MARTES DE LA SEMANA 28ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Rm 1, 16-25

1-1.

Los dos primeros versículos de este pasaje ofrecen el tema central de la carta a los romanos: Pablo quiere hablar de la justicia que Dios ofrece a todo el que puede llegar a ella mediante la fe (versículos 16-17). Pero esta cuestión sólo la tratará realmente en Rom 3, 21-11, 36. Antes de abordarla, dedica un largo preámbulo (Rom 1, 18-3, 20) a describir la "cólera" de Dios ante el pecado del hombre. Este preámbulo, que empieza aquí, pertenece al género literario de la diatriba y oscurece la situación para que resalte más la luz de la justicia y subrayar el alcance dramático del acontecimiento que es Jesucristo en un mundo condenado a la ruina.

a) Los primeros versículos (16-17) ofrecen la parte doctrinal de la carta a los romanos.

Para Pablo, el Evangelio se resume en pocas palabras: por una parte, justicia y salvación de Dios (los dos términos encierran realidades que se suceden íntimamente, por ejemplo, en Is 45, 21; Sal 35/36, 7; 39/40, 11; 70/71, 2-15, etc.); por otra parte, fe del hombre (Hab 2, 4).

La justicia no es la que corresponde a un juez que recompensa o castiga, sino la que salva y justifica inclusive al pecador, porque ella posee la "fuerza" y el poder. El hombre no la recibe si no colabora. Pablo conoce demasiado bien el judaísmo como para ignorar que ser justo significa hallarse delante de Dios en la relación que El ha querido. El término bíblico y paulino de justicia tiene, efectivamente, muy ricos matices. Tiene un sentido religioso: fidelidad a la alianza; otro jurídico: la relación entre el hombre y Dios: moral: la valoración y juicio que Dios forma; escatológico; la acción de justificar Dios al pecador ofreciéndole la salvación.

b) Esta justicia no se alcanza ni mediante los esfuerzos del hombre, ni por cumplir la ley, ni por pertenecer a la raza de Abraham. Se obtiene mediante la fe, la obediencia al Evangelio y aceptación de su poder. Según esto, tanto judíos como paganos están en el mismo plano de igualdad: es a Dios a quien deben confiar la salvación como hace el justo de Hab 2, 4.

c) Pablo aborda después la cuestión del conocimiento natural de Dios. Lo hace como el autor del libro de la Sabiduría (Sab 13, 1-3), es decir, como un creyente que ha sido instruido por las Escrituras y no tanto como un sabio o filósofo.

El problema para él no consiste en saber cómo el hombre puede elevarse desde el mundo creado hasta el Creador (postura que adopta el autor del libro de la Sabiduría), sino cómo el hombre puede seguir ignorando a Dios una vez que este tomó la iniciativa de hacerse reconocer (vv. 19-21). Para él, Dios, al crear al mundo, le ha encargado de transmitir al hombre algo de su conocimiento (v. 20). La creación no ha dejado de transmitir este mensaje, pero el hombre no lo percibe (vv. 21-23 inspirados en Sal 106/107, 19-20), porque entre él y el universo existe una trágica escisión. Pablo no ataca aquí a sus contemporáneos, sino a toda la humanidad. Pues, de hecho, los verbos de los vv. 21-22 están en aoristo y designan una especie de pecado colectivo cometido en el pasado y que se ha ido agravando.

Para Pablo, la incapacidad en la que el hombre se encuentra de conocer a Dios a través de lo creado no es, pues, una cuestión de tipo intelectual, sino de orden moral: el hombre se ha replegado sobre si mismo y ha hecho de sí el centro del mundo; de esta forma ha ido perdiendo progresivamente la posibilidad de leer la presencia de Dios en las cosas creadas. El "pecado" mató el "conocimiento", Pablo es un lector fiel de la Biblia, de manera especial de los primeros capítulos del Génesis que influyen en toda la carta a los romanos.

El apóstol no se pronuncia, pues, ni a favor ni en contra directamente sobre el hecho de saber si existe o no un medio de llegar a conocer a Dios en lo creado. Constata únicamente que el pecado, que consiste en una escisión y separación entre Dios y el hombre, impidió esta empresa.

d) Las consecuencias de haberse negado a reconocer a Dios se manifiestan, según San Pablo, en tres tipos de aberraciones: perversiones en las relaciones entre Dios y el hombre (idolatría: vv. 22-23), en las relaciones sexuales (vv. 24-27); finalmente, en las relaciones sociales (vv. 28-32). El hombre es libre para rechazar a Dios, pero no puede evitar las consecuencias de tal acción. Dios no es un ser extraño a esta perversión cometida por el hombre pecador, en cuanto que El ha establecido un orden que no se puede romper sin que se vuelva contra él. En este sentido, la perversión del hombre puede ser considerada como un castigo (v. 18).

Tal vez el problema del conocimiento de Dios no se plantea en nuestros días como se planteaba en la época de Pablo. Pero el drama es el mismo.

La sensibilidad del hombre moderno no le permite ya descubrir en la creación una prueba de la existencia de Dios: el más allá de la realidad le parece inaccesible. Además la crítica de la metafísica y de la religión que él ha emprendido tiene gran importancia. Esta crítica envuelve también el problema de Dios en su conciencia. El existencialismo revela al hombre dividido en su propia existencia, a caballo entre su "yo" superficial y su "yo" más profundo, de donde arranca el dinamismo del ser: este "yo" que permanece vivo en la angustia y en la muerte, que está abierto a Dios, si es que no es el Espíritu mismo de Dios. Estos dos "yo" están divididos y el hombre no llega a alcanzar a Dios.

Su situación es comparable a la del hombre contemporáneo de Pablo que no llegaba a descubrir a Dios en las cosas creadas. Ahí reside la fisura más original: solo Cristo, el hombre que pudo vivir simultáneamente en el plano de estos dos "yo", en comunión no solo con los hombres, sino con Dios, perfectamente integrado en sí mismo, sanó esta fisura. La fe permite al cristiano el intentar la integración de esos dos niveles de su personalidad y reconocer que el nivel más profundo es el del Espíritu de Dios.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUÍA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VIII
MAROVA MADRID 1969.Pág. 143


1-2. FE/ENTREGA

¿Cómo comprender lo que el apóstol Pablo nos dice de la fe sin referirnos a su experiencia personal? Lo que durante toda su vida considerará Pablo como una "gracia", o sea, la amistad con Dios totalmente inmerecida por su parte, se basa en aquella experiencia vivificadora del Crucificado, que se manifestó a él como el que vive, como el verdadero Señor. Sin compromiso alguno, Pablo defenderá en adelante la importancia fundamental de la fe en Cristo recibida por pura gracia. Y la defenderá contra todas las tendencias que pretendan sobreañadirle otros factores: "El justo vivirá por la fe".

"Por la fe"... Nuestro encuentro con Dios está tejido de pura confianza. Tener fe en alguien es entregarse a él, abandonarse a él, poner todo el ser en sus manos. Tener fe en alguien es creer suficientemente en su palabra para que ella se haga nuestra propia palabra: no tengo más que decir que lo que tú dices de la vida, me atengo a lo que tú digas.

La fe es adhesión.

"Por la fe"... Tener fe en alguien es -junto con ese abandono fundamental- un combate, una conversión. Yo te doy mi fe, es decir, uno mi suerte a la tuya, tu vida pasa a ser mía, tus normas dirigirán mi vida, tus obsesiones serán ahora las mías. La fe es comunión: nos forja y nos modela; también de esta forma la fe es adhesión.

"Por la fe"... El único fundamento, el único criterio, es la adhesión firme a Dios por Jesucristo en una fe confiada; en esa adhesión no hacen sumandos ni los fallos del hombre ni las obras buenas; sino que de ella brotan con toda naturalidad las obras del amor.

"Por la fe, el justo vivirá". Tan sólo la adhesión podrá darnos toda la medida de nuestra libertad, de la sabiduría, del amor y de la esperanza que nos sostienen a través de las vicisitudes de la vida. No podemos olvidar que el evangelio es Buena Nueva..

DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
SEMANAS XXII-XXXIV T.O. EVANG.DE LUCAS
SAL TERRAE/SANTANDER 1990.Pág. 114


1-3.

-Hermanos, no me avergüenzo del Evangelio, que es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree: del "judío" en primer lugar y también del «griego» después. Hay que detenerse ante esta palabra: "el Evangelio=fuerza de Dios".

El termino griego utilizado por san Pablo es "dinamis", del que ha venido "dinamismo". El evangelio no es pues considerado como "algo" estático, pasivo: es un "dinamismo de Dios", es una "fuerza en acción", es un germen, una levadura, según una imagen utilizada por Jesús.

Y la evangelización es considerada como una colaboración a ese dinamismo divino ya en acción. Dios trabaja en el corazón de los hombres. Está ya obrando como una fuerza poderosa. ¿Iremos a El para trabajar con El? Comprendemos la certidumbre y la dignidad de Pablo. Comprendemos que no se avergüence. ¡Cuán mezquinos y pusilánimes somos nosotros! ¡Cuán faltos de audacia apostólica, porque nos falta Fe!

Te ruego, Señor, que los cristianos de HOY encuentren de nuevo ese dinamismo gozoso... de anunciadores de la "buena" nueva.

Porque es una «buena noticia" saber que «todo» hombre, si cree, puede salvarse, ya sea «judío», establecido en el Pueblo de Dios, ya sea «griego», es decir, pagano. La llamada a la Fe es universal. No hay ninguna restricción: «Quienquiera crea»...

-Porque la "Justicia-de-Dios" se revela en el Evangelio, de fe en fe, como dice la Escritura: "el justo vivirá por la fe". 

La Fe estará en el centro de toda la Carta a los Romanos.

Aquí la fórmula «de fe en fe» indica que, para Pablo, la Fe es una realidad que ha de ir creciendo, desde una Fe naciente hasta las cumbres de una Fe dilatada y abierta. La fe es una «vida». No es una cosa adquirida definitivamente, sino un «continuo avance que se realiza todos los días en cada fiel».

«La Justicia-de-Dios» es una palabra que hay que entender bien. No se trata de la "justicia destributiva" que recompensa o castiga las obras. Se trata de una actitud activa de Dios que «justifica», que «hace ser justo». Es Dios quien salva por su gracia. Y la Fe del hombre es, justamente, la «correspondencia» a ese acto divino. Nos salvamos acogiendo por la Fe la salvación, la justicia, que Dios nos da.

-La cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia.

San Pablo empezará por desarrollar su primer tema: la incapacidad radical de todo hombre -judío o griego- de salvarse por sí mismo. Y empieza por describir la situación del paganismo. Dios no puede soportar el mal: esto incita «su cólera». Imagen antropomórfica, manera de hablar por comparación a los sentimientos humanos.

-Lo que puede conocerse de Dios, !es es manifiesto... sus perfecciones invisibles se dejan ver a la inteligencia a través de sus obras...

Sí, el misterio de Dios «invisible» no está totalmente fuera del alcance humano. Las obras de Dios, su maravillosa creación en particular, deberían permitir a los hombres conocerle.

Pero, precisamente, el hombre pagano natural, habiendo reconocido un poco a Dios no quiere tener una actitud consecuente: de adoración, acción de gracias. Es pues «inexcusable». Es el caso de tantos hombres de hoy que tienen «una cierta idea de Dios», pero que no adoran a Dios.

-Adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador.

Es el drama de todos los materialismos. Se adora el «confort», el «placer», el «progreso» o la «tradición». ¡Líbranos, Señor, de los ídolos!

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 334 s.


1-4.

La sabiduría de Dios es distinta de la de los hombres. Al que vive entregado a los caprichos de su yo y a las exigencias del mundo, le parece mera locura. La sabiduría de Dios se manifiesta en la Cruz de Cristo de un modo al mismo tiempo claro e incomprensible.

La sabiduría de Dios no ha sido conocida por el mundo, no la Han conocido ni los griegos, que buscan sabiduría, ni los judíos, que piden signos (Rom. 1, 21 y sigs.). Por haber despreciado la sabiduría de Dios, ha sido juzgada en la Cruz la sabiduría de este mundo. La sabiduría de Dios, en cambio, la cual es locura para el mundo, trae a los creyentes -así lo quiso Dios- redención y salvación (I Cor. 1, 2; 3, 19 y sigs.; 2 Cor. 1, 12).

TEOLOGIA DOGMATICA I
LA TRINIDAD DE DIOS
RIALP.MADRID 1960.Pág. 576


2.- Ga 5, 1-6

2-1.

-No os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud: si os dejáis circuncidar, Cristo no os aprovechará nada.

Siempre el mismo argumento: poner su esperanza de salvación en prácticas religiosas o morales es tener la pretensión de «alcanzar la justificación por sí mismo» es dejar por inútil todo lo que Cristo ha venido a hacer.

Nunca lo repetiremos bastante. La fuente de la santidad no está en la fiel observancia de los mandamientos, sino en el amor gratuito y salvador de Dios... A santa Teresa de Lisieux le gustaba decir que «llegaría ante Dios con las manos vacías». 

-Vosotros, que buscáis en la ley el medio de alcanzar la justificación habéis "roto" con Cristo, os habéis apartado de la gracia.

En efecto, lo esencial es no «romper» con Cristo. Lo esencial es estar agregado a Cristo, creer que todo viene de El.

Señor, yo no confío en mis propias fuerzas, no me fío de mí, sé que soy débil... Pero creo en tu amor, confío en Ti, sé que Tú me amas.

A partir de esta convicción, ciertamente, se encuentra una cierta obligación, una cierta práctica, una obediencia: pero ¡todo resulta cambiado! Cuando se ama a alguien, cuando se le tiene confianza... se hacen por él una serie de cosas. Pero es mucho más fácil. Ya no se tiene la impresión de hacerlo por obligación. Se hace voluntariamente y gustosamente, por amor. Señor, líbranos de todo miedo.

Señor, ayúdame a seguirte por amor y no por temor. Yo quisiera, durante toda mi vida, darte siempre gusto.

-La gracia. GRACIA/DON:

Es la palabra clave de todo lo dicho sobre esta cuestión, el término griego usado por san Pablo significa «don gratuito y gozoso». Es casi la misma palabra que significa «gracia» y gozo o «alegría».

La gracia es la acción de Dios en nosotros... es la presencia activa de lo que es «más que nosotros»... es un dinamismo divino que actúa en el núcleo de nuestra vida... Dios nos precede siempre. Está "ahí", incluso cuando no prestamos atención a ello. Señor, hazme atento a tu presencia, a tu gracia de cada minuto.

Señor, sé que Tú también actúas en todo aquel con quien trato, o de quien tengo responsabilidad. Tu gracia activa trabaja en el corazón de todo aquel a quien hablo, con quien trabajo... Ayúdame, Señor, a adivinar lo que estás tratando de hacer en el corazón de los demás, para colaborar yo también en ella, si puedo.

-A nosotros nos mueve el Espíritu a aguardar por la fe, los bienes esperados por la justicia. En efecto, en Cristo, ni la circuncisión, ni la incircuncisión tienen valor: lo que cuenta es la fe que actúa por la caridad. LEY/A/EXIGENCIAS:

Es claro y sencillo... y escandaloso para algunos: Dios no salva al hombre por sus méritos, sino por puro amor al cual nos adherimos por la fe, la esperanza y la caridad. Pero cuidado, que esto no es un fácil «abandonarse»; desde un cierto punto de vista, es mucho más exigente: nos liberamos de una ley, cuando la cumplimos exactamente... pero nunca nos liberamos de amar. Nunca amamos suficientemente.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 334 s.


3.- Lc 11, 37-41

3-1. COR-LIMPIO.

A la actitud de los fariseos que ponen su empeño, su religiosidad en el cumplimiento de ritos, de normas exteriores, opone Jesús la actitud del discípulo, que se esfuerza por la pureza interior, que pone lo esencial en el corazón. El corazón, lo profundo del hombre, su interior, es lo que importa mantener limpio. Porque aquello que brota del corazón -la injusticia, la rapacidad, la avaricia- es lo que mancha al hombre (cf. Mt 15. 19-20, véase vv. 10-18). La actitud farisea, en realidad, no conoce a Dios aun cuando le tenga constantemente en los labios (Is 29.13)

COMENTARIOS BIBLICOS-5 V/Pág. 538


3-2.

-Un fariseo invitó a Jesús a comer a su casa. Jesús entró y se puso a la mesa. Jesús era "invitado" a menudo y El aceptaba.

Veremos que no por eso se sometía a todas las costumbres sociales o religiosas de la época.

-El fariseo se extrañó al ver que no se lavaba antes de comer.

Había que lavarse las manos antes de ponerse a la mesa (Marcos 7, 2). Esa ablución ritual tenía mucha importancia para los doctores de la Ley. Era necesario hacer ese gesto para ser considerado como persona verdaderamente piadosa. Ahora bien, Jesús la omite (Mateo 15, 2O), y sus discípulos le siguen (Mateo 15, 2) He ahí que la comida empieza ya por una tensión, un conflicto:

Jesús no está de acuerdo con la postura tomada por su anfitrión y a éste le choca la actitud desenvuelta de Jesús.

Pero. evidentemente, Jesús lo ha hecho exprofeso; y explicará por qué no quiso hacer ese gesto.

-Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis repletos de robos y maldades.

¿Quién es "puro" delante de Dios? Para los fariseos, es puro el que practica minuciosamente las prescripciones rituales. Para Jesús, es puro aquel cuya conciencia es pura: lo que ensucia al hombre no es el polvo, sino el "robo y la maldad".

Jesús va directamente a lo esencial.

Jesús opone la religión "exterior" de los fariseos a la religión "del corazón" la única que agrada a Dios. (Lc 6, 45; 10, 27; 12, 34; 21. 34; 24, 25; 16, 15). En todos estos pasajes se trata del "corazón". En toda la Biblia el corazón es el "centro profundo del hombre": más allá de los impulsos superficiales y ocasionales hay en nosotros una especie de opción decisiva que constituye verdaderamente nuestra personalidad y que las ciencias humanas llaman hoy "el proyecto fundamental del hombre"... un poco como en la expresión corriente "lo que me embarga el corazón".

Esto es lo que cuenta para Dios.

¿Cuál es mi opción, mi proyecto fundamental? ¿qué es lo que quiero más hondamente?

-¡Insensatos! El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dios no es solamente el creador de las cosas visibles exteriores, es también, y ante todo, el que ha hecho el corazón humano, la conciencia.

A invitación del mismo Jesús, convendría que cada vez estuviera yo más atento a lo que pasa en este "interior" profundo.

Y rehusando lavarse las manos en la casa de ese fariseo Jesús quería acentuar esto: es desconocer a Dios el hecho de dar tanta importancia a la pureza exterior... siendo así que lo que cuenta es la pureza "interior"... Pero veamos ¿qué es esta pureza interior?

-Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros.

¡La pureza interior es el resultado del amor a los demás! ¡EI amor fraterno y la limosna hacen puro nuestro corazón! Confesemos que no esperábamos esta definición de la pureza. El proyecto fundamental del hombre es amar. El término "limosna" no debe engañarnos. Como ocurre con el término "caridad", que hoy es desvalorizado y rechazado por muchos. Pero no debemos detenernos en las palabras. Es la realidad lo que cuenta y Lucas lo ha tratado muchas veces como un tema importante: Lucas 12, 33; 16 9; 19. 8; Hechos 9. 36; 10, 2-4-31; 11, 29; 24, 17.

Escuchemos de nuevo esa frase sorprendente, y tomémosla muy en serio: "daos como limosnas...", y todo será puro para vosotros.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 226 s.


3-3

1. (Año I) Romanos 1,16-25

a) El tema central de toda la carta va a ser que la salvación de Dios nos alcanza con plena energía en Cristo Jesús. Y que va destinada no sólo a los judíos sino también a los "griegos", o sea, a los paganos.

Por una parte está el evangelio, que "es fuerza de salvación de Dios para todo el que cree" y es Buena Noticia "para los que creen en virtud de su fe, porque el justo vivirá por su fe".

Pero, por otra, está la debilidad humana, el desfase entre el amor de Dios y nuestro pecado. Hoy, Pablo describe el fallo de los paganos, que deberían haber llegado a conocer a Dios y aceptarle, porque en la misma creación del mundo hay más que suficientes signos de su poder y su divinidad. Sin embargo, "no tienen defensa, porque conociendo a Dios no le han dado la gloria y las gracias que se merecía".

Los paganos, "alardeando de sabios, resultaron unos necios": no han sabido dar el salto desde la hermosura de la naturaleza -"Dios mismo se lo ha puesto delante"- a la adoración del Dios verdadero, sino que se han hecho ídolos falsos y han caído en una vergonzosa decadencia en sus costumbres. La creación es ya el primer evangelio, que los paganos no supieron oír.

b) Pablo define el evangelio de Jesús, no tanto como una serie de verdades o de normas morales o de memorias históricas, sino como "fuerza de salvación de Dios". Es fuerza, hoy y aquí, no un recuerdo del pasado. Una fuerza que ha sido capaz de sacar a Pablo de su convicción judía y farisaica de antes y le ha convertido en apóstol incansable del Señor.

Pero no sólo a él: Dios quiere transformar a todos, judíos o paganos, por la fe en Cristo Jesús.

Pero la Buena Noticia es a la vez juicio y contraste, signo de contradicción. También hoy muchos se quedan en los medios y no llegan al fin, admiran la hermosura y la grandeza del cosmos o los enormes progresos de la ciencia. En vez de llegar a Dios, se llenan de satisfacción con eso y se construyen ídolos a los que adoran. Con las mismas consecuencias morales de corrupción que criticaba Pablo en la sociedad pagana de su tiempo, porque si prescindimos de Dios, estamos prescindiendo también de la ética en sus motivaciones últimas, y entonces no hay control posible que detenga la degradación del obrar humano (sería bueno leer el análisis que hizo el Vaticano II sobre el ateísmo moderno: GS 19-22).

Si a los paganos los llamaba Pablo necios por no llegar a conocer a Dios, a pesar de que tenían suficiente luz, ¡cuánto más lo diría de los judíos, que tuvieron la revelación del AT, y sobre todo de los cristianos, que tenemos la gran suerte de conocer además la verdad plena de Jesús. Todo nos tendría que ayudar a reconocer la cercanía de Dios, y lo afortunados que somos por ser sus hijos: la hermosura sorprendente de la creación, la historia de salvación que Dios lleva desde el comienzo de la humanidad y, sobre todo, el don que nos ha hecho en Cristo su Hijo y también en la Iglesia, que, animada por el Espiritu de Jesús, prolonga en el tiempo su plan salvador. No tenemos excusa si no vivimos totalmente impregnados por la Buena Noticia y movidos por su fuerza transformadora.

1. (Año II) Gálatas 5,1-6

a) Sigue el tema de la libertad: las últimas frases de ayer son también las primeras de hoy: "Cristo nos ha liberado para vivir en libertad... por tanto no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud".

Un símbolo de la vuelta a lo antiguo sería la circuncisión. Volver a dar importancia a esta norma, que los cristianos prácticamente habían dejado aparte, es el signo de que también se está queriendo volver a toda la ley antigua, y por tanto, como dice Pablo, "habéis roto con Cristo, habéis caído fuera del ámbito de la gracia". Se trata de poner nuestra confianza, no en la observancia de las leyes, sino en la fe en Cristo y en la esperanza de su Espíritu. Lo cual, para Pablo, es capital para la identidad del cristiano.

b) Vivir con libertad interior, con libertad de hijos, es dejarse mover por el Espíritu de Cristo, y no por un legalismo exagerado, que Jesús ya criticó en los fariseos, que se fiaban más de las prácticas externas y de los méritos que de la gracia de Dios.

Lo que importa, para Pablo, no es la circuncisión. Se ve que los judaizantes de turno incitaban a los cristianos a volver a esta práctica que en la ley de Moisés era obligatoria.

Ahora la comunidad no le daba importancia: "lo único que cuenta es una fe activa en la práctica del amor". Hermosa fórmula, densa, llena de compromiso. Se ve en seguida que la libertad no es hacer uno lo que le viene en gana: es "fe activa en la práctica del amor". No hay nada más exigente que el amor. Como en los hijos de una familia, que no obedecen o actúan por miedo al castigo o por hacer méritos interesados, sino por amor y por corresponsabilidad.

El salmo respira una actitud así: "cumpliré sin cesar tu voluntad, por siempre jamás, andaré por un camino ancho buscando tus decretos: serán mi delicia tus mandatos, que tanto amo".

2. Lucas 11,37-41

a) Continúa el viaje de Jesús, camino de Jerusalén. Lucas sitúa en este contexto una serie de recomendaciones y episodios. Durante tres días escucharemos sus duras invectivas contra los fariseos.

Los fariseos eran buena gente: cumplidores de la ley, deseosos de agradar a Dios en todo. Pero tenían el peligro de poner todo su empeño sólo en lo exterior, de cuidar las apariencias, de sentirse demasiado satisfechos de su propia santidad. Por eso les ataca Jesús, con el deseo de que reflexionen y cambien.

Tal vez no haya que pensar que dijo todo esto precisamente en casa del fariseo que le había invitado a comer. Es un recurso literario de Lucas: agrupar las varias enseñanzas de Jesús contra las actitudes de los malos fariseos. Mateo y Marcos las sitúan en otro contexto.

Hoy la acusación es que los fariseos cuidan lo exterior -limpiarse las manos, purificar los vasos por fuera- y descuidan lo interior: "por dentro rebosáis de robos y maldades". Lo de "dar limosna" es uno de los temas preferidos de Lucas, pero no se sabe a qué se puede referir lo de "dar limosna de lo de dentro": ¿darse a sí mismo, su tiempo, su interés? ¿dar desde dentro, con el corazón, y no sólo con apariencia exterior?

b) Los detalles exteriores, que pueden ser legítimos, sin embargo no son tan importantes como las actitudes interiores.

Claro que hay gestos externos y ritos celebrativos en nuestra vida de fe. El mismo Jesús nos encargó, por ejemplo, que hiciéramos el doble gesto del pan y del vino en memoria suya. Lo que desautoriza aquí es que nos quedemos en mero formalismo, que nos contentemos con lo exterior, cuando los gestos deben ser signo de lo interior.

Nosotros no nos escandalizamos ahora si alguien no se lava las manos. Pero puede haber "escándalos farisaicos" equivalentes, si nos contentamos con limpiar lo de fuera, mientras que lo de dentro lo tenemos impresentable, si ponemos demasiado énfasis en detalles insignificantes y casi hacemos depender de ellos la justicia o la salvación de alguien.

¿Qué es lo que nos preocupa: el ser o el parecer? ¿cumplir los ritos externos o la conversión y la pureza del corazón? Nuestra religión es "religión del deber" o "religión de la fe y del amor"?

"El Evangelio es fuerza de salvación de Dios para todo el que cree" (1ª lectura I)

"Lo único que cuenta es una fe activa en la práctica del amor" (1ª lectura II)

"Serán mi delicia tus mandatos, que tanto amo" (salmo II)

"Limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades" (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 171-174


3-4

Ga 5, 1-6: Para ser libres nos liberó Cristo

Lc 11, 37-41: La limpieza viene del interior

Jesús criticó severamente la superficialidad con la que se asumió la ley de Moisés.

Algunos grupos religiosos, como los fariseos, dieron a las normas más triviales una relevancia que no merecían. La intención que los guiaba era «ser perfectos en todo» mediante el cumplimiento de un montón de normas. Sin embargo, olvidaron el espíritu de la ley.

Dentro de estas leyes estaban unas destinadas a diferenciar entre lo puro y lo impuro.

Su referencia era puramente la apariencia exterior. Lo esencial para esta ley era estar limpio, sano y vivo. La intención con la que fueron promulgadas eran muy buena: propiciar en el pueblo un ambiente familiar, cultual y social que fuera apto para la relación con Dios.

Pero con el tiempo esta intencionalidad se olvidó. Y las leyes que estaban hechas para crear un buen ambiente se convirtieron en un arma de discriminación. Los enfermos fueron expulsados de las familias; se desarrolló un temor casi mágico frente a los cadáveres y la limpieza se convirtió en un asunto ligado exclusivamente a los baños rituales. La función de los baños rituales era purificar periódicamente al individuo para que permaneciera dentro del ámbito de lo sagrado. Esta intención se perdió al darle más importancia al baño en si mismo que al propósito que se perseguía. Por eso, Jesús confronta al fariseo y lo llama, junto a sus partidarios, a revisar sus actitudes de vida. Pues, en efecto, ellos empleaban la pureza ritual para encubrir los robos, las rapiñas y las malas intenciones que cometían diariamente. El pueblo acudía a ellos buscando un juicio justo, un consejo saludable, una defensa de los legítimos derechos, pero ellos sólo les interesaba sacar beneficio económico de su servicio.

Jesús cuestiona estas prácticas y muestra cómo fariseos y escribas son continuadores de una mala tradición que no reconoce el valor del ser humano.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-5. 2001

COMENTARIO 1

JESUS DESENMASCARA A LOS OBSERVANTES

«Apenas terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa» (11,37a). Un fariseo se ha sentido aludido por las res-puestas de Jesús y lo invita a su casa para aclarar las cosas. O sea, que los fariseos, representados por éste («un cierto fariseo», personaje representativo) -así como los juristas, como se verá seguidamente-, no solamente estaban presentes, sino que eran los objetores que trataban de descalificarlo. No se precisa ser demasiado listo para colegir que la invitación encerraba segundas intenciones. La inquisición está al acecho. Les faltan pruebas irrefutables sobre su manera libre de proceder al margen de la Ley. «Se extraña», como 'se extrañaron' las multitudes (v. 14), al ver que Jesús no observa los rituales socio-religiosos. Ellos, los representantes de la Ley y de la ortodoxia, que proclamaban que el reinado de Dios se instauraría el día en que nadie dejase de observar los preceptos más insignificantes de la Ley (de esta manera se habían asegurado el poder de manejar el cotarro), no pueden sufrir que Jesús, en su casa, solar patrio de la ortodoxia, se salte el precepto de purificarse antes de comer (11,38). Se han montado una sociedad dividida en puros e impuros, ricos y pobres, buenos y malos..., ladrones y policías.


COMENTARIO 2

Ante nosotros se nos abren diversos caminos para el encuentro con Dios. Algunos de ellos son puertas que nos liberan de nuestros egoísmos, otros representan ilusiones que nos cierran aún más toda posibilidad de salida.

Se hace por tanto necesario discernir para poder escoger la forma adecuada que nos conduzca al encuentro con Dios. Porque en la búsqueda de pureza en la relación religiosa puede también esconderse una forma de evitar las sendas de la purificación. De esa forma colocamos las acciones impulsadas por los egoísmos propios bajo la máscara o etiqueta del querer divino. Nuestra atención se dirige, entonces, a ámbitos que no tocan la raíz de donde surge nuestro aislamiento respecto a Dios y a nuestros hermanos.

Los remedios aplicados para sanear nuestra relación con Dios no alcanzan su objetivo ya que sólo sirven para reafirmarnos en nuestra codicia que sigue siendo la fuente que nos esclaviza y que nos impide la pureza que Dios nos exige.

El único camino posible debe, por el contrario, comenzar desde lo más íntimo de nuestro ser, y desde allí difundirse hacia el exterior. Si no parte de lo más recóndito de nuestro corazón donde la codicia impide el compartir, nuestra vida y nuestra relación con Dios no podrá nunca realizarse en la profundidad que nos exige el encuentro con todos nuestros hermanos, hijos del mismo Padre del cielo.

Por ello la limosna, si de verdad es auténtica, aparece en el pasaje que leemos como la única forma de compartir nuestra vida con nuestros semejantes y con Dios y por consiguiente como la forma de realizar la limpieza de nuestro interior.

1. Josep Rius-Camps, El Éxodo del Hombre libre. Catequesis sobre el Evangelio de Lucas, Ediciones El Almendro, Córdoba 1991

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-6. 2002

Jesús sigue en altercado con el fariseísmo. Ha descubierto que los fariseos han hecho de su religiosidad una simple fachada de santidad. Ellos se quedan con las normas exteriores de conducta sin hacer un cambio profundo que lleve al amor hacia los demás y hacia una justicia real, sobre todo con relación a los más débiles y oprimidos.
El mensaje de Jesús insiste, por el contrario, en la necesidad de un cambio interior y sincero, que sin descuidar las normas de vida comunitaria o cultural, provoque el advenimiento de una sociedad más justa y equilibrada. Poca alabanza damos a Dios entregando diezmos en el templo o haciendo alguna limosnita, si no sentimos el dolor del que sufre en carne propia la miseria y pasamos de largo frente a los hermanos necesitados.
Ayer, eran los fariseos del tiempo de Jesús. Hoy el fariseísmo es el pecado típico que siempre acecha al hombre y a la mujer supuestamente religiosos. Y la historia de la Iglesia confirma, por desgracia, que las palabras de Jesús, tienen tanta vigencia para todos los cristianos, sacerdotes, religiosos, laicos, obispos y papas, como la tuvieron para los piadosos fariseos y dirigentes judíos de su época.
Tenemos que cambiar de actitud. Debemos desprendernos de tantas rúbricas, de tantas normas, de tantas prescripciones, y tenemos que aprender a vivir con la libertad de los hijos de Dios. Jesús, nos enseñó que debemos anteponer a los ritos y normas, la vida del ser humano, realidad fundamental y verdad única del Reino de Dios.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-7. Martes 14 de octubre de 2003
 
Rom 1,16-25: El evangelio es fuerza de salvación para todo el que cree
Salmo responsorial 18, 2-5: El cielo proclama la gloria de Dios
Lc 11,37-41: Ustedes, fariseos sólo limpian por fuera la copa y el vaso

El rito convertido en absoluto pierde el contenido de encuentro con Dios y la capacidad de experimentar su gratuidad y misericordia. Porque el rito es utilizado de manera interesada, pensando en el mérito con el que se pretende manipular a Dios. Su amor gratuito queda confundido con la retribución que ata en la recompensa.

La antítesis “por dentro” y “por fuera” establecida en el v. 39 apunta a la coherencia moral nacida de la autenticidad de vida, motivada por el amor, que es el origen y el marco de toda ley, en contraposición al cumplimiento externo de leyes y de legalismos vacíos de la verdadera apertura a Dios y a los hermanos y hermanas.

Por eso la sentencia final: “Den limosna de lo de dentro” (v.41. En efecto, la limosna es considerada por los judíos como una de las obras más excelentes. La expresión “de dentro” alude a la profunda experiencia interior, del que da cabida en su corazón al amor solidario y operativo ante el carente y expoliado.

Se supera, entonces el cumplimiento legalista, del dar dinero en atención a la prescripción legal solamente, descuidando la práctica de la misericordia. El legalismo medía el valor de una persona por su fidelidad a las prácticas legales: lavarse las manos, dar limosna, en el texto presente. El relato de hoy destaca, que lo que mancha al ser humano no es la falta de cumplimiento de un ritual; lo que verdaderamente mancha, es la maldad interior, que convierte al hombre y a la mujer en injustos respecto de los otros, porque los cierra a la gratuidad y a la misericordia como don del Dios del Reino, quien ofrece su amor gratuitamente.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-8. 2003 

LECTURAS: ROM 1, 16-25; SAL 18; LC 11, 37-41

Rom. 1, 16-25. El Evangelio en tiempos de Pablo no podía confundirse con los Libros Sagrados que llevan ese nombre en la Sagrada Escritura, pues cuando se escribió esta carta aún no se había elaborado el Cánon del Nuevo Testamento en la Iglesia. El Evangelio es Cristo con toda la Buena Noticia del amor salvador de Dios que representa para nosotros; y Él nos ha confiado el anuncio de este Mensaje de Salvación. No nos avergoncemos de Él, pues es fuerza salvadora de Dios para que se salve todo el que crea en Él, ya que no hay otro camino, otro nombre en el cual podamos salvarnos. Cuando uno rechaza a Cristo fácilmente se creará sus propios dioses, conforme a sus actitudes pecaminosas; así se llegará incluso a querer justificar como buenas las acciones desordenadas y torpes, inventándose dioses a quienes se les consagran dichos actos, tratando así de eludir la responsabilidad de los pecados personales. Dios nos habla de muchas maneras; Él siempre nos ha manifestado que está junto a nosotros para que, unidos a Él, lo tomemos a Él como punto de referencia de nuestros pensamientos, palabras y obras, de tal forma que caminemos día a día en una fe en continuo crecimiento hasta logra la perfección en Cristo. Por eso dejemos que el Señor nos salve liberándonos de nuestras esclavitudes al mal; reconozcámoslo como nuestro Dios y Padre, y vivamos guiados, no por nuestros caprichos, sino por su Palabra y su Espíritu que nos convierten en su Evangelio viviente ante nuestro prójimo.

Sal.18. Dios ha dejado su huella en toda la creación. Basta abrir nuestros ojos para pensar: Si así de bellas son las cosas ¡Cuánto más lo será quien las hizo! San Francisco de Asís, consciente de esto, se dirigía a las plantas y a las flores y les decía: callad, callad; ya sé que Él existe. Ojalá y quienes habiendo sido elevados a la dignidad de hijos de Dios por nuestra unión a Cristo mediante la fe, vayamos siendo cada día una imagen más perfecta de Él en el mundo. Entonces todos conocerán el amor que Dios les manifiesta desde la Iglesia, esposa de Cristo. Entonces se podrá aplicar a la Iglesia aquella frase de la Escritura: Qué hermoso es ver por los montes las huellas de aquel que anuncia la Paz.

Lc. 11, 37-41. Para ser realmente hombres de fe en Cristo no basta manifestar esa fe mediante ritos puntual y exactamente cumplidos. Ciertamente hay normas litúrgicas en la Iglesia. Pero ellas no son para nosotros motivo de justificación. Si pensamos tener la salvación por nuestras celebraciones externamente bien hechas, pero sin vivir en una estrecha relación personal de amor con el Señor, se nos podrían aplicar aquellas palabras con que Dios recriminaba a los hipócritas: Este pueblo me honra con los labios, mientras su corazón está lejos de Mí. Dios no puede ser considerado sólo como dueño de exterioridades, sino dueño de todo nuestro ser; por eso hemos de vivir conservando el corazón puro, renovado por Él en nosotros. Esto no sólo nos llevará a darle culto, sino a amarlo sirviendo a nuestro prójimo, socorriéndolo en sus necesidades, entonces realmente quedaremos limpios, pues viviremos con el corazón sólo centrado en Dios y libre de las esclavitudes a lo pasajero.

En esta Eucaristía estamos en la presencia del Señor como el hijo se encuentra con su Padre. Venimos a orar, recordando lo que dice santa Teresa de Jesús: Orar es hablar de amor con Aquel que sabemos que nos ama. Estamos conscientes de que el Señor nos escucha, pero también estamos conscientes de que nosotros lo escuchamos; y así como esperamos que el Señor dé respuesta favorable a nuestras peticiones, también nosotros queremos dar respuesta a lo que nos ha enseñado o pedido en su Palabra. Así vivimos en una verdadera amistad con el Señor y nos dejamos guiar por su Espíritu Santo. Así percibimos que nuestra presencia en la Eucaristía no es el cumplimiento externo de algún rito, sino el compromiso de dejarnos convertir en un signo del Señor para iluminar el camino de nuestro prójimo, para que también él pueda encontrarse con el Señor y, lleno de su Espíritu, pueda trabajar haciendo el bien a sus hermanos.

Quienes participamos de esta Eucaristía no podemos vivir con hipocresía nuestra fe en la vida ordinaria. No podemos venir al lugar sagrado a poner una cara de bondad y de piedad, para después volver a nuestra casa y tratar mal a los nuestros, o ir a nuestro trabajo y comportarnos de un modo deshonesto. El mundo está requiriendo de personas que vivan comprometidas con la lucha sincera por la paz, con el esfuerzo de convivir como hermanos, con la preocupación por resolver realmente el problema de la pobreza y del hambre. La vida de fe no puede quedarse únicamente en oraciones, sino que ha de trascender a la vida ordinaria por darle un nuevo rumbo a nuestro mundo y su historia.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, que nos conceda la Gracia de saber vivir con lealtad nuestra fe, sabiendo que hemos sido llamados como discípulos para que, escuchando al Señor, vivamos guiados por Él y por su Espíritu, como constructores de un mundo que día a día se vaya renovando en Cristo, para Gloria del Padre y bien de todos nosotros. Amén.


www.homiliacatolica.com


3-9. DOMINICOS 2003

Convocatoria a la fe

Iniciemos nuestra celebración reconociendo la oportunidad de las palabras de san Pablo: No me avergüenzo del Evangelio, no me avergüenzo de la fe en Cristo.

¿Por qué lo diría? ¿Sucedería a Pablo como nos puede suceder a muchos en el siglo XXI, que hemos de armarnos de valor para defender ideales nobles de fe, esperanza, amor, justicia, ante contextos desacralizados que adoran ídolos y falsos metales? Esa frase paulina, dicha humildemente, pero con entereza, es hoy laudable y hasta necesaria. Todos debemos mostrar que estamos contentos de haber recibido el don de creer, porque pensamos que nos engrandece en la condición de hijos de Dios.

Nadie debe hacerse a la idea de que ‘no creer en Dios’ es de espíritus fuertes, sabios, actuales,  mientras que ‘creer en Dios’ es actitud mental trasnochada, propia de personas débiles.

Pero esa misma frase, dicha en una celebración de la fe, es revelación de una experiencia de vida en Dios que nos colma de felicidad aun en medio de las adversidades y titubeos, y nos lanza a ser testigos del Amor.

Cultivémosla en una ocasión y en otra; nos irá bien, y haremos bien.

ORACIÓN:

Señor Jesús, tú enseñaste a Pablo que la teología de la fe, del amor y de la cruz es horizonte nuevo para el vivir humano. Danos la gracia de poseerte firmemente, de agradecer la vida en ti, y de ayudar a los demás a que sientan tu cercanía en su existencia. Amén.

 

Palabra de luz y fe

Lectura de la carta de san Pablo a los romanos 1, 16-25:

“Hermanos: Yo no me avergüenzo del Evangelio; es fuerza de salvación de Dios para todo el que cree; primero para el judío, pero también para los demás. Porque en él se revela la justicia salvadora de Dios para los que creen...

Desde el cielo, Dios revela su reprobación de toda impiedad e injusticia en los hombres que tienen la verdad prisionera de la injusticia.

Desde la creación del mundo, las perfecciones invisibles de Dios, su poder eterno y su divinidad, son visibles para la mente que penetra en sus obras...”

Un caudal de doctrina se contiene en este texto: El Evangelio es salvación para cuantos lo reciben y lo cumplen, y asumirlo es grandeza. El Evangelio es revelación de la justicia salvadora, la justicia que Dios ama, mientras condena la injusticia. En las criaturas y obras de la creación Dios se nos está revelando a las mentes.

Evangelio según san Lucas 11, 37-41:

“En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer en su casa. Él entró y se puso a la mesa.

El fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, y el Señor le dijo: Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro rebosáis de robos y maldades. ¡Necios!...

Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis todo limpio”.

El fariseo invita a Jesús con delicadeza y cortesía. Y Jesús le acepta la invitación con la misma delicadeza. Pero luego viene la sorpresa: Jesús no se lava las manos y, además, amonesta al fariseo por sus criterios de actuación. Amar y decir verdad es cosa buena.

 

Momento de reflexión

Pureza de mente para ver a Dios en sus obras

Pablo nos dijo en el día de ayer que había sido llamado por Dios para anunciar a todas las gentes la salvación en Cristo.

Hoy comienza haciendo un elogio del Evangelio que es ‘salvación’ y revelación del misterio recóndito de Dios a los hombres.

Dios es inasequible a nuestra mirada humana, y sólo la fe nos acerca a su corazón de Padre.

Pero, siendo eso verdad, hay un modo de hacer camino para acercarse a esa fe; consiste en tener una buena disposición de espíritu que ayude a captar cómo las obras salidas de sus manos creadoras hablan tenuemente de Él.

Si algunos todavía no tienen esa noble disposición, atrévanse a pedir a las cosas que les hablen más alto de su Señor, como hablaron a los sabios santos. 

No querer ver en las cosas creadas la luz que en ellas se refleja es un error; y no vivir dispuestos a escuchar su mensaje, es cerrar el camino hacia el más allá del mundo, a Dios.

Pureza de mente y corazón para obrar bien

Leídas las palabras del Evangelio, es bueno que nos preguntemos: ¿sería tan duro el lenguaje de Jesús con el fariseo que le invitó a comer? ¿no habría en sus labios una insinuación a salvarle a él, desaprobando criterios viejos?

Los datos son claros: invitación, no purificación ritual externa por parte de Jesús, y encarecimiento de la pureza interior con que hemos de obrar. Pero seguramente sus palabras fueron más delicadas, penetrantes, insinuosas que lo que el frío texto insinúa.

Tal vez nosotros, en nuestras catequesis, hemos utilizado o utilizamos términos que endurecen el rostro de Jesús. Digamos las cosas con verdad y en caridad. Ganaremos más con ello.


3-10. CLARETIANOS 2003

Queridos amigos y amigas:

Se diría que es un inoportuno, un políticamente incorrecto. Es invitado, acepta, se sienta a la mesa -signo de profunda intimidad-, y le suelta un rapapolvos a su anfitrión: “Estáis llenos de rapiña”, le espeta Jesús.

En nuestra comunidad tenemos un miedo terrible a decir cosas que, en principio, no puedan agradar a todos. Por ejemplo, ayer mismo, en un periódico de ámbito nacional, un religioso jesuita hacía mil regateos literarios para justificar la “audacia” de sus propuestas: hacer cardenal a Casaldáliga porque “ha testimoniado a Cristo de manera tan intensa y diáfana”. Junto a Madre Teresa, estaría bien beatificar a monseñor Romero “asesinado por proclamar la bondad y justicia del evangelio”. Como se ve, aquí no aparece ningún improperio, sólo unas piadosas sugerencias. A pesar de todo, insiste el hijo de San Ignacio: “escribir estas cosas para nada debiera producir molestia, incomodidad o desazón. No se trata de discrepancia ni mucho menos de disidencia”.

Pero más allá del gesto improcedente del invitado, desciende sobre nosotros el mensaje directo de lo que el Maestro apunta; que Dios mira el corazón y lo que importa es el interior: los sentimientos generosos, el corazón no endurecido, los ojos limpios del alma, la libertad de los hijos de Dios, la bondad que sale de dentro y estalla por todas partes. La limpieza exterior, los ritos, las formas, los modelos sociales son interesantes, pero han de quedar en un nivel mucho más bajito. Mejor aún, todo el ropaje externo será bueno, tendrá elegancia y olerá a auténtico cuando sea transparencia de la riqueza atesorada en el corazón.

Sólo hace falta mirar alrededor. Dicen que el obispo Javier Osés derramaba dulzura, sencillez y dignidad en su porte: expresión espontánea de un alma de Dios. ¿Y un ejemplo de fariseo, de un hipócrita retorcido? ¿Para qué? El cristiano siempre acaba en el ideal, en la santidad. Lo demás queda para el olvido y el perdón. Amén.

Conrado Bueno Bueno
(ciudadredonda@ciudadredonda.org)


3-11.No es importante lo exterior

Fuente: Catholic.net
Autor: José Rodrigo Escorza

Lucas 11, 37-41
Mientras hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros.

Reflexión
Muchas veces pensamos que tenemos que estar bien presentados para las fiestas, y si no significa que eres una persona maleducada. Pero ¿por qué nos fijamos en la presentación exterior cuando lo más importante es la interior?

Cristo se enoja con los fariseos porque no han sabido apreciar la belleza interior sin mirar la exterior, por eso purifican los vasos por fuera olvidándose de que lo importante está dentro no fuera.

Pidamos la gracia de purificar nuestros corazones con los sacramentos y las oraciones que pueden limpiar el interior del hombre. Aprendamos a apreciar en las demás personas lo bello de sus almas y no tanto la fealdad o suciedad de la persona que está frente a nosotros.


3-12. SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO 2004

Llama la atención la valentía de Jesús para denunciar la hipocresía humana. Invitado por un fariseo a comer, no duda en aceptar y en recostarse a la mesa con él. Los fariseos eran los representantes de la Ley y de la ortodoxia y proclamaban que el reinado de Dios se instauraría el día en que nadie dejase de observar los preceptos más insignificantes de la Ley. Por eso este fariseo no puede soportar que, en su misma casa, Jesús no haga la ablución o lavado de manos ritual (los esenios se lavaban todo el cuerpo) antes de comer para eliminar cualquier contaminación o mancha adquirida en el contacto con los hombres y el mundo. Aunque ésta era una práctica exigida solamente a los sacerdotes en el Antiguo Testamento, sin embargo se había extendido a todo el pueblo. Jesús no cree que el contacto con la realidad humana o mundana separe al hombre de Dios, de modo que haya que estar purificándose constantemente. Más bien lo contrario. Quizás por eso no se lave las manos. El fariseo, sin embargo, se extraña haciendo un gesto de estupor y desaprobación.

Para los fariseos, la sociedad estaba dividida en puros e impuros, observantes y no observantes, buenos y malos… Y Jesús aprovecha para denunciar la hipocresía de los puros, observantes y buenos, que tal vez lo sean sólo en apariencia, por fuera. Y aunque el fariseo no expresa a Jesús con palabras su extrañeza, éste se apresura a recriminarlo no solo a él, sino a los fariseos en general por la observancia de tantas minucias y ritos exteriores, detectando que por dentro su corazón está lleno de robos y maldades, denunciando de este modo también su desmesurado apego al dinero, dato indicado también por el evangelista antes de la parábola del rico y Lázaro (Lc 16,14: “Oyeron todo esto los fariseos, que son amigos del dinero y se burlaban de él”). Con cuánta frecuencia por desgracia van unidas codicia y religión, dinero y piedad. Los fariseos, los puros, son realmente insensatos. Por eso Jesús les recomienda la conversión que se mostrará cuando den lo que tienen en limosnas, y de este modo queden totalmente limpios por fuera y por dentro. La actitud de cara al dinero es en el evangelio de Lucas el verdadero test que prueba la actitud para con Dios. La generosidad en el compartir es la expresión de fe y de ética que Dios prefiere. También hoy en un mundo en el que hay tanta necesidad, carencia y hambre.


3-13.

Reflexión

Una cosa que no nos ayuda a crecer en santidad es el maximizar lo que quizás no es importante y minimizar lo que si lo es. Hoy en día, como en el tiempo de Jesús, se le da mucha importancia a la “exterioridad”. Incluso en el sacramento de la Reconciliación se amplifican algunas de las faltas y se pasa por alto la caridad. Existen personas que cegadas por algunas faltas, muchas veces de carácter totalmente exterior o fallas del carácter, no son capaces de ver sus faltas a la caridad hacia Dios y hacia los hombres. Quizás valdría hoy la penas que revisaras cuáles son tus criterios, y tus prioridades; cuáles son las cosas que son verdaderamente impórtate para ti, pues de esto dependerá fundamentalmente tu vida moral.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-14. No importa lo exterior

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Luis Gralla

Reflexión:

Cuando alguien se fractura la pierna lo notamos en seguida, pues camina con muletas y la lleva inmovilizada. Pero es difícil saber, a simple vista, cuando alguien está enfermo porque no le funciona un riñón. ¿Y quién de los dos se encuentra más grave? En este caso, el que aparentemente se ve mejor.

Así puede suceder también en la vida espiritual. Aparecer muy bien al exterior, pero en realidad estar muy grave por dentro. Mucha piedad religiosa, rezos y estampas de santos... pero con muchas telarañas en el corazón... Lo que Cristo quiere subrayar hoy es el valor de lo que reside en nuestro interior, donde los hombres no pueden entrar y sólo Dios ve. Los actos externos deben ser consecuencia de una actitud del alma. Por eso, el Maestro nos previene: “¡Cuidado! Lo importante es lo que yo piense de ti. No te preocupes por la consideración de los demás.”

Quien participa con alegría en la Misa o hace un acto de caridad al dar de su tiempo a los demás, no lo debe hacer para impresionar a los hombres, sino para agradar a Dios. Pues de nada vale lo que hagamos por fuera, si por dentro estamos llenos de maldad. Lo anterior no implica, sin embargo, que no busquemos ser un testimonio positivo para quienes nos rodean, obrando el bien y cumpliendo con nuestros deberes.


3-15. 28ª Semana. Martes 2004

Cuando terminó de hablar, cierto fariseo le rogó que comiera en su casa.

Habiendo entrado, se puso a la mesa. El fariseo se quedó extrañado al ver que Jesús no se había lavado antes de la comida. Pero el Señor le dijo: «Así que vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, pero vuestro interior está lleno de rapiña y maldad. ¡Insensatos!, ¿acaso quien hizo lo de fuera no ha hecho también lo de dentro? Dad, más bien, limosna de lo que guardáis dentro y así todo quedará purificado para vosotros». (Lc 11, 37-41)

I. Jesús, te quejas de que algunos fariseos cuiden tanto el cumplimiento externo de la ley, a la vez que por dentro no luchan por erradicar sus defectos e impurezas. Este cumplimiento se convierte en un «cumplo y miento», en una hipocresía que, por estar revestida de bien, hace un gran daño al prójimo. La hipocresía es el peor ejemplo: escandaliza a los que tratan de vivir la ley de Dios y aparta a los que podrían llegar a conocerla.

Jesús, yo también tengo el peligro de vivir hipócritamente mi vida cristiana, especialmente cuando asisto a la Santa Misa. Cuando voy a Misa y comulgo, de alguna manera te estoy invitando a entrar en mi casa, en mi vida. La misma participación en la Misa, tiene un elemento de cena. «Dichosos los invitados a la cena del Señor».

La misa es, a la vez e inseparablemente, el memorial sacrificial en que se perpetúa el sacrificio de la cruz, y el banquete sagrado de la comunión en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Pero la celebración del sacrificio eucarístico está totalmente orientada hacia la unión íntima de los fieles con Cristo por medio de la comunión. Comulgar es recibir a Cristo mismo que se ofrece por nosotros [96].

En cada Misa, Jesús, tengo la oportunidad de hablar contigo, de unirme a Ti con una intimidad especial. ¿Cómo aprovecho la Misa? ¿Me quedo en los rituales externos como si fuera lo único importante, o realmente busco esa unión personal contigo para que me limpies, para que me ayudes, para que me llenes de un amor que se manifieste en obras?

II. Hay una urbanidad de la piedad. -Apréndela. -Dan pena esos hombres «piadosos», que no saben asistir a Misa -aunque la oigan a diario-, ni santiguarse -hacen unos raros garabatos, llenos de precipitación-, ni hincar la rodilla ante el Sagrario -sus genuflexiones ridículas parecen una burla-, ni inclinar reverentemente la cabeza ante una imagen de la Señora [97].

Jesús, al recordarme que lo importante es la actitud interior, no niegas la importancia de los actos externos, sino que me previenes ante el peligro de quedarme en lo superficial, sin entender el sentido profundo de esas devociones. La Misa, por ejemplo, está llena de gestos externos: hacer la señal de la cruz; ponerse de pie en la lectura del Evangelio o de rodillas ante el misterio de la consagración; darse la paz antes de la comunión; etc... ¿Me quedo en los actos externos, o les doy el significado profundo que tienen?

Jesús, ¿cómo cuido la urbanidad de la piedad? La urbanidad de la piedad consiste en cuidar lo mejor posible estos detalles externos, no por rigidez mental -y menos por hipocresía-, sino por amor, por el significado que tienen.

Uno de estos detalles es la genuflexión ante el sagrario: doblar la rodilla al pasar por el lugar donde se reserva la Eucaristía, a la vez que, por dentro, hago un acto de adoración, como por ejemplo: decir interiormente «te adoro con devoción, Dios escondido».

Otro detalle de urbanidad en la piedad es cuidar el vestido cuando voy a Misa.

Si la Misa es un encuentro tan íntimo contigo -que eres la personalidad más importante de este mundo- no puedo ir como si fuera a la playa. Otro detalle: rezar las oraciones de la Misa con pausa y atención, poniendo la cabeza en lo que digo, en vez de contestar como si fuera un disco rayado. Jesús, ayúdame a cuidar estos detalles externos poniendo la cabeza y el corazón. De este modo no caeré en la hipocresía, sino que crecerá cada vez más mi amor a Ti.

[96] Catecismo. 1382.
[97] Camino, 541.

Comentario realizado por Pablo Cardona.
Fuente: Una Cita con Dios, Tomo VI, EUNSA


3-16.

Evangelio de Hoy Martes 12: S. Lucas 11, 37-41

En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer. Jesús fue a su casa y se sentó a la mesa. El fariseo se extrañó de que Jesús no hubiera cumplido con la ceremonia de lavarse las manos antes de comer. Pero el Señor le dijo: «Ustedes, los fariseos, limpian por fuera el vaso y el plato, mientras por dentro están llenos de robos y maldades. ¡Insensatos! El que hizo lo de fuera ¿no hizo también lo de dentro? Den limosna de lo de dentro, y entonces quedarán limpios».

Dar desde dentro nos purifica, sin embargo algunos creen que si dan de lo
que tienen dentro quedarán vacíos. Otras personas simplemente no están preparadas para dar lo que tienen desde dentro o simplemente están un tanto mutiladas para dar lo que tienen. Jesús nos invita a confiar en Dios quién nos ha hecho tanto por dentro como por fuera y Él será quién de por
nosotros. Por eso es que cuando damos lo que tenemos dentro nos purificamos, pues estamos dando no lo que hemos construido nosotros sino lo que Dios ha puesto para que podamos compartirlo. Muchas veces creemos que tenemos primero que purificarnos y luego dar, pero es a través de dar que nos iremos purificando. Será todo un proceso en el cual no debemos dudar que contamos con la ayuda del Espíritu Santo.

Dios nos bendice,

Miosotis