28 enero
Santo Tomás de Aquino
Tomás de Aquino, luz de las escuelas
En el curso de sus catequesis al Pueblo de Dios, nuestro amado Papa
Benedicto XVI, ha dedicado tres audiencias generales a hablarnos de
Santo Tomás de Aquino, el “Doctor Común” (2, 16 y 23 de junio de 2010).
En la primera nos ha expuesto su vida; en la segunda nos ha hablado de
la Razón (Aristóteles) y la Fe (la Biblia), dos fuentes para construir
la Teología; y en la tercera nos ha descubierto el grandioso monumento
levantado por el santo Doctor en la Summa Theologiae (que contiene 512
cuestiones y 2669 artículos).
Todo ello ungido en la devoción de este
santo de la Orden de los Predicadores: “Hablando de los sacramentos,
santo Tomás se detiene de modo particular en el misterio de la
Eucaristía, por el cual tuvo una grandísima devoción, hasta tal punto
que, según los antiguos biógrafos, solía acercar su cabeza al Sagrario,
como para sentir palpitar el Corazón divino y humano de Jesús”
(Catequesis tercera).
Amaba entrañablemente a María: “Con una
oración, que tradicionalmente se atribuye a santo Tomás y que, en
cualquier caso, refleja los elementos de su profunda devoción mariana,
también nosotros digamos: «Oh santísima y dulcísima Virgen María, Madre
de Dios..., encomiendo toda mi vida a tu corazón misericordioso...
Alcánzame, oh dulcísima Señora mía, caridad verdadera, con la cual ame
con todo mi corazón, sobre todas las cosas, a tu santísimo Hijo y,
después de él, a ti, y al prójimo en Dios y por Dios»” (Catequesis
tercera).
Por medio de este himno queremos aspirar
este aura que sigue despidiendo santo Tomás en la Iglesia.
Tomás de Aquino, luz de las
escuelas,
maestro del pensar en armonía,
pureza de alma y mente en el estudio
para adorar y hacer Teología.
En medio de la Iglesia hoy resuena
tu voz que en una Summa se vertía;
tesoros del saber que Grecia sabia
para la Fe gustosa le ofrecía.
La claridad que brilla a Dios conduce,
que en Dios Origen tiene su manida,
y toda luz que llega hasta sus hijos
de Dios viene mandada y bendecida.
Que reine la Verdad, humilde y pura,
hermosa más que toda fantasía,
y envueltos en sus alas amorosas
repose el corazón que a Dios ansía.
Tomás, hermano franco y silencioso,
y místico cantor de Eucaristía,
tu vida religiosa, mendicante,
el gozo encuentra en brazos de María.
Al Dios de toda luz, toda la gloria
y a Cristo, su esplendor, Sabiduría,
y al Santo Espíritu, amor eterno,
a Dios toda la gloria y alegría. Amén.
27 enero 2010
Fr. Rufino María Grández, OFMCap.
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