Domingo 34
(Para los
tres ciclos)
Jesucristo Rey del Universo - 1
Alzado en cruz de amor Jesús es Rey
El año 1925 el papa Pío XI instituyó la fiesta de Cristo Rey, para que
tributáramos un férvido homenaje a Jesús, único Rey verdadero de la
sociedad y las naciones. Hoy la solemnidad de Jesucristo Rey del universo
tiene matices bien distintos. Para ello tenemos que apropiarnos el
espíritu de la declaración conciliar “Dignitatis humanae”, que versa sobre
“el derecho de la persona y las comunidades a la libertad social y civil
en materia religiosa”.
Desde esta holgura de pensamiento nosotros podemos cantar a Cristo que en
la Cruz muere como Rey, porque efectivamente Jesús es Rey, y él solo es el
Rey verdadero.
Pero ¿qué es el reino de Jesús?, ¿cómo podremos cantarlo? Tenemos que
sumergirnos en el misterio absoluto de la redención y de la filiación
divina del hombre Jesús para que lleguemos a captar la identidad inefable
y sorprendente de su realeza. Sí, Jesús es Rey, Rey de amor, precisamente
en la Cruz. Somos una porción de la familia humana los que reconocemos
estas cosas. Así de humilde es el reinado de Jesús. Pero ¡qué glorioso
para nuestros ojos radiantes! Jesús es medida y hermosura, principio y fin
de todo lo creado. ¿Podemos aspirar a algo más grande? Sólo Jesús nos
basta. Sólo Él es Rey, el Rey de nuestros corazones, el Rey del universo.
Alzado en cruz de amor Jesús es Rey,
que a título de Rey es condenado,
el Rey de los Judíos, el Mesías,
el Rey del Universo, el Hijo amado.
De nadie sino suya es la corona
del reino del amor en Cruz ganado,
que nadie entre los hijos de los hombres
como él por sus hermanos ha luchado.
Que sean los pecados ya vencidos
peana de tu gloria, ¡oh ensalzado!,
y el mundo nuevo surja de tu pecho,
cual tú, mirando al Padre, lo has pensado.
Tu reino no es malicia ni violencia,
ni vences cuando el hombre es aplastado;
tu reino es comunión y casa unida
y paz del pecador reconciliado.
Y reinas ya, Jesús, como primicia
del reino que esperamos consumado;
abiertos nuestros ojos a la vida,
a ti te ven, ¡oh bello y coronado!
¡Jesús, Señor, medida y hermosura,
principio y fin de todo lo creado,
bendito eternamente, oh bien perfecto,
Rey nuestro, por nosotros aclamado!
Amén.
Jerusalén, solemnidad de
Jesucristo Rey del universo, 1985.
RUFINO MARÍA GRÁNDEZ (letra) – FIDEL AIZPURÚA (música), Capuchinos,
Himnario de las Horas. Editorial Regina, Barcelona 1990, pp. 179-182.
Jesucristo Rey del Universo – 2
¡Qué hermoso el Rey en la campaña!
Este himno a Jesucristo Rey comienza con una referencia del Apocalipsis,
la visión de aquel combate escatológico en el que aparece un jinete
montando un caballo blanco. Dice el texto sagrado: “Entonces vi el cielo
abierto, y había un caballo blanco: el que lo monta se llama « Fiel » y «
Veraz »; y juzga y combate con justicia. Sus ojos, llama de fuego; sobre
su cabeza, muchas diademas; lleva escrito un nombre que sólo él conoce;
viste un manto empapado en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios. Y
los ejércitos del cielo, vestidos de lino blanco puro, le seguían sobre
caballos blancos. De su boca sale una espada afilada para herir con ella a
los paganos; él los regirá con cetro de hierro; él pisa el lagar del vino
de la furiosa cólera de Dios, el Todopoderoso. Lleva escrito un nombre en
su manto y en su muslo: Rey de Reyes y Señor de Señores” (Ap 19,11-16).
Rey anunciado, Rey de la Casa de David, que se encarna en el seno de
María: “El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios
le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por
los siglos y su reino no tendrá fin” (Lc 1,32-33).
El himno evoca también aquella escena “profética” de Pilato, cuando los
judíos quieren modificar las palabras del “título” de la Cruz: “Los sumos
sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas: "El Rey de los
judíos", sino: "Este ha dicho: Yo soy Rey de los judíos".» Pilato
respondió: « Lo que he escrito, lo he escrito.»” (Jn 19,21-22).
¡Qué hermoso el Rey en la campaña!
Iba vestido de verdad,
y era su espada de conquista
el fuerte Amor que vence al mal.
¡Qué hermosa aquella estirpe suya,
desde el divino manantial!
Rey de la Casa de David,
nacido en cuna virginal.
Murió en la Cruz ajusticiado
por rey del pueblo de Abraham.
¡Este es el rey del universo!:
Si Dios lo ha escrito, escrito está.
Rey que desarmas las conciencias,
Rey vencedor de Satanás,
sobre las ruinas del pecado
tú sólo creas vida y paz.
Oh Jesucristo, mi Señor,
Rey poderoso que vendrás,
a tus hermanos pecadores
mira con rostro familiar.
¡Bendito el rey Crucificado,
el Rey de reyes inmortal,
desde la altura de tu Padre
reina con cetro de piedad! Amén.
Burlada (Pamplona), 2 de julio de 1980. Alberto Taulé le puso música en
Oración de las Horas (Barcelona) 1981, páginas complementarias, pp.
*49-50.
Jesucristo Rey del Universo – 3
Quiso el amor cantar un canto nuevo
El año litúrgico se corona con la solemnidad de Jesús Rey del universo. Y
este himno quiere celebrar al Señor en este fin glorioso.
Cada una de las seis estrofas quiere evocar al Rey y a su suave Reino:
- en el reino infinito de su nombre (1ª),
- Rey del alba (2ª),
- no gastaron los siglos tu corona (3ª),
- Rey de corazones (4ª),
- oh Rey sumiso, Rey de voluntades, para ser Rey de amor omnipotente (5ª).
La doxología es un evangélico “Hosanna a nuestro Rey” (6ª) en su misterio
pascual, Rey en la cruz y Rey en las alturas, con la esperanza abierta de
que nosotros hemos de reinar con él, como nuestra fe lo atestigua.
El himno en esta solemnidad sirve lo mismo para los Laudes matutinos como
para la alabanza vespertina.
El reinado de Cristo atañe a toda situación de vida, como es evidente en
la revelación. Así se acentúan ciertos aspectos íntimos: “El reino
infinito de tu nombre” nos lleva al Cantar divino (Cristo 1,3). Las
referencias virginales y esponsales nos hablan del reinado del Señor.
(Nota: De hecho el himno se compuso para un retiro de religiosas en
Pamplona, noviembre 1980, organizado por la Confer de Navarra).
1. Quiso el amor cantar un canto nuevo
no tañido pro son de tañedores,
y amando se perdía sin palabras
en el reino infinito de tu nombre.
2. Oh bello cual rocío, Rey del alba,
nacido entre divinos resplandores,
no pudo oscurecer la tarde triste
tus ojos muertos, llama de la noche.
3. No gastaron los siglos tu corona,
no faltó junto a ti el ramo de flores,
ni la virgen que escucha, ni el aceite,
ni la sangre y la fuerza de los jóvenes.
4. Se acerca la mujer enamorada,
se mira en tu mirada y se recoge,
y rompe para siempre el alabastro,
y a ti te adora, Rey de corazones.
5. Oh Rey sumiso, rey de voluntades,
que rindes tu rodilla ante los hombres,
para ser Rey de amor omnipotente
eres siervo a los pies de pecadores.
8. ¡Hosanna a nuestro Rey con la diadema
ceñida en una cruz entre ladrones,
hosanna en las alturas de tu gozo,
donde esperan reinar tus servidores! Amén.
Pamplona, noviembre 1980.
RUFINO MARÍA GRÁNDEZ (letra) – FIDEL AIZPURÚA (música), capuchinos, Himnos
para el Señor. Editorial Regina, Barcelona, 1983, pp. 236-239.
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