VI. Pentecostés
Secreta
historia del cielo
Quisiéramos acercarnos al misterio del Espíritu que nos envuelve. El
Espíritu eterno es la secreta historia del cielo, el Espíritu en la
Trinidad desde siempre y para siempre. En la intimidad de Dios es el
ardiente Beso divino.
La creación fue
la primera página del Espíritu manifestado (segunda estrofa). El Espíritu
de Dios se cernía sobre las aguas (Gn 1, 2), primeros amores del amor
nupcial.
La resurrección
de Jesús fue obra del Espíritu (cf. Rm 1,4; 8, 11). Y esto se hizo el
día de la hermosura (tercera estrofa).
Con la
resurrección de Jesús vino el día de la promesa (cuarta estrofa). El
Espíritu es "la Promesa de mi Padre" (Lc 24, 49). Vino en Pentecostés como
huracán de la Iglesia. Cayó en lenguas de fuego y este fuego les
penetró, les ungió.
Hoy el Espíritu
(quinta estrofa), Paráclito de la Iglesia, es el Espíritu ya manifestado
en la historia precedente, la ultimidad de Dios, la desembocadura de todos
los dones divinos.
Secreta
historia del cielo,
eco de amor infinito,
Espíritu deseado,
ardiente Beso divino.
El día que fue primero
cuando este mundo se hizo,
eras el amor nupcial,
ave que calienta el nido.
El día de la hermosura,
brillando el rostro de Cristo,
fuiste en sus cálidos labios
soplo y perdón desprendidos.
El día de la promesa,
cuando moraban reunidos,
fuiste huracán de la Iglesia,
fuego y unción derretidos.
Espíritu de deleites,
Dios nuestro desconocido,
fuerza y paz, silencio y voz,
Defensor nunca vencido.
Espíritu de carismas,
lluvia de abundantes ríos,
con tu vigor que nos unge,
Dios santo te bendecimos.
Amén. Aleluya.
RUFINO MARÍA GRÁNDEZ
(música) – FIDEL AIZPURÚA (música), capuchinos, Himnos para el Señor.
Editorial Regina, Barcelona 1983. 131-134.
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