|
EL AÑO LITÚRGICO |
III Vendrá la muerte un día
El sueño de la noche nos evoca, con una vivencia, íntima y total, el sueño de la muerte. ¿Temor, temblor ante la muerte? ¿Quién es dueño y árbitro del más allá...? Pero los pensamientos cristianos que aquí meditamos y que pertenecen a la más pura fe de la Iglesia, son pensamientos de seguridad y confianza. Cantamos de esta manera: Vendrá la muerte un día... y tras la muerte Cristo me acogerá en sus brazos. Este es el consuelo cristiano que han proclamado los libros santos. «Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado» (Ap 21,4). Lo hemos visto en la vida cristiana: la muerte, belleza del ocaso. Todo el que cree tiene esta esperanza en Jesús: eternamente el pobre descansará a tu lado. Jesús, en la parábola del rico malo y de Lázaro el pobre (Lc 16,19ss.), nos ha hablado de este pobre —que queremos ser nosotros— que es consolado por Dios. «El es aquí consolado y tú atormentado» (v. 25). Al terminar el día, ponemos nuestra confianza en el Señor —él es fiel, Oh fiel Señor— para que nos guarde eternamente a su lado.
Vendrá la muerte un día,
|