MIÉRCOLES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA

 

LECTURAS

1ª: Hch 17, 15.22-18, 1 

2ª: Jn 16, 12-15 = TRINIDAD


1.

De todos los discursos misioneros dirigidos a los paganos, el más largo es el de Pablo a los atenienses. Pablo demuestra cómo el apóstol adapta su mensaje al auditorio ante el que se encuentra.

Por ello solo escoge tema bíblico susceptibles de ser comprendidos por los paganos. Sin duda no era el primero en confrontar las ideas de dos mundos diferentes, sino que verosílmente se aprovecha de las búsquedas y de la experiencia de algunos autores sapienciales y helenistas.

a) El conocimiento de Dios es el tema fundamental del discurso.

¿Cómo puede un pagano conocer a Dios? Para el judío, la ignorancia considerada culpable del paganismo para con el verdadero Dios era el fruto de las pasiones desatadas (Rom 1, 18-32; Sab 13, 14; Ef 4, 17-19). Pero Pablo abandona el tono severo de la Escritura para descubrir en la piedad, incluso de los paganos, una suerte de confesión de su ignorancia de Dios: la dedicación de un altar al "Dios desconocido". En efecto, el apóstol manipula un poco el epitafio que estaba en plural y que expresaba un sentimiento de temor ante los maleficios de los dioses que los atenienses habrían podido olvidar. Pablo manifiesta, pues, una cierta simpatía por las ideas paganas, pero entendiéndolas con su mentalidad bíblica, cree poder presentarse a los paganos como quien viene a colmar una ignorancia de la que ellos no tienen conciencia.

b) Segundo tema: Dios no habita en templos construidos por hombres (v. 24). Pablo recoge una corriente del pensamiento griego, pero que era igualmente una idea bíblica que Esteban había ya defendido ante un auditorio judío (Act 7, 48) y que se remonta a las antiguas polémicas de Israel contra la idolatría (v. 29; cf. Sal 113/115; Is 44, 9-20; Jer 10, 1-16). Pablo presenta, pues, hábilmente, argumentos típicamente bíblicos, pero conocidos por el paganismo griego, y subraya también que el cristianismo, tanto para los paganos como para los judíos, es una llamada a la espiritualización de su concepción de Dios y del culto que le es debido.

c) Pablo presenta la pertenencia a la raza de Dios a partir de la cita de un filósofo griego (v. 28), pero comprendida a la manera bíblica (v. 26), como un anuncio del reagrupamiento de la humanidad tras el nuevo Adán (Rom 5, 12-21; 1 Cor 15, 21-22) y en la filiación divina.

d) Los últimos versículos del discurso provocan la ruptura. En ellos Pablo acumula una serie de expresiones totalmente incomprensibles para los griegos: la idea de un "ahora" (v. 30), es decir, de un momento privilegiado en una historia que, por tanto, tendría sentido, la noción de un juicio de Dios (v. 31), demasiado directamente vinculado a un sentido escatológico de la historia poco en armonía con las concepciones paganas, la idea de resurrección sobre la que, además, se pedirá a Pablo que se detenga, concepción que incluso numerosos judíos se negaban a admitir (cf. vv. 31-32).

Puede ser instructivo criticar el discurso de Pablo a la luz de las dificultades encontradas por los cristianos modernos para explicitar su fe ante los ateos. Ciertamente, el contexto ha cambiado profundamente y no se trata de menoscabar al apóstol: Pablo y los griegos se encuentran todavía en un ambiente sacralizado; cristianos y ateos se encuentran hoy en un mundo secularizado, pero los puntos de fricción siguen siendo los mismos, tanto desde el punto de vista doctrinal como psicológico.

En primer lugar hemos de reconocer en Pablo una preocupación real por estar atento a la mentalidad de sus interlocutores. En efecto, Pablo abandona la argumentación clásica del kerygma apostólico, basado sobre una cultura demasiado bíblica para los paganos. Además se tomó el trabajo de conocer las principales corrientes espirituales del paganismo griego y especialmente la concepción de una paternidad universal (v, 28), así como la de una religión liberada del materialismo y del formalismo (v. 29). He aquí dos actitudes particularmente importantes en el diálogo contemporáneo entre cristianos y ateos: la conciencia común de la dignidad humana y de una superación del fenómeno religioso y mítico constituyen excelentes plataformas de comunión y de diálogo.

Por el contrario, dos puntos del discurso de Pablo son bastante chocantes para sus oyentes. El primero es la larga exposición sobre el Dios desconocido. Dejemos el mismo procedimiento por el que Pablo utiliza a favor de su Dios el culto pagano al Dios desconocido. Es un argumento táctico bueno. Pero lo que parece más grave es el hecho de que Pablo, como buen judío, convencido de que los otros son ignorantes, se presenta como "el que sabe" (a pesar de los correctivos del v. 27), frente a gentes que "no saben".

El otro punto donde el discurso de Pablo revela alguna debilidad es la concepción de una historia que tiene un sentido más allá de sí misma en la voluntad de Dios que la lleva a su realización.

Ciertamente, esta concepción de la historia pertenece muy directamente a la fe para ser minimizada, pero qué puede significar para los atenienses convencidos del desarrollo cíclico y fatal de la historia y para los ateos de hoy convencidos de que la historia, lo mismo que la naturaleza, se explica por sí misma sin recurso a lo divino.

Pero, en realidad, ¿es mediante discursos cómo el cristiano debe abordar el mundo pagano o ateo? ¿No es importante comenzar por insertarse en el mismo corazón de las actividades humanas y vivirlas de tal manera que se descubra en ellos progresivamente su significación para Dios? Es claro que el ateo será siempre para el creyente alguien que no sabe, pero ¿no habrá de situarse en el mismo terreno en que el hombre cree poder afirmar la inutilidad de Dios y el absurdo de la historia para purificar su fe y ser capaz de dar cuenta de ella?

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA IV
MAROVA MADRID 1969
. Pág. 214


2.

-Los hermanos que escoltaban a Pablo lo llevaron hasta Atenas.

Después de Filipos, ahora Atenas, la capital de Grecia.

Si Roma es la capital administrativa del Imperio, Atenas sigue siendo la capital filosófica: ¡en ella se discuten las grandes corrientes del pensamiento!

Atenas. Pablo, con dos o tres cristianos, llega a Atenas.

Sin entrar en el detalle de una evocación histórica, vale la pena de considerar lo que Atenas significa. Es una ciudad de un medio millón de habitantes, es una ciudad inhumana en la que los esclavos y los pobres constituyen los dos tercios de la población. Una ciudad cosmopolita en la que se mezclan y se enfrentan todas las razas. Una ciudad depravada donde alardean cínicamente todos los vicios.

Y con todo, guiado por el Espíritu, es a esas grandes ciudades que Pablo se lanza prioritariamente.

A nosotros, que tan a menudo nos encontramos también ante la angustia de dar a conocer el evangelio a un mundo masivamente paganizado, danos Señor tu Espíritu.

Concédenos poder introducir el evangelio en el corazón del mundo.

-Pablo, de pie en medio del Areópago dijo: «Atenienses... al pasar he contemplado vuestros monumentos sagrados...»

El Areópago es la «plaza» central de Atenas. El lugar donde se reúnen los filósofos y los estudiantes para discutir.

Imagino a Pablo en ese contexto. Lo veo paseando por esa gran ciudad, lo veo en la Acrópolis, en medio de templos y de estatuas de mármol, de dioses y diosas: «¡vuestros monumentos sagrados!»

En su predicación, parte de la vida y de las preocupaciones de sus oyentes.

-«Pues bien, ese «Dios desconocido» que vosotros veneráis sin conocerlo, yo vengo a anunciároslo...» Había visto también un altar con esta inscripción: «Al dios desconocido».

Es decir, a la multitud y variedad de todo lo que pudiera existir.

-«Los hombres buscan a Dios y van a tientas esforzándose en alcanzarlo...»

San Pablo no rechaza el esfuerzo de los hombres para encontrar a Dios. Todas las religiones, en cierto modo, son una búsqueda titubeante de Dios. Eso es respetable. El Concilio trató ese tema: «La Iglesia Católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero.... Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, por más que discrepen en mucho de lo que ella profesa y enseña, aportan sin embargo, no pocas veces, un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres.» (_Vat-II.Nostra aetate, 2).

Ayúdanos, Señor, a mirar siempre con benevolencia las costumbres y gustos diferentes de los nuestros.

-Dios no está lejos de nosotros, pues en El vivimos, nos movemos y somos.

Y Pablo cita entonces a un poeta griego. Entra en el universo cultural de aquellos a quienes se dirige.

-Dios, pues, anuncia ahora a los hombres... que ha designado a un hombre, que habiéndolo resucitado de entre los muertos...

¡Aquí está lo esencial!: ¡La resurrección de Jesús! Después de los preliminares de orden cultural o filosófico, llega a hablar de «Jesús» en su misterio principal. ¡Su predicación, sobre este punto, será un fracaso!

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 3
PRIMERAS LECTURAS PARA ADVIENTO - NAVIDAD
CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983
.Pág. 238 s.


3. ES/PEDAGOGO:

Ayer meditamos el papel del "Defensor" que el Espíritu ejerce en el curso del "proceso de Jesús" que se desarrolló en Jerusalén en aquel tiempo... y que se desarrolla en el curso de toda la historia.

Hoy vamos a considerar otro cometido del Espíritu, su papel de pedagogo, el que hace comprender, el que hace crecer.

-Muchas cosas tengo aún que deciros, mas no podéis comprenderlas ahora.

Sí, la Fe es una progresión. Es una vida que va desarrollándose.

En Dios hay siempre cosas nuevas a descubrir, tales como en el desarrollo de una relación de amor con alguien, un prometido, un esposo, un amigo.

Al igual que los apóstoles no estoy sino en el inicio. Acepto, Señor, lo que Tú me dices también a mí... Hay cantidad de cosas que no podría comprender ahora, pero que Tú me revelarás poco a poco... más tarde... si soy fiel en escuchar a ese Espíritu, que me habla al corazón, que me habla de ti, Jesús.

Guarda mi espíritu abierto... que jamás me considere como satisfecho, conocedor de todo, orgulloso de mis conocimientos doctrinales. Señor, pienso también en aquellos con quienes vivo. A ellos también les pasa lo mismo: están en el camino de la Fe... Hay verdades y actitudes que no han descubierto todavía... que no podrían comprender ahora.

Dame, Señor, tu paciencia, tu pedagogía. Que no aplaste a los demás con verdades que no pueden aún entender... que sepa caminar al ritmo de tu gracia, al ritmo de tus pasos... acompañando a mis hermanos en su propio caminar.

-Cuando vendrá Aquél, el Espíritu de verdad, os guiará hacia la verdad completa.

Es como una confesión de Jesús: reconoce que hay cosas que no ha podido dar a comprender a sus discípulos.

Sí, mientras Tú estabas con ellos, visiblemente con ellos, corporalmente con ellos, humanamente con ellos... había una cierta dimensión esencial de tu persona que no brillaba.

Era necesaria tu muerte y tu resurrección para que tu gloria resplandeciera.

Todavía hoy, tenemos también la tentación de reducir tu mensaje y tu misterio a sus aspectos más humanos, más comprensibles.

Señor, que tu Espíritu nos conduzca a la verdad completa.

-Porque no hablará de sí mismo, sino que hablará lo que oyere... Recibirá de lo mío y os lo anunciará...

Ya sabíamos que Jesús está totalmente vuelto hacia el Padre, que no "hace nada por sí mismo" que es una perfecta transparencia del Otro.

Esto es lo que Jesús nos revela aquí; la absoluta transparencia de las relaciones de amor entre las Tres personas divinas: ninguna guarda nada de "lo suyo", todo es participado, comunicado, dado, recibido... Nuestras palabras terrenas son inválidas para expresar esta cualidad inaudita de la relación que une al Padre, al Hijo y al Espíritu. Todas nuestras relaciones humanas brotan de ella.

-Todo cuanto tiene el Padre es mío... El Espíritu tomará de lo que me pertenece y os lo anunciará..

Las revelaciones del Espíritu en el curso de la historia no pueden ser nuevas revelaciones, contradictorias con lo que ha sido revelado en Jesucristo. ¡El Espíritu lleva a Jesús como Jesús lleva al Padre! Contemplo la unidad, la comunión de las personas divinas: ¡todo un programa!

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 242 s.


4.

1. Hechos 17,15.22 -18,1

a) Pablo predica esta vez en Atenas, en medio del Areópago, el centro simbólico del pensamiento filosófico y religioso. El suyo es un discurso típico de cómo hay que presentar el plan de Dios a paganos. En este caso, a los pensadores griegos. Pablo se adapta a su manera de pensar, se hace en verdad «griego con los griegos», como en otras ocasiones había sido «judío con los judíos».

Capta su atención y su benevolencia con la alusión al altar del «dios desconocido». Y en seguida les habla del Dios creador, de cómo no puede habitar en templos humanos, de cómo le podemos conocer a través de la naturaleza. Más aún, de que «somos estirpe suya» -cosa que Pablo afirma citando a un pensador griego- y por tanto le tenemos que buscar dentro de nosotros mismos, porque «en él vivimos, nos movemos y existimos». Les invita, por tanto, a una espiritualización de su religión, para llegar en seguida a Cristo Jesús, el enviado por Dios, al que resucitó de entre los muertos.

Es precisamente aqui, al hablar de la resurrección -que se ve que los griegos no pueden entender- cuando se da una reacción claramente negativa e irónica por parte de la mayoría.

Aunque sí hay algunos, hombres y mujeres, que abrazan la fe.

b) Pablo, una vez más, nos da la lección de saberse adaptar a su auditorio, a la hora de anunciar la fe en Jesús. A los judíos les habla a partir del AT. A los griegos, a partir de su literatura, de su visión religiosa del cosmos y la divinidad, y de su actitud de búsqueda y curiosidad -al menos filosófica- de la verdad. A todos les predica a Jesús, pero desde el mundo de valores de sus oyentes.

Nosotros seguimos teniendo este problema del lenguaje. El Concilio Vaticano II puso a la Iglesia en diálogo con el mundo y con sus varias religiones. Pero no es fácil este diálogo.

¿Cómo podemos anunciar a Cristo a la juventud de hoy, o a los alejados, o a los agnósticos? ¿cómo podemos ayudarles a pasar del mero materialismo a una visión más espiritual de la vida y del destino sobrenatural que Dios nos prepara? ¿cómo podemos tomar como puntos de partida tantos valores que hoy son apreciados -la justicia, la igualdad, la dignidad de la persona, la ecología, la paz- para pasar claramente al mensaje de Jesús y proponerles su persona y su Evangelio como la plenitud de esos y de otros valores?

Se puede decir que a veces la Iglesia ha sido lúcida en la adaptación, pero que otras veces no ha tenido ese fino instinto de encarnación cultural, no sabiendo aprovechar valores autóctonos, sino destruyéndolos. No se trataba de «europeizar» o «romanizar» a los de África o Asia o América, sino de invitarles a la fe en Cristo, con una teologia y una liturgia que muy bien podían ser seriamente inculturadas en sus respectivos lenguajes, sin dejar de ser radicalmente cristianas. Es admirable Pablo. No sólo por la firmeza de su camino -no hay nada que le cierre caminos cuando él quiere, ni siquiera los fracasos que va cosechando, como en este caso de Atenas- sino también por su creatividad: cuando un recurso no da resultado, busca otros. Pero nunca se resigna a callar.

2. Juan 16,12-15

a) El Espíritu Santo, además de ser nuestro defensor y abogado, es también nuestro maestro.

En vida de Jesús, sus seguidores muchas veces no captaron bien lo que les decía: qué clase de mesianismo era el suyo, cómo se podía entender la metáfora del templo destruido y reedificado, por qué entraba en su camino redentor la muerte y la resurrección, qué significaba la Eucaristía que prometía. Cristo es la verdad, y la verdad plena. Pero la inteligencia de esa verdad por parte de los suyos se deberá al Espíritu, después de la Pascua y de Pentecostés: «cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena».

Es una verdad que brota de esa admirable unión que existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu: el Espíritu «recibirá de mí», pero a su vez Jesús está unido al Padre, porque «todo lo que tiene el Padre es mío».

Para entender la obra del Espíritu basta recordar la maduración que supuso la Pascua y luego Pentecostés en la fe de Pedro y los suyos. No sólo en su fortaleza de ánimo y en su decisión, sino también en la comprensión de la persona y la doctrina de Jesús. ¿No ha sido todo el libro de los Hechos una prueba de cómo el Espíritu iba conduciendo a aquellas comunidades hacia esa verdad plena, por ejemplo en el aspecto de la universalidad de la salvación cristiana?

b) El Catecismo de la Iglesia Católica presenta al Espíritu como nuestro pedagogo y maestro.

Cuando se proclama la Palabra de Dios, «el Espíritu Santo es quien da a los lectores y a los oyentes la inteligencia espiritual de la Palabra de Dios... pone a los fieles y a los ministros en relación viva con Cristo, Palabra e Imagen del Padre, a fin de que puedan hacer pasar a su vida el sentido de lo que oyen, contemplan y realizan en la celebración» (1101).

«Es el Espíritu quien da la gracia de la fe, la fortalece y la hace crecer en la comunidad» (1102). «En la liturgia de la Palabra, el Espíritu Santo recuerda a la asamblea todo lo que Cristo ha hecho por nosotros... y despierta así la memoria de la Iglesia» (1103).

Es bueno recordar que en la comunidad cristiana la verdad, como la vida, siguen dinámicamente activas, en continuado progreso. Sin contentarnos nunca con lo ya conseguido. La actuación del Espíritu no se entiende tanto en el sentido de «verdades nuevas», sine de que la verdad tiene que profundizarse y adaptarse a las varias circunstancias de la historia, aunque conserve la identidad y la fuerza del Evangelio de Jesús. El Espíritu sigue animando, guiando, iluminando: es el Maestro interior de todos los cristianos y de modo particular el Maestro de los responsables de la Iglesia, sobre todo cuando se reúnen para discernir juntos los caminos del Señor, como sucedió en Jerusalén, y a lo largo de la historia en tantos concilios y sínodos universales o locales. En el «concilio de Jerusalén» ya vimos que la conciencia de los presentes era que el Espíritu les estaba llevando a esta plenitud y adaptación de la verdad: «hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros...».

En toda la Cincuentena, pero sobre todo en sus últimas semanas, haremos bien en pensar más en el Espíritu como presente en nuestra vida: el Espíritu que nos quiere llevar a la plenitud de la vida pascual y de la verdad de Jesús.

«Te daré gracias, Señor, contaré tu fama a mis hermanos» (entrada)

«Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria» (salmo)

«Los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños, alaben el nombre del Señor» (salmo)

«Él acrece el vigor de su pueblo» (salmo)

«El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 128-131


5.

Primera lectura: Hechos 17, 15.22-18, 1 Pues yo anuncio al Dios que hizo el mundo y lo que contiene.

Salmo responsorial: 148,1-2.11-12ab.12c-14a.14bcd Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Evangelio: Juan 16, 12-15 Cuando venga el Espíritu de la Verdad, les guiará hasta la verdad plena

Jesús se despide porque sabe que debe irse, pero lo hace sin amargura. Es consciente de que no les dijo todo a sus discípulos, de que tal vez le faltó mucho trabajo y mucho contenido a su mensaje. Cree que a lo mejor pudo haber hecho cosas más bellas de las que había dicho, sin embargo, se va convencido de que detrás de Él vendrá el Espíritu, el cual llevará a plenitud su obra. Luego lo que sea comunicado por cualquiera de los tres será de todos. Jesús deja que el Espíritu haga lo que le corresponde, no quiere hacerlo todo. El Espíritu será el encargado de concluir la obra de Jesús.

Jesús es muy cuidadoso frente a sus discípulos y a todos sus seguidores al hacerles saber que les queda la posibilidad de hacerse acompañar por el Espíritu, siempre que sean capaces de no dejar morir sus enseñanzas y las vivencias compartidas con él. También si, como Él, los seres humanos somos capaces de entregar nuestro propio ser en servico a los demás, renunciar a buscar intereses personales y trabajar por la construcción de un mundo más justo, con lo cual quedará sellada de una vez por todas la derrota del Maligno.

Jesús deja a la comunidad una gran lección al ser capaz de reconocer que él no va a hacerlo todo. Sabe apartarse dejando que sus propuestas sean completadas por otro, en este caso el Espíritu. Tal actitud nos sirve de ejemplo: como Jesús, debemos ser capaces de aceptar que podemos tener limitaciones frente a la realización de un proyecto y permitir a otros la posibilidad de mejorarlo.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


6.

Pablo insiste en anunciar el Evangelio primero a los judíos y luego a los paganos. En Atenas la predicación en la sinagoga no surte efecto alguno. Así que acude a la plaza pública, irritado por el modo de vivir de los griegos.

Atenas era un importante centro cultural. Sus templos ricamente decorados y las innumerables estatuas de fina talla le daban un ambiente de singular finura artística. En sus plazas se reunían a conversar filósofos, predicadores de religiones orientales, poetas y gente atraída por la novedad. Las corrientes filosóficas y éticas predominantes eran el estoicismo y el epicureísmo. Con ellas intentó Pablo establecer diálogo.

El estoicismo, o filosofía de la «puerta», pretendía alcanzar la perfección por medio de la ascética. El hombre sabio debía mantenerse imperturbable ante el mundo y aceptar su destino como un camino inexorable. El epicureísmo, o filosofía del «jardín», buscaba el estado de perfección prescindiendo de los deseos innecesarios. De este modo el filósofo alcanzaba un placer duradero, afectivo y espiritual. La filosofía estaba destinada a curar los males del alma. Pablo, desde su pretensión de ortodoxia, no pudo entablar diálogo y, aunque no lo persiguieron, salió hacia Corinto.

El evangelio nos recuerda la profunda unidad entre el tiempo de Jesús "pero en este momento", y el tiempo del Espíritu "cuando venga el Espíritu". La mayoría de los seguidores de Jesús no lo conocieron en su existencia histórica. Sin embargo, esto no los convertía en discípulos de segunda. Ellos son testigos de la obra que Jesús realiza en la comunidad por medio del Espíritu.

La comunidad de Juan se enfrentó a un ambiente hostil. En su contexto la mayor parte de la población era judía y detentaba cargos de autoridad. Por esto, la experiencia del crucificado era objeto de burlas. La comunidad debió "hacer de tripas corazón" y enfrentar la oposición confiando en la veracidad de su testimonio. De este modo, la fe pospascual se fue convirtiendo progresivamente en un camino donde la coherencia de vida y la firmeza de principios constituyeron la principal tarea de la comunidad.

El itinerario de la comunidad hacia la firmeza se descubre en el texto por la secuencia de verbos: guiar, manifestar, comunicar. El Espíritu guía a la comunidad abriéndole los ojos para que perciba en los signos de los tiempos el significado de la historia. Una historia vista desde los pobres, desde los crucificados. El Espíritu le manifiesta la gloria de Jesús: que el pueblo viva a plenitud. La gloria de Dios es la salvación de la humanidad. El Espíritu comunica las palabras de Jesús: una opción definitiva por el Reinado de Dios; el Dios de la vida se complace en las palabras que llevan al ser humano a la plenitud de su existencia.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


7. CLARETIANOS 2002

Queridos amigos:

Cada vez que me detengo ante el pasaje de Pablo en Atenas me viene a la mente el "vuelva usted mañana" de Larra. O lo que es lo mismo "de esto te oiremos hablar en otra ocasión". Hablar de Jesús resucitado ayer fue tarea ardua. Hablar de un Espíritu vivo hoy sigue siendo tremendamente difícil. Sobre todo en un mundo a veces tan vacío de espíritu y sobrado de materia. En un mundo tan increyente en lo divino y tan idólatra en lo humano. La Atenas de ayer y el mundo de hoy se parecen más de lo que creemos. El orgullo por el progreso y la cultura conquistada embotan mentes y ciegan corazones. La verdad sobre Dios o el acontecimiento de la resurrección suenan a broma o a curiosidades para mejor ocasión. Mas el evangelizador no ceja en su empeño. Si unos cauces no dan resultado, busca otros. Pero nunca se resigna a callar. Quizá la clave no sea intentar convertir a las elites de la Cultura (en singular), como durante tanto tiempo se ha pretendido; tampoco uniformar a todos sin distinguir. Quizá haya que sumergirse en las culturas (en plural), en ese suelo de verdades compartidas por un grupo humano. Evangelizar la cultura e inculturar el evangelio.

Pablo se adaptaba a las circunstancias que iba encontrando. A veces predicaba en la sinagoga, otras veces junto al río, o en la cárcel o en la plaza de Atenas. En esta ocasión fue "griego con los griegos". ¿Dónde nos toca evangelizar a nosotros? Puede que nuestras "ágoras" sean diferentes. Lo importante es anunciar a Cristo dejando que entre en nuestra vida. No sea que como Lope de Vega terminemos por responder: mañana le abriremos para lo mismo responder mañana. No lo dejemos para más tarde. Abramos hoy la puerta al Espíritu. A un Espíritu que, además de defensor y abogado, es maestro. Porque Él nos guiará hasta la verdad plena.

Vuestro amigo.

Carlos M. Oliveras, cmf (carlosoliveras@hotmail.com)


8. CLARETIANOS 2003

Ayer y anteayer nos fijamos en los textos de los Hechos de los Apóstoles. Dejamos el evangelio de Juan. Hoy vamos a fijarnos en las dos lecturas.

Lo que le sucedió a Pablo en el Areópago de Atenas ha sido objeto de muchos análisis. Se pone como un ejemplo típico de diálogo entre la fe y la razón, o entre el helenismo y el cristianismo. Algunos, incluso, se han atrevido a retraducirlo a la situación presente. El lugar en el que Pablo evangeliza (el “areópago” de Atenas) se ha convertido en un símbolo. Por eso hoy hablamos de “nuevos areópagos” para referirnos a los nuevos ámbitos de evangelización.

¿Qué es lo que descubrimos en este relato? Que hay –como en el de ayer– una maniobra de aproximación, un intento de diálogo y un desenlace abierto. Ante el mensaje de Pablo se producen tres reacciones: tomarlo a broma, considerarlo una fantasía, aceptarlo con fe (Algunos se le juntaron y creyeron). Podríamos decir que, desde el punto de vista pastoral, la estrategia de Pablo es impecable. Y, sin embargo, no hay un nexo causal entre buena estrategia y éxito. La fe es algo más que el producto de un buen “marketing”.

El evangelio de Juan, que a lo largo de estos días nos va ofreciendo una catequesis sobre el Espíritu Santo, nos ayuda a entender qué sucede para que creamos o no creamos. Hay cosas con las que no podemos cargar por ahora. No todos los momentos de nuestra vida son los adecuados para la experiencia de la fe. Incluso lo que a veces consideramos “estar lejos” (dudas, abandonos, etc.) tiene un significado preparatorio en el itinerario de Dios. Por otra parte, el salto del creer sólo es posible por la acción del Espíritu, que es nuestro pedagogo: El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena.

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


9. 2002

COMENTARIO 1

vv. 12-15. El mensaje tiene consecuencias que los discípulos aún no sacan y horizontes que no pueden vislumbrar (12). Hay mucho terreno inexplo­rado en la verdad dé Jesús, que sólo irá siendo conocido a medida que la experiencia coloque a la comunidad ante nuevos hechos o circunstan­cias. El Espíritu será el guía (13). No transmitirá una doctrina nueva, explicará y aplicará el mensaje, y descubrirá en él virtualidades antes ocultas. Al mismo tiempo, irá interpretando la historia (lo que vaya vi­niendo) como dialéctica entre “el mundo” y el proyecto de Dios; así irá guiando a los discípulos en su actividad en favor del hombre. Para acer­tar en lo que conviene han de estar atentos, por una parte, a la vida y a la historia y, por otra, a la voz del Espíritu que la interpreta. Lo hará manifestando la gloria de Jesús (14), que equivale a tomar de lo suyo. Toma de Jesús su mensaje, el amor manifestado en su muerte. Lo oye en cuanto mensaje (13. cada cosa que le digan), lo toma y lo comunica en cuanto amor. La penetración del mensaje, es decir, la sintonía del amo?, hace posible la interpretación de la historia.. Quiere decir Jesús que sólo a través del amor se puede conocer el ser del hombre, inter­pretar su destino y realizar la sociedad humana.

Jesús posee en común con el Padre,- en primer lugar, la gloria/amor que le ha comunicado (1,14), la plenitud del Espíritu (1,32; cf. 17,10). No ha de concebirse como posesión estática sino como relación diná­mica con el Padre, incesante y mutua, que hace de los dos uno (10,30) e identifica su actividad. Jesús realiza así las obras del Padre (5,17.36; 10,25), su designio creador (4,34; 5,30; 6,38-40). Por tanto, el criterio para interpretar la historia, basado en la sintonía con Jesús, se concreta en la realización del hombre, designio del Padre y expresión de su amor.


COMENTARIO 2

La selección hecha para el uso litúrgico ha omitido el relato del final de la evangelización en Filipos, en Tesalónica y en Berea, ciudades de Macedonia, en el norte de Grecia, y hoy nos presenta a Pablo llegando a Atenas, la vieja y gloriosa capital cultural de toda Grecia. Seguramente el autor de Hechos no fue ajeno a la admiración que la ciudad suscitaba y suscita aún en quien la oye nombrar. Casi automáticamente vienen a la memoria y a la imaginación las líneas puras del Partenón, el templo dedicado por los atenienses a la diosa fundadora, Palas Atenea; la silueta de la acrópolis, los nombres de los grandes maestros: Sócrates, Platón, Aristóteles...

Y seguramente Pablo mismo experimentó la importancia de su arribo a esta especie de Meca y de cuna de la civilización occidental.

De todas las peripecias que pudieron tener lugar durante la evangelización en Atenas, solo se nos ha relatado una, la del discurso de Pablo ante el areópago. Tal vez por tratarse de un episodio de un gran contenido simbólico. El areópago era un consejo o asamblea compuesto por los exmagistrados de la ciudad que, para la época de la visita paulina, ejercía funciones de alta corte de apelaciones e, incluso, de academia de jurisprudencia. Se reunía en un lugar al que la institución debe su nombre: una especie de colina donde soplaba el viento, haciéndola propicia para reuniones en días calurosos. Hasta allá llega Pablo después de observar atentamente la cantidad de magníficos edificios, esculturas, altares, arcos y plazas columnadas que hacía de la ciudad un verdadero museo viviente, del cual sus habitantes se sentían muy orgullosos.

Pablo comienza a hablarles de lo que todo ser humano, con las solas fuerzas de su razón, puede saber de Dios, de lo que técnicamente se llama “teología natural” o “teodicea”. Pero arranca su discurso captando la atención de los oyentes y alagándolos por su gran sensibilidad religiosa pues, les dice, ha visto, de camino a la reunión, la cantidad de altares dedicados a los distintos dioses, y hasta un altar “al dios desconocido”, como si quisieran asegurarse de no dejar de adorar a ninguno. Les dice que ese dios desconocido por ellos es el que viene a predicarles. Se trata, claro está, del único Dios vivo y verdadero que Pablo conoce desde su juventud, el creador sabio del mundo y del género humano, el Padre providente que alimenta a sus hijos permitiendo el sucederse de las estaciones y haciendo fecunda la tierra. Pablo llega incluso a referirse a uno de los poetas griegos que hablaba de que los seres humanos somos, de alguna manera, descendencia, estirpe de Dios. Al final los exhorta a convertirse ante la proximidad del juicio divino que Dios va a realizar por su elegido, a quien resucitó de entre los muertos. No ha mencionado a Jesús sino tácitamente, pero la expresión “resurrección de los muertos”, hace que los magistrados interrumpan el discurso burlándose, o dándole largas a Pablo a quien prometen escuchar en otra ocasión. Es que el mensaje de la resurrección choca contra el escepticismo de estos hombres acostumbrados a disfrutar al máximo la vida porque no esperan, según las concepciones filosóficas griegas, ninguna vida más allá de la muerte.

El relato culmina con la noticia consoladora de que un tal Dionisio, miembro de la asamblea, abrazó la fe, una mujer llamada Dámaris y algunos más. No se cuenta otra cosa de la evangelización en Atenas. Se dice lacónicamente que Pablo marchó hacia Corinto. De todos modos parece que se fundó una pequeña comunidad que, con el tiempo, dada la importancia histórica y cultural de la ciudad, llegó a ser una de las más renombradas Iglesias de todo el mundo griego.

Tal vez para Pablo la evangelización de Atenas fue un fracaso, allí no hubo judíos que se opusieran, ni autoridades que persiguieran a los misioneros. Tan solo la condescendiente ironía de los sabios magistrados llenos de filosofía. Por eso, más tarde, Pablo dirá que la sabiduría de este mundo es necedad a los ojos de Dios (1Cor 1, 19-31) y que Dios se complace en los humildes y sencillos.

Seguimos leyendo los discursos de despedida de Jesús contenidos en el evangelio de san Juan, en los capítulos 14 al 17. En los cuatro versículos de la lectura evangélica de hoy, Jesús ilustra a sus discípulos sobre el papel que jugará en sus vidas el Espíritu Santo, aquí designado por Jesús como “Espíritu de la Verdad”. Él completará su formación, pues Jesús reconoce que no les ha dicho o enseñado todo, porque no pueden cargar con ello todavía. Seguramente las primitivas comunidades joánicas, entre las cuales circuló en primer lugar el 4º evangelio, experimentaban la luz del Espíritu que los iba llevando a una cada vez más profunda comprensión del mensaje de Jesús, que les ayudaba a superar las dificultades y a resolver los no pocos problemas que se les presentaban. Por ejemplo, problemas de entendimiento con otros grupos cristianos, o la persecución por parte de los judíos y de los paganos, o la organización interna de la misma comunidad, el contenido de la predicación y de la catequesis que se debían transmitir, el ritual de las celebraciones comunitarias o el sentido de las antiguas escrituras. A medida que la comunidad iba sorteando todos esos problemas, iba experimentando la acción, en ella, del Espíritu de la Verdad.

Ese Espíritu no era otro del que es mencionado como “Ruah”, como “aliento” de Dios en el AT, a quien se atribuía la creación del mundo, la inspiración de los profetas, la sabiduría de los gobernantes, la habilidad de los artesanos y las enseñanzas de los sabios. Era el Espíritu que el profeta Joel había anunciado para los últimos tiempos, no ya reservado a unos pocos sino dado sin medida a todo el pueblo de Dios (Jl 3, 1-5; Hch 2, 17-21.33). En san Juan es llamado varias veces “Espíritu de la Verdad”, no porque Jesús tenga de El una concepción intelectualista, sino porque la verdad en el 4º evangelio es sinónimo de la fidelidad de Dios, de su misericordia amorosa y de los demás atributos de su ser.

Jesús insiste en que el Espíritu transmitirá a los discípulos el conocimiento íntimo de Dios, del Padre omnipotente y de su Hijo Jesucristo con los cuales El está en íntima comunión. Sus palabras son las de Dios, sus inspiraciones proceden de Dios, porque Él mismo es Dios. Por medio suyo la palabra de Cristo que es la Palabra misma de Dios, se mantendrá viva y operante entre los discípulos a lo largo de los siglos. Así lo ha experimentado la Iglesia y así lo experimentamos nosotros cuando vivimos de manera activa y comprometida nuestra fe de cristianos en comunidad.

1. Juan Mateos, El evangelio de Juan. Texto y comentario. Ediciones El almendro, Córdoba 2002 (en prensa).

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).


10. DOMINICOS 2003

Que no mueran los ideales

Es una bendición del cosmos el que Dios plantara conciencias pensantes.

Los jardines del Edén y nuestros campos o ciudades ¿son más bellos porque los habitan y recrean unos ángeles custodios, conciencias humanas sensibles? Sí. Las montañas altísimas ¿están más cerca del cielo que los valles? Sí, porque unos espíritus encarnados, llamados hombres, las utilizan como peldaños místicos para volar hacia Dios.

Las religiones todas, tengan uno u otro nombre, son como suspiros y respiros del alma. Ésta se siente ahogada cuando queremos encadenarla al polvo de la tierra y hacerla olvidar,  místicamente, la vía de las estrellas.

El alma dice: ‘En Dios vivimos, nos movemos y existimos...’ Los poetas dicen: ‘Somos estirpe de dioses’. Jesús nos afirma: ‘El Espíritu de Dios hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir’. Los sabios añaden: ‘Empobrecemos al mundo y al hombre cuando les robamos el tesoro de su Dios o de sus dioses’.

Hoy, en la liturgia de la Palabra y del Sacrificio afloran dos pensamientos en las respectivas lecturas:

El primero se refiere al misterio de Dios vivo y único, revelado en Cristo, que Pablo ofrece a los atenienses como desvelamiento del Dios desconocido. ¡Lástima que éstos –despreciativos de lo divino-  le volvieron la espalda, porque su filosofía no concordaba con la del apóstol!

El segundo se refiere a la perfecta armonía que –según Juan nos muestra en el Evangelio- existe entre la acción salvífica de Jesús y la futura acción del Espíritu. En efecto, el Espíritu -que tras la Ascensión de Jesús al Cielo va a descender sobre su Iglesia-  tendrá carácter de nuevo Maestro y Guía, y será el Espíritu del Padre y del Hijo; y  la verdad de salvación que nos enseñe será la oída al Padre y al Hijo. No hay quebranto en nuestra fe sino unidad en el sumo misterio de verdad y amor.

ORACIÓN:

Señor, Dios nuestro, a quien hoy como ayer queremos desconocer u olvidar muchos hombres, revélate una y mil veces con la claridad de tu luz para que percibamos que contigo el mundo es más bello, más rico, más prometedor; y  al final de nuestra carrera sobre la tierra, espéranos Tú en el Cielo. Amén.

 

Palabras de luz y vida

Hechos de los apóstoles 17, 15. 22-18:

“Liberados de la cárcel, y pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron Pablo, Silas y Timoteo a Tesalónica...; después a Berea... Desde allí los que conducían a Pablo le llevaron hasta Atenas. Aquí... Pablo se consumía en su espíritu, viendo la ciudad llena de ídolo, y disputaba en la sinagoga con los judíos y prosélitos, y en el ágora con quienes le salían al paso...

Un día, puesto en pie en medio del Areópago, Pablo dijo: “Atenienses, veo que sois sobremanera religiosos..., pues he visto un altar dedicado al “dios desconocido”. Pues a ése que, sin conocerle, veneráis, es al que yo os anuncio: el Dios que hizo el mundo y cuanto contiene... Él juzgará un día al universo con justicia, por medio del hombre designado por él; y ha dado a todos la prueba de esto resucitándolo de entre los muertos... Pero al oírle habla de la “resurrección de los muertos”, unos se lo tomaban  a broma y otros decían: te oiremos en otra ocasión.. Y Pablo se marchó del grupo...”

Este párrafo es síntesis de un largo discurso. En él Pablo acepta, por una parte, que ‘somos estirpe de dioses’, y que en Dios vivimos, nos movemos y existimos; pero luego afirma que ese Dios ‘hasta ahora desconocido’ es el creador y único Señor de todo que ha nos ha sido revelado en Cristo (y esto no agrada).

Evangelio según san Juan 16, 12-15:

“Jesús siguió hablando a sus discípulos:

Muchas cosas me quedan por deciros; pero no podéis cargar con ellas por ahora. Cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena, pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.

Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará”.

En este texto Jesús nos habla del misterio de Dios, del misterio del Padre, del misterio del Espíritu, y de su acción y presencia en nuestras vidas. No se trata de un ‘dios desconocido’ sino de Dios amor, verdad, gracia, justicia, salvación... Y su grandeza es tanta que no podemos comprenderla. El Espíritu es el único que puede iluminarnos para que no dudemos en vivir en Él y ponernos en sus manos.

 

Momento de reflexión

Así actuamos los hombres: ‘Te oiremos otro día’.

Como miembros activos de la Iglesia, conviene que aprendamos la lección de Pablo en su apostolado, escuchando, acogiendo y luego superando o clarificando los puntos de vista de quienes ya poseen una cultura, incluso religiosa, pero desconocen a Cristo.

Si queremos convertir al mundo, evangelizándolo, es preciso que cada uno de los cristianos nos preparemos cultural y espiritualmente, y que actuemos con prudencia y celo, movidos por el Espíritu.

Ni el Espíritu ni nosotros impondremos la verdad; la presentaremos noblemente y con amor. Los destinatarios de la Palabra serán quienes, si la escuchan y asumen, realizarán la deseada transformación, cambio, conversión; y, si la desoyen y se resisten, seguirán viviendo en tinieblas.

Las personas reunidas en el Ateneo, en Atenas, oyeron las palabras de Pablo, pero no escucharon su mensaje con apertura de mente y corazón. Ese mensaje requería cambio de actitud. Por eso le dijeron: déjalo para otro día; en otra oportunidad seguiremos hablando.

Pablo, probablemente decepcionado, sabiendo que no deseaban nuevo encuentro, se marchó hacia Corinto. Él había sembrado, pero la semilla cayó en un pedregal.     

¡Cuántas veces la Palabra y  la voz del Espíritu rebotan en la roca de nuestra conciencia en vez de penetrar amorosamente en ella, porque le cerramos la puerta!

Seremos adoctrinados e iluminados por el Espíritu.

Pero ¿qué es lo que nos enseñará el Espíritu enviado por Jesús?

Nos mostrará la bondad de la verdad revelada.

Nos mostrará la armonía que debe haber en ser hijos del mundo e hijos de Dios.

Nos mostrará la primacía del amor redentor y salvífico sobre todos los egoísmos y concupiscencias.

Nos mostrará que vale la pena hacer nuestra peregrinación por la tierra con horizonte de eternidad.

Nos mostrará que Cristo es el Señor resucitado que nos ama y espera.


11.

Fuente: Fundación GRATIS DATE
Autor: P. Manuel Garrido Bonaño, O.S.B.

Entrada: «Te daré gracias entre las naciones, Señor; contaré tu fama a mis hermanos. Aleluya» (Sal 17,50).

Colecta (del Gelasiano): «Escucha, Señor, nuestra oración y concédenos que, así como celebramos en la fe la gloriosa resurrección de Jesucristo, así también, cuando Él vuelva con todos sus santos, podamos alegrarnos con su victoria».

Ofertorio: «¡Oh Dios, que por el admirable trueque de este sacrificio nos haces partícipes de tu divinidad; concédenos que nuestra vida sea manifestación y testimonio de esta verdad que conocemos».

Comunión: «Soy yo quien os he elegido del mundo –dice el Señor– y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. Aleluya» (cf. Jn 15,16-17).

Postcomunión: «Ven, Señor, en ayuda de tu pueblo, y, ya que nos has iniciado en los misterios de tu reino, haz que abandonemos nuestra antigua vida de pecado y vivamos, ya desde ahora, la novedad de la vida eterna».

Hechos 17,15.22-18,1: Eso que veneráis sin conocerlo, os lo anuncio yo. En Atenas, Pablo expone en el areópago un sermón preparado con esmero, sobre el conocimiento del verdadero Dios. Pero, cuando al final aborda el tema del juicio y de la resurrección de Cristo, los oyentes, imbuidos por la mentalidad ambiental, inaccesible a semejantes doctrinas, se apartan de él con burlas.

En nuestro mundo secularizado este suceso es de gran importancia. Hay necesidad de una seria conversión, y para ello hemos de hacer prevalecer lo sagrado con la celebración eucarística. San Pablo debió quedar muy abatido tras su actuación en Atenas. Por eso escribió a los Corintios: «Me he presentado a vosotros débil y con temor y mucho temblor, y mi mensaje y mi predicación, no se han basado en palabras persuasivas de sabiduría, sino en la manifestación del Espíritu y del poder» (1 Cor 2,3-4).

–Dios creó todas las cosas y en ellas dejó sus huellas. Nosotros lo reconocemos y por eso invitamos a toda la creación a una alabanza agradecida y lo hacemos con el Salmo 148: «Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto, alabadlo todos sus ángeles, alabadlo, todos sus ejércitos. Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo, los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños. Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime. Su majestad sobre el cielo y la tierra. Él aumenta el vigor de su pueblo. Alabanza de todos sus fieles, de Israel, su pueblo escogido». Taciano dice así:

 «La obra que por amor mío fue hecha por Dios no la quiero adorar. El sol y la luna hechos por causa nuestra; luego, ¿cómo voy a adorar a los que están a mi servicio? Y ¿cómo voy a declarar por dioses a la leña y a las piedras? Porque al mismo espíritu que penetra la materia, siendo como es inferior al espíritu divino, y asimilado como está a la materia, no se le debe honrar a par del Dios perfecto. Tampoco debemos pretender ganar por regalos al Dios que no tiene nombre; pues el que de nada necesita, no debe ser por nosotros rebajado a la condición de un menesteroso» (Discurso contra los griegos 4).

Juan 16,12-15: El Espíritu de la Verdad guiará hasta la Verdad plena. Jesús pone de relieve una de las funciones del Espíritu Santo: guiará a los discípulos hasta la Verdad plena, completando sus enseñanzas y dándoles a conocer las realidades futuras. Comenta San Agustín:

«El Espíritu Santo, que el Señor prometió enviar a sus discípulos para que les enseñase toda la Verdad, que ellos no podían soportar en el momento en que les hablaba –del cual dice el Apóstol que hemos recibido ahora en prenda, para darnos a entender que su plenitud nos está reservada para la otra vida– ese mismo Espíritu enseña ahora a los fieles todas las cosas espirituales de que cada uno es capaz. Mas también enciende en sus pechos un deseo más vivo de crecer en aquella caridad que les hace amar lo conocido y desear lo que no conocen, pensando que aun las cosas que conocen en esta vida no las conocen como se han de conocer en la otra vida, que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el corazón pudo imaginar» (Tratado 97,1 sobre el Evangelio de San Juan).


12.Comentario: Rev. D. Santi Collell i Aguirre (La Garriga-Barcelona, España)

«Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa»

Hoy, Señor, una vez más, nos quieres abrir los ojos para que nos demos cuenta de que con demasiada frecuencia hacemos las cosas al revés. «El Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa» (Jn 16,13), aquello que el Padre ha dado a conocer al Hijo.

¡Es curioso!: más que dejarnos guiar por el Espíritu (¡qué gran desconocido en nuestras vidas!), lo que hacemos es, bien pasar de Él, bien “imponerle” las cosas una vez ya hemos tomado nuestras decisiones. Y lo que hoy se nos dice es más bien lo contrario: dejar que Él nos guíe.

Pienso, Señor, en voz alta... Vuelvo a leer el Evangelio de hoy y me vienen a la cabeza los chicos y chicas que recibirán la Confirmación este año. Veo los que me rodean y estoy tentado a pensar: —¡Qué verdes están! ¡A éstos, tu Espíritu no les va ni por delante ni por detrás; y más bien se dejan guiar por todo y por nada!

A quienes se nos considera adultos en la fe, haznos instrumentos eficaces de tu Espíritu para llegar a ser “contagiadores” de tu verdad; para intentar “guiar-acompañar”, ayudar a abrir los corazones y los oídos de quienes nos rodean.

«Mucho tengo todavía que deciros» (Jn 16,12). —¡No te retengas, Señor, en dirigirnos tu voz para revelarnos nuestras propias identidades! Que tu Espíritu de Verdad nos lleve a reconocer todo aquello de falso que pueda haber en nuestras vidas y nos haga valientes para enmendarlo. Que ponga luz en nuestros corazones para que reconozcamos, también, aquello que de auténtico hay dentro de nosotros y que ya participa de tu Verdad. Que reconociéndolo sepamos agradecerlo y vivirlo con alegría.

Espíritu de Verdad, abre nuestros corazones y nuestras vidas al Evangelio de Cristo: que sea ésta la luz que ilumine nuestra vida cotidiana. Espíritu Defensor, haznos fuertes para vivir la verdad de Cristo, dando testimonio a todos.


13. 2004 Comentarios Servicio Bíblico Latinoamericano

Después de evangelizar Filipos (16, 11-40), Pablo va a las ciudades de Tesalónica (17, 1-9), Berea (17, 10-15) y Atenas (17, 16-34). La liturgia de hoy se concentra en el discurso de Pablo en el Areópago en Atenas. Pero mejor comentemos toda la sección de 17, 1 hasta 17, 34.

Misión en la ciudad de Tesalónica: 17, 1-9
Trabajo misionero (vv.1-4): Pablo y Silas van derecho a Tesalónica, atravesando las ciudades de Anfípolis y Apolonia. Siguen la vía romana llamada Ignacia. Pablo deja así de lado las ciudades menos importantes, para llegar a Tesalónica, capital de Macedonia, donde residía el procónsul romano. Era además un ciudad libre, con un cuerpo de ciudadanos con capacidad legislativa y jurídica (el "demos" del v.5). Pablo (no se menciona a Silas) inicia, "como era su costumbre", su predicación en la sinagoga de los judíos. El trabajo de Pablo es bastante exegético (estudio científico de las Escrituras): discute abriendo las Escrituras y poniendo textos unos junto a otros (es el sentido del verbo "paratithémenos" del v.3). El trabajo duró tres sábados, explicando y probando que el Mesías tenía que padecer y resucitar y que ese Mesías era Jesús. Pablo actúa en Tesalónica como Jesús camino de Emaús con dos de sus discípulos (Lc. 24, 25-27). El resultado fue bueno: se convirtieron algunos judíos, una gran multitud de gentiles que adoraban a Dios y multitud también de otros gentiles no afectados todavía por la tradición judía, igualmente no pocas de las mujeres principales de la ciudad. El hecho de ser "principales" no quiere decir necesariamente que sean ricas. También entre los pobres hay mujeres líderes que son importantes. Es interesante la división en 4 grupos de los seguidores de Pablo y Silas: judíos, adoradores, griegos y mujeres principales. ¿Por qué Lucas distingue especialmente al al grupo de las mujeres?

Conflicto con las autoridades (vv. 5-8): El éxito de Pablo llena de celo a los judíos. Se trata del celo o entusiasmo por su propia religión, no necesariamente envidia. Para provocar el conflicto, los judíos reunieron gente mala, agitadores de plaza pública, con los cuales armaron tumultos y alborotaron la ciudad. Fueron a la casa de Jasón, para llevarlos al "pueblo" (como dijimos se refiere a un cuerpo organizado de ciudadanos: el "demos"). Jasón era posiblemente un judío convertido y su casa era el sitio de una comunidad cristiana. Al no encontrar a Pablo, arrastraron a Jasón y algunos hermanos ante los magistrados. Aquí Lucas formula la acusación, que es importante ver con cuidado:

Esos que han revolucionado todo el mundo,
se han presentado también aquí,
y Jasón los ha hospedado.
Todos ellos van contra los decretos del Cesar
y afirman que hay otro rey, Jesús (vv.6b-7).

La acusación tiene tres espacios físicos: el mundo (la oikumene), la ciudad de Tesalónica y la casa de Jasón. Va de lo más universal a lo particular. La casa de Jasón implica que la "revolución mundial" tiene ya en la ciudad una comunidad establecida. Pablo y Silas son acusados de ser "revolucionarios internacionales" (hoi ten oikoumenen anastatosantes). El verbo "revolucionar" es el mismo usado por Pablo para el Mesías que debía "resucitar". Quizás porque Pablo predica la resurrección del Mesías, es acusado de predicar la insurrección. La acusación específica es ir contra los decretos del Cesar y afirmar que Jesús es un Rey (basileus) alternativo al Cesar. La acusación es grave, pero para el lector de Hch aparece claramente exagerada: Pablo recién comienza su misión en Macedonia. Que el "Reino de Dios" que predicó Jesús y que también predica Pablo (cf. 28, 31) va contra los decretos del Cesar es verdad y tiene un sentido político, pero no el que le dan sus acusadores. La acusación contra Pablo y Silas es casi igual a la acusación contra Jesús en la versión de Lucas: "Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Mesías Rey" (Lc. 23, 2; versión diferente de Marcos). Al escuchar las acusaciones, el pueblo y los magistrados de Tesalónica se alborotan, pero no las consideran creíbles o importantes. Solo exigen a Jasón la garantía que Pablo debe salir inmediatamente de la ciudad y no volver a ella.

Todo el texto de Lucas sobre Tesalónica tiene un carácter redaccional: Lucas compone la narración utilizando expresiones que le son muy propias. Gracias a la carta de Pablo a los Tesalonicenses, escrita desde Corintio, quizás un año después de evangelizar Tesalónica, nos permite certificar la historicidad básica del relato de Lucas. Este no conoce la carta, pero sí tradiciones que son coherentes con la carta. En 1 Tes. 2, 18 Pablo dice que quiso volver a visitar a los tesalonicenses, pero que Satanás se lo impidió. Puede ser una alusión a todo el tumulto en Tesalónica y a la garantía que tuvo que firmar Jasón. También es coherente con Hch el que la mayoría de la comunidad sea de origen pagano (cf. 1Tes. 1, 9) y lo que tuvo que sufrir de parte de los judíos (1 Tes. 1, 14-16). Pero no cabe duda que el cuadro histórico de la carta de Pablo sobrepasa en mucho a Hch. Pablo estuvo más tiempo en Tesalónica, ahí trabajó con sus manos (1 Tes. 2, 9), estando en Tesalónica los de Filipos le enviaron dos veces ayuda (Flp. 4, 16). La acusación contra Pablo es mucho más histórica en el contexto de la comunidad de Lucas, después de la guerra de los judíos contra Roma, cuando los cristianos corrían el riesgo de ser identificados con los judíos revolucionarios de Palestina. En todo caso es más creíble decir en tiempos de Lucas, que en tiempos de Pablo, que los cristianos habían revolucionado el mundo. Podemos concluir que Lucas compuso Hch. 17, 1-8, en forma coherente con los pocos datos que tenía de la tradición paulina.

Misión de Pablo y Silas en Berea: 17, 10-15
Esta sección es también muy redaccional; no se duda de la historicidad de la misión de Pablo en Berea, pero Lucas la compone juntando expresiones ya utilizadas antes e informaciones repetidas. Pablo, Silas y Timoteo (que reaparece en el v.14), van a la sinagoga y tienen más éxito con los judíos que en Tesalónica. Nuevo es aquí el estudio diario de las Escrituras. También se repite la conversión de mujeres griegas importantes. Cuando Pablo llega a Tesalónica, venía siguiendo la vía Ignacia, que naturalmente lo llevaba al Adriático y de ahí a Roma. ¿Porqué Pablo no sigue a Roma y se desvía a Berea? Posiblemente por el decreto de Claudio que expulsó a los judíos de Roma en estos años 49-50 (véase 18, 1-2).

Referente a los compañeros de Pablo, la situación en Hechos está simplificada y confusa. Podemos resumir así los viajes: Silas y Timoteo se quedan en Berea. Pablo viaja solo a Atenas y desde ahí manda llamar a Silas y Timoteo. Ellos se juntan con Pablo en Atenas. Después Pablo envía a Timoteo a Tesalónica(1 Tes 3, 1-5) y envía a Silas a otro lugar de Macedonia (18, 5). Pablo va de Atenas a Corintio. Timoteo y Silas vuelven de Macedonia y se juntan con Pablo en Corintio (18, 5 y 1 Tes 3,6). Desde Corintio Pablo envía una carta a la comunidad de Tesalónica (se discute si envió una o dos).

Pablo en Atenas: 17, 16-34
Atenas no tenía en tiempos de Pablo casi ningún significado económico o político; era solamente un símbolo de la cultura y de la filosofía griega dominante. En el siglo V a. C. Atenas fue ciertamente la ciudad griega más importante. Los romanos, dado su pasado glorioso, la consideraron ciudad libre y aliada. En la escultura, literatura y oratoria Atenas nunca fue sobrepasada. Atenas siempre mantuvo su liderazgo filosófico, siendo la ciudad nativa de Sócrates y Platón, y la ciudad adoptiva de Aristóteles, Epicúreo y Zenón. Su influjo cultural fue dominante, al imponerse el dialecto ático, nacido en Atenas, como base de la lengua helenista llamada común (Koiné). Era en tiempos de Pablo y Lucas la ciudad de los filósofos. Hch menciona explícitamente a los epicúreos y estoicos. Los epicúreos se llaman así por su fundador Epicúreo (341-270 a.C.). Era una filosofía más bien materialista. Los dioses o no existían o estaban tan lejos del mundo, que no ejercían influjo en él. En la ética acentuaban el placer (hedoné) y la tranquilidad (ataraxia), libre de preocupaciones, pasiones y temores supersticiosos. Los estoicos tienen su origen en Zenón (340-265 a.C.). Acentuaban la importancia de la razón, como principio estructurante del universo. Tenían una concepción panteísta de Dios como el alma del mundo y su ética valoraba sobre todo la auto-suficiencia (autárqueia) y el sentido del deber. En el v. 21, Lucas también nos informa que los atenienses no se ocupaban de otra cosa que decir y oír la última novedad, lo cual nos indica que el nivel filosófico de la ciudad había decaído; lo importante ya no era la verdad, sino la novedad.

Hoy se discute mucho la historicidad del relato de Atenas, si lo que nos cuenta Lucas realmente sucedió. Se reconoce que todo el texto es muy redaccional, e.d. muy propio de Lucas. Sin embargo, hoy se valoriza la historicidad de las tradiciones que utiliza Lucas. Lo realmente histórico es que Pablo estuvo en Atenas y lo que nos cuenta Lucas de Atenas corresponde a la realidad histórica de la ciudad. Ciertamente Pablo predicó a los griegos y posiblemente utilizó toda la tradición judeo-helenista de diálogo y polémica con los gentiles. Esas tradiciones hoy se conocen y son muy semejantes a lo que Lucas nos cuenta en Hch. En las cartas de Pablo no tenemos el tipo de discurso que Lucas reproduce en Hechos, pues nunca escribió a los gentiles para convertirlos, sino escribió a gentiles ya convertidos.

Actividad de Pablo en la ciudad (vv. 16-21): Pablo en Atenas está solo, "interiormente indignado" (paroxúneto v.16). Esta es una palabra fuerte, que expresa una actitud interior de indignación y rechazo, al ver la ciudad llena de ídolos. Pablo experimenta así la indignación profética ante la idolatría dominante de la ciudad. La idolatría no era un problema puramente teológico o espiritual, sino la dimensión espiritual de una situación económica, social y política injusta, opresiva y criminal (cf. Ef. 6, 10-20 y el Apocalipsis en general). Pablo está decidido a enfrentar esa realidad. Los sábados discute en la sinogoga con los judíos y con los que adoraban a Dios, pero diariamente en la plaza pública ( agorá) discute con los que ahí se encontraban, como siglos atrás hacía Sócrates. Pablo se encuentra en la plaza pública con los filósofos de las dos escuelas dominantes: epicúreos y estoicos, que ya describimos. Esto es muy importante, pues nos indica que Pablo no va a combatir la idolatría en su versión popular (como más bien lo hizo en Listra: 14, 8-18), sino en su expresión filosófica, a nivel de las élites dominantes. La primera reacción a la actividad de Pablo es agresiva: Pablo es calificado de "charlatán" (spermológos: literalmente: pica-semillas), palabra típica de la jerga ateniense para designar a los que no tenían una formación filosófica global, sino que sólo repetían pedacitos sueltos de doctrina. Luego es calificado de "predicador de divinidades extranjeras", lo que es grave, pues connota predicación de algo desconocido y peligroso. Sócrates fue acusado de lo mismo. Ellos entienden que Pablo predica dos divinidades: Jesús y la Anástasis, nombre griego para Resurrección, tomado aquí como nombre de una divinidad femenina. Los filósofos, sin embargo, no rechazan a Pablo, sino que lo llevan al Areópago, colina situada junta al agorá. El Areópago era un lugar tradicional y casi legendario, donde se reunía el consejo de la ciudad para discutir o juzgar algo. Pablo es llevado al Areópago para ser escuchado: los filósofos quieren saber qué significa las "cosas extrañas" que Pablo predica. No se trata de un juicio, pues el discurso de Pablo no es una defensa, pero si se trata de un encuentro importante y solemne: Pablo habla de pie en medio del Areópago (v. 22). Lucas, sin embargo, se adelanta para decir que su auditorio buscaba más la novedad que la verdad. Para Pablo en todo caso es una oportunidad que él toma muy en serio.

Discurso de Pablo en el Areópago (vv. 22-31):
Estructura del discurso:

(1) Exordio (captatio benevolentiae): invocación al Dios desconocido(vv. 22b-23)
(2) Parte narrativa (narratio): preparación evangélica (vv.24-29): fe en el Dios verdadero:
- Dios creador: crítica de la idolatría (vv.24-25)
- Relación de Dios con la humanidad: crítica del politeísmo(vv.26-29)
(3) Parte argumentativa (argumentatio): anuncio del evangelio (vv. 30-31)
- Todos y en todas partes deben convertirse (v. 30)
- Porque va a juzgar al mundo según justicia (v.31a)
- Por el hombre que ha resucitado (v.31b).

En el exordio (vv.22-23) Pablo parte de un hecho concreto que ha observado en Atenas: un altar "al Dios desconocido". Pablo lo toma como una señal positiva de la búsqueda de Dios en la civilización helenística. Califica a los atenienses de pueblo "muy religioso". La inscripción al Dios desconocido no está muy atestiguada en los documentos antiguos; posiblemente hubo una inscripción "a dioses desconocidos" y Lucas la puso en singular. El altar manifiesta ignorancia del Dios verdadero, que ellos adoran sin conocer. Ahora Pablo anuncia al Dios desconocido para superar esa ignorancia.

En la parte narrativa del discurso (vv.24-29), que podríamos llamar "preparatio evangélica" (preparación para el anuncio del evangelio), Pablo comienza de una manera reposada a exponer su visión del Dios creador, lo que implica una crítica a la idolatría (vv.24-25). Pablo se inspira en esta sección claramente en el A.T., pero asume conceptos e ideas de la filosofía griega, para que sus oyentes puedan sentirse identificados con su discurso. Pablo parte de la idea bíblica de Dios y desde ahí hace una crítica a los templos y a las ofrendas que la humanidad presenta a Dios. La doble crítica se apoya en el A.T., pero también algo de este criticismo puede encontrarse en los mismos filósofos griegos. El creador del mundo no necesita santuarios; el que nos da vida, aliento y todas las cosas, no necesita ofrendas. Si Dios no puede ser poseído o capturado por templos y ofrendas, entonces la idolatría como intento humano por deformar o controlar la imagen de Dios, no tiene fundamento. Pablo no está aquí especulando racionalmente, sino exponiendo su fe fundada en la revelación bíblica.

En la segunda parte de esta sección narrativa (vv. 26-29), Pablo entra en la relación de Dios creador con la humanidad y su crítica al politeísmo. Dios creó de uno solo toda la humanidad (literal: hizo de uno toda raza de hombres). Pablo anuncia aquí la unidad de todo el género humano. A esta humanidad universal Dios dio dos objetivos, expresados en el texto por los verbos habitar y buscar. Para cumplir el primer objetivo de habitar toda la tierra, Dios marcó los tiempos y los límites. Se refiere a la separación de las estaciones y a la separación de la tierra y el mar (abismos) y de la tierra y el firmamento, datos tomados de la creación del mundo tal como aparece en el Génesis. El segundo objetivo es buscar a Dios, al interior de toda la tierra habitada. Esta búsqueda es posible, aunque sea a tientas, porque Dios no está lejos: en él vivimos, nos movemos y existimos. En estos versículos Pablo asume temas conocidos de la filosofía griega: la idea universal del ser humano y su razón de ser en la búsqueda de Dios. El sentido de la filosofía era esta búsqueda de Dios. Pablo fundamenta su fe en la tradición bíblica (de forma implícita, pues no tiene sentido hacer citas), pero asume los temas filosóficos corrientes e incluso cita (v.28b) a uno de sus filósofos. El v.28a ("en él vivimos, nos movemos y existimos") es bíblico y filosófico a la vez, pero en su aspecto filosófico aparece cuasi panteísta. La expresión del v. 28: "como ha dicho alguno de vosotros" se refiere a lo que sigue: "Porque somos también de su linaje". Pablo usa esta cita contra el politeísmo (v.29). En síntesis: si toda la humanidad viene de Dios y fuimos creados para habitar toda la tierra y en ella buscar a Dios en el cual vivimos, nos movemos y existimos, entonces no debemos pensar que la divinidad sea semejante al oro, la plata o la piedra modelada por el ingenio humano. La conclusión es evidente para Pablo, que tiene en su mente toda la tradición bíblica, pero ¿habrá sido igualmente evidente para la asamblea de los filósofos en el Areópago?.

Terminada la parte narrativa del discurso (vv. 24-29), donde Pablo ha llegado a la conclusión que tanto la idolatría como el politeísmo contradice lo que sabemos de Dios, tanto por la Biblia (implícita en el discurso) como por la filosofía (citada explícitamente), Pablo pasa ahora a la parte argumentativa, donde confronta directamente a los filósofos con el Evangelio (vv.30-31). Tenemos aquí tres ideas fundamentales: el anuncio de la conversión, el juicio del mundo según justicia y la resurrección de Jesús como garantía.

(1) Primero: el anuncio de la conversión ahora, después que Dios ha pasado por alto el "tiempo de la ignorancia", tiempo anterior al anuncio del Evangelio. La ignorancia aquí no es intelectual, porque el ser humano podía buscarlo y conocerlo, sino moral: la persona humana se cerró a Dios, se opuso a Dios y no respondió a los objetivos para los cuales fue creada. Ignorancia es aquí pecado.

(2) Segundo: ahora que el Evangelio es anunciado, termina el tiempo de la ignorancia y comienza el tiempo de la conversión y del juicio: "porque (Dios) ha fijado el día en que va a juzgar al mundo en justicia". El día de Yavé en el A.T. es ahora el día de Jesús, que es el día en el cual Pablo está ahora anunciando el Evangelio como juicio.

(3) Tercero: la garantía de un juicio justo del mundo es Jesús resucitado. Dios va a juzgar al mundo "por el hombre que ha destinado" (v.31). Pablo no llama a Jesús aquí por su nombre, sino que utiliza para referirse a Jesús ante los filósofos, el título "hombre". Este hombre ha sido constituido juez por su resurrección. Subyace aquí la convicción de que Jesús por su resurrección ha sido exaltado con poder y constituido para todo el mundo juez y salvador. Pablo no desarrolla aquí este tema, pero es tradicional y coherente con su pensamiento en las cartas. La resurrección es la garantía que el juicio del mundo será justo.

Reacción del auditorio ante el discurso de Pablo (v.32-34): El auditorio se divide en dos: unos se burlan al oír eso de la resurrección de los muertos. Pablo ha dado a entender que la resurrección de Jesús es corporal (en función de un juicio universal) y eso repugna a la filosofía griega dominante, que desprecia el cuerpo, como desprecia la materia, los esclavos, la mujer y la naturaleza. Pero hay otro grupo que dijo: "sobre esto te oiremos otra vez". Siempre se interpreta esta reacción como negativa, pero puede ser perfectamente positiva: expresa deseo de seguir escuchando a Pablo. Además de la reacción general, Lucas cita una repuesta más concreta: "algunos hombres se adhirieron a él y creyeron", entre los cuales Dionisio Areopagita. También una mujer llamada Damaris y algunos otros. No se habla aquí de Bautismo.

Nada sabemos de este primer grupo cristiano en Atenas. El título de Areopagita puede significar que Dionisio tenía un cargo importante en la ciudad en el terreno de la cultura y la educación. También Damaris, al ser recordada por Lucas por su nombre, debió tener también cierta importancia social. Eusebio narra que Dionisio fue el primer obispo de Atenas y hay una literatura considerable de corte neoplatónico que circuló en los siglos posteriores con su nombre e influyó profundamente la escolástica medieval. Pero todo esto pertenece ya a la leyenda, que pudo tener cierta base en la tradición histórica.

Reflexión pastoral sobre Hch 17, 16-34
1) Podemos hacer una comparación entre Pablo en Atenas y la Iglesia de hoy en el mundo moderno. ¿Cuales son las semejanzas y diferencias?

2) ¿Por qué Pablo en Atenas estaba interiormente indignado al ver la ciudad llena de ídolos? Profundicemos en la relación entre idolatría y opresión. Hay idolatría cuando un sistema de opresión de identifica con Dios y oprime en nombre de Dios. La idolatría entonces hace posible que el sistema oprima sin límites y con buena conciencia, por eso decimos que la idolatría es la raíz teológica del pecado social.

3) En el politeísmo las cosas se convierten en sujetos y los sujetos en cosas ¿Cual es la consecuencia social del politeísmo?

4) ¿Existe en el pensamiento moderno una búsqueda del Dios desconocido? ¿Cómo se da en todas las formas religiosas del arte y del pensamiento humano una preparación evangélica?

5) ¿Significa realmente nuestro anuncio del Evangelio el fin del tiempo de la ignorancia que la humanidad tiene de Dios? ¿Es la evangelización un juicio que lleva a la humanidad a una auténtica conversión? ¿Es Cristo resucitado la fuerza y la garantía que ese juicio (la evangelización) es realizado con Justicia?


14.

Reflexión

En un mundo pluriforme no es difícil el darnos cuenta de que cada uno de nosotros tenemos parte de la verdad. La única verdad absoluta es Dios. Por ello, otra de las grandes obras que realiza el Espíritu en nosotros es “el guiarnos a la verdad plena”, es decir guiarnos a Dios. Esta verdad eterna, involucra todas las cosas creadas pues como dice san Pablo: “En él somos, existimos y nos movemos”. No es por ello raro que en la medida en que dejamos que el Espíritu tome posesión de nosotros, nuestro entendimiento con los demás sea más claro; Nuestra posición delante de la vida moral y religiosa se clarifica, pues la Verdad se va haciendo patente a nuestro entendimiento. Debemos como quiera estar atentos, pues nunca seremos poseedores de la verdad completa. Toda nuestra vida será crecer en ella. La humildad y la oración hacen posible que ésta crezca y se manifieste en nosotros como: sabiduría, prudencia, y amor a Dios y nuestros hermanos. Pidamos incesantemente: Ven Espíritu Santo y muéstrame la verdad, muéstrame tu Verdad y hazme comprender que cada hombre tiene parte de esta verdad, de tu Verdad.

Que la resurrección de Cristo, llene de amor tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


15.

Cuando venga el Espíritu Santo

Fuente: Catholic.net
Autor: Juan Guillermo Delgado

Reflexión

Mucho tengo todavía que deciros…

Cristo tiene todavía muchas cosas por decirte. Él quiere hablarte al oído, al corazón. Quiere verte a los ojos y, con sólo su mirada, decirte que te ama. Él es el Maestro, el Señor. Y sus palabras son palabras de vida eterna, alimento para nuestras almas.

Pero quizá tampoco ahora estemos preparados para digerir lo que Cristo nos quiere decir. Quizá aún vemos demasiado con los ojos de la carne y pensamos demasiado como los hombres y no como Dios. Quizá todavía vivimos apegados a las cosas de la tierra y no hemos aprendido aún a poner nuestros ojos y nuestro corazón en los bienes del cielo. Debemos por tanto aprender a abrir nuestras almas a la luz nueva de Cristo. Una luz que ilumina nuestras vidas y la historia del mundo haciéndonos descubrir la mano amorosa y providente de Dios. Aprenderemos a ver todo desde Dios, con los ojos de Dios. Entonces seremos los golosos de Dios. Llegaremos así a saborear, degustar, paladear el plan magistral y la maravillosa acción de Dios en la historia de la salvación.

Es cuestión de ser dóciles al Espíritu Santo, al Espíritu de la verdad. Él nos llevará hasta la verdad plena. Nos anunciará lo que ha de venir. Nos enseñará a leer los signos de los tiempos, a ver la mano de Dios en todos los acontecimientos de nuestra vida ordinaria, a amar los caminos misteriosos y fascinantes por los cuales conduce al hombre y a la creación entera a la instauración total en Cristo.


16.

En otras versiones de la Biblia, leemos diferente este pasaje, por lo menos
en su principio. Por ejemplo, en la Biblia de Jerusalén, se lee: “Mucho tengo que deciros todavía, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad os guiará a la verdad completa”. En la versión de la Comisión Nacional de la Liturgia de la Conferencia del Episcopado Dominicano se lee: “Muchas cosas quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora: cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena” Lo cierto es que, sea cual sea la versión que leamos, el mensaje de Jesús es el mismo: Estamos en un proceso de crecimiento y es el Espíritu Santo quien nos ayudará a llegar a la verdad plena. No hay otra forma. Podemos intentar llegar a la verdad de muchas formas, pero sólo el Espíritu nos ha de guiar hasta ella. Por eso, debemos abrir nuestros corazones a la acción del Espíritu Santo, creyendo, por fe, que él nos guía hasta Jesús quién es el camino, la verdad y la vida.

Dios nos bendice,

Miosotis


17. DOMINICOS 2004

El Espíritu de la Verdad os guiará

Llévame en tu compañía,
donde tú vayas, Jesús
porque bien sé que eres tú
la vida del alma mía.

Si tú vida no me das,
yo sé que vivir no puedo,
ni si yo sin ti me quedo,
ni si tu sin mí te vas.


Hoy en la liturgia de la Palabra y del Sacrificio se nos ofrece la famosa lección de Pablo sobre el dios desconocido, al que honraban los atenienses. Ese dios desconocido es el que, según Pablo, se había revelado en Cristo.

¡Demasiado bocado espiritual para un banquete que quiere ser muy humano! Los atenienses, en silencio y descorteses, volvieron la espalda a Pablo. Su filosofía ‘humana’ no concordaba con la sabiduría del apóstol. ¡Eterno problema el de armonizar saberes humanos con saberes divinos, si el corazón no es muy grande!

Muy distinta es la armonía perfecta que Juan nos muestra en el Evangelio al presentarnos tanto la acción salvífica realizada por Jesús como la futura acción del Espíritu que nos guiará en la Iglesia. En efecto, el Espíritu que va a descender sobre su Iglesia, como nuevo Maestro y Guía, es el Espíritu del Padre y del Hijo, y la verdad de salvación que nos enseñe será la oída al Padre y al Hijo.


La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Hechos de los apóstoles 17, 15. 22-18:
“Liberados de la cárcel, y pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron Pablo, Silas y Timoteo a Tesalónica...; después a Berea... Desde allí los que conducìan a Pablo le llevaron hasta Atenas. Aquí, esperando que llegasen Timoteo y Silas, Pablo se consumía en su espíritu, viendo la ciudad llena de ídolos. Disputaba en la sinagoga con los judíos y prosélitos, y en el ágora con quienes le salían al paso...

Un día, puesto en pie Pablo en medio del Areópago, dijo: “Atenienses, veo que sois sobremanera religiosos..., pues he visto un altar dedicado al “dios desconocido”. Pues a ése que, sin conocerle, veneráis, es al que yo os anuncio: el Dios que hizo el mundo y cuanto contiene... Él juzgará un día al universo con justicia, por medio del hombre designado por él; y ha dado a todos la prueba de esto resucitándolo de entre los muertos... Al oír que hablaba de la “resurrección de los muertos”, unos lo tomaban a broma y otros decían: te oiremos en otra ocasión.. Y Pablo se marchó del grupo...”

Evangelio según san Juan 16, 12-15:
“Jesús siguió diciendo a sus discípulos:

Muchas cosas me quedan por deciros; pero no podéis cargar con ellas por ahora.

Cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena, pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.

Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando.

Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará”.


Reflexión para este día
Muchas veces la Palabra y la voz del Espíritu rebotan en nuestra conciencia, como la voz de Pablo rebotaba en Atenas. La dureza del corazón y mente humanos, en vez de dejarse ganar por el amor a la Verdad, le cierran le cierran la puerta!

No es fácil cumplir el papel de apóstoles en un mundo egoísta, injusto, pasional, caprichoso, consumista... Ese mundo no está preparado ni quiere prepararse cultural, pedagógica y espiritualmente para ser discípulo de la Verdad. Incluso los cristianos tememos dejar abiertas las ventanas del alma a la Verdad que nos comprometa; preferimos vivir en la superficie, casi a la intemperie. Cambiemos de actitud y experimentemos el gozo de ser invadidos por el Espíritu de Dios y el amor a los hermanos.

¡Haznos, Señor, verdaderos testigos, amigos de la verdad, servidores de los hermanos, en espíritu sencillo, paciente, humilde!


18. CLARETIANOS 2004

Queridos amigos y amigas:

Pablo personifica como nadie el afán de traducir su experiencia de Dios, a todos los que se abran a ella. Como él mismo dice en otra ocasión: se hace judío con los judíos y gentil con los gentiles, se hace todo a todos con tal de ganar, como sea, a algunos. Este discurso en el centro filosófico de Atenas, teñido de filosofía es el mejor ejemplo.

Llevamos desde el Vaticano II intentando traducir en palabras nuevas el núcleo de nuestra experiencia del seguimiento de Cristo. A veces con acierto, a veces equivocadamente. A veces hemos tenido cierto éxito, otras hemos experimentado el fracaso. Pero algo permanece: no podemos dejar de anunciar lo que quema nuestras entrañas, lo que da sentido a nuestra vida, lo que nos permite dar lo mejor de nosotros mismos a los demás: la suerte, la gracia que hemos tenido de conocer y experimentar lo que significa seguir al Maestro.

Resuenan de fondo otras palabras de Pablo: ¡Ay de mí si no evangelizara!. Deja que aflore hoy en ti esa necesidad, déjate llevar por el impulso del Espíritu que te lanza a los que cruzan el camino de su vida con el tuyo, a los que Dios ha puesto en tu camino. No te dejes vencer por la desconfianza y el desánimo: “nadie escucha”, “estoy hablando a las paredes”; “estoy lanzando palabras al viento...” recuerda que sigue habiendo algo común: el lenguaje del corazón: sentir con el otro, la com-pasión; y el lenguaje de la vida entregada al otro, que se hace escucha, acogida, comprensión, perdón, sonrisa, presencia...

El Evangelio de otra parte nos recuerda otra ardua tarea: “ Sin la verdad, el hombre se mueve en el vacío, su existencia se convierte en una aventura desorientada y su emplazamiento en el mundo resulta inviable [...] Los cristianos con esperanzada certi­dumbre, caminan en la verdad (cfr. 3 Jn, 4) ha­cia el término de su peregrinación, a la vez que comparten con sus prójimos las inseguridades de la historia y los riesgos y oscuridades del destino común de la humanidad” . Son palabras de una Instrucción Pastoral de los obispos españoles de 1990. Se nos impone una tarea que compartimos con el resto de hombres y mujeres de nuestro mundo: Porque existe la verdad y porque el ser humano está hecho para encontrarla en libertad responsable hay que andar el camino que nos lleve hasta ella. En este camino no estamos solos, el Espíritu nos ilumina, alienta, fortalece y nos guía.
Vuestro hermano en la fe,

Juan Ángel Artiles Roberto
(jaarcmf@yahoo.es)


19. 2004

LECTURAS: HECH 17, 15-16. 22-18, 1; SAL 148; JN 16, 12-15

Hech. 17, 15-16. 22-18, 1. Cristo debe ser anunciado a tiempo y a destiempo. Nadie debe ser excluido de ese anuncio. Hasta donde nos es posible debemos saber el terreno que pisamos para podernos dirigir a los oyentes conforme a su cultura, a sus necesidades y a sus aspiraciones. Siempre que anunciemos a Jesucristo a los demás como Salvador de todos, debemos hacerlo movidos por el Espíritu Santo y por el amor que nos ha de llevar a procurar el bien de todos, no tanto por la indignación nacida de verlos caminar en las tinieblas del pecado, o atados a los nuevos falsos ídolos. La eficacia del Evangelio nace del Espíritu y no de nuestros celos personales por dar a conocer el Evangelio a quienes caminan lejos del Señor, dedicados a la destrucción de su propia vida o de la de los demás. Dios quiere hacer su obra por medio nuestro, pongámonos en manos de Él y dejémonos guiar por su Espíritu Santo, que Él nos ha derramado en nuestros corazones.

Sal. 148. Todos, sin excepción, ricos y pobres, cultos e incultos, hombres y mujeres, jóvenes, ancianos y niños, alaben al Señor. Nosotros hemos sido creados para convertirnos en una continua alabanza del Nombre del Señor. Quienes creemos en Él, quienes ya lo alabamos mediante una vida recta, debemos ser los primeros responsables en dar a conocer a todos su Nombre y sus obras, llenas de amor y de misericordia para con nosotros, de tal forma que todos puedan hacer de su vida una auténtica alabanza al Señor. Alabar al señor de un modo sincero hará que desaparezcan de nosotros todos los signos de pecado y de muerte; pues quien diga que alaba al Señor pero continúe destruyendo su propia vida, destruyendo la vida de los demás o destruyendo irracionalmente la creación, será un hipócrita, que alaba al Señor con los labios pero su corazón está lejos de Él.

Jn. 16, 12-15. Cuando proclamamos el Evangelio Viviente del Padre, que es Jesús, no podemos hacerlo bajo nuestras propias luces, sino a la luz del Espíritu Santo. Es Él quien engendra la vida de Dios en nosotros para que seamos, en Cristo, hijos de Dios. No son nuestras palabras, por muy elocuentes que estas sean. Por eso, siempre que proclamemos el Nombre de Dios, siempre que queramos darlo a conocer a los demás con toda su eficacia salvadora, debemos ponernos en manos de Dios y orar al Espíritu Santo para que sea Él, y no nosotros, quien lleve adelante la obra de salvación en el mundo. Hay muchas cosas que el Señor quiere aún decir a la humanidad por medio de la Iglesia, pues la revelación que Dios nos ha hecho en Cristo Jesús debe ser profundizada y vivida por cada una de las personas, conforme a su propia cultura. Por eso debemos estar abiertos a la Nueva Evangelización: nueva en sus métodos, nueva en su lenguaje, nueva en sus expresiones, nueva en su ardor. Que el Espíritu Santo sea quien haga en nosotros nuevas todas las cosas.

Gracias sean dadas a nuestro Dios y Padre porque nos hace llegar a la plenitud de la Verdad en Cristo Jesús, su Hijo y Señor nuestro. Mientras vamos como Iglesia peregrina hacia la Patria eterna, el Señor nos va conduciendo por medio de su Espíritu; y en la Eucaristía somos instruidos por Dios no sólo acerca de lo que hemos de hacer, sino de la forma como lo hemos de hacer. Pues la Palabra de Dios no sólo se pronuncia sobre nosotros, sino que además el Señor va delante de nosotros como Aquel que no se quedó en enseñarnos el camino de la perfección con los labios, sino con el ejemplo de su vida misma. Por eso, los que entramos en comunión de vida con Él, conducidos por su Espíritu Santo, vamos viviendo, con todo el compromiso que dimana de él, el Evangelio que Dios ha querido confiarnos no sólo para nuestra salvación, sino para la salvación de la humanidad entera.

Nosotros debemos ser un auténtico testimonio en el mundo de Aquel que es la Verdad. El Evangelio llevado a la práctica no sólo nos hace actuar conforme a las enseñanzas de Cristo, sino que nos hace ser un signo en el mundo de su presencia salvadora. La Iglesia, Esposa del Cordero inmaculado, es la Palabra encarnada en las diversas culturas, que hoy sigue pronunciando Dios a favor de todos los hombres. Por eso debemos siempre estar abiertos a las inspiraciones del Espíritu Santo. Quien ha recibido el Don del Espíritu Santo, pero continúa siendo esclavo de la maldad, o sigue destruyendo a su prójimo, está demostrando, con esas actitudes contrarias al Espíritu de Dios, que finalmente ha apagado la voz del Señor en su propio interior. Seamos una Iglesia testigo de Cristo desde la propia vida. No nos conformemos con anunciarlo a los demás con palabras elocuentes y discursos bien armados, que si bien es bueno hacerlo, sin embargo es necesario que el anuncio del Evangelio nazca del Espíritu Santo y no de nosotros. Pongámonos humildemente como siervos del Evangelio, con lo que somos, con nuestros recursos, con nuestra mejor preparación; pero que sea el Espíritu Santo el que haga la obra de salvación en nosotros y en los demás. Entonces, junto con Pablo diremos: No nosotros, sino la gracia de Dios con nosotros.

Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de saber convertirnos en verdaderos evangelizadores de nuestro mundo, desde una auténtica docilidad al Espíritu Santo en nosotros. Amén.

www.homiliacatolica.com


20.ARCHIMADRID 2004

EL PASTELEO

Seguimos la cuenta atrás, sólo quedan tres días para la boda real. En Madrid hemos inaugurado iluminación de los edificios y monumentos más emblemáticos de la capital. Es una iluminación colorista, de tonos pastel, suave y “delicada.” Se ha conseguido que la Puerta de Alcalá se convierta en un pedazo del pastel nupcial torpemente abandonado en la calle, la estatua de Neptuno ha dejado de “tirar los tejos” a la Cibeles para transformarse en un “Drag-Queen” nocturno y discotequero. Para gustos están los colores, pero desde luego se ha conseguido trastocar la dureza de la piedra, del granito, de los mármoles y alabastros, en inmensas moles de nata y fresa.
“Al Dios desconocido” la inscripción que Pablo se encuentra en Atenas podríamos colocarla en muchas casas y corazones de nuestro tiempo. Muchos acuden a la Iglesia para bautizos, primeras comuniones, bodas o funerales, pero desconocen completamente a Dios, no les influye en su vida, no lo celebran ni quieren conocerlo en profundidad. San Pablo hace un discurso precioso, cita a los poetas griegos, domina la locuacidad y los argumentos que se aplican en el discurso griego. Como catequesis la estructura es perfecta: parte de un hecho de experiencia conocido por sus oyentes, les cita argumentos conocidos (“¡somos estirpe suya!”) y les anuncia a Cristo: “nos ha dado la prueba de esto resucitándolo de entre los muertos.” Podríamos esperar que los atenienses, hombres cultos y que sabían escuchar, cayesen rendidos a los pies de Pablo pidiéndole el bautismo, pero “unos se lo tomaban a broma” y otros esperan para oír esas historias en otra ocasión.
¿Qué le ocurrió a San Pablo para fracasar de esa manera? Pienso que estaba tan preocupado en mostrar la belleza de su discurso, en convencer con argumentos humanos y evitar todo aquello que pudiese ser motivo de escándalo, que se olvidó de anunciar la cruz. Hizo tal “pasteleo” que se olvidó de que, al igual que la imagen de la plaza de Cibeles es de duro granito y por muchas luces de colores que le pongamos la piedra no se ablanda, el mensaje de Cristo pasa por la cruz: “escándalo para los judíos, necedad para los paganos, pero fuerza de Dios y sabiduría de Dios.”
A veces podemos tener la tentación de edulcorar el mensaje cristiano, de hacerlo más blandito y facilón. Olvidamos en nuestra predicación y en nuestras conversaciones las exigencias de la vida cristiana, de “escoger” lo más bonito y tranquilizador, espigando el Evangelio y la doctrina cristiana guiándonos por nuestros criterios y no dejando que sea “el Espíritu de la Verdad, (que) os guiará hasta la verdad plena.”
San Pablo aprendió la lección: “Sólo me precio de saber una cosa, a Cristo y éste crucificado.” Tú y yo no podemos “iluminar” la doctrina de Cristo para que parezca un inmenso pastel de bodas pues, más bien a la corta que a la larga, el dulce empalaga, harta y da dolor de estómago. Anuncia a Cristo y su Iglesia en la totalidad de su mensaje, sin rebajar la exigencia de heroísmo cristiano, y entonces nos sentiremos cautivados por Cristo, dejaremos que el Espíritu Santo entre completamente en nuestra vida que será totalmente suya.
Ni a su Madre, nuestra querida Madre del cielo, se le evitó estar al pie de la cruz, nosotros tampoco queremos huir del Gólgota ni desfigurar la vida de nuestro Salvador.


21. Fray Nelson

1. Un dolor tan antiguo...
1.1 Pablo se duele ante el espectáculo deprimente de la multitud de ídolos de las calles de Atenas. Es una imagen triste, porque retrata esa otra tristeza, la del corazón que finalmente no encuentro sosiego a su ansiedad ni agua de vida para su sed. Pues, ¿qué dicen tantos dioses sino que ninguno es dios? ¿Qué pregonan tantos intentos sino que todo es mentira? ¿Qué anuncia esa repetición de cultos y multiplicación de religiones sino la miseria y hambre sin nombre del corazón humano?

1.2 Por eso el dolor de decepción ha de ceder espacio y dejar lugar más bien al dolor de la misericordia. Es frustrante ver al ser humano, imagen del Dios vivo, arrastrándose delante de los dioses muertos. Pero es conmovedor comprender que a esos extremos llega no por su gusto sino por la doble tiniebla en que ha nacido, según la expresión de Santo Tomás de Aquino, es decir: por pecador y por ignorante.

1.3 Pablo se compadeció de aquellos atenienses y nosotros hemos de compadecernos sin orgullo ni vanidad de esa gran Atenas que es el mundo hoy. Internet, un centro comercial, un rato ante la televisión o una hora de radio nos convencen de una cosa: nada es tan actual como esa primera lectura que hemos escuchado hoy. El mundo sigue plagado de ídolos y vacío de amor; repleto de mentiras y sediento de la verdad que anhela y teme a la vez. Si Pablo se compadeció y empezó a predicar, ¿qué nos corresponde, hermanos, cuál es nuestro deber?

2. El Espíritu que enseña y que ilumina
2.1 Día a día, texto a texto, Jesús nos va enseñando en su Evangelio quién es y qué puede en nosotros el Divino Espíritu.

2.2 Hoy nos habla de cómo el Espíritu “nos conduce hacia la verdad completa”, “nos anuncia las cosas venideras” y “glorifica a Jesucristo”. ¡Dios Santo, cuántas maravillas!

2.3 Aprendamos algo de cada una de estas frases destacadas. Si el Espíritu nos conduce hacia la verdad completa quiere decir que hay un desarrollo o crecimiento en la verdad gracias a la acción del Espíritu en medio de la comunidad cristiana. Esta idea no es bien recibida por todos los cristianos. Hay quienes quisieran que todas las verdades estuvieran en algún versículo de la Biblia, porque predican la “Sola Scriptura”, de modo que no quieren admitir como cierta una cosa si no está en algún versículo bíblico, con lo cual, según vemos, contradicen a la misma Biblia. Esto no quiere decir que cualquier cosa pueda ser admitida como parte de nuestra fe, sino que indica que Dios, que obra en la Iglesia, no nos revelará la verdad completa sino en la Iglesia.

2.4 Si el Espíritu nos anuncia las cosas venideras, debemos entender que nuestra esperanza no se sostiene solamente en las palabras que hemos escuchado ni solamente en el testimonio del pasado. La Iglesia es un organismo vivo y necesita alimento vivo para avanzar hacia su meta, que es el encuentro definitivo con Cristo Esposo. Esta idea no es bien recibida por todos los católicos. Hay algunos que piensan que cualquier palabra inspirada que parezca provenir del Cielo es alucinación, manipulación, histeria o sugestión. Y se olvidan del importante lugar que Pablo otorga al ministerio de los profetas en el Nuevo Testamento.

2.5 Si el Espíritu glorifica a Jesucristo, es porque la Iglesia necesita crecer en adoración. Esta idea no es bien recibida por todos los creyentes. Hay quienes ven o quieren ver en la Iglesia sólo una institución humana que debe cambiar el rostro de la distribución de la riqueza o del potencial laboral. Hay quienes ven o quieren ver en la Iglesia sólo un modo de mantener el nivel moral en la familia o en la sociedad. Hoy aprendemos que la Iglesia tiene entre sus deberes, y no es el menor, glorificar a Jesucristo, alabar su misericordia, ponderar sus maravillas, cantar sus grandezas, elogiar su hermosura, gozarse en su Palabra, anhelar, en fin, la felicidad infinita de contemplar su Rostro por la eternidad.