2 de noviembre
Conmemoración de los
Fieles Difuntos - 3
Ritual de Difuntos
Cristiano, vete con
Cristo
La Misa gregoriana de Difuntos es bellísma; e igualmente las antífonas y
responsorios que se usan en el Ritual de exequias, tal el “Subvenite”; tal
“In Paradysum”, piezas que han atravesado los siglos; y se pueden escuchar
hoy, vía internet.
Hoy se trata de agregar
nuevas composiciones en nuestras lenguas al tesoro labrado a lo largo de
siglos… No es fácil. Estas dos composiciones son pruebas, tanteos… para
expresar nuestra fe ante el cuerpo yacente de nuestro hermano, de nuestra
hermana, que han muerto “en el Señor”. Estamos tocando un misterio que,
como misterio es inefable. No se puede decir: “Nuestro hermano ya goza de
Dios”; y a continuación: “Perdona los pecados de tu siervo…”.
Sabemos que, al pasar a la
eternidad, no se puede computar tiempo y espacio, como si fuesen la
prolongación de lo que aquí vivimos en nuestra limitada experiencia. Pero
si hay un orden intrínseco de fe, y en virtud de este orden la Misa
exequial es una misa de “sufragio”, por lo tanto de intercesión. Y todo
esto a la luz del Misterio pascual, y con la esperanza de que nuestro
hermano, que en Cristo ha alcanzado su salvación, entre a tomar parte del
gozo de los elegidos: “Entra en el gozo de tu Señor”.
Estos versos de Salutación, sin dejar de interceder por los difuntos,
quieren, más bien, tomar la onda de las antífonas des despedida en los
funerales, al concluir la Misa: “Al Paraíso te lleven los ángeles…”
(Noticia informativa.
Las dos composiciones aquí recogidas son propuestas a petición del
liturgista Pedro Farnés Scherer, a quien se confió la preparación del
Ritual de Exequias. La primera es una composición de sentido rítmico
interno: versos de ocho y cinco sílabas, uniformemente acentuados. La
segunda temáticamente es una repetición de la anterior: gozosa
interpelación al difunto y motivo cristológico, con cierto ritmo poético
interior en el sistema de acentos (2 / 5 / 8). La primera ha sido
incorporada al Ritual de Exequias).
I
Cristiano, vete con Cristo,
entra en su gozo;
por su perdón y su gracia
canta victoria.
Dichoso tú, ya salvado;
entra en la vida.
Nosotros, los que quedamos,
testigos de la esperanza,
formando una sola Iglesia,
te acompañamos.
II
Exulta la Iglesia celeste
por Cristo triunfante.
Cristiano, que fuiste sellado
por él en su muerte,
con palma de triunfo
comparte en tu día su gloria.
Recibe su abrazo de paz
y vive por siempre,
hermano de viaje
que hoy dejas la Tierra
y llegas al Padre.
Jerusalén, 15 octubre 2006.
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