Himnos feriales para Vísperas
Viernes
La brasa del amor ha enrojecido
Jesús habló de fuego y sangre (bautismo) cuando manifestó aquellos anhelos
que le consumían por dentro (cf Lc 12,49-50). Así pues: En la divina
brasa resplandece la cima del Calvario. El viernes, día en que murió
el Señor, la Iglesia contempla a su esposo clavado en la cruz. (La
Ordenación advierte: “A los viernes se les han asignados algunos salmo
penitenciales o de Pasión”, OGLH 129).
Contemplamos a Jesús alzado (Jn 3,14). El Calvario, desde el horno del
corazón de Cristo, es brasa. Esa brasa ha calcinado los pecados, mis
pecados: Ceniza mis pecados en tu pecho. Jesús es la redención de
cielo y tierra. El él el Padre nos mira perdonados; en él la
creación entera ha sido reconciliada.
Las vísperas son lo que expresa la estrofa tercera de este himno:
Acérquese la esposa en esta tarde / con el precioso frasco; / y aquí tu
gratitud y amor derrama, / oh Iglesia que naciste del costado.
La santa Iglesia, que se reconoce toda ella esposa del Crucificado se
acerca en esta oración a su Señor y agradece y canta a Jesús, su Salvador.
Invitamos a que vengan todos, de oriente y occidente, a unirse a esta
alabanza vespertina.
La brasa del amor ha enrojecido
la cima del Calvario;
es horno el corazón que amando expira,
ceniza los pecados expiados.
Ceniza mis pecados en tu pecho,
Jesús, en cruz alzado;
tus dulces ojos juntan cielo y tierra,
por ellos Dios nos mira perdonados,
Acérquese la esposa en esta tarde
con el precioso frasco;
y aquí tu gratitud y amor derrama,
oh Iglesia que naciste del costado.
De oriente y occidente convocados,
cantad, fieles cristianos,
y ascienda la alabanza vespertina
al árbol de la cruz con beso santo.
Honor a ti, oh Cristo redentor,
en tu precioso ocaso;
eternamente vive y reina,
en el amor del Padre coronado. Amén.
Barcelona, 18 octubre 2001
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