Domingo 27 ciclo B
El matrimonio que Jesús quiso
(Mc 10,2-16)
(Soliloquio de comunión)
Dijo Jesús y está escrito en el Evangelio de hoy: “Al principio de la
creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su
padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne".
De modo que ya no son dos, sino una sola carne”.
Esto es bellísimo, y no podemos renunciar a esta belleza del amor. Del
matrimonio debemos hablar con mucho respeto – incluso con temblor – porque
hay muchas personas, y muy queridas y muy cercanas a nosotros, que han
visto que su matrimonio se ha acabado… No juzgamos, porque el juicio solo
pertenece a Dios, pero de ninguna manera podemos renunciar a la belleza
del amor en el matrimonio, de la que Jesús ha hablado.
Estos versos quieren paladear esa hermosura en la comunión, que es el
encuentro divino con Jesús.
Tú quisiste el matrimonio
como proyecto divino:
un hombre y una mujer,
amor total y exclusivo.
Pues, si digo la verdad,
también yo siento lo mismo.
El Cantar de los Cantares
se me queda muy chiquito,
porque el amor que yo quiero
quiero que sea infinito.
Así lo siento en mi carne,
y cual lo siento lo digo.
El amor es para siempre,
el amor no es de un domingo;
el amor es sangre viva
que a todo el cuerpo hace vivo:
y si me quitan la sangre
yo me muero, ¡adiós, amigos!
Y un hombre y una mujer
son un cuerpo y un latido;
yo soy Adán, tú eres Eva,
mírame que yo te miro;
¿somos dos o somos uno?,
¿qué dice nuestro cariño?
Somos uno en Alianza,
como lo dice este anillo;
somos un solo deseo
somos un beso fundido;
una pena compartida,
un gozo para vivirlo.
Gracias, Jesús, que dijiste
lo que llevamos escrito;
el corazón nunca miente,
si es que sabemos oírlo.
Gracias, Jesús, tú salvaste
el amor que has infundido.
Octubre 2009
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