VIERNES DE LA SEMANA 30ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Rm 9, 1-5

1-1.

Ver DOMINGO 19A


1-2.

Pasamos aquí a un desarrollo completamente nuevo de la gran Carta a los Romanos.

Hasta aquí Pablo nos ha demostrado:

- la miseria universal del hombre, la humanidad «separada» de Dios...

- la reconciliación universal, la humanidad «animada» por Dios -Fe-... Ahora bien, Pablo sabe, desde lo interior, porque formaba parte de este pueblo, que a esta demostración podría hacerse una objeción mayor: ¡el problema de la incredulidad judía! ¿Cómo explicar que el pueblo, el primer beneficiario de esa revelación maravillosa, haya podido rehusar a Jesucristo, en su conjunto? Esto es lo que abordará ahora en los capítulos 9, 10 y 11 de su carta.

-Afirmo la verdad en Cristo. No miento. Mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo.

Nos damos cuenta de que abordar este asunto le desgarra el corazón.

Y lo hace sólo por fidelidad a la «inspiración interior».

Lo que nos ha predicado es el primero en vivirlo. Habla «en Cristo» y «en el Espíritu». Las palabras que salen de la boca de Pablo, las verdades que trata de desarrollar no son suyas, son «las de Cristo». Aludan, Señor, a referirme siempre a ti.

-Siento una gran tristeza y un dolor incesante en el corazón. ¡Desearía incluso ser anatema, separado de Cristo por los judíos, mis hermanos de raza!

Pablo sufre. No con un dolor personal, sino por la salvación del mundo. ¡Pablo obsesionado por la salvación de sus hermanos! ¡Un auténtico misionero! ¡Viendo que sus hermanos de raza, los judíos, rehúsan la fe, llega hasta a desear su condena personal si esto puede salvarlos! Dicho de otro modo, está presto a renunciar a su eterna felicidad si esto pudiera asegurar la de ellos. ¡No debemos dejar pasar a la ligera tales declaraciones!

Se ha reprochado a menudo a los cristianos ser «interesados» -portarse bien en la tierra para obtener el cielo en recompensa-: esto es una caricatura del cristianismo. De hecho el verdadero amor es desinteresado. Leyendo estas palabras apasionadas, no olvidemos que Pablo era perseguido por aquellos de quienes habla: la Sinagoga lo consideraba un renegado, un apóstata... Concédeme, Señor, que mi oración sea también por los que no me aman. Dame el ansia de la salvación de mis hermanos. Hazme misionero.

-Son, en efecto, los hijos de Israel, de los cuales es la adopción filial, la gloria, las alianzas, la Ley, el culto, las promesas de Dios y los patriarcas, de los cuales también procede Cristo, según la carne.

Una letanía de siete privilegios excepcionales. Siete es la cifra de la perfección. Se resume aquí toda una historia. La historia de un amor.

Dios y ese pueblo se amaron. ¿Amor decepcionado? ¿Amor fallido? No, dirá Pablo, más aún, esto no es posible. Todo continúa siendo válido. Dios continúa amándolos.

-De ellos procede Cristo, el cual está por encima de todas las cosas, Dios bendito eternamente.

Esta profesión de amor por los judíos, sus infieles hermanos de raza, termina en una plegaria, una doxología a Cristo. Es el equivalente de una de nuestras fórmulas finales de oración: «por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Dios y Señor». Pablo atribuye pues a Cristo, hombre nacido según la carne, de la raza judía, un título que los judíos reservaban sólo a Dios, como para que resaltase mejor el «rechazo escandaloso» de los judíos. No quisieron reconocerlo como «Dios». Y sin embargo, verdaderamente, ¡Jesucristo es Dios!

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 364 s.


2.- Flp 1, 1-11

2-1.

Comenzamos hoy la lectura continua de la Epístola a los Filipenses. Es la más personal de las cartas de san Pablo, la de tono más confidencial. La Iglesia de Filipos, la primera de las «comunidades» nacidas en el continente -después de Asia Menor, la primera ciudad evangelizada de lo que será más tarde Europa- era donde san Pablo se encontraba más a gusto.

-Nosotros, Pablo y Timoteo, servidores de Cristo Jesús...

Aquí, Pablo, no se da el título habitual de «apóstol», sino el de «servidor», -esclavo de Cristo en griego-: adivinamos en esta palabra todo lo que comporta de abnegación total, de pertenencia absoluta, de servicio concreto, de vida entregada hasta el fin.

-Doy gracias a Dios cada vez que pienso en vosotros y, cada vez que ruego por vosotros, es siempre con alegría.

El tono de toda la Epístola es: la acción de gracias... la alegría... ¿Suelo orar de este modo por los que amo, por los que están a mi cargo o bajo mi responsabilidad, por los conocidos?

A causa de la colaboración que habéis prestado al Evangelio, desde el primer día... Y convencido de que quien inició en vosotros «su obra» la irá consumando hasta el final de la misma...

Precisión de las perspectivas teologales y humanas: -los filipenses han trabajado por el Evangelio- pero era Dios quien hacía «su obra» en ellos... Intima colaboración de la libertad y de la gracia, Dios y nosotros. Ni Dios sin nosotros. Ni nosotros sin Dios. Todavía HOY está Dios trabajando en nuestro mundo, en mi vida.

¿Trato habitualmente de meditar lo que Dios "está haciendo" en este momento... para incorporarme a El y para colaborar con El?

¿Estoy persuadido, como Pablo de que Dios conducirá su obra «hasta el final»? Optimismo fundamental. Alegre certeza.

-Yo os llevo en mi corazón, partícipes como sois de mi gracia, tanto en mi cautividad como en la defensa y consolidación del Evangelio, pues testigo me es Dios de cuánto os quiero «en la ternura del corazón de Cristo Jesús».

Hemos destacado ya esa fórmula de Pablo.

Tiene la impresión de ser suplantado desde el interior: no es él, el pobre Pablo quien ama... «es la ternura del corazón de Cristo» la que habita en él y la que ama a los hombres a través de él. Pablo puede morir de un momento a otro. Está prisionero y no sabe como acabará su proceso. Sin embargo exulta de gozo y de ternura.

Ayúdanos, Pablo, a no apesadumbrarnos por nuestras propias miserias.

-En mi oración pido que vuestro amor siga creciendo cada vez más en conocimiento perfecto y discernimiento con que podáis aquilatar lo más importante.

Es el amor lo que hace progresar el «conocimiento».

La oración de Pablo es de gran calidad. Su objeto es completamente espiritual: pide a Dios que aquellos a quienes ama "progresen por el amor, en el discernimiento de lo que es más importante..."

-A fin, dice, que caminen sin tropiezos hacia el día de Cristo y que tengan en plenitud la santidad obtenida gracias a Jesucristo para gloria y alabanza de Dios.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 364 s.


2-2.

En Filipos funda Pablo la primera comunidad de Europa (Hch 16,12ss), de la cual había recibido ayudas económicas (Flp 4, 15s). Un nuevo donativo, que le llega por medio de Epafrodito (18), podría haber sido la ocasión para escribir su carta cuyo saludo sugiere la imagen de una comunidad desarrollada y organizada (1,1s).

Por de pronto Pablo da fe de cómo le impresiona la constancia de los filipenses en su entrega, desde el primer momento, al evangelio (3-5). Este reconocimiento, por el que da gracias a Dios, le proporciona a la vez la ocasión de orar por ellos «con satisfacción» y gozo. El Apóstol se siente animado por la confianza de que la obra buena realizada en ellos no dejará de llevarla a término aquel que la empezó, hasta que llegue el día de Cristo Jesús (6). Tiene motivos para pensar así de ellos, pues los lleva en su corazón y, además, en la prisión y en la defensa y testimonio del evangelio, los filipenses participan con él de esa gracia (7). Con todo esto, Pablo ha querido expresarles cuánto les ama en las entrañas de Cristo Jesús; sólo Dios puede ser testigo de ese amor suyo por ellos (8). Y lo que pide para ellos no es otra cosa sino que su caridad aumente en conocimiento y percepción para elegir las cosas mejores (9). El crecimiento en la caridad es el que purificará y mantendrá a todos sin pecado hasta el día de Cristo llenos de frutos de santidad «por medio de Cristo Jesús, para gloria y alabanza de Dios» (11).

A/TRAGEDIA: Entre nosotros los hombres no hay amor que no produzca desazón. El amor, que busca lo mejor para aquellos a quienes ama, manifiesta a la vez la impotencia radical de quien les ama de cara a hacerlos felices de forma total y definitiva. Podríamos hablar de una especie de tragedia en el amor. De ella da testimonio el texto paulino de hoy.

Su plegaria rezuma preocupación e incapacidad. No tiene en su mano el poder hacer a los filipenses todo lo que les desea, aun viéndoles expuestos al peligro del cansancio y el desaliento. Y ruega por ellos, movido por la propia incapacidad, y sobre todo por la confianza en el único que puede llevar a cabo en el hombre la obra buena. Quién sabe si rezar quiere decir también eso: delante de aquellos a quienes amamos, y en el silencio frente a lo inaccesible, acoger la propia inutilidad con la confianza puesta en quien puede actuar en el hombre como quiere.

M. GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 260 s.


2-3. /Flp/01/29-30   /Flp/02/01-16

El texto de la carta a los cristianos de Filipos que se lee en la fiesta de los santos doctores sugiere, por un lado, la consideración de la primacía de la vida, la que cada uno lleva, sobre el conocimiento, la ciencia, y por otro, cómo tal consideración y su asimilación forman parte precisamente de la que puede muy bien denominarse ciencia o sabiduría cristiana. En efecto, el ideal de sabio cristiano no es, de hecho, el hombre de amplios conocimientos, sino más bien el hombre de vida recta según el ejemplo de Jesús. El amor es superior a la ciencia, en tanto que llega a ser el puntal que da soporte entre los hombres a la unión de alma y sentimientos. En cambio, la ciencia, la frondosidad de conocimientos, puede convivir en un mismo espíritu con la envidia y el orgullo, haciendo que cada uno vaya a lo suyo, produciendo así la división. El amor, por el contrario, lleva a marginar esos factores que dividen, pasando por encima de las diferencias y acogiendo al otro con humildad. Una humildad no simulada ni artificiosa, sino fundada en la clarividencia de que los conocimientos por sí solos no hacen mejores a los hombres, y de que en cada hombre hay «algo» que vale más que cualquier reconocimiento. Por suerte hay en cualquier hombre «más» que lo que puede saberse. Así, pues, no es extraña la ciencia de la vida cristiana. Ha convivido con ellos y convive, teniendo un único objetivo: hacer al hombre más bueno, más humilde y más sencillo; ayudarlo a adquirir la conciencia y el sentido de la realidad humana. La ciencia cristiana es aquella que hace del sabio un hombre bueno.

Frente al comportamiento de Jesucristo, cualquier pretensión de orgullo o vanagloria en el sabio por su ciencia parece ridícula. Jesucristo, en efecto, aun siendo «de condición divina», tomó «aspecto de esclavo» y se hizo «semejante a los hombres». "Se rebajó" hasta la muerte de cruz. Y, precisamente por eso, Dios lo ensalzó y exaltó.

Sería estúpido, por otro lado, menospreciar, partiendo de textos paulinos como el de hoy, los esfuerzos de la mente humana por la conquista del conocimiento. Tan poco cristiano es el orgullo de la ciencia como el de la ignorancia. La ciencia y la sabiduría requieren esfuerzo y dedicación, y no son dadas a los desidiosos e indolentes. La sabiduría cristiana únicamente se muestra a aquel que le dedica la vida, permaneciendo abierto a sus exigencias y requerimientos.

M. GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 870 s.


3.- Lc 14, 1-6

3-1.

-Un sábado, Jesús fue a comer a casa de uno de los jefes fariseos, y ellos lo estaban observando.

No rehúsa las invitaciones de sus adversarios habituales.

Porque ha venido a salvar a todos los hombres.

La casa de ese jefe de los fariseos es muy significada por un gran respeto y devoción a la Ley: en ella, las tradiciones morales y culturales son respetadas de modo muy estricto.

Es un sábado, un día sagrado para el anfitrión de Jesús.

Desde su entrada en la casa, Jesús es "observado" acechado, vigilado... se le va a medir con el mismo rasero de la piedad farisea más rigurosa; son personas aferradas a la santificación del sábado y que se imaginan que Dios no puede pensar de manera distinta al parecer de ellos.

-Un hidrópico se encontraba en frente de Jesús.

Aparentemente éste no era un "invitado". Quizá estaba mirando al interior desde la ventana. Para los fariseos toda enfermedad era el castigo de un vicio no declarado. Según ellos, ese pobre hombre debió haber llevado una vida inmoral y por esto Dios le habría castigado.

-Jesús tomó la palabra y preguntó a los Doctores de la Ley y a los fariseos: "¿Es lícito curar en sábado, o no?" Ellos se callaron.

¡Qué extraña pregunta! ¿A qué viene ese innovador? Hace ya tiempo que las "Escuelas" han saldado definitivamente todos esos casos. Si Jesús hubiera ido a las Escuelas, sabría que:

- Cuando la vida de una persona corre peligro, está permitido socorrerlo...

- Cuando el peligro no es mortal agudo, hay que esperar que termine el día sábado para prestarle alguna ayuda. ¿No es esto lógico? ¿Por qué no contentarse con la "tradición de los antiguos"? ¿Por qué suscitar nuevas cuestiones? Los fariseos callan. No quieren discutir. Ellos poseen la verdad. No es cuestión de modificar en nada sus costumbres. Jesús no puede hablar ni actuar en nombre de Dios, puesto que no se conforma a "su" enseñanza... a la enseñanza tradicional.

-Jesús tomó al enfermo de la mano, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: "Si a uno de vosotros se le cae al pozo su hijo o su buey ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado?" ¡Perdón, caballero! Este caso está también previsto por la casuística, parecéis ignorarlo...

Si un animal cae en una cisterna los legistas permitían que se le alimentara para que no muriera antes del día siguiente... y de otra parte, estaba permitido echarle unas mantas y almohadas para facilitarle salir por sus propios medios; pero ¡sin "trabajar" uno mismo en sábado! Esos ejemplos nos muestran la gran liberación aportada por Jesús. Una nueva manera de concebir el "descanso" del sábado, del domingo.

Mas allá de todos los juridismos. El sábado es el día de la benevolencia divina, el día de la redención, de la liberación, de la misericordia de Dios para con los pobres, los desgraciados, los pecadores. El día por excelencia para hacer el bien, curar, salvar. El día en el que hay que dejarse curar por Jesús.

Señor, ayúdanos a ser fieles, incluso en las cosas pequeñas, pero sin ningún formalismo, sin meticulosidad.

Señor, ayúdanos a permanecer abiertos, a no estar demasiado seguros de nuestras opiniones, a no quedarnos inmovilizados en nuestras opciones precedentes.

El mundo de hoy nos presenta muchas cuestiones nuevas: ¿sabremos abordarlas con la misma profundidad con que las juzga Jesús?

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 256 s.


3-2.

1. (Año I) Romanos 9,1-5

a) Después del capítulo octavo, sobre la vida en el Espíritu, Pablo dedica tres, del noveno al undécimo, a manifestar el dolor que siente por la obstinación de su pueblo Israel y a reflexionar sobre su futuro.

Él se siente judío y desearía que todos sus "hermanos de raza y sangre", hubieran aceptado a Cristo, como él lo ha hecho. Pero no es así. La mayoría del pueblo elegido se ha quedado fuera de la Iglesia cristiana: "siento una gran pena y un dolor incesante".

Reconoce Pablo que Israel tiene valores muy ricos que ha dejado en herencia a la Iglesia: "la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas". De ese pueblo ha nacido el Mestas, Jesús. ¿Cómo puede ser que no le hayan aceptado?

b) Ha sido siempre un interrogante la situación de Israel en relación con la fe.

El mismo Jesús lloró sobre Jerusalén, previendo su ruina. Había intentado, como nos dice en el evangelio (lo leíamos ayer), "recoger a sus hijos como la gallina protege bajo sus alas a sus polluelos", y no han querido. Igualmente fracasó la comunidad primera: fueron perseguidos y se tuvieron que dispersar fuera de Palestina. Pablo, allí donde iba, predicaba primero en las sinagogas, a los judíos, los herederos primeros de la promesa, y sólo cuando allí era rechazado pasaba a predicar a los paganos.

Nosotros miramos con respeto este misterio de obstinación. Jesús nació en el pueblo judío, de familia judía, descendiente de la casa de David. Sus primeros seguidores -toda la "plana mayor" de la primera comunidad- eran judíos. Creyeron en él bastantes, pero la mayoría le rechazó. Respetamos su sensibilidad y les estamos agradecidos por la herencia que nos han dejado: los salmos, su capacidad de oración, su veneración por la Palabra, los libros inspirados del Antiguo Testamento, sus fiestas, las grandes categorías de la alianza, del memorial o de la asamblea. Pero nos duele, como a Pablo, que el pueblo judío no haya aceptado a Jesús como el Mesías esperado.

También experimentamos dolor por la increencia de muchos, en la sociedad de hoy, por la pérdida de la fe y de los valores cristianos. ¡Cuántos padres, religiosos y educadores, están sufriendo por esta situación de frialdad de la fe en Cristo Jesús!

¿Sentimos con la misma fuerza que Pablo este dolor? ¿no es todavía más triste que los cristianos, que han recibido más bienes y privilegios que los judíos, también se olviden de Dios? ¿no se puede decir, de nosotros más que de ellos, lo del salmo: "con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos"?

1. (Año II) Filipenses 1,1-11

Durante lo que queda de esta semana y toda la siguiente, nos acompañará como primera lectura de la misa la carta de Pablo a los Filipenses.

Es una de las cartas llamadas "de la cautividad" (junto con Efesios, Colosenses y Filemón). Va dirigida a la comunidad de Filipos, una ciudad de Macedonia, en el norte de la actual Grecia. Filipos, que era colonia romana, se llamaba así porque la fundó Filipo II, el padre de Alejandro Magno, el siglo IV antes de Cristo.

Ésta fue la primera ciudad europea evangelizada por Pablo, en su segundo viaje, hacia el año 49 (cf. Hechos 16). El apóstol conservaba un recuerdo muy cariñoso de aquella comunidad, que colaboró con él y le ayudó en todo momento. Esta carta la escribe en ocasión de que, una vez más, al saber que estaba detenido, le envían por medio de Epafrodito alguna ayuda, tal vez dinero y ropa.

a) Hoy escuchamos el saludo, que firman Pablo y Timoteo. Ellos se llaman a sí mismos "servidores de Cristo Jesús", mientras que a la comunidad la titulan "el pueblo santo de cristianos que residen en Filipos".

El saludo y la acción de gracias están llenos de alegría y cariño cordial: "os llevo dentro", "testigo me es Dios de lo entrañablemente que os quiero en Cristo Jesús".

A la vez, Pablo desea que lo que ya tienen de bueno lo sigan manteniendo y vaya creciendo: "el que ha inaugurado en vosotros una empresa buena, la llevará adelante hasta el día de Cristo Jesús", "que vuestra comunidad de amor siga creciendo más y más", para que lleguen al día del juicio "cargados de frutos de justicia".

b) Es bueno que un apóstol reconozca los méritos de la comunidad. Que vea sus valores y sus virtudes, no sólo los defectos. Es bueno que un encargado de grupo -catequesis, familia, comunidad- dé gracias a Dios porque hay muchas personas buenas, que han colaborado con su entrega personal y que esté agradecido también a las mismas personas a quienes ha ayudado, porque probablemente le han ayudado ellas más a él.

No somos nosotros los únicos que trabajamos o podemos atribuirnos el mérito del bien que se hace: los demás seguramente han puesto también su aportación, y a veces más generosa que nosotros. Eso sí, todos debemos desear que todavía crezca esa fe y ese amor y los valores de la comunidad y de cada persona. Reconocer lo bueno que ya hay, y pedir a Dios y trabajar porque todavía mejore.

Buen programa el que nos propone Pablo: "que vuestra comunidad de amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad, para apreciar los valores... limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia".

2. Lucas 14,1-6

a) Otra curación en sábado. El lunes pasado leíamos una que hizo Jesús con la mujer encorvada. Hoy es con un hombre aquejado del mal de la hidropesía, la acumulación de líquido en su cuerpo.

Pero no importa tanto el hecho milagroso, que se cuenta con pocos detalles. Lo fundamental es el diálogo de Jesús con sus adversarios sobre el sentido del sábado: una vez más da a entender que la mejor manera de honrar este día santo es practicar la caridad con los necesitados. Y les echa en cara que por interés personal -por ejemplo para ayudar a un animal de su propiedad- sí suelen encontrar motivos para interpretar más benignamente la ley del descanso. Por tanto no pueden acusarle a él si ayuda a un enfermo.

b) Uno de los 39 trabajos que se prohibían en sábado era el de curar. Pero una reglamentación, por religiosa que pretenda ser, que impida ayudar al que está en necesidad, no puede venir de Dios. Será, como en el caso de aquí, una interpretación exagerada, obra de escuelas rigoristas.

¿Qué excusas ponemos nosotros para no salir de nuestro horario, en ayuda del hermano, y tranquilizar así nuestra conciencia? ¿el rezo? ¿el trabajo? ¿el derecho al descanso?

Sí, el domingo es día de culto a Dios, de agradecimiento por sus grandes dones de la creación y de la resurrección de Jesús. Todo lo que hagamos para mejorar la calidad de nuestra Eucaristía dominical y para dar a esa jornada un contenido de oración y de descanso pascual, será poco.

Pero hay otros aspectos del domingo que también pertenecen a su celebración en honor del Resucitado: es un día de alegría, todo él -sus veinticuatro horas- vivido pascualmente, sabiendo encontrarnos a nosotros mismos y nuestra paz y armonía interior y exterior, un día de contacto con la naturaleza, por poco que podamos. Y también un día de apertura a los demás: vida de familia y de comunidad -que nos resulta menos posible los días entre semana- y un día de "saber descansar juntos", cultivando valores humanos importantes. Un día de caridad, en que se nos ocurran detalles pequeños de humanidad con los demás: ¿a qué enfermo de hidropesía ayudamos a sanar en domingo? ¿no hay personas a nuestro lado con depresiones o agobiadas por miedos o complejos, a las que podemos echar una mano y alegrar el ánimo?

Jesús iba a la sinagoga, los sábados. Y parece como que además prefiriera ese día precisamente para ayudar a las personas curándolas de sus males. Sus seguidores podríamos conjugar también las dos cosas.

"Con ninguna nación obró así ni les dio a conocer sus mandatos" (salmo I)

"Que vuestra comunidad de amor siga creciendo más y más" (1ª lectura II)

"Un sábado, Jesús, tocando al enfermo, lo curó" (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 232-236


3-3.

Fil 1, 1-11: Dios que comenzó esta buena obra, la llevara a feliz término.

Lc 14, 1-6: El bien es lícito 

La rígida legislación que habían impuesto fariseos y escribas como ideal de perfección era, por lo general, más solidaria con la marginación y la explotación que con la salud y el bienestar del pueblo de Dios. Era un hecho paradójico pero cierto. La Ley que algún día los constituyó como pueblo libre y autónomo, era convertida en instrumento de esclavitud y dominación.

Jesús enfrenta ese prurito legalista no para dar alardes de anarquista, sino para hacerse del lado del ser humano, para favorecer la vida. Ese era el espíritu que se había perdido en la interpretación de la Ley y que Jesús ahora reclamaba con la pregunta: "¿está permitido o no devolverle la salud a alguien en día sábado?".

Pues, todos estaban dispuestos a favorecer sus bienes (vacas, burros, posesiones) pero nadie estaba dispuesto a favorecer a un ser humano necesitado. Por esta razón el silencio de sus detractores era una soterrada complicidad con el régimen de violencia y exclusión que imperaba.

En la actualidad nos ocurre una situación parecida: la «Ley» que se impone en nuestras sociedades mueve cielo y tierra para perseguir beneficios individuales, pero poco hace para ayudar al necesitado. A veces, ese mal se les pega a las iglesias: están dispuestas a pagar una millonada por un altar, una columna o un vitral, pero no están dispuestas a invertir en la promoción humana, en el beneficio de la comunidad que sostiene la estructura eclesial, o en la denuncia de un sistema que margina a los pobres.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-4. Viernes 31 de octubre de 2003

Rm 9, 1-5: Siento una gran pena por mis hermanos de raza
Salmo responsorial: 147, 12-15, 19-20
Lc. 14, 1-6: ¿Está permitido curar en sábado?

En la curación del hidrópico, Lucas quiere hacernos ver varios aspectos interesantes de las actitudes de Jesús. Una, Jesús se dejaba ver por todos, pero en todas sus actitudes había siempre una enseñanza para unos y otros. Por supuesto, que quienes seguían a Jesús para buscar una conversión, una palabra de aliento o para aprender a conocer a Dios, eran los verdaderos seguidores del Hijo del Hombre, pero, quienes lo observaban para criticarlo, para indisponerlo, para acusarlo ante el Sanedrín, eran los perseguidores de Jesús. Sin embargo, Jesús que podía leer en sus corazones actuaba con la mayor libertad y les enseñaba con su propio testimonio de vida.

Jesús pone a la persona humana por encima de las leyes absurdas de aquel entonces. Pareciera ser que durante toda la semana no hace cosa alguna y reserva sus actuaciones de liberación especialmente, para los días sábados en los que todo estaba prohibido. Cura, perdona y libera a quienes se encuentra en su camino y como conoce la dureza del corazón de sus perseguidores, les cuestiona sobre sus propios intereses si les afecta en un día sábado, para que comprendan que el proyecto de Dios está por encima de ellos y de sus mezquindades.

Cuánto no tendría Jesús que preguntarnos hoy, si echando un vistazo por la tierra y encontrándose con tantos cuadros de miseria humana, sabiendo que su Padre, quien todo lo hizo perfecto, dio a la humanidad lo suficiente para que todos viviéramos con dignidad, supliendo nuestras necesidades ahora y para el futuro; ve con tristeza que unos acaparan todo y la gran e inmensa mayoría se mueren de hambre o apenas tienen con qué sobre vivir.

Que la desmedida ambición y endiosamiento del ser humano le ha llevado a concebir la posibilidad de crear vida humana según su voluntad, desechando la vida de todos los que no sean perfectos a sus ojos. Tanta tecnología, ¿hacia adónde nos conducirá? El ser humano como máquina es reemplazado, descartado porque la eficiencia que exige cada vez, mayor técnica y eficacia, mayores ventas a menores salarios, limitando la posibilidad de la vivencia humana.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-5. DOMINICOS 2003

Por los hermanos, todo lo acepto

Ser para los demás

En la liturgia de hoy no podemos pasar por alto una reflexión paulina extremadamente bella y generosa. Se refiere, en lenguaje filosófico, social y teológico, a la dimensión de alteridad que debe poseer nuestra vida personal.

Cuando queremos denunciar nuestros egoísmos, nos fijamos en que tenemos cerradas las puertas de nuestro corazón y de nuestra mente con respecto a los demás.

Cuando queremos hace la alabanza de almas grandes, nos fijamos en su generosidad, magnanimidad, servicio a los demás, por amor limpio.

Cuando queremos reconstruir la personalidad integral del hombre, decimos que el YO, nuestra intimidad más profunda, es tanto más rica cuanto más se desborda en hacer el bien a los OTROS.

Cuando queremos enaltecer las proezas de misioneros, voluntarios, médicos sin fronteras, ángeles custodios de familias y pueblos marginados, ponemos la mirada en sus gestos de ‘vida para los demás’.

Eso mismo hace san Pablo en el texto elegido hoy como lectura. Su amor a su pueblo, raza, sangre, historia, es tan grande que lo pone por encima de muchos otros grandes intereses. Quisiera ser vehículo de felicidad para todos los judíos.

Pero ese buen deseo tiene un precio: reconocer a Cristo, como Mesías, enviado, Hijo de Dios. Y a esto se le resisten sus hermanos de religión e historia. ¡Acompañémosle en su ofrenda, palabra, esperanza, oración!

ORACIÓN:

Señor, Dios nuestro, nos ponemos de rodillas ante tu altar; acudimos al templo de tu Espíritu; contemplamos a Jesús que muere de amor, incomprendido por los suyos. Y te pedimos que en cada uno de los corazones, sobre todo de los creyentes en ti, haya un impulso de amor que los lleve a servir a los demás con predilección. Amén.

 

Palabra y verdad

Carta a los romanos 9, 1-5:

“Hermanos, como cristiano que soy, voy a ser sincero; mi conciencia, iluminada por el Espíritu, me asegura que no miento: Siento una gran pena y un dolor incesante, pues, por el bien de mis hermanos, los de mi raza y sangre, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo.

Ellos, los judíos, descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según lo humano, nació el Mesías; el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén”.

Al leer este texto, uno contempla las entrañas de san Pablo, que se siente destrozado porque la vocación de su pueblo –incomparable con la de cualquier otro pueblo- ha defraudado las esperanzas salvíficas. Ha desperdiciado la inmensa riqueza de dones divinos que se le ofrecieron con amor de predilección.

Evangelio según san Lucas 14, 1-6:

“Un sábado entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y éstos le estaban espiando. Entonces Jesús se encontró ante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los letrados y fariseos, les preguntó: ¿Es lícito curar en sábado o no? Ellos se quedaron callados.

Pero Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: Si a uno de vosotros se le cae al pozo el burro o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado? Y no tuvieron respuesta que dar”.

Esta página, magníficamente presentada, deja al descubierto varias cosas: cómo Jesús trataba incluso con los fariseos correctamente; cómo sin embargo estaba vigilado para poder acusarle por sus transgresiones a la ley y tradiciones; y cómo su modo de proceder estaba muy por encima de las nimiedades que acaban encubriendo hipocresías.

 

Momento de reflexión

Sinceridad en el dolor.

El verdadero amigo de Dios o verdadero discípulo de Cristo lleva en sus entrañas los pensamientos, amores, proyectos de Dios y de Cristo; y la traición a los mismos le supone auténtico sufrimiento.

Pablo es un ejemplo excelente: judío de pura raza, letrado de Israel, maestro de la ley, aguerrido defensor de las tradiciones, incluso frente a la novedad de la predicación de la Buena Noticia de Jesús. En su etapa pre-cristiana recurrió incluso a la violencia de las cárceles para reprimir las acciones de los discípulos del Señor. Y en la cristiana, previa iluminación del Espíritu que le enseña a releer la historia desde la persona de Jesús-Mesías, llora con dolor la ceguera de sus compatriotas israelitas que se resisten a ser hijos de la nueva luz y nueva ley.

Todo apóstol verdadero sufre ese mismo dolor paulino: lágrimas, oración y llanto por cuantos no se convierten a Cristo y al Padre. Así lo hacía santo Domingo de Guzmán, gimiendo todas las noches en oración: ¿Qué será de los pobres pecadores?

Primero el amor, después la ley o tradición.

Conforme al espíritu de Jesús, que es participado por Pablo y los santos creyentes, la vieja fidelidad, que era transitoria, tiene que transformarse en fidelidad la ley nueva que es ley de amor y gracia.

Buena fue en su momento la serie de ‘tradiciones’ que, bajo forma ritual, mantuvieron la union del pueblo elegido, por ejemplo, la ley del sábado con su ocio ritual.

Pero ¿qué valor podemos dar a ésa y a infinitas pequeñeces cuando arde el horno de la caridad, de la justicia, de la solidaridad con el necesitado y enfermo?


3-6. CLARETIANOS 2003

Queridos amigos y amigas:

Jesús, en el Evangelio de este día, va de provocador. Acude a comer a casa de uno de los principales fariseos. Echado a la misma entrada de la casa, un enfermo mira a Jesús con cara de súplica y calla. El ambiente adverso que se masca es espeso. Hay recelo, desconfianza, sospecha por doquier. Jesús lo sabe. De ahí que, ya antes de atravesar el umbral de la vivienda, les ahorre a sus anfitriones las palabras y les plantee a bocajarro, provocadoramente, la pregunta del millón: “¿Es lícito curar los sábados, o no?”.

Los letrados y fariseos vuelven la mirada hacia el infinito y callan (por no ponerse a silbar)... Por supuesto, el enfermo queda curado y se va de allí más alegre que unas pascuas. Luego, Jesús habla a los fariseos de un burro y de un buey caídos en un pozo precisamente en sábado... Pero los fariseos siguen callados. ¿Qué van a decir?

La interrogación provocadora de Jesús (“¿Es lícito curar en sábado?”) es la pregunta que se vienen haciendo de continuo los fariseos de todos los tiempos para no dar ni golpe al agua. Es la pregunta que tantos hombres se formulan, en diversas versiones, para continuar cruzados de brazos. Mientras, los pobres, los enfermos, los pecadores..., miran con ojos angustiados en espera de la solución a sus problemas.

No lancemos preguntas al aire. No planteemos cuestiones bizantinas. No hagamos elucubraciones mentales, sea sábado, sea domingo o sea lunes. ¡Pongámonos manos a la obra!

Vuestro hermano en la fe:

José San Román (sanromancmf@claret.org)


3-7.

2003

LECTURAS: ROM 9, 1-5; SAL 147; LC 14, 1-6

Rom. 9, 1-5. Recordamos aquella afirmación de Jesús hecha a la Samaritana: La salvación viene de los judíos. Pues, efectivamente, de ellos procede Cristo según la carne. ¿Tendrá algún caso el que el Padre Dios, cumpliendo las promesas hechas a los antiguos padres, haya enviado a su Hijo para que, encarnado, nos salvara, si al final nadie de su Pueblo lo aceptara? A pesar de su cerrazón, los Israelitas son los primeros en ser llamados a la salvación en Cristo. Y aun cuando no todos aceptaron a Cristo, hubo un pequeño resto fiel que sí lo hizo. Tenemos la esperanza de que algún día todos reconozcan al Salvador, Cristo Jesús. Pablo, muchas veces rechazado por ellos, continuaría toda su vida preocupándose por encaminarlos a Cristo; hoy nos dice que, incluso, estaría dispuesto a ser considerado un anatema de Cristo (Separado de Cristo) si eso ayudara a la salvación de los de su pueblo y raza. Nosotros no podemos conformarnos con vivir nuestra fe de un modo personalista, sino que hemos de esforzarnos constantemente en cumplir con la misión que el Señor nos ha confiado: Hacer que todos los hombres se salven en Cristo; pero ¿Realmente estamos dispuestos a ser condenados con tal de salvar a quienes viven rechazando a Cristo?, ¿Estamos dispuestos a cargar como nuestros sus pecados, y hacer nuestras sus pobrezas y enfermedades? ¿Estamos dispuestos a padecer por Cristo sabiendo que Él está presente en nuestros hermanos? ¿Hasta dónde amamos? ¿Realmente hasta que nos duela? o ¿Sólo anunciamos el nombre de Dios y volvemos a nuestras comodidades y a nuestra vida muelle y poltrona? ¿Cuál es nuestro compromiso de fe?

Sal. 147. Meditando la historia de las intervenciones de Dios a favor de su Pueblo, podemos decir que en verdad Dios lo ha amado. Muchas veces ofendieron a Dios y se alejaron de Él; pero el Señor, rico en misericordia, siempre ha estado dispuesto a perdonar cuando ve que se retorna a Él con un corazón realmente arrepentido. ¿Qué manifestación más grande de amor podría Dios darle a su Pueblo cuando ha hecho que de Él naciera el Salvador del mundo? En verdad que no ha hecho nada igual con ninguna otra nación, ni le ha confiado a otro sus decretos. En Cristo, Dios, a quienes no pertenecemos al Pueblo de los Israelitas, nos ha llamado para hacernos partícipes de su Vida. Así, las promesas de salvación no sólo se cumplieron para Israel, sino también para nosotros que, como ramas de un olivo silvestre, fuimos injertados en el olivo fértil, pudiendo compartir con él la raíz y la savia del olivo. En verdad que Dios nos ha amado como a ningún otro pueblo. Por eso debemos ser testigos de la vida nueva que hemos recibido en Cristo colaborando, así, para que muchos más alcancen en Él la salvación.

Lc. 14, 1-6. Ante el sufrimiento, ante la pobreza, ante las injusticias, ante el pecado que padecen muchos hermanos nuestros no podemos pasar de largo dejándolos hundidos en sus males. En dar una respuesta, en esforzarnos por remediar esos males no podemos argumentar ni siquiera que es el día del Señor para eludir nuestras responsabilidades. No podemos esperar para mañana para hacer el bien a quien hoy lo necesita. Cada día debemos ser la Iglesia de Cristo que no sólo anuncia el Nombre de Dios, sino que, además, sirve con gran amor a los necesitados. Dar culto a Dios, en este sentido, no es sólo arrodillarnos ante Él, sino además, identificarnos con Cristo que, como Buen Pastor, salió al encuentro de la oveja descarriada y herida, empobrecida y hambrienta, enseñándonos, así, que también nosotros hemos de dar culto a Dios amando como el Señor nos ha amado y enseñado, pues Él no descansó, sentándose en la Gloria de su Padre, hasta dar su Vida para sacarnos del pozo de nuestra maldad en el que habíamos caído.

El Señor lo dio todo por nosotros. Esa entrega hasta el extremo es no sólo lo que recordamos, sino lo que vivimos en esta Eucaristía, Memorial de Quien por nosotros fue al Calvario, lleno de amor, para ser Crucificado para el perdón de nuestros pecados. Pero celebramos también a Quien, al tercer día de muerto, resucitó para darnos nueva vida y darle sentido a nuestra fe. Nosotros, ahora, somos testigos de todo esto. Y el Señor viene a sanar las heridas que el pecado dejó en nosotros, pues por sus llagas hemos sido curados. Él, como el buen samaritano, se ha detenido ante nuestro dolor, y ha dado su vida para que, en ese momento de Gracia, retornemos a Dios, ya no como esclavos, sino como hijos por nuestra fe y unión al Hijo de Dios. Así experimentamos el gran amor que Dios nos tiene, pues compartiendo nuestros sufrimientos, no retuvo para sí el ser igual a Dios, sino que, humillado, dio su vida para que nosotros tengamos Vida, la misma que Él posee recibida del Padre Dios.

Y somos testigos del Memorial de la Pascua de Cristo no sólo porque contemplamos extasiados el amor que Dios nos ha tenido, sino porque, a partir de nuestro encuentro con el Señor Resucitado nuestra vida ya no puede ir por el mismo camino. El Señor nos ha cautivado y nos ha llenado de su amor y nos ha enviado para que vayamos y hagamos nosotros lo mismo que Él ha hecho por nosotros y en nosotros. Unidos a Cristo, firmemente afianzados en Él no debemos tener miedo a dar nuestra vida por los demás, sabiendo que, siendo condenados por ellos, Dios, nuestro Padre, nos levantará para glorificarnos junto con Cristo, con quien vivimos íntimamente unidos desde ahora como los miembros de un cuerpo lo están a la cabeza. Al igual que Cristo, detengámonos ante el dolor, ante el sufrimiento, ante la pobreza de nuestro prójimo y, si es necesario, paguemos con nuestra propia vida, con tal de que él recobre su dignidad y alcance su salvación en Cristo.

Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de saber amar, no con la miopía nacida de nuestro miedos, sino con la amplitud, la fuerza y la valentía que nos vienen del Espíritu de Dios que habita en nosotros. Amén.

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3-8. SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO 2004

Filipenses 1, 1-11 El que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena la llevará adelante hasta el día de Cristo
Salmo responsorial: 110 Grandes son las obras del Señor.
Lucas 14, 1-6 Si a uno se le cae al pozo el burro o el buey, ¿no lo saca aunque sea sábado?

La escena no tiene lugar ya en la sinagoga donde Jesús curó a la mujer encorvada, sino en la casa de uno de los jefes fariseos, pero el tema de fondo es el mismo: ¿Se puede curar (=hacer bien) en sábado? Por la escena de la mujer encorvada quedó claro que el jefe de la sinagoga valoraba más a los animales –buey o asno a quienes se puede desatar del pesebre el día de precepto para llevarlos al abrevadero- que a las personas –a quienes, según la doctrina fariseo, no se puede curar en sábado. Por el relato de la curación del hidrópico queda claro que los fariseos permiten en sábado sacar de un pozo al burro o buey que ha caído en él, pero no permiten que se cure a un enfermo. ¡Qué deformación mental!

Esta es la tercera vez que un fariseo invita a Jesús en el evangelio de Lucas. Aunque Jesús ha aceptado ir a comer a su casa, sin embargo la actitud de los comensales no es amigable, pues lo acechaban para ver qué es lo que hacía. Sorprendentemente, Jesús se encuentra en casa del fariseo a un hombre enfermo de hidropesía, enfermedad que se manifestaba en la hinchazón de vientre, y que podía, según los antiguos, debilitar el corazón y producir una muerte repentina. Entre los judíos esta enfermedad era considerada consecuencia de un pecado del paciente, de orden sexual (adulterio, lujuria), religioso (idolatría y brujería) o relacional (difamación).

Pero Jesús no indaga en el pasado del hidrópico, ni trata de averiguar qué pecado le ha producido esa enfermedad, sino que se da prisa en librarlo de ella. Y por eso pregunta a los juristas –entendidos en leyes- y fariseos, si se puede curar en día de precepto.

Curiosamente quienes tienen que interpretar la ley, permanecen callados. Y cuando Jesús cura al paciente, dice que se quedaron sin respuesta. Ante los hechos no valen los argumentos. El hombre está por encima del sábado; es el centro de atención de Jesús, que entiende que el día dedicado al Dios de la vida es el más adecuado para devolverle al hombre la salud.


3-9. SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO 2004

Filipenses 1, 1-11 El que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena la llevará adelante hasta el día de Cristo
Salmo responsorial: 110 Grandes son las obras del Señor.
Lucas 14, 1-6 Si a uno se le cae al pozo el burro o el buey, ¿no lo saca aunque sea sábado?

La escena no tiene lugar ya en la sinagoga donde Jesús curó a la mujer encorvada, sino en la casa de uno de los jefes fariseos, pero el tema de fondo es el mismo: ¿Se puede curar (=hacer bien) en sábado? Por la escena de la mujer encorvada quedó claro que el jefe de la sinagoga valoraba más a los animales –buey o asno a quienes se puede desatar del pesebre el día de precepto para llevarlos al abrevadero- que a las personas –a quienes, según la doctrina fariseo, no se puede curar en sábado. Por el relato de la curación del hidrópico queda claro que los fariseos permiten en sábado sacar de un pozo al burro o buey que ha caído en él, pero no permiten que se cure a un enfermo. ¡Qué deformación mental!

Esta es la tercera vez que un fariseo invita a Jesús en el evangelio de Lucas. Aunque Jesús ha aceptado ir a comer a su casa, sin embargo la actitud de los comensales no es amigable, pues lo acechaban para ver qué es lo que hacía. Sorprendentemente, Jesús se encuentra en casa del fariseo a un hombre enfermo de hidropesía, enfermedad que se manifestaba en la hinchazón de vientre, y que podía, según los antiguos, debilitar el corazón y producir una muerte repentina. Entre los judíos esta enfermedad era considerada consecuencia de un pecado del paciente, de orden sexual (adulterio, lujuria), religioso (idolatría y brujería) o relacional (difamación).

Pero Jesús no indaga en el pasado del hidrópico, ni trata de averiguar qué pecado le ha producido esa enfermedad, sino que se da prisa en librarlo de ella. Y por eso pregunta a los juristas –entendidos en leyes- y fariseos, si se puede curar en día de precepto.

Curiosamente quienes tienen que interpretar la ley, permanecen callados. Y cuando Jesús cura al paciente, dice que se quedaron sin respuesta. Ante los hechos no valen los argumentos. El hombre está por encima del sábado; es el centro de atención de Jesús, que entiende que el día dedicado al Dios de la vida es el más adecuado para devolverle al hombre la salud.


3-10. DOMINICOS 2004

Seamos probados en amor y justicia

Sea esta nuestra oración: que todos crezcamos en el amor.
Sea esta nuestra fe: que creamos sinceramente en Cristo, Hijo de Dios, Salvador.
Sea esta nuestra esperanza: que caminemos en la vida con la seguridad de hijos.

Entremos hoy en la celebración de la liturgia de la Palabra y de la Eucaristía con los sentimientos de gratitud y felicidad que san Pablo tiene cuando escribe a sus amigos y discípulos de Filipos. El saludo es conjunto de Pablo y Timoteo, pero luego en la palabra se va revelando una veta de delicadeza, gratitud y ternura que corresponde al alma sensible de Pablo: Se alegra de la comunión entre los hermanos, de la amistad que le profesan, de haber trabajado juntos en la evangelización. Se alegra de todo bueno que hay en el corazón de las personas nobles que han descubierto a Cristo en sus misterios.

Hagamos nosotros lo mismo, pues en el mundo siempre hay almas grandes, amigas de Dios y de los mortales.


La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Carta a los filipenses 1, 1-11:
“Pablo y Timoteo, servidores de Cristo Jesús, a todo el pueblo santo de los cristianos que residen en Filipos, con sus responsables y auxiliares. Os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Doy gracias a mi Dios cada vez que hago mención de vosotros. Siempre que rezo por vosotros, lo hago con gran alegría, porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio desde el primer día hasta hoy... Os llevo dentro de mí, porque tanto en la prisión como en mi defensa y prueba del Evangelio, todos compartís el privilegio que me ha tocado. Testigo me es Dios de lo entrañablemente que os quiero...”

Evangelio según san Lucas 14, 1-6:
“Un sábado entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.

Jesús se encontró delante de un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los letrados y fariseos, preguntó: ¿Es lícito curar en sábado o no? Ellos se quedaron callados. Entonces Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: Si a uno de vosotros se le cae al pozo el burro o el asno, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado? Y no pudieron replicarle”


Reflexión para este día
Haz el bien, guiado por el amor.
El capítulo 14 del Evangelio de Lucas, en el que se refiere cierta comida de Jesús en casa de un fariseo principal, es muy rico en contenido. Hoy se utiliza sólo un fragmento. Ese fragmento se refiere a la actitud misericordiosa y curativa de Jesús. El de mañana hará mención al espíritu de humildad frente a soberbia.

Notemos que en ambos casos hay un contexto idéntico: Jesús recibe una invitación y la acepta. La comida es en casa de un fariseo. Jesús es espiado por los letrados, para poder sorprenderle en irregularidades. Y Jesús les habla de tal forma que todos se quedan perplejos.

Esa imagen o descripción ¿no podríamos aplicarla a nuestra vida? Todos estamos llamados a compartir mesa en la vida. Todos, en ocasiones, podemos estar bajo sospecha. Y nuestra actitud en esos casos debe ser siempre noble y honrada, y debe dar a conocer el espíritu humano, fraterno y evangélico con que hacemos las cosas, dejando que resplandezca siempre la caridad, el amor.


3-11. Fray Nelson Viernes 29 de Octubre de 2004

Temas de las lecturas: El que comenzó en ustedes esta obra, la irá perfeccionando hasta el día de la venida de Cristo Jesús * Si a alguien se le cae al pozo su burro o su buey, ¿no lo saca aunque sea sábado? .

1. Evangelización a Escala Humana
1.1 Pablo evidentemente entregó de su propio corazón a cada una de las comunidades que gestó o ayudó a crecer. El amor fue su gran motor, como él mismo dijo en una ocasión: "el amor de Cristo nos apremia" (2 Cor 5,14). Mas ese amor no siempre ni en su mayor parte fue correspondido. Una notable excepción fue esta comunidad de Filipos. Los lazos que de allí surgieron tuvieron siempre el sello de una cálida y entrañable amistad, y ello se nota en la Carta que hemos empezado a escuchar en la primera lectura de hoy.

1.2 Expresiones muy particulares de este afecto son: "Siempre que me acuerdo de ustedes, doy gracias a mi Dios"; "cuando rezo por ustedes lo hago con gran alegría"; "ustedes han colaborado en la propagación del Evangelio"; "a ustedes los llevo en mi corazón"; "a todos los amo entrañablemente en Cristo Jesús": ¡no hay nada parecido en el resto de los escritos de este gran apóstol! Todo esto, más allá del plano de la estricta confidencia, nos permite asomarnos por una ventana privilegiada al aspecto humano de la evangelización, por llamarlo de esa manera.

1.3 Más interesante aún es ver qué hace Pablo con todo ese cariño. No es un puro efluvio de sentimientos limpios y bellos; se traduce en oración por intenciones específicas, básicamente por el crecimiento en la fe, el amor y las demás virtudes. Es un ejemplo notable de unión entre afectividad humana y caridad sobrenatural y teologal.

2. ¿Cómo hacía sus milagros Jesús?
2.1 Anda por ahí un libro que ofrece un Curso de Milagros. El tema es ya un tópico en las librerías. Tenía que llegar, después de tantas terapias y millones de formas de autoayuda, tenía que venir este que pone el poder en nuestras manos.

2.2 Lo gracioso es que esa literatura tiene toda un mismo patrón: relájese, mente en blanco, concentre su energía... Y digo que eso es gracioso porque muy poco o nada tiene que ver con los milagros que hace Jesús. ¿Has visto a Jesús poniendo la mente en blanco en alguna parte de los evangelios? ¿Has visto cómo se reconcentra antes de sanar a alguien? ¡Pamplinas! Lo que vemos es a un profeta que, aun en medio de una desagradable discusión, muestra de dónde viene el poder que realmente sana y salva.

2.3 Jesús, entonces, no es un milagrero. Su poder no es la canalización de una energía cósmica o psíquica, que pueda ser enseñado como quien aprende a resolver ecuaciones de segundo grado, o a plantar un bonsái. Cristo es la manifestación sublime del amor del Padre, no la exhibición de nuestras destrezas mentales.


3-12.

Comentario: Rev. D. Manuel Cociña Abella (Madrid, España)

«¿Es lícito curar en sábado, o no?»

Hoy fijamos nuestra atención en la punzante pregunta que Jesús hace a los fariseos: «¿Es lícito curar en sábado, o no?» (Lc 14,3), y en la significativa anotación que hace san Lucas: «Pero ellos se callaron» (Lc 14,4).

Son muchos los episodios evangélicos en los que el Señor echa en cara a los fariseos su hipocresía. Es notable el empeño de Dios en dejarnos claro hasta qué punto le desagrada ese pecado —la falsa apariencia, el engaño vanidoso—, que se sitúa en las antípodas de aquel elogio de Cristo a Natanael: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño» (Jn 1,47). Dios ama la sencillez de corazón, la ingenuidad de espíritu y, por el contrario, rechaza enérgicamente el enmarañamiento, la mirada turbia, el ánimo doble, la hipocresía.

Lo significativo de la pregunta del Señor y de la respuesta silenciosa de los fariseos es la mala conciencia que éstos, en el fondo, tenían. Delante yacía un enfermo que buscaba ser curado por Jesús. El cumplimiento de la Ley judaica —mera atención a la letra con menosprecio del espíritu— y la fatua presunción de su conducta intachable, les lleva a escandalizarse ante la actitud de Cristo que, llevado por su corazón misericordioso, no se deja atar por el formalismo de una ley, y quiere devolver la salud al que carecía de ella.

Los fariseos se dan cuenta de que su conducta hipócrita no es justificable y, por eso, callan. En este pasaje resplandece una clara lección: la necesidad de entender que la santidad es seguimiento de Cristo —hasta el enamoramiento pleno— y no frío cumplimiento legal de unos preceptos. Los mandamientos son santos porque proceden directamente de la Sabiduría infinita de Dios, pero es posible vivirlos de una manera legalista y vacía, y entonces se da la incongruencia —auténtico sarcasmo— de pretender seguir a Dios para terminar yendo detrás de nosotros mismos.

Dejemos que la encantadora sencillez de la Virgen María se imponga en nuestras vidas.


3-13. Viernes, 29 de octubre del 2004

Aquél que comenzó en ustedes la buena obra,
la irá completando hasta el día de Cristo

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 1, 1-11

Pablo y Timoteo, servidores de Cristo Jesús, saludan a todos los santos en Cristo Jesús, que se encuentran en Filipos, así como también a los que presiden la comunidad y a los diáconos. Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Yo doy gracias a Dios cada vez que los recuerdo. Siempre y en todas mis oraciones pido con alegría por todos ustedes, pensando en la colaboración que prestaron a la difusión del Evangelio, desde el comienzo hasta ahora. Estoy firmemente convencido de que Aquél que comenzó en ustedes la buena obra la irá completando hasta el Día de Cristo Jesús.

Y es justo que tenga estos sentimientos hacia todos ustedes, porque los llevo en mi corazón, ya que ustedes, sea cuando estoy prisionero, sea cuando trabajo en la defensa y en la confirmación del Evangelio, participan de la gracia que he recibido.

Dios es testigo de que los quiero tiernamente a todos en el corazón de Cristo Jesús. Y en mi oración pido que el amor de ustedes crezca cada vez más en el conocimiento y en la plena comprensión, a fin de que puedan discernir lo que es mejor. Así serán encontrados puros e irreprochables en el Día de Cristo, llenos del fruto de justicia que proviene de Jesucristo, para la gloria y alabanza de Dios.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 110, 1-6

R. ¡Grandes son las obras del Señor!

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en la reunión y en la asamblea de los justos.
Grandes son las obras del Señor:
los que las aman desean comprenderlas. R.

Su obra es esplendor y majestad,
su justicia permanece para siempre.
Él hizo portentos memorables,
el Señor es bondadoso y compasivo. R.

Proveyó de alimento a sus fieles
y se acuerda eternamente de su alianza.
Manifestó a su pueblo el poder de sus obras,
dándole la herencia de las naciones. R.

EVANGELIO

Si a alguno se le cae en un pozo su hijo o su buey,
¿acaso no lo saca, aunque sea sábado?

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 14, 1-6

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Delante de Él había un hombre enfermo de hidropesía.

Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: «¿Está permitido sanar en sábado o no?» Pero ellos guardaron silencio.

Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo sanó y lo despidió. Y volviéndose hacia ellos, les dijo: «Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca enseguida, aunque sea sábado?»

A esto no pudieron responder nada.

Palabra del Señor.

Reflexión:

Flp. 1, 1-11. Demos gracias a Dios por la madurez a la que vayan llegando las diversas comunidades de fe en las que hayamos colaborado para que el Señor sea conocido y amado. Madurar en Cristo Jesús no se limitará a los momentos de culto, o a la meditación sincera de la Palabra de Dios. Es necesario preocuparnos de los demás en sus cadenas, como si fueran nuestras, y tratar de remediar las pobrezas que sufran a causa del Evangelio. Jamás debemos dejar de orar por los que han comenzado a creer en Cristo, pues no somos nosotros, sino el Señor, el que irá perfeccionando la obra que Él mismo comenzó en el corazón de los creyentes. Dios quiere que lleguemos limpios e irreprochables al día de la venida de Cristo; por eso debemos estar atentos para no dejarnos dominar por el pecado. Nuestra oración debe elevarse al Señor para suplicarle la fortaleza necesaria, tanto para nosotros como para los demás, para permanecerle fieles hasta el fin de nuestra peregrinación por este mundo hacia la Patria eterna.

Sal. 111 (110). ¡Alabemos a Dios por sus obras grandiosas! Sobre todo alabémoslo por la obra de salvación que realizó a favor nuestro por medio de Jesús, su Hijo hecho uno de nosotros. Nosotros no nos cansamos de meditar día y noche en lo que el Señor hizo a favor nuestro, y entre más lo hacemos más nos admiramos de la majestad y gloria de nuestro Dios. Él vela siempre por nosotros con gran amor. Él nos alimenta con el Pan de Vida y nos ha concedido en herencia las naciones, que ha entregado a su Iglesia para que busque su bien y no pierda nada de lo que Dios le confió. Por eso no podemos quedarnos en alabanzas al Señor; hemos de trabajar esforzadamente por darlo a conocer, y colaborar para que todos lleguen a la participación de los bienes que Dios ofrece a todos, y de los cuales nosotros hemos sido los primeros en ser beneficiados. Los que hemos sido escogidos para que el Señor manifieste sobre nosotros su piedad y su clemencia, y desde nosotros la manifieste al mundo entero, elevamos a Él nuestra acción de gracias. Sea Él bendito por siempre.

Lc. 14, 1-6. Jesús nos presenta el Reino como la participación en un Banquete. A Él están llamados no sólo los limpios, los fieles, sino la humanidad entera, que entrará en el descanso eterno. Por eso no podemos despreciar ni marginar a los pecadores, a los enfermos, a los pobres. Dios nos quiere a todos con Él, pues a nadie creó con gran amor para después destinarlo a la condenación. Pero Él sabiendo que el mal ha tomado posesión de muchos corazones, nos ha amado tanto que hasta nos envió a su propio Hijo para que, quien crea en Él, tenga vida eterna. Así el Señor nos enseña, a los que formamos su Iglesia, que hemos de trabajar constantemente para ganar a todos para Cristo. No queramos hacer una iglesia de grupos, de escogidos, de separados, de élites. Hemos de vivir cercanos a las personas de todas las culturas y condiciones sociales. Cristo debe ser anunciado como Luz de todos los pueblos. Seamos fieles a la misión que el Señor nos ha confiado.

El Señor nos sienta a su Mesa. Y Él no nos quiere con las manos incapaces de hacernos poner al servicio de los demás para hacerles el bien. Los que hemos sido renovados en Cristo no podemos darnos descanso en hacer el bien a nuestro prójimo. El Señor, que nos ha perdonado y ha sanado nuestros temores con la fuerza de su Espíritu Santo, nos quiere siempre en camino; quiere que vayamos y demos testimonio de lo misericordioso que ha sido Él para con nosotros. Por eso la celebración de la Eucaristía nos compromete a colaborar con alegría en la propagación del Evangelio no sólo como fruto de nuestros estudios, sino especialmente como fruto de nuestra encuentro personal con el Señor. Permanezcamos, pues, en la presencia del Señor como fieles discípulos suyos para poder, después, ir como testigos de lo que hemos vivido, y del amor y misericordia que el Señor ha tenido para con nosotros.

Dios ha iniciado en nosotros su obra de salvación; y nosotros le hemos de permitir que la vaya perfeccionando siempre hasta la venida de Cristo Jesús. Por eso no hemos de buscar sólo nuestra propia salvación, pues no hemos de perder la conciencia de que somos Iglesia, y que nos hemos de esforzar en hacer el bien unos a otros. Pero además hemos de abrir las fronteras. La Iglesia, mientras peregrina por este mundo, se ha de esforzar en ganar a todos para Cristo. Y todo esto brotará del amor sincero que le tengamos a Él y a su Iglesia, no perdiendo de vista que el bien que hagamos a los demás redundará en nuestro propio provecho. Dejémonos evangelizar, llenar de la Vida de Cristo y de su Espíritu Santo día a día. Pero decidámonos también a colaborar con un nuevo ardor en la propagación del Evangelio en el mundo entero.

Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de crecer más y más en el amor a Dios y al prójimo para poder llegar, llenos de los frutos de la justicia que nos viene de Cristo, al día de su gloriosa manifestación, para poder participar eternamente de su Gloria y alabanza. Amén.

Homiliacatolica.com


3-14.

Reflexión

¿No sé si te has dado cuenta de cuántas veces tenemos miedo de mostrarnos como cristianos por temor a las críticas? Jesús no dudaba en actuar de acuerdo a sus convicciones: El hombre está enfermo… que interesa que sea sábado… que interesa que los demás solo estén buscando una excusa para atacarme: hay que sanarlo. El temor a mostrarse como verdaderos cristianos, sobre todo en las causas de justicia, hace que nuestro testimonio como discípulos de Jesús quede en la oscuridad. El cristianismo, desde sus origines, ha estado formado por hombres y mujer que se han sentido muy orgullosos de ser seguidores de Jesucristo, tanto así que han dado su propia vida como testimonio de ello. Permitamos a Cristo transparentarse en nuestra vida.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-15. Jesús cura un enfermo en sábado.

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Juan Gralla

Reflexión:

Jesús en este Evangelio nos enseña con su ejemplo que hay algo más fuerte que el legalismo, y es precisamente el mandato de la caridad. Entre los judíos, el día sábado era un día del todo consagrado al Señor. No era lícito hacer actividad alguna. De ningún tipo. Hasta estaban indicados los pasos que se les permitía caminar. Los fariseos se gloriaban de que cumplían la ley en toda su extensión. Y castigaban y denunciaban a las autoridades a todo aquel que violaba una de estas reglas más pequeñas. Eso no es malo. Incluso Cristo dice alguna vez a sus seguidores que hagan lo que los fariseos dicen. Sin embargo, es preferible la misericordia con los demás que el cumplimiento frío de un precepto.

Muchos se preguntan si deben hacer esto o aquello, porque ambas cosas están mandadas. ¿Debo estudiar en este tiempo o tengo que hacer lo que ahora me piden mis padres? ¿Cuál es mi obligación? No es fácil discernir, porque muchas veces entran en juego nuestros sentimientos y a veces nos inclinamos por la opción equivocada. Para evitar esta situación, Cristo nos ha dejado un criterio muy claro: ante todo, la caridad.

Bajo esta luz todo queda iluminado. Ya no hay conflicto entre curar o descansar en sábado, porque el bien del hombre está por delante del precepto.


3-16. CLARETIANOS 2004

Queridos amigos, paz y bien. Seguro que Cristo, como buen judío, conocía muy bien los 39 trabajos prohibidos para los judíos observantes. Ejercer la medicina se encontraba entre ellos. Parece ser que la salud era menos importante que la propiedad privada, una persona menos valiosa que un animal (porque, parece, sacar al burro del pozo sí se podía).

Si se pierde de vista el amor, todo se estropea. No soy anarquista, ni quiero serlo, y creo que las normas son necesarias. Pero, además de la norma, está el espíritu de la norma. No me resisto a copiar el último canon del Código de Derecho Canónico de la Iglesia Católica (1983), c anon 1752:

En las causas de traslado, es de aplicación el canon 1747, guardando la equidad canónica y teniendo en cuenta la salvación de las almas, que debe ser siempre la ley suprema en la Iglesia.

1752 cánones, un montón de problemas y de asuntos regulados, pero sin perder de vista que lo fundamental es la salvación de las almas. Aunque a muchos no les guste el Derecho, en esta clave sí se pueden aceptar las normas. Jesús supo leer todo en función de la persona – no se ha hecho el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre – y por eso actuaba con libertad. No le pregunta al enfermo si ha sido bueno, si ha ido a la sinagoga, si paga los tributos, si es creyente... Le mira, siente la necesidad de hacer algo, y lo hace. Por encima de la norma. Con libertad. Ojalá nosotros sepamos también actuar con libertad. Con la libertad de los hijos de Dios. Pues lo somos.
Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.
alejandrocarbajo@wanadoo.es