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EL AÑO LITÚRGICO |
Himnos feriales para Laudes
Adán y Eva, el Hombre y su Anhelada, están ahí bajo el amor de Dios. Los dos, nacidos para ser uno, llevan la marca de Dios, y así son colocados en el mundo: en dignidad iguales, sean reyes. Su reinado va a ser el mundo que se les entrega; la tierra y el espíritu, su afán. Con el sudor de su frente, con el trabajo de su inteligencia, van a ser los administradores de esta creación maravillosa. Con todo, en la cima del proyecto humano, del “homo faber” en el mundo, hay algo superior: su mutuo amor, su vida consumada. Y hay más. De Dios han venido y a Dios van enderezados; Dios es nuestro Creador y Padre, nuestro destino. Hemos de tener esta admirable perspectiva para saber estar en el mundo y cumplir en él nuestra vocación humana. Tenemos que cantarlo: Y a imagen de Dios vivo así creados / la vida y vocación es la alabanza. Desde esta teología, mística y comprometedora, nosotros, al alabar a Dios por la mañana, aceptamos la tarea de este día. A ella nos disponemos. Dios estará con nosotros, porque Dios está presente en las entrañas del universo. A él la adoración.
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