11 de julio
San Benito, Abad
Amado del Señor y de los hombres
Amado del Señor y de los hombres (dilectus Deo et hominibus) es una
afirmación bíblica de Si 45,1, con la que el Eclesiástico empieza el
elogio de Moisés. Queremos evocar a san Benito, patriarca del monaquismo
occidental, envuelto en el halo de la Escritura santa. Benito es para una
fecunda corriente espiritual de la Iglesia maestro y padre espiritual.
Padre bendito. Es en cierto modo padre de Europa, guía de Europa,
guía de la Europa cristiana, quieto misionero. Y esto, según la
expresión de Pablo VI al declararlo patrono de Europa, “con la cruz,
con el libro y el arado”.
Las siguientes estrofas tratan de
acercarnos al carisma benedictino, a esa herencia permanente que la
familia benedictina entrega a la Iglesia.
Es la Sacra Pagina junto a la cual
el benedictino hace la lectio divina.
Es el trabajo orado de la tierra.
Los benedictinos han sido, en un principio, sencillos labriegos que en
vida cenobítica servían al Señor e iban educando a los pueblos. Más tarde
vino el empeño de la docta mano.
Otra nota del carisma benedictino es la
comunidad., comunidad que hoy interpretamos como el encuentro pascual
de los hermanos, presididos por Cristo.
Nos parece que, al surgir Benito, surge
la alabanza. Los benedictinos pacientemente nos han enseñado a orar y
en el pueblo cristiano han tenido gran parte para que sepamos gustar las
cosas divinas por medio de la liturgia.
(Al escribir este himno, pusimos como dedicatoria: A
los hijos de San Benito en Navarra, uniéndonos fraternalmente a vuestro
gozo del XV centenario, fr. Rufino María Grández y fr. Fidel Aizpurúa,
capuchinos. 7 de junio de 1980).
Amado del Señor y de los hombres,
Padre bendito dicen nuestros labios,
guía de Europa, quieto misionero
con la cruz, con el libro y el arado.
Era la Sacra Pagina tu aliento,
tu amoroso pensar, el pan rumiado;
del corazón silente la plegaria,
y con los hombres diálogo callado.
Era el trabajo orado de la tierra
el cimiento de pueblos soberanos,
salud del alma, fuero de ciudades
junto al empeño de la docta mano.
Y al comunidad era la dicha,
el encuentro pascual de los hermanos,
la gente del silencio y la faena
que al divino servicio van cantando.
Surge Benito, surge la alabanza,
el hombre aprende y queda contemplando;
Dios es nuestro Señor, nosotros siervos
y es nuestro honor ser dignos de alabarlo.
¡Oh Padre de Jesús y Padre nuestro,
origen del Amor y del Amado,
hoy nosotros aquí te bendecimos,
anhelando tu Reino consumado! Amén.
RUFINO MARÍA GRÁNDEZ, capuchino (letra) – FIDEL
AIZPURÚA, capuchino (música), Himnos para el Señor. Editorial Regina,
Barcelona, 1983, pp. 197-200.
Ver también: RUFINO GRÁNDEZ, La celebración de la
fiesta de san Benito, en “Oración de las Horas”, julio 1981, pp. 154-158.
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