EL EVANGELIO DE HOY
Domingo 25º - Ciclo B

P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

 

  

El niño en brazos de Jesús
(Mc 9,30-37)

Cántico de comunión


«¿Qué discutíais por el camino?».

Pero ellos callaban, porque en el camino habían discutido sobre quién entre ellos sería el más grande.

Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: «El que quiera ser el primero que sea el último y el servidor de todos».

Tomó en sus brazos a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo…” (Mc 9,33-36).

¿Qué ha visto, pues, Jesús en el niño…?

¿La inocencia…? No, el candor del niño no es la inocencia, que pronto se perciben las pequeñas malicias en el niño.

El “candor” del niño es su ingenua capacidad de asombro, y de ahí su confianza “acrítica” para con su papá, para con su mamá…

El niño, por esencia, es el ser confiado en el papá, en la mamá… Por eso le pedimos a Jesús este asombro.

Todos los deseos del niño se reducen a uno: una caricia de la mamá, del papá. Esa es su grandeza; esos son sus proyectos…

Pidámoselo en la comunión.


Si he sentir en mi ser
tus abrazos y cariño,
haz, Jesús, que como niño
pueda mirarte y creer.

Yo quiero ser el primero,
lo pide mi corazón;
mas tú me das la lección,
alzado sobre el madero.

Yo quiero ser importante
y ser voz y ser bandera,
mas no fue tal tu manera,
ni tu porte ni talante.

Si he sentir en mi ser
tus abrazos y cariño,
haz, Jesús, que como niño
pueda mirarte y creer.

Quiero infinito querer,
que nada me satisface,
quiero que solo me abrace
el triunfo sin padecer.

Más tú quieres mucho más,
cuando a seguirte me invitas
y en tu corazón me citas:
Solo aquí descansarás.

Si he sentir en mi ser
tus abrazos y cariño,
haz, Jesús, que como niño
pueda mirarte y creer.

El monte de mi deseo
es el monte de mis sueños:
mas qué ruines y pequeños
cuando me acerco y te veo.

Mi corona y mi grandeza
supera a todo reinado,
y es Jesús crucificado,
inclinando la cabeza.

Si he sentir en mi ser
tus abrazos y cariño,
haz, Jesús, que como niño
pueda mirarte y creer.

Jesús, secreto escondido
en la santa comunión,
si yo gusto de este don,
lo demás es desabrido.

Jesús, dulce sacramento,
Evangelio de mi paz,
dame tu divina faz,
y de tu boca el aliento.


Septiembre 2009.