EL AÑO LITÚRGICO
TIEMPO ORDINARIO
HIMNOS FERIALES
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

 

Himnos feriales para Laudes


Lunes


Abrid, Señor, mi boca silenciosa


La primera hora litúrgica del día - sea ésta Laudes o acaso los Maitines - se abre con esta invocación: “Domine, labia me aperies, et os meum annuntiabit laudem tuam” (Sal 50,17). En ese momento trazamos la señal de la Cruz sobre los labios. Lo evocamos en los dos primeros versos del himno; y así podremos entrar en la alabanza, exultar en la alabanza, / cual hijo amanecido para el canto. Es hermoso romper el día con este gozo de hijos.

Y ahora nos vamos a esa palabra inicial de la Escritura y al primer día de la creación, cuando Dios creó la luz.

La fe mira a un principio, en el principio. ¿Qué le sugiere a un cristiano? Le está hablando del misterio íntimo de Dios, en donde todo comienza. Ese “en el principio” nos habla del Padre en Trinidad, del Hijo Dios de Dios, del Espíritu Santo, que es gozo y lazo. Ahí empieza el mundo. ¡Qué hermoso que así sea!

Dios creó el primer día la luz. Sin luz no habría ámbito, no habría forma. La luz es la primera criatura. La luz era la túnica y el manto.

Pero nos place pensar que la luz, primogénita de las obras divinas, era el signo de Dios, la contraseña de todo lo que iba a venir, el adelantado de Dios. En esa luz nosotros caminamos.

¿Cómo no pensar en Jesús, ya desde esta luz, en Jesús que nos dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en al oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8,12)?

Con la luz de Dios iniciamos el día.


Abrid, Señor, mi boca silenciosa,
poned la Cruz sobre los labios,
y todo exultaré en la alabanza,
cual hijo amanecido para el canto.

Tú eras al principio antes del mundo,
oh Padre en Trinidad, oh paz sin llanto,
oh Hijo Dios de Dios, eterna imagen,
oh Espíritu divino, gozo y lazo.

Y dijo Dios: Que seas tú, oh Mundo,
la luz sea la túnica y el manto;
que exista para el Hijo hermosa casa,
jardín que el Hombre venga a cultivarlo.

Y fue la luz delante como un signo,
la luz, tu luz, tu rostro reflejado;
y fue la luz por siempre del principio,
y en esa luz nosotros caminamos.

A ti, oh Padre, Dios de luz y vida,
oh Dios de cielo y tierra en ti creados,
a ti toda alabanza y toda gloria,
y nuestro corazón que has consagrado. Amén.


Año 2001