25 de Marzo
Anunciación del Señor – 5
A LA VIRGEN DE
NAZARET
(Despedida de Tierra Santa)
María, eres silencio
Para el corazón cristiano la Virgen María es paisaje espiritual, una
pintura que representa cosas sencillas y verdaderas, de una profundidad,
de una densidad… que nacen de lo infinito. Evoquemos imaginativamente lo
que sería Nazaret, en la ondulada y suave Galilea, allá en tiempos de
María. Una aldea pequeñita con casas semi-cuevas y una fuente - la de hoy
- que manaba en el pueblo. El autor de estas letras, que justamente puede
llamarse himno, después de larga estancia en Jerusalén (1984-1987), a la
hora de la despedida fue a Nazaret a decirle adiós a la Virgen. Al lado de
la Virgen fueron naciendo estas palabras, que ciertamente no son nada,
pero que de algún modo quieren recoger el eco del amable misterio de
María, desparramado en el aire, diluido en nuestros corazones.
Hoy Nazaret no es aldea,
sino una ciudad importante, judía, musulmana, cristiana. A pesar de sus
actuales dimensiones, Nazaret tiene intimidad, hondura; Nazaret tiene el
imán de la Virgen.
Pero ¿qué es Nazaret?
Nazaret es María y el Verbo Encarnado. He aquí unas voces para nuestro
interior: el silencio, la fuente, la fe, la gracia, la paz, la senda del
amor hasta el Calvario.
En fin, quiso el Verbo de
Dios venir al mundo por el vientre de una Virgen y el Hijo se ha quedado
en los brazos de María.
María, eres
silencio
en una aldea escondida,
por dentro está tu hermosura,
intacta, pura, sencilla.
La fuente sabe tus pasos
saliendo con las vecinas,
y el Dios que todo lo sabe
conoce tus alegrías.
Oh Virgen de Nazaret,
la fe es tu justa medida;
lo que es verdad ante Dios
es la verdad de ti misma.
Por gracia, solo por gracia,
oh Virgen agradecida,
concibes en tu secreto
al esperado Mesías.
La paz adorna tu rostro
y tus dolores cobija,
la Cruz sangrante del Hijo
es tu misión compartida.
Oh Virgen fiel del anuncio
y del Calvario, María,
por esa senda de amor
condúcenos a la vida.
¡Jesús, que en brazos de Madre
nos diste gracia infinita,
la Iglesia santa y dichosa
con ella te glorifica! Amén.
Convento franciscano de Nazaret, 8 de marzo de 1987.
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