P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

FLOS SANCTORUM

LAS LLAGAS DE SAN FRANCISCO
17 de septiembre
 



En la cumbre de La Verna


En 1224, en el mes de septiembre y en torno a la fiesta de la Santa Cruz, dos años antes de su feliz tránsito, recibió Francisco de Asís en el monte de La Verna las llagas de Cristo glorioso. Sufrió un éxtasis de amor y experimentó la presencia de Alguien inefable, que le produjo simultáneamente un gozo dulcísimo porque aquella presencia era la de un ser en gloria, y un dolor entrañable porque el ser glorificado tenía llagas. Francisco fue introducido de esta manera en el secreto del misterio pascual de Jesús: gustaba la dicha embriagadora de la resurrección y el paso del Viernes Santo.

Tomás de Celeno dejó constancia sobria de este acontecimiento singular (1228). La tradición sucesiva adornará el episodio con muchos detalles.

Pasado este trance extático, Francisco vio aparecer en sus manos, pies y costado la llagas de Cristo Crucificado. La transfixión del humilde y pobre discípulo de Jesús nos da la clave para interpretar lo que fue su vida y para entrar en el secreto de la Regla y Vida que trazó para sí y para sus hermanos.


En la cumbre de La Verna
se han dado cita de amor
el siervo con su Señor
unidos en Pascua eterna.

Del cielo el Señor venía,
Hijo de Dios humanado,
tenía el cuerpo llagado
y el rostro resplandecía.

¡Oh Jesús, el más hermoso
entre los hijos de Adán,
libres tus brazos están
para el abrazo de esposo!

Y Francisco se ha quedado
de gracia y amor transido;
por Cristo se encuentra herido
en manos, pies y costado.

Ved la Regla ya cumplida
en el monte de la alianza;
amor que la sangre alcanza
es de aquél que da la vida.

¡Gloria a ti, Cristo benigno,
en el precioso madero;
para el gozo verdadero
guárdanos bajo tu signo! Amén

Año 1976

RUFINO MARÍA GRÁNDEZ, capuchino (letra) – FIDEL AIZPURÚA, capuchino (música), Himnos para el Señor. Editorial Regina, Barcelona, 1983.