EL EVANGELIO DE HOY
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

  
 

Corpus Christi




1. Cantad Eucaristía
2. ¡Gloria a ti, Hostia santa y bendita!
3. Contemplando tu rostro glorioso
4. Altares de Corpus Christi


 

1

Cantad Eucaristía
(Para la procesión de Corpus Christi)


¡Cantad Eucaristía! Hemos roto la gramática para decir no “Cantad a la Eucaristía”, sino “Cantad Eucaristía”.

Cantemos Eucaristía a la Santísima Trinidad. Cantemos Eucaristía paseando a Jesús pro nuestras calles y recordando su historia, que es historia de amor, y que es historia que Dios nos ha regalado, que es nuestra historia.


Cantad Eucaristía al Padre bueno,
cantad Eucaristía al Hijo amado,
cantad Eucaristía al Santo Espíritu:
cantemos el misterio regalado.

En este Cuerpo, carne de María,
en este sacramento aquí adorado,
en este pan y vino de delicias
el cielo prometido ha comenzado.

La Carne es vida, fuerza del Dios débil,
historia desgranada, luz y barro,
su Sangre es el amor incorruptible
Humanidad divina, Dios donado.

En ti nuestra alabanza se derrama,
mirándote, Jesús sacramentado:
oh diálogo de amor al corazón,
de flores y de espinas bello ramo.

Jesús amado, luz de caminantes,
reposo de la esposa en tu regazo,
Jesús, mi Dios de todo gozo y esperanza,
bendito en la Custodia que hoy portamos.

Que sea nuestra vida altar purísimo
y tú la ofrenda y don de todo agrado,
y el Padre en ti nos mire complacido
y en ti a todos nos una en un abrazo. Amén.


Cuautitlán Izcalli, Corpus Christi 2005

NOTA. Se invita al lector a ir, en este mismo sitio de Mercabá, bajo el epígrafe de El pan de unos versos, e ir a la obra completa de Décimas de amor a la Eucaristía, que lleva por título Cantad Eucaristía.
 



 

2

¡Gloria a ti, Hostia santa y bendita!


HIMNO PARA EL 481
CONGRESO EUCARÍSTICO INTERNACIONAL
Guadalajara, Jal., 10-17 octubre 2004


Letra: Rufino María Grández, OFMCap.
Estribillo: Mtro. Gabriel de Jesús Frausto Zamora
Música: Coral Mesina


Estribillo:
¡Gloria a ti, Hostia santa y bendita,
sacramento, misterio de amor;
luz y vida del nuevo milenio,
esperanza y camino hacia Dios!



Estrofas
1
Es memoria Jesús y presencia,
es manjar y convite divino,
es la Pascua que aquí celebramos
mientras llega el festín prometido.
¡Oh Jesús, alianza de amor,
que has querido quedarte escondido
te adoramos, Señor de la gloria,
corazones y voces unidos!

2
Nos invita Jesús a su cena,
a sentarnos con él, como hijos;
él bendice y da gracias al Padre,
y a nosotros nos junta consigo.
¡Acudamos, hermanos, sin miedo,
perdonados, humildes, contritos,
a esta fiesta que a todos nos une,
y comamos el pan compartido!

3
Al banquete que Dios nos regala
vengan pobres, enfermos, tullidos,
que en la mesa que el Hijo preside
los humildes serán preferidos.
¡Oh Jesús, Evangelio del Padre,
del Espíritu Santo el Ungido,
al unirnos a ti que te entregas,
con los hombres queremos unirnos!

4
Cada vez que comemos del Pan
y del cáliz bebemos el Vino,
anunciamos que un mundo más bello
se prepara y construye con Cristo.
¡Oh Jesús, sacramento viviente,
y semilla del Reino traído,
desde el santo Misterio en que habitas
haznos fuertes y fieles testigos!

5
Mar adentro en el nuevo Milenio,
naveguemos con él sin peligro,
que en el cielo intercede y nos ama,
Sacerdote por todos los siglos.
¡Oh Jesús inmolado en la cruz,
mediador, oblación, sacrificio,
por tu sangre eres paz de los hombres
y promesa de nuestro destino!

6
Una Madre escogida en la tierra
engendró de su cuerpo a este Hijo,
y al misterio pascual fue asociada
por la gracia de Dios Uno y Trino.
¡Santa Virgen María, agraciada,
esperanza del hombre afligido,
tú nos llevas con mano amorosa
al abrazo y encuentro con Cristo!

7
Que la lengua profiera alabanzas
y el amor sea un canto continuo,
porque Dios es amor a nosotros,
y su amor es amor infinito.
Acudamos con gozo y ternura
a la Luz, a la Vida, que es Cristo,
y los cielos, la tierra y la historia
todos juntos cantémosle un himno.



DIDASCALIA

Primera estrofa. Confesamos nuestra fe en la Eucaristía con palabras o directamente bíblicas o inspiradas en la Sagrada Escritura: memoria, presencia, Pascua, alianza, Señor de la gloria Vemos que la Eucaristía nace de la Pascua y mira a la Pascua eterna, mientras llega el festín prometido.
Y adoramos: te adoramos, Señor de la gloria. En el mensaje para el Congreso se insiste en la fe de La presencia real de Cristo en el Misterio Eucarístico (primera parte).

Segunda estrofa. Evocamos, pues, aquella cena, y nos vemos con Jesús para saber qué fue la Eucaristía, cómo nació la Eucaristía: Nos invita Jesús a su cena, a sentarnos con él, como hijos; / él bendice y da gracias al Padre, / y a nosotros nos junta consigo.
De esta contemplación surge una invitación espontánea: Acudamos, hermanos..., y, recordando las disposiciones de acercamiento a este banquete - perdonados, humildes, contritos -, se acentúa el carácter comunitario y festivo de esta fiesta que a todos nos une.

Tercera estrofa. La Eucaristía es el banquete que Dios nos regala; no es fruto de nuestros merecimientos, sino siempre regalo de Dios. Pero ¿a quién lo regala? A todos los que quieran recibirlo, como el Evangelio. Los invitados al banquete, según la parábola, fueron los pobres, lisiados, ciegos y cojos (Lc 14,21). Por eso, bien podemos decir: vengan pobres, enfermos, tullidos; y, aunque cause escándalo, seguiremos afirmando: que en la mesa que el Hijo preside / los humildes serán preferidos.
Jesús, para anunciar el Evangelio del Padre, fue del Espíritu Santo el Ungido. Y como Ungido por el Espíritu Santo llevó la salvación a los pobres (Lc 4,18-19). Queremos hacer los mismos, al recibir en comunión la Eucaristía: al unirnos a ti que te entregas / con los hombres queremos unirnos.

Cuarta estrofa. En la cuarta estrofa recordamos el testimonio paulino: Pues cada vez que comáis este pan y bebáis de este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga (1Co 11,26). Este anuncio del retorno del Señor lo hacemos mientras nosotros vamos construyendo, con Cristo, un mundo más bello.
En la oración de esta estrofa seguimos recordando que Jesús eucarístico, como sacramento viviente, es también la semilla del Reino traído, y le pedimos a Jesús que desde el santo Misterio en que habitas nos haga a nosotros fuertes y fieles testigos de este Reino.

Quinta estrofa. La quinta estrofa mira especialmente al Tercer Milenio, al novo millennio ineunte, con la consigna evangélica que el Papa escogió: Duc in altum!, Boga mar adentro (Lc 5,4): Mar adentro en el nuevo Milenio. Este Congreso Eucarístico Internacional está bajo la consigna del inicio del nuevo Milenio. Podemos avanzar sin miedo, con él sin peligro. La carta a los Hebreos nos ha presentado a Jesús como Sacerdote celeste que permanece por la eternidad (Hb 7,24), y dice que está siempre vivo para interceder en su favor (v. 25), por nosotros. Jesús es el que nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados (Ap 1,5).

Sexta estrofa. Evocamos a María. María en el Cenáculo, la Madre de esta carne divina de la Eucaristía, es la misma que en el Tepeyac aparece como la la Madre del verdadero Dios, por quien se vive (parte quinta del mensaje del Congreso, recordando el Nican Mopohua). La vemos asociada al misterio pascual, y esto por la gracia de Dios Uno y Trino. El misterio de María lo contemplamos así desde la luz divina de la Trinidad. Y viéndola así, siempre como agraciada, confesamos - y por lo mismo pedimos al confesar - que nos lleve: al abrazo y encuentro con Cristo.

Séptima estrofa. La estrofa final es una doxología a modo de exhortación. Que la lengua profiera alabanzas..., nos evoca el Pange, lingua, gloriosi... La alabanza brota del amor: el amor sea un canto continuo. Alabamos el amor; no importa que lo digamos cuatro veces en cuatro versos. Dios es amor. Esa es la definición más convincente de Dios.
La alabanza quiere formar, al unísono, un canto con toda la creación: los cielos, la tierra y la historia / todos juntos cantemos un himno.

Cuatitlán Izcalli, 23 de febrero de 2003



Noticia. El himno fue elegido a concurso, en una convocatoria en la que participaron algo más de 60 concursantes. El autor propuso como estribillo:

Estribillo
¡Queremos ver a Jesús!,
a ti, Jesús, Luz y Vida,
que eres comida y bebida,
oh Señor a quien amamos.
¡Queremos ver a Jesús!

El estribillo. El estribillo toma literalmente la frase evangélica que hallamos en san Juan: Queremos ver a Jesús (Jn 12,26), título de la primera parte del mensaje preparado para el 481 Congreso Eucarístico Internacional: La Eucaristía, luz y vida del nuevo milenio. - Luz y Vida son las palabras guía de este Congreso, Luz y Vida, concretado el mensaje y persona en Jesús: a ti, Jesús, Luz y Vida, y en Jesús como Eucaristía, que eres comida y bebida; en Jesús, en suma, como amor, porque el amor es el eje de la existencia: oh Señor, a quien amamos.

“Respecto a la razón por la cual se cambió la estrofa principal o estribillo, no fue para introducir la expresión "Luz y Vida del Nuevo Milenio", sino porque el estribillo que Usted había enviado no se ajustaba al decasílabo, y no se podía entonar como himno. El estribillo que se introdujo fue tomado de la propuesta que quedó en segundo lugar” (19/VI/2003).

La circunstancia espiritual del Congreso la expuso el Papa Juan Pablo II
“… he invitado a la Iglesia a reflexionar sobre la Eucaristía... he considerado que sería de gran ayuda, precisamente para lograr este objetivo, un Año entero dedicado a este admirable Sacramento.
... el Año de la Eucaristía abarca desde octubre de 2004 a octubre de 2005. Dos acontecimientos me han brindado una ocasión propicia para esta iniciativa, y marcarán su comienzo y su final: el Congreso Eucarístico Internacional, en programa del 10 al 17 de octubre de 2004 en Guadalajara (México), y la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se tendrá en el Vaticano del 2 al 29 de octubre de 2005 sobre el tema «La Eucaristía: fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia». (Juan Pablo II, Carta apostólica, Mane Nobiscum Domine).

La partitura puede encontrarse en Internet.
 



 

3

Contemplando tu rostro glorioso


Himno para el IV Congreso Eucarístico Nacional de México
Morelia, 30 abril – 4 mayo 2008
“Jesucristo Eucaristía, Pan del Padre
y vida para nuestras familias”


Letra: Rufino María Grández, OFMCap
Música: Tarsicio Medina Reséndiz
Trans. y Adap. para banda: Juan Guerrero J.



Estribillo
Contemplando tu rostro glorioso,
te adoramos en la Eucaristía;
Pan de vida, Jesús, te llamaste:
sé la vida de nuestras familias (bis).


La Eucaristía es un misterio de contemplación, de acción de gracias, de adoración, de comunión. ¿A quién contemplamos en la sagrada Hostia? A Jesús, allí presente, que vive junto al Padre con el Espíritu Santo, a Jesús glorioso, tu rostro glorioso. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y la muerte no tiene ya señorío sobre él (Rm 6,9). El que está en la Eucaristía es Jesús Resucitado, puesto que otro Jesús no existe. Ahora bien, en la realidad íntima de Jesús Resucitado está todo el misterio de su persona. Y en esa condición lo adoramos.

Y cuando comulgamos lo comulgamos a Él tal cual está: el Jesús Total que incluye en sí todos sus misterios. Comulgamos a Jesús de la Encarnación, a Jesús del Misterio Pascual. Misterio que adoramos al acercarnos a la Eucaristía.

Le invocamos a Cristo, apelando a que él se llamó a sí mismo, en el discurso de Cafarnaúm, Pan de Vida (Jn 6). Jesús, el Hijo de Dios, el Creador, es la Vida plenaria, sin ninguna restricción: es la vida del cuerpo y es la vida del alma.

Nuestra petición confiada se proyecta desde la confesión de fe, que llevamos en el fondo del ser cristiano. Si Jesús se ha declarado a sí mismo como Pan Vida, le pedimos con humildad y confianza: sé la vida de nuestras familias.


Estrofa primera
Celebrando en familia la Pascua,
pan y vino Jesús ofrecía,
y con ellos su vida nos daba,
consagrada en comida y bebida.
Ven, Iglesia, familia de Dios,
a saciarte de vida divina:
todos juntos vayamos, hermanos,
a la mesa del Pan de la Vida.

La Eucaristía nació en una Cena de Familia, cuando Jesús con sus discípulos celebraba la Cena Pascual. El Pueblo de Dios debía comer el Cordero de Pascua en familia: una res por familia, una res por casa (Ex 12,3), sintiéndose todos Comunidad y Asamblea de Dios. Es lo que Jesús hizo, cuando envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id y preparadnos la Pascua para que la comamos (Lc 22,8). Y así quiere la Iglesia que celebremos la Eucaristía, como comunidad, porque el Concilio nos representó a la Iglesia como familia: Somos la Familia de Dios: casa de Dios (1 Tm 3,15), en que habita su "familia", habitación de Dios en el Espíritu (Ef 2,19-22), tienda de Dios con los hombres (Ap 21,3) (Lumen gentium, 6). Por eso decimos en la Plegaria Eucarística: esta familia que has congregado en tu presencia.

La Eucaristía, que es fuente y cumbre de toda la vida de la Iglesia, es la mejor expresión de la Familia de Dios. Siempre que celebramos la Eucaristía, la celebramos como Pueblo de la nueva y eterna Alianza, según nos dijo Jesús en la Cena: Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre (Lc 22,20). Ojalá que siempre que celebramos la Eucaristía, preparados con un corazón limpio, vayamos todos juntos a la sagrada Comunión: todos juntos vayamos, hermanos, a la mesa del Pan de la Vida.


Estrofa segunda
Es Jesús el Misterio Pascual
del Domingo y de todos los días;
es el lazo de amor que nos une,
el Viviente de la Eucaristía.
Ser amado por Dios y saberlo
es mi fiesta y suprema alegría,
que jamás me separe de Ti,
mi Señor, el amor sin medida.

En la Eucaristía ¿qué celebramos? El Misterio Pascual de Cristo, que es, de forma indisoluble, la Muerte y Resurrección de Jesús, y con ello la integridad del misterio de la Encarnación. ¿Qué comulgamos? El Misterio Pascual íntegro, eso mismo que celebramos. Jesús es el Viviente, el Resucitado; no existe otro. Y en este Jesús Resucitado están todos sus misterios. No comulgamos una parte de Jesús: comulgamos su vida entera, comulgamos su Vida. La Vida de Dios pasa a ser vida nuestra.

Y esto es, por excelencia, la celebración del Domingo: la Comunidad, la Palabra, el Cuerpo y la Sangre del Señor. El Domingo es la plenitud de la Vida Cristiana; es el Día del Señor. El siervo de Dios Juan Pablo II enseñó a la Iglesia la hermosura y la realidad del Domingo en su carta El Día del Señor (Dies Domini).

Como cristianos, como familia unida, queremos celebrar el Domingo en su momento principal: la celebración pascual de la Eucaristía. Para nuestro consuelo podemos añadir que la celebración cotidiana de la Eucaristía es siempre celebración pascual de toda la comunidad cristiana.

Volvemos al centro de todas las cosas: el amor de Dios, el amor que Dios nos tiene. Somos, por definición, los amados de Dios, hermanos queridos de Dios (1Ts 1,4). No puede haber dicha mayor que sentirse querido por Dios; es nuestra seguridad presente y nuestro futuro confiado.


Estrofa tercera
Es Jesús nuestro encuentro de fe,
que, al mostrarse, el camino ilumina;
es el rostro de todos los hombres,
es el rostro de Dios, que en él brilla.
Soy discípulo, soy misionero,
mi bautismo el envío acredita;
que el convite de Cristo inmolado
lo anunciemos cual Buena Noticia.

Con esta estrofa queremos enlazar con la hora de Dios en América Latina y el Caribe. En esta estrofa queremos recoger el mensaje que nos llega de nuestros obispos reunidos en Aparecida (Brasil, mayo 2007) con el Santo Padre: Discípulos y misioneros para que nuestros pueblos en Él tengan vida. Todo esto tiene un punto de arranque, que es el encuentro con Jesús. La fe es el encuentro con Jesús, como lo fue para los primeros discípulos: ¡Hemos encontrado al Mesías! (Jn 1,41), Y lo hemos encontrado (Jn 1,45). No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva (Aparecida, 243). Si efectivamente nuestra fe es encuentro, comenzamos a ser discípulos y comenzamos a ser misioneros. Porque todos los cristianos, por el bautismo, somos discípulos, y por el mismo hecho somos misioneros.

La Eucaristía es encuentro; es un acontecimiento de amor -así debemos vivirla- que Dios gratuitamente nos ofrece.

En la Eucaristía está Jesús, y el Papa, en la Oración para la reunión de los Obispos en Aparecida, nos ha dado esta bella definición de Jesús: rostro humano de Dios y rostro divino del hombre.


Estrofa cuarta
Don del Padre, la flor de sus dones,
don precioso de vida infinita,
Sacramento de Dios encarnado,
que a vivir como hermanos convida.
Con ternura abracemos el mundo,
donde hay sangre, curemos heridas:
que de amor es la fe que nos nutre,
Pan de amor es el Pan de la vida.

Coronando este himno eucarístico, confesamos que Jesús es el don del Padre, es el mejor de sus dones, la flor de sus dones. ¡Si conocieras el Don de Dios!, decía Jesús a la Samaritana (Jn 4,10). Y ¿cuál era el don de Dios? Precisamente el que te está diciendo: Dame de beber. Encontrar a Jesús es encontrar el don de Dios. En la misa inaugural de su pontificado el Papa nos decía en la Plaza de San Pedro: Sólo cuando encontramos en Cristo al Dios vivo, conocemos lo que es la vida Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario. Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con él (24 abril 2005).

Habiendo encontrado a Dios en su Hijo amado, que está en todo lugar y circunstancia de vida y de modo eminente en la Eucaristía, vayamos al mundo: Con ternura abracemos el mundo. La Eucaristía es misión. Vayamos al mundo, que está donde estamos, y construyamos la civilización del amor, que de amor es la fe que nos nutre, y Pan de amor es el Pan de la vida.

Publicación (letra y música):
Libro oficial: Memoria: IV Congreso Eucarístico Nacional – Morelia 2008, 30 abril al 4 de mayo. Arzobispado de Morelia 2008, pp. 9-14 (letra); letra y música, p. 268. - Nota. El himno no se compuso a concurso, sino a petición personal del Arzobispo de Morelia.
 



4

Altares de Corpus Christi


Procesión con el Santísimo Sacramento
Himnos eucarísticos


En la Iglesia hay un libro litúrgico titulado: Ritual de la Sagrada Comunión y del culto de la Eucaristía fuera de la Misa, reformado por mandato del Concilio Vaticano II y promulgado por su Santidad Pablo VI. Este Ritual fue promulgado en la solemnidad del Corpus Christi de 1973. Fue traducido al castellano en 1974

(Este Ritual no se encuentra, de hecho, en las librerías, y urge una nueva edición. Trata de la Comunión fuera de la Misa y de Varias formas de culto fuera de la Misa, que son: la exposición de la Santísima Eucaristía; las procesiones eucarísticas y los congresos eucarísticos. Las amplias introducciones a cada una de las partes pueden verse en: Documentación litúrgica postconciliar. Enchiridion (preparado por Andrés Calvo) [Está en la biblioteca de la Comunidad. 1ª y 2ª ed. 1992], pp. 292-304. Sobre las procesiones eucarísticas se deja constancia de un detalle que nos interesa: «Durante el recorrido, según lo aconseje la costumbre y el bien pastoral, pueden hacerse algunas estaciones o paradas, aun con la bendición eucarística. Sin embargo, los cantos y oraciones que se tengan ordénense a que todos manifiesten su fe en Cristo y se entreguen solamente al Señor» (número interno, 104).

Nota. Estos “Altares de Corpus Christi” recogen la procesión de Corpus Christi que el propio autor tuvo la gracia de celebrar con una comunidad de contemplativas de clarisas capuchinas por la pequeña huerta del monasterio y dependencias de la casa (Corpus Chisti de 2009, en el curso de unos Ejercicios Espirituales a la Comunidad). Hubo tres estaciones según los tres altares preparados por las hermanas. En cada estación
- Se proclamaba un texto litúrgico del día.
- Se cantaba al Señor Sacramento un himno compuesto en otra ocasión por el autor.
- Se hacía una de las oraciones propuestas para la Bendición del Santísimo con el Ritual citado.
- Y se concluía con la Bendición con la custodia, prosiguiendo a continuación la marcha.
Pensamos que un esquema de este género puede ser útil para las comunidades. Cada hermana tenía, fotocopiado, un folleto con los textos.


Primer Altar


Lectura Mi 1,11
Desde el oriente hasta el poniente es grande mi nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofrecerá incienso a mi nombre y una oblación pura, porque mi nombre es grande entre las naciones - dice el Señor de los ejércitos-.

Cantad Eucaristía
(Para la procesión del Corpus Christi)


Cantad Eucaristía al Padre bueno,
cantad Eucaristía al Hijo amado,
cantad Eucaristía al Santo Espíritu:
cantemos el misterio regalado.

En este Cuerpo, carne de María,
en este sacramento aquí adorado,
en este pan y vino de delicias
el cielo prometido ha comenzado.

La Carne es vida, fuerza del Dios débil,
historia desgranada, luz y barro,
su Sangre es el amor incorruptible
Humanidad divina, Dios donado.

En ti nuestra alabanza se derrama,
mirándote, Jesús sacramentado:
oh diálogo de amor al corazón,
de flores y de espinas bello ramo.

Jesús amado, luz de caminantes,
reposo de la esposa en tu regazo,
Jesús, mi Dios de todo gozo y esperanza,
bendito en la Custodia que hoy portamos.

Que sea nuestra vida altar purísimo
y tú la ofrenda y don de todo agrado,
y el Padre en ti nos mire complacido
y en ti a todos nos una en un abrazo. Amén.


Oración:

Oh Dios, que nos diste el verdadero pan del cielo,
concédenos, te rogamos,
que, con la fuerza de este alimento espiritual,
siempre vivamos en ti
y resucitemos gloriosos en el último día.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Segundo Altar


Lectura Sb 16,20
Alimentaste a tu pueblo con manjar de ángeles, les enviaste desde el cielo un pan ya preparado, que podía brindar todas las delicias y satisfacer todos los gustos.


¡Gracias por la Eucaristía!
(Adoración de la Eucaristía en Corpus Christi)


¡Oh Jesús Sacramentado!
Jesús de mi cercanía,
con mis ojos, con mis labios,
con esta sangre que grita,
con mi vida hecha ternura:
¡Gracias por la Eucaristía!

Quisiera yo como Clara,
bañada en lágrimas vivas,
darte acogida en mi casa,
a tus caricias rendida,
y decirte cara a cara:
¡Gracias por la Eucaristía!

Quisiera yo, como esposa,
sorprenderte cada día
con un secreto de amor
que tú no lo conocías,
y herirte en el corazón:
¡Gracias por la Eucaristía!

Quisiera yo, enamorada,
quedarme en amor perdida,
y desgranar en amor
mi vida contemplativa
junto a tu pecho y sagrario:
¡Gracias por la Eucaristía!

Comerte, mi Dios, comerte,
y hacerte sustancia mía;
mis células tienen hambre
de tu divina comida,
y de tu aliento, mi pecho:
¡Gracias por la Eucaristía!

Concédenos un regalo,
al vernos juntas y unidas:
que el amor de hermana a hermana,
destile desde la herida
que en tu costado fue abierta:
¡Gracias por la Eucaristía!

Honor a ti, Rey de amores,
Jesús, comida y bebida,
honor y amor en la espera,
con las manos extendidas
a todo el mundo que amas:
¡Gracias por la Eucaristía!


Oración:

Ilumina, Señor, con la luz de la fe nuestros corazones
y abrásalos con el fuego de la caridad,
para que adoremos confiadamente
en espíritu y en verdad
a quien reconocemos en este Sacramento
como nuestro Dios y Señor.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.


Tercer Altar

Lectura 1Co 11,23-25
Yo recibí del Señor lo que, a mi vez, os he trasmitido: que Jesús, el Señor, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, después de pronunciar la Acción de Gracias, lo partió y dijo: «Éste es mi cuerpo, que se da por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con la copa después de la cena, diciendo: «Esta copa es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Cada vez que la bebáis hacedlo en memoria mía.»


Pan del cielo, Jesús adorado
Himno eucarístico pascual
para la sagrada Comunión


Estribillo
Pan del cielo, Jesús adorado,
comunión con toda tu vida:
eres tú el Evangelio viviente,
haz de mí tu presencia escondida.

Estrofas 1 y 2
1. Pan de vida, Jesús Nazareno,
Pan de Pascua y de santa alegría,
Pan de hijos, sentados contigo
en la mesa de la Eucaristía.

2. Pan de amor y de toda dulzura,
Pan y don que del Padre venía,
y nos dabas del seno de Dios
el manjar que los Tres compartían.

Estribillo
Pan del cielo, Jesús adorado,
comunión con toda tu vida:
eres tú el Evangelio viviente,
haz de mí tu presencia escondida.


Estrofas 3 y 4
3. Pan sobado, amasado en la tierra
en la artesa de santa María,
de doradas espigas al sol,
Pan de carne y blanquísima harina.

4. Pan maná del desierto a la patria,
dado al mundo por Cristo, el Mesías,
Pan partido en sagrado convite,
que contiene infinita delicia.


Estribillo
Pan del cielo, Jesús adorado,
comunión con toda tu vida:
eres tú el Evangelio viviente,
haz de mí tu presencia escondida.


Estrofas 5 y 6
5. Pan de Dios, su presencia y morada,
que encarnada se entrega y palpita,
Pan mojado en la sangre del Verbo,
y en la Cruz oblación vespertina.

6. Pan nupcial de una santa mañana
que adoró la mujer matutina,
eres tú el Evangelio viviente,
haz de mí tu presencia escondida.

Estrofas 7 y 8
7. Pan celeste y manjar cotidiano,
Pan del ser, que mi ser deifica,
de mi tránsito Pan y mi Viático
para entrar en la vida divina.

8. ¡Dios es Pan, adoremos, hermanos,
la salud inmortal, Dios de vida!
¡Dios es vino y Espíritu y fuego,
Dios es mío al compás de mis días!


Estribillo
Pan del cielo, Jesús adorado,
comunión con toda tu vida:
eres tú el Evangelio viviente,
haz de mí tu presencia escondida.


Estrofas 9 y 10
9. Dios es fiesta de amor en su Iglesia,
que se siente con Él su familia.
Dios es Pascua, feliz esperanza,
Dios es Cristo Jesús, que en mí habita.
10. Con palabra y silencio alternados
que mi ser y la Iglesia lo digan:
¡Dios de amor, heme aquí en gratitud:
Soy amor para ti, vida mía! Amén.


Estribillo
Pan del cielo, Jesús adorado,
comunión con toda tu vida:
eres tú el Evangelio viviente,
haz de mí tu presencia escondida.

Oración:

Oh Dios, que redimiste a todos los hombres
con el misterio pascual de Cristo,
conserva en nosotros la obra de tu misericordia,
para que, venerando constantemente
el misterio de nuestra salvación,
merezcamos conseguir su fruto.
Por Jesucristo, nuestro Señor.