EL AÑO LITÚRGICO
TIEMPO ORDINARIO
HIMNOS DE COMPLETAS
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

 

 

V

 Y cuando todo pase

 

Ha concluido el domingo, día del Señor, con las II Vísperas y un canto nupcial del Apocalipsis. Al cerrar la jornada para descansar, todavía elevamos los ojos a Cristo contemplando el punto eterno de la dicha: Y cuando todo pase será el octavo día. El «octavo día», término que viene de los Padres, para-designar el domingo enlazado con el cielo, será nuestra felicidad que rebasa toda palabra. La dicha que allí nace será mi propia dicha. La dicha verdadera nace, bulle... en el seno de Dios; transciende toda monotonía. Ésa será nuestra dicha.

Yo templo no lo vi... «No vi santuario alguno en ella, porque el Señor, el Dios Todopoderoso, y el Cordero, es su Santuario. La ciudad no necesita ni de sol ni de luna que la alumbren, porque la ilumina la gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero» (Ap 21,22-23).

A Cristo digámosle el Amén (Ap 1,6.7; 5,14). A él, que es la «estrella matutina» (Ap 22,16) y eterna; él que nos ha prometido el árbol de la vida. «Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el Paraíso de Dios» (Ap 2,7).

Y con esta fe se cierren nuestros ojos, uniendo el domingo con nuestro descanso y Cristo eterno.

 

Este himno es para las Completas después de las II Vísperas del Domingo.


Y cuando todo pase
será el octavo día;
la dicha que allí nace
será mi propia dicha.

Yo templo no lo vi
en la ciudad de arriba,
si sol que se apagara,
ni luna mortecina.

Mas vi una luz preciosa
de lámpara divina,
y vi a Jesús glorioso
brillar con lumbre viva.

Y unánimes, radiantes,
a Cristo bendecían,
y al Padre y al Espíritu
con palmas que blandían.

¡Amén por Jesucristo,
la estrella matutina!;
¡honor a quien posee
el árbol de la vida! Amén.


Belén, septiembre 1984.

RUFINO MARÍA GRÁNDEZ (letra) – FIDEL AIZPURÚA (música), capuchinos, Himnario de las Horas. Editorial Regina, Barcelona 1990. pp. 157-158.