EL EVANGELIO DE HOY
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

 

  


Domingo 29, ciclo
B

Id al mundo entero
Mundial de Misiones
(Mc 16,15-20)


Este domingo III de octubre es el Domingo Mundial de Misiones (que en España, desde 1943, por abreviatura se llama Domund). Coincide que es el domingo 29 del tiempo ordinario, ciclo B. El Evangelio correspondiente sería Mc 10,35-45. Por esta circunstancia misionera, se pueden tomar una de las tres lecturas (con preferencia, la primera) de la Misa por la evangelización de los pueblos. En este lugar donde escribo, han propuesto Mc 16,15-20: Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. Es la misión que deja a su Iglesia.

En América Latina y el Caribe, en la reciente Conferencia del Episcopado (mayo 2007), alentado con la presencia de Benedicto XVI, se ha lanzado una consigna: Discípulos y Misioneros, la Misión Continental, en la que los cristianos, como familia de Dios están comprometidos.

Por otra parte ya llevamos un tiempo en que ha aparecido una palabra que antes no existía: “la Globalización”, puesto que el mundo ya se ha convertido en una aldea, la “Aldea Global”. El mundo lo tenemos en nuestra casa: en la pantalla de la televisión y en el Internet.

El Papa decididamente toma la palabra “globalización” en su encíclica Caritas in veritate “sobre el desarrollo humano integral en la caridad y la verdad” (29 junio 2009). Allí nos habla del “el estallido de la interdependencia planetaria, ya comúnmente llamada globalización” (n. 33).
En esta familia humana, que como creyentes la vemos como familia de Jesús, ahí está nuestra misión. Somos discípulos, somos misioneros.


Es mi pequeña aldea el mundo entero
y en mi casa lo veo, en la pantalla;
y puedo navegar por mil confines
en alas de mi ruta de internauta.

Canciones y paisajes y noticias
conviven con su sangre en mi morada:
el jugador que triunfa mundialmente
y el que se muere en África o en Asia.

El mundo es vecindario y mi familia,
y en una mera prenda está la marca;
y yo soy ciudadano universal,
hermano necesario que trabaja.

Entrad en este mundo, nos decía,
Jesús, al despedirse con su Pascua;
llevadle el Evangelio que anuncié;
gritad en la azotea: ¡Dios nos ama!

Si Cristo es mi Señor, soy misionero;
si Cristo es Evangelio, soy palabra;
si Cristo es sanador, soy medicina;
si Cristo es el amor, seré esperanza.

Por gracia dada en aguas bautismales,
mi ser entero al Padre tiene entrada;
profeta soy y soy su mensajero:
anunciaré la vida que nos salva.

Jesús, que desde el cielo nos contemplas,
y la misión diriges y acompañas,
concédenos el gozo de anunciarte
y de impregnar el mundo con tu savia.


Octubre 2009