EL AÑO LITÚRGICO
TIEMPO ORDINARIO
HIMNOS FERIALES
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

 

Himnos feriales para Laudes


Jueves


Ya se abre la mañana, don del cielo


Al cantar este himno nos acordaremos de aquello que dijo Jesús: ”...para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos” (Mt 5,45).

Un himno dedicado al Padre, que nos regala este día como don del cielo. Hay una división inexorable que late en el corazón del hombre: los humanos nos dividimos en buenos y malos, malos y buenos; ricos y pobres, pobres y ricos; justos y pecadores..., y así sucesivamente. También en tiempo de Jesús la cosa era de este modo.

Entonces ¿el sol saldrá para los buenos, para los justos..., acaso para los ricos...; y los malos y los injustos y los pobres quedarán arrinconados en la penumbra? Si nosotros fuéramos dueños del sol, quizás sí. Pero el único dueño es nuestro Dios y Padre y él se compadece de todos, porque todos, sin excepción, tenemos necesidad de su amor gratuito.

Queremos entrar en esta “filosofía”, mejor “teología”, de Jesús. Queremos ver, de par de mañana, cuando salga el sol, que Dios, Padre bueno, lo envía por igual para todos. Y esto queremos cantarlo como oración.

En consecuencia queremos tener un corazón que imite los sentimientos de Dios. Él suelte las ataduras interiores que nos esclavizan y nos dé un corazón como él quiere que sea. Nos haga libres, puros, verdaderos, sencillos, sabios.

Se lo pedimos al Padre, cantando al despertar el día.


Ya se abre la mañana, don del cielo,
el sol ya se prepara a su andadura;
dará su brillo igual a rico y pobre,
lo mismo su humedad la hermana lluvia.

La caridad del Padre se derrama
y al bueno con el malo él aúna;
y el mundo ha de saber que Dios es bueno,
que a todos nos ofrece su ternura.

En este amanecer, oh Padre santo,
adorna el corazón con tu hermosura:
que sea la bondad nuestro camino
y amor sin cuenta sea la conducta.

Desciende hasta la entraña, Padre nuestro,
y suelta con tu mano mi atadura;
que sea libre, puro y verdadero,
sencillo y firme y lleno de cordura.

Te bendecimos, Padre omnipotente,
a ti, amante Dios, tus criaturas,
oh Padre del maná y la Eucaristía,
oh Padre de Jesús, oh gloria suma. Amén.


Año 2001