EL EVANGELIO DE HOY
Domingo 18º - Ciclo B

P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

 

 

Poemas del Pan de vida II

 

La obra más grande de Dios

(Jn 6,24-35)

Procesional de Comunión

 

San Francisco de Asís (1182-1226), en una página sobre el Cuerpo del Señor, que es la Eucaristía, escribió: “…Así, pues, es el Espíritu del Señor, que habita en sus fieles, el que recibe el santísimo Cuerpo y Sangre del Señor. Todos los otros, que no participan de ese mismo Espíritu y presumen recibirlo, se comen y beben su sentencia (cf. 1Co 11,29)”.

La comunión no es el acto físico de deglutir la Sagrada Forma; es un acto divino, en el cual, el ser humano, habitado por el Espíritu de Dios, recibe, en la fe, al mismo Hijo de Dios que por nosotros vivió, murió y resucitó.  Sin fe en mi corazón no hay resurrección del Señor, sin fe no hay comunión.

Este cántico “procesional” de comunión (para la Comunión hay dos clases de cantos: unos para cuando la asamblea se va acercando procesionalmente a recibir el sagrado manjar; otros, los himnos y cantos para alabar y dar gracias, sentados), se centra en una palabra de Jesús en el Evangelio de hoy: La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado (Jn 6,29).

La Encarnación, la Cruz, la Comunión – hoy mismo, en mi Parroquia – eso es Opus Dei, Opus Gloriae, Opus Amoris, la “obra de Dios”, la obra del Espíritu Santo, la obra de Jesús.

He aquí, pues, un Canto a la Fe (no a la fantasía), un Canto a la Comunión, un Canto al Hijo de Dios, Jesús, Hijo de María.

El Hijo de María es “Aquel que es”. Nuestros hermanos de Oriente, cuando pintan a Jesús, de adulto o de niño, ponen en la aureola de su cabeza tres letras en griego: o on (El que es: Ex 3,14)

(Para los músicos: La Asamblea va cantando el estribillo; el Coro o el Solista canta las estrofas)

 

La obra más grande de Dios
es que yo pueda creer:
que yo reciba a Jesús
como Dios, Aquel que es.


* * *
       

No hay milagro en esta tierra
más grande que nuestra fe;
ni hubo antes ni lo hay,
ni nunca lo puede haber. 


Por la fe santa María
fue Madre del Emanuel,
por la fe en la Eucaristía
hijo en el Hijo seré.


La obra más grande de Dios
es que yo pueda creer:
que yo reciba a Jesús
como Dios, Aquel que es.
 


Sin la fe no hay sacramento
y el signo, signo no es;
no hay Bautismo ni hay Banquete
ni hay obras de merecer.


Sin la fe Jesús no es Dios,
aunque Dios siempre ha de ser,
sin la fe no soy cristiano
para gustar esta miel.


La obra más grande de Dios
es que yo pueda creer:
que yo reciba a Jesús
como Dios, Aquel que es.


Mas con la fe, que es su gracia,
dejo a un lado cuanto sé,
y en él pongo mi confianza:
yo renazco vivo en él.


Cristo es mi fe, yo confieso,
de él me dejo poseer,
Él es mi fe, yo respondo
dándole todo mi ser.


La obra más grande de Dios
es que yo pueda creer:
que yo reciba a Jesús
como Dios, Aquel que es.


Y mi fe es la obediencia
cual María en Nazaret,
la razón más pura y bella
que en mí se puede encender.


En la santa Trinidad
yo la dejo florecer,
y con Jesús me hago uno,
que nunca me he de perder.


La obra más grande de Dios
es que yo pueda creer:
que yo reciba a Jesús
como Dios, Aquel que es.


Esta es la obra de Dios,
Dios es Dios y Dios es fiel;
Dios me regala su amor
en la Cruz como en Belén.


Yo creo en la Eucaristía,
quiero comer y beber,
comulgar con el Espíritu
para tener todo Bien.


La obra más grande de Dios
Es que yo pueda creer:
Que yo reciba a Jesús
Como Dios, Aquel que es.


Danos siempre de ese Pan,
vivir y morir con él;
y otros milagros no quiero,
Jesús, que el alma me ves. 


En la luz del Evangelio
yo quiero permanecer;
no me dejes, Señor mío,
pues tú lo quieres también.


La obra más grande de Dios
Es que yo pueda creer:
Que yo reciba a Jesús
Como Dios, Aquel que es.

 

Tlalpan, D.F., Verbo Encarnado, 24 julio 2009

fr. Rufino María Grández