Domingo
XXIV
ciclo A
Mateo 18,21-35
Setenta veces siete
Canto de comunión
Hasta setenta veces siete, dice el Señor: siempre. Es el perdón abierto
a lo infinito, como Dios nos ha perdonado. El gran deudor debía diez mil
talentos; el pequeño deudor debía 100 denarios: un millón de veces
menos.
¿Ocurrió esto en la realidad? Es una parábola. Ha
ocurrido en mí. Fuimos perdonados, nosotros insolventes. Con Dios no
podemos negociar, porque no tenemos moneda a cambio. Dios nos ha
perdonado y vivimos de gracia en gracia. Y estos es la delicia de
sentirse hijos.
La conclusión se impone: si tal es la relación de Dios
conmigo, esa ha de ser mi relación con mi hermano.
Estribillo
Las setenta veces siete
son el perdón infinito
en el que yo resucito:
¡Gracias y nada me inquiete!
Estrofas
1. Un corazón compasivo
que se sintió perdonado,
un corazón dando gracias
sin saber cómo expresarlo;
un corazón que disculpa
cualquier ofensa y agravio,
un corazón..., eso pido,
que sea en verdad cristiano.
2. Un hombre sin corazón
era el hombre acaudalado,
que debía un montaña
y no podía pagarlo.
Con cárcel, mujer e hijos,
merecía ser juzgado,
mas halló misericordia
y fue del todo agraciado.
3. Un millón de veces menos
le debía un compaisano,
mas no tuvo compasión
el deudor compasionado.
Y no supo perdonar
el absuelto por su amo,
que era de duras entrañas
y corazón despiadado.
4. Yo fui deudor insolvente
que en pecado fui engendrado,
pero Dios me perdonó
y me amó en su Hijo amado.
Y ¡cuántas deudas, quizás,
en el curso cotidiano,
heridas y sinsabores
que a mi prójimo he causado!
5. ¿Cuál será mi corazón
para entender a mi hermano,
en el día en que me ofenda
y yo le tienda la mano?
Si he probado en carne propia
el perdón, que es el milagro,
compartir quiero gustoso
el milagro regalado.
6. Para mí, misericordia,
amor de quien puede amarnos;
y pido en divino pálpito
un corazón transformado.
¡Piedad de mí, mi Jesús,
en esta Hostia Encarnado:
hazme fuente de bondad,
posada de mis hermanos! Amén.
Puebla, 2 septiembre 2011
|