VIERNES DE LA SÉPTIMA SEMANA DE PASCUA

 

LECTURAS 

1ª: Hch 25, 13-21 

2ª: Jn 21, 15-19 = (Jn 21, 1-19: PASCUA 03C)


1.

Esas páginas finales de los Hechos de los Apóstoles citan a un cierto número de personajes históricos. El itinerario de la Iglesia a través del cautiverio de Pablo, ciudadano romano, es confirmada paulatinamente por la gran historia de Roma.

Esos encuentros son importantes: gobernadores, oficiales, soldados, se conocen por los documentos civiles de la época.

En Cesarea, por ejemplo, se ha encontrado recientemente una inscripción que indica el asiento que ocupaba «Pontius Pilatus» cuando asistía a las representaciones teatrales.

En esa misma ciudad de Cesarea, Pablo encontró al gobernador Felix, luego al gobernador Festus, después a Agripa y a Berenice... esa misma Berenice que será pronto la amante de Tito, general romano, vencedor de Jerusalén el año 75. Sí, el evangelio, que ha comenzado en la oscuridad de unas provincias lejanas, va acercándose a Roma, capital del Imperio: pero, por muy torcidos caminos, ¡a través de un cautivo!

En Cesarea, el gobernador, con la mente lógica de un Funcionario oficial nos resume lo esencial del «expediente» de Pablo:

-«Tuvieron una discusión sobre su religión particular... y un tal Jesús

Que murió

Del cual Pablo afirma

Que está vivo.

En efecto, esto es lo esencial.

Para el Gobernador romano, se trata de «un tal Jesús».

Hay escepticismo en esa fórmula, voluntariamente vaga.

Era ya la postura «despreocupada y escéptica» de Pilato:

Ninguna de esas historias tiene importancia... «¿qué es la verdad?»... «un tal Jesús»...

Según Pablo, por el contrario, ese Jesús es un «viviente».

No es para él «un cierto hombre»: Jesús es su compañero de ruta, su razón de vivir.

Pablo vive con ese «viviente».

Recibe su visita en sus cautiverios. El le habla y Pablo le escucha. Lo encuentra en la eucaristía: «esto es mi Cuerpo, ésta es mi Sangre». Es ese Jesús que le permite mantenerse firme en las pruebas, es por El, que está dispuesto a dar su vida cuando será necesario.

Y, ¿qué es Jesús para mI? En verdad ¿creo que Tú estás vivo, Señor?

Sí, Tú estás conmigo. Tú te interesas por la meditación que estoy haciendo. Creo que Tú me hablas, que tienes algo que decirme HoY

Para Pablo la resurrección no es tan sólo un artículo del Credo, una afirmación dogmática: «Resucitó al tercer día, según las Escrituras.» Es una experiencia vivida. «Tú has resucitado el tercer día y Tú vives conmigo.»

-Perplejo ante la dificultad de ese problema... mandó que se le custodiara hasta enviarle el Emperador.

Pablo ha apelado. Ni el tribunal de Cesarea, ni el de Jerusalén tienen ya jurisdicción sobre él. En instancia superior, irá hasta Roma.

Condúcenos, Señor, donde Tú quieres, y ayúdanos para que nos dejemos conducir. Ayúdanos también a vivir en tu presencia. San Pablo, ruega por nosotros.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 3
PRIMERAS LECTURAS PARA ADVIENTO - NAVIDAD
CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 254 s.


2.

La causa de Pablo sigue ahora su curso bajo el sucesor de Félix, Porcio Festo, y sería durante el proceso público ordenado por éste cuando el Apóstol tomaría la decisión trascendental que le llevó a Roma. De este pasaje forman parte los siguientes episodios: la nueva vista de Pablo ante Festo y los representantes judíos venidos de Jerusalén con la apelación al César del procesado (vv 1-12), la información que de ello da Festo al rey Agripa II (13-22) y la nueva comparecencia pública de Pablo ante Agripa, Berenice, Festo y los prohombres de la ciudad (23-27).

Desde el primer contacto del nuevo procurador con las autoridades judías de Jerusalén no cabe duda que el caso de Pablo debió de presentarse como un grave caso pendiente de solución y, aunque descartando de momento su propuesta subrepticia, se dispuso con rapidez una nueva vista de su proceso en Cesarea. Una vez más se nos informa de la acusación y de la autodefensa de Pablo en términos semejantes al proceso anterior. Se aproximaba la hora peligrosa de la política. Si bien Festo parece que tenía una talla de hombre público muy por encima de su antecesor y que demostraba seriedad en querer resolver el caso rápidamente y según las leyes, propuso un nuevo juicio en Jerusalén para «congraciarse con los judíos» (9). Se repetía el caso de Pilato (Lc 23,12.24), de Herodes Agripa (Hch 12,3) y de Félix (Hch 24,27). Al ver Pablo que Festo había ido ya demasiado lejos, apeló al César haciendo uso de nuevo de su derecho de ciudadano romano y bloqueando su proceso en el punto en que se encontraba. El Dios en quien creía Pablo no era el Dios de la fatalidad y de los destinos trenzados al margen de las decisiones humanas, sino el Dios que salva y teje la historia a través de los hombres. Es peligroso pensar que el futuro de la Iglesia y la solución de sus graves problemas serán únicamente el resultado de la gracia y de una plegaria alienadora, y de que no entra en los planes de Dios la acción de los hombres que planean y actúan con clarividencia histórica.

Todavía ordenaría Festo una nueva comparecencia pública de Pablo ante Agripa II y Berenice con los prohombres de la ciudad, no un nuevo proceso que estaba jurídicamente bloqueado por su apelación a Augusto. Sería la ocasión para la última gran apología de Pablo que narran los Hechos. El cautiverio de Pablo, que ofrece al Apóstol constantes oportunidades para exaltar su causa, presenta dificultades para el lector moderno. Aunque la exégesis tradicional se inclinaba a ver en esos relatos una narración histórica, lo más probable es que en todo ello juegue un gran papel el género literario adoptado por Lucas, que dramatiza los sucesos y les hace hablar con acento catequético, al igual que ocurre a menudo en los evangelios y en la historia bíblica en general.

F. CASAL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
 de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 222 s.


3.

Puesto que ya hemos leído la Pasión según san Juan el Viernes Santo... y las apariciones de Jesús resucitado en los días de Pascua... saltamos hoy y mañana seguidamente, a las dos últimas páginas del evangelio de san Juan.

-Simón, ¿me amas más que éstos?

Jesús, a las orillas del lago, acaba de comer con sus discípulos.

Simón Pedro, unas semanas antes, negó tres veces a su Maestro. Jesús le hace una pregunta: "Simón, ¿me amas? Esta misma pregunta tú me la haces a mí. Te escucho en el silencio: "X.., ¿me amas?" Tú esperas mi respuesta.

En la gran corriente de la Historia del mundo, de que hablan la prensa y la radio se halla esta "mi" aventura personal que se desarrolla desde "mi" fe. "¿Me amas, Tú?" No puedo refugiarme en la respuesta de los demás. Es a mí a quien concierne, soy yo el preguntado

-Sí, Señor, tú sabes...

Es así... también el Señor conoce muy bien la debilidad de Pedro. Pero Pedro apela a ese conocimiento aun más pro- fundo que Jesús tiene de él: "¡Tú bien sabes que yo te amo!"

-Apacienta mis corderos.

La intimidad de la Fe y la respuesta de amor de Pedro no se han escrito para ser saboreadas sentimentalmente sino para ser transformadas en responsabilidad.

La relación personal con Jesús, ciertamente indispensable no es un "dúo afectivo" que se cierra sobre "los dos". Este amor es la fuente de un lanzamiento hacia los demás. Puesto que amas a Dios, sé responsable de los demás; sé su pastor... vela sobre ellos... condúceles a los verdes pastos.

-Tres veces Jesús le preguntó "¿Me amas, tú?" Pedro se entristeció de que le preguntara por tercera vez.

La triple negación es ahora una triple pregunta. Esto es lo que evidentemente piensa Pedro. Un buen responsable en la Iglesia o en un grupo cualquiera. Ciertamente no es el que aplasta a los otros con su superioridad... es el que conoce su propia debilidad y cuenta más con la amistad de Dios que con sus propias fuerzas humanas. En la Iglesia sobre todo, el Papado o el Episcopado deben distinguirse por esta señal: ser conscientes de sus propios límites, amar, acordarse de su propia debilidad.

El primado de Pedro, su responsabilidad sobre sus hermanos, es una carga que Cristo le confió, y que se apoya en una "profesión de amor": Jesús le ha pedido incluso ser superiormente amante... "¿Me amas tú, más que éstos?"

-Cuando eras joven te ceñías e ibas adonde querías; cuando envejezcas, otro te ceñirá y llevará adonde no quieras.

Una última parábola de Jesús, sobre la "juventud" y la "vejez", sobre la "libertad" y la "coerción". Llega una edad en la que no puede hacerse todo lo que se quisiera. ¿Cuál es la significación, el valor de todo esto?

-Jesús lo dijo indicando con qué muerte había de glorificar a Dios.

Toda coerción, todo lo que nos conduce "allá donde no quisiéramos ir", puede transformarse en "martirio", en "testimonio" de amor: valor inmenso del sufrimiento aceptado, participación en la redención universal de Jesús.

Yo te ofrezco, Señor, todas mis coerciones y limitaciones del día de hoy...

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 258 s.


4.

1. Hechos 25,13-21

a) El nuevo gobernador romano en Judea, Porcio Festo, mantiene detenido a Pablo en Cesarea, a donde lo han trasladado para mayor seguridad. Y aprovecha la visita del rey Agripa y su hermana Berenice para explicarles el caso de este Pablo, uno de los más curiosos que ha heredado de su antecesor Félix.

Festo, como todos los personajes romanos que aparecen en el libro de los Hechos, se muestra respetuoso de la ley y deseoso de que triunfe la justicia.

A nosotros nos interesa sobre todo el modo cómo él resume la discusión entre Pablo y los judíos. Se trata de asuntos de religión: «un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo».

Y como Pablo ha apelado al César, al gobernador no le queda más remedio que mantenerle en prisión hasta el momento en que se organice la travesía hacia Roma de algún barco oficial.

b) Ojalá se pudiera resumir todo lo que nosotros hablamos y trabajamos, con las mismas palabras del gobernador romano sobre Pablo: «un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo».

El mundo de hoy, aunque en cierta medida aprecie a Jesús de Nazaret por su doctrina y su testimonio, llega pocas veces a la convicción de su divinidad o de su resurrección. No se deja animar por la presencia, también hoy y aquí, de ese Jesús, ahora el Señor Resucitado, que comunica vida a su comunidad, y quiere transformar la sociedad y todo el universo.

De cada uno de nosotros se tendría que poder decir que sí creemos en ese Jesús Resucitado, y que es él quien da sentido a nuestra existencia y a nuestra actividad. Si no, ¿de qué habrán servido estas siete semanas de celebración pascual?

2. Juan 21,15-19

a) Hoy y mañana, los últimos días feriales de la Pascua, cambiamos de escenario. Lo que leemos no pertenece ya a la Ultima Cena, sino a la aparición del Resucitado a siete discípulos a orillas del lago de Genesaret.

Ya habíamos leído esta aparición en la primera semana de Pascua -por tanto el final de la Pascua conecta con su principio- pero hoy escuchamos el diálogo «de sobremesa» que tuvo lugar después de la pesca milagrosa y el encuentro de Jesús con los suyos, con el amable desayuno que les preparó.

El diálogo tiene como protagonista a Pedro, con las tres preguntas de Jesús y las tres respuestas del apóstol que le había negado. Y a continuación Jesús le anuncia «la clase de muerte con que iba a dar gloria a Dios».

b) La escena junto al lago de Tiberíades fue una gran lección para Pedro y para nosotros.

Él había afirmado en la Ultima Cena que, aunque todos abandonaran a Jesús, él no lo abandonaría. Pero luego lo negó tres veces, jurando que ni le conocía. Ahora, a la pregunta de Jesús: «Pedro, ¿me amas más que éstos?», tiene que contestar con mucha más humildad: «Señor, tú sabes que te quiero». Se cuida mucho de no añadir que «más que los demás».

Pedro, el apóstol impulsivo, que quería de veras a Jesús, aunque se había mostrado débil por miedo a la muerte, tiene aquí la ocasión de reparar su triple negación con una triple profesión de amor. Jesús le rehabilita delante de todos: «apacienta mis corderos... apacienta mis ovejas». A partir de aquí, como hemos visto en el libro de los Hechos, Pedro dará testimonio de Jesús ante el pueblo y ante los tribunales, en la cárcel y finalmente con su martirio en Roma.

Al final de la Pascua, cada uno de nosotros podemos reconocer que muchas veces hemos sido débiles, y que hemos callado por miedo o vergüenza, y no hemos sabido dar testimonio de Jesús, aunque tal vez no le hayamos negado tan solemnemente como Pedro.

Tenemos la ocasión hoy, y en los dos días que quedan de Pascua, para reafirmar ante Jesús nuestra fe y nuestro amor, y para sacar las consecuencias en nuestra vida, de modo que este testimonio no sólo sea de palabras, sino también de obras: un seguimiento más fiel del Evangelio de Jesús en nuestra existencia.

También a nosotros nos dice el Señor: «sígueme». Desde nuestra debilidad podemos contestar al Resucitado, con las palabras de Pedro: «Señor, tú sabes que te amo». Y también, imitando esta vez a Pablo, podemos reafirmar que «creemos que Jesús, ese a quien el mundo da por difunto, está vivo».

«Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios» (salmo)

«Haz que vivamos con mayor plenitud las riquezas de nuestra fe» (oración)

«Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (aleluya)

«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero» (evangelio)

«El Espíritu de la Verdad os comunicará toda la verdad» (comunión)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 155-157


5.

Primera lectura: Hechos 25, 13-21 Festo expuso al Rey el caso de Pablo.

Salmo responsorial: 102, 1-2.11-12.19-20ab El Señor puso en el cielo su trono.

Evangelio: Juan 21, 15-19 Simón, apacienta mis ovejas.

El evangelio de Juan no es muy jerárquico. Es decir, no es muy amigo de ponderar ni en Pedro, ni en los Apóstoles su papel de autoridad en la iglesia. El modelo de iglesia que predomina en Juan es el de la comunidad guiada por el amor, a imitación de la Trinidad, así como el Padre y Jesús "son uno" por el Espíritu. Esto no significa que Juan desconozca el papel de la animación y coordinación apostólica. Pero lo sobresaliente en este evangelio es que tanto la autoridad como las personas dirigentes deben estar supeditadas al amor, la regla número uno de la comunidad de Jesús. El amor lo es todo y lo demás hay que ponerlo a su servicio. Se trata, pues, de una autoridad, al servicio del amor.

Este es el bello significado que tiene la perícopa de hoy. A lo largo de todo su evangelio, Juan no había hablado explícitamente de la autoridad de Pedro. Esta aparece en este capítulo 21, llamado el epílogo del Evangelio de Juan, considerado por los especialistas como una añadidura o complemento del evangelio original. Esto no deja de llamar la atención, pues ratifica, una vez más, la máxima importancia que el evangelista le da al tema del amor, para animar o coordinar a una comunidad.

Todas las iglesias primitivas cristianas son claras en expresar que Pedro tuvo el encargo directo, de parte de Jesús, de que animara la fe de todos los hermanos. Esto mismo lo tiene en cuenta Juan, pero con esta doble característica : supeditar la autoridad al amor-servicio, y dejar bien claro que esta autoridad conlleva las limitaciones de la debilidad humana. Por eso Pedro, el triple negador de Jesús, es sometido a una triple confesión de su amor por Jesús y a una triple petición de servir a sus hermanos. Quien entienda que su autoridad es compromiso con el servicio y es amor, no caerá en la tentación de convertir la autoridad en poder, cosa que tanto daño le hace a diario a la iglesia.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


6.

Ante el peligro que pesaba sobre su existencia, Pablo opta por apelar al César. Sin embargo, Festo, procurador en Judea, acude a Agripa monarca judío versado en los problemas propios de la religión, para hacerse una mejor idea del problema que ocurre en su presencia. Pablo expone en un gran discurso su situación personal e insiste en presentar a Jesús como el Mesías, pero con la novedad de que su anuncio alcanza primeramente a los gentiles (Hch 26, 23).

Pablo muestra cómo su fanatismo y celo religioso lo llevaron a convertirse en un opresor y asesino. Su recalcitrante ideología le produjo una locura de la cual sólo la interpelación de Jesús lo salvó. Después de la conversión, no fueron pocos los tropezones y tumbos que tuvo que padecer para superar su mentalidad cerrada. Únicamente la prisión y el desprecio del que fue objeto por su propio pueblo, lo convencieron de su necedad. Ahora, abierto a la acción del Espíritu, comprende que su misión no es al interior de su propio pueblo, sino encaminado por completo a otras naciones.

En el Evangelio, Jesús comparte con el grupo de discípulos una comida preparada por él mismo. La actitud de Pedro ha cambiado notablemente: ya se sumerge en el agua por su propia cuenta (comprende el destino de Jesús) y lidia con empeño con la pesca (comunidad).

La comunidad recibe la comida (Eucaristía) de Jesús y se compromete a participar de su estilo de vida y asumir el destino del crucificado.

Jesús llama a Pedro por su nombre original, "Simón hijo de Juan". Pedro escucha atento la voz del Señor. Su corazón ha ido madurando, y ahora comprende que Jesús no es el Mesías político que él esperaba (Jn 13, 37; 18, 10), sino el ser humano generoso que da su vida en servicio a la humanidad deprimida y agobiada (Jn 15, 13.15). Pedro había sido muy insistente en manifestarle su adhesión en cuanto se ajustaba a sus expectativas (Jn 6, 68s).

Ahora, la experiencia de la resurrección ha caldeado los ánimos y ha madurado las ideas. Pedro se encuentra disponible para seguir el «camino» no ya bajo sus caprichos y exaltaciones, sino animado por el Espíritu del Resucitado. La triple pregunta y afirmación es una rememoración del itinerario del discípulo. Ha partido de una adhesión fervorosa, ha llegado a la negación (Jn 18, 27), ha pasado por la dura experiencia de la muerte de Jesús y ahora llega a un nuevo punto de partida. La adhesión de Pedro no es simple militancia, es amor entrañable por un ser humano que les enseñó el verdadero camino hacia Dios. Amor que se manifiesta en la dedicación exclusiva al servicio a la comunidad: "apacienta mis ovejas".

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


7. CLARETIANOS 2002

Queridos amigos:

Nos saltamos los capítulos 18-20 del evangelio (historia de la Pasión y primeros encuentros pascuales) y nos situamos en el epílogo de la obra de Juan.

Como la duración postresurreccional de Jesús (perdonad la palabra) está tan imbricada con la duración prepascual, no nos debe extrañar que él vuelva sobre sus palabras de antes, que son las palabras de siempre: amor y misión. Comienza sacándole a Pedro por primera, segunda y tercera vez una confesión de amor. Y acto seguido va haciendo, por primera, segunda y tercera vez, el encargo. Porque Jesús sabe que el que lo ama guarda sus mandamientos, que el que lo quiere cumple su encargo. El amor es la raíz en que se alimenta toda verdadera y buena obediencia y la obediencia es el sello de todo verdadero amor.

Después del amor y de la obediencia sólo queda el destino: "cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras". Eso sucederá a su tiempo. Y sucede siempre. Al atardecer de la vida pasó Pedro por el definitivo examen del amor, pero antes había pasado por exámenes parciales día a día, en el ejercicio de la misión encomendada, y no en deliquios especiales ni en fórmulas fanfarronas. Y jornada a jornada tendría que verse expuesto a pasividades parciales. Como todos nosotros, que con mejor o peor gana nos aplicamos a nuestro hacer (las responsabilidades comunitarias, las horas de despacho, la preparación de la celebración, de la catequesis o de la clase, el trabajo en la oficina, los quehaceres de la casa) y sobrellevamos nuestro padecer (el trabajo precario o el paro, la enfermedad breve o crónica, ese achaque que es bastante más que una molestia, un decaimiento general, el quiero y no puedo, las barreras en la comunicación no superadas, la dureza de un trato agresivo y humillante, punzadas de pesimismo...)

En resumen: desde el impulso de un amor y tras el ejercicio de una tarea a veces dura y fatigosa, no exenta de golpes y sufrimientos, desde esa forma de "actividad sufrida", se prepara el discípulo para vivir la pasividad última.

Vuestro amigo.

Pablo Largo, cmf (pldomizgil@hotmail.com)


8. CLARETIANOS 2003

Cesarea es el “brazo largo” de Roma en la escuálida Palestina. Contemplando sus fastuosos monumentos junto al mar Mediterráneo, uno puede pensar que está en la ciudad imperial. Pues bien, el largo proceso contra Pablo (que es ciudadano romano y, por lo tanto, hace valer sus derechos) vive aquí un episodio decisivo. Podríamos decir que Festo es a Pablo lo que Pilatos fue a Jesús: el representante de un poder que “no sabe-no contesta” en materia religiosa, pero que acaba con la vida de un inocente. Al final, a través de procedimientos tortuosos, Pablo dará su vida por un difunto llamado Jesús, que sostiene que está vivo.

El capítulo 21 del evangelio de Juan es un añadido redaccional. La escena que se nos presenta hoy podríamos titularla “Diálogo junto al mar” o “Cuando el amor se hace encargo”. Hay un montón de precisiones técnicas sobre este diálogo entre el Resucitado y Pedro. Se suele poner el acento en el significado de los verbos griegos utilizados, en el juego de corderos-ovejas, en el trasfondo de la triple negación, en el recurso semítico a la repetición enfática, etc.

Quizá podríamos centrarnos en un solo aspecto: la pastoral del amor. Por si esta fórmula resulta ambigua (y deliberadamente lo es), podríamos retraducirla así: el amor es el fundamento de toda pastoral. Jesús no pregunta a Pedro si se ha repuesto ya de su crisis, si se ha sometido a una terapia psicológica para recuperar la autoestima, si ha hecho un cursillo de liderazgo grupal, si sabe manejar situaciones de conflicto, si domina las dinámicas de animación comunitaria. Lo confronta con el fundamento de todo seguimiento y de todo cuidado pastoral: el amor a Jesús y a su comunidad, la decisión de entregar la propia vida para que tengan vida.

¿Qué criterios usamos hoy para elegir a nuestros dirigentes? ¿Les preguntamos si de verdad quieren a Jesús o nos fijamos, más bien, en sus cualidades humanas? ¿Qué significa hoy “apacentar los corderos/ovejas”? ¿No quiere decir, por encima de todo, dar la vida por los hermanos, no buscar el propio interés sino el de los más débiles?

El modelo de liderazgo que Jesús propone a Pedro desenmascara nuestros liderazgos de cartón piedra.

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


9. COMENTARIO 1

v. 15: Cuando acabaron de almorzar, le preguntó Jesús a Simón Pedro:

Simón de Juan, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Señor, sí; tú sabes que te quiero. Le dijo: Apacienta mis corderos.

En el episodio anterior (21,7), Jesús no se ha hecho eco del gesto de Pedro. Terminada la comida se dirige a él. Evita que el problema personal interfiera en su contacto con la comunidad. Jesús lleva la iniciativa (le preguntó). Simón de Juan (cf. 1,42) ha pretendido destacarse del grupo ostentando ser el primero en la adhesión a Jesús (13,37). La pregunta (¿me amas más que éstos?) en­frenta a Pedro con su actitud, en presencia de los demás. Después de sus negaciones, Pedro evita toda comparación; te quiero, amor de amigo, en lugar de «te amo», amor de identificación y se remite al conocimiento de Jesús (tú sabes).

Apacentar equivale a procurar alimento, que, como el que da Jesús, es el don de la propia persona (14,15.21); corderos son los pequeños; ovejas, los grandes; de este modo se representa la totalidad del rebaño.

v. 16: Le preguntó de nuevo, por segunda vez: Simón de Juan, ¿me amas? Le respondió: Señor, sí; tú sabes, que te quiero. Le dijo: Pastorea mis ovejas.

Jesús pregunta por segunda vez, de modo más breve e incisivo si Pedro está realmente identi­ficado con él y lo toma por modelo, renunciando a todo otro ideal de Mesías. Pedro responde de la misma manera.

Pastorear significa dar la vida por las ovejas, como hace el pastor modelo (10,11); esta es la disposición propia de todo discí­pulo.

v. 17: La tercera vez le preguntó: Simón de Juan, ¿me quieres? Pedro se puso triste porque la tercera vez le había pre­guntado: «¿Me quieres?», y le respondió: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero. Le dijo: Apacienta mis ovejas.

La tercera vez recuerda la triple negación. Pedro había profe­sado dos veces ser amigo de Jesús («tú sabes que te quiero»); «ser amigo» es renunciar a la idea de un Mesías de poder (18,10), a la relación de inferior a superior (13,6-8), al trabajo como siervo o asalariado (15,15).

Dice el evangelio que Pedro se puso triste, pues Jesús parece desconfiar de sus afirmaciones ante­riores y le hace recordar su obstinación (Pedro/Piedra).

Pedro insiste: Tú lo sabes todo, nueva rectificación (cf. 13,37s). El tercer encargo de Jesús "apacienta mis ovejas" sintetiza los dos anteriores.

vv. 18-19: Sí, te lo aseguro: Cuando eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás los brazos y otro te pondrá el cinturón para llevarte adonde no quieres. 19Esto lo dijo indicando con qué clase de muerte iba a manifestar la gloria de Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.

Pedro dará la vida en la cruz, como Jesús. Así se asociará hasta el final a su misión de pastor. Pedro, cuando era joven, actuaba a su ar­bitrio, sin objetivo (ibas adonde querías); desde ahora tendrá que ser coherente con el seguimiento, aunque le cueste (adonde no quieres).



COMENTARIO 2

El evangelio de Juan no es muy jerárquico. Es decir, no es muy amigo de ponderar, ni en Pedro, ni en los Apóstoles, su papel de autoridad en la iglesia. El modelo de iglesia que predomina en Juan es el de la comunidad guiada por el amor, a imitación de la Trinidad, así como el Padre y Jesús "son uno" por el Espíritu. Esto no significa que Juan desconozca el papel de la animación y coordinación apostólica. Pero lo sobresaliente en este evangelio es que tanto la autoridad como las personas dirigentes deben estar supeditadas al amor, la regla número uno de la comunidad de Jesús. El amor lo es todo y lo demás hay que ponerlo a su servicio. Se trata, pues, de una autoridad al servicio del amor.

Este es el bello significado que tiene la perícopa de hoy. A lo largo de todo su evangelio, Juan no había hablado explícitamente de la autoridad de Pedro. Esta aparece en este capítulo 21, llamado el epílogo del Evangelio de Juan, considerado por los especialistas como una añadidura o complemento del evangelio original. Esto no deja de llamar la atención, pues ratifica, una vez más, la máxima importancia que el evangelista le da al tema del amor, para animar o coordinar a una comunidad.

Todas las iglesias primitivas cristianas son claras en expresar que Pedro tuvo el encargo directo, de parte de Jesús, de que animara la fe de todos los hermanos. Esto mismo lo tiene en cuenta Juan, pero con esta doble característica: supeditar la autoridad al amor-servicio, y dejar bien claro que esta autoridad conlleva las limitaciones de la debilidad humana. Por eso Pedro, el triple negador de Jesús, es sometido a una triple confesión de su amor por Jesús y a una triple petición de servir a sus hermanos. Quien entienda que su autoridad es compromiso con el servicio y es amor, no caerá en la tentación de convertir la autoridad en poder, cosa que tanto daño le hace a diario a la iglesia.

1. Juan Mateos, Nuevo Testamento, Ediciones Cristiandad 2ª Ed., Madrid, 1987 (Adaptado por Jesús Peláez)

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


10. 2002

Como en Jerusalén los judíos más fanáticos tramaban contra la vida de Pablo, el tribuno decidió remitirlo al procurador romano de la provincia de Palestina, cuya residencia oficial estaba en Cesarea marítima, la ciudad romana que había fundado y construido el rey Herodes el Grande. En la cárcel del gobernador, Pablo estaría más seguro. Este cautiverio se prolongó por unos dos o tres años, bajo el gobierno, primero del procurador Antonio Félix (52-60 DC) y, luego, del de su sucesor Porcio Festo (60-62 DC). En la lectura de hoy el libro de los Hechos nos hace saber, por boca de Festo, que Pablo y sus enemigos han sido escuchados por el gobernador, que no encuentra en la causa nada digno de castigo, y que ha decidido, después de escuchar al mismo Pablo, remitirlo a Roma, para ser juzgado por los tribunales imperiales. Todo esto le informa Festo al rey Herodes Agripa, descendiente de Herodes el Grande, que con su hermana Berenice ha ido a Cesarea a visitarlo.

No nos deben confundir los nombres de los personajes ni las peripecias complicadas de la historia, lo importante es saber que en Pablo se están cumpliendo las palabras de Jesús según las cuales sus apóstoles deberían comparecer ante los reyes y los gobernadores para dar testimonio de su nombre (Mc 13, 9-10). Por otra parte, nos hemos de admirar de que el Espíritu divino disponga los acontecimientos de la historia y mueva los corazones de los hombres, para llevar a cabo, tantas veces sin saberlo, los designios de Dios. El viaje a Roma desde Jerusalén, era largo y costoso. Aunque Pablo se las hubiera ingeniado para hacerlo por su cuenta, el Espíritu dispone las cosas de tal manera que pueda viajar seguro, bajo la vigilancia imperial, y a costa del erario público. En Roma, como veremos, Pablo podrá predicar el evangelio a judíos y a paganos, allí sufrirá su martirio, según una antiquísima y venerada tradición, allí se custodiará su sepulcro hasta el día de hoy, y su nombre junto con el de Pedro, quedará indisolublemente unido al destino de la ciudad eterna.

¿Que tal Pablo en New York? ¿O en Tokio? Seguramente no lo habrían arredrado estas megalópolis contemporáneas de varios millones de habitantes, donde los seres humanos viven a veces como hormigas o termitas, sin conciencia de su dignidad ni de su singularidad. Pero en nuestras grandes ciudades están hoy, a falta de Pablo y movidos por el mismo Espíritu que lo condujo a él, muchas comunidades cristianas que anuncian y viven el Evangelio, el mismo que predicara Pablo hace ya 20 siglos completos. Nos podríamos preguntar si nuestra comunidad cristiana ejerce algún influjo sobre el entorno de nuestra ciudad. Si habitada por cristianos nuestra ciudad, grande o pequeña que sea, es más humana, más habitable, más fraterna. Esa será la medida del compromiso de nuestra fe.

Como terminamos de leer los capítulos 13-17 del evangelio de Juan, los discursos de despedida de Jesús, la liturgia nos propone en estas vísperas de Pentecostés la lectura de los últimos pasajes del 4º evangelio, concretamente del capítulo 21 que, según los especialistas es un añadido al texto original del evangelio que terminaba en el capítulo 20. No debemos extrañarnos de que así se completaran nuestros textos sagrados. Creemos firmemente que fueron escritos bajo la inspiración del Espíritu divino que movió a los autores, a uno solo o a varios, a completarlos tal y como El quería.

El pasaje evangélico que hoy leímos nos presenta el último diálogo de Jesús con su apóstol Pedro. Se trata de un encuentro entre el resucitado y algunos de sus discípulos, a orillas del lago de Genesaret, donde tantas veces estuvieron antes de la crucifixión y de la Pascua. Jesús pregunta al apóstol, por tres veces, si lo ama. Y Pedro se ve obligado a confesar su amor, también por tres veces, como habían sido tres las negaciones en la noche oscura de la Pasión del Señor. A cada confesión del apóstol Jesús le reitera un mandato: el de apacentar su rebaño compuesto de ovejas y corderos. La imagen puede parecernos demasiado bucólica, campesina, a nosotros acostumbrados a vivir en las grandes ciudades, lejos de los encantos de la naturaleza. A algunos les parece demasiado pasiva la comparación de la iglesia con un rebaño de ovejas. Pero eran las imágenes de la época en que fueron escritos los evangelios, imágenes que provienen del AT, imágenes que hablan de amor, entrega hasta la muerte, servicio desinteresado entre personas que se consideran hermanadas por la vida y por la fe. ¿O preferiríamos imágenes de dependencia entre jefes y súbditos, entre gerentes y empleados, patrones y obreros, amos y siervos? Seguramente no: porque la imagen del rebaño guiado, protegido, servido por su humilde pastor, esta entrañablemente unida a nuestra concepción de la Iglesia, en donde todos somos hermanos y en donde los pastores tienen graves responsabilidades de las cuales darán estrecha y rigurosa cuenta al único y supremo pastor que es Cristo.

Eso es lo que significan las misteriosas palabras que, al final de la lectura, Jesús resucitado dirige a Pedro: le anuncian un destino de compromiso con los suyos y de testimonio hasta el martirio cuando: “otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras”. Efectivamente el apóstol Pedro, después de evangelizar en Jerusalén, en Palestina, luego en la gran capital de Siria, arribó a Roma, como Pablo, y allí murió mártir, cumpliendo el destino de los apóstoles.

Quiere la liturgia de estos días que asumamos las responsabilidades de nuestra fe pascual y que, dóciles al Espíritu que desde sus orígenes guía y anima a la iglesia, estemos dispuestos a emular a los apóstoles de Jesús, testimoniándolo con nuestro ejemplo y nuestras palabras en medio de nuestros hermanos.

1. Juan Mateos, El evangelio de Juan. Texto y comentario. Ediciones El almendro, Córdoba 2002 (en prensa).

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).


11. DOMINICOS 2003

La prueba del amor

En la liturgia de la palabra revivimos hoy la prueba del amor. Es una prueba en la que nadie debe tratar de sustraerse al interrogante que Jesús nos hace en la persona de Pedro y en la crisis o persecución por la que pasa Pablo.

Probablemente quienes abrimos esta página de internet llevamos muchos años, o al menos algunos, al lado del Señor, como amigos suyos: celebrando la fe, escuchando su palabra, observando las maravillas de su amor misericordioso, asistiendo a sus disputas sobre la vigencia de la ley y sobre el advenimiento del hombre nuevo... Pero en pocas ocasiones nos habrá examinado Jesús tan a fondo como lo hace hoy preguntándonos por el grado de nuestro amor y por la seriedad de nuestros compromisos de vida.

No desperdiciemos esta oportunidad de provocar en nosotros mismos un cambio radical y un reencuentro con el Señor que sea fecundo en gracia.

En vísperas de Pentecostés, venida del Espíritu sobre nosotros, estas palabras de la antífona de entrada a la Misa pueden servirnos de recuerdo en la fe y de invitación a la reflexión: El Señor,  que nos amó, nos ha librado de nuestros pecados y lo ha hecho por su sangre, y nos ha convertido en un reino de justicia, amor y paz, y nos ha hecho sacerdotes de Dios, su Padre. Aleluya.

 

Palabra encadenada o libre

Hechos de los apóstoles 25, 13-21:

”Transcurridos unos días, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea para cumplimentar a Festo, y se entretuvieron allí varios días.

Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: tengo aquí un preso que ha dejado el procurador Félix; cuando fui a Jerusalén, los sumos sacerdotes y los senadores judíos presentaron acusación contra él pidiendo su condena...; yo, perdido en la discusión entre él y los judíos, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que le juzgasen allí.

Pero él ha apelado a Roma, pidiendo que lo deje en la cárcel, para que decida el emperador, y yo he dado orden de tenerlo en prisión hasta que pueda remitirlo al César”.

Pablo, perseguido por quienes fueron sus adictos y admiradores en la persecución a los cristianos, es ahora su víctima. Tanto que los romanos no entienden cómo se pueden mezclar actitudes de animadversión personal con actitudes políticas-religiosas. Tristemente es tan real, habitual e inconsecuente lo que pasa con Pablo y los judíos que a todos nos afecta y a todos nos avergüenza. Pero eso es lo que hacemos con frecuencia en nuestra historia.

Evangelio según san Juan 21, 15-19:

“Después de la resurrección, habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos junto al mar de Tiberíades, y comiendo con ellos, preguntó a Simón Pedro:

 Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Pedro contestó: sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: apacienta mis corderos.

Por segunda vez le pregunta: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?. Él le contesta: sí, Señor, tú sabes que te quiero. Él le dice: apacienta mis ovejas.

Por tercera vez le pregunta: Simón, hijo de Juan , ¿me quieres?. Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería, y le contestó: Señor, tú lo conoces todo, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: apacienta mis ovejas....”

En la lectura primera, referida a la vida de Pablo, teníamos al odio actuando, a la persecución encadenando a hombres libres. En cambio, en este párrafo del Evangelio las cosas adquieren un tono totalmente distinto. Jesús busca a sus discípulos con amor, aunque le habían abandonado; Jesús provoca reacciones que hacen saltar lágrimas del corazón de los discípulos y los levanta de su humillación; Jesús recuerda la palabra dada y la mantiene, porque confía y comprende.

 

Momento de reflexión

Veámonos en el espejo de Pablo.

Conviene que nos miremos en la vida, misión, persecución y entereza de Pablo. Veremos en él -como en un espejo- lo que puede ser vida y camino de muchos cristianos (y no cristianos) cuando se comprometen en el seguimiento fiel de un ideal humano, social, religioso, que altera las situaciones reinantes en cada momento, y puede dar origen a la formación de un hombre y sociedad nuevas.

El caso de Pablo tiene caracteres excepcionales, es verdad, porque media entre él y el pueblo judío gobernante una oposición radical.

Pero repasemos la historia y pensemos en cientos de misioneros que fueron mártires de Cristo en China, Japón, Vietnam... y veremos que sus procesos martiriales fueron tan crueles como los de Pablo.

Ello no obstante, nuestra vida cristiana habitual se mueve en otras coordenadas de paz, libertad, tolerancia, compromiso, entrega. La mayoría somos más débiles que esos héroes y dependemos más de nuestra voluntad de amor y servicio.

Convendría que nos preguntáramos: Nosotros, ¿en qué medida somos probados por las adversidades y sabemos responder con la verdad y espíritu de Pablo?

Amigo, ¿tú, amas de verdad a Cristo y a los hombres?

Hagamos también un esfuerzo por someternos a las preguntas que Jesús dirige a Pedro y a nosotros mismos. Si lo hacemos, en la respuesta que le demos se pondrá de manifiesto el grado de nuestra fidelidad, generosidad y entrega.

¿Amamos o no amamos de verdad? No importa tanto saber si nuestro amor es mayor o menor que el de nuestro hermano. El más o menos es ahora secundario. Lo importante son dos cosas:

Primera: ¿Sabemos apreciar los dones que cada uno (y todos juntos) hemos recibido de Dios y de los hombres? ¿Cómo valoráramos nuestra respuesta? 

Segunda: ¿Tomamos de cuando en cuando el pulso a nuestra temperatura espiritual y a nuestra disponibilidad? ¿Nos ponemos decididamente a favor del cambio en nuestras actitudes y comportamientos muy poco fieles y dignos?

Nuestro amor sincero y nuestra ingratitud hablarán siempre por los signos, por las obras de caridad, solidaridad, olvido de nosotros mismos, justicia en nuestros actos... 


12. Viernes 6 de junio de 2003 San Marcelino Champagnat

Hch 25,13-21: Romanos y judíos disienten sobre Pablo
Salmo responsorial: 102, 1-2.11-12.19-20
Jn 21,15-19: “Pedro, ¿me amas?”

Hechos 25,13-21: Romanos y judíos disienten sobre Pablo

La apelación de Pablo al César (Hch 25,10-11) y la respuesta positiva del procurador Festo (“apelas al César, pues irás al César”, 25,12), pedían el inmediato traslado de Pablo a Roma. Pero Lucas hace en su relato un largo paréntesis, en el que Pablo expondrá su caso al rey Agripa. En la lectura de hoy (primera parte del paréntesis) aparecen unos personajes que aluden a otros: Agripa II era hijo de Herodes Agripa I (cf Hch 12,1) y reinaba en Iturea. Berenice era su hermana. Nerón ostentaba entonces el título de Augusto, como emperador (25,21-25), y Festo era el nuevo procurador.

El objetivo de Lucas en ese paréntesis es doble: introducir una declaración de la autoridad romana y judía sobre la inocencia de Pablo (cf Hch 26,30-32), y aproximar el proceso contra Pablo al proceso que sufrió Jesús, llevados y traídos ambos entre las autoridades judías y romanas, que entran en complicidad y en cotradición sobre la acusación y la sentencia. Con la furia con que los judíos sentenciaban a muerte a Pablo, contrasta el modo romano de relativizar unos cargos que al imperio le traen sin cuidado: sólo son cosas “de su propia religión”, a vueltas con “un tal Jesús ya muerto, que según Pablo está vivo” (Hch 25,23-27).

Juan 21,15-19: “Pedro, ¿me amas?”

Todo el epílogo del evangelio de Juan es un apéndice añadido posteriormente, que pretende zanjar cualquier desequilibrio en la “cuestión de precedencia entre Pedro y el discípulo amado”. La comunidad joánica reconoce la jerarquía pastoral de Pedro, pero, la ve fundada y centrada en el amor a Jesús. Amor tres veces confesado, en reparación de la triple negación de Pedro en la pasión del Señor. Y el pastoreo de Pedro debe alcanzar, como el de Jesús, el “amor mayor” de dar la vida por las ovejas. Así queda definida y reconocida la autoridad de Pedro en la comunidad del discípulo amado.

SE CUMPLE HOY LA PALABRA PROCLAMADA

Todos los ministerios en la Iglesia, todos los carismas, vocaciones y servicios al Reino de Dios (todos, los de Pedro y de su sucesor el Papa, y todos los demás) brotan, se centran y se expresan en ese amor servicial y desinteresado a la persona de Jesús y a su Causa del Reino. Amor cuyo dinamismo nos dispone y nos lleva, de maneras diversas, hacia el “amor mayor” de dar la vida dando vida. Así es el don de toda vocación eclesial al servicio del Reino de Dios, según Jesús. Ese es el estilo de su Espíritu.

Nos lo ilustra hoy el itinerario final de Pablo, que va, inocente y procesado como Jesús y como Pedro, adonde lo llevan, “testigo” del amor que profesa y predica. En cada eucaristía vivimos sacramentalmente ese itinerario que siguió Jesús, llevado a la muerte en cruz y resucitado por su amor fiel al Padre y su fidelidad al Proyecto de vida justa y digna para todos y todas. En cada eucaristía nos integramos a ese itinerario, siguiendo a Jesús en nuestra misión que prosigue la suya. Y nuestro cotidiano vivir la misión del Reino en el acontecer de la historia, se nos hace camino de muerte y resurrección: itinerario “pascual” que hemos de andar con amor a Jesús y a su Causa del Reino; un amor que humaniza la vida de todos.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


13. ACI DIGITAL 2003

15. Las tres preguntas sucesivas quizá recuerdan a Pedro las tres veces que había negado a su Maestro. Jesús usa dos veces el verbo amar (agapás me) y Pedro contesta siempre con otro verbo: te quiero (filo se). La tercera vez Jesús toma el verbo de Pedro: me quieres (filéis me). También usa el Señor verbos distintos: boske y póimaine, que traducimos respectivamente apacienta y pastorea (así también de la Torre), teniendo el segundo un sentido más dinámico: llevar a los pastos. En cuanto a corderos (arnía) y ovejas (próbata) - el probátia: ovejuelas, que algunos prefieren la segunda vez, no añade nada (cf. Pirot) - indican matices que han sido interpretados muy diversamente. Según Teofilacto, los corderos serían las almas principiantes, y las ovejas las proficientes. Según otros, representan la totalidad de los fieles, incluso los pastores de la Iglesia. Pirot hace notar la relación con el redil del Buen Pastor (10, 1 - 16; cf. Gál. 2, 7 - 10). El Concilio Vaticano, el 18 de julio de 1870, invocó este pasaje al proclamar el universal primado de Pedro (Denz. 1822), cuya tradición testifica autorizadamente S. Ireneo, obispo y mártir. Ello no obstante es de notar la humildad con que Pedro sigue llamándose simplemente copresbítero de sus hermanos en el apostolado (I Pedr. 5, 1; cf. Hech. 10, 23 y 26 y notas), a pesar de ser el Pastor supremo.

18. A raíz de lo anterior Jesús profetiza a Pedro el martirio en la cruz, lo que ocurrió en el año 67 en Roma, en el sitio donde hoy se levantan la Basílica de S. Pedro. Cf. II Pedr. 1, 12 - 15. Véase 13, 23.


14. 2004  SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO

El texto de hoy se sitúa en la estadía de Pablo en Cesarea. Veamos toda la sección.

Pablo en Cesarea: 24, 1 - 26, 32

En esta sección tenemos la segunda apología (24, 10-21) y la tercera apología de Pablo (26, 1-23). El relato es lento y repetitivo, con una insistencia exagerada en la inocencia de Pablo. El primer proceso judicial es ante el procurador romano Félix (24, 1-27). El abogado Tértulo acusa a Pablo de 3 cosas: (1) Pablo perturba el orden: provoca altercados entre los judíos de toda la tierra; (2) Pablo es jefe principal de la secta de los nazarenos, y (3) intentó profanar el Templo. Pablo niega la primera y tercera acusación, pero asume la segunda, identificándose plenamente con la comunidad judeo-cristiana de Jerusalén (vv.14-16). Pablo alega que la comunidad no es una secta, sino un camino, y que según este camino, da culto al Dios de sus padres y cree en todo lo que se encuentra en la Ley y los Profetas; más aún: Pablo tiene en Dios la misma esperanza que tienen los fariseos, que habrá una resurrección universal. Pablo se presenta así no sólo como un judío perfecto, sino como un fariseo consecuente, que se esfuerza por tener una conciencia limpia ante Dios y el pueblo. Pablo aquí no está fingiendo, sino dando testimonio de una dimensión importante y verdadera de su identidad histórica. Este testimonio histórico de Pablo, que presenta Lucas en Hch, no contradice la identidad histórica de Pablo que aparece en sus cartas, aunque las perspectivas desde las cuales se define la identidad de Pablo sean diferentes. Pablo, además, agrega que ha venido a Jerusalén a traer limosnas a su pueblo y ofrendas al Templo (v.17). Algunos ven aquí una alusión a la colecta de Pablo (Rom 15, 25-27), pero no es seguro, pues aquí la limosna es para el pueblo y la ofrenda para el Templo; la colecta de Pablo era para la Iglesia judeo-cristiana de Jerusalén.

¿Cómo entender esta defensa que Lucas hace de Pablo como un judío practicante y un fariseo consecuente? ¿ Es una simulación piadosa para salvar a Pablo o Lucas lo piensa realmente así? Lucas está aquí reconstruyendo fielmente la realidad histórica de Pablo, pero también defendiendo a Pablo ante la Iglesia de su tiempo. En el juicio contra Pablo hay un enfrentamiento aparente entre judaísmo y movimiento cristiano, y Roma aparece como garante de la sobrevivencia del cristianismo. En profundidad, sin embargo, las cosas no son así, pues, por un lado, el movimiento cristiano es presentado en armonía y en continuidad con la religión judía, incluso identificado con el fariseísmo, que era su forma más radical; y por otro lado, el sistema romano es presentado como corrupto y su acción como ilegal: Pablo es declarado inocente y no lo ponen en libertad; Félix es un corrupto, que espera dinero de Pablo (24, 26); después de dos años Pablo debió ser liberado, pues no había acusación ni condenación, sin embargo Félix lo deja preso contra toda legalidad, únicamente para congraciarse con los judíos. Félix, además, aparece como un perverso, que no soporta que le hablen de justicia, de dominio propio y menos de juicio futuro (24, 25). El enfrentamiento de fondo en el relato de Hch es, en realidad, entre el judeo-cristianismo y una alianza de judíos y romanos corruptos. El judeo cristianismo es realmente fiel a la Ley y a los profetas, y respetuoso también del orden romano. Los que buscan matarlo son los sumo-sacerdotes y judíos principales que no respetan la ley y los profetas, y la corrupción romana, que no respeta el orden del César.

En el capítulo 24 (proceso ante Félix) pudo haber terminado el proceso de Pablo, pero Lucas agrega el capítulo 25 y 26 donde presenta el proceso ante el procurador Festo (sucesor de Félix) y ante el rey Agripa. La sensación es que el relato se alarga inútilmente y que Lucas insiste fastidiosamente en los mismos argumentos. En 25,1-12 tenemos el proceso ante Festo. Dos años después del juicio ante Félix, todavía los sumos sacerdotes y los principales de los judíos persiguen a Pablo y quieren matarlo (vv.2-3). Pablo hace una defensa tajante y densa: "Yo no he cometido falta alguna ni contra la ley de los judíos ni contra el Templo ni contra el Cesar" (v.8). Ante esta declaración de Pablo, Festo cambia de estrategia: para congraciarse con los judíos, propone a Pablo ir a Jerusalén y ser juzgado ahí en presencia del procurador (v.9). Festo con esta propuesta quiere entregar a Pablo a los sumo-sacerdotes y principales judíos, que por lo demás ya habían decidido matar a Pablo camino a Jerusalén. Pablo tiene que elegir entre su fidelidad a la ley, al Templo y al César o entregarse a la alianza perversa que se estaba dando entre el poder judío y el poder romano. Pablo rechaza entregarse a la alianza corrupta judío-romana y opta por su fidelidad a la ley, al Templo y al César, lo que en concreto significaba apelar al César. Esta apelación no es simplemente una decisión táctica o de conveniencia, sino un acto de fe de Pablo, que ve como voluntad de Dios conservar su vida para dar testimonio en Roma, tal como Jesús mismo se lo había revelado (23, 11). Por eso usa la fórmula teológica: "Estoy ante el tribunal del César, que es donde debo ser juzgado" (v.10). El "debo" (en griego "dei") expresa sometimiento a la voluntad de Dios. La misma expresión y con el mismo sentido teológico aparece en 19, 21 cuando Pablo manifiesta que debe ir a Roma y en 27, 24 cuando Jesús revela a Pablo que debe comparecer ante el César. Hay un claro paralelismo entre el proceso de Jesús (según Lc 23) y el proceso de Pablo. Jesús comparece dos veces ante Pilatos y Pablo es juzgado por dos procuradores (Félix y Festo). La comparecencia de Jesús ante Herodes tiene su correspondencia, que luego veremos, en la comparecencia de Pablo ante Agripa. El paralelismo se torna antitético, pues Jesús calla ante Pilatos y Herodes; Pablo, por el contrario, hace una triple apología o defensa. Pilato reconoce la inocencia de Jesús, pero lo entrega a los sumo-sacerdotes y autoridades judías. Félix y Festo reconocen igualmente la inocencia de Pablo. Festo quiere entregar a Pablo a las autoridades judías, pero no puede, pues Pablo apela al Cesar. Jesús y Pablo son fieles a la voluntad del Padre. Jesús es fiel callando, Pablo es fiel apelando al Cesar.

En 25, 13 - 26, 32 Lucas narra extensamente y con muchas repeticiones la comparecencia de Pablo ante el rey Agripa. Veamos algunas claves de interpretación. En 25, 14-21 Festo resume a Agripa la situación de Pablo. Al día siguiente Festo otra vez resume el caso de Pablo ante Agripa, los procuradores y otra gente principal de la ciudad. Lo que aquí se resume dos veces, ya se había narrado en 25, 1-12. ¿Porqué esta triple repetición de los sucesos? Lucas desarrolla tres temas en forma cada vez más intensiva: el odio de los dirigentes judíos contra Pablo, la inocencia de Pablo y la intención aparente del procurador romano de salvar a Pablo (25, 25-27). Lucas claramente disculpa a Festo (como en el Evangelio disculpa a Pilatos) y se identifica en cierto sentido con el supuesto sentido romano de la justicia: si Pablo sigue preso no es por ser culpable o por una falla de Festo o del sistema jurídico romano, sino porque Pablo apeló al Cesar. Lucas, sin embargo, no olvida que Pablo apeló al César porque Festo quería entregarlo a las autoridades judías y porque Pablo vio como voluntad de Dios comparecer ante el César para poder salvar su vida y llegar a Roma. Lucas no disimula que tanto el informe de Lisias a Félix (23, 26-30), como el de Festo a Agripa (25, 14-21 y 24-27), deforman los hechos. El escenario que construye Lucas de una confrontación radical entre Pablo y las autoridades judías, donde Pablo se salva gracias al orden y la legalidad del imperio romano, es aparente, pues las autoridades romanas son tan corruptas como las autoridades judías.

En 26, 1-23 tenemos la tercera apología de Pablo (la primera fue ante el pueblo judío en 22, 1-21 y la segunda ante Félix en 24, 10-21). En la primera y tercera apología se incluye el relato de la conversión de Pablo. Esta última apología, ahora ante el rey Agripa, es el último discurso en el libro de Hechos. En esta apología tiene un lugar destacado las palabras que Jesús resucitado dijo a Pablo en su encuentro camino a Damasco (vv.14-18). Pablo, en primer lugar, da testimonio de su vida, desde su juventud hasta el momento ahora que es juzgado. Pablo no sólo ha sido siempre un judío ejemplar, sino que ha vivido siempre hasta hoy conforme a la secta de los fariseos, la más estricta de su religión. Pablo es juzgado por esta fidelidad radical a la fe de su pueblo. Fue esta fidelidad a Dios, lo que lo llevó a perseguir el nombre de Jesús y a los santos (Lucas exagera aquí conscientemente las acciones persecutorias de Pablo). Una Luz y una Palabra interrumpen súbitamente la vida de Pablo, el cual encuentra a Jesús en sus propias víctimas. Pablo ha sido siempre fiel a Dios, pero esta misma fidelidad lo lleva ahora a contradecir lo que él creía ser designio divino ("te es duro dar coces contra el aguijón" v. 14). El mensaje de Jesús resucitado a Pablo tiene como sentido básico, no la "conversión" de Pablo, sino su vocación y misión (vv. 16-18), al estilo de los relatos tradicionales de vocación y misión de los profetas en el A.T. El discurso de Jesús tiene 4 elementos claves: (1) orden de levantarse y ponerse de pie, pues Pablo ha sido derribado a tierra por la luz de Cristo; (2) Jesús se apareció a Pablo para constituirlo garante y testigo de lo que ha visto en Cristo resucitado y de lo que verá cuando Jesús se le aparezca en el futuro. La experiencia de Jesús resucitado es fundamental en el testigo (cf. 1 Cor 9, 1 /15, 5-7 ). En ésta se fundamenta la autoridad y legitimidad de Pablo. (3) Para cumplir su misión Pablo debe ser liberado (rescatado) del pueblo judío y de los pueblos gentiles a donde irá. Liberar tiene aquí muchas resonancias: conocer, consagrar, constituir (cf. Jer 1, 4-8), pero también proteger de peligros, liberar de enemigos, no tener miedo. (4) La misión de Pablo consiste en abrir los ojos, sacar de las tinieblas a la luz, pasar del poder de Satanás al poder de Dios, remisión de pecados para participar en la herencia de los santos. Pablo se defiende ante el rey Agripa que él no fue desobediente a esta visión celestial, y que todo cuanto ahora hace y dice está contenido en la Ley y los Profetas (vv. 19-23). La reacción a la apología de Pablo (26, 24-29) es doble: Festo considera que Pablo es un loco, a lo cual Pablo responde que él "habla cosas verdaderas y sensatas". Luego Pablo desafía a Agripa, que si cree en los profetas, debería consecuentemente hacerse cristiano. La conclusión en 26, 30-32 es la conclusión a todo el juicio de Pablo, tanto en Jerusalén como en Cesarea (cap. 21-26): retirada del poder judío y romano ante la triple apología de Pablo y declaración formal de su inocencia: "Este hombre no ha hecho nada digno de muerte o de prisión".

Reflexión Pastoral sobre Hch 21, 16 - 26, 32

1) En el des-encuentro de Pablo con la Iglesia de Jerusalén (desencuentro entre misión y jerarquía), Pablo nos dio un ejemplo de amor a la Iglesia y de la importancia de sufrirlo todo por la unidad de la Iglesia. ¿Se dan hoy en día estos des-encuentros? ¿Qué nos enseña Hch para superar estas crisis y reconstruir la unidad de la Iglesia?

2) Estudiemos las tres apologías de Pablo (22, 1-21 / 24, 10-21 / 26, 1-23) y hagamos un estudio comparativo para ver cómo Pablo entiende su vocación y misión. Cuáles son los argumentos que utiliza Pablo en su defensa. Pablo no sólo se defiende, sino que también da testimonio de Jesús ante el pueblo y ante las autoridades. Hagamos una síntesis de la Pasión de Pablo en Jerusalén y Cesarea. ¿Cuáles son las semejanzas y diferencias con la Pasión de Cristo en Jerusalén? ¿Cuál es el mensaje de todos estos textos para la Iglesia de hoy? ¿Porque Lucas narra tan extensamente la Pasión de Pablo en Jerusalén y Cesarea?

3) Pablo lucha contra las autoridades corruptas judías que se han aliado con las autoridades corruptas romanas. ¿Cómo vive la Iglesia hoy en día esta lucha y contradicción?

4) Meditemos sobre la aparición de Cristo resucitado a Pablo (23, 11) y cómo vivimos nosotros hoy esta experiencia.


15. DOMINICOS 2004

Simón, ¿me amas más que éstos?

Ven, Espíritu divino...
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

En la liturgia de la palabra revivamos hoy –movidos por el Espíritu- la prueba del amor. Es una prueba en la que nadie debe tratar de sustraerse al interrogante que Jesús nos hace en el Evangelio en la persona de Pedro.

Probablemente llevamos muchos años, o al menos algunos años, al lado del Señor: celebrando la fe, escuchando su palabra, observando las maravillas de su amor misericordioso, asistiendo a sus disputas sobre la vigencia de la ley y sobre el advenimiento del hombre nuevo...

Pero es probable también que en pocas ocasiones nos haya examinado Jesús tan a fondo como lo hace hoy, preguntándonos por el grado de nuestro amor y por la seriedad de nuestros compromisos de vida. No desperdiciemos la oportunidad de provocar un reencuentro que sea fecundo en gracias.



La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Hechos de los apóstoles 25, 13-21:
{Pablo fue conducido al cuartel, en Jerusalén, para que no fuera martirizado. Pero hubo un nuevo atentado, y esto aconsejó al tribuno romano el traslado del apóstol a Cesarea, para que fuera examinado por el procurador Félix, y después por Festo. Ante esa situación, Pablo, para no verse sometido a los judíos de Jerusalén, apeló al César}.

”Transcurridos unas fechas, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea para cumplimentar a Festo, y se entretuvieron allí varios días. Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: tengo aquí un preso que ha dejado Félix; cuando fui a Jerusalén, los sumos sacerdotes y los senadores judíos presentaron acusación contra él pidiendo su condena... ; yo, perdido en la discusión entre él y los judíos, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que le juzgasen allí. Pero él ha apelado a Roma, pidiendo que lo deje en la cárcel, para que decida el emperador, y yo he dado orden de tenerlo en prisión hasta que pueda remitirlo al César”.

Evangelio según san Juan 21, 15-19:
“Después de la resurrección, habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos junto al mar de Tiberíades, y comiendo con ellos, preguntó a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Pedro contestó: sí, Señor, tú sabes que te quiero. Y Jesús le dijo: apacienta mis corderos. Por segunda vez le pregunta: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?. Él le contestó: sí, Señor, tú sabes que te quiero. Y él le dijo: apacienta mis ovejas. Por tercera vez le preguntó: Simón, hijo de Juan , ¿me quieres?. Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería, y le contestó: Señor, tú lo conoces todo, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: apacienta mis ovejas....”



Reflexión para este día
¿Tú me amas? Convendría que todos y cada uno nos hagamos esa pregunta: ¿en qué medida somos probados por las adversidades y sabemos responder con la verdad y espíritu de Pablo o de Pedro, diciendo que amamos de verdad? Si lo hacemos, en la respuesta que demos se pondrá de manifiesto el grado de nuestra fidelidad, generosidad y entrega.

No importará tanto saber si nuestro amor preferencial a Cristo -en el trabajo, en la cárcel, en la persecución, en el servicio voluntario, en la misión- es mayor o menor que el de nuestro hermano. Nos bastará con examinarnos a nosotros mismos en el amor y la verdad, sabiendo apreciar los dones que recibimos de Dios y de los hombres.

¿Y si nuestro amor es poco? Al tomarnos el pulso, pongámonos decididamente a cambiar nuestras actitudes y comportamientos mediocres. Que ellos hablen de nuestro amor sincero en obras de caridad, solidaridad, olvido de nosotros mismos, justicia en nuestros actos, calor de oración, abrazo de la cruz...


16. CLARETIANOS 2004

MÁS TESTIGOS

“Un difunto llamado Jesús”
Se va apagando el tiempo de Pascua, tiempo que es como un domingo interminable. Y hasta el final van desfilando los testigos de la Resurrección. Tenía que ser así. La Resurrección de Jesucristo es el corazón de nuestra fe. Hoy miramos dos testigos: los discípulos comiendo junto al lago y Pablo. Frente al sanedrín que pide la condena del apóstol, el representante de la autoridad romana, más imparcial y escéptico, proclama su inocencia porque, al fin, sólo se trata de una minucia: “Ciertas discusiones acerca de un difunto llamado Jesús que Pablo retiene que está vivo”.

La Resurrección, como la cruz, es signo de contradicción; es tropiezo, escándalo y locura para los que no creen. Nosotros, como Pablo, gritamos que está vivo. Queremos ser los testigos del Resucitado frente a la indiferencia, cuando se seca la fe en Jesucristo. Sus enemigos, cuando se corrió la piedra del sepulcro, creyeron que todo había acabado. (Muerto el perro...). Pero no, sigue vivo. Son millones los que todavía le siguen; los que viven y mueren por él.

Testigos junto al lago
Una mañana de pesca y comida junto al lago. Viene primero la confesión del discípulo al que Jesús tanto quería: “Es el Señor”. Después de comer, Pedro confiesa tres veces el amor a su Maestro. “Tú sabes que te amo”. Tres veces la confesión porque tres veces fue la negación en la noche de la traición y del abandono. Por eso, consigna con cuidado el evangelista, Pedro se entristeció, al oír la insistencia en la pregunta. Pedro es el ejemplo supremo de la condición humana: fácil al pecado, fácil al arrepentimiento y al amor. El mismo que proclama a Jesús como Mesías lo quiere apartar de su camino; el mismo que es llamado dichoso escucha de labios de Jesús: “Apártate de mí, Satanás”. ¿Por qué esas ganas de aureolar a los humanos personajes, como para sacarlos del círculo de los mortales? Lo bueno es que, Dios mediante, al final siempre triunfa el amor. Es la razón de nuestra esperanza. Pedro acaba amando y lo amará hasta morir por él en la capital del Imperio. Y lo mejor, en todo caso, Jesús siempre le quiere, no le falla.

El ministerio de Pedro
Sólo desde el amor viene el ministerio de pastorear. Al fin, es eco de la Última Cena : Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el extremo; y les dijo: haced esto en memoria de mí. Qué acertadamente el Papa se llama “Siervo de los siervos de Dios” . El siervo que lava los pies, como Jesús. Pablo VI, en su primera encíclica Ecclesiam Suam, insistía en que el Primado de Pedro no era un Primado de honor y dominio sino de amor y de servicio. En la misma línea, Juan Pablo II rogaba a los hermanos separados le ayudasen a comprender y ejercer su ministerio petrino según el Evangelio. Era en su carta “Ut omnes unum sint”.

Lo interesante es que este ministerio, como en cascada, desciende por todos los que tienen una responsabilidad en la Iglesia. Hace tres domingos hemos celebrado la fiesta del Buen Pastor. Allí queda todo dicho. Este pastor conoce y le conocen, se desvive y da su vida. Todo, tan sencillo y tan sublime.

Conrado Bueno Bueno
(cmfcsespino@planalfa.es)


17.

Comentario: Rev. D. Joaquim Monrós i Guitart (Tarragona, España)

«‘Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero’. Le dice Jesús: ‘Apacienta mis ovejas’»

Hoy hemos de agradecer a san Juan que nos deje constancia de la íntima conversación entre Jesús y Pedro: «‘Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?’ Le dice él: ‘Sí, Señor, tú sabes que te quiero’. Le dice Jesús: ‘Apacienta mis corderos’» (Jn 21,15). —Desde los más pequeños, recién nacidos a la Vida de la Gracia... has de tener cuidado, como si fueras Yo mismo... Cuando por segunda vez... «le dice Jesús: ‘Apacienta mis ovejas’», Él le está diciendo a Simón Pedro: —A todos los que me sigan, tú los has de presidir en mi Amor, debes procurar que tengan la caridad ordenada. Así, todos conocerán por ti que me siguen a Mí; que mi voluntad es que pases por delante siempre, administrando los méritos que —para cada uno— Yo he ganado.

«Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: ‘¿Me quieres?’ y le dijo: ‘Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero’» (Jn 21,17). Le hace rectificar su triple negación y, solamente recordarla, le entristece. —Te amo totalmente, aunque te he negado..., ya sabes cómo he llorado mi traición, ya sabes cómo he encontrado consuelo solamente estando con tu Madre y con los hermanos.

Encontramos consuelo al recordar que el Señor estableció el poder de borrar el pecado que separa, mucho o poco, de su Amor y del amor a los hermanos. —Encuentro consuelo al admitir la verdad de mi alejamiento respecto de Ti y al sentir de tus labios sacerdotales el «Yo te absuelvo» “a modo de juicio”.

Encontramos consuelo en este poder de las llaves que Jesucristo otorga a todos sus sacerdotes-ministros, para volver a abrir las puertas de su amistad. —Señor, veo que un desamor se arregla con un acto de amor inmenso. Todo ello, nos conduce a valorar la joya inmensa del sacramento del perdón para confesar nuestros pecados, que realmente son “des-amor”.


18.

Reflexión

Al concluir este periodo desde la Cuaresma hasta Pentecostés, en el cual hemos caminado con Jesús, primero preparándonos y modificando nuestra vida para hacerla más concorde con el Evangelio y así vivir la Pascua de manera permanente, y posteriormente siendo testigos de las maravillas de Dios en nuestra vida, la liturgia nos presenta la despedida de Jesús a Pedro. Si después de todo este camino que hemos hecho nos preguntara Jesús: “¿Me amas más que los demás que trabajan contigo, o más que tus hermanos, o más que tu propia vida? ¿Cuál sería tu respuesta? Todo este camino realizado ha buscado que crezcamos en el amor a Jesús, el cual debe manifestarse de manera concreta en los que nos rodean. ¿Podrías decir que tu amor a Jesús es notorio en la comunidad (principalmente en tu casa)? Este próximo domingo pídele al Espíritu Santo, fuente del amor, que te conceda un gran amor por Jesús y por el Reino, que sean tan grande y tan perfecto que los demás lo noten y viendo tus buenas obras, crean en Jesús y en su amor.

VEN ESPIRITU SANTO Y
LLENA NUESTROS CORAZONES CON TU AMOR
HAZNOS FIELES TESTIGOS DEL
AMOR

Que la resurrección de Cristo, llene de amor tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


19. 2004

LECTURAS: HECH 25, 13-21; SAL 102; JN 21, 15-19

Hech. 25, 13-21. Pablo afirma que Jesús está vivo. Y ciertamente Él no se ha alejado de entre nosotros; sólo se ha hecho invisible, pero continúa con nosotros; más aún: habita en nuestro propio interior. Por Él debemos estar dispuestos a ir hasta el último rincón de la tierra para proclamar su Evangelio. Pues el cumplimiento de la misión que el Señor nos ha confiado debe impulsarnos no sólo a darlo a conocer, sino a esforzarnos denodadamente para que su salvación y su vida llegue a toda la humanidad, y surja así una humanidad nueva en Él.

Sal. 102. Bendigamos al Señor por su bondad y su misericordia para con nosotros. Él nos ha hecho el mayor de todos los beneficios y ha ido más allá de nuestras esperanzas, pues por medio de su Hijo no sólo nos ha perdonado nuestros pecados, sino que nos ha hecho hijos suyos. Nuestra alabanza al Señor no la daremos sólo con nuestros labios, sino con todo nuestro ser, pues a pesar de que Dios tiene su trono santo en el cielo, no nos contempla como juez, ni conforme a los criterios de los gobernantes de este mundo, sino como un Padre lleno de amor y de ternura por sus hijos.

Jn. 21, 15-19. El amor a Cristo no puede ser auténtico mientras no se traduzca en un verdadero servicio a nuestro prójimo. Cuidar, velar de él, procurar su bien, defenderlo del mal y de las insidias de los malvados, estará indicando el grado de amor que realmente le tenemos a Cristo. Si en verdad amamos a Cristo debemos dejarnos conducir por su Espíritu. Mientras uno es joven, inmaduro, va por los propios caminos, por los propios caprichos e imaginaciones. Una fe madura debe llevarnos a dejarnos conducir por el Espíritu que, como el viento, nos llevará por donde Él quiera. Entonces podremos ser auténticos testigos de Cristo, dispuestos incluso a derramar nuestra sangre por Él en favor de nuestro prójimo, a quien amaremos como nosotros hemos sido amados por el Señor.

En la Eucaristía el Señor nos comunica su Vida, su Amor para que realmente podamos transformarnos por obra de su Espíritu en nosotros. El Señor espera de nosotros no sólo un momento de oración, tal vez muy devota; Él quiere de nosotros un auténtico compromiso de amor que nos lleve a amar y servir a nuestro prójimo hasta el extremo, como nosotros hemos sido amados por Cristo. El Señor nos pide que vayamos tras sus huellas de servicio, de entrega en favor de los demás. Junto con Él nuestra vida se ha de entregar por los demás y nuestra sangre se ha de derramar para el perdón de sus pecados. Unidos al Sacrificio redentor de Cristo estamos aceptando darlo todo, con amor, para que el Reino de Dios y su salvación llegue a todos. Cristo ha velado por nosotros, por nuestro bien, por nuestra salvación. Ahora quiere que su Iglesia continúe con esa misma obra a través del tiempo. Vivamos totalmente comprometidos con la obra de salvación que el Señor nos ha confiado.

Por eso, quienes vivimos la Eucaristía debemos ir hacia nuestro prójimo como testigos de la Resurrección de Cristo, hombres renovados y nacidos del Espíritu para estar al servicio del Evangelio, amando, socorriendo, perdonando, levantando a nuestro prójimo. Ir tras las huellas de Cristo no puede quedarse en un estar con Él en algunos actos de piedad; ir tras las huellas de Cristo nos debe hacer testigos de Él con la vida y las obras. Velar por nuestro prójimo no puede quedarse sólo en remediarle sus necesidades materiales o corporales; mientras no procuremos que el amor a Dios y al prójimo se haga realidad en ellos, mientras Cristo no signifique todo para ellos, mientras no se dejen conducir por el Espíritu Santo, mientras no les enseñemos a ir tras las huellas de Cristo estaremos errando en la finalidad principal del anuncio del Evangelio.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de saber vivir en un auténtico amor a Dios, convirtiéndonos en templos suyos, de tal forma que, desde ese amor y presencia del Señor en nosotros, podamos vivir también con autenticidad el compromiso de salvación que debemos cumplir en favor de nuestro prójimo. Amén.

www.homiliacatolica.com


20. ARCHIMADRID 2004

QUERIDA ESTRELLA…

El martes pasado se nos fue Estrella. Anduvo años colaborando en la delegación de juventud del Arzobispado de Madrid. Siempre animaba a todos los jóvenes que acudían a la delegación para participar en las actividades que allí se realizaban. Inscripciones, cartas, “papeleos”… su dedicación era un apostolado eficaz, y un ejemplo que todos tomábamos muy en serio. Dios tiene estas cosas, porque la Providencia no es algo que podamos decidir o planificar nosotros. Su sabiduría, a la que se nos invita también como don del Espíritu Santo, es para ver los acontecimientos desde Él, no con nuestras limitadas “gafas”. Para lo que algunos supone tragedia, incomprensión, ruptura irreparable, para Dios se trata simplemente un mero tránsito. Éste es el sentido de la muerte para un cristiano: la Vida.

Al rey Agripa, acerca del preso Pablo, le llegan los siguientes rumores: “Se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo”. Anunciar a Cristo, muerto y resucitado, fue la gran preocupación del apóstol de los Gentiles durante su permanencia en el mundo. Llegó incluso a decir que, si Jesús no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe. A muchos no les gusta oír nada acerca de la muerte porque tienen miedo. Es el miedo de gente que carece de fe y de confianza en el Resucitado. Han colocado el “ancla” de sus deseos y ambiciones en la escoria del mundo, perdiendo de vista el horizonte de la eternidad.

Estrella, a pesar de sus años, era generosa y sabía transmitir cariño. De vez en cuando iba a la oficina de Medios de Comunicación y echaba una mano. El dolor de la soledad le acompañaba constantemente, pero Blanca, Loli… y unas cuantas compañeras más, no sólo la llamaban por teléfono, sino que iban a su casa para recordarle que la querían. ¡Cuánto cariño escondido y que nunca saldrá a la luz! Son aspectos de la vida que sólo Dios conoce, y quedan permanentemente guardados, como cuando Jesús reservaba su intimidad a unos pocos discípulos, o le gustaba pasar unos días de descanso en Betania.

“Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?” Por tres veces preguntará Jesús a Pedro por la medida de su amor. También nos puede entristecer a nosotros el descubrir que, a pesar de los años, tenemos tanto cariño postizo. Se nos escapan por la boca muchas palabra bonitas, pero que no tienen su correspondiente fundamento en lo divino. Ya que, sólo desde Dios, el amor permanece para siempre. El Señor exigía al primado de los apóstoles que todo su querer hacia Él se volcase en el cuidado de las almas. Es la misma encomienda que nos hace a cada uno de nosotros: buscar en los que nos rodean al mismo Cristo, que es la mejor de las maneras de llevarlos hasta Él.

Estrella tenía una gran devoción a la Virgen. Cuando hace algún tiempo perdió a su padres, su refugio era el cuidado amoroso que sentía de su Madre. Nadie debe sentirse huérfano con semejante maternidad. El Espíritu Santo la llenó de todas las gracias, para que su vocación maternal alcanzara a toda la humanidad. “Consuelo de los afligidos”, “refugio de los pecadores”… Quizás, poco antes de morir, Estrella escucharía las palabras que Jesús dirigiera a Pedro: “Sígueme”. Quizás se encontrara con los brazos de la Virgen estrechándola contra su pecho. Quizás aprendamos todos a ser un poco mejores, y confiar, una vez más, en la misericordia infinita de Dios.


21. Fray Nelson Viernes 13 de Mayo de 2005

Temas de las lecturas: Pablo asegura que está vivo un hombre llamado Jesús, que había muerto * Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas.

Más información.

1. El Kerigma
No podemos dejar terminar este tiempo bendito de Pascua sin hacer un buen resumen del kerigma, es decir, de aquel anuncio básico de la salvación. En la primera lectura de hoy encontramos una síntesis en las palabras que utiliza Festo refiriréndose al mensaje de Pablo. Todo el “problema” está en “un tal Jesús, ya muerto, y que, según Pablo, está vivo”. Repasemos este kerigma con una serie de textos bíblicos y aprovechemos esta recapitulación para prepararnos también a la evangelización.

2. ¿Cómo es el hombre lejos de Dios? —Extravío y autodestrucción
Así está escrito: "No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios. Todos se han extraviado; por igual se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno, no hay ni siquiera uno." (Rom 3,10-12).

Todos han pecado y están privados de la gloria de Dios (Rom 3,23).

Ahora bien, ten en cuenta que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. La gente estará llena de egoísmo y avaricia; serán jactanciosos, arrogantes, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, insensibles, implacables, calumniadores, libertinos, despiadados, enemigos de todo lo bueno, traicioneros, impetuosos, vanidosos y más amigos del placer que de Dios (2 Timoteo 3,1-4).

3. ¿Qué hizo Dios, compadecido de los hombres? —Nos dio a su propio Hijo
Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna (Juan 3,16).

Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5,8).

Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención, el perdón de pecados (Colosenses 1,13-14).

4. ¿Quién es Cristo para mí? —Él es el Señor y Salvador
Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado por todos: que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero (1 Timoteo 1,15).

La ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo (Juan 1,17).

Si por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte, con mayor razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán en vida por medio de un solo hombre, Jesucristo (Romanos 5,17).

Como Jesús permanece para siempre, su sacerdocio es imperecedero. Por eso también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos (Hebreos 24,25).

Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano (Juan 10,27-28).

5. ¿Qué debo hacer entonces? —Sigue estos siete pasos hoy mismo:
5.1 Arrepiéntete de las obras muertas
Comenzó Jesús a predicar: "Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca." (Mateo 4,17).

A menos que se arrepientan, todos ustedes también perecerán (Lucas 13,3).

Que abandone el malvado su camino, y el perverso sus pensamientos. Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios, que es generoso para perdonar, y de él recibirá misericordia. (Isaías 55,7).

5.2 Confía en la misericordia de Dios
Así dice la Escritura: "Todo el que confíe en él no será jamás defraudado." No hay diferencia entre judíos y gentiles, pues el mismo Señor es Señor de todos y bendice abundantemente a cuantos lo invocan (Rom 10,11-12).

Tú, Señor, eres bueno y perdonador; grande es tu amor por todos los que te invocan (Salmo 86, 5).

El poder de su majestad, ¿quién lo calculará? ¿quién pretenderá contar sus misericordias? (Eclesiástico 18,5).

5.3 Pide el don del Espíritu Santo
Nadie puede decir: "Jesús es el Señor" sino por el Espíritu Santo (1 Corintios 12,3).

Juan bautizó con agua, pero dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo (Hechos 1,5)

Cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. (Hechos 1,8)

Si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan! (Lucas 11,13)

5.4 Proclama a Cristo como tu Señor
Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. (Romanos 10,9)

Dios envió su mensaje al pueblo de Israel, anunciando las buenas nuevas de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos (Hechos 10,36).

El ángel les dijo: "No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor." (Lucas 2,10-11).

Nos regocijamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, pues gracias a él ya hemos recibido la reconciliación (Romanos 5,11).

5.5 No te dejes confundir por abundancia de milagros o mucha palabrería

Ante todo, tengan muy presente que ninguna profecía de la Escritura surge de la interpretación particular de nadie (2 Pedro 1,20).

Si alguien les dice a ustedes: '¡Miren, aquí está el Cristo!' o '¡Allí está!', no lo crean. Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas que harán grandes señales y milagros para engañar, de ser posible, aun a los elegidos. Fíjense que se lo he dicho a ustedes de antemano (Mateo 24,23-25).

Queridos hermanos, no crean a cualquiera que pretenda estar inspirado por el Espíritu, sino sométanlo a prueba para ver si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas. En esto pueden discernir quién tiene el Espíritu de Dios: todo profeta que reconoce que Jesucristo ha venido en cuerpo humano, es de Dios (1 Juan 4,1-2).

En el pueblo judío hubo falsos profetas, y también entre ustedes habrá falsos maestros que encubiertamente introducirán herejías destructivas, al extremo de negar al mismo Señor que los rescató. Esto les traerá una pronta destrucción (2 Pedro 2,1).

5.6 Únete de corazón ( ¡ vuelve ! ) a su Pueblo Santo, que es la Iglesia

Cristo es cabeza y salvador de la Iglesia, la cual es su cuerpo (Efesios 5,23); Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella (Efesios 5,25).

Así, pues, los que recibieron su mensaje fueron bautizados, y aquel día se unieron a la Iglesia unas tres mil personas. Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el compartir del pan y en la oración (Hechos 2,41-42).

La casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad... (1 Timoteo 3,15).

En otro tiempo también nosotros éramos necios y desobedientes. Estábamos descarriados y éramos esclavos de todo género de pasiones y placeres. Vivíamos en la malicia y en la envidia. Éramos detestables y nos odiábamos unos a otros. Pero cuando se manifestaron la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador, él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo (Tito 3,5)

5.7 Organiza tu nueva vida
Dice Cristo: Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí (Juan 15,4).

Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil (Mt 26,41).

Pedimos que Dios les haga conocer plenamente su voluntad con toda sabiduría y comprensión espiritual, para que vivan de manera digna del Señor, agradándole en todo. Esto implica dar fruto en toda buena obra, crecer en el conocimiento de Dios y ser fortalecidos en todo sentido con su glorioso poder. Así perseverarán con paciencia en toda situación, dando gracias con alegría al Padre (Col 1,9-12).

Tú, permanece firme en lo que has aprendido y de lo cual estás convencido, pues sabes de quiénes lo aprendiste. Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra (2 Tim 3,14-17).

Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio. (Filipenses 4,4-8)