EL AÑO LITÚRGICO
HIMNOS PASCUALES

P. Rufino María Grández, ofmcap.


 

X ¡Abbá!
Abbá (Mc 14,3j6; Ga 4,6; Rm 8,15)


¡Abbá! dijo Jesús por vez primera


Este himno, que es de Pascua, que es de domingo, que es de todos los días, está pensado, vivido y escrito para decir a Dios: ¡Abbá…, Abbá…, Abbá…!

Es la palabra del Hijo; es la palabra principal de todo el Nuevo Testamento; es la palabra que vale lo mismo que el Padrenuestro; es la revelación suprema de todo lo que Jesús ha traído a la tierra. Si supiéramos decir Abbá, simplemente Abbá, y callar…

Es la palabra infinita de la Encarnación; es la palabra de la Resurrección, del tránsito al misterio infinito de Dios.

Sólo la podemos pronunciar perdiéndonos en el Hijo. Por eso, la Iglesia, desde hace muchos siglos, para pronunciarla, nos empuja con este impulso de lanzamiento:

- “Preceptis salutaribus moniti (amonestados por preceptos saludables), que es mucho más que “Fieles a la recomendación del Salvador”. Es un mandato del Señor.

- “Et divina institutione formati” (y formados – enseñados, adoctrinados – por divina institucición), “y siguiendo su divina enseñanza”. Se trata de la Teología que Jesús nos enseñó.

- “audemus dicere”. Basados en esos preámbulos tenemos la osadía de decir, de poner en nuestros labios lo que pertenece en exclusiva a Jesús.

Y esto lo hacemos, porque Jesús nos dijo: MI PADRE, ¡QUE ES VUESTRO PADRE! (Es el sentido, a mi parecer, del texto de Jn 20,17: “Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios”).

Oremos…, como Jesús nos ha enseñado: oremos con infinita confianza.

(Atención. Al llegar el momento del “Padrenuestro” en la misa, que sepa el sacerdote que ésta no es una palabra para que la diga él y siga el pueblo, que no se la puede quitar al pueblo santo de Dios, que es la palabra más dulce que se nos ha dado…)


¡Abbá! dijo Jesús por vez primera
el día en que sus labios se rompieron,
y el eco de la voz de un pequeñito
llenó de gozo a Dios y al universo.

Abbá del Unigénito que habla
con labios de un muchacho carpintero;
Abbá, Abbá..., Jesús se estremecía
con honda risa o con dolor gimiendo.

Abbá de la plegaria cotidiana
al lado de la mesa o junto al fuego;
Abbá en la noche negra de los siglos
sudando sangre en la oración del Huerto.

Altísimo Señor, te llamas Padre
y das tu nombre a pronunciar con besos;
Abbá te llamaremos adorando
y en esa voz de amor descansaremos.

Abbá, ¡oh dulce historia sin principio
y cuna donde nace el Hijo Verbo!,
Abbá, paternidad que en cruz culmina
y un día se ha de dar en gracia y premio.

¡Oh Padre de Jesús en el Espíritu,
feliz y firmemente Padre nuestro,
exulte cielo y tierra por tu Nombre
y en él, Abbá, tus hijos nos hallemos! Amén.


Orduña, 18 julio 1990

Nota - Compuesto en Orduña (Guipúzcoa), en un cursillo dado a las Religiosas de la Tercera Edad de la Compañía de María. El himno fue musicalizado (y añado de mi parte, con música entrañable) por Rosa María Riera (Clarisas, Salvatierra - Agurain), Iglesia soy: 23 cánticos litúrgicos. VIII Centenario de Santa Clara. Edita: Orden de Hermanas Clarisas de España 1992. La introducción literaria de Fidel Aizpurúa.