Domingo
XXVIII,
ciclo A
Mt 22,1-14
Con mi túnica preciosa
Canción para la Comunión
Fácilmente la parábola del banquete de bodas (Mt 22,1-14) ha evocado la
Eucaristía. Desde las palabras que salen de la boca de Jesús tenemos
derecho a pasar, en este caso, al banquete de la Eucaristía, banquete
nupcial del Hijo del Rey.
Suena en los oídos la bienaventuranza del Apocalipsis:
“¡Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero!” (Ap
19,9).
Y en estos días siguen resonando en los oídos las palabras
que decía el Papa Benedicto XVI hablando en su reciente visita a
Alemania en el Estadio Olímpico (Olympiastadion) de Berlín ante setenta
o setentaicinco mil personas sobre Jesucristo, la Iglesia y la
Eucaristía: “En la parábola de la vid, Jesús nos dice: "Vosotros sois la
vid", sino: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos" (Jn 15, 5). Y esto
significa: "Así como los sarmientos están unidos a la vid, de igual modo
vosotros me pertenecéis. Pero, perteneciendo a mí, pertenecéis también
unos a otros". Y este pertenecerse uno a otro y a Él, no entraña un tipo
cualquiera de relación teórica, imaginaria, simbólica, sino casi me
atrevería a decir, un pertenecer a Jesucristo en sentido biológico,
plenamente vital. La Iglesia es esa comunidad de vida con Él y de uno
para con el otro, que está fundada en el Bautismo y se profundiza cada
vez más en la Eucaristía” (jueves, 22 de septiembre de 2011).
Estribillo
Con mi túnica preciosa
de blanca humildad y amor,
regalo de mi Señor,
ya entro en la fiesta hermosa.
Estrofas
1. Vengo viniendo de lejos,
no de primer convocado,
pero una voz me condujo
y me he sentido llamado.
Vengo a las bodas del Rey
del Hijo de Dios amado,
y siento que estoy en casa
como el más digno invitado.
2. ¿Qué regalo he de traer,
si el traje me ha regalado,
si lo que soy, soy en él,
si soy un tú deseado?
Por eso vengo a cumplir,
Jesús, tu anhelo dorado:
ser tuyo en ser y en acción,
ser en ti santificado.
3. Es el banquete nupcial
desde siglos anunciado,
cuando ya en el Paraíso
nacía el Verbo Encarnado.
Las alas de los profetas
hasta Jesús me han llevado,
y esposo clavado en cruz
el Padre me lo ha mostrado.
4. La Cruz y la Eucaristía
son Jesús Resucitado:
son el divino manjar
a los hijos entregado.
Carne y carne, sangre y sangre,
Verbo esposo y humanado,
Jesús de mi adoración...,
yo lo digo enamorado.
5. Fiesta nupcial de mi Dios,
abierta al mundo creado;
venid, mis hermanos todos,
nadie se sienta olvidado.
Dame, Señor, tu presencia
en donde nadie ha llegado,
y teniéndote conmigo
sienta ya mi pecado. Amén.
Puebla de los Ángeles, septiembre 2011
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