VIERNES DE LA SEMANA 20ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Rt 1, 1-6.14-16.22

1-1.

El libro de Rut evoca un tranquilo idilio, completamente opuesto a las brutalidades y a los combates del libro de los Jueces

-En la época que juzgaban los Jueces, hubo hambre en el país. Un hombre de Belén emigró con su mujer Noemí y sus dos hijos para establecerse en la región de Moab... Los hijos se casaron con dos moabitas: Una de las cuales se llamaba Orpa, y la otra Rut.

Unos pobres, víctimas del hambre, se ven obligados a emigrar al extranjero... dos de sus hijos se casan con mujeres del país, paganas Notemos la belleza de esa vida familiar hecha de abnegación mutua y de simplicidad.

Notemos también esa amplitud de miras respecto a los matrimonios «mixtos», que contrasta con los rigorismos de Esdras (8, 10) y de Nehemías (13, 1-3; 23-27). Como en el libro de Jonás, descubrimos esa tendencia «universalista» que abre el pueblo de Dios a todos aquellos que aceptan vivir sus exigencias, incluso pertenecientes a razas distintas ¿Cuál es mi actitud frente a los diversos «nacionalismos» y «racismos»?

-Permanecieron allá unos diez años. Después de la muerte de su marido, Noemí perdió también a sus dos hijos.

Tenemos pues a tres viudas, una anciana y dos jóvenes. Lejos de entregarse al dolor de su desgracia, las veremos reaccionar y reemprender la vida

-Las tres se pusieron en camino para regresar a la tierra de Judá. Orpa no las siguió. Noemi dijo a Rut: «Ves, tu cuñada ha vuelto a su tierra y a sus dioses, vuelve tú también y haz como ella.

Admirable respeto a la libertad. No es fácil expatriarse.

Noemi retorna a su patria, no quiere imponer nada a sus nueras.

-Rut respondió: «No insistas en que te abandone y me separe de ti porque iré donde tú vayas y habitaré donde tú habites, tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios.

Mirad aquí también una hermosa lección edificante. Rut manifiesta su buen afecto a su suegra... como respuesta a la preocupación de Noemí sobre el futuro y la libertad de sus nueras.

Actitudes muy humanas en las que Dios está presente.

Rut escoge, pues, adoptar la nacionalidad y la religión de Israel. Jesús sabrá también admirar a esos paganos que viven los valores humanos y espirituales del orden de la Fe: «no he encontrado una fe tan grande en Israel», dirá a propósito de un centurión romano (Mateo 8, 10).¿Y nosotros? ¿Cómo acogemos esta revelación de que «Dios ama a los extranjeros»? ¿Cómo nos situamos frente a los que viven y trabajan junto a nosotros? ¿Qué parte de mi tiempo y de mi presupuesto dedico a la lucha contra las desigualdades y las incomprensiones?

-Noemí regresó pues de la región de Moab con su nuera, Rut, la moabita. Llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada.

La continuación de la historia nos mostrará a Rut, la moabita casada con Booz de Belén que dará a luz a Obed, padre de Jesé, padre de David... de cuya descendencia nacerá Jesús.

Y la genealogía de Jesús subraya que hubo paganos entre los ascendentes de Jesús. (Mateo 1, 5). Rut, la extranjera, es una abuela directa del gran Rey David. Y Belén aparece aquí en la historia. En Belén nacerá otro niño de la familia de David: el amor delicado que se expresa en el «relato» de Rut es como la primera página del relato de Navidad.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 244 s.


1-2. /Rt/01/01-22

El librito de Rut, escrito sin duda después del destierro, es una muestra de la mejor narrativa bíblica- se trata de una deliciosa novela que expone el amor y la fidelidad, por encima de toda prueba, de Noemí y sus nueras, especialmente Rut, así como la bondad y nobleza de Boaz. Estas virtudes serán premiadas por Dios, protagonista de la obra, que dirige soberanamente la vida de las personas y el curso de los acontecimientos (1,8s; 212.20; 4,13s). El matrimonio con extranjeras y la ley del levirato tienen aquí menos importancia. La relación con David, establecida en la genealogía final, influyó en la incorporación de este escrito a la Biblia.

La lectura de hoy nos presenta el primer capítulo de la obra, que puede dividirse en tres partes: la emigración, el retorno y la llegada.

1. Emigración a los campos de Moab (vv 1-5). Viene a ser una breve introducción. El hambre ha sido siempre causa de emigraciones (cf. Gn 12; 48,85). Los campos de Moab constituían un altiplano que se hallaba al norte y al sur del Arnón y gozaba de mejores condiciones climatológicas que la región de Belén. Los nombres de Elimélec (=Dios es rey) y Noemí (=la graciosa) son de cuño semítico, mientras Majlón y Kilión (=enfermedad y consunción) parecen elegidos para expresar la muerte prematura. Los nombres de las mujeres moabitas no parecen creaciones artificiales ni reducibles a estos significados: Orfá = la renegada o desertora, Rut = la amiga.

2. Retorno a Belén (vv 6-18). Esta sección central es prolija. El interés se centra en los sentimientos de los personajes y en los diálogos en analogía con las narraciones yahvistas del Génesis y con la historia de David. La palabra clave es "volver" (vv 6.7.8.10.11.12.15.16). Noemí no quiere que sus nueras, que pueden encontrar seguridad en su país, arriesguen su futuro para acompañarla y compartir «su amarga» perspectiva (v 13; cf. v 20). La despedida de Orfá resalta la inconmovible decisión de Rut -expresada en los versículos 16 Y 17, y punto culminante de esta sección- de compartir la vida y el sepulcro de Noemí, su pueblo y su Dios. El paralelismo con Abrahán es evidente: como él, Rut viene de un país extranjero, rompe todos los lazos con la patria de origen y no tiene más compañía que una mujer estéril. Como en el caso del patriarca, su sacrificio no será en vano; Rut sabe en quién ha puesto su confianza (2 Tim 1,12).

3. Llegada a Belén (vv 19-22). Todo Belén se conmueve con la llegada de las dos mujeres (1 Re 1,45; cf. Mt 2,3). La penosa situación de Noemí se define exactamente con el nombre contrastado de Mara (= amargada). El Señor la ha dejado sin marido y sin hijos (cf. Job 1,21). La alusión a la siega de la cebada prepara lo que sigue y justifica la lectura del libro en la liturgia sinagogal de Pentecostés, en la que se daba gracias a Dios por el don del grano y los cereales.

J. MAS ANTO
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 447 s.


2.- Ez 37, 1-14

2-1.

Se lee esta pasaje la víspera de Pentecostés. Es una de las más magistrales visiones de un profeta. Depende de nosotros dejarnos sobrecoger por su aliento sobrehumano y actualizar así, esta página aplicándola a nuestra vida y a nuestro mundo de HOY.

-La mano del Señor se posó sobre mí, su espíritu me arrebató y me puso en medio de la vega, la cual estaba llena de huesos completamente secos, que cubrían todo el suelo; la mano del Señor me hizo pasar entre ellos.

En Babilonia se echaban al osario los cadáveres de los deportados. Aún no se había inventado el horno crematorio. Los chacales y los buitres se encargaban de despedazar todo lo que era comestible; y el sol acababa de «secar» los huesos restantes. Todo parece terminado.

Para contemplar este espectáculo, Dios invita a su profeta a «dar una vuelta». Símbolo de la desesperación y de la muerte: «estaban completamente secos...»

MU/HUESOS/EZ:- El Señor me dijo: «Hijo de hombre, ¿podrán revivir estos huesos?» Le contesté: «Señor Dios, Tú lo sabes. »

Si algo es posible ante la muerte, ya no está en nuestro poder. Sólo está en tu mano, Señor.

La muerte es ciertamente la cuestión radical a la que la humanidad no puede responder por sus propios medios...

El símbolo radical de la finitud del ser creado, de todo lo que no es Dios. Señor, Tú sabes si podemos vivir.

-Me dijo entonces: «Profetiza sobre estos huesos... Yo voy a hacer entrar el espíritu en vosotros y viviréis...

Sabréis entonces que Yo soy el Señor...»

Así dice el Señor Dios: ¡Ven, espíritu de los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos para que vivan! Profeticé como se me había ordenado, y el espíritu entró en ellos; revivieron, se incorporaron sobre sus pies, era un enorme, inmenso ejército.

Incluso desde el punto de vista literario, se trata de una gran página de la literatura de todos los tiempos y países.

Hay que leerla entera, ha inspirado a centenares de pintores, de músicos, de escultores de catedrales.

Preferentemente hay que aplicarla a la Resurrección de Jesús y a nuestra fe en la resurrección de la carne... incluso si para el propio Ezequiel sólo representaba el renacimiento de su pueblo después del exilio.

-Decían: nuestros huesos están secos, nuestra esperanza está destruida, ¡estamos perdidos! Pues bien, les dirás: así habla el Señor: Yo abriré vuestras tumbas, pueblo mío, y os llevaré de nuevo a la tierra de Israel.

Es pues normal que apliquemos esta promesa a nuestras situaciones humanas desesperadas... a nuestras incapacidades, a nuestros horizontes cerrados, a estos problemas, humanamente sin salida con los que nos enfrentamos...

Es posible, al límite, que esta profecía no se realice totalmente jamás en este mundo. Pero sí que debemos empezar por dejarnos llevar por su dinamismo, ya desde aquí abajo y desde ahora, para revitalizar, para dar un nuevo arranque pascual a nuestras vidas. Pero es preciso también proyectar esta visión sobre nuestro futuro escatológico, sabiendo que la plenitud de esta promesa sólo se cumplirá en el más allá.

-Infundiré en vosotros mi espíritu y viviréis... Lo he dicho y lo haré. Palabra del Señor Dios.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 244 s.


3.- Mt 22, 34-40

3-1.

Ver DOMINGO 30A y PARALELO Mc 12, 28-34


3-2.

-Los "fariseos" al enterarse que Jesús había hecho callar a los "saduceos", se reunieron en grupo y uno de ellos "Doctor de la Ley", le preguntó con ánimo de ponerlo a prueba... Toda la "inteligentsia" de la capital, la élite intelectual se interesa por el "caso Jesús". Los partidos políticos, los grupos religiosos opuestos, buscan o atraerlo a su campo o hacerlo fracasar.

Se le hizo la pregunta entonces de actualidad: ¿hay que hacer huelga de impuestos? como lo sostenían ciertos grupos extremistas, los Zelotas. (22,15-22).

Se le planteó la gran cuestión teológica que dividía las mentes: ¿Hay que creer que la resurrección es posible? (22, 23-3O).

Los fariseos estaban en oposición al gobierno romano, pero los saduceos estaban a favor de la colaboración. Los saduceos no creían en la resurrección, los fariseos, sí. Jesús vivió en ese contexto de camorras y querellas políticas e intelectuales. HOY, los fenómenos de "opinión" pública han ampliado aun más esas luchas ideológicas. No nos tienen que hacer perder la cabeza; pero tampoco hay que dejar de tenerlos en cuenta refugiándose en una religión desencarnada. Y el mismo Jesús "tomó partido":

-una vez, por los saduceos... pagar el impuesto a Cesar. (Mateo 22, 21).

-otra vez, por los fariseos... creer en la resurrección (Mateo 22, 31).

Los fariseos, contentos de esa toma de posición a su favor, quieren poner a prueba a Jesús.

-Maestro, ¿cuál es el Mandamiento mayor de la Ley?

Es una pregunta típicamente farisaica: la fidelidad a la Ley era el gran problema debatido en sus grupos. Tenían múltiples obligaciones, numerosas prácticas a observar y cantidades de interdictos. Pero sabían que era preciso, sin embargo, hacer distinciones, y no ponerlo todo en el mismo plano: hay mandamientos más graves y otros menos graves. Es pues una verdadera cuestión la propuesta por ese doctor de la Ley.

¿Busco, yo también, lo que es esencial en todas mis obligaciones?

-Jesús contestó: "Amarás...

Todo se resume en esta palabra.

Es tan breve que tenemos el riesgo de pasarla por alto.

Debo orar a partir de eso... y mirar mi vida a esa luz.

-Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazon-alma-mente.

Este es el "mayor" y el "primer" Mandamiento.

Jesús cita aquí, la plegaria cotidiana de los judíos (Deuteronomio 6, 4-7). El amor de Dios debe embargar todo el ser, de pies a cabeza, diríamos hoy. La palabra hebrea que se traduce por "con todo tu corazón, -con toda tu alma-, con toda tu mente~ es una palabra intraducible de hecho: de tal manera expresa la totalidad del ser humano. ¿Es así como amo yo a Dios? o bien ¿le amo sólo con una parte de mi vida y de mi tiempo?

-El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden la Ley entera y los Profetas.

No fue una respuesta original. Era la respuesta de los fariseos. Pero lo nuevo es:

1º La aproximación de esos dos mandamientos que, en el pensamiento de Jesús, se apoyan el uno al otro, tiene la misma importancia y se parecen...

2º El hecho de que resumen todos los otros mandamientos en una síntesis sencilla... En medio de los conflictos políticos y religiosos de su tiempo, Jesús nos conduce de nuevo a lo esencial... que relativiza todo lo restante con relación a eso.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 136 s.


3-3.

1. (Año I) Rut 1,1.3-ó.14-16.22

a) En la época de los Jueces se sitúa también la historia de Rut, una mujer extranjera que entra, por el amor, en el pueblo de Israel y que aparece, nada menos, en la lista de los antepasados de Jesús, el Mesías.

Es una historia llena de ternura y un canto a la providencia de Dios. Los dos hijos de una familia de Belén, que ha tenido que emigrar a la tierra de Moab para buscar sustento, se casan con dos muchachas del país, paganas, que muy pronto quedan viudas, como también su madre Noemí. Ninguna de las dos ha tenido descendencia.

Al cambiar las circunstancias, Noemí decide volver a su tierra, a Belén. Una de las nueras, Orfa, se queda. Mientras que la otra, Rut, sigue a su suegra y adopta su fe. Es un ejemplo de amor y de fidelidad, un relato familiar sencillo y reconfortante (después de tantas páginas tristes que nos ha tocado leer). Dios premiará a esta buena muchacha.

b) Los caminos de Dios son siempre sorprendentes. Entre los antepasados de Jesús está Rut, que, como leeremos mañana, fue la bisabuela de David.

Dios nos da una lección de universalidad. No quiere que nos portemos con autosuficiencia, como si fuéramos los únicos buenos. Las relaciones humanas en una familia -aquí, nada menos que entre suegra y nuera- o en una comunidad eclesial o en la sociedad, quedan interpeladas por el ejemplo de esta muchacha extranjera.

Es un toque de atención contra todo racismo y a favor de un corazón universal, que sabe reconocer valores también en los demás, aunque nos parezcan extraños. A los que nos tenemos por ricos y cultos, se nos propone como modelo una familia pobre, de emigrantes, en la que reinan unas admirables virtudes de lealtad y laboriosidad.

Dios tiene un corazón universal y, según el salmo, tiene predilección por los más débiles y marginados de la sociedad: «el Señor mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos... el Señor guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda...».

1. (año I) Ezequiel 37,1-14

a) Hoy leemos una famosa página de Ezequiel: el montón de huesos secos que reviven a la voz poderosa de Dios.

El espectáculo es impresionante: un valle lleno de huesos completamente secos, símbolo del pueblo de Israel en el destierro, con el Templo de Jerusalén también destruido después de la segunda deportación. Pero el profeta recibe la orden de pronunciar sobre ellos una palabra de parte de Dios. Y ve, primero, que los huesos se recubren de tendones y de carne y, luego, reciben el espíritu y vuelven a la vida.

Ayer Dios prometía: «infundiré un espíritu nuevo», y en efecto ahora lo realiza sobre Israel, a pesar de que parece que está totalmente muerto. Y su palabra es eficaz, como en el principio del Génesis: «dijo y se hizo».

b) Dios es Dios de vida, también ahora.

Puede parecernos que este mundo no tiene futuro, o que la comunidad eclesial es estéril, o que una persona determinada no tiene remedio. Pero Dios nunca desiste de su amor ni de su proyecto de vida.

Hay momentos en que puede dominarnos la desesperanza: «nuestros huesos están secos, nuestra esperanza ha perecido, estamos destrozados», y nos viene a la mente, como a Ezequiel, una pregunta llena de escepticismo: «¿podrán revivir estos huesos?».

Pero luego podremos experimentar -¿no lo hemos hecho ya muchas veces?- que la Palabra de Dios es eficaz y que su Espíritu sopla sobre lo que parecía muerto: «vino sobre ellos el espíritu y revivieron y se pusieron en pie: era una multitud innumerable».

No nos extraña que esta página del profeta la leamos en la vigilia de Pentecostés.

Ezequiel anunciaba la vuelta del destierro y la reconstrucción de Israel. Para nosotros, la fiesta que concluye la Pascua, con el don del Espíritu, nos reafirma la convicción de que tanto la Iglesia como la humanidad tienen futuro, porque el Espíritu de Dios sigue estando en acción. Y para Dios no hay nada imposible: «dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia... erraban por un desierto solitario, no encontraban el camino... pero gritaron al Señor en su angustia y los arrancó de la tribulación».

Cada vez que participamos en la Eucaristía, recordamos lo que Jesús prometió hace dos mil años: «el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día... el que me coma vivirá por mí, como yo vivo por mi Padre» (Jn 6,54.57).

2. Mateo 22,34-40

a) Fue buena idea la de preguntar a Jesús cuál es el mandamiento principal. Porque los judíos contaban hasta 365 leyes negativas y 248 positivas, suficientes para desorientar a las personas de mejor buena voluntad, a la hora de centrarse en lo esencial.

La respuesta de Jesús es clara: el mandamiento principal es amar. Amar a Dios (lo cita del libro del Deuteronomio: Dt 6) y amar al prójimo «como a ti mismo» (estaba ya en el Levítico: Lv 19). Lo que hace Jesús es unir los dos mandamientos y relacionarlos: «estos dos mandamientos sostienen la ley entera y los profetas».

b) Lo principal para un cristiano sigue siendo amar. Tienen sentido cumplir y trabajar y rezar y ofrecer y ser fieles. Pero el amor es lo que da sentido a todo lo demás. Nos interesa, de cuando en cuando, volver a lo esencial.

También nosotros tenemos, en el Código de Derecho Canónico, muchas normas, necesarias para la vida de la comunidad en sus múltiples aspectos. Pero Jesús nos enseña dónde está lo principal y la raíz de lo demás: el amor. Está muy bien que el Código actual (1983), en su último canon, hablando del sistema a seguir para el traslado de los párrocos, afirme un principio general muy cercano a la consigna de Jesús: «guardando la equidad canónica y teniendo en cuenta la salvación de las almas, que debe ser siempre la ley suprema de la Iglesia» (c. 1752).

¿Puedo decir, cuando me examino al final de cada jornada o en los días de retiro, que mi vida está movida por el amor? ¿que, entre tantas cosas que hago, lo que me caracteriza más es el amor a Dios y al prójimo, o, al contrario, mi egoísmo y la falta de amor?

San Pablo nos recomendó: «con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor, pues el que ama al prójimo ha cumplido la ley... todos los demás preceptos se resumen en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Rm 13,8-9). Y Jesús nos advirtió que, al final de nuestra vida, seremos examinados precisamente de esto: si dimos agua al sediento y visitamos al enfermo... Seremos examinados del amor.

«Alaba, alma mía, al Señor: el Señor ama a los justos y guarda a los peregrinos» (salmo I)

«Os infundiré mi espíritu y viviréis» (1ª lectura II)

«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 295-298


3-4.

Ez 37, 1-14: Aliento de vida

Mt 22, 34-40: El mandamiento principal

Los juristas gustaban de probar los conocimientos que Jesús tenía sobre la Ley. Para ellos el mandamiento más importante era la observancia del sábado. Ese día debían dedicarse por completo al reposo y a escuchar la lectura de la Escritura. Con el tiempo convirtieron esta ley en una carga que a duras penas soportaban los pobres.

El sábado había dejado de ser fiesta del Señor y se había convertido en un día lúgubre, lleno de prescripciones ridículas que impedían a las personas movilizarse, cocinar e incluso, auxiliar al necesitado.

Cuando los juristas preguntan a Jesús por la ley más importante esperan que el cometa un error y se pronuncie contra la Ley misma. Jesús se les adelanta y les hace ver que en la Ley lo más importante es el amor a Dios y el amor al prójimo. El amor es el Espíritu mismo de la legislación divina.

Al colocar estos dos mandamientos como el eje de toda la Escritura, Jesús pone en primer lugar la actitud filial con respecto a Dios y la solidaridad interhumana como los fundamentos de toda la vida religiosa. Incluso, la adecuada interpretación de la Escritura (Ley y Profetas) depende de que sean comprendidos y asumidos estos dos imperativos éticos.

Nosotros vivimos hoy en sociedades que tienen muchas más normas que el pueblo judío, incluso nuestras iglesias tienen extensas legislaciones. Sin embargo, todas ellas no resuelven positivamente la vida del ser humano. Jesús nos propone que superemos nuestra mentalidad legalista o nuestra actitud infractora. La ley, aunque oriente algunos comportamientos, no puede ser la guía en la vida de las personas. La única guía es el Espíritu de amor que nos permite vivir en paz con Dios y en justicia con nuestros hermanos.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-5. CLARETIANOS 2002

Seiscientos trece mandatos de la antigua ley eran un fardo demasiado pesado. No viene mal preguntarse cuál es el mandamiento principal. A un político italiano le formulaban parecida pregunta, antes de las elecciones: ¿Podría condensar el programa de su partido en una sola palabra? -"Libertad", la palabra que campea en el escudo, respondió.

Se ve que es una trampa de todas las épocas. Tantos cánones, tantas circulares y encíclicas, tantos documentos, tantos reglamentos y estatutos, tantas minucias que nos aplastan. No es extraño que, a lo largo de la historia cristiana, hayan llegado los escrupulosos, los perdidos en la casuística, los que se dejan escapar aquello que de veras es importante, los que oprimen con mil pequeñeces ridículas.

La madurez requiere la unidad de la persona, el estar bien centrados en lo que es medular. Jesús lo resume muy bien: Amor y amor; a Dios y al otro. Cierto es que la palabra amor está desgastada, la mistifican tantas canciones, abusan de ella tantos hombres públicos, la pringan de rutina tantos eclesiásticos en sus "amados hermanos", " amadísimos hijos".

Sólo se restaura el mucho convencionalismo volviendo a la fuentes, escuchando y mirando a Jesús: No hay mayor prueba de amor que dar la vida. Un mandamiento os doy: que os améis. Habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo. Dos pulmones necesitamos para respirar. Dos líneas ha de llevar el amor. Dos líneas que, al fondo, se identifican: En Dios, al prójimo; por el prójimo a Dios. Con mucho realismo, miramos cómo un cristiano tiene que ejercitar este mandamiento primero: Por ejemplo, ante a la competitividad, la exigencia exclusiva de los derechos, el ser y tener más que el otro a toda costa, el desentenderse social y políticamente del que sufre...

No más de 31 años vivió Rosa de Lima, la santa hispanoamericana. La oración y los pobres llenaban sus días. Seguro que en su celda había pocos documentos. Hoy es su fiesta.

Conrado Bueno, cmf.
(ciudadredonda@ciudadredonda.org)


3-6. 2002

COMENTARIO 1

vv. 44-46: Se parece el reino de Dios a un tesoro escondido en el campo; si un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y de la alegría va a vender todo lo que tiene y compra el campo aquél.

45Se parece también el reino de Dios a un comerciante que buscaba perlas finas; 46al encontrar una perla de gran valor fue a vender todo lo que tenía y la compró.

Las parábolas del tesoro y de la perla contienen una misma enseñanza: que el compromiso total que exige el reino no se hace por un esfuerzo de voluntad, sino llevados por la alegría de haber descubierto un valor insospechado e incomparable. La renuncia a todo lo que se posee no es, por tanto, un acto ascético, sino espontáneo. El mensaje y la experiencia del reino relativizan todo valor hasta entonces conocido. Ambas parábolas se inspiran en el lenguaje sapiencial (cf. Prov 2,4; 3,14s; 8,18s; Job 28,18; Is 33,6).

El reinado de Dios está escondido en el mensaje y la actividad de Jesús; en ellos anuncia su cercanía; quien los comprende en­trega a ese mensaje su entera existencia, porque descubre en él el tesoro que puede enriquecer toda su vida.

Estas dos parábolas proponen de nuevo la opción por la po­breza expresada en 5,3, como lo muestra la frase repetida «va a vender todo lo que tiene» (vv. 44.46; cf. 19,21); el tesoro y la perla son la experiencia del amor de Dios (5,3: «ésos tienen a Dios por rey»; cf. 6,20; 19,21), que causa una profunda alegría.


COMENTARIO 2

El texto evangélico de la fiesta de Santa Rosa de Lima, patrona de América Latina, nos ofrece la ocasión para reflexionar sobre “el tesoro escondido” y la “perla fina” única posesión del pueblo pobre del continente.

Como en la parábola, encontramos que a él se dirige una invitación a recibir el mensaje cristiano, tomando decisiones que están en abierta contradicción con los criterios de los dominadores del mundo.

Para éstos valen los criterios marcados por las reglas del comercio internacional. El “vender” y el “comprar” son los grandes objetivos para alcanzar el éxito humano. El “precio” es el valor máximo de la existencia. Lo mismo que en la sociedad de la ciudad siria del evangelio la transacción comercial es la máxima ley.

Las dos parábolas presentadas por el texto parecen admitir estas reglas de juego. Sin embargo, su propuesta se coloca en el extremo opuesto de valoración, en el plano del Reino de Dios, a los que se asemejan el tesoro y la perla.

Nos hallamos delante de valores, distintos de los que nos suministran los bienes poseídos. El tesoro es indivisible, no importa el campo ni el desprendimiento total que exige su adquisición; la perla exige el mismo desprendimiento y hasta el cambio de la propia tarea para el futuro ya que el comerciante no podrá proseguir con la actividad realizada hasta el momento.

El descubrimiento del tesoro y de la perla cambian el sentido de la vida. Su descubrimiento inesperado y súbito hace comprender la existencia del Absoluto, de quien todas las cosas dependen y del cual toman su valor. Relativizando el resto de lo existente, éste no pierde su importancia sino que adquiere su verdadero valor. Las cosas pueden verse desde una perspectiva nueva y esta nueva visión llena de alegría la existencia.

La adquisición del tesoro y de la perla se ligan a un “vender todo que tiene/tenía”. Como en el episodio del joven rico (Mt 19,16-23) se juega la posibilidad de la realización humana. Al joven, Jesús propone un comportamiento semejante al de los personajes de la parábola en vistas a obtener su madurez: “Si quieres ser perfecto...”. El joven no puede experimentar el gozo de la propuesta ahogado en la abundancia de lo poseído y su destino es la tristeza de una vida frustrada. Por el contrario, el hombre del tesoro y el comerciante de perlas han descubierto un valor que la cotización económica no puede dar. De esa forma rompen la incomunicación que la codicia crea entorno y que impide la vida en plena dignidad.

El mundo globalizado de hoy pretende que la única forma de enfrentar la vida consiste en las leyes de la competitividad del mercado. Se presenta el estilo de vida del consumo como la única forma de satisfacer las necesidades del hombre y se pretende como ideal a realizar la adecuación de la propia existencia a “la calidad de vida” de los países del llamado primer mundo.

Las parábolas trasladan la propuesta a un plano distinto. Los valores de solidaridad, de fiesta, de confianza en la acción divina presentes ya en la realidad de tantas personas aunque no pueden ser tasados en la sociedad mercantil son signos claros de un descubrimiento gozoso: El del Reinado de Dios propuesto por Jesús que comienza ya a ser actuado en la bienaventuranza de los pobres: “Dichosos los que eligen ser pobres, porque ésos tienen a Dios por rey” (Mt 5,3).

1. Juan Mateos, El evangelio de Juan. Texto y comentario. Ediciones El almendro, Córdoba 2002 (en prensa).

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).


3-7. DOMINICOS 2004

San Bernardo, Abad y Doctor

Señor, tú que hiciste de san Bernardo un foco de amor, enséñanos a amar.
Señor, tú que le diste el don de la palabra, dulce como miel, danos suavidad en la palabra para que atraigamos a todos hacia tu corazón de Padre.
Señor, tú que impulsaste a san Bernardo para que fuera celoso misionero de la unidad en tu Iglesia, haznos fieles a la Iglesia en el siglo XXI.
Señor, tu que inflamaste el corazón de Bernardo para que experimentara la cercanía de Cristo y de Maria en su corazón, haznos sensibles al amor salvador que en ellos se nos reveló.


Bernardo, noble borgoñés, nació en el castillo de Fontaines el año 1090. Tras realizar algunos estudios para el sacerdocio y recorrer caminos del mundo, ingresó a los 22 años en el monasterio benedictino del Cister. Entró acompañado de 30 jóvenes. Emitidos sus votos religiosos en el monasterio, y asumidas diversas responsabilidad, inició y mantuvo durante 40 años un importante movimiento de vida religiosa cisterciense que llamamos de Claraval o Claros Valles. Tanto fue su éxito que antes de morir en 1153 ya había fundando unos 70 monasterios del Cister. Su influencia eclesial, religiosa, cultural y social fue enorme. Se le considera figura clave en el siglo XII de Europa.


La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Profeta Ezequiel 37, 1-14:
“En aquellos días, la mano del Señor se posó sobre mí, y me colocó en medio de un valle todo lleno de huesos... Eran innumerables sobre la superficie del valle y estaban completamente secos. Él me preguntó: hombre mortal, ¿podrán revivir estos huesos?.

Yo respondí: Señor, tú lo sabes.

Él me dijo: pronuncia un oráculo y diles: ‘Huesos secos, escuchad la Palabra del Señor. Así dice el señor: Yo mismo traeré sobre vosotros espíritu y viviréis. Pondré sobre vosotros tendones, haré crecer sobre vosotros carne...’ Yo profeticé... y los huesos se juntaron hueso con hueso... Profeticé de nuevo, y vino sobre ellos el espíritu y revivieron, y se pusieron en pie... Así dice el Señor: “Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel...”


Evangelio según san Mateo 22, 34-40:
“En cierta ocasión, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se acercaron a él, y uno de ellos le preguntó, poniéndole a prueba:

“Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?

Él le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Este mandamiento es el principal y el primero. El segundo es semejante a éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas”.


Reflexión para este día
Revivan los huesos quebrantados
Las imágenes y metáforas que utiliza Ezequiel, sobre los “huesos” que recobran vida, son muy bellas, pero muy raras. Parecen de humor negro. San Bernardo no las hubiera utilizado de buena gana.

Sin embargo, hay estados de vida humana que `simbólicamente’ se parecen a cúmulos de huesos desarticulados, sin esperanza de vida. Entendamos que, bajo apariencia de muerte, están suspirando por vivir nuevamente y en plenitud, por vía de conversión. Y no pensemos sólo en una conversión de vida y esperanza final –cuando acontezca la resurrección de los muerto- ; fijemos la mirada más bien en la restauración del Pueblo de Dios, es decir, en la restauración moral, espiritual, social, de todas las generaciones..

Para provocar esa vida nueva entre nosotros, asociémonos al profeta y digamos a Israel y a cada uno de nosotros: os estáis secando, sois víctimas de vuestros pecados; poneos de nuevo en manos de Dios que cuando nos amonesta no nos abandona sino que nos espera y llama.


3-8. Lo que Dios unió no lo separe el hombre

Fuente: Catholic.net
Autor: P Clemente González

Reflexión:

¿Qué pensaría Jesús de todos los que hoy aprueban el divorcio? Como en aquella ocasión, les ayudaría a entender qué es realmente el matrimonio y luego les enseñaría a defenderlo contra todos los ataques.

El matrimonio cristiano no es sólo una convivencia entre un hombre y una mujer que se quieren. Es mucho más. Es un sacramento, es decir, algo sagrado y querido por Dios. Luego es compartir un proyecto de vida para alcanzar la felicidad en esta vida. Pero si no hay proyecto, si no hay amor verdadero, si los hijos son un estorbo y no una alegría... ¿qué tipo de matrimonio es ese? Seguramente conocerás alguna pareja que haya dejado morir el amor, por pura rutina, por no saber que el matrimonio es una experiencia cargada de pequeños detalles, de gestos: un regalo, una sonrisa, una comida inesperada, una oración en familia... ¡Hay tantos medios para caldear el amor en el matrimonio!

Lo que Dios ha unido no debe separarse, porque un divorcio, en lugar de traer paz, trae mayor amargura y dolor, destrozando también la felicidad que merecen los hijos. Es siempre mejor intentar sacar adelante los problemas familiares que sucumbir ante ellos. Además contamos con la ayuda de Dios y de los consejeros que ha puesto a nuestra disposición (un sacerdote, una religiosa, un catequista, etc.)


3-9.

Comentario: Rev. D. Pere Calmell i Turet (Barcelona, España)

«Amarás al Señor, tu Dios... Amarás a tu prójimo»

Hoy, el maestro de la Ley le pregunta a Jesús: «¿Cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» (Mt 22,36), el más importante, el primero. La respuesta, en cambio, habla de un primer mandamiento y de un segundo, que le «es semejante» (Mt 22,39). Dos anillas inseparables que son una sola cosa. Inseparables, pero una primera y una segunda, una de oro y la otra de plata. El Señor nos lleva hasta la profundidad de la catequesis cristiana, porque «de estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas» (Mt 22,40).

He aquí la razón de ser del comentario clásico de los dos palos de la Cruz del Señor: el que está cavado en tierra es la verticalidad, que mira hacia el cielo a Dios. El travesero representa la horizontalidad, el trato con nuestros iguales. También en esta imagen hay un primero y un segundo. La horizontalidad estaría a nivel de tierra si antes no poseyésemos un palo derecho, y cuanto más queramos elevar el nivel de nuestro servicio a los otros —la horizontalidad— más elevado deberá ser nuestro amor a Dios. Si no, fácilmente viene el desánimo, la inconstancia, la exigencia de compensaciones del orden que sea. Dice san Juan de la Cruz: «Cuanto más ama un alma, tanto más perfecta es en aquello que ama; de aquí que esta alma, que ya es perfecta, toda ella es amor y todas sus acciones son amor».

Efectivamente, en los santos que conocemos vemos cómo el amor a Dios, que saben manifestarle de muchas maneras, les otorga una gran iniciativa a la hora de ayudar al prójimo. Pidámosle hoy a la Virgen Santísima que nos llene del deseo de sorprender a Nuestro Señor con obras y palabras de afecto. Así, nuestro corazón será capaz de descubrir cómo sorprender con algún detalle simpático a los que viven y trabajan a nuestro lado, y no solamente en los días señalados, que eso lo sabe hacer cualquiera. ¡Sorprender!: forma práctica de pensar menos en nosotros mismos.


3-10.

Reflexión:

Ez. 37, 1-14. En medio de un mundo que hace agua por todas partes; en medio de muchas ilusiones perdidas, el Señor envía a su Iglesia como Profeta, no sólo para anunciar palabras de consuelo, sino para hacer realidad la restauración y la salvación de la humanidad. El Señor lo dice y lo hace. Hemos de creer en el poder salvador de Aquel que es la Palabra que ha plantado su tienda de campaña en medio de las nuestras. Cuando, proclamando el Nombre de Dios, también nos preocupemos por realizar el bien a nuestro prójimo esforzándonos denodadamente por lograrlo, hemos de ser conscientes de que no somos nosotros, sino el Poder del Señor, que actúa a través de su Pueblo, el que llevará a cabo su obra salvadora entre nosotros. Por eso no ideologicemos el anuncio del Evangelio, sino vivamos fieles a Aquel que nos llamó y nos envió para que sigamos sus huellas y no la de líderes meramente humanos.

Sal. 107 (106). El Señor jamás se olvida de nosotros. Él quiere conducirnos hacia la posesión de los bienes definitivos. Pero no por eso nos llena la cabeza con esa ilusión, abandonándonos a nuestra suerte mientras caminamos, angustiados, por este mundo. Nuestro Dios llama, no sólo a un pueblo, sino a las gentes de los cuatro puntos cardinales para que hagamos nuestra su Vida y su Misión, la que le confió a su Hijo cuando lo envió como Salvador nuestro. Así la Iglesia tiene la misión de confortar al abatido, de socorrer al necesitado, de fortalecer las manos cansadas y las rodillas vacilantes. No podemos permanecer indiferentes ante aquellos que sufren hambre y sed, o que se le va agotando la vida, o que andan errantes, como ovejas sin pastor por un desierto solitario, desorientados ante tantas invitaciones falsas de felicidad o de realización personal. El Señor espera de quienes creemos en Él que, dóciles a su Espíritu, seamos capaces de detenernos ante las angustias de los que sufren, arrancarlos de sus tribulaciones y guiarlos con seguridad, no sólo hacia la posesión de una vida más digna en este mundo, sino también hacia la posesión de los bienes definitivos.

Mt. 22, 34-40. Cuando alguien canta lo hace en torno a una nota fundamental que le da firmeza a su canto, tejiendo notas y más notas en torno a ese tono que sabe que es el que puede alcanzar fácilmente sin deteriorar su voz. Ese es el "Cantus Firmus" del trovador. Y el "Cantus Firmus del cristiano es el amor. En torno a Él se teje toda la vida del hombre de fe en su relación con Dios y en su relación con el prójimo. Los mandamientos de la Ley, si no tienen ese sentido del amor se convierten en letra muerta, que a pesar de ser cumplida puntualmente, se quedaría sin el auténtico sentido que nace del darlo todo en amor a Dios y de servir al prójimo en un amor igual al que nosotros recibimos en Cristo Jesús. Ama, ama y haz lo que quieras; pues entonces jamás te convertirás en un hipócrita ni en un malvado.

El Señor nos ha convocado a esta Eucaristía no sólo para hablarnos al oído del amor que nos tiene, sino para hacernos experimentar ese amor; pues, efectivamente, Él da su vida como rescate nuestro para liberarnos de la esclavitud del pecado, para hacernos hijos de Dios y llamarnos a participar eternamente de la Gloria que le corresponde como a Hijo unigénito del Padre. Él sabe que muchas veces no sólo se han secado nuestros huesos, sino que se nos ha secado el alma y vivimos angustiados y desorientados como ovejas sin pastor. Pero Él jamás se ha olvidado de nosotros. Él ha entregado su vida para restaurarnos y ha infundio su Espíritu en nosotros para que no sólo volvamos a la vida de hijos de Dios, sino para que también colaboremos en la construcción de su Reino entre nosotros.

¿Volverá la vida en medio de nuestras arideces? ¿Florecerán nuestros desiertos? Cuando se pierden la fe y la esperanza, el amor languidece; entonces se vaga sin sentido por la vida. Muchos han convertido en autómatas a sus hermanos, haciendo de ellos sólo un engranaje de la máquina productiva para lograr sus intereses egoístas. Los que creemos en Cristo no podemos cerrar los ojos ante los huesos de nuestro prójimo, calcinados por la injusticia, por el egoísmo, por sistemas económicos injustos. El Señor ha derramado su Espíritu en nosotros para que nos pongamos en pie y amemos a nuestro prójimo en la misma medida en que nosotros hemos sido amados por Él. Vivamos con lealtad esta misión que Dios nos ha confiado, pues el Señor no sólo nos liberó de nuestras esclavitudes y nos dio su Vida, sino que nos ha enviado a proclamar su Evangelio, no sólo con los labios, sino con la vida misma.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de ser fieles a la vida y al Espíritu que Él ha infundido en nosotros, no sólo para que los disfrutemos, sino para que también los hagamos llegar a las gentes de los cuatro puntos cardinales. Amén

Homiliacatolica.com


3-11.

Reflexión

Siempre me ha parecido interesante que siendo el primero y el más importante de los mandamientos el “amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente” sean muy pocas las personas que acuden al sacramento de la reconciliación a reconocer que han fallado a este mandamiento. Ciertamente como dice Jesús, al fallar a cualquiera de los otros mandamientos estamos fallando a estos dos, sin embargo esto pude ser un indicativo de que lugar ocupa Dios en nuestro corazón y la relación que llevamos con él. Si haces un recuento de las ultimas veces en que has acudido al sacramento, te darás cuenta de que la mayoría de las veces este está ocupado con alguna “falta recurrente”, que es el pecado que esta distrayendo tu atención de la santidad, además habrás expuesto una serie de imperfecciones relacionadas con tu carácter y con el trato con los demás… por eso sería bueno que tu próxima reconciliación sacramental la iniciaras diciendo: “Padre me arrepiento de no amar a Dios con todo mi corazón, por ello no he orado lo suficiente, y esto ha hecho que mi vida no se transforme… esto me ha llevado a pecar contra….” Cuando reconocemos que nuestra principal falta es no amar lo suficiente a Dios, inmediatamente nos daremos cuenta de cual o cuales son las causa de esto. Si nos ponemos a trabajar en ellas veremos que nuestras demás faltas irán desapareciendo de nuestra vida.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-12. Amarás a Dios con todo tu corazón

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Clemente González

Reflexión:

“Ama y haz lo que quieras” era el lema de San Agustín. En el amor a Dios y a los demás se resume toda la ley. Quien sea capaz de cumplir este precepto puede hacer lo que le venga en gana. Aunque veremos que es más exigente de lo que parece.

El que ama a sus padres, jamás hablará mal de ellos, ni les hará enfadar. El que ama a sus amigos no les mentirá, ni les tendrá envidia. El que ama a sus hijos no será perezoso para ir al trabajo, ni se emborrachará, ni malgastará el dinero. El que ama a su novia nunca se aprovechará de ella.

Más bien, el que ama será libre para hablar siempre positivamente de todos, podrá ayudar cuando quiera a sus amigos, vecinos y familiares, les tendrá presente en sus oraciones, y será capaz de rezar incluso por sus enemigos. El que sabe amar jamás matará la fama de los otros ni les robará sus derechos; será una persona pacífica.

Cristo es el modelo del amor. Supo ser paciente con todos, perdonando incluso a quienes le iban a matar, se desvivió por enseñar a las gentes, curó las enfermedades de los que se acercaban a Él, y ofreció su vida para salvar las de todos los hombres.

Amó a su Padre y a sus hermanos hasta entregarse por ellos en la cruz. Este último gesto de amor fue el resumen de toda su vida.


3-13.


3-14.