EL AÑO LITÚRGICO
TIEMPO ORDINARIO
HIMNOS DE COMPLETAS
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

 

 

III

 Vendrá la muerte un día

 

El sueño de la noche nos evoca, con una vivencia, íntima y total, el sueño de la muerte. ¿Temor, temblor ante la muerte? ¿Quién es dueño y árbitro del más allá...?

Pero los pensamientos cristianos que aquí meditamos y que pertenecen a la más pura fe de la Iglesia, son pensamientos de seguridad y confianza. Cantamos de esta manera: Vendrá la muerte un día... y tras la muerte Cristo me acogerá en sus brazos.

Este es el consuelo cristiano que han proclamado los libros santos. «Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado» (Ap 21,4).

Lo hemos visto en la vida cristiana: la muerte, belleza del ocaso.

Todo el que cree tiene esta esperanza en Jesús: eternamente el pobre descansará a tu lado. Jesús, en la parábola del rico malo y de Lázaro el pobre (Lc 16,19ss.), nos ha hablado de este pobre —que queremos ser nosotros— que es consolado por Dios. «El es aquí consolado y tú atormentado» (v. 25).

Al terminar el día, ponemos nuestra confianza en el Señor —él es fiel, Oh fiel Señor— para que nos guarde eternamente a su lado.

 

Vendrá la muerte un día,
belleza del ocaso,
y tras la muerte Cristo
me acogerá en sus brazos.

Que crezca la esperanza,
que alaban los cristianos;
es breve la fatiga
y eterno es el regalo.

Y tú serás mi vida,
mi gozo consumado,
y eternamente el pobre
descansará a tu lado.

Oh fiel Señor, oh Cristo,
que en cruz nos has salvado,
bendito con los tuyos,
por siempre tus amados. Amén.


Belén, septiembre 1984.


RUFINO MARÍA GRÁNDEZ (letra) – FIDEL AIZPURÚA (música), capuchinos, Himnario de las Horas. Editorial Regina, Barcelona 1990. pp. 152-152.