EL
COMPROMISO MATRIMONIAL
¿Saben a qué se comprometen -o se han comprometido- al casarse?
Pbro.
Gilberto Gómez Botero
Director de CENPAFAL
Bogotá D.C. COLOMBIA
Introducción
"El
porvenir del amor reside en la verdad
y en la seriedad del lenguaje" (P. Antoine).
Ante
el altar el sacerdote pregunta públicamente a los novios: "Vinieron con
plena libertad a celebrar el matrimonio mediante el sacramento?". La
Iglesia quiere cerciorarse hasta el final de que los contrayentes quieren
casarse de verdad, es decir, si asumen libre y conscientemente los compromisos
naturales y cristianos que son inherentes al estado matrimonial. De que los esposos no tienen
ideas claras sobre la naturaleza de la relación que se declararon
dispuestos a aceptar.
O de que hay entre ellos
criterios no sólo dispares sino también abiertamente contrapuestos en la
manera como comprenden estos compromisos (v.g. en la fidelidad, en el manejo
de los bienes, en las relaciones con las familias de origen).
O en ambos - o por lo menos en
uno de los dos - hay actitudes que impiden tomarlos en serio y asumirlos
como un estilo de vida. El compromiso matrimonial (con sus
componentes, los compromisos específicos) es el centro de la institución
natural del matrimonio y también del sacramento. De la manera como los esposos
comprendan y vivan esos compromisos depende la calidad humana y cristiana de
cada matrimonio.
Al casarse, los esposos se comprometen a ayudarse mutuamente a conseguir los
fines fundamentales de la vida matrimonial. Dicho en otra forma, el SI que se
dan el uno al otro supone, de parte de ambos, la libre y consciente aceptación
de una serie de compromisos que son inherentes a la relación de una pareja que
se compromete en matrimonio y que son componentes del compromiso global de la
pareja. La causa de la mayoría de los conflictos - y también de los fracasos -
en el matrimonio proviene:
Cada cultura enfoca estos compromisos de una manera peculiar. Eso no quiere
decir que todos los enfoques sean igualmente válidos, ni favorables para la
formación de una sana relación de pareja casada. Los cristianos,
particularmente, tenemos un visión de fe sobre la vida matrimonial, que a
menudo contradice la visión que del mismo tienen las culturas ancestrales. Los
patrones de vida matrimonial que ofrece la sociedad no son siempre garantía de
buena inspiración para los cristianos que quieren vivir de acuerdo con su
vocación y éstos se ven precisados a distanciarse de esos patrones.
Por esto se impone la necesidad de reflexión cuidadosa por parte de los novios
que se preparan para el matrimonio y de los esposos que quieren crecer en su
relación conyugal como cristianos. Y ahondar en esta reflexión no sólo es
saludable sino también necesario aún para las parejas que llevan muchos años
de casados. Siempre encontrarán puntos de crecimiento que requieren mayor
atención y esfuerzo.
Y desde luego que es una reflexión también muy útil para quienes hayan
convivido antes de casarse. El hecho del matrimonio cambia señaladamente las
reglas de la relación existente entre ambos. En qué se diferencian una pareja
de esposos, de sólo novios, amantes o amigos? Hay personas que no son
conscientes de estas diferencias, porque no son conscientes de las exigencias
que el matrimonio implica. Por eso quienes de novios juegan a ser esposos,
tienen luego la tendencia a jugar a solteros cuando ya están casados.
Conviene explicitar los compromisos concretos que se incluyen en el compromiso
global de los que se casan. Cuando no sabemos a qué nos comprometemos no
estaremos dispuestos a cumplir. Y cuando estos compromisos no se cumplen, es
imposible que el matrimonio les traiga las satisfacciones que ambos esperan. La
verdad de la palabra está comprometida en la conciencia que tienen los esposos
acerca de los compromisos que asumen y de la voluntad de cumplirlos en su vida.
A. H. Chapman (1) explícita estos compromisos en lo que él llama
"primeros principios". Este autor recomienda que las parejas que
experimentan dificultades de relación revisen estos compromisos como un camino
para buscar soluciones a los problemas que están afectando su vida conyugal. De
nuestra parte, la experiencia nos ha demostrado su utilidad tanto para los
novios que se preparan al matrimonio, así como también son un material de diálogo
para las parejas casadas que se esmeran por mejorar la calidad de su relación.
Y en particular cuando estas parejas se preparan para renovar su compromiso
matrimonial en un retiro espiritual, una jornada de reflexión, o en reuniones
de grupos de reflexión y crecimiento.
1. COMPROMISO DE VIVIR JUNTOS EN AFECTUOSA ARMONÍA.
Este compromiso es obvio, pero por lo mismo son muchos los cónyuges que no lo
tienen en cuenta. No ven más allá del capricho del momento, la intoxicación
sexual y lo divertido de la luna de miel. Cuando empieza lo cotidiano (cambiar
pañales, organizar la economía familiar, compartir las cosas), las
incomodidades y exasperaciones que ello implica les irrita en extremo.
Enamorarse de una persona y disfrutar una luna de miel son cosas muy agradables
y atractivas, pero una relación afectuosa y armónica requiere una cadena de
duros esfuerzos, flexibilidad y tolerancia recíproca a lo cual pueden no estar
dispuestos. La idea de lograr que un matrimonio se desenvuelva dentro de los límites
de una afectuosa armonía quizá no resulte muy romántica, pero es imperativa
en un matrimonio bien logrado.
A los esposos que celebran su matrimonio sacramental el sacerdote no les
pregunta qué tan locamente enamorados están sino: "Al elegir el estado
del matrimonio, están dispuestos a amarse, a honrarse y a respetarse toda su
vida?". El SI que dan ambos no es sólo para una fiesta y una luna de miel.
Es para vivir juntos, no uno a expensas del otro, sino luchando diariamente para
que su convivencia sea para ambos no sólo tolerable, sino agradable; no sólo
agradable sino enriquecedora.
2. COMPROMISO DE MANTENER UNA RELACIÓN SEXUAL SANA ENTRE AMBOS Y CON NADIE
MAS.
Dicho en otra forma, a mantener entre los dos una relación sexual fiel,
exclusiva y sana. Por más que digan otra cosa los pseudo-revolucionarios
sexuales o los teorizantes sociales, la inmensa mayoría de los que se casan
tienen en mente, al menos el día de la boda, mantener una relación sexual sana
sólo con sus respectivos cónyuges y no andarse en aventuras amorosas. Si ambos
no ponen empeño en lograr esta buena relación sexual o si uno de los cónyuges
descubre que el otro se entrega a galanteos, vienen los disgustos, las
reclamaciones y los resentimientos y el matrimonio fracasa.
El hecho de que muchos de los futuros contrayentes han tenido una sucesión de
relaciones sexuales antes del matrimonio complica las cosas. Porque el
compromiso de limitarse en lo sucesivo a una sola persona significa un notable
cambio de estilo de vida, no imposible pero sí difícil. Además, como los que
han de someterse a este cambio son los dos, el porcentaje de posibilidades de
fracaso en este punto se duplica.
Los futuros esposos van a necesitar tiempo y paciencia y mucho amor para lograr
una relación sexual armónica y mutuamente satisfactoria.
3. COMPROMISO DE FORMAR UNA UNIÓN ECONÓMICA.
Las necesidades y caprichos de ambos han de pagarse de unos ingresos comunes;
ingresos que tal vez aporte un sólo cónyuge o tal vez los dos. Surge entonces
el complicado problema de prioridades. Y como los anhelos de cosas y servicios
han de satisfacerse de la misma fuente básica, las ocasiones de conflicto se
presentan a cada paso. Después de satisfacer las necesidades básicas comunes
(vivienda, salud, alimentación, vestido, impuestos) la pareja debe establecer
acuerdos sobre lo que puede gastar cada uno en otras cosas (ella en lujos y cosméticos,
él en deportes y hobbies). Cada uno tendrá que asegurarse de que sus propios
gastos no se excedan y ofendan al otro. Cuando este acuerdo no se hace o cuando
se hace y no se cumple, vendrán a fin de cada mes peleas y mutuos reproches por
los gastos realizados. La austeridad (diferente de la tacañería) y la
generosidad (diferente del despilfarro) son dos virtudes que ambos deben
aprender y practicar para lograr una armónica gestión de la economía hogareña.
4. COMPROMISO DE CONVIVIR LOS DOS CON LOS HIJOS.
La relación con los hijos aporta muchas satisfacciones a la pareja, pero también
implica mantener con ellos unas relaciones complicadas, enojosas y prolongadas.
Cuando los hijos entran en escena, la relación entre los esposos se vuelve más
intrincada. Y si a esto se agrega la presencia de hijos provenientes de
anteriores uniones de uno o ambos cónyuges, la cosa se complica todavía más.
Los hijos son de los dos y ambos tienen que ver igualmente con ellos.
En el momento de casarse el sacerdote pregunta a los contrayentes: "Están
dispuestos a recibir responsable y amorosamente a los hijos como don de Dios y a
educarlos según la ley de Dios y de su Iglesia?".
La pareja debe ser consciente de que el ingreso de los hijos en sus vidas va a
exigirles cambios y adaptaciones que van a perturbar su comodidad a ambos. La
pareja debe lograr una buena base de entendimiento sobre los criterios de
crianza y educación de esos seres nuevos, cómo formar sus personalidades y cómo
habrán de ser las relaciones de papá y mamá con cada uno de ellos (que al
principio son niños, no pequeños adultos, pero que están llamados a crecer y
a ser adultos en su momento).
5. COMPROMISO DE ACTUAR EN SOCIEDAD COMO UNA PAREJA CASADA.
Esto significa que ambos deben presentarse ante parientes y conocidos y ante el
público en general, como personas unidas por un lazo especial, exclusivo. Ya no
son sólo novios, o amigos. Son esposos ahora. En sus relaciones con amigos y
conocidos, especialmente si son del otro sexo, ambos deben evitar todos aquellos
comportamientos que puedan ofender al otro, respetar las exigencias de la
fidelidad conyugal. Tal vez sea necesario revisar las relaciones sociales que se
tenían antes de casarse. Con frecuencia las amistades de solteros no convienen
como amistades de casados. Hay que respetar las sanas costumbres que establecen
las fronteras entre solteros y casados.
6. COMPROMISO DE DAR PREFERENCIA AL CÓNYUGE POR ENCIMA DE TODA OTRA PERSONA.
El viejo precepto bíblico de "Dejar padre y madre" expresa una
necesidad de la vida de pareja y, por tanto, implica un compromiso que ambos
deben respetar. El esposo debe estar más atento a las necesidades y a los
sentimientos de su esposa que a los de su propia madre o de su jefe. La mujer
debe conceder mucha mayor prioridad a las necesidades y sentimientos de su
marido que a los de sus queridos padres o hermanos. Son muchos los matrimonios
que fracasan porque no se cumple este compromiso. Quienes dicen "Primero
conocí a mis padres y a mis hermanos que a mi esposa o a mi marido" están
afirmando algo obvio; pero olvidan algo, también obvio: que al casarse se
comprometieron a dar a su cónyuge la primera prioridad.
Las relaciones con los hijos deben tener una especial prioridad frente a las
otras relaciones, pero no deben sobrepasar la prioridad que se deben los esposos
entre sí. El matrimonio queda más protegido cuando las relaciones con los
hijos se enfocan en forma de pareja-hijo que cuando se enfocan unilateralmente
padre-hijo y madre-hijo.
Ambos esposos tienen que ser igualmente cuidadosos de que sus propios parientes
(en especial sus queridísimos padres) no se metan como una cuña entre los dos.
Y en lugar de dejar a que sea el otro el que defienda la existencia de la relación
de pareja ante extrañas intervenciones, sea cada uno responsable de poner en su
puesto a su "amorosa" madrecita. En realidad, el peligro proviene más
de la pareja inmadura que de la suegra entrometida.
7. COMPROMISO DE MANTENER ENTRE LOS DOS UNA INTIMA COMUNICACIÓN QUE INCLUYA
IDEAS, SENTIMIENTOS Y ACTITUDES.
La comunicación es fundamental en el matrimonio. Sin ella no se mantiene la
vida de pareja. Y no es posible hacer matrimonio sin pareja. Cuando los miembros
de la pareja ignoran la existencia de este compromiso, o si lo conocen no lo
cumplen, o conociéndolo y queriéndolo cumplir no saben cómo hacerlo, crean
entre ellos una situación que hace imposible el mantenimiento de una vida
matrimonial sana. La pareja necesita destinar tiempo y crear ambiente propicio
para mantener esta comunicación, aislándose de personas y de situaciones que
los distraigan (televisión, teléfono, etc.). Un alto porcentaje de problemas
matrimoniales se solucionarían adecuada y oportunamente, sin necesidad de
llegar hasta el psicólogo o psiquiatra, si ambos esposos se dedicaran a
desarrollar su capacidad de conversar y dialogar juntos. La mayor parte del
trabajo de los consejeros matrimoniales se dedica a ayudar a las parejas a
reiniciar la comunicación interrumpida y, a veces, hasta de iniciarla porque de
novios tampoco supieron hacerlo.
8. COMPROMISO DE MUTUA AYUDA EN TODAS LAS FORMAS POSIBLES.
Este compromiso mira a hacer efectiva la solidaridad que debe caracterizar la
forma de vida de los que son esposos "en la alegría, en la adversidad y en
el dolor, en salud y en enfermedad, en pobreza y en prosperidad". En la
voluntad creadora de Dios varón y mujer han sido creados para ser mutua ayuda y
compañía. Cada uno debe ser para el otro la persona con quien pueda contar
siempre en las necesidades, la primera a quien habrá de llamar para compartir
las penas y las alegrías.
Esta mutua ayuda debe ser habitual, pero debe darse especialmente en los
momentos de necesidad extrema. El anhelo profundo de los que se casan es el de
tener compañía en las buenas y en las malas. Y el matrimonio ofrece la
esperanza de garantizar esta ayuda y esta compañía.
Cuando este compromiso se rompe, así sea en pequeñas cosas, la soledad invadirá
a la pareja y se arriesga a dar lugar a intervenciones de extraños, tal vez
necesarias pero siempre dañinas para el matrimonio.
9. COMPROMISO DE PASAR MUCHO TIEMPO EN MUTUA COMPAÑÍA.
Hay parejas que durante el noviazgo y primer tiempo de matrimonio pasaban mucho
tiempo juntos, pero después permiten que el trabajo, la televisión y las
relaciones sociales invadan el tiempo de la pareja y al final se miran como
extraños. Si hicieran un recuento de las horas semanales que pasan juntos, se
darían cuenta de que él pasa en la oficina más tiempo con su secretaria que
con su esposa, y ella está más tiempo con sus amigas, parientes o con sus
compañeros de oficina que con su marido.
Durante el matrimonio van a necesitar revisar con frecuencia las prioridades de
tiempo y la forma como aprovechan las oportunidades de estar juntos y solos. El
pretexto de "no tengo tiempo" arruina muchos matrimonios y es indicio
de no querer empeñarse en una vida matrimonial de buena calidad. Las parejas
que de verdad, por razones independientes de la voluntad (v.g. las condiciones
de trabajo y la profesión de los dos o de uno) tienen especiales dificultades
para dedicarse buen tiempo a estar juntos, necesitan ingeniarse para aprovechar
el tiempo juntos hasta el máximo. De lo contrario se generaría una situación
de abandono afectivo, de pésimas consecuencias.
10. COMPROMISO DE FORMAR JUNTOS UNA RELACIÓN QUE DURE INDEFINIDAMENTE.
Para los esposos cristianos significa el compromiso de indisolubilidad, de empeñarse
en una relación que nada ni nadie pueda romper: "Lo que Dios ha unido, que
nadie lo separe". Es empeñarse en que la relación dure.
Los novios o los amantes pueden romper su relación cuando lo estimen
conveniente. Los esposos no. Esta afirmación quizá parezca anticuada, ingenua
o tonta cuando el porcentaje de divorcios y separaciones aumenta con mayor
velocidad que los precios en los supermercados. Pero esto es lo que los cónyuges
se prometieron ante el altar: "Me entrego a ti y te acepto como cónyuge.......
para amarte y honrarte hasta que la muerte nos separe", o más claramente
"..por todos los días de nuestra vida".
A propósito de la mentalidad divorcista, tan en boga hoy, anota Chapman:
"Actualmente está de moda, en algunos círculos, el proponer que los cónyuges
se separen voluntariamente y formen nuevas uniones en varios estadios de la vida
adulta. Según un autor, la primera boda sería por amor, la segunda para criar
hijos y la tercera para tener compañía en la edad madura y en la vejez. Desde
el punto de vista psiquiátrico, tal recomendación no es sino una perniciosa
estupidez. Este consejo presupone que ciertas personas en diferentes épocas de
sus vidas están mejor dotadas para el amor, o para criar hijos, o para hacerse
compañía la una a la otra. Tal combinación sólo serviría para triplicar las
probabilidades de que formarán matrimonios desdichados....El casarse con la
idea concreta de divorciarse al cabo de un tiempo, significa decidirse a perder
el partido aún antes de empezarlo. Un matrimonio laborioso, feliz, con todas
las complejidades de la educación de los hijos y sus consecuencias sociales y
económicas es mucho mejor que la superficialidad y la inestabilidad de una
relación fundada en el tictac de una bomba de relojería".
Esto lo dice un científico desde su óptica de psiquiatra. El cristiano por la
fe sabe que el matrimonio es obra de Dios y que debe tratarse como El lo quiere.
El matrimonio es un pacto para perfeccionarlo en la realidad diaria y no para
romperlo ante las primeras o segundas dificultades.
El conflicto es inherente a toda relación entre personas diferentes. Aprender a
resolverlo en forma constructiva es la tarea que tienen los esposos, desde antes
de casarse.
La oración de Sara, la noche de su boda con Tobías, refleja el anhelo de los
que verdaderamente se aman: "Señor, concédenos que los dos lleguemos
juntos a la vejez". Y no sólo un anhelo, sino también un programa de
vida. Dios les regala el tiempo, pero es responsabilidad de cada pareja de
esposos aprender a caminar juntos cada día para llegar juntos a la vejez.
(1) Adaptación de A. H. Chapman - CONFLICTOS DEL MATRIMONIO - Bruguera - Libro Amigo N. 473 - pp. 43-51 "Repaso de los primeros principios" - Barcelona - 1977.
Cómo
trabajar este tema
Novios:
A. Cada uno por aparte lea cada compromiso y su explicación.
B. Pregúntese: Qué tan dispuesto estoy a cumplirlo aunque me cueste?
C.Califiquen con toda honestidad cada respuesta dada, de acuerdo con la
siguiente escala:
Totalmente = 5 puntos
En parte = 3 puntos
No dispuesto = 0 puntos
Compromiso |
1 |
2 |
3 |
4 |
5 |
6 |
7 |
8 |
9 |
10 |
Calificación |
.... |
.... |
.... |
.... |
.... |
.... |
.... |
.... |
.... |
.... |
Total de puntos: ___________
D.
Comparen los resultados y discutan sobre aquellos compromisos que resultaron
calificados con 3 o con 0 en cada uno. Están dispuestos a reconsiderar su
actitud? De lo contrario, aunque estuvieran de acuerdo, esto será fuente de
considerables problemas en su matrimonio.
E. Cada uno sume la totalidad de sus puntos.
De 45 a 50 puntos: EXCELENTE POR AHORA. Ojalá que no rebaje después de casado.
Pero no olviden seguir trabajando los puntos de desacuerdo.
Entre 40 y 44 puntos: BIEN.Hay una buena base de acuerdo, pero todavía hay
bastante por hacer.
Entre 35 y 39 puntos: APROBADO. Pero están tocando la línea de "apenas
suficiente". Necesitan dialogar mucho para lograr acuerdos que favorezcan
el puntaje.
34 puntos o menos: REPROBADO. Todavía no está listo para el matrimonio. Si
persisten sus actitudes de no aceptar los compromisos, es excelente candidato
para soltería permanente.
Esposos:
A. Cada uno lee por aparte el contenido de cada compromiso y su explicación.
B. Luégo de leer el compromiso, pregúntese y responda por escrito:
1. Cómo estoy cumpliendo este compromiso ahora?
2. Qué dificultades hay en mí y en el ambiente para cumplirlo a cabalidad?
3. Qué tan dispuesto estoy a cumplirlo aunque me cueste?
4. Qué voy a hacer para cumplirlo en concreto.
C. Al terminar de trabajar todos los compromisos, seleccionar aquellos puntos de
crecimiento en los cuales se empeñará en trabajar especialmente durante los próximos
tres meses.
D. Las parejas realizan un diálogo sobre cada compromiso y elaboran acuerdos
para ayudarse mutuamente a cumplir estos compromisos.
Fuente:
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