Enero 18-25
Plegaria por la Unidad
Para los tres ciclos
Que sean uno
Trasladamos, para concluir [nos referimos a nuestra pequeña obra
Oblación por la Unidad”, que puede verse aquí, en Mercabá, este
himno que ha brotado al término de estas páginas. Es una plegaria por la
Unidad, en especial por la ansiada Unidad de los cristianos. Está pensado
como un himno de vigilias para una comunidad contemplativa..., pues el
contacto con la beata María Gabriela, a la que hemos aludido, ha sido la
circunstancia de composición. Pero, más allá del “claustro silencioso”,
puede valer - pensamos - para otras almas orantes, que no moran en el
claustro silencioso, pero sí en una “entrega generosa”.
Oh Padre de Unidad, misericordia,
que soy un pecador y en ti confío;
al Hijo de tu amor, que es nuestro abrazo,
a ése has de mirar, oh Padre de mío.
Recibe nuestras lágrimas sinceras,
gemido del Espíritu divino,
y acepta la oblación de nuestra vida,
oh Padre, unida al llanto de tu Hijo.
Que sea nuestro claustro silencioso
coloquio al corazón, pasión contigo;
que el mundo entero sepa que lo amamos,
que es suya nuestra casa, el Pan y el Vino.
No tardes más, no tardes, Padre amado,
y haznos uno, como pan de trigo;
no tardes, por piedad, no tardes, Padre,
que estamos todos muy arrepentidos.
Los salmos de la noche lo susurren,
llegando hasta tu pecho enternecido;
¡a ti la Gloria y la Unidad, oh Padre,
a ti, eternamente agradecidos! Amén.
(Barcelona, Instituto de Teología Espiritual de Barcelona,
4 de abril de 2001)
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