EL AÑO LITÚRGICO
TIEMPO ORDINARIO
HIMNOS FERIALES
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

 

Himnos feriales para Laudes


Miércoles


Mi Padre hasta el momento ha trabajado


El inicio de este himno nos evoca la curación del paralítico en la piscina de Betesda, cuando Jesús dijo: “Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo” (Jn 5,17). Ahora que iniciamos la jornada laboral, anteponiendo la alabanza, nos sumergimos en la Trinidad para contemplar la misteriosa actividad de Dios: el Padre trabaja, el Hijo trabaja, el Espíritu trabaja y envía su energía. Toda la creación, y en ella nuestros cuerpos y almas, está transida de Dios. Bien podemos animarnos para despertar a Dios y a la vida en este comienzo del día: levántate, durmiente, del letargo / y lava el corazón en su piscina. Esta piscina de salud y de alegría es la misma persona de Jesús, el Señor.

Él nos convoca. Él fue el primero en la cruz, él el primero en el día de la resurrección, que es el albor de la alegría.

Unimos el misterio de la resurrección del Señor con la tarea que al hombre le incumbe, confiada por Dios. La madre tierra engendra silenciosa, pero nos está llamando. La vida nos espera, sí, y hay una tarea cuya responsabilidad nos atañe para crear en la familia humana una mesa compartida: la vida nos espera, allí vayamos / en busca de una mesa compartida.

La doxología va dirigida a Cristo, a quien la carta a los Hebreos le llama el Pionero (archegós Hb 12,2), el Pionero que inicia y consuma nuestra fe. Él siempre por delante; él es el artífice de la creación, de toda maravilla; él es el pensamiento que nos plasmó y que nos trajo al mundo; él será el gozo terminal en el Día definitivo.


Mi Padre hasta el momento ha trabajado,
y yo también trabajo - nos decías -;
y un hálito de amor inunda el mundo,
Espíritu que envía su energía.

El hombre paralítico se yergue,
bañado en Cristo toma su camilla;
levántate, durmiente, del letargo
y lava el corazón en su piscina.

Jesús, el primogénito, convoca
en esta hermosa hora matutina;
primero fue en la cruz, abriendo paso,
primero en el albor de su alegría.

La madre tierra engendra silenciosa,
y el hombre laborioso a ella se inclina;
la vida nos espera, allí vayamos
en busca de una mesa compartida.

Honor a ti, Jesús, el Pionero,
artífice de toda maravilla:
tú fuiste el pensamiento que nos trajo,
serás el gozo, término del Día. Amén.


Año 2001