VIERNES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA

 

LECTURAS 

1ª: Hch 18, 9-18 

2ª: Jn 16, 20-23 


1.

Después de Filipos y de Atenas fue Corinto la tercera ciudad de Europa que recibió el Evangelio. Una vez más Pablo será citado ante la Justicia, acusado de ser un perturbador.

-Una noche, en una visión, el Señor dijo a Pablo: "No temas, habla sin callar nada, porque yo estoy contigo."

Cuando se leen las Epístolas de san Pablo se las encuentra siempre llenas de la presencia de Jesús. Su nombre está tres o cuatro veces en cada página. ¡No era simplemente una "manera de hablar"! Pablo y Jesús vivían juntamente.

Continuamente se comunicaban uno al otro. ¡Una oración incesante, dirá un día! (Rm 1,9)

Los primeros cristianos estaban convencidos de la Presencia de Cristo y esto constituía su fuerza. En las dificultades cotidianas se agarraban a esta certeza.

«¡No temas!» «¡estoy contigo!» Danos también, Señor, esta seguridad.

-Siendo Galión procónsul, los Judíos se sublevaron contra Pablo, decían: «Persuade a la gente para que adore a Dios de un modo extraño a la Ley...»

Este procónsul era hermano de Séneca. Gobernó en Acaya el año 52. Es un punto de referencia histórica para la cronología. Unos de esos detalles en los que la historia de la Iglesia empalma con la gran historia del Imperio romano. Una Iglesia en el tiempo, en el mundo, en medio de políticas y de gobiernos.

En ese invierno del año 52, Pablo queda bloqueado a causa de la estación rigurosa y no puede seguir navegando.

En Corinto funda una comunidad vigorosa y bulliciosa.

Retenido en Corinto, recibe noticias de las dos últimas comunidades fundadas -la de Tesalónica y la de Filipos-.

Les dicta dos cartas para fortalecerlos en su fe. Son los primeros escritos del Nuevo Testamento, veintidós años después de la resurrección: Epístolas a los Tesalonicenses.

-Pablo permanece en Corinto un año y seis meses, enseñando entre los corintios la palabra de Dios.

Es preciso tratar de imaginar esa pequeña comunidad naciente, en sus comienzos, durante ese primer año de existencia. Pablo está allí, él, el apóstol. Y Pablo proclama la Palabra de Dios. Y Jesucristo está allí, presente en sus eucaristías.

El cristianismo no puede vivirse aisladamente. Desde el principio, instintivamente los cristianos se organizaron en pequeños grupos que se reunían en torno al evangelio y a la partición del Pan y del Vino.

En Corinto, ciudad pagana no había un lugar destinado al culto cristiano. Las ceremonias cultuales eran todas ellas destinadas a sus dioses: Atenea, Zeus, Dionisos y otros.

Los cristianos se reunían en la casa de alguno de ellos. Sin duda en casa de Priscila y Aquila, un matrimonio fabricante de tiendas, como Pablo.

Ayúdanos, Señor, a saber profundizar y comentar entre nosotros el evangelio.

-Algún tiempo después, Pablo se embarcó, rumbo a Siria acompañado de Priscila y Aquila.

Ha nacido una nueva comunidad. Pablo marcha a otra parte.

En cuanto juzga que pueden prescindir de él se va en vistas a otra fundación, dejando la responsabilidad a unos «ancianos» -presbíteros- a quienes ha nombrado cabeza de grupo.

Señor, haz que los cristianos sean activos y responsables.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 3
PRIMERAS LECTURAS PARA ADVIENTO - NAVIDAD
CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 242 s.


2.

Meta de la acción misionera de Pablo son siempre los centros más importantes. Ahora lo será Corinto, «la ciudad de los mares», puente entre Oriente y Occidente, capital de la provincia romana de Acaya y floreciente centro comercial. En año y medio, seguramente, Pablo funda la Iglesia, que sería la destinataria de dos de sus principales cartas. El relato destaca la dramática ruptura con la sinagoga (vv 5-7), las angustias del principio y el extraordinario éxito de la misión (8-11) y la persecución de los judíos, que conducirán a Pablo ante el procónsul Galio (12-17). Este episodio permite fechar los hechos, casi con certeza, en el año 52. En la parte final del relato (18-28) la acción cambia de escenario. Pablo vuelve a Antioquía de Siria, donde concluye el segundo viaje (18-22) y comienza el tercero, que haría de Efeso la base de sus operaciones misioneras (23-28).

Este capítulo narra cosas muy importantes sobre los ministerios en la Iglesia primitiva. Los vv 2-3 nos presentan a Pablo trabajando con el matrimonio Aquila y Priscila en su oficio de fabricante de tiendas. En este trabajo manual del Apóstol ponen gran énfasis Hch 20,33 y varios pasajes de las cartas paulinas: 1 Tes 2,7-9, 2 Tes 3,8, etc. Eso ahorraba sobrecargas a las comunidades, a menudo pobres, y manifestaba el desinterés del predicador y contribuía a una presentación humilde del mismo evangelio, a la vez que eliminaba tropiezos a la misión. Surgen espontáneamente los servicios de evangelización, y sin solución de continuidad se convierten en ministerios estables: Apolo (24-28), una figura que puede calificarse como cristiano casi marginal, predica con celo y fruto en Efeso, llevado por su carisma y su erudición sobre las Escrituras, más tarde, en Grecia y en Corinto, llegará a ser un apóstol y colaborador, más o menos autónomo, de Pablo. La comunidad colabora y siente la misión como una responsabilidad común: Crispo, prosélito temeroso de Dios, acoge a Pablo en su casa en el momento de la ruptura con la sinagoga (8); también Aquila y Priscila le habían ofrecido su hospitalidad en los tiempos difíciles del comienzo (2-3), lo acompañaron a Efeso (18-19), completaron la formación cristiana de Apolo y lo introdujeron de lleno en la corriente principal de la Iglesia (24-26).

Todo esto podría ser una fuente de inspiración en nuestra Iglesia posconciliar, que por todas partes necesita liberarse de las ayudas económicas del Estado y se ve obligada a poner en marcha nuevos estilos ministeriales. Sólo una comunidad solidaria y corresponsable y un espacio abierto generosamente a las nuevas iniciativas podrán desembocar en el futuro ministerial que la Iglesia necesita.

F. CASAL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 208 s.


3.

Esta perícopa describe a los discípulos la transformación que la fe puede operar en su consideración acerca de los acontecimientos, especialmente acerca de los más dramáticos.

* * *

a) Al evocar la imagen de la mujer parturienta para describir el sufrimiento que espera a los discípulos, el Evangelio les enseña a reconocer en ellos el signo de la venida de los últimos tiempos. En la escritura, en efecto, los dolores del parto caracterizan un castigo terrible (Gen 3, 16; Jer 4, 31; 6, 24; 13, 21). Sin embargo, son los únicos dolores que tienen un sentido porque traen una nueva vida al mundo. La revolución que se va a producir será el paso del dolor del alumbramiento escatológico (Is 66, 7-15; Miq 4, 9-10). Inherentes a su condición humana y terrestre los sufrimientos de la tierra le aseguran una suerte idéntica (Rom 8, 14-22; Ap 12, 1-6), al menos si permanece fiel a la vez a su vocación escatológica y a su condición humana.

b) La mujer del v. 16 es mencionada al mismo tiempo que la hora. Ahora bien, dato curioso, cada vez que una mujer madre es mencionada en San Juan es asociada a este tema de la hora (Jn 2, 4; 16, 21; 19, 25-27), a excepción del episodio de la mujer adúltera (Jn 8, 1-11), cuya autenticidad joánica es, como se sabe, dudosa. Es posible pensar que Juan elabora con este procedimiento una misteriosa alegoría.

Juan afirma, pues, que la hora de la mujer madre es la misma que la hora de Jesús, la de su muerte y la de su resurrección. Así, pues, el nacimiento de Jesús a una vida nueva es obra de una mujer, su madre, cuya alegría es grande por haber dado este hombre al mundo. Juan piensa, ante todo, en Eva, que "consiguió un hombre" (Gén 4, 1) cuando el nacimiento de su hijo. Piensa también en la propia Madre de Jesús (Jn 19, 25-27) que alumbra simbólicamente a la nueva humanidad en el momento en que Jesús nace a la nueva vida. Imagen de la Iglesia que da a luz a la nueva humanidad a través de los dolores escatológicos (cf. Is 66, 7-8, de donde Jesús toma el v. 22b: "vuestro corazón se alegrará", e Is 26, 17-21, de donde Jesús toma la expresión "poco tiempo").

Lo mismo que Eva trajo al mundo a la nueva humanidad, la mujer-Iglesia va a traer al mundo a la nueva humanidad, comenzando por Jesús resucitado en los dolores de María.

* * *

RD/SUFRIMIENTO VD/SUFRIMIENTO 

¿Cómo el sufrimiento, tan aniquilador, puede ser alumbramiento del Reino?. Sería falso creer que Dios se sirve deliberadamente del sufrimiento como de una etapa a través de la cual preparase la instauración de su Reino. Dios permite el sufrimiento -simplemente porque quiere criaturas libres y comprometidas en el cosmos-, pero no lo quiere. No es El quien ha inventado el sufrimiento porque sea la etapa necesaria que inaugura su Reino.

¿Cómo puede entonces un sufrimiento engendrar este Reino?. Parece ciertamente que se deba a la llamada de la profundidad del ser que el dolor provoca. En efecto, el sufrimiento suscita un por qué que puede llevar a la negación y a la rebeldía, pero que descubre a aquel que sufre un poder de abstraerse de su sufrimiento para aceptarlo y apreciarlo. En esta profundidad de la persona, el yo descubre que su libertad es salvable, que puede vivir su sufrimiento aceptando tomar la mano que se le tiende, la del único mediador que da un sentido a todo, incluso a aquello que El no ha querido.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA IV
MAROVA MADRID 1969.Pág. 227 s.


4.

Jesús dijo esto la víspera de morir. Nos imaginamos muy bien la tristeza de los discípulos en la ausencia de Jesús, por su muerte. La comunidad se encuentra en el mundo sin el apoyo externo de Jesús, expuesta a los ataques, la tristeza, las acusaciones y el desconcierto.

El evangelista contempla con una sola mirada, la situación de los discípulos en la muerte de Jesús y la situación de los cristianos de todos los tiempos.

Nos encontramos con ese fenómeno singular de la alegría del mundo incrédulo.

Frente a la fe, el mundo muestra ese sentimiento de superioridad, que le hace mirarla con desprecio, por encima del hombro y equipararla poco más o menos, con la estupidez o la falta de luces.

"Pero vuestra tristeza se convertirá en alegría" "Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor" (20,20).

También es verdad hoy. ¿Tengo yo la experiencia del paso de la tristeza a la alegría, a partir de Jesús? Estar bajo de moral, desanimado, incapaz de encontrar humanamente una solución, aplastado por una situación?.

Ponerse a rezar... Ir a un lugar silencioso y hablar a Jesús. Tomar el evangelio y leer con calma la primera página que se nos presenta... hablar con un sacerdote o con un hombre o mujer de fe... y sucede lo que dice Jesús: la tristeza se cambia en gozo.

Nada cambia en las circunstancias externas -el mal o la desgracia siguen existiendo, desgraciadamente- y sin embargo la tristeza se ha cambiado en gozo. Una alegría brota misteriosamente como una fuente en el desierto.

"La mujer ... un hombre". 
CLAUDEL/SUFRIMIENTO
SFT/PARTO  J/SUFRIMIENTO

Una de las parábolas más cortas. Una de las más emotivas observaciones de Jesús. Una pista para resolver el problema del mal; por qué hay sufrimiento? Paul Claudel escribió iluminadamente "Dios no vino a suprimir el sufrimiento, ni siquiera a explicarlo, vino a llenarlo de su presencia".

Para Jesús, los sufrimientos de esta vida no son sufrimientos de agonía, que conducen a la muerte. Son sufrimientos de parto, de alumbramiento, que conducen a la vida. Es una visión nueva de las cosas. Todo sufrimiento, dice Jesús es fecundo.

Jesús no dejará a los suyos en la estacada. Volverá a verlos. Con ese encuentro va también unida la experiencia de la alegría colmada y que ningún poder del mundo hará desaparecer. "Y se alegrará vuestro corazón".

Si el corazón se alegra, se alegra todo el hombre desde su raíz más profunda. Y si la alegría no le puede ser arrebatada es que se trata de la alegría que nunca se acaba, de la alegría eterna.

Por la comunión, Cristo muerto y resucitado, se hace nuestra fuerza gozosa para pasar triunfalmente por el sufrimiento que encontramos en la vida.


5.

-Sí, en verdad os digo: vosotros lloraréis y gemiréis... y el mundo se alegrará...

No olvidemos que Jesús dijo esto la víspera de morir. De hecho nos imaginamos muy bien la aflicción de los discípulos, mientras que los enemigos que decidieron y lograron su muerte... se gozarán en el triunfo aparente.

-Pero vuestra tristeza se convertirá en gozo.

Fue verdad entonces. Imaginemos la alegría de Pascua que se difundió de discípulo a discípulo: "Ha resucitado... ha resucitado... le han visto... vive..." Es verdad hoy... ¿Tengo yo la experiencia del paso de la aflicción a la alegría, a partir de Jesús? Estar "bajo de moral", desanimado, rebasado por los acontecimientos, incapaz de encontrar humanamente una solución, bloqueado por el propio pecado o el de los demás, aplastado por una enfermedad...

Ponerse, sin saber por qué, a rezar... Ir a un lugar silencioso y hablar a Jesús... Tomar el evangelio y leer con calma, la primera página que se nos presenta... Ir a ver a un amigo y hablar... Ir a encontrar a un sacerdote y confesarse...

Y he aquí que a veces la ¡"tristeza se cambia en gozo"! Sucede también que nada ha cambiado en las circunstancias externas -el mal o la desgracia, subsisten desgraciadamente- y sin embargo, la tristeza se ha cambiado en gozo. Gracias, Señor.

Concede esta alegría a todos los que están en la tristeza: una alegría conquistada, una alegría que sigue a la pena, una alegría que, misteriosamente, como una fuente, rezuma en tierra árida.

-La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza porque llega su hora. Pero cuando su hijo ha nacido, ya no se acuerda de la tribulación por el gozo que tiene de haber dado un hombre al mundo.

Una de las parábolas más cortas. Una de las más emotivas observaciones de Jesús. Un "hecho de vida" real tan a menudo observable... y que Jesús interpreta como un símbolo profundamente evocador. Una actitud vital. Una certeza divina. Un acceso al problema del mal: por qué hay sufrimiento? Para ti, Señor, los sufrimientos de aquí abajo no son sufrimientos de agonía -que conducen a la muerte-... son sufrimientos de alumbramiento -que conducen a la vida-...

Una visión nueva de las cosas. Un optimismo invencible; el dolor mismo no se pone entre paréntesis, se sublima. Todo sufrimiento, dice Jesús, es fecundo.

Sí, ¡esto es lo que has prometido a tus discípulos, Señor! Un "alumbramiento" se está produciendo en el corazón de la historia: un "hombre nuevo" está naciendo.

¿Participo yo en esto? ¿He asumido en mi vida el símbolo de la cruz? ¿Qué calidad tiene mi alegría? ¿Qué es lo que hago con mis sufrimientos? ¿Qué es lo que hago "venir al mundo"?

-Vosotros también ahora estáis tristes. Pero de nuevo os veré y se alegrará vuestro corazón, y nadie será capaz de quitaros vuestra alegría. En aquel día no me preguntaréis nada...

Son éstas unas de las últimas palabras humanas que Jesús dijo a sus amigos. Dentro de algunos segundos (Jn 17, 11) Jesús se pondrá a hablar a su Padre. Lo hombres seguirán orando... pero es a Dios a quien Jesús dirigirá las últimas palabras que ha de decir antes de que llegue Judas y su banda, armada con espadas y palos.

Al final de su vida, lo que comunica Jesús a sus amigos ¡es la alegría! Jesús; repíteme esto.

Y que nadie me arrebate esta alegría que Tú me has dado.

Gracias, Señor.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 246 s.


6.

1. Hechos 18, 9-18

a) Las palabras que el Señor le dice a Pablo, en una visión nocturna, son de las que más veces se escuchan tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, dirigidas a personas a las que Dios ha elegido para ser sus testigos en el mundo: «no temas». Oyeron lo mismo Moisés y Jeremías y la Virgen Maria, y ahora Pablo.

En el caso de Pablo, la estancia en Corinto debía serle difícil, por dificultades externas e internas. La voz del Señor le anima: «no temas, sigue hablando y no te calles, que yo estoy contigo». Y hay otro motivo que puede resultarnos sorprendente: «muchos de esta ciudad son pueblo mio».

La escena que describe a continuación Lucas es bastante cómica, porque el procónsul Galión (por cierto, hermano de Séneca) se desentiende irónicamente de la discusión, al ver que no afecta al orden público, sino a cuestiones internas de religión, y no hace caso tampoco al ver que apalean precisamente al jefe de la sinagoga, que ahora es Sóstenes.

b) También hoy puede Dios decirnos: «muchos de esta ciudad son pueblo mio». A pesar de la mala fama de Corinto, Dios espera que muchos se conviertan, porque están destinados a la vida.

¿Tenemos derecho a desconfiar nosotros, o desanimarnos, porque nos parece que nuestra sociedad está paganizada sin remedio? ¿no estarán destinados a ser pueblo de Dios tantos jóvenes a quienes vemos desconcertados en la vida, o tantas personas que parecen sumergidas irremediablemente en los intereses materialistas del mundo de hoy?

Cada uno de nosotros, tanto si somos pastores como simples cristianos, pero interesados en que la fe en Cristo vaya calando más en la sociedad y que su Pascua renueve este mundo, deberíamos sentirnos estimulados a no tener miedo, a confiar en las personas, a trabajar con ilusión renovada, porque seguro que Dios quiere la salvación de «esta ciudad» donde vivimos, por muchos que sean los fracasos que podamos estar experimentando. «Muchos de esta ciudad son pueblo mío», aunque no lo parezca a primera vista, o aunque nos hayan dado ya más de un disgusto por su apatía y su poca respuesta.

Peor que las persecuciones exteriores -como la que le vino a Pablo en el curioso episodio de hoy ante el procónsul Galión- son las interiores: los temores y cansancios que podemos sentir cuando no vemos resultados en nuestro trabajo. ¿Quién somos nosotros para «dimitir» de nuestro empeño, cuando vemos que Dios tiene paciencia y sigue depositando su esperanza en personas a las que nosotros ya les hemos retirado todo voto de confianza?

2. Juan 16, 20-23

a) La tristeza de los discípulos ante la marcha de Jesús está destinada a convertirse en alegría, aunque ellos todavía no entiendan cómo. Nosotros, leyéndolo desde la perspectiva de la Pascua, sí que conocemos que la resurrección de Jesús llenará de alegría a la primera comunidad. Precisamente hemos estado leyendo la historia de esta comunidad en el libro de los Hechos: una historia invadida de dinámica energía. Hoy Jesús describe muy expresivamente en qué consiste la alegria para sus seguidores. Es hermosa la comparación que pone, la de la mujer que da a luz: «cuando va a dar a luz, siente tristeza, pero cuando da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre».

Es una alegría profunda, no superficial, que pasa a veces por el dolor y la renuncia, pero que es fecunda en vida. Como la alegría de la Pascua de Cristo, que a través de la muerte alumbra un nuevo mundo y salva a la humanidad.

b) Si la alegría es un fruto característico de la Pascua que estamos celebrando, podemos preguntarnos cómo estamos de alegría interior en nuestra vida. ¿Es una asignatura aprobada o suspendida en nuestra comunidad? ¿de veras creemos nosotros mismos la Buena Noticia de la Pascua del Señor? ¿es ése el motor que nos mueve en nuestra vida cristiana? ¿o vivimos resignados, indolentes, desalentados, apáticos? ¿se nota que hace seis semanas que estamos celebrando y viviendo la Pascua?

También tendríamos que recordar qué clase de alegría nos propone Jesús: la misma que la de él, que supuso fidelidad y solidaridad hasta la muerte, pero que luego engendró nueva vida. Como el grano de trigo que muere para dar vida. Como la mujer que sufre pero luego se llena de alegría ante la nueva vida que ha brotado de ella. Así la Iglesia ha ido dando a luz nuevos hijos a lo largo de la historia, y muchas veces lo ha hecho con sacrificio.

Nosotros queremos alegría a corto plazo. O alegría sin esfuerzo. Y nada válido se consigue, ni en el orden humano ni en el cristiano, sin esfuerzo, y muchas veces sin dolor y cruz.

Ojalá se pueda decir de nosotros, ahora que estamos terminando la vivencia de la Pascua, que «se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría».

«Levanta nuestros corazones hacia el Salvador que está sentado a tu derecha» (oración)

«Muchos de esta ciudad son pueblo mío» (la lectura)

«Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con vItores de júbilo» (salmo)

«Vuestra tristeza se convertirá en alegría» (evangelio)

«Se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 135-137


7.

Primera lectura: Hechos 18, 9-18 Este induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la ley.

Salmo responsorial: 46, 2-3.4-5.6-7 Dios es el Rey del mundo.

Evangelio: San Juan 16, 20-23a Su tristeza se convertirá en alegría.

En este pasaje vuelve a hacerse presente el tema de las duras tareas y penalidades que tendrán que enfrentar los discípulos de Jesús tan pronto él se haya ido; lo cual, como él mismo asegura, va a servir para alegría del Maligno. Pero también les hace saber que todos estos infortunios serán como los de una parturienta al momento de dar a luz: al final, el cúmulo de experiencias será tal, que de todas aquellas dolencias y angustias no quedará nada, porque todo quedará subsumido en la feliz presencia de la criatura recién nacida.

Para volver más responsables a sus discípulos, frente a las opciones que decidieron asumir, Jesús establece algunas otras precisiones que van a servirles de experiencia durante todo su proceso. Les confirma que a pesar de que no tendrán su presencia física, la compañía que les ofrecerá va a ser de mucha valía para todos. Cuando ya estén viviendo verdaderamente el proyecto del Reino, estarán tan convencidos de la valía de tal causa, que ya no tendrán que preguntarle nada más. Esa capacidad de saber qué es necesario y qué no, la obtendrán por la asistencia del Espíritu.

Para la comunidad debe quedar claro el hecho de que la adhesión a la Causa del Reino de Dios pasa necesariamente por el dolor. Este dolor es más que una metáfora de la entrega de nuestra vida a la causa del más necesitado (Mt 25, 31ss). Este dolor es para Jesús tan intenso y tan lleno de alegrías postreras como el de la mujer parturienta. Al final ya sólo recordaremos el fruto regado con tantas lágrimas.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


8.

El número de creyentes, ciento veinte, simboliza la totalidad de la comunidad de discípulos de Jesús. Ellos son el nuevo pueblo de Dios, constituido para dar testimonio del resucitado. El grupo apostólico estaba preocupado por representar adecuadamente a la comunidad de discípulos y busca reemplazar al traidor. Con esto se intentaba reavivar el ideal de Israel. Lo cierto es que tanto el ideal de las doce tribus como el de los doce enviados fracasaron. Las tribus terminaron en un irremediable conflicto entre el grupo de Israel y el grupo de Judá; el ideal de los doce tropezó con la traición de Judas y, luego, con la disensión entre simpatizantes de los paganos (helenistas) y simpatizantes de Israel (judaizantes).

La intervención de Pedro, que no da espera a la venida del Espíritu, trata de restablecer una situación que precedió a la muerte de Jesús. Después de la oración echan suertes, y como la suerte siempre es ambigua, favorece a Matías, uno de los discípulos de Jesús. El Espíritu mostrará luego la relativa importancia que tiene el grupo para la expansión del Evangelio. De igual modo, el escaso significado de Matías, comparado con José Barsabas, el Justo, y otros creyentes destacados.

En el Evangelio, Juan nos recuerda cómo Jesús nos llama personalmente a su seguimiento: "Ustedes no me eligieron a mi, sino que yo los he escogido a ustedes".

El llamado de Jesús no es un asunto exclusivo de religiosos o religiosas, presbíteros, diáconos o personas excesivamente piadosas. Su llamado es una oportunidad para entablar amistad con él. Una amistad exigente y comprometida con la causa de Dios : el Reino. De este modo, ninguno que se sienta interpelado por Jesús, ya sea en la intimidad de su corazón o en el rostro de la gente miserable, tiene excusa para no seguirle. Jesús llama a todo ser humano capaz de comprometerse por hacer de este mundo un lugar digno para vivir.

La fiesta de Matías nos recuerda cómo el llamado de Jesús lo puede hacer la comunidad de creyentes. Por eso después de la venida del Espíritu Santo los evangelizadores ya no serían exclusivamente los apóstoles. Muchos hombres y mujeres de las más diversas nacionalidades y culturas fueron constituidos como mensajeros de la buena nueva.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


9. CLARETIANOS 2002

Queridos amigos:

Ya lo dice la sevillana: "algo se muere en el alma, cuando un amigo se va". No le resulta sencillo a Jesús conseguir que los discípulos superen la tristeza después de haberles anunciado su marcha. No se diferenciaba mucho de nosotros, a quienes tanto nos cuesta superar los momentos difíciles. Pareciera que los esculpimos en granito, cuando lo que debiéramos sellar sobre piedra son los momentos de alegría y plenitud, reservando para la orilla de la playa aquellos momentos peores. Con la segunda ola todo quedará borrado. Cada vez que observo por la televisión el rostro de un palestino o un israelí tocado por la muerte o la destrucción adivino en sus ojos que acaban de esculpir en la roca de su corazón un odio eterno al enemigo. Nada más elocuente que ver a un niño sin alegría, sin sonrisa, sin vida en los ojos, lanzando una piedra contra un tanque.

Una característica de la vida del creyente debería ser la alegría. Incluso cuando muerte y vida, tristeza y gozo, salud y dolor formen todavía parte de la humanidad. Es una alegría profunda, no superficial, que pasa a veces por el crisol del dolor y la renuncia, pero que es fecunda en vida. Es la alegría del grano de trigo que muere para dar fruto. Es la alegría de la madre ante la nueva vida que ha brotado de ella. No encontraremos persona más alegre que un cristiano que vive a tope su vocación de entrega a los demás. Así la debió vivir san Juan de Ávila. Un estupendo ejemplo para todos los ministros ordenados. Unir a la santidad de vida del patrono del clero español y a su celo apostólico, la alegría de testimoniar a un Jesús vivo y resucitado que camina a nuestro lado. Un buen momento para todos de cara a revisar cómo estamos de alegría cada uno de nosotros y nuestras comunidades en este tiempo, transido del gozo pascual.

Desde la óptica de la Pascua, la seguridad de sabernos invitados a la fiesta infinita del amor tendría que ser suficiente motivo para superar la tristeza y el dolor de todo aquello que no es definitivo. Si creemos de verdad que nuestra tristeza se convertirá en alegría, comencemos a esculpirla a través de la entrega a los demás. El servicio al hermano será la verdadera alegría de nuestro corazón. No sólo eso. También la garantía definitiva del cumplimiento de las palabras de Jesús: "se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará la alegría".

Vuestro amigo.

Carlos M. Oliveras, cmf (carlosoliveras@hotmail.com)


10. CLARETIANOS 2003

La estancia de Pablo en Corinto no es sólo un contrato laboral con fines de semana dedicados a la catequesis y a paseos por la playa. Pronto surge el conflicto. Algunos judíos lo llevan ante el tribunal del procónsul Galión, con la acusación de que induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la ley. La cosa no pasa a mayores porque el procónsul no ve ningún delito sino sólo discusiones de palabras, de nombres y de vuestra ley. O sea, que le parece un asunto interno y no una cuestión de orden público.

El evangelio de Juan recoge la promesa de Jesús relativa a la alegría: Vuestra tristeza se convertirá en alegría. Quizá no estamos muy acostumbrados a reflexionar sobre la alegría de Jesús, que es, como todo lo suyo, una alegría pascual, una tristeza superada. Por eso, su alegría no se produce al margen de las pruebas de la vida, sino como una victoria sobre ellas. La imagen que nos ofrece el evangelio es la del parto. La mujer que da a luz siente tristeza porque ha llegado su hora, pero, en cuanto da a luz, se siente otra por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.

La situación conflictiva que vivimos hoy, incluso la sensación de que Jesús se ha ido de nosotros, hace necesaria la experiencia de la alegría. Sólo así podemos vivir la dureza del presente como el parto de algo nuevo. A veces es más fácil verlo en nosotros mismos que en el mundo. ¿Cuántas de nuestras crisis, de nuestras tristezas, no han sido sino la antesala de nuevos descubrimientos, de un gozo más enraizado? ¿No estamos llamados los creyentes a interpretar nuestro momento como un parto?

No olvidemos que en algunos lugares se celebra hoy la memoria de San Fernando. Felicidades a los que lleváis ese nombre.

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


11. 2002

COMENTARIO 1

v. 21: Cuando la mujer va a dar a luz se siente triste, porque le ha llegado su hora; pero, cuando nace el niño, ya no se acuerda del apuro, por la alegría de que ha nacido un hombre para el mundo.

La mujer, con artículo determinado, es tipo de la humanidad, como la em­barazada de Is 26,17 es imagen del pueblo y en Is 66,8 es la ciudad de Sión la que da a luz a sus hijos. Jesús alude con sus palabras al nacimiento de una nueva humanidad; también a Is 26, 14ss: "Como la embarazada, cuando le llega el parto, etc.", que usa la imagen en relación con una resurrección de muertos. En boca de Jesús no sólo señala su propia resurrección, sino también la que el hombre experimenta al salir de la opresión, que es muerte. La imagen del parto se sitúa en la misma doble pers­pectiva: la muerte-resurrección de Jesús y la tristeza-alegría de los suyos. La persecución y muerte son prenda de alegría y vida. La ima­gen del parto precisa en qué consiste el fruto (15,2): es el hombre nuevo, el que posee la vida definitiva. Éste nace como fruto de un desgarro, expresado en términos de muerte o dolor. Jesús va a dar su vida para crear el hombre nuevo; también los sufrimientos de los suyos, perse­guidos por el orden injusto, son dolores de parto de la nueva humanidad.

vv. 22-23a: Así, también vosotros ahora sentís tristeza, pero cuando aparezca entre vosotros os alegraréis, y vuestra alegría no os la quitará nadie. 23aEse día no tendréis que preguntarme nada.

Aplica Jesús claramente el tema de la tristeza-alegría a los aconteci­mientos de su muerte-resurrección. Los pone así en paralelo con la imagen que había usado: su muerte representa los dolores de parto; su resurrección, el nacimiento del Hombre. La condición de Jesús resuci­tado no deja, por tanto, de ser humana; es la plenitud de existencia que Dios ha destinado al hombre.

Una vez que los discípulos hayan visto el triunfo de la vida sobre la muerte, la alegría será permanente. El gozo de la comunidad estriba en la presencia de Jesús resucitado, signo de la vida invencible. Cuando lle­gue aquel día, comprenderán (v. 23a). La experiencia del Espíritu respon­derá a todas las preguntas.

Síntesis: En el discurso de Jesús, que venimos comentando, aparecen dos planos superpuestos en relación con el tema muerte-fecundidad:

- En primer lugar, se refiere a su propia muerte, que producirá tristeza, pero no duradera; su fruto será el nacimiento del hombre nuevo a su estado definitivo.

- En segundo lugar, lo que sucede con Jesús es ley para todos. La comunidad tiene que ser fecunda y; por tanto, conocerá sus momentos de dolor/muerte, tanto a nivel individual como de grupo. Así seguirá naciendo el Hom­bre. No se interrumpe, sin embargo, la alegría, que nace de la presencia de Jesús y del fruto que nace.


COMENTARIO 2

La solemnidad de la Ascensión del Señor, que celebrábamos ayer, interrumpió la lectura del libro de los Hechos. Se nos contaba de la llegada de Pablo a Corinto, el gran puerto situado en el istmo de su nombre, que une la península Balcánica con la pequeña península del Peloponeso. Su estratégica ubicación hizo de Corinto una ciudad rica y renombrada desde épocas remotas. Ahora, cuando Pablo la visita, se ha convertido en la capital administrativa de la provincia de Acaya, sede del procónsul, el gobernador nombrado directamente por el senado romano para regir las provincias más importantes del imperio. En Corinto se acumulaban y transferían mercancías de todas partes, había astilleros para la construcción de embarcaciones, ricas corporaciones de mercaderes y de artesanos, miles de esclavos que desempeñaban muy distintos oficios. Y no faltaban, por supuesto, los templos y los adoradores de las diversas religiones importantes del imperio. Incluso los judíos tenían su poderosa e influyente sinagoga. La ciudad era famosa, además de su riqueza e importancia económica y comercial, por la corrupción de costumbres de sus habitantes, siendo un centro afamado, en todo el Mediterráneo, de prostitución.

La estadía de Pablo en Corinto fue larga, de un año y medio según Hechos, lo que le permitió dedicarse al trabajo manual para ganarse la vida, actitud de la que se glorió siempre, la de predicar gratuitamente el evangelio, no movido por ninguna clase de codicia... Incluso sabemos que estuvo asociado a un matrimonio judío: Aquila y su esposa Priscila, convertidos al cristianismo y llegados a Corinto a raíz del edicto del emperador Claudio que expulsaba a los judíos del la capital del imperio (aproximadamente hacia el 49 d.C.). Esta pareja se asoció a Pablo, no solo en el trabajo material de fabricar lonas, sino también en la evangelización. En Corinto se formó una comunidad cristiana de numerosos miembros, inquieta, llena de entusiasmo, con la cual el apóstol, después de su partida que se nos narra hoy, mantuvo una intensa correspondencia y unas relaciones, a veces tensas y difíciles, pero siempre francas y muy cercanas, siendo la de Corinto la comunidad cristiana de origen paulino que mejor conocemos.

En la lectura de hoy se nos presentan, por una parte el consuelo divino que recibe Pablo para animarlo a perseverar en sus fatigas de evangelizador y, por otra parte, el incidente ante el procónsul Galión promovido por los judíos contra Pablo y sus compañeros. El libro de los Hechos presentará, como suele hacerlo, a las autoridades romanas benévolas frente al naciente cristianismo, o por lo menos nada interesadas en inmiscuirse en conflictos religiosos. Tal vez esa imagen sea cierta en los orígenes cristianos, lo que sabemos es que el Imperio Romano, a partir de los años 70 DC, comenzó a preocuparse por la cada vez más notoria presencia e influencia de los cristianos en su seno.

¿Y nuestra comunidad? No debemos olvidar nunca que las iglesias retratadas en el libro de los Hechos de los Apóstoles, deben ser para nosotros modelo y ejemplo.

El pasaje del evangelio de san Juan que hemos leído hoy, tomado, como venimos haciéndolo, de los discursos de despedida de Jesús durante la última cena celebrada con sus discípulos, nos pone ante una alternativa: la tristeza y el gozo, las penas y la felicidad. Pero son las de Cristo: tristeza y pena por su partida inminente, porque ya no estará más física y personalmente presente entre los suyos. Porque el mundo los perseguirá y odiará a causa de Jesús. Gozo y alegría porque Jesús regresará a través de su Espíritu y, de una manera definitiva, al final de los tiempos, cuando los creyentes podamos “estar” con Cristo, “permanecer” en El. Expresiones de completa intimidad que solo podrán realizarse en la consumación universal.

Jesús emplea la imagen de la mujer que espera dar a luz: antes del parto se afana y está triste y preocupada porque se le viene encima un trance doloroso que, incluso, pone en peligro su salud, su vida. Pero que una vez ha dado a luz se alegra por la vida que ha nacido, con la cual ella hace que la raza humana siga adelante. Esta imagen, tan común en la Biblia (por ej: Is 13, 8; Mt 24, 8; etc.), es empleada por Jesús para expresar la situación de su pequeña comunidad en el mundo: ella es como una madre que se preocupa y está triste antes de dar a luz a tantos seres humanos por la fe en Dios Padre y en su Hijo Jesucristo; pero que se alegra cuando puede reunir en torno a la mesa del Señor a todos los hijos de su fecundidad misionera, de su testimonio evangélico.

Acercándonos al final de este tiempo pascual debemos renovar la alegría que llena a la Iglesia por la resurrección de Jesucristo, por la acción de Dios que lo ha constituido Señor de la historia, juez de vivos y muertos. Y esta alegría pascual nos debe ayudar a sobrellevar con fortaleza las persecuciones, los odios, discriminaciones y sufrimientos de la evangelización.

1. Juan Mateos, El evangelio de Juan. Texto y comentario. Ediciones El almendro, Córdoba 2002 (en prensa).

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).


12. DOMINICOS 2003

Cultura y gracia

Quien no ha pasado en su vida por repetidas experiencias de gozo y dolor, entereza y debilidad, entrega generosa y reserva egoísta..., tiene todavía mucho camino que recorrer para alcanzar plena madurez personal.

Curtirse en la vida es tarea necesaria y larga, y, si al realizarla no se cubren muchos aspectos de la personalidad, ésta puede resultar deformada.

Un santo apóstol en el siglo V solía repetir:

Yo me encuentro bien cuando disfruto de la armonía de cuerpo y espíritu, cuando  despierto en la mañana y conecto con la energía de los cielos, cuando a la luminosidad del sol sumo la de mi alma abierta a los demás, cuando al brillo del fuego añado el calor de mi amor a la verdad, cuando a la rapidez del viento asocio el dinamismo de mi espíritu hacia Dios, cuando asemejo a la estabilidad de la tierra la serenidad de mi espíritu ecuánime, cuando accedo a la profundidad del mar y a la profundidad de mi propia alma, cuando me muestro abierto a la comunicación sincera con los hombres y con Dios.

Hoy en la liturgia tenemos oportunidad de acercarnos a esa experiencia de equilibrio humano-divino, y a la de su desequilibrio  en el vivir y pensar humano.

Es la experiencia que vive san Pablo cuando, una noche cargada de duros presagios, añorando la paz, se siente turbado y escucha la voz animadora del Señor:  no temas, Pablo, sigue adelante, no te calles, predica, que estoy contigo. Pablo es ahí el hombre de bien, servidor de Dios, de los hombres, de la palabra de verdad, que, hallándose dispuesto a servir y amar, siente en sus espaldas el látigo de la persecución.

Y es también la experiencia de los discípulos de Jesús. Éstos, atemorizados y tristes porque el Señor se va a lo alto del cielo y los deja en la tierra sin su protección, tiemblan; pero son consolados con esta promesa de Jesús: volveré a vosotros y se alegrará de nuevo vuestro corazón.   ¡Cuánto les faltaba todavía para alcanzar el equilibrio que adquirirán en su vida y acción postpentecostal!

¿No estamos también nosotros necesitados de escuchar palabras de animación y consuelo en medio de las dificultades con que tropieza nuestro deseo de santidad y de ser auténticos evangelizadores?

ORACIÓN:

Danos, Señor, espíritu de discípulos en la escuela de la verdad, del amor, del servicio, de la predicación del Reino, de la defensa de la justicia y de la igualdad entre los hombres. Danos entrañas de misericordia, de comprensión, de gratitud. Danos luz para no cerrarnos cada mañana a la luz que es Cristo. Amén.

 

Palabra encadenada o libre

Hechos de los apóstoles 18, 9-18:

“En aquellos días, estando Pablo en Corinto, durante la noche le dijo el Señor en una visión: no temas, sigue hablando y no te calles, que yo estoy contigo y nadie se atreverá a hacerte daño; muchos de esta ciudad son pueblo mío. Pablo se quedó allí un año y medio, explicándoles la palabra de Dios.

Pero siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron en masa contra Pablo y lo condujeron al tribunal y lo acusaron diciendo: éste induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la ley.... Galión dijo a los judíos:... Si discutís de palabras, de nombres y de vuestra ley, arreglaos vosotros. Y ordenó despejar el tribunal... Pablo se quedó allí algún tiempo más, y luego... se embarcó para Siria con Priscila y Aquila”

Conjuguemos los diversos elementos de esta narración: Pablo es apóstol, pero está perseguido y turbado; confía en Dios y percibe su voz en la conciencia; sigue exponiendo las Escrituras que llevan a Cristo, pero los Judíos lo persiguen como si fuera infiel a la Ley, y lo lo llevan a juicio; los tribunales se eximen de juzgar asuntos religiosos; Pablo, por fin, opta por peregrinar a otras ciudades y regiones. Con él va la Palabra.

Evangelio según san Juan 16, 20-23:

“Jesús siguió diciendo a sus discípulos: vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. Recordad: La mujer cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro que pasó, por la inunda la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría”

Aprendamos de la mujer-madre: en ella concurren sucesivamente tristeza-dolor y triunfante alegría, porque el don de la maternidad es muy grande; pues así también nosotros, hijos de Dios, discípulos de Cristo, caminaremos de la prueba-sufrimiento-tristeza  hacia la alegría-consuelo-fecundad del gozo en el Espíritu.

 

Momento de reflexión

El bien obrar no está exento de sufrimientos.

Un verdadero apóstol, al estilo de Pablo de Tarso, cuando se halla inmerso en programas ingentes de formación de comunidades, trata siempre de hacer las cosas bien, es decir, conforme a la dignidad humana y a las exigencias del Espíritu. Y en esa obra precisa siempre de la acción animadora del Espíritu.

Pero no puede ni debe olvidarse que en toda obra evangelizadora los enemigos están al acecho, como estuvieron al acecho de Cristo.

Por eso, frente a la actuación generosa y evangélica de todo apóstol, puede darse, y se da con frecuencia, que otros, aunque sea equivocadamente, alcen su voz defendiendo actitudes más interesadas y egoísta sobre las que resbale –sin fecundarlas-  la palabra evangélica; que traten de mantener –sin pasar de las leyes al espíritu de las leyes- un prestigio social logrado tal vez al margen de una moral de justicia y solidaridad; que no acepten la alteración y despertar de conciencias tal vez anquilosadas en viejas rutinas...

En esa actitud de confrontación se colocaban, frente a Jesús, muchos judíos que se negaban a aceptar que fuera el Mesías e Hijo de dios encarnado; y, frente a los primeros cristianos, muchos defensores de las tradiciones veterotestamentarias que no daban paso a la vía del Espíritu.

En ese clima, Pablo era un gran actor y testigo en defensa de Jesús, y sus adversarios querían reducirlo al silencio y a la cárcel.

Hagamos hoy memoria de nuestros misioneros

También en ellos puede hacer presa la tristeza o el desánimo ante las dificultades de la evangelización. También ellos son débiles y sus mentes tienen que realizar  periódicamente grandes cambios para asimilar la cultura, historia, modos sociales de vida, medios de comunicación y producción, a fin de predicar en su contexto el mensaje cristiano de amor y de cruz.

¿Cómo sembrar la buena semilla, Cristo y su mensaje, en tanta variedad de tierras? Cualquier misionero (trabaje en España, África, América, la India) tiene experiencia de que para salir airoso en su proyecto precisa, al mismo tiempo, del diálogo cultural con los pueblos y del  diálogo con el Señor en el Espíritu, sobre todo en ámbito oracional y de servicio de caridad. Ahí es donde el misionero escucha, como Pablo, la Palabra de Jesús: no temas, estoy contigo.           

Señor, anima, nuestra debilidad, y mantennos firmes en tu servicio.


13.

Fuente: Fundación GRATIS DATE
Autor: P. Manuel Garrido Bonaño, O.S.B.

Entrada: «Con tu Sangre, Señor, has comprado para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación; has hecho de ellos una dinastía sacerdotal que sirva a Dios. Aleluya» (Ap 5,9-10).

Colecta (del Gelasiano): «Escucha Señor nuestras súplicas, para que la predicación del Evangelio extienda por todo el mundo la prometida salvación de tu Hijo y todos los hombres alcancen la adopción filial que Él anunció dando testimonio de la verdad».

Ofertorio: «Acoge, Señor, con bondad las ofrendas de tu pueblo, para que, bajo tu protección, conserve los dones pascuales y alcance la felicidad eterna».

Comunión: «Cristo nuestro Señor fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación. Aleluya»

Postcomunión: «Dios todopoderoso, no ceses de proteger con amor a los que has salvado, para que así, quienes hemos sido redimidos por la muerte de tu Hijo, podamos alegrarnos en su resurrección».

Hechos 18,9-18: Muchos de esta ciudad son pueblo mío. La comunidad de Corinto iba a jugar una misión importante en la vida de San Pablo y toda la Iglesia primitiva. No es de extrañar que ya desde el principio se vean allí signos de la intervención divina especial. San Pablo experimenta la protección especial de Dios, que le permitirá un largo trabajo de consolidación de la comunidad. El Señor está con nosotros en la celebración eucarística. Allí nos congregamos como pueblo escogido por Dios y se confirma nuestra vocación de testimonio profético. El Apóstol es eficaz con  su palabra. Había oído del Señor: «No temas, sigue hablando y no te calles». Oigamos a San Juan Crisóstomo:

 «Mas en la cura de alma no hay que pensar en nada de eso –medios violentos–; aparte del ejemplo, no se da otro medio ni camino de salvación sino la enseñanza por la palabra. Este es el instrumento, éste es el alimento, éste el mejor temple del aire. La palabra hace veces de medicina, ella es nuestro fuego. Lo mismo si hay que quemar que si hay que cortar, de la palabra tenemos que echar mano. Si este remedio nos falla, todos los demás son inútiles. Con la palabra levantamos al alma caída y desinflamos a la hinchada, y cortamos lo superfluo, y suplimos lo defectuoso, y realizamos, en fin, toda otra operación conveniente para la salud de las almas» (Sobre el sacerdocio 4,3).

–Con el Salmo 46 cantamos al Señor que es el Rey del mundo. Por eso invitamos con el salmista a todos los pueblos a alabar al Señor, a batir palmas, a que lo aclamen con gritos de júbilo. «Porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. Él nos somete los pueblos y nos sojuzga las naciones; él nos escogió por heredad suya: gloria de Jacob su amado».

Juan 16,20-23: Se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría. El tema del gozo pascual es normal en las lecturas de estos días. Hay tristezas que desembocan en la alegría, que son necesarias, y que están en proporción con el grado de alegría subsiguiente. Este es el caso. Pero aquí la alegría, el gozo, no encontrará más motivos para oscurecerse. Y con el gozo, la visión clara, en la fe, del plan y de la persona de Jesús, que hará innecesarias las preguntas, llenas de incomprensión, hasta ahora frecuentes en los discípulos. Es ya la plenitud de la fe indestructible de que Jesús ha vencido. En Él todo lo tenemos. Por lo tanto no tenemos razón para la tristeza, sino para una gran alegría en el Señor. Así dice San Gregorio Nacianceno: 

«Vengamos a ser como Cristo, ya que Cristo es como nosotros. Lleguemos a ser dioses por Él, ya que Él es hombre por nosotros. Él ha tomado lo que es inferior para darnos lo que es superior. Se ha hecho pobre, para que su pobreza nos enriquezca (2 Cor 8,9); ha tomado forma de esclavo (Flp 2,7) para que nosotros recobremos la libertad (Rom 8,21); se ha bajado para alzarnos a nosotros; aceptó la tentación para hacernos vencedores; ha sido deshonrado para glorificarnos; murió para salvarnos y subió al cielo para unirnos a su séquito, a nosotros, que estábamos derribados a causa del pecado» (Sermones 1,5).


14.

Comentario: Rev. D. Joaquim Font i Gassol (Igualada-Barcelona, España)

«Vuestra tristeza se convertirá en gozo»

Hoy, prácticamente, acabamos el Mes de María. Comenzamos el Decenario del Espíritu Santo. Reviviendo el Cenáculo, vemos a la Madre de Jesús, Madre del Buen Consejo, conversando con los Apóstoles. ¡Qué conversación tan cordial y llena! El repaso de todas las alegrías que habían tenido al lado del Maestro. Los días pascuales, la Ascensión y las promesas de Jesús. Los sufrimientos de los días de la Pasión se han tornado alegrías. ¡Qué ambiente tan bonito en el Cenáculo! Y el que se está preparando, como Jesús les ha dicho.

Nosotros sabemos que María, Reina de los Apóstoles, Esposa del Espíritu Santo, Madre de la Iglesia naciente, nos guía para recibir los dones y los frutos del Espíritu Santo. Los dones son como la vela de una embarcación cuando está desplegada y el viento —que representa la gracia— le va a favor: ¡qué rapidez y facilidad en el camino!

El Señor nos promete también en nuestra ruta convertir las fatigas en alegría: «Vuestra alegría nadie os la tomará» (Jn 16,22) y «vuestra alegría será completa» (Jn 16,24). Y en el Salmo 126,6: «Al ir, va llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando trayendo sus gavillas».

Durante toda esta semana, la Liturgia nos habla de rejuvenecer, de exultar (saltar de alegría), de la felicidad segura y eterna. Todo nos lleva a vivir de oración. Como nos dice san Josemaría: «Quiero que estés siempre contento, porque la alegría es parte integrante de tu camino. —Pide esa misma alegría sobrenatural para todos».

El ser humano necesita reír para la salud física y espiritual. El humor sano enseña a vivir. San Pablo nos dirá: «Sabemos que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios» (Rom 8,28). ¡He aquí una buena jaculatoria!: «¡Todo es para bien!»; «Omnia in bonum!».


15. DOMINICOS 2004

Pablo, no temas sigue hablando

No temas, que estoy contigo; nadie te hará daño, Pablo ...
Ahora sentís tristeza y me creéis ausente, pero yo volveré a veros y se alegrará vuestro corazón (Jesús)

Esas palabras pueden presidir hoy la celebración litúrgica para caldear nuestra experiencia de vida misionera, al lado de san Pablo. Él, en una noche cargada de duros presagios, creyó escuchar la voz animadora del Señor: no temas, sigue adelante, no te calles, que estoy contigo. ¡Cuántas veces necesitaríamos escuchar esas palabras quienes, envueltos entre nieblas y zozobras, languidecemos en el servicio a Dios y a los hermanos!

Hoy Jesús nos declara que, a pesar de las adversidades, momentáneos fracasos y turbaciones, él volverá a vosotros y entonces se alegrará de nuevo vuestro corazón.

No seamos incrédulos ni desagradecidos. Los signos de los tiempos, en el siglo XXI, nos turban, pero no podemos ceder en el empeño de lograr un ‘mundo nuevo’ en Cristo. Dios, Padre nuestro, que nadie nos quite la alegría de vivir con Cristo.


La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Hechos de los apóstoles 18, 9-18:
“En aquellos días, estando Pablo en Corinto, durante la noche le dijo el Señor en una visión: no temas, sigue hablando y no te calles, que yo estoy contigo y nadie se atreverá a hacerte daño; muchos de esta ciudad son pueblo mío.

Pablo se quedó allí, en Corinto, un año y medio, explicándoles la palabra de Dios.

Pero en cierta ocasión, siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron en masa contra Pablo y lo condujeron al tribunal y lo acusaron diciendo que inducía a la gente a dar a Dios un culto contrario a la ley...

Galión dijo a los judíos: ... Si de lo que discutís es de palabras, de nombres y de vuestra ley, arreglaos vosotros..., y ordenó despejar el tribunal...

Pablo se quedó allí algún tiempo, y luego se embarcó para Siria con Priscila y Aquila”

Evangelio según san Juan 16, 20-23:
“Jesús siguió diciendo a sus discípulos: vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro que pasó, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría”


Reflexión para este día
Estaréis tristes, dice Jesús, pero volveré a alegraros.
¿Cómo será eso, si continuamente leemos y experimentamos la inhumanidad de muchas acciones que destruyen la vida de niños, mujeres, jóvenes encadenados a armas o drogas..? ¿No nos da la impresión de que este mundo es puro valle de lágrimas, sin esperanza?

Sin embargo, la palabra de Dios y la cordura de los hombres sensatos sigue en pie. Es posible hacer un mundo mejor.

Pero ¿a qué precio?

Al precio de mucho amor, de mucha abnegación, formación de conciencia, denuncia de las injusticias, convocatoria a la fraternidad y a mayor igialdad...

Cuanto hagamos por un mundo mejor es un brote de alegría en el corazón de Dios y en el corazón de los redimidos por Cristo.


16. CLARETIANOS 2004

Queridos amigos y amigas:

“Muchos de esta ciudad son pueblo mío”. La falta de resultados, siempre pone a prueba nuestra confianza. Hoy se nos dice que tenemos que vivir “en tiempo real” todo. Lo mejor es siempre lo más instantáneo. Se nos educa e invita a vivir en la inmediatez. Pero la realidad nos muestra que lo esencial tiene su ritmo y no es inmediato. Lo dice el refranero: “Zamora no se hizo en una hora”; y seguro que recordamos otros refranes con el mismo contenido. Entre la siembra y la cosecha tiene que pasar tiempo. A veces, no recoge el que ha sembrado... Por eso la tardanza en obtener resultados pone a prueba nuestra confianza en la fuerza que tiene la Palabra que proclamamos, nuestra confianza en el testimonio que estamos dando, en la educación en la fe que estamos intentando inculcar.

También se pone a prueba nuestra confianza en los demás: “con éstos no hay quien pueda”; “ es inútil decirles nada”; “no hay que dar perlas a los cerdos”;... dar a los demás por perdidos es signo sencillamente de ignorancia, de falta de conocimiento de uno mismo. Porque por la misma regla de tres teníamos que darnos por perdidos a nosotros. ¿O acaso Dios no ha tenido que venir a nosotros cientos de veces para que le hayamos acogido una?.

El Evangelio de hoy nos habla de la vida tal y como es. La Palabra de hoy vuelve a ir contracorriente de esa visión adolescente y hedonista de la vida: lo real no es la vida sin sufrimiento, sin dolor; es más, lo ideal no es pasarse la vida huyendo, sorteando, todo sufrimiento y dolor. El dolor y el sufrimiento forman parte de nuestra vida, más aún, nos hacen crecer, son ingredientes necesarios para saborear la vida en toda su plenitud. Por eso el intento de ir sorteando sufrimientos y dolores es, en primer lugar, inútil porque está abocado al fracaso y, en segundo lugar, es inhumano, porque no nos hace crecer en humanidad. Todo sufrimiento por amor nos hace crecer, madurar. Dice la letra de una canción de un grupo de rock: “cada rosa tiene su espina”.

El Evangelio de hoy contiene, además, una promesa: “nadie os quitará vuestra alegría”. En continuidad con lo reflexionado en ayer... ¿qué nos quita la alegría? ¿por qué? Las tristezas de cada día no pueden anegar la alegría profunda de sabernos en el camino de La Vida. La alegría que nace de la serena certeza de saber de quién nos hemos fiado, de sabernos queridos infinitamente, sin condiciones, amados en todas nuestras limitaciones y pecados, porque el Alfarero del hombre conoce nuestro barro, sabe de qué estamos hechos... Es la alegría que brota de tener una respuesta a las preguntas esenciales que todo hombre se hace. Es la alegría que brota de saberse con un sentido en la vida. Es la alegría que da saber quién quiero ser, quién es el ideal que estoy llamado a “encarnar”, a hacer vida...

Por eso la continua llamada a la conversión que nos mella y nos pule, que nos desasosiega, nos hace sufrir... esa espina, esa llaga –como dice S. Pablo- que le atormenta a veces, tiene su contrapunto en la alegría de sabernos en sus manos.

Y también por ello, la falta de alegría profunda, la desesperanza, es signo de falta de fe, de falta de profundidad en la vida de fe, de la carencia de una experiencia de la que, como en una fuente, mana nuestro ser de hijos e hijas de nuestro buen Padre-Dios. En definitiva: un cristiano triste es, verdaderamente, un triste cristiano.
Vuestro hermano en la fe,

Juan Ángel Artiles Roberto
(jaarcmf@yahoo.es)


17. Comentarios Servicio Bíblico Latinoamericano

La misión de Pablo en la ciudad de Corinto forma una unidad, que la liturgia nos la presenta en dos días.
Misión en la ciudad de Corinto: 18, 1-18
Estructura:
a) Pablo en Corinto- trabaja con Aquila y Priscila: vv. 1-4
b) Misión de Pablo, Timoteo y Silas en Corinto: vv. 5-11
c) Pablo ante Galión: vv. 12-18a.

Pablo llega a Corinto-encuentro con Aquila y Priscila (vv.1-4): La ciudad de Corinto está situada estratégicamente en el istmo que une Grecia continental con la isla del Peloponeso. Era un centro de comunicación norte-sur por el itsmo y este-oeste por sus dos puertos Céncreas y Lejeum. La ciudad fue totalmente arrasada por los romanos el 146 a.C. Estuvo abandonada un siglo, hasta su reconstrucción por Julio César el año 44 a.C. como colonia romana. El 27 a.C. llegó a ser ciudad capital de la provincia romana de Acaia. Era una ciudad comercial, de población romana y latina, pero como puerto había llegado a ser una ciudad cosmopolita. Tenía mala fama por su inmoralidad y sus fuertes contradicciones de clase.

Pablo se encuentra en Corintio con la pareja judía Aquila y Priscila (v.2). Estos recién llegaban de Italia, por haber decretado el emperador Claudio la expulsión de todos los judíos de Roma. Según Suetonio, Claudio expulsó a los judíos por una revuelta impulsada por un tal Chrestus, lo que tradicionalmente se interpreta como problemas surgidos en la comunidad judía a causa de los cristianos y la predicación de Cristo. La fecha del decreto es posiblemente el año 49-50 p.C. Pablo estuvo 1 año y seis meses en Corintio, aproximadamente de diciembre del 50 hasta junio del 52. Lucas llama a la mujer Priscila, que es el diminutivo de Prisca, -nombre que Pablo en sus cartas da siempre a ella (Rom 16, 3 1 Cor 16, 19 2 Tim 4, 19). Tanto Lucas como Pablo ponen habitualmente primero el nombre de Priscila y luego el de Aquila (cf. 18, 18), lo que podría sugerir que ella tenía una posición más elevada que él en la comunidad apostólica. Léase lo que dice Pablo de ellos en Rom 16, 3-5. Lucas no dice si Priscila y Aquila son cristianos. Pareciera que sí, pues no se nos narra su conversión. Podemos suponer que ayudaban a Pablo en su discusión cada sábado en la Sinagoga (v.4). Pablo se quedó a vivir y a trabajar con Priscila y Aquila, pues eran del mismo oficio que Pablo: fabricantes de tiendas. Pablo trabaja con sus manos, siguiendo la tradición de los Rabinos, que aconsejaban trabajar para evitar pedir dinero por su trabajo de enseñanza. La cultura griega despreciaba el trabajo manual. Pablo insiste mucho en su trabajo: 20, 34 / 1 Tes 2, 9 / 1 Cor 9, 12b-18 / 2 Cor 11, 7-12.

Misión de Pablo, Silas y Timoteo en Corinto (vv 5-11): Silas y Timoteo llegan a Corinto desde Macedonia. Pablo escribe más tarde a los Corintios: "estando entre Uds. y necesitado, no fui gravoso a nadie; fueron los hermanos llegados de Macedonia los que remediaron mi necesidad. En todo evité el serles gravoso y lo seguiré evitando" (2 Cor 11, 9). Quizás esta ayuda fue la traída por Timoteo y Silas y la que permitió a Pablo "dedicarse enteramente a la Palabra" (v.5). El trabajo manual de Pablo, como artesano pobre, le absorbía todo el tiempo. Dice en su carta a los Tesalonicenses (escrita ahora desde Corinto): "trabajando día y noche, para no serles gravoso a ninguno de Uds., les proclamamos el Evangelio de Dios" (1 Tes 1, 9). La llegada misma de Silas y Timoteo es lo que también dio ánimo a Pablo para dedicarse enteramente a la Palabra. Pablo trabaja siempre con un equipo misionero. Nos dice en sus cartas que llegó a Corintio débil, tímido y tembloroso ( 1 Cor 2, 9. Véase 1 Cor 1-4 para entender en cual estado espiritual llegó Pablo a Corintio, después de dejar Atenas). Primero fue el encuentro con Aquila y Priscila (v.2), luego la llegada de Timoteo y Silas (v. 5) y luego la visión nocturna de Jesús (vv.9-10), lo que va a levantar el espíritu de Pablo y asegurar 18 meses de estadía en esa ciudad (v11). Los comentaristas dan demasiada importancia a la ayuda económica recibida por Pablo, descuidando el sentido comunitario de la misión y la experiencia que Pablo tiene de Cristo resucitado (sobre esto más adelante).

La dedicación completa de Pablo a la Palabra, junto con Timoteo y Silas, provocó el rechazo de los judíos y la decisión de Pablo de dirigirse desde ahora a los gentiles (v 6). El mismo esquema lo tenemos en 13, 44-49 en Antioquía de Pisidia. Pablo no dejará de seguir predicando a los judíos (así muy pronto en Éfeso: 18, 18), pero, por el momento, rompe con la Sinagoga y encuentra un espacio donde Ticio Justo, un temeroso de Dios, cuya casa estaba contigua a la sinagoga. También Crispo, el jefe de la Sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa. Pablo rompe con la Sinagoga, pero tiene inmediatamente a su disposición dos comunidades cristianas en dos casas diferentes: una comunidad gentil y otra judía (vv.7-8). Muchos corintos también al oír a Pablo creyeron y se bautizaron (v. 8).

La situación de la misión, después de romper con la sinagoga, es óptima para Pablo. Quizás por eso mismo Pablo teme una agresión de parte de los judíos, como le sucedió en Antioquía de Pisidia, en Iconio, Listra y últimamente en Tesalónica y Berea. Pablo teme que también ahora tenga que partir apresuradamente de Corinto. En ese contexto Pablo tiene en la noche la visión del Señor Jesús que le dice: "deja de tener miedo, sigue hablando y no calles". Jesús le da dos razones para dejar de tener miedo: primero, él estará con Pablo y nadie le hará daño; y segundo, quizás lo más importante "un pueblo hay para mi numeroso en esta ciudad" (v.10). El pueblo es el Pueblo de Dios, que ahora Jesús tiene en Corinto, del cual son miembros tanto judíos como gentiles. Es el nuevo Pueblo de Dios que nace ahora, con la actividad misionera de Pablo, Silas y Timoteo después de la ruptura de Pablo con la sinagoga. Pablo tiene una visión semejante en Jerusalén (23, 11. Cf. también 27, 23-24). La consecuencia de la visión es evidente: Pablo se queda 18 meses en Corinto, enseñando la Palabra de Dios (v. 11, inclusión con v. 5). Esta visión de Cristo muestra la presencia permanente de Cristo resucitado en la Iglesia y en la misión. Esta presencia confiere a la resurrección un carácter histórico y a la Iglesia un carácter escatológico. Cristo resucitado está vivo en el corazón mismo de nuestra historia, y por eso mismo la Iglesia es una comunidad escatológica, es decir, vive ya en su misterio la realidad última de la nueva creación de Dios (los "cielos y tierra nueva" y "la nueva Jerusalén", de la cual nos habla el Apocalipsis).

Pablo ante el procónsul Galión (vv.12-18a): Este hecho tiene una importancia histórica para la cronología de Pablo y también porque nos revela la intención de Lucas al escribir estos relatos. Galión era procónsul de la provincia senatorial de Acaya, donde se nombraba como procónsul a personas muy respetadas por el Senado romano. Galión era hermano del filósofo Séneca e hijo adoptivo de Julio Galión, un rico patricio romano. Galión fue nombrado procónsul bajo el emperador Claudio. El cargo duraba un año y según una inscripción de Delfos habría gobernado el año 52. Si tomó posesión del cargo, como era costumbre en verano, habría gobernado de junio 51 a junio 52. Pablo, después de ser llevado ante Galión, se quedó bastantes días en Corinto. En la cronología que aquí hemos adoptado, Pablo estuvo en Corinto de diciembre 50 a junio 52. Por lo tanto el incidente ante Galión pudo haber sido en los primeros meses del 52.

Lo que sucedió era lo que Pablo ya temía: los judíos, de común acuerdo, llevan a Pablo al tribunal ante el procónsul Galión. La acusación era la siguiente:
"Este persuade a la gente para que adore a Dios
de una manera contraria a la ley" (v.13)

Los judíos en varias ciudades del Imperio romano podían resolver ellos mismos sus asuntos jurídicos y disciplinares, con la supervisión de Roma. Pablo dice que recibió 5 veces de parte de los judíos 40 azotes menos uno (2 Cor 11, 24). Pablo se sometió, por lo tanto, a la disciplina de la sinagoga, a pesar de ser romano, para no romper con su pueblo. En la acusación que ahora recibe, la palabra LEY es ambigua. No se sabe si se refiere a la ley judía o romana. En cualquiera interpretación, Pablo es acusado de persuadir a la gente de practicar una religión ilícita. Galión entiende que se trata de la ley judía, lo que significaba juzgar la conducta de Pablo conforme a la ley judía. La religión judía era "religio lícita" en ese tiempo. Si Pablo no es fiel a la religión judía, estaría practicando una superstición contraria a la ley romana. Galión sin embargo prefiere no juzgar sobre problemas de la ley judía. El procónsul se expresa con ironía, ridiculiza a los judíos y los echa del tribunal.

¿Cuál es la intención de Lucas con esta narración? Primero, mostrar que se cumple la promesa de Jesús que nadie haría daño a Pablo (v. 10). Además, mostrar la actitud favorable del procónsul con Pablo y su opinión que éste no adora a Dios en forma contraria a la ley romana, pues no practica ningún crimen o mala acción. Con esto Lucas está mostrando que las autoridades del Imperio romano objetivamente favorecen la misión de Pablo y la expansión del cristianismo, con lo cual nos prepara para entender la actitud confiada de Pablo ante las autoridades romanas en Jerusalén, Cesarea y Roma.

Lucas nos dice que terminado el asunto en el tribunal todos ellos agarraron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y se pusieron a golpearlo ante el tribunal sin que esto importara a Galión (v.17). ¿Quienes golpean a Sóstenes? ¿Los judíos frustrados por la mala conducción de Sóstenes del juicio ante el Procónsul? ¿O son los corintios no-judíos enojados por el desorden ante el tribunal? En cualquiera de los dos casos Lucas nos quiere mostrar que la persecución contra Pablo (y contra el cristianismo) se vuelve contra los mismos judíos, sea como división interna entre ellos o sea como persecución externa contra ellos. La situación, favorable para Pablo, le permite a éste quedarse todavía bastantes días en Corinto, antes de seguir su viaje (v. 18a).

Reflexión pastoral sobre Hch 18, 1-18
1) El trabajo manual de Pablo lo inserta en el mundo del trabajo y lo libera para no depender económicamente de las comunidades. Pero también es cierto que la solidaridad de otras Iglesias le permitió a Pablo dedicarse enteramente a la Palabra. ¿Cómo desafía esta situación de Pablo nuestras estructuras pastorales?. ¿No son éstas a veces "empresas" pastorales, extrañas a la vida del pueblo y dependientes de otras empresas mayores, a veces extranjeras? Debemos analizar como agentes de Pastoral sí nuestra situación laboral y la solidaridad de otras Iglesias nos permite lograr el fin que Pablo mismo perseguía: dedicarse enteramente a la Palabra de Dios. Toda la estructura pastoral de la Iglesia debe finalmente conseguir este objetivo de dedicarnos enteramente a la Palabra de Dios.

2) Reflexionemos cómo vivimos hoy en la Iglesia, de la misma manera que Pablo en Corinto, el carácter histórico de la resurrección de Cristo y el carácter escatológico de la Iglesia. Cómo influye en nuestro trabajo misionero y pastoral esta realidad de Cristo de resucitado.

3) La misión de Pablo en Corinto nos desafía a repensar hoy la vida de la Iglesia en las grandes urbes de América. Analicemos atentamente la actitud subjetiva y objetivo de Pablo en Corintio y toda su estrategia misionera en Corinto. Especialmente reflexionemos sobre el trabajo manual de Pablo, su trabajo en equipo, su inserción en las casas, su visión nocturna de Cristo, la persecución y su relación con las estructuras de la ciudad.


18.Reflexión

La alegría de Dios es algo duradera, no es temporal ni esporádica… no se parece, de hecho, a la que el mundo y sus pasatiempos pueden producir. La razón es que esta alegría es interior pues es producida directamente por el Espíritu Santo. Por eso Jesús dice: “que nadie podrá quitaremos esta alegría”. Puede ser que pasemos por situaciones difíciles y apremiantes, sin embargo, la alegría interior se convierte en un río interno que pacifica, conforta y da armonía a toda nuestra vida, haciéndonos capaces de afrontar y resolver cualquier problema o dificultad, por difícil o grave que éste sea. Esta alegría y paz es tal que por eso dice Jesús también: “Ese día no me preguntarán nada”. Y es que cuando el corazón está lleno de Dios, ¿qué cosa puede ser importante para el hombre sino Dios mismo? ¿Que pregunta podría surgir de este corazón…? Ninguna, Dios lo es todo, Dios lo llena todo, Dios lo ilumina todo. Pidamos al Espíritu: “Ven Espíritu de alegría y de paz y llena todo nuestro ser, toda nuestra vida y haznos experimentar el poder y el amor del Dios que Salva.

Que la resurrección de Cristo, llene de amor tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


19.La existencia de la vida eterna

Fuente: Catholic.net
Autor: Juan Gralla

Reflexión:

Perder a Jesús, al Maestro, debió ser un golpe durísimo para los discípulos. Y eso que ya estaban avisados. Cristo fue preparándoles para el momento culminante, el de su Pasión y muerte en la cruz, para que no se escandalizasen. La muerte no tendría la última palabra en Él. Y debían saberlo.

Era necesario que los discípulos de ayer y los de mañana supieran que, aunque la muerte es un drama que duele y es difícil de entender, esa tristeza se convertirá en gozo al constatar que existe la vida eterna, que no acaba todo en este mundo, que los sufrimientos de ahora tienen sentido si se ofrecen a Dios, como Jesús ofreció los suyos.

En este evangelio, Cristo presenta un hecho cotidiano: el de la mujer que va a dar a luz. Toda madre presiente los dolores que va a sufrir en el momento del parto, pero cuando tiene al niño y puede ver su carita y sus manos, se olvida de todo lo que ha pasado porque la alegría del recién nacido es superior al dolor que ha padecido.

De esta manera tenemos que ver la cruz: es algo que se nos presenta diariamente, y nos cuesta. Pero, al final, valdrá la pena haber ido abrazados a ella.


20. 2004

LECTURAS: HECH 18, 9-18; SAL 46; JN 16, 20-23

Hech. 18, 8-18. Corinto, lugar en el que Pablo, por orden de Dios, proclama con valentía el Evangelio de salvación que el Señor ofrece a todos. El misionero se queda año y medio en ese lugar. La comunidad, además de consolidarse en la fe, será muy querida para Pablo. Éste recibirá muchas persecuciones; pero el Señor le pide no tener miedo, pues Él está con Pablo y nadie pondrá la mano sobre él para perjudicarlo. Cuando llegue la hora de Pablo, éste no podrá escapar de dar el testimonio supremo de su fe, decapitado en Roma. Pero mientras llega su hora tendrá que estar aquí, y después ir allá y más allá a cumplir con la misión que el Señor le ha confiado. Nosotros, Iglesia de Cristo, debemos depositar nuestra vida y nuestra confianza totalmente en Dios. Debemos aprender del Apóstol Pablo a no tener miedo. Ciertamente no podemos actuar con temeridad; pero tampoco podemos ser pusilánimes en el testimonio de nuestra fe. Dios siempre estará de nuestra parte, incluso en el momento en que, por Cristo, debamos darlo todo, incluso, si Él así lo quiere, el testimonio supremo de nuestra propia sangre. Confiemos siempre en Él y dejémonos conducir por su Espíritu Santo, en un amor fiel, siempre fiel a su Iglesia y a los Pastores, que Él ha puesto al frente de su Pueblo santo.

Sal. 46. Dios, Rey y soberano de todo lo creado, nos ha manifestado su amor levantándose victorioso sobre los pueblos que habitaban la tierra, y la entregó a la descendencia de Abraham y los Patriarcas, como herencia suya. A nosotros nos manifestó su poder y su soberanía cuando, por medio de su Hijo se levantó victorioso sobre aquel que nos retenía bajo su dominio, el Maligno, y nos rescató para que, hechos hijos de Dios, entremos a poseer los bienes definitivos en la Patria celestial. Cristo Jesús no sólo asciende hasta su trono; nos lleva junto con Él para que seamos coherederos de su Gloria. Por eso aclamemos al Señor, llenos de gozo. Que toda nuestra vida se convierta en una continua alabanza de su santo Nombre.

Jn. 16, 20-23. Ha llegado la hora de Jesús. De su costado herido nacerá la Iglesia. Y su alegría será plena porque volverá a Aquel que le envió, llevando consigo a todos los redimidos mediante su Misterio Pascual. Nosotros no tenemos ya motivos para estar tristes. El Señor habita en nosotros. Él va con nosotros, que estamos llamados a dar a luz continuamente a una nueva humanidad, libre del pecado y de la muerte. Quien contemple a la Iglesia de Cristo lo contemplará a Él y experimentará el amor que Dios siente por todas sus criaturas. Entonces no seremos motivo de tristeza ni de angustia para nadie, sino de alegría y de paz para todos. Entonces no preguntaremos dónde está Dios, pues Él estará y caminará con nosotros; y desde nosotros estará y caminará con toda la humanidad, hasta que juntos volvamos como hijos a la Casa de nuestro Dios y Padre.

Hay muchos momentos angustiantes que hemos pasado al trabajar por Cristo y su Evangelio. El Señor nos reúne para hacernos saber que Él va delante de nosotros. Él bebió primero el cáliz de la amargura, de la traición, del amor manifestado hasta el extremo. Hoy lo contemplamos clavado en una cruz, en su hora, la de hacernos surgir como hijos de Dios, reconciliados con Él mediante su Cuerpo, entregado por nosotros; y su Sangre, derramada para el perdón de nuestros pecados. Pero lo contemplamos lleno de Gloria, elevado y atrayendo todo hacia Él para que, junto con Él, vivamos eternamente a la diestra del Padre Dios. Él camina con su Iglesia; y en medio de nuestras tribulaciones, sufridas a causa de creer y de dar testimonio de Él, Él nos llena de gozo al permitirnos entrar en comunión con su Vida y con su Misterio Pascual. Reunidos en su Nombre, Él cumple su promesa de estar en medio de nosotros como nuestro Dios y Señor, como nuestra alegría y nuestra paz. Llenémonos de gozo y de confianza por este amor tan grande que Él nos sigue teniendo.

Tengamos confianza; el Señor va con nosotros. Él quiere que surja una humanidad nueva donde haya menos dolor, menos pobreza, menos tristeza, menos angustia, menos explotación de los desvalidos, menos injusticias sociales, menos vicios que minen la salud de las personas y la paz familiar. El Señor nos ha enviado para que generemos una auténtica alegría cristiana. Pero dar a luz a ese hombre nuevo nos costará grandes sufrimientos, persecuciones, incomprensiones. Todo cuesta en la vida; nada se nos da gratis; nada se logra sin morir a uno mismo. El Señor nos quiere fuertes, valientes, seguros, confiados en Él y caminando tras sus huellas. No podemos vivir de un modo egoísta, esperando disfrutar de un mundo nuevo contemplando desde el balcón de nuestra vida el sudor y la entrega de los demás. Quienes creemos en Cristo debemos ser los primeros en trabajar por el bien de todos, de tal forma que el Señor nos conceda colaborar ardientemente en la construcción de su Reino, que debe iniciarse ya desde ahora entre nosotros.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de vivir totalmente comprometido en el amor a Dios y en el amor al prójimo, buscando el bien de todos hasta logra que todo sea recapitulado en Cristo, para gloria de Dios Padre. Amén.

www.homiliacatolica.com


21. ARCHIMADRID 2004

LOS NERVIOS

Ya estamos a escasas veinticuatro horas de la boda (menos mal, estoy harto de escribir de este tema y seguro que vosotros de leerlo). Los nervios estarán a flor de piel, se mira y remira que todo esté preparado, que no falte nada, cualquier detalle es importante. Habrá gritos, carreras, llamadas nerviosas a móviles, mucho trabajo oculto y escondido –antes, durante y después-, trabajo que en conjunto conseguirá la perfecta celebración del acontecimiento.

“Sigue hablando y no te calles” le dice el Señor a San Pablo. Sin duda el pobre, después de algunos fracasos y bastantes palizas, se plantearía el callarse discretamente, hacer “mutis por el foro” y dedicarse a disfrutar de su vida cristiana en compañía de algunos incondicionales. Es una tentación casi constante en la vida del cristiano: dedicarse a los que ya están convencidos, reducir el círculo de actuación a aquellos que sabemos nos aprecian, nos valoran y nos motivan. Cuántas parroquias se van convirtiendo en “zulos” de vida cristiana, cerradas casi todo el día y con un grupo de feligreses selectos que hacen y deshacen según criterios que, a veces, no son del todo evangélicos. Cuántos padres y madres de familia han hecho de la fe un tema tabú en las conversaciones de su casa, cansados, aburridos y acomplejados tras el paso de los años.

“Sigue hablando y no te calles,” este consejo no es sólo para Pablo por ser un “gran comunicador,” es para todos y cada uno de los cristianos. Los que estén esta mañana limpiando los cubiertos para el convite de la Boda son tan importantes como el maestro de ceremonias, ninguno puede fallar. Cada vez que tú y yo callamos alguien deja de escuchar el mensaje de Cristo. ¿Que te rechazan? “No temas.”

Comprendo los silencios de los cristianos. Muchos sacerdotes, diría que todos, han vivido con pasión el Evangelio. Muchos padres de familia, diría que todos, han querido anunciar a Jesucristo en su casa, su “Iglesia doméstica.” ¿Los frutos? Parecen escasos, se reciben desprecios, te manipulan, se burlan, parece que predicas en el desierto y terminas tirando la toalla, apostando por “valores seguros” y echando la culpa a la “secularización creciente” a la falta de esfuerzo en el trabajo de anunciar el Evangelio.

“No temas:” “La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza porque ha llegado su hora.” Tal vez nuestros “partos” duren toda la vida, nos parezcan eternos e interminables. “Pero en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre,” por tu constancia Dios hará que veas los frutos y se te olvidarán los apuros y fatigas, darás por bien empleadas tantas horas, tantos desprecios y apariencia de soledad. Entonces “nadie os quitará vuestra alegría.”

“Ese día no me preguntaréis nada.” Cuando me preguntas los “por qué” de tantas cosas (las muertes de gente joven, las deserciones en la Iglesia, la falta de fe, el mal en el mundo, etc. ...) me acuerdo de esta frase y, aunque no sé explicarlo, estoy seguro de que cuando veamos el amor entrañable y misericordioso de Dios se nos olvidarán los porqués y surgirá el “gracias.”

María, madre mía, ayúdame a “guardar en mi corazón” (en tu corazón), los cansancios y desvelos y a adelantar, desde ahora, mi acción de gracias.


22. Fray Nelson Viernes 6 de Mayo de 2005

Temas de las lecturas: Muchos de esta ciudad pertenecen a mi pueblo * Nadie podrá quitarles su alegría.

1. ¡Corinto!
1.1 Hermanos, el recorrido que hemos venido haciendo por los Hechos de los Apóstoles nos ha mostrado ya suficientemente el carácter firmísimo y perseverante del apóstol Pablo. Este es aquel hombre que sufrió naufragios, enfermedad, cárcel y azotes; fue traicionado muchas veces, pasó hambre y sed, desvelos y carencia de lo necesario, lo apedrearon y muchas veces fue sometido a una lluvia inclemente de insultos y burlas. Nada le detuvo. Es admirable: siguió adelante con paso recio y fue capaz de cantar himnos a la gloria divina mientras padecía el hielo y las tinieblas de un calabozo injusto.

1.2 Contemplando con asombro tanta fortaleza no puede menos de maravillarnos que Dios hoy se haya acercado con tanta compasión a darle consuelo y ánimo. Algo grande tenía que estar sucediendo; una misión singularmente ardua venía sobre sus espaldas acostumbrados al trabajo durísimo del apostolado entre los paganos. ¿Dónde se hallaba nuestro paladín y en qué misión se encontraba, para que Dios considerara con tanta providencia como ternura que era tiempo de dar fuerza nueva a su apóstol?

1.3 La ciudad: Corinto. La misión: abrir espacio en medio de un paganismo tan agresivo como seductor, para que allí pudiera nacer una comunidad cristiana. ¡Qué locura! Una comunidad en torno al misterio de la Resurrección, en medio de un pueblo saturado de religiones y filosofías, capaz de tragarse todo menos una cosa: que alguien pudiera vencer a la muerte! Para esa locura, que es también la que hoy necesitamos, se requería un empuje especial, una gracia particular, y por eso Dios quiso hablarle en aquella visión nocturna a nuestro querido apóstol Pablo.

1.4 Corinto no es algo del pasado. Corinto hoy se llama New York, Amsterdam, París, Bogotá, Sidney, Río de Janeiro, Tokio... Corinto es aquel mundo embriagado de placeres y teorías, desesperado y hambriento, enloquecido y mordaz, despiadado y anónimo en el que todo parece posible menos el amor, y donde todo tiene espacio menos la pureza. ¡Dios, danos muchos apóstoles nuevos para este Corinto inmenso que es el mundo del tercer milenio! Amén.

2. Un largo parto
2.1 Cristo nos habla hoy también de esa confrontación con el mundo que es tan propia de la realidad en que vivimos sus discípulos. Ese mundo, ese inmenso “Corinto” nos hace llorar cuando nos hiere y cuando se hiere. Pero Jesús nos dice que no serán en vano esas lágrimas ni caerán en el vacío. No sólo el viento escucha nuestros gemidos: con ellos somos semejantes a la mujer que da a luz. De nosotros, aunque con llanto, nace un mundo, el mundo pensado y amado por Dios. ¡Vaya honor que nos ha correspondido!

2.2 Ahora bien, ese mundo no nace por sus solas fuerzas ni sólo por nuestros buenos deseos. El Dueño de las Horas, el Señor de la Historia es quien determina con su “visita” el gran desenlace que transformará los espasmos de la persecución en latidos de vida nueva. Es Él y sólo Él quien conoce la ciencia arcana que destila diamantes de las lágrimas y canciones de los gemidos.

2.3 Cristo glorioso, Salvador del mundo, Señor de las misericordias: ven pronto; vuelve pronto; llega pronto, señor, que el mundo se debate entre la ira y la depresión, entre el hastío y la inanición, entre el cansancio de la muerte y la agitación de la locura. Ven, Cristo, ven y haz que nazca el mundo nuevo. Amén.