EL EVANGELIO DE HOY
Domingo 21º - Ciclo B

P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

 

 

Poemas del Pan de vida V

 

¿A quién iremos, Señor?

(Jn 6,60-69)

(Canto procesional de comunión)

 

 

El ciclo de Evangelios del Pan de vida, (capítulo 6 de san Juan, que son cinco domingos) culmina con la “decisión” a la que lleva la fe: dar a Jesús la cara o la espalda, por Jesús o contra Jesús. Muchos le dan la espalda y se retiran. Pedro, portavoz del grupo apostólico y de la Iglesia, pronuncia su profesión.

“Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: - «¿También vosotros queréis marcharos?» Simón Pedro le contestó: - «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.» (Jn 6,66-68).

El pueblo de Israel, en su historia precedente, había tenido que optar: o por el Señor o por los ídolos. Así, cuando va a iniciar su vida en la Tierra prometida, tras el don de una conquista, Josué, en la gran Asamblea de Siquén emplaza al pueblo:

“Pero, si no os parece bien servir a Yahveh, elegid hoy a quién habéis de servir, o a los dioses a quienes servían vuestros padres más allá del Río, o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis ahora. Yo y mi familia serviremos a Yahveh. »  El pueblo respondió: « Lejos de nosotros abandonar a Yahveh para servir a otros dioses” (Js 24,22-23).

 

       Estribillo

¿A quién iremos, Señor,
después de haberte escuchado?

 

        Estrofas

Forjadores de palabras,
poderosos y soldados
los hubo desde el principio,
y hoy combaten en el campo,
mas nosotros escogemos
el discurso de tus labios.

 

¿A quién iremos, Señor,
después de haberte escuchado?

 

¿Quién habló de Encarnación,
quién de la cruz y pecado,
quién del Siervo dolorido,
quién de Dios resucitado?
Tales locuras de amor,
nadie pudo haber soñado.

 

¿A quién iremos, Señor,
después de haberte escuchado?

 

Dios, el Señor, ha irrumpido,
y en mi latido ha estallado;
Dios es carne en humildad,
Dios, compañero y hermano;
Dios es sangre de beber,
y de comer es bocado.

 

¿A quién iremos, Señor,
después de haberte escuchado?

 

Dios en mí es la Trinidad
por este pan comulgado;
el Padre con el Espíritu
en mí se han aposentado:
Dios es morada y es diálogo,
mi camino cotidiano.

 

¿A quién iremos, Señor,
después de haberte escuchado?

 

Yo, que me siento escogido,
yo escojo al Verbo Encarnado,
a Jesús del Evangelio,
el Hombre y mi Dios amado.
¡Ten piedad de mí, Señor,
y guárdame en tu costado!

 

¿A quién iremos, Señor,
después de haberte escuchado?

 

fr. Rufino María Grández