MARTES DE LA SEMANA 22ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

PRIMERA LECTURA
Murió por nosotros para que vivamos con él
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 5, 1-6. 9-11

En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis, hermanos, que os escriba.

Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: «Paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar.

Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas.

Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.

Porque Dios no nos ha destinado al castigo, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo; él murió por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos con él.

Por eso, animaos mutuamente y ayudaos unos a otros a crecer, como ya lo hacéis.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 26, 1. 4. 13-14
R. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? R.

Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. R.

Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R

EVANGELIO
Sé quién eres: el Santo de Dios
Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 31-37

EEn aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente.

Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad.

Habla en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces:

-«¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»

Jesús le intimó:

-«¡Cierra la boca y sal!»

El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño.

Todos comentaban estupefactos:

-«¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.»

Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.

Palabra del Señor.


 

1.- 1Ts 5, 1-6.9-11

1-1.

-En lo que se refiere al tiempo y al momento de la venida del Señor, no es necesario que os hable de retrasos o de fechas.

Sabéis muy bien que el «día del Señor» vendrá como un ladrón en la noche. Jesús había dicho unas palabras semejantes (Lucas 12, 39) al rehusar contestar a la curiosidad humana que nos hace ávidos de detalles precisos. El «día del Señor» es imposible imaginarlo, no tenemos ninguna referencia concreta de ese fenómeno típicamente divino que es la resurrección... o de esa otra realidad típicamente divina que es la eternidad.

En lo eterno no hay ni antes ni después; no hay tiempo ni horas ni fechas: es otro mundo.

Simplemente hay que confiar y aceptar el riesgo del gran salto de la Fe en Dios.

-Cuando diga la gente: «¡Qué paz, qué tranquilidad! entonces, de repente, vendrá sobre ellos la catástrofe...

La única cosa segura que sabemos es que el «Día del Señor» (1 Co 1, 8) es imprevisible y que hay que estar siempre «a punto».

¿Lo estoy en este momento?

Estamos oyendo ya el evangelio, por el que Jesús nos advierte de la terrible anestesia de las conciencias, de la inconsciencia de los que se contentan con «comer y beber» tranquilamente (Mat~o 24, 38), sin hacerse la pregunta capital: ¿a dónde voy? ¿qué pasará a mi muerte?

-Como los dolores de parto...

Jesús utiliza también esa imagen. (Mateo 24, 8). Y que es constante en toda la revelación. (Is 21, 3; Jr 30, 6: Os 13,13; Mi 4, 9; Rm 8, 22).

¡Los dolores de parto!

Esto nos evoca dos significaciones simbólicas: lo súbito... y el aspecto positivo. Porque son dolores que conducen a la vida y a la alegría. (Juan 16, 20-22).

-Y no escaparán.

Incluso los inconscientes, los que no quieren plantearse la pregunta tendrán que planteársela.

-Pero vosotros, hermanos, como no vivís en las tinieblas ese «día» no os sorprenderá como un ladrón.

¡Que así sea, Señor! que no quede sorprendido, que no venga de improviso.

-En efecto, todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.

¡Hijos de la luz! El hombre es el que pertenece a la luz, el que tiene en sí una luz vital. (Lucas 16, 8; Juan 12. 36.) Son también palabras evangélicas.

-Así pues, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.

Muchas parábolas repetirán lo mismo (Lucas 12, 3546; Mateo 25).

¡Vigilantes! despiertos, en constante estado de alerta.

¡Sobrios! es decir, dueños de nosotros mismos y moderados en nuestros deseos para no dejarnos anestesiar.

-Porque Dios nos ha destinado para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros para que vivamos con El... Así confortaos los unos a los otros y trabajad vuestra mutua edificación.

La perspectiva de la muerte es extremadamente positiva y toda nuestra vida la prepara y la está construyendo ya: ¡vivir con Jesús! Jamás pensaremos bastante en ello: el cielo ya ha comenzado.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 262 s.


2.- 1Co 2, 10-16

2-1.

Pablo opone aquí el hombre "psíquico", que se apoya únicamente sobre sus fuerzas -aún intelectuales-, al hombre "espiritual", que tiene en sí la morada de Dios.

En este pasaje, el espíritu de Dios no es aún personalizado. Se trata solamente de una participación en la inteligencia divina y, por tanto, de una manera de conocer el designio de Dios, y más especialmente los dones que hace a los hombres (v. 12). Este espíritu es necesario a los corintios para separar los carismas que vienen de Dios de los que proceden del hombre.

El espíritu de Dios proporciona igualmente el pensamiento y el vocabulario que permiten hablar de Dios como conviene, sin la ayuda de la sabiduría profana (v. 13). Esto equivale a decir que un carisma de lenguas, por ejemplo, podría perfectamente no venir de Dios si no ayuda a la comprensión de su designio y no ofrece ninguna luz sobre su presencia en la Iglesia.

Un último resultado de la acción del espíritu de Dios en el corazón del cristiano es la facilidad que da para juzgar todas las cosas, considerando el mundo y los acontecimientos desde un plano más alto de las facultades puramente psíquicas, el cristiano goza de una superioridad segura sobre los partidarios de la gnosis o del ascetismo. Porque si es verdad que la inteligencia humana no puede superar a la inteligencia divina, no es menos cierto que nadie puede juzgar al que se coloca conscientemente bajo la dependencia del espíritu de Dios (v. 16).

Pablo responde así al reproche que los corintios le dirigían de no haberles instruido de una forma bastante sabia. Ellos mismos podrían sobrepasar en ciencia a todos los filósofos de la tierra si tuvieran la suficiente humildad para recibir el conocimiento de Dios que es superior a todos y coloca al cristiano por encima de todos los demás. Pero hace falta aún una seria voluntad de humildad y de apertura a Dios para ser capaz de acceder a ello.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VIII
MAROVA MADRID 1969.Pág 13


2-2.

Pablo, al condenar la elocuencia y la sabiduría humanas, ¿condenará también todo esfuerzo de reflexión y de pensamiento? No se trata de esto. «Ciertamente hablamos de sabiduría entre los perfectos, pero de una sabiduría que no es de este mundo.» (1 Corintios 2, 6) Cuando el hombre ha aprendido a "ceder" delante de Dios, cuando ha reconocido su insuficiencia y pobreza, entonces un campo infinito se abre a su investigación intelectual.

-Hermanos, el Espíritu Santo puede sondear incluso las profundidades de Dios.

El dominio infinito. Las profundidades. Lo que cae fuera de las posibilidades del hombre orgulloso, abandonado a sus solas fuerzas. Todo ello puede "sondearlo" Dios por sí mismo.

Todo. Todo. Dios lo conoce todo. Dios no va contra la inteligencia: es la Inteligencia suprema.

-¿Quién, pues, entre los hombres conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el mismo Dios.

Cuando quiero conocer una «cosa», la analizo, compruebo su medida, su peso. La naturaleza material es un libro abierto que la ciencia descifra poco a poco.

Cuando quiero conocer a «alguien» no tengo otra solución que esperar a que él quiera revelárseme.

El hombre más sabio del mundo, capaz de analizar el átomo, es impotente para descubrir lo que piensa su mujer... si ella no quiere decírselo. "Mi secreto es mío. Te lo diré si quiero, lo querré, si te amo.»

Esto puede hacernos comprender la inmensa diferencia que existe entre el conocimiento de tipo científico o racional y el conocimiento de tipo «fe» o «revelación».

Se conquista una cosa. Se acoge a alguien.

Sólo el Espíritu de Dios conoce lo que hay en Dios.

-El espíritu que nosotros hemos recibido, no es el del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios y por El conocemos las gracias que Dios nos ha otorgado.

La sabiduría de Pablo, la sabiduría del creyente tiene su fuente en el mismo Espíritu de Dios. Se trata de «recibir»... y no de «conquistar»...

-El hombre, por sus solas fuerzas humanas...

Admirable fórmula, que derriba al hombre del trono de sus pretensiones.

-No puede recibir los dones del Espíritu de Dios.

Así esta nueva sabiduría comunicada solamente por los que han recibido del Espíritu el modo de enseñarla... no puede ser tampoco recibida más que por aquellos que se han abierto a su comprensión.

A falta de todo ello, esta sabiduría no es sino locura y sinrazón.

-En cambio el hombre, animado por el Espíritu, lo juzga todo y a él nadie puede juzgarle.

La Escritura dice: "¿quién conoció la mente del Señor?" ¡Pues bien! ¡Nosotros tenemos la mente de Cristo!

Nada más. Y es el mismo san Pablo quien se encuentra a la vez «tímido y tembloroso».

No, la Fe no es un privilegio para la élite, para los mandarines de la inteligencia: el verdadero conocimiento de Dios es accesible a todos los que se dejan «animar» por el espíritu. Y en este caso: ¡qué finura de percepción!

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 262 s.


3.- Lc 4, 31-37

3-1.

Ver paralelo Mc 1, 21-28 en DOMINGO 04B


3-2. J/AUTORIDAD:

-Jesús enseñaba... Estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.

Estamos pues en los primeros días de la predicación pública de Jesús. Todos los evangelistas han subrayado la autoridad extraordinaria, el prestigio que emanaba de su persona y de su palabra. El ambiente judío de aquel tiempo estaba marcado por una gran influencia de las "escuelas", de los grupos de escribas o letrados, que se dedicaban a comentar la Escritura a fuerza de referencias bíblicas.

Ahora bien, Jesús expone unos comentarios nuevos que no se refieren a ninguna escuela de pensamiento: del fondo de sí mismo surge un pensamiento magistral revestido de autoridad... y que, más que apoyarse en tradiciones de escuela, apela directamente a la conciencia de sus interlocutores.

Jesús, yo quisiera también dejarme fascinar por tu palabra soberana, llegar a ser un mejor oídor tuyo y tu discípulo.

-En la sinagoga había un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: ¿Qué tienes Tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos?"

Un hombre "poseído por un demonio"...

Un hombre "no libre"... Un hombre "alienado"...

¡EI demonio es siempre hoy el que gravita sobre la libertad del hombre, para encadenarlo, para "poseerlo"!

¿Cuáles son mis alienaciones? ¿Qué es lo que me encadena? ¿Cuál es el mal que pesa sobre mi libertad? Costumbres o hábitos, pecados, aficiones...

-"Sé muy bien quién eres: el "Santo", el "Santo de Dios."

El imperio del mal será destruido: la santidad misma de Dios, la infinita perfección del amor, entra en liza en el campo de batalla.

La pureza de Jesús vencerá nuestras impurezas.

El amor de Jesús derribará nuestros egoísmos.

La maravillosa relación filial de Jesús al Padre nos enseñará a rezar.

La valentía de Jesús arrastrará nuestras bajezas y nuestras inercias o negligencias.

¡Jesús, el santo! ¡Intercede siempre, sálvanos, libéranos!

-Jesús le intimó: "¡Cállate la boca y sal de ese hombre!" El demonio tiró al hombre por tierra en medio de los asistentes y salió de él sin hacerle ningún daño.

Tal es el primer milagro relatado por los sinópticos. Una liberación. Un hombre "encadenado" que es libertado de la malévola influencia que pesaba sobre él.

Un hombre que vuelve a ser normal, que vuelve a ser un hombre. "Sin hacerle ningún daño"... La fuerza malévola es verdaderamente dominada. El demonio ha encontrado a otro más fuerte que él.

Tal es Jesús. Desde el primer día. Un Salvador.

-Todos quedaron estupefactos y se decían unos a otros: "¿Qué tendrá esa palabra, que manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos?" En cuanto Jesús habla a las multitudes o a los demonios, es la autoridad y el poder de "su palabra" lo que choca. En el pueblo de Nazaret, resulta ser un reguero de pólvora. Se está asustado. Se le mira de modo distinto. ¿Quién es, pues? Se creía conocerlo, pero se estaba equivocado respecto a El. No obstante durante treinta años, se le ha visto vivir. Se era su cliente, su vecino, su amigo, su primo.

Así sucede a menudo: nos vemos obligados a abandonar un primer punto de vista que habíamos formado sobre alguien... para descubrir otro aspecto de su personalidad profunda. Señor, haznos disponibles.

-Y su fama se extendía por toda la región.

Hoy también Jesús "está de moda". La opinión pública le es favorable. Pero, ¿sabremos ir más allá de las publicidades superficiales para descubrirle, a El, en el secreto de su Persona viviente?

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 154 s.


3-3.

1. (Año I) 1 Tesalonicenses 5,1-6.9-11

a) Terminamos hoy nuestra lectura de la Carta de Pablo a los de Tesalónica. Y lo hacemos con un tema que se ve que preocupaba a aquella comunidad y en general a todas las de Grecia: la venida última de Cristo y la resurrección de los muertos.

Cuando Pablo escribe esta Carta, todavía no han aparecido por escrito los evangelios, pero él ya anticipa la recomendación que Jesús hará varias veces referente al futuro: "el día del Señor llegará como un ladrón en la noche", o "como los dolores de parto a la que está encinta", y por eso no podemos vivir distraídos y en la oscuridad: "no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y vivamos sobriamente".

Estas palabras de Pablo no quieren producir en nosotros angustia: Dios nos tiene destinados, no al castigo, "sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo".

b) A todos nos hace bien pensar en el futuro. Como a un viajero no se le olvida el destino que está marcado en el billete. Como al estudiante no le resulta superfluo pensar en el fin del curso y sus evaluaciones.

Pablo nos invita a vivir en vigilancia, con una cierta tensión, aprovechando el tiempo, como "hijos de la luz", sin dejarnos adormecer por las cosas del camino.

Además, Pablo da un consejo fundamental para que la comunidad cristiana encare con esperanza su marcha hacia adelante: "animaos mutuamente y ayudaos unos a otros a crecer, como ya lo hacéis". Si cada uno está despierto y vive como "hijo de la luz", sin trampas ni enredos, y además los hermanos de la comunidad también se ayudan mutuamente con su ejemplo, seguro que el "día del Señor", sea el último de la historia como el nuestro particular como las gracias continuas que se suceden en nuestra vida, nos encontrarán preparados.

Seguirá infundiéndonos respeto la muerte, pero dentro del miedo sentiremos también confianza. Lo que nos da esperanza es saber que "Dios nos ha destinado a obtener la salvación por medio de Jesús", para que "despiertos o dormidos, vivamos con él". Como nos ha hecho decir el salmo: "espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida".

1. (Año II) 1 Corintios 2,10-16

a) ¿Quién es el verdadero sabio? ¿quién llega a conocer en profundidad las personas y las cosas y los acontecimientos?

Pablo insiste: "el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios". Cuando nos dejamos iluminar por ese Espíritu, "que no es del mundo", es cuando entendemos todo en profundidad.

Hay dos clases de personas. Unas se mueven "a nivel humano" (en griego, "physikos anthropos", el hombre físico), y éstas "no captan lo que es propio del Espiritu de Dios, no son capaces de percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espíritu". Y está también "el hombre de espíritu" ("pneumatikós"), el que se deja guiar por el Espíritu de Dios, y éste "tiene un criterio para juzgarlo todo".

Para Pablo no es fundamental la perspectiva de la cultura griega, que hacía que los Corintios estuvieran muy satisfechos de su filosofía y de su saber.

b) Si nos quedamos en lo aparente y lo superficial, no llegamos nunca a conocer bien ni la historia ni a las personas ni a nosotros mismos. Si juzgamos "con el criterio del Espíritu", o si, como dice también Pablo, "tenemos la mente de Cristo", su mentalidad, su manera de pensar y jerarquizar los valores, entonces estamos en el buen camino: conoceremos lo más profundo de lo humano y de lo divino.

Mirar las cosas y los acontecimientos desde la mirada misma de Dios: he ahí el secreto.

Entonces sí nos convenceremos de lo que dice el salmo: "el Señor es justo en todos sus caminos", y nos sentiremos llamados a proclamar esa bondad de Dios, que es la clave para todo: "que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas".

Nuestra generación tiende más bien a cantar las hazañas de nuestra ciencia y de nuestro progreso, lo cual es muy bueno. Pero más importantes son las "hazañas del Señor" y su visión de la historia.

La mirada del Espíritu, sencilla y penetrante, que pueden gozar también las personas menos cultas, es más importante que nuestras filosofías eruditas. Un cristiano sencillo, con fe y disponibilidad ante el Espíritu, sabe más que todos los sabios de Grecia.

2. Lucas 4,31-37

a) Rechazado en su pueblo, Nazaret, Jesús va a Cafarnaún. Habla "con autoridad" a la gente y despierta la admiración de todos.

Allí hace el primer "signo": libera a un poseso de su mal. Predica y a la vez libera. La Buena Noticia es que ya está actuando en este mundo la fuerza salvadora de Dios. El mal empieza a ser vencido. Un exorcismo: la primera victoria de Jesús contra el maligno. El demonio lo expresa certeramente: "¿has venido a destruirnos?". Y protesta: naturalmente, el mal no quiere perder terreno.

Los contemporáneos de Jesús unían lo fisico y lo espiritual. La causa del mal de una persona -corporal, anímico, espiritual- la atribuían normalmente a los espíritus malignos.

Sea cual sea el origen de estos males, Jesús libera a toda la persona: a veces le cura de su enfermedad, otras de su posesión maligna, otras de su muerte, y sobre todo, de su pecado.

Hay una visión integral de la persona: de sus males y de su salvación.

b) El Señor Resucitado quiere seguir liberándonos a nosotros de nuestros males.

¿Cuáles son nuestros "demonios" particulares? ¿cuáles nuestras esclavitudes: envidias, miedo, depresiones, egoísmo, materialismo? Jesús está siempre dispuesto a curarnos.

Cuando se nos dice, al invitarnos a comulgar en la misa, que él es "el que quita el pecado del mundo", entendemos que nos quiere totalmente libres, en el sentido más pleno de la palabra.

Pero también quiere que colaboremos con él en la curación de los demás. La fuerza curativa de Jesús pasó a su comunidad: por eso Pedro y Juan curaron al paralítico del Templo "en nombre de Jesús". La Iglesia, sobre todo por sus sacramentos, pero también por su acogida humana, por su palabra de esperanza, por su anuncio de la Buena Noticia del amor de Dios, debería estar curando males y "posesiones" de todos. Repartiendo esperanza. Liberando de esclavitudes. Venciendo al mal.

"Animaos mutuamente y ayudaos unos a otros a crecer" (1ª lectura I)

"Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida" (salmo I)

"Nosotros tenemos la mente de Cristo" (1ª lectura II)

"Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad" (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 16-20


3-4.

1 Cor 2, 10b-16: "De tejas para abajo"

Lc 4, 31-37: Jesús libera a un endemoniado

Jesús viene de enfrentar la oposición de sus paisanos. Ellos lo han desafiado pidiéndole signos espectaculares para creer en él (Cf. Lc 4,3). Jesús no se deja tentar y sale, bajo amenazas de muerte, hacia Cafarnaún. Ésta era una ciudad cosmopolita, cercana a una importante ruta comercial. Su población era una mezcla de diversas nacionalidades.

Jesús acude los sábados a la sinagoga. Allí lo escucha una multitud de judíos y prosélitos que admiran la autenticidad y convicción de su mensaje. Jesús era todo lo contrario de los funcionarios de la sinagoga. Éstos predicaban y enseñaban sin pasión, como parte de un empleo. Jesús, en cambio, interpreta la Escritura con la fuerza del Espíritu (Lc 4, 16ss).

De entre los asistentes se levanta un hombre y, como endemoniado, lo amenaza en nombre de la multitud. Ve el nuevo camino propuesto por Jesús como una amenaza contra las expectativas nacionalistas. Los demonios que poseen a las personas sólo les dejan ver la violencia como camino para liberarse de la opresión romana.

Jesús confronta al demonio de la violencia que atormenta la conciencia del hombre.

Entonces, el hombre cae al piso porque pierde el falso apoyo de éste demonio. De ahora en adelante, el hombre, liberado del demonio, tendrá que ponerse de pié apoyado en la enseñanza de Jesús. Esta le permitirá cambiar la mentalidad endemoniada por una mentalidad libre, abierta al Espíritu de Dios.

Hoy, vivimos con la mente enajenada por ideologías que no permiten descubrir el peligro de la violencia que crece en una espiral incontenible. La Palabra de Jesús nos llama a que no caigamos fascinados por el monstruo de la muerte sino que lo enfrentemos con una propuesta de vida y justicia.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-5. CLARETIANOS 2002

El párrafo de la carta de San Pablo a los corintios que nos transmite la Liturgia de hoy parece un juego de palabras. Llegamos al final casi convencidos de que no sabemos ni conocemos ni entendemos nada. Tampoco entendían mucho los contemporáneos de Jesús, perplejos ante un poder que les atemorizaba. Pero la Palabra es siempre Luz y luz para todos.

Pablo habla de "conocer las cosas de Dios" y Lucas dice que, precisamente esas "cosas" explicaba Jesús a los suyos y lo hacía "con autoridad", como quien está seguro de lo que dice y, por lo mismo, transmite no ya certezas sino experiencias.

¿Estamos ante un par de discursos teóricos? Creo que no.

La Palabra de hoy es una "guía de buscadores" y buscan los que saben que carecen. Dicen los entendidos que no buscaríamos a Dios si El no nos hubiese encontrado primero. Yo quiero compartir con los "buscadores" de Internet el "regalo de la sed". Para el sediento sólo hay una obsesión: beber. Y cuando la "sed de Dios" atenaza con fuerza el corazón humano, toda la existencia se torna en búsqueda ardiente y apasionada. No vale lo que ya se sabía ni lo que se sabe aún. La persona entera se convierte en ansia enardecida, en sed abrasadora de encuentro. ¿Es ésta la "noche" de la que hablan los místicos? No lo sé y, por la parte que me toca, no me atrevo a incluirme entre los que han escalado las cumbres de la contemplación y "saben" de Dios con el realismo de la experiencia. Yo sólo sé que, cuando miro el horizonte, cuando contemplo lo que me rodea, cuando adivino un amor más grande en la entrega de una madre, en la inmolación personal de un misionero, en la abnegación de quien, sin aspavientos y en silencio da la vida por otro... cuando una luz diferente asoma a los ojos transparentes de un niño o se deja adivinar en la serenidad reposada y madura de un anciano, todo mi ser se lanza hacia ese "algo más" que desvelan o que velan estas realidades y una sed abrasadora me tortura y, al mismo tiempo, me calienta el corazón. En esos momentos, creo tener la certeza de haber nacido sólo para un encuentro que no sabrá de fin, para un encuentro donde todo será pleno, para un encuentro en el que no cabrán de angustias ni temores... Y el silencio del corazón grita llamando a un Dios que se revela y que se vela, al que conocemos en penumbra hasta que llegue el día de verlo cara a cara.

Es tan fuerte la sed que muchas veces nos preguntamos anheladamente "dónde" insinuándose la tentación de "probar" donde nos aseguran que hay respuestas inmediatas. Por eso la Palabra de hoy es "guía de buscadores sedientos": sólo el Espíritu, que habita en nuestro interior nos conducirá hacia lo que buscamos. ¡Qué bien lo entendió San Agustín, sediento donde los haya! "Mi alma es como tierra reseca frente a ti, porque así como no puede iluminarse con su propia luz, tampoco puede saciarse de sus propios recursos" (Confesiones, libro XIII, 19).

Abrir el corazón, tender las manos, esperar la respuesta que nos llegará, sin duda, como a los contemporáneos de Jesús, dejándonos asombrados porque, como a ellos, irrumpirá sencillamente, en las cosas cotidianas que, cuando menos lo esperemos, nos deslumbrarán con su luz.

Os deseo vivamente el regalo de la sed. Y os dejo con una estrofilla de Luis Rosales:
 

"De noche iremos, de noche,
que, para encontrar la fuente,
sólo la sed nos alumbra."

Olga Elisa Molina (olgamolicapo@yahoo.es)


3-6.  COMENTARIO 1


CUANDO LA IDEOLOGIA SE APODERA DEL HOMBRE

Jesús continúa su enseñanza en un espacio más ventilado, donde se entrecruzan toda clase de ideologías y de intereses. Cafarnaún es un mundo en pequeño. Sigue frecuentando la sinagoga, con el fin de encontrar público a quien proclamar la buena noticia. Pero su enseñanza no es como la de los letrados, funcionarios de la palabra de Dios, a quienes no les va ni les viene nada. «Quedaban impresionados por su enseñanza, porque hablaba con autoridad» (4,32). Habla por propia experiencia y con convicción; cree en lo que dice, y lo dice con fuerza, de tal manera que libera a quien lo escucha.

El espíritu de la sinagoga se pone en guardia. Están alarmados, porque la gente se les va detrás de Jesús. Este espíritu malo se encarna de alguna manera en un individuo: «Había en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu, un demonio inmundo» (4,33).

Un endemoniado es un hombre poseído por una ideología que le enajena completamente la libertad y lo hace hablar como instrumento de otro. Este personaje, enmarcado por el escenario sinagogal, representa una parte del público, que se alarma ante el mesianismo que Jesús pretende exponer. Habla en plural: « ¡Deja! ¿Qué tienes tú contra nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos?» Tienen miedo de que el patriotismo nacionalista pierda terreno. Recuerda a Jesús su origen y tradición familiar. Si continúa hablando así, hará fracasar la liberación de Israel. «Sé quién eres tú, el Consagrado por Dios» (4,34), añade. Está bien enterado de que es el Mesías. Lo sabe por los de Nazaret, donde Jesús se presentó como el Ungido por Dios.

Pero este Mesías no se corresponde con las nobles y bien justificadas expectativas nacionalistas que recurren a la violencia para sacudirse el yugo que los violenta. De hecho, no hay otra manera de liberarse de las tropas de ocupación que la guerra santa.

Jesús no se deja instrumentalizar. Libera con un conjuro al hombre poseído por aquella ideología de muerte y le devuelve su condición de hombre libre, que piensa por sí mismo. Este no es, de ninguna manera, un caso aislado. La gente no para de preguntarse: «¿Qué modo de hablar es éste, que con autoridad y fuerza da órdenes a los espíritus inmundos y salen?» (4,36). Es palabra que crea espacios de libertad, es palabra que al mismo tiempo que es pronunciada actúa y libera, es la Palabra ungida con el Espíritu creador de Dios que continúa el proceso de humanización del hombre en medio de tantos arribistas que se arrogan el poder de Dios en beneficio de sus intereses mezquinos. La noticia se esparce por todos los rincones de la comarca.


COMENTARIO 2

Después de haber ofrecido una síntesis de la predicación de Jesús, Lucas intenta ahora ofrecernos un ensayo de su actividad taumatúrgica: es un modo muy plástico para dar un contenido a la expresión extremadamente sintética de Hechos 1,1: los "dichos" y los "hechos" de Jesús. En este pasaje se dice explícitamente que Jesús no sólo enseñaba con autoridad (v. 32) sino que también mandaba a los espíritus (v. 36). De este modo, con una idéntica expresión, se caracterizan a ejemplo de los dichos los hechos de la vida del Salvador.

"Con autoridad y con poder". El poder (dynamis) del Espíritu está en Jesús (4,1.18ss) y lo hace fuerte contra Satanás (Lc 4,1-13). Es sintomático que la actividad taumaturga de Jesús comienza con un exorcismo. Se delinea así desde el principio la lucha abierta contra Satanás.

Es considerado que los demonios, especialmente en el evangelio según Marcos, son los teólogos de Jesús (esto en cuanto hacen afirmaciones positivas, enunciando algunos títulos cristológicos en torno a su persona). Aquí encontramos igualmente una confirmación: "Yo sé quien eres tú: el santo de Dios" (v. 34). Según la tradición judía, las fuerzas demoníacas debían ser derrotadas en la era mesiánica: puede darse, por tanto, que el exorcismo fuese considerado como un testimonio a favor del mesianismo de Jesús. Es lo que Lucas querría aquí explicar.

Una actualización de nuestro texto podría enmarcase en la dinámica lucana de la historia de la salvación. La Iglesia es continuadora de la obra de Jesús. También nosotros (comunidad cristiana) hemos recibido el don del Espíritu que nos capacita para perpetuar las palabras y las acciones de Jesús a lo largo de la historia. Toda acción que se oriente al bien de la persona humana, sea el que sea, entronca necesariamente con la acción transformadora, rehabilitadora y liberadora iniciada por Jesús y se constituye en una pieza que completa el impresionante mosaico de esta historia salvífica.

1. Josep Rius-Camps, El Éxodo del Hombre libre. Catequesis sobre el Evangelio de Lucas, Ediciones El Almendro, Córdoba 1991

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-7. DOMINICOS 2003

Hijos de la luz

Somos hijos de la luz y del día, no de la noche y de las tinieblas. Todos los que hemos muerto y resucitado con Cristo estamos en camino hacia el Padre que en el cielo nos espera. Este mensaje de la liturgia de hoy debe animarnos a proseguir no sólo en la celebración de los misterios de la fe sino en los compromisos de vida que han de acompañar a la confesión de la verdad.

La Palabra de Jesús, que viene a nosotros diariamente con autoridad, nos lo recuerda y, al mismo tiempo, nos da fortaleza para no desmayar en el camino. Nuestra vida no tiene el sentido de ‘problema’ que es preciso resolver. Tiene más bien el sentido de ‘misterio’ a vivir y en que vivir.

¿Quién puede pronunciar esas palabras sino el alma que se ve iluminada y fortalecida por el resplandor de la Verdad que nos comunica su mensaje de ‘vida para estar en la tierra’ y de ‘vida para engolfarse eternamente en Dios’?

Nuestra grandeza de ser hombres no radica en ‘participar de la tierra que llama a la tierra’ sino en oír la llamada a salir de nosotros mismos –para ser con los demás- y en descubrir el horizonte de eternidad en la meta, que es Dios mismo.

¿Puede tener la criatura pensante aspiración más grande que la de ‘ser-en-Dios’ y seguridad más grande que la de ‘ser en Dios por Cristo y con Cristo’?

ORACIÓN:

Danos, Señor, la gracia de entender que nuestra vida, misión y destino están totalmente vinculadas a la vida, verdad y voluntad del Padre que pensó en nosotros muchos antes que nosotros mismos, y que nos creó para Sí y para nuestra felicidad.  Asía sea.

 

Palabra de hijos de la luz

Primera carta de san Pablo a los tesalonicenses 5, 1-6.9-11:

“Hermanos: el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo “paz y seguridad”, entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar.

Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, como para que ese día os sorprenda como un ladrón, pues todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no durmamos; estemos vigilantes y vivamos sobriamente. Porque Dios no nos ha destinado al castigo sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo: él murió por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos con él...”

Evangelio según san Lucas 4, 31-37:

“En aquellos días Jesús bajó de Nazaret a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Todos se quedaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.

Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: el Santo de Dios. Jesús le intimó: ¡Cierra la boca y sal!  El demonio tiró al hombre por tierra, pero salió sin hacerle daño.

Todos comentaban estupefactos: ¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen...”

Jesús es sencillez y poder, autoridad y humildad, motivo de admiración y raíz de contradicción, Hijo del Padre e Hijo del hombre, vía de salvación y ocasión de tropiezo... Nos es imposible  conocerle en profundidad, y no podemos prescindir de Él. ¡Bendito seas, Señor!

 

Momento de reflexión

Hijos de la luz y del día.

Si los cristianos nos preguntamos (u otros nos preguntan) por el beneficio de la fe que hemos recibido como don de Dios, aquí tenemos una palabra elocuente de respuesta: tenemos el beneficio de la luz y del día.

Esto quiere decir que, adheridos firmemente a Cristo, Hijo de Dios y hermano nuestro, encarnado, somos invitados o llamados a correr el riesgo alegre de ponernos en manos del Señor, con todas sus consecuencias. Y parte de esas consecuencias es la gozosa esperanza de que nuestra aspiración a vivir siempre como personas se cumpla. Pero, claro, se cumplirá mediante una transfiguración total de nuestra existencia, en calidad de “cuerpo glorioso”, a partir del momento de nuestra “muerte corporal”, que sucederá cuando menos lo pensemos.

Celebremos que sea así:

Nuestras vidas son los ríos, que van a dar en la mar, que es el morir.
Pero ese morir es un morir en Cristo y con Cristo, que resucita.

Gestos y palabras de autoridad: las de Jesús.

El texto evangélico, hablando de la “autoridad de Jesús” en sus palabras y acciones, nos trae a la memoria grandes momentos de la vida del Señor: momentos de oración, momentos de ejercicio del perdón y  de la misericordia, momentos de búsqueda del alma perdida, momentos de ternura en sus sentimientos, y también momentos en que la autoridad de su palabra y de su poder taumatúrgico sorprenden a los hombres.

La autoridad de Jesús era la propia del poseído por Dios, la propia del Hijo que siempre hace la voluntad del Padre, la propia del Enviado a la misión de salvarnos.

¡No es extraño, Señor Jesús, que sorprendas a las gentes por el imperio con que hablas, y que los demonios tiemblen ante ti! Eres voz de hombre y voz de Dios, en tono de amor y misericordia. ¡Bendito seas por siempre!


3-8. Martes 2 de septiembre de 2003

1 Tes 5, 1-6.9-11.: Somos hijos de la luz
Salmo responsorial: 26, 1.4.13-14
Lc 4, 31-37: Curación de un endemoniado

Después del incidente en la sinagoga de Nazaret, Jesús se desplaza a Cafarnaún, donde fue acogido y recibido de un modo diferente. En Cafarnaún también predicó Jesús en una sinagoga, en día de sábado. Pero los habitantes de esta ciudad, a diferencia de sus paisanos, no reaccionaron mal ante su modo de proceder con autoridad.

“En la sinagoga se hallaba un hombre endemoniado, y empezó a gritar: ¿qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: tú eres el Santo de Dios”. Jesús se enfrenta al endemoniado, que lo ha reconocido, que sabe quién es Jesús. ¿Qué clase de endemoniado era éste? Los endemoniados eran frecuentes en el tiempo de Jesús: Había espíritus de locura, sordera, mudez, epilepsia, fiebre, etc. También había espíritus de mentira, engaño e impureza. Jesús increpa al demonio, y el demonio sabe que se encuentra frente al “Santo de Dios”. Jesús le ordena que salga y el demonio arrojó al hombre al suelo y huye. La gente se asombra ante el poder de Jesús y en lugar de sentir terror o rechazo como lo hicieron sus paisanos de Nazaret, proclaman por todas partes la noticia de su poder milagroso.

En este texto descubrimos cómo las palabras de Jesús están llenas de eficacia y fuerza contra el mal que esclaviza a este hombre. Y esto se debe a que Jesús es el “Santo de Dios”. “La gente quedó aterrada y se decían unos a otros: ¿qué significa esto?, ¿con qué autoridad y poder manda a los demonios? ¡y miren cómo se van!”. Nadie podía parar aquel hablar y hablar buscando una explicación. Y sólo había una: que estaban ante una nueva manera de enseñar; con hechos, con poder de Dios. Jesús hablaba y sucedía lo nuevo: el hombre quedaba liberado del mal que lo esclavizaba. Sus hechos mismos eran su enseñanza. Había anunciado que el plazo para el mal ya se había vencido, y que Dios estaba llegando para reinar y aquel hombre liberado del demonio era el testimonio de la verdad de su anuncio.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-9.

 HOMILIA PARA EL MARTES 02 DE SEPTIEMBRE DE 2003
(Bto. Bartolomé Gutiérrez)



LECTURAS: 1 TES 5, 1-6. 9-11; SAL 26; LC 4, 31-37

1Tes. 5, 1-6. 9-11. Acerca de cuándo será el día del Señor, nadie puede decirnos que será en determinado momento. Muchos viven espantados, y espantando a los demás con falsas revelaciones, o con falsas interpretaciones de la Escritura acerca de la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. Creámosle más al Señor que a los falsos profetas; creámosle más a lo que el Señor nos dejó revelado por Él mismo, que a las falsas revelaciones apocalípticas. Efectivamente el Señor nos manifiesta: Si alguno les dice entonces: Miren, el Mesías está aquí o allá, no lo crean. Porque surgirán falsos mesías y falsos profetas y harán grandes señales y prodigios con el propósito de engañar, si fuera posible, incluso a los mismos elegidos. no vivamos en el temor, sino en el amor fiel, que nos hace caminar en la luz, y obrar siempre el bien; así, cuando llegue el momento, viviremos unidos eternamente al Señor, pues ya desde ahora lo hemos estado en la participación de su Espíritu y por nuestra colaboración en construir la Iglesia como el Templo en el que el Señor habita.

Sal. 26. Quien confía en el Señor nada teme, pues el Señor estará siempre de su lado no sólo para librarlo de sus enemigos, sino también para conducir sus pasos por el camino del bien. Aun cuando a veces la vida se le complique, mientras no pierda su confianza en el Señor, debe sentirse seguro en manos del Señor. Por eso busquemos continuamente al Señor, no sólo para que nos proteja y nos salve, sino, especialmente, para escuchar su Palabra y ponerla en práctica; para entrar en comunión de vida con Él, y dejarlo habitar en nosotros, de tal forma que su Espíritu Santo nos conduzca y haga que toda nuestra vida se convierta en una continua alabanza del Nombre de Dios. El Señor, a pesar de nuestras ofensas, nacidas más de nuestra fragilidad que de nuestro rechazo a Él, siempre se manifestará bondadoso con nosotros. Por eso, armémonos de valor y fortaleza y confiemos constantemente en el Señor. Que esto no nos haga descuidados en el amor perseverante a Él; sino que, siempre vigilantes, no dejemos que el mal nos domine. Supliquemos, pues, al Señor que nos ayude para que nuestros pasos sean siempre rectos en su presencia.

Lc. 4, 31-37. ¿Qué tendrá su Palabra? Él es la Palabra que se hizo hombre y habitó entre nosotros; y nosotros hemos visto su Gloria, la que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de Gracia y de Verdad. En Cristo, Dios se ha hecho presente entre nosotros con rostro humano. Él ha salido al encuentro del hombre para liberarlo de la esclavitud del pecado. Los exorcismos realizados por Jesús, preanuncian que, cuando Él dé su vida por toda la humanidad, ésta se verá liberada de aquel que la retenía cautiva, pues la serpiente antigua o Satanás será vencido y expulsado de este mundo. Sin embargo, vencido el enemigo, quien rechazando la victoria de Cristo continúe aceptando al maligno y continúe siendo esclavo de sus inmundicias, injusticias y signos de muerte, será responsable de su propia perdición por haber rechazado la oportunidad que Dios nos da en Jesucristo, como Salvador nuestro, en este año de Gracia para todos. Para alcanzar la salvación no basta confesar a Jesús con los labios como el Santo de Dios; es necesario hacer nuestra la salvación que nos ofrece; es necesario entrar en comunión de vida con Él; es necesario dejarse guiar por su Espíritu en nosotros, de tal forma que seamos y manifestemos que somos criaturas nuevas en Cristo.

En esta Eucaristía el Señor pronuncia sobre nosotros su Palabra, con toda su fuerza salvadora. Él es el Evangelio viviente del Padre. La liberación de aquel hombre, que estaba poseído por un espíritu inmundo, debe ser la constante liberación del mal de quienes hemos de ser, día a día, un signo más claro del Señor en el mundo. La participación en el Memorial de la Pascua de Cristo nos ha de hacer entrar en una constante conversión que nos lleve a pedirle al Señor, no sólo con los labios, sino con la sinceridad que brote del corazón lleno de amor: No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del malo.

Entrando en comunión de vida con el Señor, que nos trae la paz, hemos de convertirnos, en Él, en portadores de su salvación, de su obra liberadora. La presencia del Espíritu Santo en nosotros debe hacernos actuar con Palabras y Obras poderosas venidas de Él, y realizadas con tal fidelidad al Señor, que nosotros mismos continuemos en la historia la encarnación del Evangelio que Dios quiere seguir pronunciando, a favor de todos los hombres, para liberarlos de sus esclavitudes al mal. En la Exhortación Apostólica Catechesi tradendae el Papa Juan Pablo II nos recuerda: El Maestro que salva, santifica y guía, que está vivo, que habla, que exige, que conmueve, que endereza, juzga, perdona, camina diariamente con nosotros en la historia. Y esto, ciertamente, lo hacemos realidad quienes, siendo conscientes de que vivimos unidos a Él como lo están los miembros a la Cabeza, y nos dejamos conducir por el Espíritu Santo, manifestamos esas actitudes del amor salvador de Cristo en nuestra vida diaria, en nuestro trato con los demás, en nuestra preocupación por su bien, por su salvación, por su liberación del mal.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda vivir con lealtad la fe que hemos depositado en Cristo. Que a partir de esa fe seamos portadores de la salvación para todos aquellos con quienes entremos en contacto en nuestra vida diaria; de tal forma que, siendo un signo del amor de Dios para todos, colaboremos para que todos alcancemos la plenitud del amor de Cristo, libres de todo aquello que pudiera oscurecer en nosotros su presencia salvadora. Amén.

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3-10. SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO 2004

1 Cor 2,10-16 A nivel humano, uno no capta lo que es propio del Espíritu de Dios; en cambio, el hombre de espíritu tiene un criterio para juzgarlo todo
Salmo responsorial: 144 El Señor es justo en todos sus caminos.
Lc 4, 31-37: ¿Qué tienes tú contra nosotros, Jesús Nazareno?


Continuamos hoy con la lectura del evangelio de Lucas. Desde el s. II, a partir de Ireneo de Lyon, este evangelio se atribuye a Lucas, que compone su obra para el mundo helenístico, como lo muestra su mentalidad, estilo y lengua, produciéndose el primer cambio cultural del evangelio, originariamente nacido en suelo palestino, e inculturado, a partir de Lucas, en el mundo pagano. Lucas presenta a Jesús como salvador e insiste en su poder taumatúrgico, al igual que otros taumaturgos de la antigüedad helenística, del tipo de Aplonio de Tyana, filósofo que es presentado como obrador de milagros.

Para escribir su evangelio, Lucas utiliza sus fuentes (especialmente el evangelio de Marcos y la fuente Q -una colección de dichos de Jesús, transmitidos oralmente, que no se sabe si llegaron a plasmarse alguna vez por escrito-). Partiendo de estos materiales, Lucas muestra su arte como verdadero autor y redactor de un texto, escrito con claridad, elegancia y profundidad, en el que queda patente no sólo su magnífico estilo (el mejor de los cuatro evangelistas), sino también su gran personalidad de creyente, seguidor de Jesús, del que resalta en especial su faceta en favor de los pobres, las mujeres, los pecadores, los recaudadores y los paganos. A diferencia de Mateo, el sermón de la montaña –que en Lucas tiene lugar en una llanura- consta de cuatro bienaventuranzas y cuatro malaventuranzas, de las que la primera va dirigida a los ricos, como la primera bienaventuranza iba para los pobres.

Destaca de este evangelio su parte central en la que Lucas organiza todo el material recibido de la tradición, dándole forma de un largo viaje o subida de Jesús a Jerusalén, que sirve de gozne entre la primera sección del evangelio y la última.

El autor del evangelio es un hombre culto del mundo helenístico, un artista delicado, un historiador atento a sus personajes y, en especial, a Jesús, centro del relato evangélico.

La mayoría de los autores atribuyen la autoría de este evangelio a Lucas, discípulo y compañero de Pablo nombrado por tres veces por éste entre sus compañeros de cautividad (Col 4,14; Fm 24; 2 Tim 4,11). Lucas no es judío; se le da el título en Colosenses (4,10-11) de “médico querido”, lo que explicaría su especial conocimiento de las enfermedades, como se muestra en las narraciones de milagros donde describe con especial atención la enfermedad.

Hacia el año 180, Ireneo atribuyó este evangelio así como el libro de los Hechos de los Apóstoles a Lucas.

A partir de este momento, la mayoría de los autores no pone en duda esta afirmación tan antigua.

Ayuda bibliográfica para la lectura del evangelio de Lucas:
J. Mateos, L. Alonso Schökel, Nuevo Testamento, Ediciones Cristiandad, 2ª edición, 1987; véanse las amplias notas a este evangelio.

J. Rius-Camps, El éxodo del Hombre libre. Catequesis sobre el Evangelio de Lucas, Ediciones El Almendro, Córdoba 2000. Comentario catequético al evangelio.

J. Dean Kingsbury, Conflicto en Lucas. Jesús autoridades, discípulos. Ed. El Almendro, 1992. Estudio muy interesante del evangelio como relato, desde la triple óptica de Jesús, las autoridades y los discípulos.

Jesús Peláez, La otra lectura de los evangelios. II. Ciclo C. Comentario popular a lo evangelios de la liturgia de este ciclo en el que se lee el evangelio de Lucas. Ediciones El Almendro, Córdoba. Diversas reimpresiones.

J. A. Fitzmyer, El Evangelio según Lucas, Ediciones Cristiandad, Madrid. Tres volúmenes. El más extenso en castellano.

Augustin George, El Evangelio según san Lucas. Cuadernos de Evangelio, 3. Ed. Verbo Divino 1976. Introducción muy buena al estudio de este evangelio para reuniones bíblicas y de estudio de evangelio.

François Bovon, L’Evangile selon Saint Luc. Tres volúmenes, Labor et Fides, 1991. Comentario con abundantísima información. Para bibliografía en otras lenguas pueden verse las páginas once y siguientes del primer volumen de esta obra.

Ortensio da Spinetoli, Luca .Cittadella Editrice. Asís 1982.


Comentario
La intervención de Jesús en la sinagoga de Nazaret resultó contraproducente y tuvo como resultado su expulsión de la ciudad, previo intento de sus paisanos de acabar con él, precipitándolo por un barranco. Por esta vez Jesús se escapó de la muerte, pero la sentencia ya estaba dictada para con un mesías que proponía una amnistía general para toda la humanidad: el perdón de Dios otorgado no sólo a judíos, sino también a los paganos, enemigos tradicionales del pueblo de Dios.

La segunda actuación de Jesús, esta vez en la sinagoga de Cafarnaún, centro de su actividad durante la etapa de su vida en Galilea, no es menos sorprendente. En la sinagoga, donde la gente acude para oír la palabra de Dios y sentirse liberados de toda clase de esclavitud, se encuentra nada menos que un hombre esclavizado por el demonio, o lo que es igual, un hombre poseído por una ideología que le enajena completamente la libertad y lo hace hablar como instrumento de otros. Este hombre, sorprendentemente, habla en plural. Lo que dice es compartido también por los presentes. Para él –y para los presentes que representan la ideología de la sinagoga- Jesús no ha venido a liberarlos, sino a destruirlos. El hombre con el espíritu inmundo sabe que Jesús es el Mesías, el Consagrado de Dios, pero este mesías no corresponde a sus expectativas nacionalistas, pues ha venido a liberar a todos, sin exclusión.

La liberación del endemoniado es prueba decidida del programa expuesto por Jesús en la sinagoga de Nazaret. El ha venido a liberar no sólo a pobres, ciegos y cautivos del cuerpo, sino también a cuantos están esclavizados y alienados por una ideología que todavía piensa en un Dios de venganza y de revancha. El Dios anunciado por el mesías –un mesías por cierto rechazado por los suyos- ha dejado ya de ser patrimonio de Israel, para convertirse en patrimonio de la humanidad y, en especial, de esa multitud de desarraigados materiales o alienados de espíritu que han perdido la capacidad de pensar por sí mismos y son esclavos de una ideología que hace perder la capacidad de pensar y de actuar por uno mismo, como a aquel pobre endemoniado.


3-11. DOMINICOS 2004

El Espíritu lo sondea todo

El Señor es justo en todos sus caminos. Vivamos en sus manos.
Más puede un espíritu persuadido de la verdad, y humilde, que un ejército en armas.
Actuemos con verdad y en humildad. Es nuestro verdadero camino.
Que el Espíritu sondee y vivifique nuestros corazones, nos llene de gracia y le seamos siempre gratos.

La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Primera carta de san Pablo a los corintios 2, 10-16:
“Hermanos: el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.

¿Quién conoce lo íntimo del hombre sino el espíritu del hombre que está dentro de él?

Pues lo mismo, lo íntimo de Dios lo conoce sólo el Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido un Espíritu que no es del mundo; es el Espíritu que viene de Dios, para que tomemos conciencia de los dones que de Dios recibimos.

Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu, expresando realidades espirituales en términos espirituales. A nivel humano, uno no capta lo que es propio del Espíritu de Dios; le parece una locura; no es capaz de percibirlo...”


Evangelio según san Lucas 4, 3 1-37:
“Jesús bajó de Nazaret a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Todos se quedaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.

Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: el Santo de Dios. Jesús le intimó: ¡Cierra la boca y sal!. El demonio tiró al hombre por tierra, pero salió sin hacerle daño.

Todos comentaban estupefactos: ¿Oué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen...”


Reflexión para este día
Lo íntimo de Dios sólo lo conoce el Espíritu.
San Pablo hoy se explaya en su carta a los corintios. Sabe que hay entre ellos gentes llenas de espíritu y ansiosas de verdad. Estimulado por haber descubierto esa buena fe, invita a todos los fieles de aquella comunidad a que participen de esa magnífica disposición de ánimo, y les expone (y nos expone) una mística teología: Un alma de oración, de intimidad con Dios, de fe viva y operante, de compromiso con la verdad de Cristo, posee unas vivencias y sensibilidad que solamente los “experimentados” pueden comprenderlas. ¿Qué vivencias son esas? Las vivencias del amor puro, de la cruz, de la oblación, de la gratuidad, de la filiación, de la fraternidad.

Sólo a partir de la vida en el Espíritu se entiende el lenguaje espiritual, así como, a partir de las vivencias de la carne, se entiende el lenguaje de la carne. No son intercambiables.

Y como la mayoría de los mortales sintonizamos más con la carne que con el espíritu, así nos van las cosas.

No nos resignemos a vivir en la mediocridad, y participemos de las vivencias de Jesús que, por amor al Padre y a nosotros, se derramaba en momentos de oración, en el ejercicio de perdón y la misericordia, en la búsqueda del alma perdida, en la ternura de sentimientos, al lado de los débiles, y también en la autoridad con que exponía su Palabra.


3-12.

Comentario: Rev. D. Joan Bladé i Piñol (Barcelona, España)

«Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad»

Hoy vemos cómo la actividad de enseñar fue para Jesús la misión central de su vida pública. Pero la predicación de Jesús era muy distinta a la de los otros maestros y esto hacía que la gente se extrañara y se admirara. Ciertamente, aunque el Señor no había estudiado (cf. Jn 7,15), desconcertaba con sus enseñanzas, porque «hablaba con autoridad» (Lc 4,32). Su estilo de hablar tenía la autoridad de quien se sabe el “Santo de Dios”.

Precisamente, aquella autoridad de su hablar era lo que daba fuerza a su lenguaje. Utilizaba imágenes vivas y concretas, sin silogismos ni definiciones; palabras e imágenes que extraía de la misma naturaleza cuando no de la Sagrada Escritura. No hay duda de que Jesús era buen observador, hombre cercano a las situaciones humanas: al mismo tiempo que le vemos enseñando, también lo contemplamos cerca de las gentes haciéndoles el bien (con curaciones de enfermedades, con expulsiones de demonios, etc.). Leía en el libro de la vida de cada día experiencias que le servían después para enseñar. Aunque este material era tan elemental y “rudimentario”, la palabra del Señor era siempre profunda, inquietante, radicalmente nueva, definitiva.

La cosa más grande del hablar de Jesucristo era el compaginar la autoridad divina con la más increíble sencillez humana. Autoridad y sencillez eran posibles en Jesús gracias al conocimiento que tenía del Padre y su relación de amorosa obediencia con Él (cf. Mt 11,25-27). Es esta relación con el Padre lo que explica la armonía única entre la grandeza y la humildad. La autoridad de su hablar no se ajustaba a los parámetros humanos; no había competencia, ni intereses personales o afán de lucirse. Era una autoridad que se manifestaba tanto en la sublimidad de la palabra o de la acción como en la humildad y sencillez. No hubo en sus labios ni la alabanza personal, ni la altivez, ni gritos. Mansedumbre, dulzura, comprensión, paz, serenidad, misericordia, verdad, luz, justicia... fueron el aroma que rodeaba la autoridad de sus enseñanzas.


3-13.

Reflexión

Una de las estrategias más astutas del demonio, y que usa con gran habilidad sobre todo en nuestros días, es hacernos creer que no existe. Hoy se busca explicar muchos de los efectos que el demonio produce en el hombre por medio de la Psicología y otras ciencias afines. Sin embargo el demonio es una realidad que atenta contra nuestra vida eterna y contra nuestra felicidad en este mundo. El juego de la HUIJA, la LECTURA DE LAS CARTAS, consultar ADIVINOS, poner nuestra confianza en el HOROSCOPO, no son un juego pues pueden abrir la puerta para que Satanás pueda operar con mayor facilidad en la vida del hombre y destruirlo. La fe es la barrera que pone a raya la obra del demonio de manera que solo pueda entrar en relación con nosotros por medio de la tentación. Por ello cuando nosotros buscamos el conocimiento al margen de Dios estamos debilitando este escudo protector. No abras la puerta de tu corazón a lo que puede destruir tu felicidad en esta vida y en la otra. Solo en Dios encontrarás la respuestas a tu vida. Ora, lee la Sagrada Escritura, busca vivir en gracia y serás feliz.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-14.

Reflexión:

1Cor. 2, 10-17. Estas expresiones paulinas probablemente no han sido suficientemente valoradas por quienes creemos en Cristo y de Él hemos recibido su Vida y su Espíritu. Preferimos continuar meditando las Palabras del Señor para amoldar a ellas nuestro comportamiento. No es que esto no sea bueno, pues por lo menos a partir de convertirnos en discípulos del Señor podremos reorientar nuestra vida con la Fuerza que nos viene de lo alto. Sin embargo hoy se nos habla acerca de cómo nosotros poseemos el mismo Espíritu de Dios. Mediante Él conocemos a Dios pues Él se nos ha revelado a cada uno de nosotros. Aun cuando la Revelación de Dios ha sido dada ya en Cristo Jesús a la humanidad entera, mientras cada uno de nosotros no reciba esa Revelación y la haga suya en su propia vida como una experiencia personal de Dios, difícilmente podremos decir que seamos hombres de fe y que hayamos sido transformados en Cristo Jesús como hijos de Dios. Abramos nuestro corazón a la Vida y al Espíritu de Dios, para que Él, por medio de su Iglesia, continúe revelando su amor y su misericordia a la humanidad entera, y ofreciéndole su perdón para que todos puedan participar de la misma Vida divina que el Señor ofrece a todos.

Sal. 145 (144). El Señor a nadie excluye de su amor. Él quiere que la humanidad entera se salve. Él conoce nuestra vida; Él sabe bien de nuestra respuesta amorosa a la Vida que nos concede en Cristo Jesús. Pero ante Él no se ocultan nuestras miserias y pecados. Sin embargo, siendo Misericordioso para con todos, siempre está dispuesto a perdonarnos con gran generosidad. Por eso al amor hemos de corresponder con amor. No podemos sólo pasar la vida recibiendo los dones que proceden de Dios. El Don más preciado que el Señor nos concede son la Vida Divina, ofrecida a nosotros en Cristo Jesús; y el Espíritu Santo, enviado por el Padre y el Hijo a nosotros, como fruto de la Redención de Cristo, concediendo así apoyo al que tropieza y alivio al agobiado. Alabemos por todo esto al Señor. Alabémoslo con una vida llena de fidelidad a los dones recibidos y con un amor servicial a nuestro prójimo, amor nacido del amor que nos viene de Dios.

Lc. 4, 31-37. Mientras el anuncio de la Palabra de Dios no se realice de tal forma que propicie que esa Palabra sea liberadora y salvadora, sino que sólo nos sirva para vanagloriarnos por haberla expuesto de un modo magistral conforme a los criterios humanos, estaríamos perdiendo el tiempo, que debe ser tiempo de gracia y no de futilidades. El Señor nos ha enviado a trabajar por su Reino. Y esto conlleva un trabajo constante, a impulsos del Espíritu Santo, para que desaparezca todo signo de maldad y de muerte de entre nosotros. Efectivamente el Señor ha venido a destruir el reino del mal, que se había posesionado de muchos corazones, pues Dios a nadie ha creado para su condenación, sino para su salvación. Por eso el Evangelio no puede ser desvirtuado de su poder salvador. El Señor no nos lo confió para que mercáramos con Él, sino para que se convierta en fuente de amor y de salvación para el mundo entero. Y puesto que el Evangelio es Cristo, a nosotros corresponde entregarlo a la humanidad entera sin intenciones torcidas, sino para que todos encuentren en Él el único camino de salvación.

El Señor ha venido para convertirse en fuente de perdón para nosotros. Él quiere concedernos la Salvación. Pero no basta con reconocer en Jesús al Hijo de Dios. Eso lo hace también el Malo, y sin embargo no por eso se salva, sino que tiembla ante el glorioso Nombre de Jesús. No vengamos a la Eucaristía sólo a invocar al Señor con los labios. Vengamos para entrar en comunión de vida con Él, de tal forma que en verdad seamos transformados en criaturas nuevas en su presencia. Ante Cristo renunciemos a todo aquello que nos ha alejado del amor a Dios y del amor al prójimo. Entrando en Comunión de Vida con el Señor y participando de su mismo Espíritu dejémonos renovar por Él, para que no sólo conozcamos el amor de Dios sino que lo experimentemos, de tal forma que podamos ser capaces de testificarlo en nuestra vida diaria.

La Iglesia, Sacramento de Salvación, ha sido enviada para liberar a todo hombre de sus diversas esclavitudes al mal y al pecado, sin olvidar liberarlo también de todo aquello que le oprime a causa de las injusticias y de la pobreza. Antes que nada la Iglesia debe vivir con intensidad su relación con el Señor. Jesús mismo nos da ejemplo, en muchas ocasiones, de cómo no sólo anunciaba el Reino con las palabras y mediante muchos signos, sino que también se retiraba, Él sólo, a orar ante su Padre Dios; igualmente acudía al culto en la Sinagoga, todos los sábados, como era su costumbre. Así la Iglesia no puede perder su relación personal con el Señor mediante la oración y la escucha fiel de su Palabra. Sólo a partir de entonces podrá cumplir con fidelidad su misión de un modo eficaz; sólo entonces el anuncio del Evangelio se hará con toda la fuerza salvadora que le viene del mismo Dios, y que la Iglesia testifica con sus palabras y sus obras. Puesto que poseemos el mismo Espíritu de Dios, dejemos que Él sea el que dé testimonio de Dios desde nuestra propia vida; testimonio que se convertirá en fuente de amor, de perdón y de misericordia, pues no seremos nosotros, sino Dios mismo quien continúe realizando su obra salvadora en el mundo por medio nuestro.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de saber ser dóciles al Espíritu Santo para que, transformados por Él en criaturas nuevas en Cristo Jesús, podamos colaborar de un modo eficaz en la construcción del Reino de Dios entre nosotros hasta lograr que, por obra del mismo Espíritu Santo, la Palabra de Dios se encarne en el corazón de la humanidad entera. Amén.

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3-15.

En la sinagoga de Cafarnaúm

Fuente: Catholic.net
Autor: P Clemente González

Lucas 4, 31-37


En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: ¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios. Jesús entonces le conminó diciendo: Cállate, y sal de él. Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. Quedaron todos pasmados, y se decían unos a otros:¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen. Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.


Reflexión:


Un amigo mío llegó de Perú, donde había estado de misionero durante el verano. Me contó que esa experiencia le había enriquecido mucho, no tanto por lo que había dado -sus catequesis y actividades con los jóvenes de Huamachuco- sino por lo que había recibido.

Jesús se nos presenta también como catequista. Dice el evangelio que bajó a Cafarnaún donde enseñaba los sábados en la sinagoga. ¿Y cómo daba Jesús sus catequesis? Ante todo, con autoridad, es decir, con credibilidad, porque no llenaba sus predicaciones con palabrería, sino con verdad, con el Espíritu de Dios que es capaz de transformar los corazones.

Por tanto, dar catequesis es una actividad propia del cristiano. Consiste en iluminar las virtudes cristianas con ejemplos, acercar a otros a los sacramentos...

Mi amigo tenía veinte años. Y descubrió que al enseñar a otros estaba fortaleciendo su propia fe y aumentaba en él la pasión por Cristo y el Evangelio. Porque el que predica, se predica a sí mismo. El que habla del perdón queda más comprometido a perdonar, y el que exige debe hacerlo con el propio testimonio.

La experiencia de Perú hizo a mi amigo más cristiano, porque supo meterse en el papel de Cristo y llegó a quedar transformado por Él.


3-16. Fray Nelson Martes 30 de Agosto de 2005
Temas de las lecturas: Jesucristo murió por nosotros para que vivamos con él * Sé que tú eres el Santo de Dios.

1. Vivir en la luz
1.1 Un gran predicador, el P. Tomas Forrest, ha escrito una hermosa reflexión sobre el tema de las lecturas de hoy, es decir, el contraste y la lucha entre la luz y las tinieblas, entre el espíritu de Jesús y el espíritu del engaño. Adaptando a nuestra numeración lo ofrecemos aquí.

1.2 Queridos hermanos en Cristo, hay muchísima gente, por millones, que se pasan la vida entera en la oscuridad. ¿Por qué? Porque viven sin la Luz que vino al mundo hace 20 siglos, aquella Luz que se llama Jesucristo.

1.3 No me refiero a lugares como África o China, donde la tradición cristiana ha sido muy débil; me refiero al Occidente, a países de Europa y del Continente Americano, en los que pareciera irse apagando la luz de Jesucristo. En Irlanda, por ejemplo, es la primera vez en su historia que se oye decir que los jóvenes no están viniendo a Misa. Y en los Estados Unidos, se puede demostrar estadísticamente que las personas que van a la iglesia a ofrecerle a Dios al menos una de las 168 horas que Él nos da en la semana son relativamente pocas.

1.4 Es hora de reconocer este hecho porque nosotros —o mejor dicho, ustedes— tienen la tarea de volver a encender la luz. No basta con decir, "Bueno, tenemos a Jesús en nuestra historia, en el arte, en la música, en la literatura." No, es preciso actuar para que la luz de Cristo vuelva a brillar con todo su esplendor en el corazón de los seres humanos. ¿Por dónde hemos de empezar? Por nosotros mismos.

2. La vida sin luz.
2.1 Vivir en la oscuridad espiritual es mucho peor que vivir sin luz física. Sin la luz de Cristo, quedamos desamparados, porque al diablo le gusta mucho la oscuridad, al punto de que le llaman "el príncipe de la oscuridad". Sin la luz de Cristo, este "príncipe" tiene plena libertad para destruir toda esperanza y dominar a los humanos valiéndose del miedo. Sin la luz de Cristo, no podemos avanzar ni crecer en la santidad que Dios ha previsto para todos; sin la luz de Cristo quedamos espiritualmente paralizados, tal como quedó el avión en la pista cuando yo iba a viajar, y los carros en las calles, los trenes en la ciudad y los ascensores en los edificios: ¡paralizados por falta de la energía de la luz!

2.2 Cuando falta la luz de Cristo, no tenemos semáforos para dirigir las acciones. No hay luz roja que nos diga "pare" cuando surgen las pasiones egoístas, las emociones negativas y el afán individualista. Tampoco hay luz verde que nos diga "siga adelante" para realizar las buenas obras que Dios creó y dispuso para sus hijos. No tenemos luz roja que ponga atajo al mal, pero tampoco luz verde que nos dé la pasada para hacer el bien y dar fruto en abundancia.

2.3 Cuando las personas no están iluminadas por la luz de Cristo, se encuentran envueltas en las densas tinieblas del egocentrismo y el egoísmo. ¿Y qué es lo que quiere el que es egoísta? Quiere tener el derecho de ser la única persona egoísta en el mundo. No quiere a su lado a nadie que sea egoísta, porque considera que ser egoísta es derecho suyo y de nadie más. ¿Hay algo más espantoso que esto?

2.4 Otra oscuridad es el resentimiento. Si tú tienes algún resentimiento en el corazón, por favor decide ponerle fin y busca la sanación, porque es mucho más perjudicial para ti mismo que para la persona contra quien sientes antipatía o rechazo. Es algo que envenena la vida. Los recuerdos ingratos y las amistades traicionadas son tinieblas en las que mucha gente vive día a día. La codicia es otro ejemplo: el afán de querer más y más bienes materiales. Decían que Imelda Marcos tenía 3.000 pares de zapatos. Un día se me ocurrió calcular que, si ella hubiera sido un cienpiés, podría haberse puesto un par distinto todos los días durante dos meses sin repetir ninguno. También está la oscuridad de las adicciones. ¡Una realidad horrible en nuestro mundo! Hay gente adicta al alcohol, a las drogas, a la comida. ¿De qué quieren huir? De la oscuridad, pero se hunden cada vez más profundo en ella.

3. El anhelo de paz
3.1 La oscuridad que prevalece en el corazón de muchísimas personas les impide decir, "Me siento en paz. Ya tengo suficiente." ¡Qué bendicióón es la paz! Esta es la razón de la evangelización. San Juan decía que Jesús es la luz que brilla en la oscuridad, y luego añadía que Jesús es aquella luz que las tinieblas no pueden apagar (Juan 1,5). Jesús es el único que puede llenar de luz la vida del ser humano.

3.2 ¿Te has encontrado alguna vez en medio de un huracán? A mí me sucedió varias veces cuando vivía en el Caribe. Cuando viene el huracán, todo el mundo se llena de oscuridad, de viento y de lluvia y pareciera que no hay nada más. Pero cuando ha pasado, desaparecen las nubes del cielo y el sol vuelve a brillar; así también pasan el miedo y la preocupación, y el mundo se llena de luz nuevamente. Así debería llegar Cristo a nuestra vida, brindando belleza, color y bondad. Pues bien, cada uno de nosotros debería ser como San Juan Bautista, testigo de la luz verdadera que alumbra a todo hombre. En efecto, nuestro cometido es encender la luz en este mundo, para que la gente viva en la luz y nunca regrese a las tinieblas.

3.3 Zacarías, padre de San Juan Bautista, profetizó lo que sucedería cuando viniera el Mesías: Que haría brillar su luz sobre los que vivían "en tinieblas" y "en la sombra de la muerte" (Lucas 1,79 BL). Esta no es la muerte que pone fin a nuestra vida en la tierra; es la muerte que se llama "pecado", la muerte que se llama "miedo". Esto es lo que cada evangelizador debe estar haciendo, y si no se dedica a esto, está cometiendo error y pecado. Luego, Zacarías nos dice qué hacer: Dirigir los pasos de las personas por el camino de la paz. Esto es lo que hacemos cuando ayudamos a que se haga la luz en la vida de alguien. Ahora bien, cuando alguien está en la oscuridad absoluta no puede ver dónde pone el pie; no puede caminar; en cambio la luz ilumina el camino, y la Escritura dice que este camino lleva a la paz.

3.4 ¿Cuánta gente hay en el mundo que anhela encontrar la paz? Todos los alcohólicos, los drogadictos, los que compran y compran cosas materiales creyendo que les van a dar paz y contento no la encuentran . . . No, porque el que da la paz es el Príncipe de la Paz. Jesús mismo dice que Él es "La luz del Mundo", la Luz de la Vida (Juan 8,12). El Señor no alumbra las calles, pero hace brillar la luz, el color, la alegría, la felicidad y el sentido correcto en la vida de sus fieles.

4. Vivan como hijos de la luz
4.1 ¡Qué bueno es Jesús! Él mismo explica su propia misión: "El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha consagrado para . . . dar vista a los ciegos" (Lucas 4,18). ¿Quiénes son los ciegos? Son aquellas personas a quienes nos referíamos: las que son espiritual, emocional y psicológicamente ciegas; las que no saben de dónde vienen, dónde están ni adónde deberían dirigirse; están emocionalmente paralizadas. Pero Jesús dijo, "He venido al mundo para que los que crean en mí no se queden en la oscuridad" (Juan 12,46).

4.2 ¡Qué hermosa, qué espléndida, qué bondadosa es esta labor! Para definirla usamos una palabra llamativa —evangelización— pero lo que realmente significa es dar vista a los ciegos. ¡Qué incomparable acto de amor y bondad es iluminar el camino de alguien que se encuentra perdido en las tinieblas! ¡Qué inmenso acto de amor es proclamar junto con San Pablo: "Ustedes antes vivían en la oscuridad, pero ahora, por estar unidos al Señor, viven en la luz" (Efesios 5,8)!

4.3 Pero no es solamente el haber pasado de la oscuridad a la luz. Es más que eso. Es haber dejado de ser oscuridad para empezar a ser luz en este mundo. San Pablo añade: "Pórtense como quienes pertenecen a la luz. Despiértate, tú que duermes; levántate de entre los muertos y Cristo te alumbrará" (Efesios 5,8.14).

4.4 Esta es la razón por la cual decimos que el Evangelio es una buena noticia. Porque ahora podemos vivir en la luz. No hay la menor duda de que la evangelización es el supremo servicio cristiano de enseñar, a los que estáán espiritualmente ciegos, a suplicar al Señor tal como el ciego del Evangelio: "Señor, quiero recobrar la vista" (Lucas 18,41). ¡Si le pidieran al Señor con estas palabras, cuántos ciegos empezarían a ver!