Pero nadie le tomaba en serio. Cosas de chavales,
decían.
Triunfando en el cine
Ni el ambiente ni la sociedad de entonces podían alimentar esa fe. Se centró en
sus estudios y en el arte. Sacó su licenciatura en la Universidad Nacional de
Cinematografia. Siendo aún estudiante, fue elegido secretario de la Asociacion
de Cinematografistas. Llegó la vida adulta. Empezó a recibir premios,
hasta unos cuarenta: premios nacionales e internacionales al director, mejor
guión y mejor actor principal. Escribía artículos de cultura en
periódicos de alcance nacional, colaboraba en los principales canales de TV,
dirigió dos obras teatrales en uno de los teatros principales de Moscú.
Iván en su época de joven actor
Oksana hoy es "mátushka Ksenia";
aquí, con los seis niños del matrimonio
Iván siempre quiso una familia numerosa. De niño sólo había tenido hermanastros mucho mayores que él y se había sentido solo. Oksana también quería muchos hijos, algo infrecuente en una Rusia en pleno invierno poblacional. A pesar de ser una actriz exitosa, llegado el momento eligió las alegrías sencillas de la vida familiar. Hoy tienen seis hijos.
Bombazo: de bohemio a sacerdote
En el año 2000 llega el bombazo: Iván Ojlobystin, cineasta y bohemio famoso,
anuncia en prensa que deja el cine para servir a Dios en la Iglesia Ortodoxa
Rusa. En 2001 se ordena diácono y después sacerdote.
Su mujer aceptó ilusionada su nuevo estatus de "mátushka" ("madrecita", esposa
de pope). Dejó su nombre artístico ("Oksana" es un nombre informal, Ksenia en
ucraniano) y ahora todos la conocen como "mátushka Ksenia".
La Iglesia Ortodoxa ordena sacerdotes a hombres casados. Lo que no hace es casar
a hombres ordenados: quien se ordena siendo soltero renuncia a casarse. Las
esposas de los popes tienen casi siempre un papel intenso en la vida parroquial.
Muchas veces son hijas o sobrinas de popes, chicas "de familia eclesiástica". No
era el caso de la familia Ojlobystin.
Por su condición de famosos, a menudo Iván y Ksenia conceden entrevistas. ¿Cómo
es la vida familiar de estos ex-cineastas tan peculiares? "Después de ordenarme
no ha cambiado nada en nuestras relaciones conyugales, no nos tratamos
de usted ni nos hablamos en eslavo eclesiástico", bromea el padre
Iván.
Iván considera que el marido debe aceptar la primacía de la mujer en la casa por
causas evidentes: ella sabe donde esta la sopa, domina la situación de los
niños. Mientras ella dirige la casa, el marido gana el dinero fuera. Iván
explica que "de los hijos los dos nos preocupamos por igual, pero de formas
diferentes".
Vídeo sí, TV no
La chiquillería familiar ni se dio cuenta de que su padre se había hecho cura.
En su clase hay una mezcla social que los niños ni siquiera notan: hijos de
empresarios, de funcionarios, de jefes del crimen... todos juegan juntos en el
parque.
En la casa de los Ojlobystin no se permite a los niños ver la
televisión, solo el video. Iván es partidario de algún castigo físico
ocasional: “es mas eficaz darles un par de veces con la correa que
intentar persuadirles durante horas. Despues duermen mejor."
El P. Iván con 5 de sus seis hijos posando para una revista
Considera que los hijos son la mejor inversión. "Nadie de mi
banco vendra a cambiarme el orinal cuando sea anciano", explica. "Para pagar
esos servicios hace falta mucho dinero. Es más fácil parir y educar bien."
Por supuesto, siempre habrá críticas contra un pope tan políticamente
incorrecto. "Tengo un todoterreno grande, y muchos me lo reprochan.
¡Pero es que tengo una familia de 8 personas! Y tampoco vivimos en el
coche", protesta. Sus estrecheces son las de una familia numerosa.
Actualmente el padre Iván tiene a su cargo tres parroquias. Aunque algunos
famosos vienen a hablar o a confesarse con él, ha comprobado que no está
preparado para llevar la dirección espiritual de ningún feligrés de manera
estable. "Intento controlar todo y a todos, incluso durante la misa. Tengo muy
poca experiencia personal, muy poca cultura eclesiástica como cura. Por eso no
soy director espiritual de nadie", admite.
Confesión y relaciones públicas
Sí es un gran defensor del sacramento de la confesión. “La confesion es
una forma ideal de autocontrol y autoperfección. Si una persona es
capaz de confesar a tiempo sus errores anulará las posibles consecuencias de
esos errores. El sacerdote es tan sólo un testigo de este milagro”, explica.
"Muchos profesionales de las relaciones públicas vienen a confesarse o
simplemente a hablar conmigo. Saben que entiendo sus debilidades y
pecados mejor que cualquier otro cura. Saben que no les tengo piedad ni tampoco
les humillo", dice Iván, que durante una temporada formó parte del
departamento de relaciones públicas de Asuntos Presidenciales, es decir, de
Vladimir Putin.
Actualmente forma parte del comité de la Iglesia Ortodoxa que lleva las
relaciones con la Federación Rusa. Mantiene por lo tanto experiencia en el mundo
de las relaciones públicas. Por su experiencia en este campo, no todos se
escandalizan cuando "predica fuerte" sobre las miserias del oficio.
“A los de relaciones públicas hay que enterrarlos fuera de tierra sagrada", ha
declarado, provocador, en algunas ocasiones. Luego se explica: “A veces
para crearte publicidad no te paras ante el posible daño que puedes causar,
sales de los limites del mundo civilizado. Así que es justo que cuando
te entierren sea fuera de sus limites”.
Como hombre de cultura, se muestra escéptico con un posible “renacimiento” de la
cultura ortodoxa en Rusia. Cuando le preguntan por sus películas cristianas
preferidas menciona Sentido y Sensibilidad y El Señor de los
Anillos. Éxitos de taquilla nacidos de libros ingleses.
Pero el padre Iván no ha dejado de todo el cine. En 2007, ya
siendo clérigo, interpretó -con permiso de las autoridades eclesiásticas- al
monje Rasputín en la pelicula El Complot, de Estanislao Libin.
Actualmente se prepara para dirigir una serie televisiva de 365
documentales: La Vida de los Santos, uno para cada día.
Además, forma parte de un proyecto que intenta conseguir que el cine y la novela
rusa hablen bien de los hombres de negocios, que siempre aparecen asociados al
crimen y el lujo desmedido.
"Hoy en día es muy común ver a comerciantes ricos que van a la iglesia y besan
la mano al cura. No sé porqué. Pero es obvio que el retrato del hombre
de negocios siempre en casinos y prostíbulos se ha quedado anticuado.
Cansados de divertirse, ahora ya tienen principios y familias fuertes. Muchos de
ellos han visto la proeza salvadora de Jesús, la nobleza de Dios que se
sacrifica para salvar a los hombres. Creo que empezamos a ver muestras
de que nuestra oligarquía empieza a convertirse en aristocracia",
explica Iván esperanzado.
Anima a los ricos a invertir en la Iglesia. "La Iglesia es la única estructura
que se preocupa por la moral de la sociedad, la que asegura estabilidad", dice
convencido.
Y una propuesta para todo hombre: ser libre.
“Para el hombre existe solo una libertad: ser libre del pecado.
Estar libre del pecado, tener una familia normal, no robar ni matar, una
orientación sexual tradicional: eso es libertad. Lo demás es libertinaje.
Libertad es voluntad. Y la libertad debe llevarnos a su cumbre, que es
la libertad del espíritu”.