Domingo
III
ciclo A
Mt 4,12-23
El pescador de hombres
(Canción de un juglar)
A aquellos pescadores de Betsaida (yo he estado en tierra de Betsaida,
norte del lago, y he dormido en Tabgha, en la casita de mis hermanos
franciscanos - ¡gracias!- , escuchando a los pescadores nocturnos), a
aquellos pescadores de peces, les dijo Jesús que les haría “pescadores”
de hombres. ¿Pescadores…? Lo de “pescar” tiene en nuestro diccionario
algunas connotaciones maliciosas; en efecto, coloquialmente, puede
significar: “Lograr o conseguir astutamente lo que se pretendía o
anhelaba”. Habrá que remontarse a los profetas (Hb 1,14-17; Jr 16,16).
Parece que “el sentido clave sería éste: seréis tan hábiles y eficaces
pescadores de hombres como pescadores de peces” (Pierre Bonnard, óptimo
comentario).
Jesús quiere “pescar” a los hombres para el Reino; lo quiere con pasión y
le urge. Y quiere hace esta pesca con nosotros y por nosotros, conmigo
en concreto. “Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron”.
Desde esta perspectiva vocacional, del pescador que se lanza con ánimo a
la tarea, está compuesta esta Canción del Pescador.
Evangelio en la mochila,
voy decidido a pescar,
y a nadie voy a engañar,
que amor mi alma destila.
1. Tú fuiste mi pescador
en el mar de Galilea,
me llamaste a otra tarea,
que es la tuya, vencedor.
Si no me hubieras pescado,
con tu divina empatía,
pescador yo seguiría
entre la red y el mercado.
Evangelio en la mochila,
voy decidido a pescar,
y a nadie voy a engañar,
que amor mi alma destila.
2. Pescador, conquistador,
porque el mundo es tu pasión,
el mundo es un corazón
con un eterno rumor.
Y por amor has venido
a casa de tus hermanos,
para hacernos ciudadanos
de un nuevo mundo surgido.
Evangelio en la mochila,
voy decidido a pescar,
y a nadie voy a engañar,
que amor mi alma destila.
3. Yo me brindo a dialogar,
si Dios es motivo y tema:
Dios, la pasión que me quema,
Dios, mi razón de pensar.
Y Jesús, clavada flecha
en la historia de mi vida,
beso que se hizo comida
en la mesa del altar
Evangelio en la mochila,
voy decidido a pescar,
y a nadie voy a engañar,
que amor mi alma destila.
Soy pescador, y mis redes
son mi vida derramada;
mi palabra enamorada,
que llega, amigos, a ustedes.
Hazme, Jesús, misionero
y profeta de tu amor;
te lo pide un trovador
que está diciendo: ¡Sí, quiero!
Puebla, 17 enero 2011
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